La invitación que me ha llegado para unirme a la convocatoria del encabezamiento es agradable, a la vez que tentadora, pero esa convocatoria a mi juicio será ineficaz, al menos tanto como las prácticas religiosas y el ayuno que se denuncian en los capítulos 1 y 58 de Isaías. Me explico. Ustedes la comparan con la situación vivida por la reina Esther y su tío Mardoqueo, efectivamente, una situación de vida o muerte. ¡Así es! ¡Tal es nuestra hora! Pero debemos preguntarnos: ¿Es este un ayuno escogido por Dios? Claramente no, porque la iglesia laodicense que lo convoca no está sometida al Espíritu Santo, sino que como la reina Vasti se encuentra organizando su propia fiesta, su propio reino, desconociendo los tiempos y las sazones...