El documento resume el pasaje del Evangelio de Juan sobre la multiplicación de los panes y los peces. Jesús se sienta en una montaña con sus discípulos y una gran multitud se reúne a su alrededor. Jesús se da cuenta de que la gente tiene hambre y le pregunta a Felipe cómo van a alimentarlos. Andrés le dice que hay un niño con cinco panes y dos peces, pero que no es suficiente. Jesús hace que la gente se siente, bendice los panes y los reparte, saciando a todos y sobrando doce canast
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Lectio Divina
XVII Domingo, T.O. Ciclo ‘B’ - San Juan ( 6, 1-15)
La secuencia de la lectura de Marcos que llevamos en este año, se
permite un gran paréntesis, para ofrecer- nos los contenidos
eucarísticos. El capítulo 6 de San Juan habla del número de los que
siguen a Jesús, siendo aproximadamente 5000 hombres (6,10). y de la
multiplicación milagrosa de los panes y los peces:
La multitud estaba muy bien impresionada porque Jesús hacía muchas
curaciones, pero después del discurso del pan vivo bajado del cielo,
solamente se quedaron con Él los Doce, (6,67).
Juan clarificó qué era lo que Jesús ofrecería a la gente y no hizo ninguna
concesión ante las expectativas del pueblo que lo quería encasillar. En el capítulo 6 nos revela su
criterio normativo: No fue el número de los que le seguirían , sino la misión que Dios Padre le
asignó lo que lo movió a actuar. .
El relato de la multiplicación de los panes y los peces nos introduce en una de las catequesis
evangélicas más bellas.
Seguimiento:
1. Después de esto, se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades,
2. y mucha gente le seguía, porque veían las señales que realizaba en los enfermos.
3. Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos.
4. Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos.
5. Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia él mucha gente, dice a Felipe: “¿Dónde vamos a
comprar panes para que coman éstos?”
6. Se lo decía para probarle, porque él sabía lo que iba a hacer.
7. Felipe le contestó: “Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco”.
8. Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro:
9. “Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para
tantos?”
10. Dijo Jesús: “Hagan que se recueste la gente‟. Había en el lugar mucha hierba. Se recostaron,
pues, los hombres en número de unos 5 000.
11. Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban
recostados y lo mismo los peces; comieron todo lo que quisieron.
12. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: “Recojan los trozos sobrantes para que nada se
pierda”.
13. Los recogieron, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que
sobraron.
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14. Cuando la gente vio la señal que había realizado, decía: “Este es verdaderamente el profeta
que iba a venir al mundo‟.
15. Dándose cuenta Jesús de que intentaban tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de
nuevo al monte él solo”.
LEER: entender lo que dice el texto fijándose en cómo lo dice
Este pasaje tiene: Una introducción que nos presenta los personajes, el lugar y el tiempo (6,1-4);
el diálogo de Jesús con sus discípulos (6,5-9) y la alimentación de la multitud:
Jesús sirve la mesa (6,10-11). La colecta de las sobras (6,12-14) y las reacciones de la multitud
ante Jesús y de Él ante las multitudes (6,15)
El relato tiene varias alusiones a hechos significativos del Antiguo Testamento: La montaña, la
proximidad de la Pascua hebrea y la gran multitud que nos remiten al Éxodo, incluso al maná del
desierto (ver Ex 16 y Dt 8,3).
La hierba abundante alude a la “fresca hierba” del Salmo 23 (Buen Pastor). El detalle propio de
Juan acerca de los “panes de cebada”, nos recuerdan los panes “de la primicia” multiplicados por
Eliseo).
Las palabras de aclamación de la gente después de la multiplicación de los panes son una cita del
Deuteronomio 18,18.
Este relato del evangelio de Juan nos habla de “signos” que Jesús quiere sean interpretados por
los suyos. Pero, ¿cómo interpretar el signo del pan?
Evocando al gran “Profeta”, la gente piensa en la llegada de los tiempos definitivos; según las
creencias de la época, el “Profeta anunciado por Moisés”, era el Mesías; pero Jesús no quiso
endosar un rol mesiánico, ni que lo vieran como a un rey. El no quiso recibir honores y se retiró
solo a la montaña.
Detalles precisos del relato evocan la Eucaristía (sobre todo el versículo 11) y las celebraciones
eucarísticas vividas en la comunidad juánica.
Comienza diciendo “después de esto”, contextualiza el hecho. El pasaje anterior fue la curación
del paralítico en la piscina de Betsaida y el discurso sobre “la obra de Hijo” Jesús, está a punto
realizar ahora el cuarto signo revelador de su identidad y de su obra en el mundo.
Los signos reveladores de Jesús hasta ahora, han sido: Para una pareja que comienza su vida
matrimonial; El relato que nos narra que convirtió el agua en vino en Caná, la curación del hijo
del funcionario real,: también en Caná y la de un adulto que llevaba 38 años enfermo, en
Jerusalén.
El beneficiario de la “vida de Jesús y en abundancia fue todo el Pueblo”. Juan nos describe el
escenario en el lugar y en el tiempo. Los personajes aparecen dispuestos en tres círculos
concéntricos: 1) Primero está Jesús sentado en una montaña. 2):Los discípulos lo rodeaban y 3)
Una gran multitud con ellos. Ninguno estaba rígido sino realizando movimientos interesantes.
De Jesús se dice que “se fue” de una ribera a la otra del mar de Galilea, que “subió” a la montaña y
también que “se sentó e hizo la señal: multiplicó los panes y los peces”.
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La montaña, tiene un fuerte significado en el lenguaje bíblico; nos evoca la búsqueda de Dios, de
quien todo bien procede; pero también nos recuerda a Moisés en el Sinaí, lugar de la revelación, y
la profecía de Isaías (25,6-16), en la cual se dice que Dios saciará las necesidades de su pueblo en
la montaña santa.
Los discípulos aparecen unidos, “en compañía” de su Maestro; Jesús no estaba solo.
La multitud “lo seguía”, y este seguimiento es sinónimo de discipulado, si bien en su primera fase,
cuando la gente buscaba a Jesús, movida por la fascinación que producían sus milagros: “veían
las señales que realizaba entre los enfermos”.
Estaban en las inmediaciones del mar “de Tiberíades”, el lago de Galilea; Juan indica que viven
este acontecimiento en los días cercanos a la “Pascua, la fiesta de los judíos”. El hecho de que la
multiplicación de los panes se sitúe en el preámbulo de la Pascua hebrea, fiesta de vida y la
libertad, nos señala la ruta por la cual debemos entrar en la comprensión de la multiplicación de
los panes.
Aunque la relación entre el relato y la Eucaristía no se señala explícitamente, más adelante, en el
discurso del Pan de Vida, se dirá abiertamente y con gran profundidad.
MEDITAR: aplicar lo que dice el texto a nuestra vida
Jesús ve “venir” a la gente. Captó que la gente tenía una gran necesidad de Él. La iniciativa de
alimentarla fue suya. Juan subraya que Él quiso darles de comer. Vio la urgencia y buscó la
solución. Dialogó con Felipe y con Andrés. Y preguntó: “¿Dónde vamos a comprar panes para que
coman?”. Nos se trata de una simple pregunta sobre dónde podrían encontrar qué darles. Su
pregunta fue más allá, está relacionada con un aspecto fundamental: “¿Cómo vamos a darles
vida?”.
Jesús sabe que todos tenemos hambre. Él comprende nuestra hambre y quiere darnos de
comer… Le preocupa que los hombres y las mujeres podamos saciarnos pero no de cualquier
comida chatarra. Le importamos. Por eso quiso instituir la Eucaristía, como sacramento de vida.
Nos sigue preguntando a quienes estamos con Él: ¿Cómo vamos a saciar a toda esta gente que
viene a la celebración eucarística? ¿Qué les vamos a ofrecer para que se vayan satisfechos?
Felipe, discípulo que seguramente empezaba a conocer muy bien al Maestro (ver Juan 1,43-46),
le dice a Jesús que era casi imposible alimentar a la multitud: “Doscientos denarios de pan no
bastan para que cada uno tome un poco”. Doscientos denarios, que es casi el equivalente del
salario de un año, se necesitarían para compra la comida: “y tal vez ni eso alcanzaría”.
La respuesta de Felipe fue muy concreta. Le hace ver al Maestro que era ciertamente imposible
satisfacer a tanta gente. Andrés, otro de los discípulos de la primera hora (ver Juan 1,40), le
presenta a un joven, que tiene cinco panes y dos peces. Abre un camino de solución; sin
embargo también él se mantiene en el plano de la duda: “¿Pero qué es eso para tantos?”.
¿Cuál fue la respuesta de Jesús ante las preguntas y actitudes de sus discípulos? ¿Dónde
quería llevarlos? ¿Cuáles fueron los sentimientos que se movieron en los que estaban más
cercanos a Jesús y quienes fueron cuestionados por Él, aprovechando el hambre de la gente/?
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¿Qué sentimos viendo semana a semana llenarse nuestro templo de personas que vienen para
encontrarse con Jesús?
El Maestro sabía qué hacer. Mandó que la gente se sentara; tomó el pan y oró; después lo
repartió a todos. Presidió la mesa. Antes que el pan se multiplicara, hizo que la gente se sentara.
El gesto indica que procuró la unidad. Jesús, siguiendo la costumbre de la cultura hebrea, tomó la
presidencia, como jefe de familia, y eleva una oración de acción de gracias al Padre; reparte los
panes y los peces y se hace servidor:
Vivimos la eucaristía domingo a domingo. ¿Procuramos la unidad, no solo física sino
también espiritual? ¿Nos interesa que los demás se acerquen al Maestro para alimentarse con su
Palabra?. ¿Cuidamos la participación de los que vienen a la celebración?
La “abundancia” es expresión de la generosidad de Dios y de la plenitud hacia la cual Él quiere
conducirnos. “Abundancia”, en el evangelio de Juan, no es sólo cuestión de cantidad, sino de
calidad. No solo hay pan para todos los que están sino también para los que no están. Las doce
canastas de panes “fraccionados” que se recogen, apuntan a la alimentación de todo el Pueblo de
Dios (doce tribus, doce apóstoles), no hay exclusión ni marginación.
ORAMOS nuestra vida desde este texto
Padre Dios: Gracias porque nos tienes a todos presentes. Los canastos que se recogieron nos
dicen que quieres alimentar a todos tus hijos. Haz que seamos como Andrés,
capaces de buscar solución al hambre espiritual de tantos y tantos hermanos,
que necesitan ser saciados con el Pan de vida que nos da tu.Hijo, Cristo Jesús. Y
que como ese joven, pongamos a tu disposición lo poco que tenemos. Tú sabrás
multiplicar nuestro don para calmar el hambre que tiene tanta gente de ti y de lo
tuyo. ¡Así sea!