Los transgénicos han sido consumidos desde el neolítico. Modificar genéticamente los alimentos permite adaptarlos a las necesidades actuales siguiendo normas basadas en la evaluación de riesgos y ofreciendo garantías conforme al principio de precaución. Los transgénicos incluyen legumbres, cereales, leche y carne obtenidos de organismos a los que se les han incorporado genes de otras especies.