Gustavo Zorrilla es un artista y teórico del arte colombiano. Se interesó en el arte desde temprana edad al estar expuesto a las colecciones de arte colonial y europeo en su colegio. Estudió pintura en la Escuela de Artes Guerrero y luego se graduó de la Universidad Nacional de Colombia. Ahora se dedica a la teoría del arte, la cual considera importante para los artistas ya que les permite desarrollar criterios y conceptos sobre el arte basados en referentes históricos.
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Entrevista a Gustavo Zorrilla, pintor y docente colombiano
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2. Entrevista a Gustavo Zorrilla
Por: Alejandra Parra
Bogotá, Colombia
2017
Eran las 11 de la mañana, entre la multitud de personas, llegó Gustavo
Zorrilla, un hombre cuya indumentaria de antaño es particular; Sombrero
oscuro, ropa en una paleta de beige, café, gris, y a veces azul. Así
empezamos esta entrevista.
Es docente de Historia y Teoría del arte. Hace varios años se reúne con su
amigo Javier González Páez a quién conoció en la escuela de Artes
Guerrero. Practican la pintura al aire libre, a las afueras de la ciudad.
Salen una mañana, cargados con un guacal, donde llevan soporte, pinceles,
paletas, pintura; herramientas para realizar la pintura al óleo. Procuran
terminar el mismo día; para no realizar alteraciones posteriores en la
pintura.
Gustavo considera la pintura como una labor íntima hecha por gusto
propio. Una labor que le ha permitido desarrollar la observación.
Pintura: Gustavo Zorrilla
3. A.P ¿Cómo fue su infancia?
G.Z. Mi infancia propiamente transcurrió en Cali, mi familia es originaria de
allá. Prácticamente todos mis antepasados son del Valle del Cauca,
particularmente de Buga la Grande y Cartago en frontera con el Eje
Cafetero.
G.Z. Es chistoso porque la ciudad madre que es Buga donde está el señor
de los milagros debería llamarse Buga la Grande pero el pueblito, el que
está entrando a las fronteras del Valle es el que se llama así. De allí viene
mi apellido, de mi abuelo y mi mamá. En particular mis abuelos y
bisabuelos no tuvieron muchos hijos. No conocí a mi padre, él murió
cuando yo era bebé. Mi infancia pasó en Cali y a eso de los 8 años me vine
a vivir a Bogotá, con mi abuela, mi mama y mi tío.
Pintura: Gustavo Zorrilla
A.P. Llegó desde muy pequeño a Bogotá por eso no tiene un acento muy
marcado…
G.Z. Sí, el caleño que reemplaza la ese por la jota y así: El oís, el contáme,
toda esa cantidad de modismos, mi familia lo sostiene pero ya debido a la
integración y al contacto con la gente cundiboyacense, uno lo va perdiendo
y se va neutralizando, como que a veces no se sabe de dónde diablos es
uno por esa hibridación tan rara no solamente racial sino también de lugar,
de contexto, pero bueno, uno se va adaptando al ambiente.
En el caso de nosotros creo que dejamos un pasado en el Valle que talvez
no quisiéramos repetir, aunque estos ciclos son vitales y transforman, a
veces es necesario someterse a esos cambios drásticos para que también
el curso de la vida cambie.
El proceso de adaptación con otros chicos fue complejo porque uno trae
sus costumbres. El desprenderse de la familia, el integrarse con otros
chicos al principio fue un poco traumático porque de todas formas hay una
sociedad que es muy fuerte en cuestiones a veces un tanto displicentes con
respecto a las personas de otras regiones del país pero bueno, hay que ir
evolucionando.
Pintura: Gustavo Zorrilla
4. A.P. ¿De dónde surgió el gusto por el arte y cuál fue su primer
acercamiento?
G.Z. Siempre me ha gustado el hecho de pintar y dibujar; viene de familia;
mi mamá y mis tíos han sabido dibujar. Cuando ingresé al Colegio Mayor
de San Bartolomé, ubicado en el centro de la ciudad, entré en contacto con
toda una herencia de elementos históricos; toda una tradición que en ese
momento conservaba esa rigurosidad académica, entre todos esos
elementos intelectuales y académicos que el colegio le brindaba a uno,
había una colección muy basta de arte colonial. Dentro de las colecciones
particulares que los jesuitas tenían había arte de los siglos XVl, XVll y XVlll.
Muy pocos jesuitas llegaban a empaparse de todo lo que tenían, pero me
relacioné con algunos de ellos de manera cercana. Si ellos veían el interés
de uno de los estudiantes acerca del arte lo ingresaban a la comunidad y le
mostraban algunos pasajes en donde tenían colecciones.
Teníamos misa cada 15 días, cosa que pues yo realmente por ese
lado de la fe y las creencias católicas, cristianas, romanas, lo que
sea, yo no iba por ese lado al colegio sino más bien por la formación
académica, eso es realmente lo que uno hereda.
“Entonces uno pasaba por ciertas puertas, ciertos pasillos, en
donde había una colección interesante; piezas de arte colonial y
también europeo, aunque ellos no supiesen que tenían un Rubens
original, un Guido Reni; italiano, uno de los grandes maestros del
barroco”.
En fin tenían un material tremendo, particularmente nos causaba
impresión, a mí y a algunos de mis compañeros la Capilla de San José, que
es como la Sixtina Bogotana, ubicada dentro de la iglesia San Ignacio que
colinda con el colegio. Uno atravesaba unas puertas, una serie de pasillos
y llegaba a esta capilla, detrás del altar mayor de la iglesia de San Ignacio.
Ahí había un despliegue creativo de un sacerdote que se llamaba Santiago
Páramo, una serie de pinturas murales al fresco en donde mostraba la
sagrada familia, el juicio final y los caballos del apocalipsis.
Entonces cuando uno pasaba por ahí se extasiaba y decía: -¡uy pero
que cosa tan maravillosa! Ese fue uno de los primeros incentivos
para acercarme al arte y continuar con los estudios.
En ese momento, en el 95 conocí a un artista de Fontibón llamado Ignacio
castillo cervantes; autodidacta, desde muy pequeño fue discípulo de
Gustavo Arcila Uribe, escultor que hizo la virgen de Guadalupe en el cerro.
Los jesuitas lo llamaron para hacer un mural de más de diez metros de
longitud por casi cuatro metros de alto, donde aparecían los hitos y
personajes más importantes del colegio.
Fragmento del mural realizado por Ignacio Castillo Cervantes
5. Algo curioso es que su casa es una réplica de la basílica de San pedro de
Roma. El tipo era un católico fervientísimo. Adentro hay una serie de
murales, cosa que nunca terminó, por que empezaba una cosa y nunca
terminaba, a duras penas tenían que arriarlo. Empezó una serie de murales
aunque inacabados, son una pequeña herencia a Fontibón.
Entonces, lo vi trepado en unas mesas, ni siquiera andamios que le
pusieron de manera muy improvisada. Me metí ahí, y le pregunté
cómo había aprendido a pintar y como había sido su historia. Cada
vez que lo veía, llevaba material, me mostraba y guiaba en el
dibujo. - Ahí empezó el interés por el arte. Y dije: - ¡A eso me tengo
que dedicar!
Fragmento de mural en la casa de Ignacio Castillo Cervantes
A.P. ¿En qué año termina su bachillerato y cómo llega a la decisión de
estudiar artes?
G.Z. Me gradué en el año 97, sabía que tenía que ir directamente a la
nacional; pero también, antes de terminar bachillerato, uno de los jesuitas
me dijo: -¿Por qué no hace un curso de pintura al óleo? ¡Comience a
desarrollar su habilidad, yo le financio un curso!
Así hice un semestre de óleo en la guerrero, bajo el auspicio de este jesuita,
que ya murió, pero realmente lo tengo en una buena estima, es uno de los
pocos sacerdotes que considero tomaba muy enserio su profesión, no se
creía un santo ni mucho menos, el tipo era bastante diplomático con todo
su proceder.
Entonces en la Guerrero conocí al maestro Javier Gonzales Páez,
también graduado de la nacional hacia el año 1985. Él dictaba clase
en La Guerrero, era un aficionado y sigue siendo a la pintura al aire
libre, a la pintura de paisaje, y con él comencé a apropiarme más
del lenguaje y la técnica del óleo; a tener la necesidad de salir al
aire libre para ejercer más la observación.
Era un obsesivo con la pintura de Cézanne y siempre trató de evocarnos
como referencia a este pintor, por la manera de construir el paisaje a través
de tonos yuxtapuestos.
Hacia el año 1999, me presenté a la Nacional; la primera vez no pasé los
exámenes generales; en ese tiempo eran dos días de exámenes, era
durísimo. Al semestre siguiente pase los académicos pero no los
específicos por que éste tiene su truquito; si te dicen: “Dibuje una
manzana”, tu no puedes ser literal, la prueba te exige que mires más allá
del simple hecho de mostrar un elemento tal y como se ve. Bajo los
consejos de este maestro, al segundo semestre del año 99 pasé.
6. A.P. ¿En su experiencia en la universidad quiénes fueron sus influencias?
G.Z. Las mas importantes en pintura, María Morán, profesora, le interesaba
mucho la cuestión del color y permitir que el estudiante desarrollara su
talento a partir de una libertad temática pero con una rigurosidad del color,
y una manera muy juiciosa de encontrar un camino pictórico, un camino
claro con respecto al color. Ella era colorista.
En dibujo, David Lozano y David izquierdo; ellos Fueron influyentes con
respecto a afinar la capacidad del dibujo, del trazo y de la línea. Con lozano
fue más hacia el cuerpo, la parte erótica y con izquierdo fue más hacia el
hecho de que cualquier posibilidad donde exista el concepto lineal puede
ser dibujo.
German Rubiano caballero, profesor de historia, bastante influyente en su
tiempo, como uno de los recopiladores de datos de artistas aquí en
Colombia. Escribió varios libros interesantes como; Escultura en América
latina, La escultura en Colombia. También escribió varios capítulos de la
Enciclopedia de la historia del arte colombiano Salvat. También dictaba
electivas de arte, donde empecé una amistad muy cercana con el maestro
Rubiano, todavía lo frecuento, lo llamo, lo visito y hablamos de temas en
general pero particularmente sobre arte.
Todavía no puedo dejar de decirle “Maestro” porque cuando uno
tiene una persona en la universidad y le enseñó bastante a uno…
Y el después me dice: -¡No, llámame Germán! yo decía: -No maestro
yo no puedo llamarlo Germán… Eso Era imposible, no se, es
cuestión de la academia y de respeto, por que si comparamos
edades el me lleva 50 años de trayectoria. Entonces él fue una
influencia fundamental para convertirme después en artista
teórico.
Pintura: Gustavo Zorrilla
7. A.P. ¿Por qué considera es importante la teoría para un artista?
G.Z. Desde el momento que uno ingresa a la universidad, cuando uno
comienza a pintar, dibujar, crear o mantener una expectativa romántica
del arte frente a la academia y al aprendizaje, uno siempre debe tener
referentes del pasado. En esos primeros años uno debe enamorarse de
ciertos artistas para poder generar un criterio o más bien comenzar a
crear un camino al respecto y liberarse.
Por supuesto, que uno tiende siempre a buscar la concepción del estilo
para que sea reconocido, pero lo fundamental en los primeros años es
tener esos referentes visuales para poder encaminarse.
Actualmente yo creo que el arte o los artistas no tienen un estilo en
particular porque el eclecticismo de la infinidad de medios que uno tiene a
disposición, son enormes, hace que te ahogues, que te auto-satures de lo
que haces, pero pienso que en el arte hay caminos infinitos, pienso que en
particular en la pintura, por mas que se utilicen las mismas técnicas, oleo,
acuarela o aguadas; bajo los parámetros de la imaginación de un artista se
abren nuevos caminos del arte y la pintura en cada individuo, que toma un
nuevo camino en la historia del arte.
Yo pienso que la teoría ayuda a afianzar y ayuda a crear conceptos que vas
desarrollando, por eso es tan fundamental crear una bitácora; no
solamente de apuntes pictóricos y plásticos sino también de apuntes
escritos y obviamente, si te das cuenta en la historia del arte hay muchos
pintores que lo han hecho, Van Gogh era uno de ellos a través de sus cartas,
Nicolas Poussin en el barroco, Leonardo da Vinci en el Tratado de la
pintura, en fin. De una u otra manera ellos han creado teoría y por supuesto
si el artista no crea un bagaje, si no se apropia de unos hitos de la teoría
del arte, creo que no va para ningún lado, eso es una realidad. Hay que
tener una guía, un pilar conceptual. Esa es la gran diferencia con un artista
empírico, que pinta por pasión, por sentimientos.
Pintura:
Gustavo Zorrilla
8. A.P. Entonces cuando finaliza sus estudios decide enfocarse hacia la
teoría…
G.Z. Sí, cuando recién egresado sales al “mundo real” te das cuenta que es
demasiado difícil, sobretodo para tener una financiación, tener unos
materiales, un espacio. Por supuesto en mi caso decidí dedicarme a la
teoría, ya que de mi promoción pocos fueron teóricos.
Pienso que actualmente al mundo del arte colombiano le hace falta buenos
teóricos, cosa que obviamente es un círculo bastante cerrado, pero a la vez
muy amplio; una especie de contradicción irónica porque dentro del
mundo de la crítica y las artes plásticas, siempre están los mismos; para
uno calar se necesita estar empapándose y estar en medio de la rosca eso
es una realidad.
Pero en mi caso pienso que hacer critica y teoría del arte
alternativa, es decir desligado de las roscas también se puede, uno
puede abrirse camino.
Pienso que desafortunadamente a los medios de comunicación les falta
tener espacios para destacar los personajes que están haciendo critica en
el arte colombiano porque a partir de eso se genera el entendimiento del
espectador. La televisión colombiana está desperdiciando espacios
valiosos de audiencia en vez de crear una raigambre, un espacio cultural y
generar valores alrededor del arte, pero no se ha tomado la iniciativa de
regresar, por ejemplo, a la iniciativa de Marta Traba cuando realizaba sus
programas sobre arte en Colombia siendo realmente muy elocuente en su
tiempo, causó una impresión tremenda en la sociedad colombiana.
A.P. ¿Qué sucedió después de estudiar en la Nacional?
G.Z. Me motive por buscar alternativas y arriesgarme a salir del ámbito
colombiano y las universidades colombianas, para realizar un estudio un
poco más avanzado; como decían nuestros profesores, hay que salir del
país. Ellos nos decían: - ¡Estudie el pregrado acá, pero salga a hacer una
maestría o el posgrado al exterior por que es necesario empaparse de otros
contextos otras mentalidades, otras visiones de otros artistas!
Había una compañera de la universidad viviendo en Alemania hace más de
10 años, ella es fotógrafa y había hecho ya su carrera en artes, y me dijo: -
¡Ven y miramos a ver que hacemos! Entonces dije, - ¡listo! Yo no domino
el alemán, pero entonces busqué la posibilidad en España.
La universidad autónoma de Barcelona fue un lugar ideal para comenzar
un nuevo camino dentro de mi formación. Algo interesante es que
Barcelona es una ciudad multicultural, muy atractiva de manera visual, es
un ícono del modernismo en España.
Así iba a poder ir a los museos y conocer en vivo y en directo todo
eso que uno ve en los libros, todas esas reproducciones, respirar ese
mismo aire que respiro Gaudí en algún momento en Barcelona, ese
aire que respiro en su momento Picasso en el café de los cuatro
gatos, en sus inicios juveniles, en fin. Eso me motivó para
seleccionar un espacio ideal y continuar con la teoría.
El master consistió en estética del arte, se llamaba Pensar el arte
contemporáneo, un Master en filosofía del arte contemporáneo, pero el
hecho que fuera contemporáneo no quiere decir que uno no mira la
historia del arte anterior y se retroalimente.
Me encontré con profesores muy influyentes como Valeriano Bozal que
creó una editorial que se llama La Balsa de Medusa, que se dedicó
exclusivamente a publicar textos de estética. Gerard Villard, doctor en
estética alemana que era el director del master y profesores de diferentes
9. partes de España y del extranjero; profesores estadounidenses alemanes,
franceses.
Algo interesante es que las clases las recibíamos en los museos; ellos tenían
aulas en el museo Picasso y en el museo miró y también le permitían a uno
entrar gratis con el carné a ver las exposiciones.
A partir de eso empecé a tener una visión global del arte antiguo y el arte
moderno, una visión interesante; el relacionarse con compañeros de
diferentes partes del mundo; había argentinos, chilenos, mexicanos, había
un japonés y un italiano.
A.P Retomando el tema de los paisajes, ¿actualmente en qué lugares han
pintado con el maestro Javier González Páez?
G.Z. Cuando empezamos a hacer pintura de paisaje nos evocamos
directamente a la concepción romántica del impresionismo, pero nos
parece interesante la sabana porque como tu sabes a principios del siglo
XX hubo pintores que se interesaron por el paisaje sabanero, de ahí viene
la frase de la escuela de la sabana, por Eduardo Serrano.
Con ese referente empezamos a “paisajear”, y - ¡qué más que a los
alrededores! Vamos a Tabio, pero la mayor producción que hemos hecho
últimamente ha sido en Subachoque porque allí el paisaje es más quebrado
a nivel tonal; hay unos paisajes mucho más interesantes, y curiosamente
es uno de los parajes donde hay diferentes tipos de clima. Entonces pasa
de un sol que estalla el brillo de los verdes a un momento de
nubosidad y solo grises.
La idea precisamente es hacerlo “in situ”; si comienzas a las diez de la
mañana, la idea es que a las 3 estés desmontando el caballete y tengas el
paisaje para no volverlo a tocar, para luego no intervenirlo en el taller, ni
mucho menos porque luego ya no tendrá la misma frescura, la misma
vitalidad que adquieren en la intemperie. Trabajamos un tamaño estándar
de más o menos 35x55cm, un tamaño que permite tener una mirada
panorámica, el formato tiene una horizontalidad interesante. También por
la comodidad y porque tenemos un guacal para poder transportarlo para
así evitar manchar a las personas en el bus.
Pintura:
Gustavo Zorrilla
10. A.P ¿Alguna vez ha mostrado su trabajo?
G.Z. Soy artista plástico, pero no soy muy dado a mostrar mi trabajo,
digamos que es muy personal, soy muy nostálgico con mis cuadros, me
duele desprenderme de ellos, pero más bien trato de conservarlos.
Pero cierta vez, cerca de la Escuela de artes y letras había un espacio
disponible; un café llamado la utilería en donde mostramos los paisajes de
Subachoque, pero fue más un despliegue bastante familiar, llegaron
amigos y uno que otro profesor.
En otra oportunidad presenté en el Salón Botero un paisaje de ciudad de
una pequeña serie. El salón debido a falta de asesoramiento, años más
adelante se dilató por que crearon otras categorías para dar un solo
premio. Debieron distribuir el dinero para premiar las distintas categorías,
finalmente el Salón Botero no continuó.
Nos gustaría más adelante mostrar en la casa Gómez Campuzano,
precisamente con el tema de la escuela de la sabana.
Pintura: Gustavo Zorrilla
11. Agradecimiento especial a Gustavo,
por su tiempo para realizar esta
entrevista, por su dedicación, motivación
como docente; por infundir y compartir
suconocimientoysobretodopormantener
vivo el interés de nosotros sus estudiantes
en la historia y teoría del arte. <A.P>
Retrato de Gustavo Zorrilla Zorrilla
Dibujo digital.
Autor: Jairo Rincón. 2012