¿ Es consciente de que aumenta la morosidad y se reduce la liquidez?
1. A GRANDES MALES
GRANDES REMEDIOS
Las empresas de pequeña y mediana dimensión se ven afectadas hoy en día por dos problemas que
cobran, dado el entrono económico, la categoría de verdaderos sucesos catastróficos. Se trata de la
morosidad y de la ausencia de liquidez y crédito. El primero introduce incertidumbres, frena las
transacciones comerciales y drena liquidez. El segundo no permite solucionar los efectos de la
morosidad, sino que los agrava.
Las empresas se enfrentan a un verdadero problema de “cash flow” que las obliga a demorar los pagos,
generar tensiones de caja y condenarse a aparecer en registros negativos que las alejan ya de cualquier
probabilidad de conseguir crédito bancario o comercial. Esta situación -y no las pérdidas de
explotación- es la verdadera causa de la insolvencia de las empresas. Por ello, debemos estar de acuerdo
en señalar a la reactivación del crédito como el elemento clave para la recuperación de la actividad
económica.
¿Cómo percibimos en CESCE la evolución de esas dos variables: morosidad y crédito?
A la hora de medir la morosidad, es conocido el indicador general del sistema financiero que ha
superado con creces el 8%. Sin embargo, este no es un buen indicador para medir los impagos en las
transacciones entre empresas, sino que es mucho más útil el índice de morosidad sobre efectos
comerciales, que es el que identifica realmente el comportamiento de pago de las empresas con sus
proveedores. Y el panorama no da señales de mejora: en CESCE hemos desarrollado un sistema de
predicción que anticipa que la morosidad seguirá subiendo durante al menos los próximos seis meses.
Por lo que se refiere al crédito, se observa también una caída en los importes de efectos descontados, lo
que refleja la restricción crediticia que se manifiesta en cancelaciones de líneas de descuento. La
tendencia prevista en esta partida también será descendente en los próximos meses, por lo que el
problema de la ausencia de liquidez tenderá a agravarse.
¿Cómo contribuyen los aseguradores de crédito a resolver los problemas de sus
clientes en este tipo de situaciones?
Por desgracia, el Seguro de Crédito ha venido reaccionando a los problemas por dos vías: (i) reduciendo
las coberturas y, por tanto, restringiendo aún más la capacidad de expansión de las ventas, o (ii)
empeorando sus condiciones (franquicias, ampliación de plazos de indemnización), drenando así más
liquidez de las maltrechas economías de las empresas. Si ante el recrudecimiento de la crisis la industria
del Seguro de Crédito (que perdió cerca del 30% de sus clientes en Europa en 2009) vuelve a mostrar
una actitud parecida, infringiría a su prestigio un daño difícilmente recuperable.
2. A GRANDES MALES
GRANDES REMEDIOS
Como han tenido que hacer otros sectores, el Seguro de Crédito debe reinventarse y proporcionar a sus
clientes precisamente aquello que más necesitan. Por una parte, hay que aumentar la concesión de
riesgo para incrementar la protección a las empresas. Esa mayor aceptación de riesgo sobre
compradores problemáticos llevará aparejada un precio de crédito más alto; pero hay que otorgarla.
¿Alguien puede poner en cuestión que el riesgo de crédito ha de tener un coste cuando a nuestro
Tesoro le exigen los mercados más de 500 puntos básicos por el diferencial de riesgo con Alemania? La
cuestión más importante es hacer posible el crédito comercial, no hacerlo barato.
Por otro lado, hay que utilizar la protección que otorga el Seguro de Crédito a los créditos comerciales
para que constituyan una fuente de liquidez. Cualquier esfuerzo en este sentido es poco. Es preciso
adelantar el pago de indemnizaciones: ¿De qué sirve una indemnización tardía cuando el problema de
las empresas es una cuestión de caja? Es necesario también poner en valor la protección otorgada por
las compañías de seguros, entidades solventes, sobre los créditos comerciales para que su descuento
resulte atractivo a las entidades financieras. El Seguro de Crédito ha de convertirse en un puente hacia
la financiación, no en un sobrecoste para la obtención de una protección patrimonial. Hoy en día, dicha
protección patrimonial resulta retórica pues la única urgencia de las empresas en el tráfico comercial es
la liquidez.
Contra morosidad e iliquidez, protección y financiación. Este es el papel contracíclico que se espera de
las compañías de seguro de crédito; y es nuestra obligación asumirlo, aunque suponga renunciar a
algunos principios y a los usos y costumbres más arraigados en esta industria. Ha llegado el momento
de que el Seguro de Crédito se reinvente porque, como señaló Hipócrates, ad extremos morbos,
extrema remedia exquisite optima.
Luis Antonio Ibáñez
Director del Área de Operaciones por Cuenta Propia
CESCE