Este documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe recuerda a los católicos su deber de actuar con coherencia cristiana en la vida política y social. Señala que la participación política es un deber de todos los ciudadanos y que los católicos deben defender principios morales como el respeto a la vida y la familia. También destaca que la laicidad del estado es positiva y que la fe cristiana no se identifica con ninguna ideología política en particular.