El documento describe la batalla entre los modelos energéticos viejo y nuevo. El viejo se basa en pocas grandes empresas que producen energía de forma contaminante mediante combustibles fósiles y centrales nucleares, mientras que el nuevo fomenta el autoconsumo a través de millones de pequeñas instalaciones renovables. Sin embargo, el gobierno regula a favor de las grandes eléctricas estableciendo cargos que dificultan la autoproducción y benefician sus intereses económicos en detrimento del medio ambiente y la ciudadanía.
1. DESOLBEDIENCIA
Estamos viviendo la batalla definitiva en el mundo de la energía entre lo nuevo y lo
viejo.
El modelo viejo es el sistema centralizado que podríamos describir del siguiente modo:
Unas pocas centrales o almacenes de combustible de una enorme capacidad,
complementados por también inmensas redes de transporte para llevar la
energía desde ese número reducido de puntos de generación o
almacenamiento hasta el lugar de consumo.
o Basado fundamentalmente en combustibles fósiles, con el apoyo menor,
aunque no despreciable, de la energía nuclear.
o Pocas empresas, también de enorme tamaño, que actúan en régimen de
monopolio y oligopolio
o
Lo nuevo por su parte es un sistema descentralizado caracterizado por:
Millones de pequeñas plantas de generación vinculadas al consumo. Redes de
distribución de ámbito local.
o Fuentes renovables y mucho más limpias de producir energía
o Un modelo en el que la ciudadanía recupera el control sobre un bien de
primera necesidad; en el que la energía deja de ser patrimonio de esos pocos
que llevan décadas aprovechando su posición para acumular poder e
influencia.
o
Durante años se nos ha dicho que las renovables son caras y que necesitamos las
fuentes contaminantes y a las grandes corporaciones que las gestionan para mantener
nuestros niveles de bienestar e, incluso, la civilización misma.
Pero eso cada día que pasa es menos cierto. Ya podemos quitar un enorme pedazo del
pastel a las grandes empresas y a sus formas contaminantes de producir energía sin
que implique el menor sacrificio, sino más bien todo lo contrario, pues un modelo
basado en las renovables y la eficiencia supone enormes ventajas:
Reduce nuestras emisiones de CO2, así como otros impactos medioambientales
como las emisiones radioactivas o las mareas negras.
o Reduce nuestra dependencia energética del exterior, algo muy relevante ya que
importamos más del 80% (incluido uranio) de nuestras necesidades
energéticas.
o Reducimos nuestro déficit comercial, ya que este se debe fundamentalmente a
las importaciones de combustibles fósiles.
o Reducimos las tensiones geoestratégicas y las guerras, que en la mayor parte
de los casos no son más que guerras por los recursos, fundamentalmente
materias primas energéticas.
o Reducimos el poder de los enormes cárteles energéticos que llevan mucho
tiempo acumulando riqueza y con ello capacidad de influencia política y
mediática. No podemos permitirnos quemar todos los hidrocarburos que
componen las reservas ya localizadas sin que el clima del planeta se
desestabilice definitivamente. No vamos a poder evitar que todo el
o
2. combustible acabe en la atmósfera, si no restamos poder a los propietarios de
esos recursos.
o La ciudadanía recupera parte del control sobre su propia vida y pasa a
depender de sus propios dispositivos que utilizan como combustible recursos
gratuitos y ubicuos como el sol o el viento.
Pero para lograr que esta transición sea posible, necesitamos una reforma del sistema
energético que ponga en el centro el interés general, tanto de las personas como del
planeta.
En lugar de ello, el Gobierno ha decidido que la solvencia financiera de las grandes
compañías va antes. Que no se puede poner en riesgo los índices de calificación
financiera (Fitch, S&P, Moodys) de Iberdrola, GasNatural o Repsol, caiga quien caiga.
Da igual que esas compañías hayan cometido errores garrafales con sus inversiones,
sobre todo en centrales de ciclo combinado. El Gobierno estará siempre dispuesto a
regular para que mantengan sus niveles de ingresos, en una muestra más de cómo
llegado el caso se socializan las pérdidas de las grandes compañías sistémicas.
Encontramos la prueba más evidente de cuál es la prioridad del Gobierno en la
regulación del AUTOCONSUMO.
El autoconsumo, que más bien deberíamos llamar, siguiendo a Pep Puig,
AUTOPRODUCCIÓN, constituye la mayor amenaza de las grandes eléctricas, como
podemos ver en este sencillo esquema causal:
1. Los ciudadanos montan pequeñas instalaciones sobre sus tejados. Eso implica
una caída en el consumo de electricidad procedente de la red de distribución y
las centrales del oligopolio.
2. Como el coste de la red hay que repartirlo entre una menor cantidad de
energía, el resultado es que usar la red se va volviendo más y más caro. Esto
debería ser así; la propia lógica del mercado en acción, esa que defiende tanto
el Gobierno como las grandes empresas.
3. Si el uso de la red es más caro, los kWh que nos venden las grandes eléctricas
sube de precio. Eso hace aún más rentable colocar paneles o aerogeneradores,
con lo que el consumo de la red aún cae más.
4. Finalmente las grandes eléctricas renuncian a seguir gestionando la red porque
se ha convertido en un negocio ruinoso. Procede entonces que el sector
público o cooperativas ciudadanas pasen a tomar el control de las redes de
distribución. Y lo que es más importante ¿A qué precio? Pues a un precio
completamente devaluado, como corresponde a un activo que nadie quiere,
como esas casas en la costa que no hay forma de vender. Es decir, la
bancarrota definitiva de las compañías del oligopolio.
Como ese escenario no puede permitirse, como lo único que importa es que las
grandes eléctricas sigan ganando lo que tienen que ganar, el Gobierno ha decidido
hacer la autoproducción inviable económicamente ¿Cómo? Con un régimen legal que
no existe en ninguna otra parte del mundo que incluye cargas administrativas
absolutamente desproporcionadas, pero sobre todo con el establecimiento del
3. llamado peaje de respaldo, un invento de Iberdrola que supone que, por cada kWh que
nos proporcionen nuestros paneles y que consumamos instantáneamente (es decir, sin
hacer ningún uso de la red), tengamos que pagar al sistema unos 7 céntimos de euro.
Como la electricidad que nos venden las grandes eléctricas tiene un precio de unos
12,5 c€, el ahorro se reduce a sólo la diferencia, es decir, unos 5,5 c€.
Como ya habréis oído repetidas veces, es como si por cada tomate que recogiéramos
en nuestra huerta, en lugar de llevarlo directamente a nuestra boca, tuviéramos que ir
primero a la tienda de la esquina a pagarlo.
Se está planteando la batalla final y está teniendo lugar aquí, en nuestro país. Si
logramos parar los pies a esta normativa inaceptable, estaremos poniendo las bases
para la sostenibilidad energética del planeta.
Por eso es necesario posicionarse, colocarse en el lado correcto de la balanza y suplir
con número el increíble poder económico de las grandes corporaciones.
Por eso es necesario desobedecer.
Desobedecer en defensa del sol
DESOLBEDECER
4. DESOLBEDIENCIA
Estamos a vivir a batalla definitiva no mundo da enerxía entre o novo e o
vello.
O modelo vello é o sistema centralizado que poderiamos describir do seguinte xeito:
-Unhas poucas centrais ou almacéns de combustíbel dunha enorme capacidade,
complementados por tamén inmensas redes de transporte para levar a
enerxía desde ese número reducido de puntos de xeración ou
almacenamento até o lugar de consumo.
-Baseado fundamentalmente en combustíbeis fóseis, co apoio menor,
aínda que non desprezábel, da enerxía nuclear.
-Poucas empresas, tamén de enorme tamaño, que actúan en réxime de monopolio
e oligopolio.
O novo pola súa banda é un sistema descentralizado caracterizado por:
-Millóns de pequenas plantas de xeración vencelladas ao consumo. Redes de distribución
de ámbito local.
-Fontes renovábeis e moito máis limpas de producir enerxía
-Un modelo no que a cidadanía recupera o control sobre un ben de primeira
necesidade; no que a enerxía deixa de ser patrimonio deses poucos
que levan décadas aproveitando a súa posición para acumularen poder e
influencia.
Durante anos díxosenos que as renovábeis son caras e que necesitamos as
fontes contaminantes e as grandes corporacións que as xestionan para mantermos
os nosos niveis de benestar e, incluso, a civilización mesma.
Pero iso cada día que pasa é menos certo. Xa podemos quitar un enorme pedazo do
pastel ás grandes empresas e ás súas formas contaminantes de producir enerxía sen que
implique o menor sacrificio, senón máis ben todo o contrario, pois un modelo
baseado nas renovábeis e a eficiencia supón enormes vantaxes:
-Reduce as nosas emisións de CO2, así como outros impactos ambientais
como as emisións radioactivas ou as mareas negras.
5. -Reduce a nosa dependencia enerxética do exterior, algo moi relevante xa que
importamos máis do 80% (incluído uranio) das nosas necesidades
enerxéticas.
-Reducimos o noso déficit comercial, xa que este débese fundamentalmente ás
importacións de combustíbeis fóseis.
-Reducimos as tensións xeoestratéxicas e as guerras, que na maior parte
dos casos non son máis que guerras polos recursos, fundamentalmente
materias primas enerxéticas.
-Reducimos o poder dos enormes cárteles enerxéticos que levan moito
tempo acumulando riqueza e con iso capacidade de influencia política e
mediática. Non podemos permitirnos queimar todos os hidrocarburos que
compoñen as reservas xa localizadas sen que o clima do planeta se desestabilice definitivamente.
Non imos poder evitar que todo o
combustíbel acabe na atmosfera, se non restamos poder aos propietarios deses
recursos.
-A cidadanía recupera parte do control sobre a súa propia vida e pasa a depender
dos seus propios dispositivos que utilizan como combustíbel recursos
gratuítos e ubicuos como o sol ou o vento.
Mais para lograrmos que esta transición sexa posíbel, necesitamos unha reforma do sistema
enerxético que poña no centro o interese xeral, tanto das persoas como do
planeta.
En lugar diso, o Goberno decidiu que a solvencia financeira das grandes
compañías vai antes. Que non se poden pór en risco os índices de cualificación
financeira (Fitch, S&P, Moodys) de Iberdrola, GasNatural ou Repsol, caia quen caia.
Tanto ten que esas compañías cometesen erros garrafais cos seus investimentos,
sobre todo en centrais de ciclo combinado. O Goberno estará sempre disposto a regular
para que manteñan os seus niveis de ingresos, nunha mostra máis de como
chegado o caso se socializan as perdas das grandes compañías sistémicas.
Achamos a proba máis evidente de cal é a prioridade do Goberno na
regulación do AUTOCONSUMO.
O autoconsumo, que máis ben deberiamos chamar, seguindo a Pep Puig,
AUTOPRODUCIÓN, constitúe a maior ameaza das grandes eléctricas, como
podemos ver neste sinxelo esquema causal:
1. Os cidadáns montan pequenas instalacións sobre os seus tellados. Iso implica
unha caída no consumo de electricidade procedente da rede de distribución e
as centrais do oligopolio.
2. Como o custo da rede hai que repartilo entre unha menor cantidade de enerxía,
o resultado é que usar a rede vaise volvendo máis e máis caro. Isto
debería ser así; a propia lóxica do mercado en acción, esa que defende tanto
6. o Goberno como as grandes empresas.
3. Se o uso da rede é máis caro, os kWh que nos venden as grandes eléctricas
sobe de prezo. Iso fai aínda máis rendíbel colocar paneis ou aeroxeradores,
co que o consumo da rede aínda cae máis.
4. Finalmente as grandes eléctricas renuncian a seguir xestionando a rede porque se converteu
nun negocio ruinoso. Procede entón que o sector
público ou cooperativas cidadás pasen a tomar o control das redes de distribución.
E o que é máis importante. A que prezo?. Pois a un prezo
completamente devaluado, como corresponde a un activo que ninguén quere,
como esas casas na costa que non hai forma de vender. É dicir, a
bancarrota definitiva das compañías do oligopolio.
Como ese escenario non pode permitirse, como o único que importa é que as
grandes eléctricas sigan gañando o que teñen que gañar, o Goberno decidiu
facer a autoproducción inviábel economicamente. Como?. Cun réxime legal que
non existe en ningunha outra parte do mundo que inclúe cargas administrativas
absolutamente desproporcionadas, pero sobre todo co estabelecemento da
chamada peaxe de respaldo, un invento de Iberdrola que supón que, por cada kWh que nos
proporcionen os nosos paneis e que consumamos instantaneamente (isto é, sen
facermos ningún uso da rede), teñamos que pagar ao sistema uns 7 céntimos de euro.
Como a electricidade que nos venden as grandes eléctricas ten un prezo duns
12,5 céntimos, o aforro redúcese a só a diferenza, é dicir, uns 5,5 céntimos.
Como xa ouviriades repetidas veces, é como se por cada tomate que recollésemos
na nosa horta, en lugar de levalo directamente á nosa boca, tivésemos que ir
primeiro á tenda da esquina a pagalo.
Está a formularse a batalla final e está a ter lugar aquí, no noso país. Se
logramos parar os pés a esta normativa inaceptábel, estaremos a pór as bases
para a sustentabilidade enerxética do planeta.
Por iso, cómpre situarse, colocarse no lado correcto da balanza e suplir
con número o incríbel poder económico das grandes corporacións.
Por iso, é necesario desobedecer.
Desobedecer en defensa do sol
DESOLBEDECER
7. o Goberno como as grandes empresas.
3. Se o uso da rede é máis caro, os kWh que nos venden as grandes eléctricas
sobe de prezo. Iso fai aínda máis rendíbel colocar paneis ou aeroxeradores,
co que o consumo da rede aínda cae máis.
4. Finalmente as grandes eléctricas renuncian a seguir xestionando a rede porque se converteu
nun negocio ruinoso. Procede entón que o sector
público ou cooperativas cidadás pasen a tomar o control das redes de distribución.
E o que é máis importante. A que prezo?. Pois a un prezo
completamente devaluado, como corresponde a un activo que ninguén quere,
como esas casas na costa que non hai forma de vender. É dicir, a
bancarrota definitiva das compañías do oligopolio.
Como ese escenario non pode permitirse, como o único que importa é que as
grandes eléctricas sigan gañando o que teñen que gañar, o Goberno decidiu
facer a autoproducción inviábel economicamente. Como?. Cun réxime legal que
non existe en ningunha outra parte do mundo que inclúe cargas administrativas
absolutamente desproporcionadas, pero sobre todo co estabelecemento da
chamada peaxe de respaldo, un invento de Iberdrola que supón que, por cada kWh que nos
proporcionen os nosos paneis e que consumamos instantaneamente (isto é, sen
facermos ningún uso da rede), teñamos que pagar ao sistema uns 7 céntimos de euro.
Como a electricidade que nos venden as grandes eléctricas ten un prezo duns
12,5 céntimos, o aforro redúcese a só a diferenza, é dicir, uns 5,5 céntimos.
Como xa ouviriades repetidas veces, é como se por cada tomate que recollésemos
na nosa horta, en lugar de levalo directamente á nosa boca, tivésemos que ir
primeiro á tenda da esquina a pagalo.
Está a formularse a batalla final e está a ter lugar aquí, no noso país. Se
logramos parar os pés a esta normativa inaceptábel, estaremos a pór as bases
para a sustentabilidade enerxética do planeta.
Por iso, cómpre situarse, colocarse no lado correcto da balanza e suplir
con número o incríbel poder económico das grandes corporacións.
Por iso, é necesario desobedecer.
Desobedecer en defensa do sol
DESOLBEDECER