1. El mito de los pinzones de Charles Darwin (parte 1)
Autor:Paulo Arieu
Los pinzones de Charles Darwin (1809-1882), que habitan en islas Galápagos y en la Isla de
Coco, en el océano Pacífico, constituyen un modelo icónico para los estudios de la selección
natural y la evolución adaptativa de las especies. Hace cerca de dos siglos, Darwin descubrió
esos animales en sus largos viajes en la embarcación Beagle. Estas famosas aves, se convertirían
después en símbolos totémicos de la teoría de la evolución.
Pinzón de Cocos (Pinaroloxias
inornata) es el único de los pinzones de Darwin fuera de las islas Galápagos. Es propio de Isla
del Coco. (CHARLES HASKINS TOWNSEND / WIKICOMMONS)
Cuando el famoso «Beagle» llegó al archipiélago de Galápagos en 1835, Charles Darwin quedó
muy sorprendido por el hecho de que cada pequeña isla era habitada por un pinzón de
características únicas, una especie diferente. Se afirma en múltiples publicaciones actuales que la
2. observación de numerosas especies de pinzones en las islas Galápagos estimuló el interés de
Darwin por averiguar cómo se originaron las especies. Esto es inexacto. De hecho, la obra por
excelencia de Darwin, cuyo título completo es El origen de las especies por medio de la
selección natural, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la existencia, dice
muy poco sobre el origen de las especies. Es un libro que no documenta siquiera el origen de una
sola especie por selección natural. El gran naturalista inglés llegó a convencerse de que la
evolución había tenido lugar, pero jamás la vio realizarse, ni durante las cinco semanas que pasó
en las islas Galápagos, ni en ningún otro lugar.
Al profundizar en la bibliografía existente en torno a la vida del gran naturalista inglés, Charles
Darwin, se descubre que con el tiempo se creó toda una leyenda acerca de la gran influencia que
ejercieron los pinzones en su concepción de la teoría de la evolución. Sin embargo, lo cierto es
que estos pequeños pájaros negros casi le pasaron desapercibidos y apenas tuvieron algo que ver
con sus hipótesis. En su famoso diario de viaje, que fue escribiendo a bordo del Beagle, sólo se
les menciona de pasada pero sin discutir cualquier posible implicación transformista. Tampoco
nunca se habla de ellos, desde esta perspectiva, en El origen de las especies. Lo cual sería muy
extraño si realmente Darwin les hubiera dado a los pinzones de Galápagos tanta importancia
como se cree en la actualidad.
Jonathan Weiner, el ensayista que ganó el Premio Pulitzer en 1995 con su obra, El pico del
pinzón, lo reconoce así:
“En contra de la leyenda, Sulloway ha demostrado que Darwin no creía que los pinzones
importaran mucho. Ni siquiera creía que todos fueran pinzones. Le parecía que el pinzón de los
cactus era una especie de mirlo; confundió a otros pinzones con carrizos o currucas. Darwin
suponía que había muchos más como ellos en algún lugar de la costa de Suramérica, donde el
3. Beagle no se había detenido. En otras palabras, por los mismos atributos que actualmente los
hacen interesantes, Darwin consideró que los pinzones no eran nada del otro mundo. Su
diversidad encubrió su singularidad. Para su eterno pesar, Darwin puso los especímenes de los
pinzones de sus primeras dos islas en la misma bolsa, y no se le ocurrió etiquetar la procedencia
de cada ave. Como las condiciones en las islas parecían más o menos idénticas, supuso que los
ejemplares también lo eran.”
Continúa…
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