SlideShare una empresa de Scribd logo
1 de 19
2. El hombre en el horizonte de la salvación

GRACIA Y JUSTIFICACION

I LA JUSTIFICACION

1987 La gracia del Espíritu Santo tiene el poder de santificarnos, es decir, de lavarnos de
nuestros pecados y comunicarnos "la justicia de Dios por la fe en Jesucristo" (Rm 3,22) y
por el Bautismo (cf Rm 6,3–4):

Y si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él, sabiendo que Cristo,
una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más, y que la muerte no tiene ya
señorío sobre él. Su muerte fue un morir al pecado, de una vez para siempre; mas su vida,
es un vivir para Dios. Así también vosotros, consideraos como muertos al pecado y vivos
para Dios en Cristo Jesús (Rm 6, 8–11).

1988 Por el poder del Espíritu Santo participamos en la Pasión de Cristo, muriendo al
pecado, y en su Resurrección, naciendo a una vida nueva; somos miembros de su Cuerpo
que es la Iglesia (cf 1 Co 12), sarmientos unidos a la Vid que es él mismo (cf Jn 15,1–4):

Por el Espíritu Santo participamos de Dios. Por la participación del Espíritu venimos a ser
partícipes de la naturaleza divina...Por eso, aquellos en quienes habita el Espíritu están
divinizados (S. Atanasio, ep. Serap. 1,24).

1989 La primera obra de la gracia del Espíritu Santo es la conversión, que obra la
justificación según el anuncio de Jesús al comienzo del evangelio: "Convertíos porque el
Reino de los Cielos está cerca" (Mt 4,17). Movido por la gracia, el hombre se vuelve a Dios
y se aparta del pecado, acogiendo así el perdón y la justicia de lo alto. "La justificación
entraña, por tanto, el perdón de los pecados, la santificación y la renovación del hombre
interior (Cc. de Trento: DS 1528).

1990 La justificación separa al hombre del pecado que contradice al amor de Dios, y
purifica su corazón. La justificación sigue a la iniciativa de la misericordia de Dios que
ofrece el perdón. Reconcilia al hombre con Dios, libera de la servidumbre del pecado y
cura.

1991 La justificación es al mismo tiempo la acogida de la justicia de Dios por la fe en
Jesucristo. La justicia designa aquí la rectitud del amor divino. Con la justificación son
difundidas en nuestros corazones la fe, la esperanza y la caridad, y nos es concedida la
obediencia a la voluntad divina.

1992 La justificación nos fue merecida por la pasión de Cristo, que se ofreció en la cruz
como hostia viva, santa y agradable a Dios y cuya sangre vino a ser instrumento de
propiciación por los pecados de todos los hombres. La justificación es concedida por el
bautismo, sacramento de la fe. Nos conforma a la justicia de Dios que nos hace
interiormente justos por el poder de su misericordia. Tiene por fin la gloria de Dios y de
Cristo, y el don de la vida eterna (cf Cc. de Trento: DS 1529):

Pero ahora, independientemente de la ley, la justicia de Dios se ha manifestado, atestiguada
por la ley y los profetas, justicia de Dios por la fe en Jesucristo, para todos los que creen –
pues no hay diferencia alguna; todos pecaron y están privados de la gloria de Dios– y son
justificados por el don de su gracia, en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús, a
quien Dios exhibió como instrumento de propiciación por su propia sangre, mediante la fe,
para mostrar su justicia, pasando por alto los pecados cometidos anteriormente, en el
tiempo de la paciencia de Dios; en orden a mostrar su justicia en el tiempo presente, para
ser él justo y justificador del que cree en Jesús (Rm 3,21–26).

1993 La justificación establece la colaboración entre la gracia de Dios y la libertad del
hombre. Por parte del hombre se expresa en el asentimiento de la fe a la Palabra de Dios
que lo invita a la conversión, y en la cooperación de la caridad al impulso del Espíritu Santo
que lo previene y lo guarda:

Cuando Dios toca el corazón del hombre mediante la iluminación del Espíritu Santo, el
hombre no está sin hacer nada al recibir esta inspiración, que por otra parte puede rechazar;
y, sin embargo, sin la gracia de Dios, tampoco puede dirigirse, por su voluntad libre, hacia
la justicia delante de él (Cc. de Trento: DS 1525).

1994 La justificación es la obra más excelente del amor de Dios, manifestado en Cristo
Jesús y concedido por el Espíritu Santo. S. Agustín afirma que "la justificación del impío es
una obra más grande que la creación del cielo y de la tierra", porque "el cielo y la tierra
pasarán, mientras la salvación y la justificación de los elegidos permanecerán" (ev. Jo.
72,3). Dice incluso que la justificación de los pecadores supera a la creación de los ángeles
en la justicia porque manifiesta una misericordia mayor.

1995 El Espíritu Santo es el maestro interior. Haciendo nacer al "hombre interior" (Rm
7,22; Ef 3,16), la justificación implica la santificación de todo el ser:

Si en otros tiempos ofrecisteis vuestros miembros como esclavos a la impureza y al
desorden hasta desordenaros, ofrecedlos igualmente ahora a la justicia para la santidad...al
presente, libres del pecado y esclavos de Dios, fructificáis para la santidad; y el fin, la vida
eterna (Rm 6, 19.22).


II LA GRACIA

1996 Nuestra justificación es obra de la gracia de Dios. La gracia es el favor, el auxilio
gratuito que Dios nos da para responder a su llamada, ser hijos de Dios (cf Jn 1,12–18),
hijos adoptivos (cf Rm 8, 14–17), partícipes de la naturaleza divina (cf 2 P 1,3–4), de la
vida eterna (cf Jn 17,3).
1997 La gracia es una participación en la vida de Dios. Nos introduce en la intimidad de la
vida trinitaria: por el Bautismo el cristiano participa de la gracia de Cristo, Cabeza de su
Cuerpo. Como "hijo adoptivo" puede ahora llamar "Padre" a Dios, en unión con el Hijo
único. Recibe la vida del Espíritu que le infunde la caridad y que forma la Iglesia.

1998 Esta vocación a la vida eterna es sobrenatural. Depende enteramente de la iniciativa
gratuita de Dios, porque sólo él puede revelarse y darse a sí mismo. Sobrepasa las
capacidades de la inteligencia y las fuerzas de la voluntad humana, como de toda criatura (1
Co 2,7–9).

1999 La gracia de Cristo es el don gratuito que Dios nos hace de su vida infundida por el
Espíritu Santo en nuestra alma para curarla del pecado y santificarla: es la gracia
santificante o deificante, recibida en el Bautismo. Es en nosotros la fuente de la obra de
santificación (cf Jn 4,14; 7,38–39):

Por tanto, el que está en Cristo es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo. Y todo
proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo (2 Co 5,17–18).

2000 La gracia santificante es un don habitual, una disposición estable y sobrenatural que
perfecciona al alma para hacerla capaz de vivir con Dios, de obrar por su amor. Se debe
distinguir entre la gracia habitual, disposición permanente para vivir y obrar según la
llamada divina, y las gracias actuales, que designan las intervenciones divinas sea en el
origen de la conversión o en el curso de la obra de la santificación.

2001 La preparación del hombre para acoger la gracia es ya una obra de la gracia. Esta es
necesaria para suscitar y sostener nuestra colaboración a la justificación mediante la fe y a
la santificación mediante la caridad. Dios acaba en nosotros lo que él mismo comenzó,
"porque él, por su operación, comienza haciendo que nosotros queramos; acaba cooperando
con nuestra voluntad ya convertida" (S. Agustín, grat. 17):

Ciertamente nosotros trabajamos también, pero no hacemos más que trabajar con Dios que
trabaja. Porque su misericordia se nos adelantó para que fuésemos curados; nos sigue
todavía para que, una vez curados, seamos vivificados; se nos adelanta para que seamos
llamados, nos sigue para que seamos glorificados; se nos adelanta para que vivamos según
la piedad, nos sigue para que vivamos por siempre con Dios, pues sin él no podemos hacer
nada (S. Agustín, nat. et grat. 31).

2002 La libre iniciativa de Dios exige la libre respuesta del hombre, porque Dios creó al
hombre a su imagen concediéndole, con la libertad, el poder de conocerle y amarle. El alma
sólo libremente entra en la comunión del amor. Dios toca inmediatamente y mueve
directamente el corazón del hombre. Puso en el hombre una aspiración a la verdad y al bien
que sólo él puede colmar. Las promesas de la "vida eterna" responden, por encima de toda
esperanza, a esta aspiración:

Si tú descansaste el día séptimo, al término de todas tus obras muy buenas, fue para
decirnos por la voz de tu libro que al término de nuestras obras, "que son muy buenas" por
el hecho de que eres tú quien nos las ha dado, también nosotros en el sábado de la vida
eterna descansaremos en ti (S. Agustín, conf. 13, 36, 51).

2003 La gracia es primera y principalmente el don del Espíritu que nos justifica y nos
santifica. Pero la gracia comprende también los dones que el Espíritu Santo nos concede
para asociarnos a su obra, para hacernos capaces de colaborar a la salvación de los otros y
al crecimiento del Cuerpo de Cristo, la Iglesia. Estas son las gracias sacramentales, dones
propios de los distintos sacramentos. Son además las gracias especiales, llamadas también
"carismas", según el término griego empleado por S. Pablo, y que significa favor, don
gratuito, beneficio (cf LG 12). Cualquiera que sea su carácter, a veces extraordinario, como
el don de milagros o de lenguas, los carismas están ordenados a la gracia santificante y
tienen por fin el bien común de la Iglesia. Están al servicio de la caridad, que edifica la
Iglesia (cf 1 Co 12).

2004 Entre las gracias especiales conviene mencionar las gracias de estado, que
acompañan el ejercicio de las responsabilidades de la vida cristiana y de los ministerios en
el seno de la Iglesia:

Teniendo dones diferentes, según la gracia que nos ha sido dada, si es el don de profecía,
ejerzámoslo en la medida de nuestra fe; si es el ministerio, en el ministerio; la enseñanza,
enseñando; la exhortación, exhortando. El que da, con sencillez; el que preside, con
solicitud; el que ejerce la misericordia, con jovialidad (Rm 12,6–8).

2005 Siendo de orden sobrenatural, la gracia escapa a nuestra experiencia y sólo puede ser
conocida por la fe. Por tanto, no podemos fundarnos en nuestros sentimientos o nuestras
obras para deducir de ellos que estamos justificados y salvados (cf Cc. de Trento: DS 1533–
34). Sin embargo, según las palabras del Señor: "Por sus frutos los conoceréis" (Mt 7,20),
la consideración de los beneficios de Dios en nuestra vida y en la vida de los santos nos
ofrece una garantía de que la gracia está actuando en nosotros y nos incita a una fe cada vez
mayor y a una actitud de pobreza confiada:

Una de las más bellas ilustraciones de esta actitud se encuentra en la respuesta de Santa
Juana de Arco a una pregunta capciosa de sus jueces eclesiásticos: "Interrogada si sabía que
estaba en gracia en Dios, responde: `si no lo estoy, que Dios me quiera poner en ella; si
estoy, que Dios me quiera guardar en ella'" (Juana de Arco, proc.).


III EL MERITO

Manifiestas tu gloria en la asamblea de los santos, y, al coronar sus méritos, coronas tu
propia obra (MR, prefacio de los santos, citando al "Doctor de la gracia", S. Agustín, Sal.
102,7).

2006 El término "mérito" designa en general la retribución debida por parte de una
comunidad o una sociedad por la acción de uno de sus miembros, experimentada como
obra buena u obra mala, digna de recompensa o de sanción. El mérito depende de la virtud
de la justicia conforme al principio de igualdad que la rige.
2007 Frente a Dios no hay, en el sentido de un derecho estricto, mérito por parte del
hombre. Entre él y nosotros, la desigualdad no tiene medida, porque nosotros lo hemos
recibido todo de él, nuestro Creador.

2008 El mérito del hombre ante Dios en la vida cristiana proviene de que Dios ha dispuesto
libremente asociar al hombre a la obra de su gracia. La acción paternal de Dios es lo
primero, en cuanto que él impulsa, y el libre obrar del hombre es lo segundo en cuanto que
éste colabora, de suerte que los méritos de las obras buenas tengan que atribuirse a la gracia
de Dios en primer lugar, y al fiel en segundo lugar. Por otra parte el mérito del hombre
recae también en Dios, pues sus buenas acciones proceden, en Cristo, de las gracias
prevenientes y de los auxilios del Espíritu Santo.

2009 La adopción filial, haciéndonos partícipes por la gracia de la naturaleza divina, puede
conferirnos, según la justicia gratuita de Dios, un verdadero mérito. Se trata de un derecho
por gracia, el pleno derecho del amor, que nos hace "coherederos" de Cristo y dignos de
obtener la "herencia prometida de la vida eterna" (Cc. de Trento: DS 1546). Los méritos de
nuestras buenas obras son dones de la bondad divina (cf. Cc. de Trento: DS 1548). "La
gracia ha precedido; ahora se da lo que es debido...los méritos son dones de Dios" (S.
Agustín, serm. 298,4–5).

2010 Por pertenecer a Dios la iniciativa en el orden de la gracia, nadie puede merecer la
gracia primera, en el inicio de la conversión, del perdón y de la justificación. Bajo la
moción del Espíritu Santo y de la caridad, podemos después merecer en favor nuestro y de
los demás gracias útiles para nuestra santificación, para el crecimiento de la gracia y de la
caridad, y para la obtención de la vida eterna. Los mismos bienes temporales, como la
salud, la amistad, pueden ser merecidos según la sabiduría de Dios. Estas gracias y estos
bienes son objeto de la oración cristiana. Esta remedia nuestra necesidad de la gracia para
las acciones meritorias.

2011 La caridad de Cristo es en nosotros la fuente de todos nuestros méritos ante Dios. La
gracia, uniéndonos a Cristo con un amor activo, asegura la cualidad sobrenatural de
nuestros actos y por consiguiente su mérito tanto ante Dios como ante los hombres. Los
santos han tenido siempre una conciencia viva de que sus méritos eran pura gracia.

Tras el destierro en la tierra espero gozar de ti en la Patria, pero no quiero amontonar
méritos para el Cielo, quiero trabajar sólo por vuestro amor...En el atardecer de esta vida
compareceré ante ti con las manos vacías, Señor, porque no te pido que cuentes mis obras.
Todas nuestras justicias tienen manchas a tus ojos. Por eso, quiero revestirme de tu propia
Justicia y recibir de tu Amor la posesión eterna de ti mismo...(S. Teresa del Niño Jesús,
ofr.).


IV LA SANTIDAD CRISTIANA

2012 "Sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman...a los
que de antemano conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para
que fuera él el primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a ésos también
los llamó; y a los que llamó, a ésos también los justificó; a los que justificó, a )sos también
los glorificó" (Rm 8,28–30).

2013 "Todos los fieles, de cualquier estado o régimen de vida, son llamados a la plenitud de
la vida cristiana y a la perfección de la caridad" (LG 40). Todos son llamados a la santidad:
"Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto" (Mt 5,48):

Para alcanzar esta perfección, los creyentes han de emplear sus fuerzas, según la medida del
don de Cristo, para entregarse totalmente a la gloria de Dios y al servicio del prójimo. Lo
harán siguiendo las huellas de Cristo, haciéndose conformes a su imagen, y siendo
obedientes en todo a la voluntad del Padre. De esta manera, la santidad del Pueblo de Dios
producirá frutos abundantes, como lo muestra claramente en la historia de la Iglesia la vida
de los santos (LG 40).

2014 El progreso espiritual tiende a la unión cada vez más íntima con Cristo. Esta unión se
llama "mística", porque participa en el misterio de Cristo mediante los sacramentos –"los
santos misterios"– y, en él, en el misterio de la Santa Trinidad. Dios nos llama a todos a
esta unión íntima con él, aunque gracias especiales o signos extraordinarios de esta vida
mística sean concedidos solamente a algunos para así manifestar el don gratuito hecho a
todos.

2015 El camino de la perfección pasa por la cruz. No hay santidad sin renuncia y sin
combate espiritual (cf 2 Tm 4). El progreso espiritual implica la ascesis y la mortificación
que conducen gradualmente a vivir en la paz y el gozo de las bienaventuranzas:

El que asciende no cesa nunca de ir de comienzo en comienzo mediante comienzos que no
tienen fin. Jamás el que asciende deja de desear lo que ya conoce (S. Gregorio de Nisa,
hom. in Cant. 8).

2016 Los hijos de nuestra madre la Santa Iglesia esperan justamente la gracia de la
perseverancia final y de la recompensa de Dios, su Padre, por las obras buenas realizadas
con su gracia en comunión con Jesús (cf Cc. de Trento: DS 1576). Siguiendo la misma
norma de vida, los creyentes comparten la "bienaventurada esperanza" de aquellos a los que
la misericordia divina congrega en la "Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que baja del cielo,
de junto a Dios, engalanada como una novia ataviada para su esposo" (Ap 21,2).


EL PECADO

I LA MISERICORDIA Y EL PECADO

1846 El Evangelio es la revelación, en Jesucristo, de la misericordia de Dios con los
pecadores (cf Lc 15). El ángel anuncia a José: "Tú le pondrás por nombre Jesús, porque él
salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt 1,21). Y en la institución de la Eucaristía,
sacramento de la redención, Jesús dice: "Esta es mi sangre de la alianza, que va a ser
derramada por muchos para remisión de los pecados" (Mt 26,28).
1847 "Dios nos ha creado sin nosotros, pero no ha querido salvarnos sin nosotros" (S.
Agustín, serm. 169,11,13). La acogida de su misericordia exige de nosotros la confesión de
nuestras faltas. "Si decimos: `no tenemos pecado', nos engañamos y la verdad no está en
nosotros. Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es él para perdonarnos los pecados
y purificarnos de toda injusticia" (1 Jn 1,8–9).

1848 Como afirma S. Pablo, "donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia" (Rm 5,20).
Pero para hacer su obra, la gracia debe descubrir el pecado para convertir nuestro corazón y
conferirnos "la justicia para vida eterna por Jesucristo nuestro Señor" (Rm 5,20–21). Como
un médico que descubre la herida antes de curarla, Dios, mediante su palabra y su espíritu,
proyecta una luz viva sobre el pecado:

La conversión exige la convicción del pecado, y éste, siendo una verificación de la acción
del Espíritu de la verdad en la intimidad del hombre, llega a ser al mismo tiempo el nuevo
comienzo de la dádiva de la gracia y del amor: "Recibid el Espíritu Santo". Así, pues, en
este "convencer en lo referente al pecado" descubrimos una "doble dádiva": el don de la
verdad de la conciencia y el don de la certeza de la redención. El Espíritu de la verdad es el
Paráclito (DeV 31).


II DEFINICION DE PECADO

1849 El pecado es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es un faltar al
amor verdadero para con Dios y para con el prójimo, a causa de un apego perverso a ciertos
bienes. Hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana. Ha sido
definido como "una palabra, un acto o un deseo contrarios a la ley eterna" (S. Agustín,
Faust. 22,27; S. Tomás de Aquino, s.th., 1–2, 71,6).

1850 El pecado es una ofensa a Dios: "Contra ti, contra ti solo he pecado, lo malo a tus ojos
cometí" (Sal 51,6). El pecado se levanta contra el amor que Dios nos tiene y aparta de él
nuestros corazones. Como el primer pecado, es una desobediencia, una rebelión contra Dios
por el deseo de hacerse "como dioses", pretendiendo conocer y determinar el bien y el mal
(Gn 3,5). El pecado es así "amor de sí hasta el desprecio de Dios" (S. Agustín, civ.
1,14,28). Por esta exaltación orgullosa de sí, el pecado es diametralmente opuesto a la
obediencia de Jesús que realiza la salvación (cf Flp 2,6–9).

1851 En la Pasión, la misericordia de Cristo vence al pecado. En ella, es donde éste
manifiesta mejor su violencia y su multiplicidad: incredulidad, rechazo y burlas por parte
de los jefes y del pueblo, debilidad de Pilato y crueldad de los soldados, traición de Judas
tan dura a Jesús, negaciones de Pedro y abandono de los discípulos. Sin embargo, en la
hora misma de las tinieblas y del príncipe de este mundo (cf Jn 14,30), el sacrificio de
Cristo se convierte secretamente en la fuente de la que brotará inagotable el perdón de
nuestros pecados.


III DIVERSIDAD DE PECADOS
1852 La variedad de pecados es grande. La Escritura contiene varias listas. La carta a los
Gálatas opone las obras de la carne al fruto del Espíritu: "Las obras de la carne son
conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia, celos,
iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes,
sobre las cuales os prevengo como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no
heredarán el Reino de Dios" (5,19–21; cf Rm 1,28–32; 1 Co 6,9–10; Ef 5, 3–5; Col 3, 5–8;
1 Tm 1, 9–10; 2 Tm 3, 2–5).

1853 Se pueden distinguir los pecados según su objeto, como en todo acto humano, o según
las virtudes a las que se oponen, por exceso o por defecto, o según los mandamientos que
quebrantan. Se los puede agrupar también según que se refieran a Dios, al prójimo o a sí
mismo; se los puede dividir en pecados espirituales y carnales, o también en pecados de
pensamiento, palabra, acción u omisión. La raíz del pecado está en el corazón del hombre,
en su libre voluntad, según la enseñanza del Señor: "De dentro del corazón salen las
intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias.
Esto es lo que hace impuro al hombre" (Mt 15,19–20). En el corazón reside también la
caridad, principio de las obras buenas y puras, que es herida por el pecado.


IV LA GRAVEDAD DEL PECADO: PECADO MORTAL Y VENIAL

1854 Conviene valorar los pecados según su gravedad. La distinción entre pecado mortal y
venial, perceptible ya en la Escritura (cf 1 Jn 5,16–17) se ha impuesto en la tradición de la
Iglesia. La experiencia de los hombres la corroboran.

1855 El pecado mortal destruye la caridad en el corazón del hombre por una infracción
grave de la ley de Dios; aparta al hombre de Dios, que es su fin último y su
bienaventuranza, prefiriendo un bien inferior.

El pecado venial deja subsistir la caridad, aunque la ofende y la hiere.

1856 El pecado mortal, que ataca en nosotros el principio vital que es la caridad, necesita
una nueva iniciativa de la misericordia de Dios y una conversión del corazón que se realiza
ordinariamente en el marco del sacramento de la reconciliación:

Cuando la voluntad se dirige a una cosa de suyo contraria a la caridad por la que estamos
ordenados al fin último, el pecado, por su objeto mismo, tiene causa para ser mortal...sea
contra el amor de Dios, como la blasfemia, el perjurio, etc., o contra el amor del prójimo,
como el homicidio, el adulterio, etc...En cambio, cuando la voluntad del pecador se dirige a
veces a una cosa que contiene en sí un desorden, pero que sin embargo no es contraria al
amor de Dios y del prójimo, como una palabra ociosa, una risa superflua, etc. tales pecados
son veniales (S. Tomás de Aquino, s.th. 1–2, 88, 2).

1857 Para que un pecado sea mortal se requieren tres condiciones: "Es pecado mortal lo
que tiene como objeto una materia grave y que, además, es cometido con pleno
conocimiento y deliberado consentimiento" (RP 17).
1858 La materia grave es precisada por los Diez mandamientos según la respuesta de Jesús
al joven rico: "No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes testimonio falso, no
seas injusto, honra a tu padre y a tu madre" (Mc 10,19). La gravedad de los pecados es
mayor o menor: un asesinato es más grave que un robo. La cualidad de las personas
lesionadas cuenta también: la violencia ejercida contra los padres es más grave que la
ejercida contra un extraño.

1859 El pecado mortal requiere plena conciencia y entero consentimiento. Presupone el
conocimiento del carácter pecaminoso del acto, de su oposición a la Ley de Dios. Implica
también un consentimiento suficientemente deliberado para ser una elección personal. La
ignorancia afectada y el endurecimiento del corazón (cf Mc 3,5–6; Lc 16,19–31) no
disminuyen, sino aumentan, el carácter voluntario del pecado.

1860 La ignorancia involuntaria puede disminuir, si no excusar, la imputabilidad de una
falta grave, pero se supone que nadie ignora los principios de la ley moral que están
inscritos en la conciencia de todo hombre. Los impulsos de la sensibilidad, las pasiones
pueden igualmente reducir el carácter voluntario y libre de la falta, lo mismo que las
presiones exteriores o los trastornos patológicos. El pecado por malicia, por elección
deliberada del mal, es el más grave.

1861 El pecado mortal es una posibilidad radical de la libertad humana contra el amor.
Entraña la pérdida de la caridad y la privación de la gracia santificante, es decir, del estado
de gracia. Si no es eliminado por el arrepentimiento y el perdón de Dios, causa la exclusión
del Reino de Cristo y la muerte eterna del infierno; de modo que nuestra libertad tiene
poder de hacer elecciones para siempre, sin retorno. Sin embargo, aunque podamos juzgar
que un acto es en sí una falta grave, el juicio sobre las personas debemos confiarlo a la
justicia y a la misericordia de Dios.

1862 Se comete un pecado venial cuando no se observa en una materia leve la medida
prescrita por la ley moral, o cuando se desobedece a la ley moral en materia grave pero sin
pleno conocimiento y sin entero consentimiento.

1863 El pecado venial debilita la caridad; entraña un afecto desordenado a bienes creados;
impide el progreso del alma en el ejercicio de las virtudes y la práctica del bien moral;
merece penas temporales. El pecado venial deliberado, que permanece sin arrepentimiento,
nos dispone poco a poco a cometer el pecado mortal. No obstante, el pecado venial no nos
hace contrarios a la voluntad y la amistad divinas; no rompe la Alianza con Dios. Es
humanamente reparable con la gracia de Dios. "No priva de la gracia santificante, de la
amistad con Dios, de la caridad, ni, por tanto, de la bienaventuranza eterna" (RP 17):

El hombre, mientras permanece en la carne, no puede evitar todo pecado, al menos los
pecados leves. Pero estos pecados, que llamamos leves, no los consideres poca cosa: si los
tienes por tales cuando los pesas, tiembla cuando los cuentas. Muchos objetos leves hacen
una gran masa; muchas gotas de agua llenan un río. Muchos granos hacen un montón.
¿Cuál es entonces nuestra esperanza? Ante todo, la confesión...(S. Agustín, ep. Jo. 1,6).
1864 "El que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón nunca, antes bien será reo
de pecado eterno" (Mc 3,29; cf Mt 12,32; Lc 12,10). No hay límites a la misericordia de
Dios, pero quien se niega deliberadamente a acoger la misericordia de Dios mediante el
arrepentimiento rechaza el perdón de sus pecados y la salvación ofrecida por el Espíritu
Santo (cf DeV 46). Semejante endurecimiento puede conducir a la condenación final y a la
perdición eterna.


V LA PROLIFERACION DEL PECADO

1865 El pecado crea una facilidad para el pecado, engendra el vicio por la repetición de
actos. De ahí resultan inclinaciones desviadas que oscurecen la conciencia y corrompen la
valoración concreta del bien y del mal. Así el pecado tiende a reproducirse y a reforzarse,
pero no puede destruir el sentido moral hasta su raíz.

1866 Los vicios pueden ser catalogados según las virtudes a que se oponen, o también
pueden ser comprendidos en los pecados capitales que la experiencia cristiana ha
distinguido siguiendo a S. Juan Casiano y a S. Gregorio Magno (mor. 31,45). Son llamados
capitales porque generan otros pecados, otros vicios. Entre ellos soberbia, avaricia, envidia,
ira, lujuria, gula, pereza.

1867 La tradición catequética recuerda también que existen "pecados que claman al cielo".
Claman al cielo: la sangre de Abel (cf Gn 4,10); el pecado de los Sodomitas (cf Gn 18,20;
19,13); el clamor del pueblo oprimido en Egipto (cf Ex 3,7–10); el lamento del extranjero,
de la viuda y el huérfano (cf Ex 22,20–22); la injusticia para con el asalariado (cf Dt 24,14–
15; Jc 5,4).

1868 El pecado es un acto personal. Pero nosotros tenemos una responsabilidad en los
pecados cometidos por otros cuando cooperamos a ellos:

– participando directa y voluntariamente;
– ordenándolos, aconsejándolos, alabándolos o aprobándolos;
– no revelándolos o no impidiéndolos cuando se tiene obligación de hacerlo;
– protegiendo a los que hacen el mal.

1869 Así el pecado convierte a los hombres en cómplices unos de otros, hace reinar entre
ellos la concupiscencia, la violencia y la injusticia. Los pecados provocan situaciones
sociales e instituciones contrarias a la Bondad divina. Las "estructuras de pecado" son
expresión y efecto de los pecados personales. Inducen a sus víctimas a cometer a su vez el
mal. En un sentido analógico constituyen un "pecado social" (cf RP 16).
3. El hombre en el horizonte escatológico

1. Escatología
Esta esperanza y todo lo que ella abarca es el motivo de estudio que se conoce como
Escatología. Anteriormente, la escatología dedicaba su estudio exclusivamente a las cosas
que le sucederían a cada persona individual luego de su muerte y a la humanidad al
terminar su historia.
La palabra escatología significa etimológicamente "tratado de los éskahtos", éskahtos
significa en griego cosas últimas, es decir, la escatología es el estudio de las cosas que
sucederían, tanto con cada persona individual como con la humanidad, al final de su
historia y de su vida. Para estos propósitos, las cosas últimas se identificaban sobre todo
con cuatro puntos principales:
    • La muerte
    • El juicio
    • El cielo o gloria
    • y el infierno
Escatología cristiana y la esperanza que profesa
El cristianismo profesa que siempre ofrece esperanzas para toda situación, lo que podría
diferenciarlo de otras religiones y sistemas filosóficos al proponer esperanzas a la
humanidad que fueran más allá incluso de lo que en otras posturas se consideraría lo
'razonablemente' desesperante.
Por poner un ejemplo, el cristianismo propone una esperanza para la humanidad incluso
después de su muerte, esperanza que descansa en los méritos de Cristo a través de su
muerte en la cruz del calvario (Juan 3:16), y que es dado por Dios solo por gracia para que
todo aquel que crea en esta palabra sea salvo y pueda gozar de todos los beneficios que
promete la Biblia para el futuro escatológico. Muy por el contrario en otras posturas
religiosas o filosóficas la esperanza se reduce a dogmas y sacramentos de esfuerzo humano
para poder así de algún modo poder tener una esperanza futura para que aquellos que
tengan un estilo de vida que niega toda esperanza.
Sin embargo, lo que caracterizaría al cristianismo en sí, no es tanto el hecho de aportar una
esperanza más, sino la afirmación sobre el origen de dicha esperanza. En pocas palabras,


2. La muerte

1006 "Frente a la muerte, el enigma de la condición humana alcanza su cumbre" (GS 18).
En un sentido, la muerte corporal es natural, pero por la fe sabemos que realmente es
"salario del pecado" (Rm 6, 23;cf. Gn 2, 17). Y para los que mueren en la gracia de Cristo,
es una participación en la muerte del Señor para poder participar también en su
Resurrección (cf. Rm 6, 3–9; Flp 3, 10–11).

1007 La muerte es el final de la vida terrena. Nuestras vidas están medidas por el tiempo,
en el curso del cual cambiamos, envejecemos y como en todos los seres vivos de la tierra,
al final aparece la muerte como terminación normal de la vida. Este aspecto de la muerte da
urgencia a nuestras vidas: el recuerdo de nuestra mortalidad sirve también par hacernos
pensar que no contamos más que con un tiempo limitado para llevar a término nuestra vida:
Acuérdate de tu Creador en tus días mozos, ... mientras no vuelva el polvo a la tierra, a lo
que era, y el espíritu vuelva a Dios que es quien lo dio (Qo 12, 1. 7).

1008 La muerte es consecuencia del pecado. Intérprete auténtico de las afirmaciones de la
Sagrada Escritura (cf. Gn 2, 17; 3, 3; 3, 19; Sb 1, 13; Rm 5, 12; 6, 23) y de la Tradición, el
Magisterio de la Iglesia enseña que la muerte entró en el mundo a causa del pecado del
hombre (cf. DS 1511). Aunque el hombre poseyera una naturaleza mortal, Dios lo
destinaba a no morir. Por tanto, la muerte fue contraria a los designios de Dios Creador, y
entró en el mundo como consecuencia del pecado (cf. Sb 2, 23–24). "La muerte temporal
de la cual el hombre se habría liberado si no hubiera pecado" (GS 18), es así "el último
enemigo" del hombre que debe ser vencido (cf. 1 Co 15, 26).

1009 La muerte fue transformada por Cristo. Jesús, el Hijo de Dios, sufrió también la
muerte, propia de la condición humana. Pero, a pesar de su angustia frente a ella (cf. Mc 14,
33–34; Hb 5, 7–8), la asumió en un acto de sometimiento total y libre a la voluntad del
Padre.La obediencia de Jesús transformó la maldición de la muerte en bendición (cf. Rm 5,
19–21).

El sentido de la muerte cristiana

1010 Gracias a Cristo, la muerte cristiana tiene un sentido positivo. "Para mí, la vida es
Cristo y morir una ganancia" (Flp 1, 21). "Es cierta esta afirmación: si hemos muerto con
él, también viviremos con él" (2 Tm 2, 11). La novedad esencial de la muerte cristiana está
ahí: por el Bautismo, el cristiano está ya sacramentalmente "muerto con Cristo", para vivir
una vida nueva; y si morimos en la gracia de Cristo, la muerte física consuma este "morir
con Cristo" y perfecciona así nuestra incorporación a El en su acto redentor:

Para mí es mejor morir en (eis) Cristo Jesús que reinar de un extremo a otro de la tierra. Lo
busco a El, que ha muerto por nosotros; lo quiero a El, que ha resucitado por nosotros. Mi
parto se aproxima ...Dejadme recibir la luz pura; cuando yo llegue allí, seré un hombre (San
Ignacio de Antioquía, Rom. 6, 1–2).

1011 En la muerte Dios llama al hombre hacia Sí. Por eso, el cristiano puede experimentar
hacia la muerte un deseo semejante al de San Pablo: "Deseo partir y estar con Cristo" (Flp
1, 23); y puede transformar su propia muerte en un acto de obediencia y de amor hacia el
Padre, a ejemplo de Cristo (cf. Lc 23, 46):
Mi deseo terreno ha desaparecido; ... hay en mí un agua viva que murmura y que dice desde
dentro de mí "Ven al Padre" (San Ignacio de Antioquía, Rom. 7, 2).
Yo quiero ver a Dios y para verlo es necesario morir (Santa Teresa de Jesús, vida 1).
Yo no muero, entro en la vida (Santa Teresa del Niño Jesús, verba).

1012 La visión cristiana de la muerte (cf. 1 Ts 4, 13–14) se expresa de modo privilegiado
en la liturgia de la Iglesia:
La vida de los que en ti creemos, Señor, no termina, se transforma; y, al deshacerse nuestra
morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo.(MR, Prefacio de difuntos).
1013 La muerte es el fin de la peregrinación terrena del hombre, del tiempo de gracia y de
misericordia que Dios le ofrece para realizar su vida terrena según el designio divino y para
decidir su último destino. Cuando ha tenido fin "el único curso de nuestra vida terrena" (LG
48), ya no volveremos a otras vidas terrenas. "Está establecido que los hombres mueran una
sola vez" (Hb 9, 27). No hay "reencarnación" después de la muerte.

1014 La Iglesia nos anima a prepararnos para la hora de nuestra muerte ("De la muerte
repentina e imprevista, líbranos Señor": Letanías de los santos), a pedir a la Madre de Dios
que interceda por nosotros "en la hora de nuestra muerte" (Ave María), y a confiarnos a San
José, Patrono de la buena muerte:

Habrías de ordenarte en toda cosa como si luego hubieses de morir. Si tuvieses buena
conciencia no temerías mucho la muerte. Mejor sería huir de los pecados que de la muerte.
Si hoy no estás aparejado, ¿cómo lo estarás mañana? (Imitación de Cristo 1, 23, 1).

3. El juicio particular

1021 La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o
rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo (cf. 2 Tm 1, 9–10). El Nuevo Testamento
habla del juicio principalmente en la perspectiva del encuentro final con Cristo en su
segunda venida; pero también asegura reiteradamente la existencia de la retribución
inmediata después de la muerte de cada uno con consecuencia de sus obras y de su fe. La
parábola del pobre Lázaro (cf. Lc 16, 22) y la palabra de Cristo en la Cruz al buen ladrón
(cf. Lc 23, 43), así como otros textos del Nuevo Testamento (cf. 2 Co 5,8; Flp 1, 23; Hb 9,
27; 12, 23) hablan de un último destino del alma (cf. Mt 16, 26) que puede ser diferente
para unos y para otros.

1022 Cada hombre, después de morir, recibe en su alma inmortal su retribución eterna en
un juicio particular que refiere su vida a Cristo, bien a través de una purificación (cf. Cc de
Lyon: DS 857–858; Cc de Florencia: DS 1304–1306; Cc de Trento: DS 1820), bien para
entrar inmediatamente en la bienaventuranza del cielo (cf. Benedicto XII: DS 1000–1001;
Juan XXII: DS 990), bien para condenarse inmediatamente para siempre (cf. Benedicto
XII: DS 1002).

A la tarde te examinarán en el amor (San Juan de la Cruz, dichos 64).

4. La purificación final o purgatorio

1030 Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente
purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una
purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo.

1031 La Iglesia llama Purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es
completamente distinta del castigo de los condenados. La Iglesia ha formulado la doctrina
de la fe relativa al Purgatorio sobre todo en los Concilios de Florencia (cf. DS 1304) y de
Trento (cf. DS 1820: 1580). La tradición de la Iglesia, haciendo referencia a ciertos textos
de la Escritura (por ejemplo 1 Co 3, 15; 1 P 1, 7) habla de un fuego purificador:
Respecto a ciertas faltas ligeras, es necesario creer que, antes del juicio, existe un fuego
purificador, según lo que afirma Aquél que es la Verdad, al decir que si alguno ha
pronunciado una blasfemia contra el Espíritu Santo, esto no le será perdonado ni en este
siglo, ni en el futuro (Mt 12, 31). En esta frase podemos entender que algunas faltas pueden
ser perdonadas en este siglo, pero otras en el siglo futuro (San Gregorio Magno, dial. 4, 39).

1032 Esta enseñanza se apoya también en la práctica de la oración por los difuntos, de la
que ya habla la Escritura: "Por eso mandó hacer este sacrificio expiatorio en favor de los
muertos, para que quedaran liberados del pecado" (2 M 12, 46). Desde los primeros
tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su
favor, en particular el sacrificio eucarístico (cf. DS 856), para que, una vez purificados,
puedan llegar a la visión beatífica de Dios. La Iglesia también recomienda las limosnas, las
indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos:

Llevémosles socorros y hagamos su conmemoración. Si los hijos de Job fueron purificados
por el sacrificio de su Padre (cf. Jb 1, 5), ¿por qué habríamos de dudar de que nuestras
ofrendas por los muertos les lleven un cierto consuelo? No dudemos, pues, en socorrer a los
que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos (San Juan Crisóstomo, hom. in 1
Cor 41, 5).

5. La Resurrección

Al tercer día resucito de entre los muertos

638 "Os anunciamos la Buena Nueva de que la Promesa hecha a los padres Dios la ha
cumplido en nosotros, los hijos, al resucitar a Jesús (Hch 13, 32–33). La Resurrección de
Jesús es la verdad culminante de nuestra fe en Cristo, creída y vivida por la primera
comunidad cristiana como verdad central, transmitida como fundamental por la Tradición,
establecida en los documentos del Nuevo Testamento, predicada como parte esencial del
Misterio Pascual al mismo tiempo que la Cruz:

Cristo resucitó de entre los muertos.
Con su muerte venció a la muerte.
A los muertos ha dado la vida.

EL ACONTECIMIENTO HISTORICO Y TRANSCENDENTE

639 El misterio de la resurrección de Cristo es un acontecimiento real que tuvo
manifestaciones históricamente comprobadas como lo atestigua el Nuevo Testamento. Ya
San Pablo, hacia el año 56, puede escribir a los Corintios: "Porque os transmití, en primer
lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras;
que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se apareció a Cefas
y luego a los Doce: "(1 Co 15, 3–4). El Apóstol habla aquí de la tradición viva de la
Resurrección que recibió después de su conversión a las puertas de Damasco (cf. Hch 9, 3–
18).
El sepulcro vacío

640 "¿Por qué buscar entre los muertos al que vive? No está aquí, ha resucitado" (Lc 24, 5–
6). En el marco de los acontecimientos de Pascua, el primer elemento que se encuentra es el
sepulcro vacío. No es en sí una prueba directa. La ausencia del cuerpo de Cristo en el
sepulcro podría explicarse de otro modo (cf. Jn 20,13; Mt 28, 11–15). A pesar de eso, el
sepulcro vacío ha constituido para todos un signo esencial. Su descubrimiento por los
discípulos fue el primer paso para el reconocimiento del hecho de la Resurrección. Es el
caso, en primer lugar, de las santas mujeres (cf. Lc 24, 3. 22– 23), después de Pedro (cf. Lc
24, 12). "El discípulo que Jesús amaba" (Jn 20, 2) afirma que, al entrar en el sepulcro vacío
y al descubrir "las vendas en el suelo"(Jn 20, 6) "vio y creyó" (Jn 20, 8). Eso supone que
constató en el estado del sepulcro vacío (cf.Jn 20, 5–7) que la ausencia del cuerpo de Jesús
no había podido ser obra humana y que Jesús no había vuelto simplemente a una vida
terrenal como había sido el caso de Lázaro (cf. Jn 11, 44).

“CREO EN LA VIDA ETERNA”

1020 El cristiano que une su propia muerte a la de Jesús ve la muerte como una ida hacia El
y la entrada en la vida eterna. Cuando la Iglesia dice por última vez las palabras de perdón
de la absolución de Cristo sobre el cristiano moribundo, lo sella por última vez con una
unción fortificante y le da a Cristo en el viático como alimento para el viaje. Le habla
entonces con una dulce seguridad:

Alma cristiana, al salir de este mundo, marcha en el nombre de Dios Padre Todopoderoso,
que te creó, en el nombre de Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que murió por ti, en el nombre
del Espíritu Santo, que sobre ti descendió. Entra en el lugar de la paz y que tu morada esté
junto a Dios en Sión, la ciudad santa, con Santa María Virgen, Madre de Dios, con San José
y todos los ángeles y santos. ... Te entrego a Dios, y, como criatura suya, te pongo en sus
manos, pues es tu Hacedor, que te formó del polvo de la tierra. Y al dejar esta vida, salgan a
tu encuentro la Virgen María y todos los ángeles y santos. ... Que puedas contemplar cara a
cara a tu Redentor... (OEx. "Commendatio animae").


6. El juicio final

1038 La resurrección de todos los muertos, "de los justos y de los pecadores" (Hch 24, 15),
precederá al Juicio final. Esta será "la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán
su voz y los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida, y los que hayan hecho el mal,
para la condenación" (Jn 5, 28–29). Entonces, Cristo vendrá "en su gloria acompañado de
todos sus ángeles,... Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los
unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su
derecha, y las cabras a su izquierda... E irán estos a un castigo eterno, y los justos a una
vida eterna." (Mt 25, 31. 32. 46).

1039 Frente a Cristo, que es la Verdad, será puesta al desnudo definitivamente la verdad de
la relación de cada hombre con Dios (cf. Jn 12, 49). El Juicio final revelará hasta sus
últimas consecuencias lo que cada uno haya hecho de bien o haya dejado de hacer durante
su vida terrena:

Todo el mal que hacen los malos se registra – y ellos no lo saben. El día en que "Dios no se
callará" (Sal 50, 3) ... Se volverá hacia los malos: "Yo había colocado sobre la tierra, dirá
El, a mis pobrecitos para vosotros. Yo, su cabeza, gobernaba en el cielo a la derecha de mi
Padre –pero en la tierra mis miembros tenían hambre. Si hubierais dado a mis miembros
algo, eso habría subido hasta la cabeza. Cuando coloqué a mis pequeñuelos en la tierra, los
constituí comisionados vuestros para llevar vuestras buenas obras a mi tesoro: como no
habéis depositado nada en sus manos, no poseéis nada en Mí" (San Agustín, serm. 18, 4, 4).

1040 El Juicio final sucederá cuando vuelva Cristo glorioso. Sólo el Padre conoce el día y
la hora en que tendrá lugar; sólo El decidirá su advenimiento. Entonces, El pronunciará por
medio de su Hijo Jesucristo, su palabra definitiva sobre toda la historia. Nosotros
conoceremos el sentido último de toda la obra de la creación y de toda la economía de la
salvación, y comprenderemos los caminos admirables por los que Su Providencia habrá
conducido todas las cosas a su fin último. El juicio final revelará que la justicia de Dios
triunfa de todas las injusticias cometidas por sus criaturas y que su amor es más fuerte que
la muerte (cf. Ct 8, 6).

1041 El mensaje del Juicio final llama a la conversión mientras Dios da a los hombres
todavía "el tiempo favorable, el tiempo de salvación" (2 Co 6, 2). Inspira el santo temor de
Dios. Compromete para la justicia del Reino de Dios. Anuncia la "bienaventurada
esperanza" (Tt 2, 13) de la vuelta del Señor que "vendrá para ser glorificado en sus santos y
admirado en todos los que hayan creído" (2 Ts 1, 10).

7. El infierno

1033 Salvo que elijamos libremente amarle no podemos estar unidos con Dios. Pero no
podemos amar a Dios si pecamos gravemente contra El, contra nuestro prójimo o contra
nosotros mismos: "Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su
hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él" (1
Jn 3, 15). Nuestro Señor nos advierte que estaremos separados de El si no omitimos
socorrer las necesidades graves de los pobres y de los pequeños que son sus hermanos (cf.
Mt 25, 31–46). Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor
misericordioso de Dios, significa permanecer separados de El para siempre por nuestra
propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y
con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra "infierno".

1034 Jesús habla con frecuencia de la "gehenna" y del "fuego que nunca se apaga" (cf. Mt
5,22.29; 13,42.50; Mc 9,43–48) reservado a los que, hasta el fin de su vida rehusan creer y
convertirse , y donde se puede perder a la vez el alma y el cuerpo (cf. Mt 10, 28). Jesús
anuncia en términos graves que "enviará a sus ángeles que recogerán a todos los autores de
iniquidad..., y los arrojarán al horno ardiendo" (Mt 13, 41–42), y que pronunciará la
condenación:" ¡Alejaos de Mí malditos al fuego eterno!" (Mt 25, 41).
1035 La enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad. Las almas
de los que mueren en estado de pecado mortal descienden a los infiernos inmediatamente
después de la muerte y allí sufren las penas del infierno, "el fuego eterno" (cf. DS 76; 409;
411; 801; 858; 1002; 1351; 1575; SPF 12). La pena principal del infierno consiste en la
separación eterna de Dios en quien únicamente puede tener el hombre la vida y la felicidad
para las que ha sido creado y a las que aspira.

1036 Las afirmaciones de la Escritura y las enseñanzas de la Iglesia a propósito del infierno
son un llamamiento a la responsabilidad con la que el hombre debe usar de su libertad en
relación con su destino eterno. Constituyen al mismo tiempo un llamamiento apremiante a
la conversión: "Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y espacioso el
camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la
puerta y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que la encuentran" (Mt
7, 13–14) :

Como no sabemos ni el día ni la hora, es necesario, según el consejo del Señor, estar
continuamente en vela. Así, terminada la única carrera que es nuestra vida en la tierra,
mereceremos entrar con él en la boda y ser contados entre los santos y no nos mandarán ir,
como siervos malos y perezosos, al fuego eterno, a las tinieblas exteriores, donde `habrá
llanto y rechinar de dientes' (LG 48).

1037 Dios no predestina a nadie a ir al infierno (cf DS 397; 1567); para que eso suceda es
necesaria una aversión voluntaria a Dios (un pecado mortal), y persistir en él hasta el final.
En la liturgia eucarística y en las plegarias diarias de los fieles, la Iglesia implora la
misericordia de Dios, que "quiere que nadie perezca, sino que todos lleguen a la
conversión" (2 P 3, 9):

Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa, ordena
en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos
(MR Canon Romano 88)



8. El cielo

1023 Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios y están perfectamente purificados,
viven para siempre con Cristo. Son para siempre semejantes a Dios, porque lo ven "tal cual
es" (1 Jn 3, 2), cara a cara (cf. 1 Co 13, 12; Ap 22, 4):

Definimos con la autoridad apostólica: que, según la disposición general de Dios, las almas
de todos los santos ... y de todos los demás fieles muertos después de recibir el bautismo de
Cristo en los que no había nada que purificar cuando murieron;... o en caso de que tuvieran
o tengan algo que purificar, una vez que estén purificadas después de la muerte ... aun antes
de la reasunción de sus cuerpos y del juicio final, después de la Ascensión al cielo del
Salvador, Jesucristo Nuestro Señor, estuvieron, están y estarán en el cielo, en el reino de los
cielos y paraíso celestial con Cristo, admitidos en la compañía de los ángeles. Y después de
la muerte y pasión de nuestro Señor Jesucristo vieron y ven la divina esencia con una visión
intuitiva y cara a cara, sin mediación de ninguna criatura (Benedicto XII: DS 1000; cf. LG
49).

1024 Esta vida perfecta con la Santísima Trinidad, esta comunión de vida y de amor con
Ella, con la Virgen María, los ángeles y todos los bienaventurados se llama "el cielo". El
cielo es el fin último y la realización de las aspiraciones más profundas del hombre, el
estado supremo y definitivo de dicha.

1025 Vivir en el cielo es "estar con Cristo" (cf. Jn 14, 3; Flp 1, 23; 1 Ts 4,17). Los elegidos
viven "en El", aún más, tienen allí, o mejor, encuentran allí su verdadera identidad, su
propio nombre (cf. Ap 2, 17):

Pues la vida es estar con Cristo; donde está Cristo, allí está la vida, allí está el reino (San
Ambrosio, Luc. 10,121).

1026 Por su muerte y su Resurrección Jesucristo nos ha "abierto" el cielo. La vida de los
bienaventurados consiste en la plena posesión de los frutos de la redención realizada por
Cristo quien asocia a su glorificación celestial a aquellos que han creído en El y que han
permanecido fieles a su voluntad. El cielo es la comunidad bienaventurada de todos los que
están perfectamente incorporados a El.

1027 Estes misterio de comunión bienaventurada con Dios y con todos los que están en
Cristo sobrepasa toda comprensión y toda representación. La Escritura nos habla de ella en
imágenes: vida, luz, paz, banquete de bodas, vino del reino, casa del Padre, Jerusalén
celeste, paraíso: "Lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que
Dios preparó para los que le aman" (1 Co 2, 9).

1028 A causa de su transcendencia, Dios no puede ser visto tal cual es más que cuando El
mismo abre su Misterio a la contemplación inmediata del hombre y le da la capacidad para
ello. Esta contemplación de Dios en su gloria celestial es llamada por la Iglesia "la visión
beatífica":

¡Cuál no será tu gloria y tu dicha!: Ser admitido a ver a Dios, tener el honor de participar en
las alegrías de la salvación y de la luz eterna en compañía de Cristo, el Señor tu Dios,
...gozar en el Reino de los cielos en compañía de los justos y de los amigos de Dios, las
alegrías de la inmortalidad alcanzada (San Cipriano, ep. 56,10,1).

1029 En la gloria del cielo, los bienaventurados continúan cumpliendo con alegría la
voluntad de Dios con relación a los demás hombres y a la creación entera. Ya reinan con
Cristo; con El "ellos reinarán por los siglos de los siglos' (Ap 22, 5; cf. Mt 25, 21.23).
Dios en nuestras vidas

Más contenido relacionado

La actualidad más candente

Enseñanzas del papa francisco no.58
Enseñanzas del papa francisco no.58Enseñanzas del papa francisco no.58
Enseñanzas del papa francisco no.58monica eljuri
 
Soteriología 01
Soteriología 01 Soteriología 01
Soteriología 01 tiotavio
 
12 El Epiritu Santo
12 El Epiritu Santo12 El Epiritu Santo
12 El Epiritu SantoencuentraTV
 
Tratado sobre la Creación
Tratado sobre la CreaciónTratado sobre la Creación
Tratado sobre la Creaciónclasesteologia
 
La gracia de dios 1º
La gracia de dios 1ºLa gracia de dios 1º
La gracia de dios 1ºLuis Vogt
 
Virtudes teologales 2 esperanza y caridad
Virtudes teologales 2   esperanza y caridadVirtudes teologales 2   esperanza y caridad
Virtudes teologales 2 esperanza y caridadRebeca Reynaud
 
La gracia de dios 2º
La gracia de dios 2ºLa gracia de dios 2º
La gracia de dios 2ºLuis Vogt
 
04 La Naturaleza Dios Y su Obrar
04 La Naturaleza Dios Y su Obrar04 La Naturaleza Dios Y su Obrar
04 La Naturaleza Dios Y su ObrarencuentraTV
 
Mirarán al que traspasaron - Pedro Beteta Lóapez
Mirarán al que traspasaron - Pedro Beteta LóapezMirarán al que traspasaron - Pedro Beteta Lóapez
Mirarán al que traspasaron - Pedro Beteta LóapezEdwardCrumpp
 
Soteriología 04
Soteriología 04 Soteriología 04
Soteriología 04 tiotavio
 
02 La Revelacion Sobrenatural
02 La Revelacion Sobrenatural02 La Revelacion Sobrenatural
02 La Revelacion SobrenaturalencuentraTV
 
11 Resurrección y Ascensión
11 Resurrección y  Ascensión11 Resurrección y  Ascensión
11 Resurrección y AscensiónencuentraTV
 
JUSITIFICACION POR GRACIA
JUSITIFICACION POR GRACIAJUSITIFICACION POR GRACIA
JUSITIFICACION POR GRACIANaty Gonzalez
 
asambleas de Dios doctrina
asambleas de Dios doctrinaasambleas de Dios doctrina
asambleas de Dios doctrinaNielim Uzcategui
 

La actualidad más candente (20)

Fr Julio González Carretti ocd - Segunda Semana de Pascua
Fr Julio González Carretti ocd - Segunda Semana de PascuaFr Julio González Carretti ocd - Segunda Semana de Pascua
Fr Julio González Carretti ocd - Segunda Semana de Pascua
 
Enseñanzas del papa francisco no.58
Enseñanzas del papa francisco no.58Enseñanzas del papa francisco no.58
Enseñanzas del papa francisco no.58
 
Soteriología 01
Soteriología 01 Soteriología 01
Soteriología 01
 
12 El Epiritu Santo
12 El Epiritu Santo12 El Epiritu Santo
12 El Epiritu Santo
 
Tratado sobre la Creación
Tratado sobre la CreaciónTratado sobre la Creación
Tratado sobre la Creación
 
La gracia de dios 1º
La gracia de dios 1ºLa gracia de dios 1º
La gracia de dios 1º
 
Virtudes teologales 2 esperanza y caridad
Virtudes teologales 2   esperanza y caridadVirtudes teologales 2   esperanza y caridad
Virtudes teologales 2 esperanza y caridad
 
La gracia de dios 2º
La gracia de dios 2ºLa gracia de dios 2º
La gracia de dios 2º
 
2012 01-01 notasegw
2012 01-01 notasegw2012 01-01 notasegw
2012 01-01 notasegw
 
04 La Naturaleza Dios Y su Obrar
04 La Naturaleza Dios Y su Obrar04 La Naturaleza Dios Y su Obrar
04 La Naturaleza Dios Y su Obrar
 
14. virtudes teologales
14. virtudes teologales14. virtudes teologales
14. virtudes teologales
 
Mirarán al que traspasaron - Pedro Beteta Lóapez
Mirarán al que traspasaron - Pedro Beteta LóapezMirarán al que traspasaron - Pedro Beteta Lóapez
Mirarán al que traspasaron - Pedro Beteta Lóapez
 
LECTURA ORANTE - DOMINGO DE PENTECOSTÉS - C
LECTURA ORANTE - DOMINGO DE PENTECOSTÉS - CLECTURA ORANTE - DOMINGO DE PENTECOSTÉS - C
LECTURA ORANTE - DOMINGO DE PENTECOSTÉS - C
 
28 Gracia Y Virtudes
28 Gracia Y Virtudes28 Gracia Y Virtudes
28 Gracia Y Virtudes
 
Soteriología 04
Soteriología 04 Soteriología 04
Soteriología 04
 
02 La Revelacion Sobrenatural
02 La Revelacion Sobrenatural02 La Revelacion Sobrenatural
02 La Revelacion Sobrenatural
 
11 Resurrección y Ascensión
11 Resurrección y  Ascensión11 Resurrección y  Ascensión
11 Resurrección y Ascensión
 
08 Jesucristo
08 Jesucristo08 Jesucristo
08 Jesucristo
 
JUSITIFICACION POR GRACIA
JUSITIFICACION POR GRACIAJUSITIFICACION POR GRACIA
JUSITIFICACION POR GRACIA
 
asambleas de Dios doctrina
asambleas de Dios doctrinaasambleas de Dios doctrina
asambleas de Dios doctrina
 

Destacado

Distinguishing Analysis from Design
Distinguishing Analysis from DesignDistinguishing Analysis from Design
Distinguishing Analysis from DesignStephen Frezza
 
Trabajo final de expresion oral y escrita
Trabajo final de expresion oral y escritaTrabajo final de expresion oral y escrita
Trabajo final de expresion oral y escritajjmar05
 
SkillSoft Live Learning
SkillSoft Live LearningSkillSoft Live Learning
SkillSoft Live LearningJared Donner
 
Frame It In The News: Teaching Information Literacy Without a Research Paper
Frame It In The News: Teaching Information Literacy Without a Research PaperFrame It In The News: Teaching Information Literacy Without a Research Paper
Frame It In The News: Teaching Information Literacy Without a Research PaperWillie Miller
 
A project report on training and development
A project report on training and developmentA project report on training and development
A project report on training and developmentProjects Kart
 
IMPACT OF TRAINING AND DEVELOPMENT ON EMPLOYEE PERFORMANCE
IMPACT OF TRAINING AND DEVELOPMENT ON EMPLOYEE PERFORMANCE  IMPACT OF TRAINING AND DEVELOPMENT ON EMPLOYEE PERFORMANCE
IMPACT OF TRAINING AND DEVELOPMENT ON EMPLOYEE PERFORMANCE ProfSaghirJaved
 
49368010 project-report-on-training-and-development
49368010 project-report-on-training-and-development49368010 project-report-on-training-and-development
49368010 project-report-on-training-and-developmentsagarkirti
 

Destacado (9)

Distinguishing Analysis from Design
Distinguishing Analysis from DesignDistinguishing Analysis from Design
Distinguishing Analysis from Design
 
Trabajo final de expresion oral y escrita
Trabajo final de expresion oral y escritaTrabajo final de expresion oral y escrita
Trabajo final de expresion oral y escrita
 
SkillSoft Live Learning
SkillSoft Live LearningSkillSoft Live Learning
SkillSoft Live Learning
 
Maria
MariaMaria
Maria
 
Frame It In The News: Teaching Information Literacy Without a Research Paper
Frame It In The News: Teaching Information Literacy Without a Research PaperFrame It In The News: Teaching Information Literacy Without a Research Paper
Frame It In The News: Teaching Information Literacy Without a Research Paper
 
Irena Sendler
Irena SendlerIrena Sendler
Irena Sendler
 
A project report on training and development
A project report on training and developmentA project report on training and development
A project report on training and development
 
IMPACT OF TRAINING AND DEVELOPMENT ON EMPLOYEE PERFORMANCE
IMPACT OF TRAINING AND DEVELOPMENT ON EMPLOYEE PERFORMANCE  IMPACT OF TRAINING AND DEVELOPMENT ON EMPLOYEE PERFORMANCE
IMPACT OF TRAINING AND DEVELOPMENT ON EMPLOYEE PERFORMANCE
 
49368010 project-report-on-training-and-development
49368010 project-report-on-training-and-development49368010 project-report-on-training-and-development
49368010 project-report-on-training-and-development
 

Similar a Dios en nuestras vidas

Justificación y Gracia.pptx
Justificación y Gracia.pptxJustificación y Gracia.pptx
Justificación y Gracia.pptxMartin M Flynn
 
Devocional la gracia de dios
Devocional la gracia de diosDevocional la gracia de dios
Devocional la gracia de diospaolaandrea511667
 
06 una vida santa
06 una vida santa06 una vida santa
06 una vida santachucho1943
 
Tiempo bautismal
Tiempo bautismalTiempo bautismal
Tiempo bautismaldevociones
 
Confirmacion1
Confirmacion1Confirmacion1
Confirmacion1chari
 
Vida en Cristo: gracia, virtudes y Dones
Vida en Cristo: gracia, virtudes y DonesVida en Cristo: gracia, virtudes y Dones
Vida en Cristo: gracia, virtudes y DonesMiguel Angel
 
Los siete sacramentos de la iglesia confesion-
Los siete sacramentos de la iglesia confesion-Los siete sacramentos de la iglesia confesion-
Los siete sacramentos de la iglesia confesion-Arquimedes R.
 
Cursillo bautismal
Cursillo bautismalCursillo bautismal
Cursillo bautismalJose Carrera
 
Sacramentos de Iniciacion Cristiana
Sacramentos de Iniciacion CristianaSacramentos de Iniciacion Cristiana
Sacramentos de Iniciacion CristianaEmanuelEstrada
 
Los sacramentos
Los sacramentosLos sacramentos
Los sacramentosOscar
 
23 bienaventuranza gracia y libertad
23 bienaventuranza gracia y libertad23 bienaventuranza gracia y libertad
23 bienaventuranza gracia y libertadJuan Sánchez
 

Similar a Dios en nuestras vidas (20)

Justificación y Gracia.pptx
Justificación y Gracia.pptxJustificación y Gracia.pptx
Justificación y Gracia.pptx
 
Verdades biblicas
Verdades biblicasVerdades biblicas
Verdades biblicas
 
22
2222
22
 
Devocional la gracia de dios
Devocional la gracia de diosDevocional la gracia de dios
Devocional la gracia de dios
 
Los Sacramentos De La Vida
Los Sacramentos De La VidaLos Sacramentos De La Vida
Los Sacramentos De La Vida
 
06 una vida santa
06 una vida santa06 una vida santa
06 una vida santa
 
Tiempo bautismal
Tiempo bautismalTiempo bautismal
Tiempo bautismal
 
Confirmacion1
Confirmacion1Confirmacion1
Confirmacion1
 
Justificacion
JustificacionJustificacion
Justificacion
 
Vida en Cristo: gracia, virtudes y Dones
Vida en Cristo: gracia, virtudes y DonesVida en Cristo: gracia, virtudes y Dones
Vida en Cristo: gracia, virtudes y Dones
 
El credo-de-nuestra-fe (1)
El credo-de-nuestra-fe (1)El credo-de-nuestra-fe (1)
El credo-de-nuestra-fe (1)
 
0127a 2021 nogales
0127a 2021 nogales0127a 2021 nogales
0127a 2021 nogales
 
Los siete sacramentos de la iglesia confesion-
Los siete sacramentos de la iglesia confesion-Los siete sacramentos de la iglesia confesion-
Los siete sacramentos de la iglesia confesion-
 
Lo que es el evangelio
Lo que es el evangelioLo que es el evangelio
Lo que es el evangelio
 
Cursillo bautismal
Cursillo bautismalCursillo bautismal
Cursillo bautismal
 
Sacramentos de Iniciacion Cristiana
Sacramentos de Iniciacion CristianaSacramentos de Iniciacion Cristiana
Sacramentos de Iniciacion Cristiana
 
Los sacramentos
Los sacramentosLos sacramentos
Los sacramentos
 
Pasión del Señor
Pasión del SeñorPasión del Señor
Pasión del Señor
 
La santificacion
La santificacionLa santificacion
La santificacion
 
23 bienaventuranza gracia y libertad
23 bienaventuranza gracia y libertad23 bienaventuranza gracia y libertad
23 bienaventuranza gracia y libertad
 

Más de pamela

Evaluacion inicial-5-anos
Evaluacion inicial-5-anosEvaluacion inicial-5-anos
Evaluacion inicial-5-anospamela
 
Importancia del juego_en_la_ensenanza_del_ingles
Importancia del juego_en_la_ensenanza_del_inglesImportancia del juego_en_la_ensenanza_del_ingles
Importancia del juego_en_la_ensenanza_del_inglespamela
 
Tics en educacion_preescolar_2
Tics en educacion_preescolar_2Tics en educacion_preescolar_2
Tics en educacion_preescolar_2pamela
 
Cuadernillos para la_reflexion_familia
Cuadernillos para la_reflexion_familiaCuadernillos para la_reflexion_familia
Cuadernillos para la_reflexion_familiapamela
 
Nube apoderados
Nube apoderadosNube apoderados
Nube apoderadospamela
 
Instructions for games_and_activities
Instructions for games_and_activitiesInstructions for games_and_activities
Instructions for games_and_activitiespamela
 
8guias
8guias8guias
8guiaspamela
 
Ed.parvularia.ppt
Ed.parvularia.pptEd.parvularia.ppt
Ed.parvularia.pptpamela
 
Ppt[1]mio
Ppt[1]mioPpt[1]mio
Ppt[1]miopamela
 
Proporciones de los planetas
Proporciones de los planetasProporciones de los planetas
Proporciones de los planetaspamela
 
Guia orientacion familias
Guia orientacion familiasGuia orientacion familias
Guia orientacion familiaspamela
 
Guia orientacion familias
Guia orientacion familiasGuia orientacion familias
Guia orientacion familiaspamela
 

Más de pamela (13)

Evaluacion inicial-5-anos
Evaluacion inicial-5-anosEvaluacion inicial-5-anos
Evaluacion inicial-5-anos
 
Importancia del juego_en_la_ensenanza_del_ingles
Importancia del juego_en_la_ensenanza_del_inglesImportancia del juego_en_la_ensenanza_del_ingles
Importancia del juego_en_la_ensenanza_del_ingles
 
Tics en educacion_preescolar_2
Tics en educacion_preescolar_2Tics en educacion_preescolar_2
Tics en educacion_preescolar_2
 
Cuadernillos para la_reflexion_familia
Cuadernillos para la_reflexion_familiaCuadernillos para la_reflexion_familia
Cuadernillos para la_reflexion_familia
 
Nube apoderados
Nube apoderadosNube apoderados
Nube apoderados
 
Songs
SongsSongs
Songs
 
Instructions for games_and_activities
Instructions for games_and_activitiesInstructions for games_and_activities
Instructions for games_and_activities
 
8guias
8guias8guias
8guias
 
Ed.parvularia.ppt
Ed.parvularia.pptEd.parvularia.ppt
Ed.parvularia.ppt
 
Ppt[1]mio
Ppt[1]mioPpt[1]mio
Ppt[1]mio
 
Proporciones de los planetas
Proporciones de los planetasProporciones de los planetas
Proporciones de los planetas
 
Guia orientacion familias
Guia orientacion familiasGuia orientacion familias
Guia orientacion familias
 
Guia orientacion familias
Guia orientacion familiasGuia orientacion familias
Guia orientacion familias
 

Último

Dios imparable es una cancion cristiana que
Dios imparable es una cancion cristiana queDios imparable es una cancion cristiana que
Dios imparable es una cancion cristiana quewuajaja299
 
Recuperando el Rumbo Hasta la Transformación Parte #3.pptx
Recuperando el Rumbo Hasta la Transformación Parte #3.pptxRecuperando el Rumbo Hasta la Transformación Parte #3.pptx
Recuperando el Rumbo Hasta la Transformación Parte #3.pptxjenune
 
La gracia santificante explicada para niños.pptx
La gracia santificante explicada para niños.pptxLa gracia santificante explicada para niños.pptx
La gracia santificante explicada para niños.pptxCarolinaPerez105492
 
Religion la resucitacion de Jesus y la vida de una mariposa.pdf
Religion la resucitacion de Jesus y la vida de una mariposa.pdfReligion la resucitacion de Jesus y la vida de una mariposa.pdf
Religion la resucitacion de Jesus y la vida de una mariposa.pdfCarlosAlexanderPimen
 
"Lo que tú quieras", biografía ilustrada de Montse Grases.
"Lo que tú quieras", biografía ilustrada de Montse Grases."Lo que tú quieras", biografía ilustrada de Montse Grases.
"Lo que tú quieras", biografía ilustrada de Montse Grases.Opus Dei
 
Presentación Clase CORPUS CHRISTI para niños.pptx
Presentación Clase CORPUS CHRISTI para niños.pptxPresentación Clase CORPUS CHRISTI para niños.pptx
Presentación Clase CORPUS CHRISTI para niños.pptxCarolinaPerez105492
 
LA PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO: CLAVES PARA LA REFLEXIÓN.pptx
LA PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO: CLAVES PARA LA REFLEXIÓN.pptxLA PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO: CLAVES PARA LA REFLEXIÓN.pptx
LA PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO: CLAVES PARA LA REFLEXIÓN.pptxAntonio Miguel Salas Sierra
 
De gloria en gloria la cancion escrita en ppt
De gloria en gloria la cancion escrita en pptDe gloria en gloria la cancion escrita en ppt
De gloria en gloria la cancion escrita en pptwuajaja299
 
2024t203.pptx Leccion de Escuela Sabatica 20/4/24 PPT
2024t203.pptx Leccion de Escuela Sabatica 20/4/24 PPT2024t203.pptx Leccion de Escuela Sabatica 20/4/24 PPT
2024t203.pptx Leccion de Escuela Sabatica 20/4/24 PPTLuzOneidaMariaMoreno
 
PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO: CLAVES PARA LA REFLEXIÓN.pdf
PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO: CLAVES PARA LA REFLEXIÓN.pdfPARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO: CLAVES PARA LA REFLEXIÓN.pdf
PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO: CLAVES PARA LA REFLEXIÓN.pdfAntonio Miguel Salas Sierra
 
Visita Pastoral 2024, Vicaria de Winston-Salem
Visita Pastoral 2024, Vicaria de Winston-SalemVisita Pastoral 2024, Vicaria de Winston-Salem
Visita Pastoral 2024, Vicaria de Winston-SalemSergio Lopez
 

Último (12)

Dios imparable es una cancion cristiana que
Dios imparable es una cancion cristiana queDios imparable es una cancion cristiana que
Dios imparable es una cancion cristiana que
 
Recuperando el Rumbo Hasta la Transformación Parte #3.pptx
Recuperando el Rumbo Hasta la Transformación Parte #3.pptxRecuperando el Rumbo Hasta la Transformación Parte #3.pptx
Recuperando el Rumbo Hasta la Transformación Parte #3.pptx
 
La gracia santificante explicada para niños.pptx
La gracia santificante explicada para niños.pptxLa gracia santificante explicada para niños.pptx
La gracia santificante explicada para niños.pptx
 
Religion la resucitacion de Jesus y la vida de una mariposa.pdf
Religion la resucitacion de Jesus y la vida de una mariposa.pdfReligion la resucitacion de Jesus y la vida de una mariposa.pdf
Religion la resucitacion de Jesus y la vida de una mariposa.pdf
 
"Lo que tú quieras", biografía ilustrada de Montse Grases.
"Lo que tú quieras", biografía ilustrada de Montse Grases."Lo que tú quieras", biografía ilustrada de Montse Grases.
"Lo que tú quieras", biografía ilustrada de Montse Grases.
 
Presentación Clase CORPUS CHRISTI para niños.pptx
Presentación Clase CORPUS CHRISTI para niños.pptxPresentación Clase CORPUS CHRISTI para niños.pptx
Presentación Clase CORPUS CHRISTI para niños.pptx
 
LA PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO: CLAVES PARA LA REFLEXIÓN.pptx
LA PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO: CLAVES PARA LA REFLEXIÓN.pptxLA PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO: CLAVES PARA LA REFLEXIÓN.pptx
LA PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO: CLAVES PARA LA REFLEXIÓN.pptx
 
De gloria en gloria la cancion escrita en ppt
De gloria en gloria la cancion escrita en pptDe gloria en gloria la cancion escrita en ppt
De gloria en gloria la cancion escrita en ppt
 
2024t203.pptx Leccion de Escuela Sabatica 20/4/24 PPT
2024t203.pptx Leccion de Escuela Sabatica 20/4/24 PPT2024t203.pptx Leccion de Escuela Sabatica 20/4/24 PPT
2024t203.pptx Leccion de Escuela Sabatica 20/4/24 PPT
 
PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO: CLAVES PARA LA REFLEXIÓN.pdf
PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO: CLAVES PARA LA REFLEXIÓN.pdfPARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO: CLAVES PARA LA REFLEXIÓN.pdf
PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO: CLAVES PARA LA REFLEXIÓN.pdf
 
Visita Pastoral 2024, Vicaria de Winston-Salem
Visita Pastoral 2024, Vicaria de Winston-SalemVisita Pastoral 2024, Vicaria de Winston-Salem
Visita Pastoral 2024, Vicaria de Winston-Salem
 
Luisa de Marillac Animadora de las Cofradías de la Caridad
Luisa de Marillac Animadora de las Cofradías de la CaridadLuisa de Marillac Animadora de las Cofradías de la Caridad
Luisa de Marillac Animadora de las Cofradías de la Caridad
 

Dios en nuestras vidas

  • 1. 2. El hombre en el horizonte de la salvación GRACIA Y JUSTIFICACION I LA JUSTIFICACION 1987 La gracia del Espíritu Santo tiene el poder de santificarnos, es decir, de lavarnos de nuestros pecados y comunicarnos "la justicia de Dios por la fe en Jesucristo" (Rm 3,22) y por el Bautismo (cf Rm 6,3–4): Y si hemos muerto con Cristo, creemos que también viviremos con él, sabiendo que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más, y que la muerte no tiene ya señorío sobre él. Su muerte fue un morir al pecado, de una vez para siempre; mas su vida, es un vivir para Dios. Así también vosotros, consideraos como muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús (Rm 6, 8–11). 1988 Por el poder del Espíritu Santo participamos en la Pasión de Cristo, muriendo al pecado, y en su Resurrección, naciendo a una vida nueva; somos miembros de su Cuerpo que es la Iglesia (cf 1 Co 12), sarmientos unidos a la Vid que es él mismo (cf Jn 15,1–4): Por el Espíritu Santo participamos de Dios. Por la participación del Espíritu venimos a ser partícipes de la naturaleza divina...Por eso, aquellos en quienes habita el Espíritu están divinizados (S. Atanasio, ep. Serap. 1,24). 1989 La primera obra de la gracia del Espíritu Santo es la conversión, que obra la justificación según el anuncio de Jesús al comienzo del evangelio: "Convertíos porque el Reino de los Cielos está cerca" (Mt 4,17). Movido por la gracia, el hombre se vuelve a Dios y se aparta del pecado, acogiendo así el perdón y la justicia de lo alto. "La justificación entraña, por tanto, el perdón de los pecados, la santificación y la renovación del hombre interior (Cc. de Trento: DS 1528). 1990 La justificación separa al hombre del pecado que contradice al amor de Dios, y purifica su corazón. La justificación sigue a la iniciativa de la misericordia de Dios que ofrece el perdón. Reconcilia al hombre con Dios, libera de la servidumbre del pecado y cura. 1991 La justificación es al mismo tiempo la acogida de la justicia de Dios por la fe en Jesucristo. La justicia designa aquí la rectitud del amor divino. Con la justificación son difundidas en nuestros corazones la fe, la esperanza y la caridad, y nos es concedida la obediencia a la voluntad divina. 1992 La justificación nos fue merecida por la pasión de Cristo, que se ofreció en la cruz como hostia viva, santa y agradable a Dios y cuya sangre vino a ser instrumento de propiciación por los pecados de todos los hombres. La justificación es concedida por el
  • 2. bautismo, sacramento de la fe. Nos conforma a la justicia de Dios que nos hace interiormente justos por el poder de su misericordia. Tiene por fin la gloria de Dios y de Cristo, y el don de la vida eterna (cf Cc. de Trento: DS 1529): Pero ahora, independientemente de la ley, la justicia de Dios se ha manifestado, atestiguada por la ley y los profetas, justicia de Dios por la fe en Jesucristo, para todos los que creen – pues no hay diferencia alguna; todos pecaron y están privados de la gloria de Dios– y son justificados por el don de su gracia, en virtud de la redención realizada en Cristo Jesús, a quien Dios exhibió como instrumento de propiciación por su propia sangre, mediante la fe, para mostrar su justicia, pasando por alto los pecados cometidos anteriormente, en el tiempo de la paciencia de Dios; en orden a mostrar su justicia en el tiempo presente, para ser él justo y justificador del que cree en Jesús (Rm 3,21–26). 1993 La justificación establece la colaboración entre la gracia de Dios y la libertad del hombre. Por parte del hombre se expresa en el asentimiento de la fe a la Palabra de Dios que lo invita a la conversión, y en la cooperación de la caridad al impulso del Espíritu Santo que lo previene y lo guarda: Cuando Dios toca el corazón del hombre mediante la iluminación del Espíritu Santo, el hombre no está sin hacer nada al recibir esta inspiración, que por otra parte puede rechazar; y, sin embargo, sin la gracia de Dios, tampoco puede dirigirse, por su voluntad libre, hacia la justicia delante de él (Cc. de Trento: DS 1525). 1994 La justificación es la obra más excelente del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús y concedido por el Espíritu Santo. S. Agustín afirma que "la justificación del impío es una obra más grande que la creación del cielo y de la tierra", porque "el cielo y la tierra pasarán, mientras la salvación y la justificación de los elegidos permanecerán" (ev. Jo. 72,3). Dice incluso que la justificación de los pecadores supera a la creación de los ángeles en la justicia porque manifiesta una misericordia mayor. 1995 El Espíritu Santo es el maestro interior. Haciendo nacer al "hombre interior" (Rm 7,22; Ef 3,16), la justificación implica la santificación de todo el ser: Si en otros tiempos ofrecisteis vuestros miembros como esclavos a la impureza y al desorden hasta desordenaros, ofrecedlos igualmente ahora a la justicia para la santidad...al presente, libres del pecado y esclavos de Dios, fructificáis para la santidad; y el fin, la vida eterna (Rm 6, 19.22). II LA GRACIA 1996 Nuestra justificación es obra de la gracia de Dios. La gracia es el favor, el auxilio gratuito que Dios nos da para responder a su llamada, ser hijos de Dios (cf Jn 1,12–18), hijos adoptivos (cf Rm 8, 14–17), partícipes de la naturaleza divina (cf 2 P 1,3–4), de la vida eterna (cf Jn 17,3).
  • 3. 1997 La gracia es una participación en la vida de Dios. Nos introduce en la intimidad de la vida trinitaria: por el Bautismo el cristiano participa de la gracia de Cristo, Cabeza de su Cuerpo. Como "hijo adoptivo" puede ahora llamar "Padre" a Dios, en unión con el Hijo único. Recibe la vida del Espíritu que le infunde la caridad y que forma la Iglesia. 1998 Esta vocación a la vida eterna es sobrenatural. Depende enteramente de la iniciativa gratuita de Dios, porque sólo él puede revelarse y darse a sí mismo. Sobrepasa las capacidades de la inteligencia y las fuerzas de la voluntad humana, como de toda criatura (1 Co 2,7–9). 1999 La gracia de Cristo es el don gratuito que Dios nos hace de su vida infundida por el Espíritu Santo en nuestra alma para curarla del pecado y santificarla: es la gracia santificante o deificante, recibida en el Bautismo. Es en nosotros la fuente de la obra de santificación (cf Jn 4,14; 7,38–39): Por tanto, el que está en Cristo es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo. Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo (2 Co 5,17–18). 2000 La gracia santificante es un don habitual, una disposición estable y sobrenatural que perfecciona al alma para hacerla capaz de vivir con Dios, de obrar por su amor. Se debe distinguir entre la gracia habitual, disposición permanente para vivir y obrar según la llamada divina, y las gracias actuales, que designan las intervenciones divinas sea en el origen de la conversión o en el curso de la obra de la santificación. 2001 La preparación del hombre para acoger la gracia es ya una obra de la gracia. Esta es necesaria para suscitar y sostener nuestra colaboración a la justificación mediante la fe y a la santificación mediante la caridad. Dios acaba en nosotros lo que él mismo comenzó, "porque él, por su operación, comienza haciendo que nosotros queramos; acaba cooperando con nuestra voluntad ya convertida" (S. Agustín, grat. 17): Ciertamente nosotros trabajamos también, pero no hacemos más que trabajar con Dios que trabaja. Porque su misericordia se nos adelantó para que fuésemos curados; nos sigue todavía para que, una vez curados, seamos vivificados; se nos adelanta para que seamos llamados, nos sigue para que seamos glorificados; se nos adelanta para que vivamos según la piedad, nos sigue para que vivamos por siempre con Dios, pues sin él no podemos hacer nada (S. Agustín, nat. et grat. 31). 2002 La libre iniciativa de Dios exige la libre respuesta del hombre, porque Dios creó al hombre a su imagen concediéndole, con la libertad, el poder de conocerle y amarle. El alma sólo libremente entra en la comunión del amor. Dios toca inmediatamente y mueve directamente el corazón del hombre. Puso en el hombre una aspiración a la verdad y al bien que sólo él puede colmar. Las promesas de la "vida eterna" responden, por encima de toda esperanza, a esta aspiración: Si tú descansaste el día séptimo, al término de todas tus obras muy buenas, fue para decirnos por la voz de tu libro que al término de nuestras obras, "que son muy buenas" por
  • 4. el hecho de que eres tú quien nos las ha dado, también nosotros en el sábado de la vida eterna descansaremos en ti (S. Agustín, conf. 13, 36, 51). 2003 La gracia es primera y principalmente el don del Espíritu que nos justifica y nos santifica. Pero la gracia comprende también los dones que el Espíritu Santo nos concede para asociarnos a su obra, para hacernos capaces de colaborar a la salvación de los otros y al crecimiento del Cuerpo de Cristo, la Iglesia. Estas son las gracias sacramentales, dones propios de los distintos sacramentos. Son además las gracias especiales, llamadas también "carismas", según el término griego empleado por S. Pablo, y que significa favor, don gratuito, beneficio (cf LG 12). Cualquiera que sea su carácter, a veces extraordinario, como el don de milagros o de lenguas, los carismas están ordenados a la gracia santificante y tienen por fin el bien común de la Iglesia. Están al servicio de la caridad, que edifica la Iglesia (cf 1 Co 12). 2004 Entre las gracias especiales conviene mencionar las gracias de estado, que acompañan el ejercicio de las responsabilidades de la vida cristiana y de los ministerios en el seno de la Iglesia: Teniendo dones diferentes, según la gracia que nos ha sido dada, si es el don de profecía, ejerzámoslo en la medida de nuestra fe; si es el ministerio, en el ministerio; la enseñanza, enseñando; la exhortación, exhortando. El que da, con sencillez; el que preside, con solicitud; el que ejerce la misericordia, con jovialidad (Rm 12,6–8). 2005 Siendo de orden sobrenatural, la gracia escapa a nuestra experiencia y sólo puede ser conocida por la fe. Por tanto, no podemos fundarnos en nuestros sentimientos o nuestras obras para deducir de ellos que estamos justificados y salvados (cf Cc. de Trento: DS 1533– 34). Sin embargo, según las palabras del Señor: "Por sus frutos los conoceréis" (Mt 7,20), la consideración de los beneficios de Dios en nuestra vida y en la vida de los santos nos ofrece una garantía de que la gracia está actuando en nosotros y nos incita a una fe cada vez mayor y a una actitud de pobreza confiada: Una de las más bellas ilustraciones de esta actitud se encuentra en la respuesta de Santa Juana de Arco a una pregunta capciosa de sus jueces eclesiásticos: "Interrogada si sabía que estaba en gracia en Dios, responde: `si no lo estoy, que Dios me quiera poner en ella; si estoy, que Dios me quiera guardar en ella'" (Juana de Arco, proc.). III EL MERITO Manifiestas tu gloria en la asamblea de los santos, y, al coronar sus méritos, coronas tu propia obra (MR, prefacio de los santos, citando al "Doctor de la gracia", S. Agustín, Sal. 102,7). 2006 El término "mérito" designa en general la retribución debida por parte de una comunidad o una sociedad por la acción de uno de sus miembros, experimentada como obra buena u obra mala, digna de recompensa o de sanción. El mérito depende de la virtud de la justicia conforme al principio de igualdad que la rige.
  • 5. 2007 Frente a Dios no hay, en el sentido de un derecho estricto, mérito por parte del hombre. Entre él y nosotros, la desigualdad no tiene medida, porque nosotros lo hemos recibido todo de él, nuestro Creador. 2008 El mérito del hombre ante Dios en la vida cristiana proviene de que Dios ha dispuesto libremente asociar al hombre a la obra de su gracia. La acción paternal de Dios es lo primero, en cuanto que él impulsa, y el libre obrar del hombre es lo segundo en cuanto que éste colabora, de suerte que los méritos de las obras buenas tengan que atribuirse a la gracia de Dios en primer lugar, y al fiel en segundo lugar. Por otra parte el mérito del hombre recae también en Dios, pues sus buenas acciones proceden, en Cristo, de las gracias prevenientes y de los auxilios del Espíritu Santo. 2009 La adopción filial, haciéndonos partícipes por la gracia de la naturaleza divina, puede conferirnos, según la justicia gratuita de Dios, un verdadero mérito. Se trata de un derecho por gracia, el pleno derecho del amor, que nos hace "coherederos" de Cristo y dignos de obtener la "herencia prometida de la vida eterna" (Cc. de Trento: DS 1546). Los méritos de nuestras buenas obras son dones de la bondad divina (cf. Cc. de Trento: DS 1548). "La gracia ha precedido; ahora se da lo que es debido...los méritos son dones de Dios" (S. Agustín, serm. 298,4–5). 2010 Por pertenecer a Dios la iniciativa en el orden de la gracia, nadie puede merecer la gracia primera, en el inicio de la conversión, del perdón y de la justificación. Bajo la moción del Espíritu Santo y de la caridad, podemos después merecer en favor nuestro y de los demás gracias útiles para nuestra santificación, para el crecimiento de la gracia y de la caridad, y para la obtención de la vida eterna. Los mismos bienes temporales, como la salud, la amistad, pueden ser merecidos según la sabiduría de Dios. Estas gracias y estos bienes son objeto de la oración cristiana. Esta remedia nuestra necesidad de la gracia para las acciones meritorias. 2011 La caridad de Cristo es en nosotros la fuente de todos nuestros méritos ante Dios. La gracia, uniéndonos a Cristo con un amor activo, asegura la cualidad sobrenatural de nuestros actos y por consiguiente su mérito tanto ante Dios como ante los hombres. Los santos han tenido siempre una conciencia viva de que sus méritos eran pura gracia. Tras el destierro en la tierra espero gozar de ti en la Patria, pero no quiero amontonar méritos para el Cielo, quiero trabajar sólo por vuestro amor...En el atardecer de esta vida compareceré ante ti con las manos vacías, Señor, porque no te pido que cuentes mis obras. Todas nuestras justicias tienen manchas a tus ojos. Por eso, quiero revestirme de tu propia Justicia y recibir de tu Amor la posesión eterna de ti mismo...(S. Teresa del Niño Jesús, ofr.). IV LA SANTIDAD CRISTIANA 2012 "Sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman...a los que de antemano conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para
  • 6. que fuera él el primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a ésos también los llamó; y a los que llamó, a ésos también los justificó; a los que justificó, a )sos también los glorificó" (Rm 8,28–30). 2013 "Todos los fieles, de cualquier estado o régimen de vida, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad" (LG 40). Todos son llamados a la santidad: "Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto" (Mt 5,48): Para alcanzar esta perfección, los creyentes han de emplear sus fuerzas, según la medida del don de Cristo, para entregarse totalmente a la gloria de Dios y al servicio del prójimo. Lo harán siguiendo las huellas de Cristo, haciéndose conformes a su imagen, y siendo obedientes en todo a la voluntad del Padre. De esta manera, la santidad del Pueblo de Dios producirá frutos abundantes, como lo muestra claramente en la historia de la Iglesia la vida de los santos (LG 40). 2014 El progreso espiritual tiende a la unión cada vez más íntima con Cristo. Esta unión se llama "mística", porque participa en el misterio de Cristo mediante los sacramentos –"los santos misterios"– y, en él, en el misterio de la Santa Trinidad. Dios nos llama a todos a esta unión íntima con él, aunque gracias especiales o signos extraordinarios de esta vida mística sean concedidos solamente a algunos para así manifestar el don gratuito hecho a todos. 2015 El camino de la perfección pasa por la cruz. No hay santidad sin renuncia y sin combate espiritual (cf 2 Tm 4). El progreso espiritual implica la ascesis y la mortificación que conducen gradualmente a vivir en la paz y el gozo de las bienaventuranzas: El que asciende no cesa nunca de ir de comienzo en comienzo mediante comienzos que no tienen fin. Jamás el que asciende deja de desear lo que ya conoce (S. Gregorio de Nisa, hom. in Cant. 8). 2016 Los hijos de nuestra madre la Santa Iglesia esperan justamente la gracia de la perseverancia final y de la recompensa de Dios, su Padre, por las obras buenas realizadas con su gracia en comunión con Jesús (cf Cc. de Trento: DS 1576). Siguiendo la misma norma de vida, los creyentes comparten la "bienaventurada esperanza" de aquellos a los que la misericordia divina congrega en la "Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que baja del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia ataviada para su esposo" (Ap 21,2). EL PECADO I LA MISERICORDIA Y EL PECADO 1846 El Evangelio es la revelación, en Jesucristo, de la misericordia de Dios con los pecadores (cf Lc 15). El ángel anuncia a José: "Tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados" (Mt 1,21). Y en la institución de la Eucaristía, sacramento de la redención, Jesús dice: "Esta es mi sangre de la alianza, que va a ser derramada por muchos para remisión de los pecados" (Mt 26,28).
  • 7. 1847 "Dios nos ha creado sin nosotros, pero no ha querido salvarnos sin nosotros" (S. Agustín, serm. 169,11,13). La acogida de su misericordia exige de nosotros la confesión de nuestras faltas. "Si decimos: `no tenemos pecado', nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia" (1 Jn 1,8–9). 1848 Como afirma S. Pablo, "donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia" (Rm 5,20). Pero para hacer su obra, la gracia debe descubrir el pecado para convertir nuestro corazón y conferirnos "la justicia para vida eterna por Jesucristo nuestro Señor" (Rm 5,20–21). Como un médico que descubre la herida antes de curarla, Dios, mediante su palabra y su espíritu, proyecta una luz viva sobre el pecado: La conversión exige la convicción del pecado, y éste, siendo una verificación de la acción del Espíritu de la verdad en la intimidad del hombre, llega a ser al mismo tiempo el nuevo comienzo de la dádiva de la gracia y del amor: "Recibid el Espíritu Santo". Así, pues, en este "convencer en lo referente al pecado" descubrimos una "doble dádiva": el don de la verdad de la conciencia y el don de la certeza de la redención. El Espíritu de la verdad es el Paráclito (DeV 31). II DEFINICION DE PECADO 1849 El pecado es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es un faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prójimo, a causa de un apego perverso a ciertos bienes. Hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana. Ha sido definido como "una palabra, un acto o un deseo contrarios a la ley eterna" (S. Agustín, Faust. 22,27; S. Tomás de Aquino, s.th., 1–2, 71,6). 1850 El pecado es una ofensa a Dios: "Contra ti, contra ti solo he pecado, lo malo a tus ojos cometí" (Sal 51,6). El pecado se levanta contra el amor que Dios nos tiene y aparta de él nuestros corazones. Como el primer pecado, es una desobediencia, una rebelión contra Dios por el deseo de hacerse "como dioses", pretendiendo conocer y determinar el bien y el mal (Gn 3,5). El pecado es así "amor de sí hasta el desprecio de Dios" (S. Agustín, civ. 1,14,28). Por esta exaltación orgullosa de sí, el pecado es diametralmente opuesto a la obediencia de Jesús que realiza la salvación (cf Flp 2,6–9). 1851 En la Pasión, la misericordia de Cristo vence al pecado. En ella, es donde éste manifiesta mejor su violencia y su multiplicidad: incredulidad, rechazo y burlas por parte de los jefes y del pueblo, debilidad de Pilato y crueldad de los soldados, traición de Judas tan dura a Jesús, negaciones de Pedro y abandono de los discípulos. Sin embargo, en la hora misma de las tinieblas y del príncipe de este mundo (cf Jn 14,30), el sacrificio de Cristo se convierte secretamente en la fuente de la que brotará inagotable el perdón de nuestros pecados. III DIVERSIDAD DE PECADOS
  • 8. 1852 La variedad de pecados es grande. La Escritura contiene varias listas. La carta a los Gálatas opone las obras de la carne al fruto del Espíritu: "Las obras de la carne son conocidas: fornicación, impureza, libertinaje, idolatría, hechicería, odios, discordia, celos, iras, rencillas, divisiones, disensiones, envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre las cuales os prevengo como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios" (5,19–21; cf Rm 1,28–32; 1 Co 6,9–10; Ef 5, 3–5; Col 3, 5–8; 1 Tm 1, 9–10; 2 Tm 3, 2–5). 1853 Se pueden distinguir los pecados según su objeto, como en todo acto humano, o según las virtudes a las que se oponen, por exceso o por defecto, o según los mandamientos que quebrantan. Se los puede agrupar también según que se refieran a Dios, al prójimo o a sí mismo; se los puede dividir en pecados espirituales y carnales, o también en pecados de pensamiento, palabra, acción u omisión. La raíz del pecado está en el corazón del hombre, en su libre voluntad, según la enseñanza del Señor: "De dentro del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias. Esto es lo que hace impuro al hombre" (Mt 15,19–20). En el corazón reside también la caridad, principio de las obras buenas y puras, que es herida por el pecado. IV LA GRAVEDAD DEL PECADO: PECADO MORTAL Y VENIAL 1854 Conviene valorar los pecados según su gravedad. La distinción entre pecado mortal y venial, perceptible ya en la Escritura (cf 1 Jn 5,16–17) se ha impuesto en la tradición de la Iglesia. La experiencia de los hombres la corroboran. 1855 El pecado mortal destruye la caridad en el corazón del hombre por una infracción grave de la ley de Dios; aparta al hombre de Dios, que es su fin último y su bienaventuranza, prefiriendo un bien inferior. El pecado venial deja subsistir la caridad, aunque la ofende y la hiere. 1856 El pecado mortal, que ataca en nosotros el principio vital que es la caridad, necesita una nueva iniciativa de la misericordia de Dios y una conversión del corazón que se realiza ordinariamente en el marco del sacramento de la reconciliación: Cuando la voluntad se dirige a una cosa de suyo contraria a la caridad por la que estamos ordenados al fin último, el pecado, por su objeto mismo, tiene causa para ser mortal...sea contra el amor de Dios, como la blasfemia, el perjurio, etc., o contra el amor del prójimo, como el homicidio, el adulterio, etc...En cambio, cuando la voluntad del pecador se dirige a veces a una cosa que contiene en sí un desorden, pero que sin embargo no es contraria al amor de Dios y del prójimo, como una palabra ociosa, una risa superflua, etc. tales pecados son veniales (S. Tomás de Aquino, s.th. 1–2, 88, 2). 1857 Para que un pecado sea mortal se requieren tres condiciones: "Es pecado mortal lo que tiene como objeto una materia grave y que, además, es cometido con pleno conocimiento y deliberado consentimiento" (RP 17).
  • 9. 1858 La materia grave es precisada por los Diez mandamientos según la respuesta de Jesús al joven rico: "No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes testimonio falso, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre" (Mc 10,19). La gravedad de los pecados es mayor o menor: un asesinato es más grave que un robo. La cualidad de las personas lesionadas cuenta también: la violencia ejercida contra los padres es más grave que la ejercida contra un extraño. 1859 El pecado mortal requiere plena conciencia y entero consentimiento. Presupone el conocimiento del carácter pecaminoso del acto, de su oposición a la Ley de Dios. Implica también un consentimiento suficientemente deliberado para ser una elección personal. La ignorancia afectada y el endurecimiento del corazón (cf Mc 3,5–6; Lc 16,19–31) no disminuyen, sino aumentan, el carácter voluntario del pecado. 1860 La ignorancia involuntaria puede disminuir, si no excusar, la imputabilidad de una falta grave, pero se supone que nadie ignora los principios de la ley moral que están inscritos en la conciencia de todo hombre. Los impulsos de la sensibilidad, las pasiones pueden igualmente reducir el carácter voluntario y libre de la falta, lo mismo que las presiones exteriores o los trastornos patológicos. El pecado por malicia, por elección deliberada del mal, es el más grave. 1861 El pecado mortal es una posibilidad radical de la libertad humana contra el amor. Entraña la pérdida de la caridad y la privación de la gracia santificante, es decir, del estado de gracia. Si no es eliminado por el arrepentimiento y el perdón de Dios, causa la exclusión del Reino de Cristo y la muerte eterna del infierno; de modo que nuestra libertad tiene poder de hacer elecciones para siempre, sin retorno. Sin embargo, aunque podamos juzgar que un acto es en sí una falta grave, el juicio sobre las personas debemos confiarlo a la justicia y a la misericordia de Dios. 1862 Se comete un pecado venial cuando no se observa en una materia leve la medida prescrita por la ley moral, o cuando se desobedece a la ley moral en materia grave pero sin pleno conocimiento y sin entero consentimiento. 1863 El pecado venial debilita la caridad; entraña un afecto desordenado a bienes creados; impide el progreso del alma en el ejercicio de las virtudes y la práctica del bien moral; merece penas temporales. El pecado venial deliberado, que permanece sin arrepentimiento, nos dispone poco a poco a cometer el pecado mortal. No obstante, el pecado venial no nos hace contrarios a la voluntad y la amistad divinas; no rompe la Alianza con Dios. Es humanamente reparable con la gracia de Dios. "No priva de la gracia santificante, de la amistad con Dios, de la caridad, ni, por tanto, de la bienaventuranza eterna" (RP 17): El hombre, mientras permanece en la carne, no puede evitar todo pecado, al menos los pecados leves. Pero estos pecados, que llamamos leves, no los consideres poca cosa: si los tienes por tales cuando los pesas, tiembla cuando los cuentas. Muchos objetos leves hacen una gran masa; muchas gotas de agua llenan un río. Muchos granos hacen un montón. ¿Cuál es entonces nuestra esperanza? Ante todo, la confesión...(S. Agustín, ep. Jo. 1,6).
  • 10. 1864 "El que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón nunca, antes bien será reo de pecado eterno" (Mc 3,29; cf Mt 12,32; Lc 12,10). No hay límites a la misericordia de Dios, pero quien se niega deliberadamente a acoger la misericordia de Dios mediante el arrepentimiento rechaza el perdón de sus pecados y la salvación ofrecida por el Espíritu Santo (cf DeV 46). Semejante endurecimiento puede conducir a la condenación final y a la perdición eterna. V LA PROLIFERACION DEL PECADO 1865 El pecado crea una facilidad para el pecado, engendra el vicio por la repetición de actos. De ahí resultan inclinaciones desviadas que oscurecen la conciencia y corrompen la valoración concreta del bien y del mal. Así el pecado tiende a reproducirse y a reforzarse, pero no puede destruir el sentido moral hasta su raíz. 1866 Los vicios pueden ser catalogados según las virtudes a que se oponen, o también pueden ser comprendidos en los pecados capitales que la experiencia cristiana ha distinguido siguiendo a S. Juan Casiano y a S. Gregorio Magno (mor. 31,45). Son llamados capitales porque generan otros pecados, otros vicios. Entre ellos soberbia, avaricia, envidia, ira, lujuria, gula, pereza. 1867 La tradición catequética recuerda también que existen "pecados que claman al cielo". Claman al cielo: la sangre de Abel (cf Gn 4,10); el pecado de los Sodomitas (cf Gn 18,20; 19,13); el clamor del pueblo oprimido en Egipto (cf Ex 3,7–10); el lamento del extranjero, de la viuda y el huérfano (cf Ex 22,20–22); la injusticia para con el asalariado (cf Dt 24,14– 15; Jc 5,4). 1868 El pecado es un acto personal. Pero nosotros tenemos una responsabilidad en los pecados cometidos por otros cuando cooperamos a ellos: – participando directa y voluntariamente; – ordenándolos, aconsejándolos, alabándolos o aprobándolos; – no revelándolos o no impidiéndolos cuando se tiene obligación de hacerlo; – protegiendo a los que hacen el mal. 1869 Así el pecado convierte a los hombres en cómplices unos de otros, hace reinar entre ellos la concupiscencia, la violencia y la injusticia. Los pecados provocan situaciones sociales e instituciones contrarias a la Bondad divina. Las "estructuras de pecado" son expresión y efecto de los pecados personales. Inducen a sus víctimas a cometer a su vez el mal. En un sentido analógico constituyen un "pecado social" (cf RP 16).
  • 11. 3. El hombre en el horizonte escatológico 1. Escatología Esta esperanza y todo lo que ella abarca es el motivo de estudio que se conoce como Escatología. Anteriormente, la escatología dedicaba su estudio exclusivamente a las cosas que le sucederían a cada persona individual luego de su muerte y a la humanidad al terminar su historia. La palabra escatología significa etimológicamente "tratado de los éskahtos", éskahtos significa en griego cosas últimas, es decir, la escatología es el estudio de las cosas que sucederían, tanto con cada persona individual como con la humanidad, al final de su historia y de su vida. Para estos propósitos, las cosas últimas se identificaban sobre todo con cuatro puntos principales: • La muerte • El juicio • El cielo o gloria • y el infierno Escatología cristiana y la esperanza que profesa El cristianismo profesa que siempre ofrece esperanzas para toda situación, lo que podría diferenciarlo de otras religiones y sistemas filosóficos al proponer esperanzas a la humanidad que fueran más allá incluso de lo que en otras posturas se consideraría lo 'razonablemente' desesperante. Por poner un ejemplo, el cristianismo propone una esperanza para la humanidad incluso después de su muerte, esperanza que descansa en los méritos de Cristo a través de su muerte en la cruz del calvario (Juan 3:16), y que es dado por Dios solo por gracia para que todo aquel que crea en esta palabra sea salvo y pueda gozar de todos los beneficios que promete la Biblia para el futuro escatológico. Muy por el contrario en otras posturas religiosas o filosóficas la esperanza se reduce a dogmas y sacramentos de esfuerzo humano para poder así de algún modo poder tener una esperanza futura para que aquellos que tengan un estilo de vida que niega toda esperanza. Sin embargo, lo que caracterizaría al cristianismo en sí, no es tanto el hecho de aportar una esperanza más, sino la afirmación sobre el origen de dicha esperanza. En pocas palabras, 2. La muerte 1006 "Frente a la muerte, el enigma de la condición humana alcanza su cumbre" (GS 18). En un sentido, la muerte corporal es natural, pero por la fe sabemos que realmente es "salario del pecado" (Rm 6, 23;cf. Gn 2, 17). Y para los que mueren en la gracia de Cristo, es una participación en la muerte del Señor para poder participar también en su Resurrección (cf. Rm 6, 3–9; Flp 3, 10–11). 1007 La muerte es el final de la vida terrena. Nuestras vidas están medidas por el tiempo, en el curso del cual cambiamos, envejecemos y como en todos los seres vivos de la tierra, al final aparece la muerte como terminación normal de la vida. Este aspecto de la muerte da urgencia a nuestras vidas: el recuerdo de nuestra mortalidad sirve también par hacernos pensar que no contamos más que con un tiempo limitado para llevar a término nuestra vida:
  • 12. Acuérdate de tu Creador en tus días mozos, ... mientras no vuelva el polvo a la tierra, a lo que era, y el espíritu vuelva a Dios que es quien lo dio (Qo 12, 1. 7). 1008 La muerte es consecuencia del pecado. Intérprete auténtico de las afirmaciones de la Sagrada Escritura (cf. Gn 2, 17; 3, 3; 3, 19; Sb 1, 13; Rm 5, 12; 6, 23) y de la Tradición, el Magisterio de la Iglesia enseña que la muerte entró en el mundo a causa del pecado del hombre (cf. DS 1511). Aunque el hombre poseyera una naturaleza mortal, Dios lo destinaba a no morir. Por tanto, la muerte fue contraria a los designios de Dios Creador, y entró en el mundo como consecuencia del pecado (cf. Sb 2, 23–24). "La muerte temporal de la cual el hombre se habría liberado si no hubiera pecado" (GS 18), es así "el último enemigo" del hombre que debe ser vencido (cf. 1 Co 15, 26). 1009 La muerte fue transformada por Cristo. Jesús, el Hijo de Dios, sufrió también la muerte, propia de la condición humana. Pero, a pesar de su angustia frente a ella (cf. Mc 14, 33–34; Hb 5, 7–8), la asumió en un acto de sometimiento total y libre a la voluntad del Padre.La obediencia de Jesús transformó la maldición de la muerte en bendición (cf. Rm 5, 19–21). El sentido de la muerte cristiana 1010 Gracias a Cristo, la muerte cristiana tiene un sentido positivo. "Para mí, la vida es Cristo y morir una ganancia" (Flp 1, 21). "Es cierta esta afirmación: si hemos muerto con él, también viviremos con él" (2 Tm 2, 11). La novedad esencial de la muerte cristiana está ahí: por el Bautismo, el cristiano está ya sacramentalmente "muerto con Cristo", para vivir una vida nueva; y si morimos en la gracia de Cristo, la muerte física consuma este "morir con Cristo" y perfecciona así nuestra incorporación a El en su acto redentor: Para mí es mejor morir en (eis) Cristo Jesús que reinar de un extremo a otro de la tierra. Lo busco a El, que ha muerto por nosotros; lo quiero a El, que ha resucitado por nosotros. Mi parto se aproxima ...Dejadme recibir la luz pura; cuando yo llegue allí, seré un hombre (San Ignacio de Antioquía, Rom. 6, 1–2). 1011 En la muerte Dios llama al hombre hacia Sí. Por eso, el cristiano puede experimentar hacia la muerte un deseo semejante al de San Pablo: "Deseo partir y estar con Cristo" (Flp 1, 23); y puede transformar su propia muerte en un acto de obediencia y de amor hacia el Padre, a ejemplo de Cristo (cf. Lc 23, 46): Mi deseo terreno ha desaparecido; ... hay en mí un agua viva que murmura y que dice desde dentro de mí "Ven al Padre" (San Ignacio de Antioquía, Rom. 7, 2). Yo quiero ver a Dios y para verlo es necesario morir (Santa Teresa de Jesús, vida 1). Yo no muero, entro en la vida (Santa Teresa del Niño Jesús, verba). 1012 La visión cristiana de la muerte (cf. 1 Ts 4, 13–14) se expresa de modo privilegiado en la liturgia de la Iglesia: La vida de los que en ti creemos, Señor, no termina, se transforma; y, al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo.(MR, Prefacio de difuntos).
  • 13. 1013 La muerte es el fin de la peregrinación terrena del hombre, del tiempo de gracia y de misericordia que Dios le ofrece para realizar su vida terrena según el designio divino y para decidir su último destino. Cuando ha tenido fin "el único curso de nuestra vida terrena" (LG 48), ya no volveremos a otras vidas terrenas. "Está establecido que los hombres mueran una sola vez" (Hb 9, 27). No hay "reencarnación" después de la muerte. 1014 La Iglesia nos anima a prepararnos para la hora de nuestra muerte ("De la muerte repentina e imprevista, líbranos Señor": Letanías de los santos), a pedir a la Madre de Dios que interceda por nosotros "en la hora de nuestra muerte" (Ave María), y a confiarnos a San José, Patrono de la buena muerte: Habrías de ordenarte en toda cosa como si luego hubieses de morir. Si tuvieses buena conciencia no temerías mucho la muerte. Mejor sería huir de los pecados que de la muerte. Si hoy no estás aparejado, ¿cómo lo estarás mañana? (Imitación de Cristo 1, 23, 1). 3. El juicio particular 1021 La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la aceptación o rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo (cf. 2 Tm 1, 9–10). El Nuevo Testamento habla del juicio principalmente en la perspectiva del encuentro final con Cristo en su segunda venida; pero también asegura reiteradamente la existencia de la retribución inmediata después de la muerte de cada uno con consecuencia de sus obras y de su fe. La parábola del pobre Lázaro (cf. Lc 16, 22) y la palabra de Cristo en la Cruz al buen ladrón (cf. Lc 23, 43), así como otros textos del Nuevo Testamento (cf. 2 Co 5,8; Flp 1, 23; Hb 9, 27; 12, 23) hablan de un último destino del alma (cf. Mt 16, 26) que puede ser diferente para unos y para otros. 1022 Cada hombre, después de morir, recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio particular que refiere su vida a Cristo, bien a través de una purificación (cf. Cc de Lyon: DS 857–858; Cc de Florencia: DS 1304–1306; Cc de Trento: DS 1820), bien para entrar inmediatamente en la bienaventuranza del cielo (cf. Benedicto XII: DS 1000–1001; Juan XXII: DS 990), bien para condenarse inmediatamente para siempre (cf. Benedicto XII: DS 1002). A la tarde te examinarán en el amor (San Juan de la Cruz, dichos 64). 4. La purificación final o purgatorio 1030 Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo. 1031 La Iglesia llama Purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados. La Iglesia ha formulado la doctrina de la fe relativa al Purgatorio sobre todo en los Concilios de Florencia (cf. DS 1304) y de Trento (cf. DS 1820: 1580). La tradición de la Iglesia, haciendo referencia a ciertos textos de la Escritura (por ejemplo 1 Co 3, 15; 1 P 1, 7) habla de un fuego purificador:
  • 14. Respecto a ciertas faltas ligeras, es necesario creer que, antes del juicio, existe un fuego purificador, según lo que afirma Aquél que es la Verdad, al decir que si alguno ha pronunciado una blasfemia contra el Espíritu Santo, esto no le será perdonado ni en este siglo, ni en el futuro (Mt 12, 31). En esta frase podemos entender que algunas faltas pueden ser perdonadas en este siglo, pero otras en el siglo futuro (San Gregorio Magno, dial. 4, 39). 1032 Esta enseñanza se apoya también en la práctica de la oración por los difuntos, de la que ya habla la Escritura: "Por eso mandó hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado" (2 M 12, 46). Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios en su favor, en particular el sacrificio eucarístico (cf. DS 856), para que, una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios. La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia en favor de los difuntos: Llevémosles socorros y hagamos su conmemoración. Si los hijos de Job fueron purificados por el sacrificio de su Padre (cf. Jb 1, 5), ¿por qué habríamos de dudar de que nuestras ofrendas por los muertos les lleven un cierto consuelo? No dudemos, pues, en socorrer a los que han partido y en ofrecer nuestras plegarias por ellos (San Juan Crisóstomo, hom. in 1 Cor 41, 5). 5. La Resurrección Al tercer día resucito de entre los muertos 638 "Os anunciamos la Buena Nueva de que la Promesa hecha a los padres Dios la ha cumplido en nosotros, los hijos, al resucitar a Jesús (Hch 13, 32–33). La Resurrección de Jesús es la verdad culminante de nuestra fe en Cristo, creída y vivida por la primera comunidad cristiana como verdad central, transmitida como fundamental por la Tradición, establecida en los documentos del Nuevo Testamento, predicada como parte esencial del Misterio Pascual al mismo tiempo que la Cruz: Cristo resucitó de entre los muertos. Con su muerte venció a la muerte. A los muertos ha dado la vida. EL ACONTECIMIENTO HISTORICO Y TRANSCENDENTE 639 El misterio de la resurrección de Cristo es un acontecimiento real que tuvo manifestaciones históricamente comprobadas como lo atestigua el Nuevo Testamento. Ya San Pablo, hacia el año 56, puede escribir a los Corintios: "Porque os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se apareció a Cefas y luego a los Doce: "(1 Co 15, 3–4). El Apóstol habla aquí de la tradición viva de la Resurrección que recibió después de su conversión a las puertas de Damasco (cf. Hch 9, 3– 18).
  • 15. El sepulcro vacío 640 "¿Por qué buscar entre los muertos al que vive? No está aquí, ha resucitado" (Lc 24, 5– 6). En el marco de los acontecimientos de Pascua, el primer elemento que se encuentra es el sepulcro vacío. No es en sí una prueba directa. La ausencia del cuerpo de Cristo en el sepulcro podría explicarse de otro modo (cf. Jn 20,13; Mt 28, 11–15). A pesar de eso, el sepulcro vacío ha constituido para todos un signo esencial. Su descubrimiento por los discípulos fue el primer paso para el reconocimiento del hecho de la Resurrección. Es el caso, en primer lugar, de las santas mujeres (cf. Lc 24, 3. 22– 23), después de Pedro (cf. Lc 24, 12). "El discípulo que Jesús amaba" (Jn 20, 2) afirma que, al entrar en el sepulcro vacío y al descubrir "las vendas en el suelo"(Jn 20, 6) "vio y creyó" (Jn 20, 8). Eso supone que constató en el estado del sepulcro vacío (cf.Jn 20, 5–7) que la ausencia del cuerpo de Jesús no había podido ser obra humana y que Jesús no había vuelto simplemente a una vida terrenal como había sido el caso de Lázaro (cf. Jn 11, 44). “CREO EN LA VIDA ETERNA” 1020 El cristiano que une su propia muerte a la de Jesús ve la muerte como una ida hacia El y la entrada en la vida eterna. Cuando la Iglesia dice por última vez las palabras de perdón de la absolución de Cristo sobre el cristiano moribundo, lo sella por última vez con una unción fortificante y le da a Cristo en el viático como alimento para el viaje. Le habla entonces con una dulce seguridad: Alma cristiana, al salir de este mundo, marcha en el nombre de Dios Padre Todopoderoso, que te creó, en el nombre de Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que murió por ti, en el nombre del Espíritu Santo, que sobre ti descendió. Entra en el lugar de la paz y que tu morada esté junto a Dios en Sión, la ciudad santa, con Santa María Virgen, Madre de Dios, con San José y todos los ángeles y santos. ... Te entrego a Dios, y, como criatura suya, te pongo en sus manos, pues es tu Hacedor, que te formó del polvo de la tierra. Y al dejar esta vida, salgan a tu encuentro la Virgen María y todos los ángeles y santos. ... Que puedas contemplar cara a cara a tu Redentor... (OEx. "Commendatio animae"). 6. El juicio final 1038 La resurrección de todos los muertos, "de los justos y de los pecadores" (Hch 24, 15), precederá al Juicio final. Esta será "la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz y los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida, y los que hayan hecho el mal, para la condenación" (Jn 5, 28–29). Entonces, Cristo vendrá "en su gloria acompañado de todos sus ángeles,... Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su derecha, y las cabras a su izquierda... E irán estos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna." (Mt 25, 31. 32. 46). 1039 Frente a Cristo, que es la Verdad, será puesta al desnudo definitivamente la verdad de la relación de cada hombre con Dios (cf. Jn 12, 49). El Juicio final revelará hasta sus
  • 16. últimas consecuencias lo que cada uno haya hecho de bien o haya dejado de hacer durante su vida terrena: Todo el mal que hacen los malos se registra – y ellos no lo saben. El día en que "Dios no se callará" (Sal 50, 3) ... Se volverá hacia los malos: "Yo había colocado sobre la tierra, dirá El, a mis pobrecitos para vosotros. Yo, su cabeza, gobernaba en el cielo a la derecha de mi Padre –pero en la tierra mis miembros tenían hambre. Si hubierais dado a mis miembros algo, eso habría subido hasta la cabeza. Cuando coloqué a mis pequeñuelos en la tierra, los constituí comisionados vuestros para llevar vuestras buenas obras a mi tesoro: como no habéis depositado nada en sus manos, no poseéis nada en Mí" (San Agustín, serm. 18, 4, 4). 1040 El Juicio final sucederá cuando vuelva Cristo glorioso. Sólo el Padre conoce el día y la hora en que tendrá lugar; sólo El decidirá su advenimiento. Entonces, El pronunciará por medio de su Hijo Jesucristo, su palabra definitiva sobre toda la historia. Nosotros conoceremos el sentido último de toda la obra de la creación y de toda la economía de la salvación, y comprenderemos los caminos admirables por los que Su Providencia habrá conducido todas las cosas a su fin último. El juicio final revelará que la justicia de Dios triunfa de todas las injusticias cometidas por sus criaturas y que su amor es más fuerte que la muerte (cf. Ct 8, 6). 1041 El mensaje del Juicio final llama a la conversión mientras Dios da a los hombres todavía "el tiempo favorable, el tiempo de salvación" (2 Co 6, 2). Inspira el santo temor de Dios. Compromete para la justicia del Reino de Dios. Anuncia la "bienaventurada esperanza" (Tt 2, 13) de la vuelta del Señor que "vendrá para ser glorificado en sus santos y admirado en todos los que hayan creído" (2 Ts 1, 10). 7. El infierno 1033 Salvo que elijamos libremente amarle no podemos estar unidos con Dios. Pero no podemos amar a Dios si pecamos gravemente contra El, contra nuestro prójimo o contra nosotros mismos: "Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él" (1 Jn 3, 15). Nuestro Señor nos advierte que estaremos separados de El si no omitimos socorrer las necesidades graves de los pobres y de los pequeños que son sus hermanos (cf. Mt 25, 31–46). Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de El para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra "infierno". 1034 Jesús habla con frecuencia de la "gehenna" y del "fuego que nunca se apaga" (cf. Mt 5,22.29; 13,42.50; Mc 9,43–48) reservado a los que, hasta el fin de su vida rehusan creer y convertirse , y donde se puede perder a la vez el alma y el cuerpo (cf. Mt 10, 28). Jesús anuncia en términos graves que "enviará a sus ángeles que recogerán a todos los autores de iniquidad..., y los arrojarán al horno ardiendo" (Mt 13, 41–42), y que pronunciará la condenación:" ¡Alejaos de Mí malditos al fuego eterno!" (Mt 25, 41).
  • 17. 1035 La enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad. Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal descienden a los infiernos inmediatamente después de la muerte y allí sufren las penas del infierno, "el fuego eterno" (cf. DS 76; 409; 411; 801; 858; 1002; 1351; 1575; SPF 12). La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios en quien únicamente puede tener el hombre la vida y la felicidad para las que ha sido creado y a las que aspira. 1036 Las afirmaciones de la Escritura y las enseñanzas de la Iglesia a propósito del infierno son un llamamiento a la responsabilidad con la que el hombre debe usar de su libertad en relación con su destino eterno. Constituyen al mismo tiempo un llamamiento apremiante a la conversión: "Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la puerta y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que la encuentran" (Mt 7, 13–14) : Como no sabemos ni el día ni la hora, es necesario, según el consejo del Señor, estar continuamente en vela. Así, terminada la única carrera que es nuestra vida en la tierra, mereceremos entrar con él en la boda y ser contados entre los santos y no nos mandarán ir, como siervos malos y perezosos, al fuego eterno, a las tinieblas exteriores, donde `habrá llanto y rechinar de dientes' (LG 48). 1037 Dios no predestina a nadie a ir al infierno (cf DS 397; 1567); para que eso suceda es necesaria una aversión voluntaria a Dios (un pecado mortal), y persistir en él hasta el final. En la liturgia eucarística y en las plegarias diarias de los fieles, la Iglesia implora la misericordia de Dios, que "quiere que nadie perezca, sino que todos lleguen a la conversión" (2 P 3, 9): Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa, ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos (MR Canon Romano 88) 8. El cielo 1023 Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios y están perfectamente purificados, viven para siempre con Cristo. Son para siempre semejantes a Dios, porque lo ven "tal cual es" (1 Jn 3, 2), cara a cara (cf. 1 Co 13, 12; Ap 22, 4): Definimos con la autoridad apostólica: que, según la disposición general de Dios, las almas de todos los santos ... y de todos los demás fieles muertos después de recibir el bautismo de Cristo en los que no había nada que purificar cuando murieron;... o en caso de que tuvieran o tengan algo que purificar, una vez que estén purificadas después de la muerte ... aun antes de la reasunción de sus cuerpos y del juicio final, después de la Ascensión al cielo del Salvador, Jesucristo Nuestro Señor, estuvieron, están y estarán en el cielo, en el reino de los cielos y paraíso celestial con Cristo, admitidos en la compañía de los ángeles. Y después de la muerte y pasión de nuestro Señor Jesucristo vieron y ven la divina esencia con una visión
  • 18. intuitiva y cara a cara, sin mediación de ninguna criatura (Benedicto XII: DS 1000; cf. LG 49). 1024 Esta vida perfecta con la Santísima Trinidad, esta comunión de vida y de amor con Ella, con la Virgen María, los ángeles y todos los bienaventurados se llama "el cielo". El cielo es el fin último y la realización de las aspiraciones más profundas del hombre, el estado supremo y definitivo de dicha. 1025 Vivir en el cielo es "estar con Cristo" (cf. Jn 14, 3; Flp 1, 23; 1 Ts 4,17). Los elegidos viven "en El", aún más, tienen allí, o mejor, encuentran allí su verdadera identidad, su propio nombre (cf. Ap 2, 17): Pues la vida es estar con Cristo; donde está Cristo, allí está la vida, allí está el reino (San Ambrosio, Luc. 10,121). 1026 Por su muerte y su Resurrección Jesucristo nos ha "abierto" el cielo. La vida de los bienaventurados consiste en la plena posesión de los frutos de la redención realizada por Cristo quien asocia a su glorificación celestial a aquellos que han creído en El y que han permanecido fieles a su voluntad. El cielo es la comunidad bienaventurada de todos los que están perfectamente incorporados a El. 1027 Estes misterio de comunión bienaventurada con Dios y con todos los que están en Cristo sobrepasa toda comprensión y toda representación. La Escritura nos habla de ella en imágenes: vida, luz, paz, banquete de bodas, vino del reino, casa del Padre, Jerusalén celeste, paraíso: "Lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó para los que le aman" (1 Co 2, 9). 1028 A causa de su transcendencia, Dios no puede ser visto tal cual es más que cuando El mismo abre su Misterio a la contemplación inmediata del hombre y le da la capacidad para ello. Esta contemplación de Dios en su gloria celestial es llamada por la Iglesia "la visión beatífica": ¡Cuál no será tu gloria y tu dicha!: Ser admitido a ver a Dios, tener el honor de participar en las alegrías de la salvación y de la luz eterna en compañía de Cristo, el Señor tu Dios, ...gozar en el Reino de los cielos en compañía de los justos y de los amigos de Dios, las alegrías de la inmortalidad alcanzada (San Cipriano, ep. 56,10,1). 1029 En la gloria del cielo, los bienaventurados continúan cumpliendo con alegría la voluntad de Dios con relación a los demás hombres y a la creación entera. Ya reinan con Cristo; con El "ellos reinarán por los siglos de los siglos' (Ap 22, 5; cf. Mt 25, 21.23).