2. Escritor español. Los padres de Francisco de Quevedo desempeñaban altos cargos en la corte,
por lo que desde su infancia estuvo en contacto con el ambiente político y cortesano.
3. Estudió en el colegio imperial de los jesuitas, y, posteriormente, en las Universidades de Alcalá
de Henares y de Valladolid, ciudad ésta donde adquirió su fama de gran poeta y se hizo famosa
su rivalidad con Góngora.
5. Sus primero
estudios en ese
colegio:
Ofreciendo los estudios de Gramática,
Retórica y Teología y contando entre sus
estudiantes a Lope de Vega, Calderón de la
Barca, Francisco de Quevedo o los hijos de
las familias más ilustres de la Corte.
10. En diciembre de 1639, a los 61 años de edad, Francisco de Quevedo llega a León para ser
encarcelado en el Convento Real de San Marcos (hoy Parador Nacional). La decisión de
encarcelar a Quevedo en dicho Convento se debió, probablemente, a dos circunstancias:
la importante distancia que le separaba de Madrid y ser el claustro leonés feudo de la Orden
Militar de Santiago, cuyo hábito vestía Quevedo desde 1617, honor otorgado por Felipe III, junto
con una pensión de cuatrocientos ducados, por los servicios prestados en Italia a las ordenes del
duque de Osuna, virrey de Nápoles.
11. Pero si de verdad Quevedo odiaba a algún personaje extranjero, éste era el francés Richelieu. De
él decía:
“Richelieu, tirano (dictatorial) mayor de Francia, escándalo (inmoralidad) de Italia, cisma de
Alemania, cizaña (botánica) de Holanda, incendio de su patria, llama de las extranjeras, ruina,
estrago (daño) y destrozo del cristianismo entero. De este aborto fatal de la naturaleza,
monstruo compuesto de hombre y fiera (animal feroz), no se pueden contar sus crueldades.”
13. Convento de San Marcos de Leon
El convento de San Marcos es una de las grandes joyas de la arquitectura de la ciudad española
de León junto con la catedral, la basílica de San Isidoro y la Casa Botines. Se encuentra hoy
convertido en parador de turismo de España, además de iglesia consagrada y Museo de León,
siendo uno de los monumentos más importantes del Renacimiento español.
14.
15. La excarcelacion y su muerte
La edad y, sobre todo, las penalidades de la cárcel hacen mella en su salud. Estuvo encarcelado
desde diciembre de 1639 hasta junio de 1643, casi 4 años que significarán que el escritor saldrá
de San Marcos viejo y muy enfermo. Llegará a decir del Convento leonés:
“… yo he pasado muchas veces los Alpes y los Pirineos, y no he padecido de tan profunda
destemplanza (desigualdad del tiempo, exceso de calor, frio o humedad) de frío como en este
lugar”.
16. Los que vivimos en la ciudad León y conocemos su clima, comprendemos las calamidades que
debió sufrir Quevedo día tras día durante los inviernos, que aquí duran casi 8 meses, en una
estancia subterránea a la que abría que añadir la fuerte humedad originada por la cercanía del
río.
18. cuasas del encierro
Tras un primer encarcelamiento del que es liberado en 1623, trascurre para el escritor una etapa
de esplendor en fortuna y fama, en la que elogia al conde-duque de Olivares, valido del Rey.
Pero el acercamiento y la estima que surge entre Felipe IV y Quevedo, suscita de inmediato odio
y envidia, dando lugar a que le lluevan críticas y ataques, a los que él contesta abiertamente con
ingenio, ironía y, a veces, saña.
19. Sin embargo, desde hace años se conoce que lo que realmente le llevó a la cárcel fue la
acusación de espionaje a favor de los franceses, y que tenía como interlocutor el propio cardenal
Richelieu (ver el extraordinario trabajo “Realidad y Leyenda de la prisión de Quevedo en el
Convento de San Marcos” por Pablo Jauralde Pou, publicado en Tierras de León en 1980). Parece
ser que el protagonista de esta infundada acusación fue su “fiel amigo” el 7º Duque del
Infantado, Rodrigo Gómez de Sandoval y Mendoza.
20. Sus obras
Como literato, Quevedo cultivó todos los géneros literarios de su época. Se dedicó a la poesía
desde muy joven, y escribió sonetos satíricos y burlescos, a la vez que graves poemas en los que
expuso su pensamiento, típico del Barroco. Sus mejores poemas muestran la desilusión y la
melancolía frente al tiempo y la muerte, puntos centrales de su reflexión poética y bajo la
sombra de los cuales pensó el amor.
21. Los suenos
Los Sueños, compuestos entre 1606 y 1623, circularon abundantemente manuscritos pero no se
imprimieron hasta 1627. Se trata de cinco narraciones cortas de inspiración lucianesca donde se
pasa revista a diversas costumbres, oficios y personajes populares de su época.
22. Los suenos
Son, por este orden:
El Sueño del Juicio Final (llamado a partir de la publicación de Juguetes de la niñez, la versión
expurgada de 1631 El sueño de las calaveras),
El alguacil endemoniado (redenominado El alguacil alguacilado),
El Sueño del Infierno (esto es, Las zahúrdas de Plutón en su versión expurgada),
El mundo por dentro (que mantuvo su nombre siempre) y
El Sueño de la Muerte (conocido como La visita de los chistes).
23.
24. Los suenos
Los Sueños es una obra de lectura imprescindible si se quiere tener una idea de los extremos a
los que llega el arte literario de Quevedo y del Siglo de Oro español.
Es una pieza de sátira aguda (intenso, pain) en la que desfilan todos los estados y oficios del
mundo, con sus tachas, abusos y engaños, descubiertos y condenados por la expresión ingeniosa
más acerada y la burla más feroz debidas a la pluma de don Francisco de Quevedo. Con la
libertad que da la visión onírica (relativo a los sueños), Los sueños componen una galería de
caricaturas inigualadas (que no tiene igual) y exploran todo tipo de juego lingüístico en
denuncias que van de la risa a la amargura más violenta. Modelo de numerosas sátiras
posteriores, esta obra queda en la historia de la literatura y cultura españolas como una cima
cuya dificultad es un atractivo más.
25. El propio Quevedo, en su obra póstuma (después de muerte) “Libro del
Sol”, describe el pasaje de su detención y prisión de la manera siguiente:
«Estando huésped de un gran señor (el duque de Medinaceli), me prendieron dos alcaldes de
corte, con más de veinte ministros, y sin dejarme cosa alguna, tomándome las llaves de todo, sin
una camisa, ni capa, ni criado, en ayunas, a las diez y media de la noche, el día siete de
diciembre, y en un coche con uno de los alcaldes y dos alguaciles de corte y cuatro guardias, me
trajeron más con apariencia de ajusticiado que de preso, en el rigor del invierno, sin saber a qué,
ni porqué, ni adonde, caminando cincuenta y cinco leguas (de 5 a 7 km. por legua) al convento
Real de San Marcos de León, de la Orden de Santiago, donde llegué desnudo y sin un cuarto, y
donde estuve seis meses solo en un aposento y cerrado por defuera con llave, y adonde sin salir
del convento he estado dos años, que son prosiguiendo desde siete de diciembre de treinta y
nueve, hasta los veinte de octubre de cuarenta y uno».
26. Durante el movimiento cultural del Barroco, durante el siglo XVII, se van
complicando las formas que habían distinguido el arte y la cultura
europea durante el Renacimiento.
las diferencias de estas dos corrientes (conceptismo y culturismo) son más teóricas que reales.
los críticos han señalado que no se puede hablar de tendencias opuestas, ya que en poemas de
Quevedo se pueden observar rasgos culteranos y en poemas de Góngora rasgos conceptistas. El
culteranismo vendría a ser una evolución del conceptismo en la que importaba más la forma
que el contenido.
27. Luis de Gongora
Estuvo en la Corte de Valladolid y desde allí comenzó su rivalidad con Francisco Quevedo ya que
lo acusaba de copiar sus poesías con otro nombre. Cuando regresa a su ciudad natal en 1609
siguió trabajando en la estética y el barroquismo para intensificar sus versos; dos años después
realiza un poema llamado Oda a la toma de Larache.
su poesía centra su característica por la utilización de metáforas complejas, metonimias,
perífrasis e hipérboles con gran referencia a la mitología griega, que en la historia es lo que se
conoce como el Culteranismo o gongorismo.
28. El sueno de la muerte
“Alcé los ojos y vi la Muerte en su trono y a los lados muchas muertes. Estaba la muerte de amores, la
muerte de frío, la muerte de hambre, la muerte de miedo y la muerte de risa, todas con diferentes
insignias. La muerte de amores estaba con muy poquito seso. Tenía, por estar acompañada, porque
no se le corrompiesen por la antigüedad, a Píramo y Tisbe embalsamados, y a Leandro y Hero y a
Macías en cecina, y algunos portugueses derritidos. Mucha gente vi que estaba ya para acabar debajo
de su guadaña y a puros milagros del interés resuscitaban. En la muerte de frío vi a todos los obispos
y prelados y a los más ecclesiásticos, que como no tienen mujer ni hijos ni sobrinos que los quieran,
sino a sus haciendas, estando malos cada uno carga en lo que puede, y mueren de frío. La muerte de
miedo estaba la más rica y pomposa y con acompañamiento más magnífico, porque estaba toda
cercada de gran número de tiranos y poderosos, por quien se dijo: Fugit impius, nemine persequente.
Estos mueren a sus mismas manos y sus sayones son sus conciencias y ellos son verdugos de sí
mismos, y solo un bien hacen en el mundo, que matándose a sí de miedo, recelo y desconfianza,
vengan de sí propios a los innocentes. Estaban con ellos los avarientos, cerrando cofres y arcones y
ventanas, enlodando resquicios, hechos sepulturas de sus talegos y pendientes de cualquier ruido del
viento, los ojos hambrientos de sueño, las bocas quejosas de las manos, las almas trocadas en plata y
oro. La muerte de risa era la postrera, y tenía un grandísimo cerco de confiados y tarde arrepentidos.”
29. letrilla
La letrilla" La letrilla es una composición poética breve, dividida en estrofas simétricas al final de
las cuales se repite un mismo pensamiento en uno o más versos denominados canciones. Se
desarrolla a partir del siglo XVI. Se trata de un poema satírico y burlesco, de tono ligero por lo
general, aunque también las hay de tema religioso y lírico.
Formalmente se le relaciona con el villancico o con el romance. Sus estrofas pueden ser
redondillas o quintillas dobles. La rima puede ser consonante o asonante, utilizando el verso de
arte menor, octosílabo o hexasílabo.
Góngora escribió algunas letrillas de tipo lírico, basadas en la lírica popular. Sin embargo, lo
habitual es que las letrillas se inspirasen en algún refrán y tuviesen carácter burlesco. Las letrillas
satíricas más conocidas son las de Quevedo, que rápidamente eran asimiladas por el pueblo
gracias a su tono popular: Madre, yo al oro me humillo, él es mi amante y mi amado, pues, de
puro enamorado, anda continuo amarillo, que pues doblón o sencillo hace todo cuanto quiero,
poderoso caballero Es Don Dinero....