El documento argumenta que España se ha convertido en un país mediocre como resultado de una cultura que valora la mediocridad sobre la excelencia. Se ha creado un sistema que promueve a los mediocres en la escuela, el trabajo y la política, y que castiga o fuerza al exilio a los más brillantes. Como consecuencia, España ocupa posiciones bajas en educación y competitividad internacional, y ha normalizado la mediocridad en lugar de fomentar el esfuerzo y la creatividad.