Las clases de lenguaje durante mucho tiempo se han caracterizado por el dictado, la transcripción sin sentido de una cartilla o libro al cuaderno, la memorización de datos e incluso la imposición ortográfica como marca indeleble de la “buena escritura”, negándole la posibilidad a los estudiantes de reflexionar, conocer argumentos y ser críticos frente a sus procesos de lectura y escritura, ocasionando que los niños y las niñas, tengan miedo y se inhiben de expresarse, es decir, que afecta la construcción de su identidad, por lo tanto, se hace necesario ser críticos frente a los procesos que se gestan en las clases de lenguaje.