La escultura representa a la Virgen María sosteniendo al Niño Jesús en sus brazos. Se muestra la comunicación entre madre e hijo a través de sus miradas y gestos cariñosos. La escultura está realizada en piedra policromada y dorada, con drapeados más naturales que siguen las formas anatómicas bajo los ropajes. Originalmente estaba situada en el coro de la catedral de León.