El documento describe cómo la evolución de las extremidades superiores e inferiores del mono transformaron al mono en hombre y facilitaron la supervivencia. Las manos y brazos evolucionaron para agarrar presas y alimentos, mientras que las piernas y pies permitieron la locomoción bípeda. Gracias a la cooperación de la mano, el lenguaje y el cerebro, los humanos pudieron realizar tareas cada vez más complejas y alcanzar objetivos más elevados a medida que la evolución facilitó su capacidad laboral.