1. El derecho a la protesta
El derecho a la protesta es una herramienta o mecanismo válido, garantista de los
derechos de las personas y que podemos ejercer quienes pertenecemos a
sociedades y sistemas democráticos. Este tipo de acciones está contemplado
jurídicamente tanto en el ámbito nacional como en el internacional; en la
Constitución Política de Colombia este derecho se encuentra consagrado en
artículo 37: “Toda parte del pueblo puede reunirse y manifestarse pública y
pacíficamente”, por otro lado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos
este mecanismo se puede encontrar en el artículo 20; como también en el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos en su artículo 21. Es importante
describir lo que dicen los ordenamientos jurídicos internacionales ya que con el
bloque de constitucionalidad estos también pertenecen al ordenamiento
constitucional colombiano, de tal manera que el Estado está en la obligación de
reconocer esta acción como un tipo de manifestación válida de los sectores
sociales. En lo referente a la situación jurídica es claro que la protesta goza de total
legalidad dentro de los sistemas democráticos. Pero el tema se complejiza no en
tanto hablemos de legalidad, sino de su legitimidad. Esto quiere decir que las
situaciones de protestas van a entrar en cuestión por el grado de aceptación tanto
del Estado, como del resto de la población que se mantiene neutral (hasta que toma
postura).
La protesta es una expresión pública, lo cual deja claro que también es una
manifestación política ya que esta acción nace de los disensos, las demandas por
el incumplimiento de los derechos colectivos, la reivindicación de grupos excluidos
o discriminados, etc. Estas cuestiones o problemáticas no tocan directamente a toda
la sociedad, entonces podemos entender que cuando la protesta se lleva a cabo,
siempre existirán quienes son sujetos aislados o neutrales de esos momentos hasta
que toman una postura. La aceptación o no de los sujetos aislados dependerá de la
manera en cómo se vaya desarrollando la protesta, pero para esto hay que tener
muchos elementos en cuenta que le dan forma.
2. Tomaré como ejemplo el paro actual en Colombia que inició con la movilización del
28 de abril de 2021 en contra de la Reforma Tributaria (R.T) “ley de solidaridad
sostenible” radicada por el Ministerio de Hacienda ante el Congreso. Un primer
elemento constitutivo de las manifestaciones fueron las redes sociales, las cuales
se vieron inundadas por una ola de críticas frente a la R.T por las afectaciones que
produciría a las clases pobre y media del país, como la afectación a otros sectores
como a campesinos y constructores; especialmente este desconecto se lograba
posicionar en los colombianos por la situación que se vivía en el país frente a la
Pandemia. Esto permitió que para el primer día de movilización muchas personas
salieran a manifestarse en las diferentes ciudades del país debido a la masiva
difusión por redes sociales.
En un segundo momento, los medios de comunicación (Poder Mediático) realizan
un cubrimiento de las movilizaciones y hacen públicas las opiniones de analistas
políticos y otros actores sociales mediante los periódicos, las entrevistas y las
noticias; todo lo anterior para que se vaya formando una opinión de los sujetos
neutrales y también para quienes ya presentan una postura hacia el Paro en
Colombia. Hablamos de un cubrimiento no solo local y nacional, sino también
internacional que implica una red plural de medios de comunicación, esto quiere
decir que la información que se ofrece a los televidentes es heterogénea. Es
importante aclarar que los medios locales cumplen un rol distinto a los medios
nacionales e internacionales ya que estos se enfocan mucho más en cubrir la
situación de su ciudad o departamento, entendiendo que en cada territorio las
protestas se desarrollan de maneras diferentes tanto por la disposición de quienes
se manifiestan como de las acciones de su administración (Alcaldía o Gobernación),
de lo cual se desprende un tercer elemento.
Este tercer elemento a tener en cuenta es precisamente lo que disponen las
administraciones local y nacional, esto tiene que ver directamente con la regulación
de la protesta. Para esta ‘regulación’ los gobernantes hacen uso de la fuerza pública
para garantizar los derechos tanto de la protesta, como de quienes no están
protestando. El problema se agudiza cuando las manifestaciones se convierten en
3. disturbios por el accionar de la fuerza pública (F.P) la cual en la mayoría de los
casos no actúa bajo los principios que impiden la trasgresión de los derechos
humanos. Entonces la actuación de la F.P se vuelve un reiterativo accionar
sistemático del uso excesivo de la fuerza y de las detenciones arbitrarias. Lo cual
también pone en jaque la aceptación de este cuerpo dentro de las protestas.
Falacia de la ventana rota
Esta propuesta ensayística (1850) del economista francés Frédéric Bastiat nos
explica de manera didáctica la otra cara del coste de oportunidad que se produce
por la destrucción de un bien que tiene valor de producción. Simplemente con este
ensayo podemos entender que la destrucción que se produce (ya sea por la guerra,
la delincuencia, el estallido social, etc.) tiene una implicación negativa en la
economía, más que positiva.
En esta lectura de la economía el autor plantea 4 actores, el vándalo, el panadero,
el vidriero y el sastre. El vándalo rompe una ventana de la panadería, así que el
panadero tendrá que reemplazar esa ventana rota y en consecuencia pagarle al
vidriero para que le haga otra ventana; el vidriero ganará dinero gracias al vándalo
que rompió la ventana de la panadería. De esta manera la economía se mantiene
activa porque la anterior situación se vuelve un espiral, el vidriero utilizará el dinero
que ganó para comprarle al carnicero, el carnicero comprará otros insumos con el
dinero que ganó y así sucesivamente. Pero de acuerdo con la propuesta, hay un
cuarto actor que está invisibilizado, el sastre. El panadero iba a comprarse un traje
con el dinero que gastó para una nueva ventana, así que por causa del vándalo, el
sastre no fue pagado para hacer un traje nuevo, es decir, no hubo entrada de capital
para el sastre.
En el contexto actual, este tipo de razonamiento es válido para evaluar los costes
escondidos en una situación aparentemente beneficiosa. Por ejemplo, frente al paro
actual se puede decir que resulta un beneficio que los manifestantes bloqueen
carreteras para que Gobierno se vea obligado a entablar un diálogo con los
4. manifestantes y agilizar una negociación que se resuma en el avance de los
derechos que se están vulnerando o de las condiciones de vida. Pero la otra cara
escondida es que el bloqueo de estas vías imposibilita el transporte de alimentos
que no están llegando a las ciudades y en consecuencia esto se traduce en
desabastecimiento de alimentos, la gente de las ciudades no tendrá qué comer una
vez se agoten los alimentos; luego, los comerciantes aprovecharán este
desabastecimiento para vender los a un mayor costo (a pesar de que no se trate de
una situación de falta de stock de capital). Esto quiere decir que el paro se convierte
en una contradicción, ya que su objetivo es luchar por unos derechos, pero al mismo
tiempo sus dinámicas niegan otros. Y así puede haber otros muchos ejemplos con
relación a las protestas de este año: el evidente e innegable uso excesivo de la
Fuerza Pública hacia los manifestantes (asesinados, heridos, abusados
sexualmente y detenciones arbitrarias), pero al mismo tiempo otros miembros de la
Policía resultan heridos.
La falacia de la ventana rota pone de manifiesto que la protesta social en efecto
produce cambios necesarios, canaliza las necesidades de la sociedad, y los
cambios sistemáticos y estructurales del Estado y sus políticas, sin embargo trae
consigo afectaciones innecesarias o que ocasionalmente no tienen cómo
justificarse. También nos sirve como elemento racional para darle una mejor vía en
la manera como se desarrollan las manifestaciones (porque se puede entender que
parte de los perjuicios a la sociedad son ocasionados por personas aisladas a las
manifestaciones, estos actos tampoco pueden ser una referencia de la protesta) de
tal manera que sus objetivos no vayan en contravía de la dignidad humana.
Se entiende que este ensayo pese a que fue propuesto por un economista, es ante
todo un mecanismo de evaluación racional, con el cual el coste de oportunidad no
radique exclusivamente en una cuestión económica, sino también para darle lectura
a situaciones de índole social, política, cultural y cualquier otro tipo de actividad
humana donde siempre existirá el lado visible y otro oculto.