La gracia de Dios es un don que nos permite participar en la vida divina y llegar a la santidad. La gracia santificante nos introduce en la vida trinitaria y nos hace hijos de Dios. Para progresar en la santidad, debemos cooperar con la gracia mediante la oración, los sacramentos y el esfuerzo espiritual, contando con la ayuda de las virtudes y los dones del Espíritu Santo.