La arquitectura manierista se originó en Roma y luego se extendió por Europa, donde los principios del Renacimiento italiano no fueron completamente comprendidos. Se caracteriza por la alteración arbitraria de las proporciones entre las partes y el conjunto del edificio, el uso de espacios longitudinales estrechos y la pérdida del eje de simetría. Algunos ejemplos notables son la Villa Farnesina, el Palacio Canossa y el Palacio del Té.