Este documento describe la historia de Armando Alayo, quien perdió a su padre durante el fenómeno de El Niño de 1998 en Trujillo, Perú. El río Cargatrapos se desbordó e ingresó a su casa, arrastrando a su padre. Aunque Armando intentó salvarlo, su padre se soltó de la soga y murió. Desde entonces, Armando ha dedicado su vida a luchar por el agua y advertir sobre los peligros del fenómeno de El Niño. Actualmente critica la falta de preparación
1. Domingo 5 defebrerode2017, Trujillo, La Libertad La Industria
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Especial ‘El Niño’ es un fenómeno oceánico y atmosférico que ocurre por el calentamiento de las aguas del Océano Pacífico. El agua del mar se evapora
más rápido y se convierte en nubes que luego desatan lluvias, muchas veces persistentes y otras torrenciales. El fenómeno climático lleva su
nombre, según algunos estudios, porque su aparición es cercana a la Navidad, fiesta del Niño Dios.
Elnombredelfenómenoclimático
SIN MIRAMIENTOS.‘EL NIÑO’ LLEGA, Y NO PARA JUGAR
El hijo del
ahogadoNadie conoce el dolor de la muerte que deja el fenómeno de
El Niño, como aquel que lo ha vivido. Armando Alayo sabe lo
que es el sufrimiento provocado por la furia de la naturaleza.
SOBREVIVIENTE.Armando Alayo Villanueva muestra una foto de su padre. Detrás, la casa que el agua del río Cargatrapos estuvo a punto de arrancar tras las lluvias que ocurrieron en el nefasto verano de 1998.
L
uego de llorar, Armando
AlayoVillanuevadiceque
el agua, por la que tanto
lucha, es ingrata.
-El agua solo me dejó esto.
Esto es un atado de fotos. Fo-
tos en blanco y negro de su pa-
dre y él. Fotos en las cuales su
padre viste terno y corbata, y él
intenta tocar una guitarra.
Luego se levanta el filo de su
polo para mostrar los pasadores
desucorrea:solomedejóenpan-
talón. Todas mis cosas se la lle-
vó el agua. Mira su casa de en-
tonces, en la que vivía con su
padre. Mira su casa de ahora, en
la que vive como lo que es: un
huérfano de 51 años.
ArmandoAlayoVillanuevare-
cuerda el viernes 13 de marzo
de 1998, cuando el río Carga-
trapos atravesó Menocucho, un
centro poblado a 30 minutos de
Trujillo y asentado a un costado
de la carretera de penetración a
la sierra de La Libertad. El agua
los encontró durmiendo. Cuan-
do estaban a punto de salvarse,
su padre se soltó de la soga que
los ayudaba para llegar a tierra
firme. Armando halló su cuer-
po cuatro días después a varios
kilómetrosdedistancia,enlabo-
catoma de Moche.
DonJulioAlayoRodríguez,pa-
dredeArmando,fuelaúnicavíc-
tima mortal en esta parte de la
Apareció
en bocatoma
de Moche
bitácora.
Archivoperiodístico.
La edición del 14 de marzo
de 1998 de La Industria cuenta,
en su portada, que el río Carga-
trapos arrastró a tres personas y
aisló totalmente a la sierra de
Trujillo. “No, él (papá de Arman-
do) fue el único que murió en El
Niño de 1998 en esta parte de
Trujillo”, aclara Víctor Sandoval.
Cuatro días después, La Indus-
tria informa de la aparición del
cuerpo de Julio Alayo en la
bocatoma de Moche. Se especu-
la de la desaparición de dos
cuerpos más, pero nunca se
confirmó. Nadie reclamó por los
supuestos fallecidos.
En 1998, La Libertad soportó
toda la furia del fenómeno
de El Niño. Desbordes, terre-
nos agrícolas inservibles,
viviendas destruidas y
muerte fue lo que dejó la
naturaleza. ¿Qué hemos
aprendido de esta experien-
cia? Armando Alayo Villa-
nueva perdió a su padre.
Esta es su historia.
CésarClavijoArraiza
cesarclavijo@laindustria.pe
Su historia y, principalmen-
te, la de su hijo es pertinente en
la actualidad, cuando la natura-
lezanosrecuerdaquepocoona-
da hemos aprendido de sus en-
señanzas. El fenómeno de 1998
fue una verdadera tragedia. De-
jó, según Defensa Civil, 72 mil
306liberteñosdamnificadosy11
mil 550 viviendas destruidas.
Una de ellas, la casa donde viví-
an, al pie de la carretera, Ar-
mando Alayo y su padre, quien
de joven cantó al lado de Pauli-
no Rebaza, el Trovador Andino.
Ahoraexistencondicionesidó-
neas para que la calamidad se
dimensione. El hombre ha vuel-
to a invadir con total desparpa-
jo el cauce de quebradas y ríos,
y ve a la naturaleza como un en-
te inofensivo. “Ellos no han vi-
vido lo que se vive en época de
lluvia”,diceArmando,mirando
las viviendas que se han cons-
truidoenáreaspordondeelagua
discurrió en 1998.
ArmandoAlayocriticaquela
gente no lee. No se entera, no se
informa de lo poderosa que es el
agua. Cuenta con sus dedos que
lee reportajes, informes, libros,
y que a través de ellos se ha en-
terado de que en la costa del Pe-
rúhanocurridodos‘meganiños’.
Unoenel1300yotroenel1600.
“Hay registros de que en ese en-
tonces llovía 40 días seguidos”,
relata y se imagina como sería
la vida si eso sucediera ahora.
“¡Diosmío!”,exclama.Segúnar-
queólogos, un ‘meganiño’ pro-
vocó el final de la cultura Mo-
che. Según los economistas, ‘El
Niño’ de 1998 originó que el Pe-
rú pierda mil 200 millones de
dólares. Según la Nasa, el su-
puesto fenómeno de 2016 sería
el más peligroso de la historia.
Pero este nunca apareció. Todo
indica que reservó su aparición
paraestosdías.Lanaturalezajue-
ga a las escondidas.
Amoryodio
Luego de la muerte de su pa-
dre, Armando Alayo reforzó su
todo”, especula con conoci-
miento de causa.
La lucha de Armando Alayo
es tan decidida que ha sido uno
de los promotores para que la
Municipalidad del Centro Po-
blado de Menocucho presente
una denuncia ante el Ministerio
Público contra el Proyecto Es-
pecial Jequetepeque-Zaña (Peje-
za), encargado por el Estado pa-
ra ejecutar las obras de
contingencia contra el fenóme-
no de El Niño que se pronosticó
para el 2016, que al final no fue
tan fuerte, como se advirtió.
La comuna acusa a los admi-
nistradores de Pejeza de no ha-
ber realizado los trabajos consi-
deradosenelexpedientetécnico;
además, de apropiación ilícita.
“ElMinisterioPúblico,hastaaho-
ra no responde”, lamenta.
Lacasasola
Armando le pidió a su padre,
una noche antes de su muerte,
que se quede a buen recaudo en
la casa de un vecino. Su padre
terco como siempre, no obede-
ció. “Una vez me nombraron di-
rigente de un club y cuando se
enterómehizorenunciar”.Cuan-
do el agua ingresó a su casa, un
amigolesalcanzóunasoga,Em-
pezaron a salir; pero su papá, de
74años,sesoltó.Elagualoarras-
tró,comoloestabahaciendocon
todo Menocucho. Armando llo-
ra. Su padre no solo murió, su
padre se le escapó de las manos.
Han pasado casi 20 años de la
tragedia y él todavía sigue afec-
tado. Nueve meses antes de que
su papá se suelte, su mamá mu-
rió de un derrame. Armando es
soltero y vive en la misma casa:
fachada celeste, puerta y venta-
nas oxidadas, abodes desorde-
nados, carrizos y una ruma de
arena que forma una rampa en
elingreso.Parecequeeldolorse
acumuló en todo ese desorden.
“Él todavía sigue mal por lo de
su padre”, cuenta su amigo Víc-
tor Sandoval Bacilio.
región del inclemente fenóme-
no de El Niño que se desató en
1998 —considerado por orga-
nismointernacionalescomouno
delosmáscatastróficosdelahis-
toria de la humanidad— y que,
como caen por estos días las llu-
vias está a punto de repetirse.
Esunatadodefotos.
Fotosenblancoyne-
grodesupadreyél.
Fotosenlascualessu
padrevisteternoy
corbata,yélintenta
tocarlaguitarra.
‘‘
lucha por el agua. Qué ironía. El
recurso que le quitó a su único
familiar, se ha convertido en su
bandera. En ese camino, ha dis-
cutido con autoridades y con in-
genierosporlos(malos)trabajos
que han ejecutado en el río Mo-
che y, en especial, en el Carga-
trapos, que lejos de ser obras pa-
ra proteger a la población, son
trampas mortales.
La evidencia es que decenas
decasassehanconstruidoensus
cauces o en zonas, por donde las
aguas se han desbordado. Otra
vez, las palabras de quien per-
dió a su padre en un desborde.
“Es que no saben cómo es el
agua”, dice parado en un puen-
te peatonal construido, de una
manera disparatada, por la Mu-
nicipalidad Distrital de Simbal:
sus bases están en pleno lecho
del río. “Un crecida y se lo lleva
JIMENA ÁLVAREZ