Enviar búsqueda
Cargar
Geoarte Libro.pdf
•
0 recomendaciones
•
25 vistas
Revista Saber Mas
Seguir
Libro de la Exposición de Pinturas Geoarte. de Jose A. Suarez.
Leer menos
Leer más
Arte y fotografía
Denunciar
Compartir
Denunciar
Compartir
1 de 33
Descargar ahora
Descargar para leer sin conexión
Recomendados
Informe Aemet Tornados Sabado Santo Marchena Paradas
Informe Aemet Tornados Sabado Santo Marchena Paradas
Revista Saber Mas
Saber Más Num. Revista cultural de Sevilla y provincia
Saber Más Num. Revista cultural de Sevilla y provincia
Revista Saber Mas
Ruta 1492. Ruta por la Marchena del Descubrimiento
Ruta 1492. Ruta por la Marchena del Descubrimiento
Revista Saber Mas
CV Pintura José A. Suarez.pdf
CV Pintura José A. Suarez.pdf
Revista Saber Mas
Numero dos Marchena Secreta_Maquetación 1.pdf
Numero dos Marchena Secreta_Maquetación 1.pdf
Revista Saber Mas
Proyecto Marchena Sefardi
Proyecto Marchena Sefardi
Revista Saber Mas
CV pintura José A. Suarez
CV pintura José A. Suarez
Revista Saber Mas
Sufismo y shams de Marchena
Sufismo y shams de Marchena
Revista Saber Mas
Recomendados
Informe Aemet Tornados Sabado Santo Marchena Paradas
Informe Aemet Tornados Sabado Santo Marchena Paradas
Revista Saber Mas
Saber Más Num. Revista cultural de Sevilla y provincia
Saber Más Num. Revista cultural de Sevilla y provincia
Revista Saber Mas
Ruta 1492. Ruta por la Marchena del Descubrimiento
Ruta 1492. Ruta por la Marchena del Descubrimiento
Revista Saber Mas
CV Pintura José A. Suarez.pdf
CV Pintura José A. Suarez.pdf
Revista Saber Mas
Numero dos Marchena Secreta_Maquetación 1.pdf
Numero dos Marchena Secreta_Maquetación 1.pdf
Revista Saber Mas
Proyecto Marchena Sefardi
Proyecto Marchena Sefardi
Revista Saber Mas
CV pintura José A. Suarez
CV pintura José A. Suarez
Revista Saber Mas
Sufismo y shams de Marchena
Sufismo y shams de Marchena
Revista Saber Mas
Focos west nile_andalucia_25-08-2020
Focos west nile_andalucia_25-08-2020
Revista Saber Mas
Comunicado directores as provincia sevilla covid 19
Comunicado directores as provincia sevilla covid 19
Revista Saber Mas
Manual community manager y turismo tema 3 blogs y contenidos
Manual community manager y turismo tema 3 blogs y contenidos
Revista Saber Mas
Manual community manager y turismo tema 2 nuevas profesiones
Manual community manager y turismo tema 2 nuevas profesiones
Revista Saber Mas
Manual community manager tema 4 comunicacion corporativa
Manual community manager tema 4 comunicacion corporativa
Revista Saber Mas
Community manager y turismo tema 1 introduccion
Community manager y turismo tema 1 introduccion
Revista Saber Mas
Temario curso redes y comunic tema 3
Temario curso redes y comunic tema 3
Revista Saber Mas
Temario curso redes y comunic tema7 a
Temario curso redes y comunic tema7 a
Revista Saber Mas
Temario curso redes y comunic tema7
Temario curso redes y comunic tema7
Revista Saber Mas
Temario curso redes y comunic tema5
Temario curso redes y comunic tema5
Revista Saber Mas
Temario curso redes y comunic tema4
Temario curso redes y comunic tema4
Revista Saber Mas
Temario curso redes y comunic tema 6
Temario curso redes y comunic tema 6
Revista Saber Mas
Curso Redes Sociales
Curso Redes Sociales
Revista Saber Mas
Curso informar en redes sociales.
Curso informar en redes sociales.
Revista Saber Mas
Guia Oficial Fase 3
Guia Oficial Fase 3
Revista Saber Mas
Como pedir el Ingreso Minimo Vital
Como pedir el Ingreso Minimo Vital
Revista Saber Mas
Rd estado alarma
Rd estado alarma
Revista Saber Mas
Bases de concurso guitarra homenaje a Melchor de Marchena
Bases de concurso guitarra homenaje a Melchor de Marchena
Revista Saber Mas
Plan de vivienda y suelo Marchena
Plan de vivienda y suelo Marchena
Revista Saber Mas
Revista Saber Mas. Numero Especial Aniversario Glorias de Mayo
Revista Saber Mas. Numero Especial Aniversario Glorias de Mayo
Revista Saber Mas
GEODESIA pptx.pdfhhjjgjkhkjhgyfturtuuuhhuh
GEODESIA pptx.pdfhhjjgjkhkjhgyfturtuuuhhuh
mezabellosaidjhon
Supremacia de la Constitucion 2024.pptxm
Supremacia de la Constitucion 2024.pptxm
olivayasser2
Más contenido relacionado
Más de Revista Saber Mas
Focos west nile_andalucia_25-08-2020
Focos west nile_andalucia_25-08-2020
Revista Saber Mas
Comunicado directores as provincia sevilla covid 19
Comunicado directores as provincia sevilla covid 19
Revista Saber Mas
Manual community manager y turismo tema 3 blogs y contenidos
Manual community manager y turismo tema 3 blogs y contenidos
Revista Saber Mas
Manual community manager y turismo tema 2 nuevas profesiones
Manual community manager y turismo tema 2 nuevas profesiones
Revista Saber Mas
Manual community manager tema 4 comunicacion corporativa
Manual community manager tema 4 comunicacion corporativa
Revista Saber Mas
Community manager y turismo tema 1 introduccion
Community manager y turismo tema 1 introduccion
Revista Saber Mas
Temario curso redes y comunic tema 3
Temario curso redes y comunic tema 3
Revista Saber Mas
Temario curso redes y comunic tema7 a
Temario curso redes y comunic tema7 a
Revista Saber Mas
Temario curso redes y comunic tema7
Temario curso redes y comunic tema7
Revista Saber Mas
Temario curso redes y comunic tema5
Temario curso redes y comunic tema5
Revista Saber Mas
Temario curso redes y comunic tema4
Temario curso redes y comunic tema4
Revista Saber Mas
Temario curso redes y comunic tema 6
Temario curso redes y comunic tema 6
Revista Saber Mas
Curso Redes Sociales
Curso Redes Sociales
Revista Saber Mas
Curso informar en redes sociales.
Curso informar en redes sociales.
Revista Saber Mas
Guia Oficial Fase 3
Guia Oficial Fase 3
Revista Saber Mas
Como pedir el Ingreso Minimo Vital
Como pedir el Ingreso Minimo Vital
Revista Saber Mas
Rd estado alarma
Rd estado alarma
Revista Saber Mas
Bases de concurso guitarra homenaje a Melchor de Marchena
Bases de concurso guitarra homenaje a Melchor de Marchena
Revista Saber Mas
Plan de vivienda y suelo Marchena
Plan de vivienda y suelo Marchena
Revista Saber Mas
Revista Saber Mas. Numero Especial Aniversario Glorias de Mayo
Revista Saber Mas. Numero Especial Aniversario Glorias de Mayo
Revista Saber Mas
Más de Revista Saber Mas
(20)
Focos west nile_andalucia_25-08-2020
Focos west nile_andalucia_25-08-2020
Comunicado directores as provincia sevilla covid 19
Comunicado directores as provincia sevilla covid 19
Manual community manager y turismo tema 3 blogs y contenidos
Manual community manager y turismo tema 3 blogs y contenidos
Manual community manager y turismo tema 2 nuevas profesiones
Manual community manager y turismo tema 2 nuevas profesiones
Manual community manager tema 4 comunicacion corporativa
Manual community manager tema 4 comunicacion corporativa
Community manager y turismo tema 1 introduccion
Community manager y turismo tema 1 introduccion
Temario curso redes y comunic tema 3
Temario curso redes y comunic tema 3
Temario curso redes y comunic tema7 a
Temario curso redes y comunic tema7 a
Temario curso redes y comunic tema7
Temario curso redes y comunic tema7
Temario curso redes y comunic tema5
Temario curso redes y comunic tema5
Temario curso redes y comunic tema4
Temario curso redes y comunic tema4
Temario curso redes y comunic tema 6
Temario curso redes y comunic tema 6
Curso Redes Sociales
Curso Redes Sociales
Curso informar en redes sociales.
Curso informar en redes sociales.
Guia Oficial Fase 3
Guia Oficial Fase 3
Como pedir el Ingreso Minimo Vital
Como pedir el Ingreso Minimo Vital
Rd estado alarma
Rd estado alarma
Bases de concurso guitarra homenaje a Melchor de Marchena
Bases de concurso guitarra homenaje a Melchor de Marchena
Plan de vivienda y suelo Marchena
Plan de vivienda y suelo Marchena
Revista Saber Mas. Numero Especial Aniversario Glorias de Mayo
Revista Saber Mas. Numero Especial Aniversario Glorias de Mayo
Último
GEODESIA pptx.pdfhhjjgjkhkjhgyfturtuuuhhuh
GEODESIA pptx.pdfhhjjgjkhkjhgyfturtuuuhhuh
mezabellosaidjhon
Supremacia de la Constitucion 2024.pptxm
Supremacia de la Constitucion 2024.pptxm
olivayasser2
Arribando a la concreción II. Títulos en inglés, alemán y español
Arribando a la concreción II. Títulos en inglés, alemán y español
Luis José Ferreira Calvo
MESOPOTAMIA Y SU ARQUITECTURA 1006/An)cris
MESOPOTAMIA Y SU ARQUITECTURA 1006/An)cris
DanielApalaBello
MODELO DE UNIDAD 2 para primer grado de primaria
MODELO DE UNIDAD 2 para primer grado de primaria
SilvanaSoto13
Origen del Hombre- cuadro comparativo 5to Sec
Origen del Hombre- cuadro comparativo 5to Sec
ssuser50da781
SEMIOLOGIA DE CABEZA Y CUELLO. Medicina Semiologia cabeza y cuellopptx
SEMIOLOGIA DE CABEZA Y CUELLO. Medicina Semiologia cabeza y cuellopptx
LisetteChuquisea
26 de abril teoria exposición. El arte en la
26 de abril teoria exposición. El arte en la
MIRIANGRACIELABARBOZ
271706433-Horacio-Baliero-Casa-en-Punta-Piedras.pptx
271706433-Horacio-Baliero-Casa-en-Punta-Piedras.pptx
jezuz1231
Geometría para alumnos de segundo medio A
Geometría para alumnos de segundo medio A
PabloBascur3
presentacion-auditoria-administrativa-i-encuentro (1).ppt
presentacion-auditoria-administrativa-i-encuentro (1).ppt
DerekLiberatoMartine
ACUERDOS PARA PINTAR EDUCACION INICIAL.docx
ACUERDOS PARA PINTAR EDUCACION INICIAL.docx
lizeth753950
LAVADO DE MANOS TRIPTICO modelos de.docx
LAVADO DE MANOS TRIPTICO modelos de.docx
JheissonAriasSalazar
diagrama sinóptico dcerfghjsxdcfvgbhnjdcf
diagrama sinóptico dcerfghjsxdcfvgbhnjdcf
DreydyAvila
Concepto de Estética, aproximación,Elena Olvieras
Concepto de Estética, aproximación,Elena Olvieras
Ankara2
Unitario - Serie Fotográfica - Emmanuel Toloza Pineda
Unitario - Serie Fotográfica - Emmanuel Toloza Pineda
Emmanuel Toloza
la configuyracion del territorio peruano
la configuyracion del territorio peruano
EFRAINSALAZARLOYOLA1
CERTIFICADO para NIÑOS, presentacion de niños en la iglesia .pptx
CERTIFICADO para NIÑOS, presentacion de niños en la iglesia .pptx
MaikelPereira1
como me enamore de ti (1).pdf.pdf_20240401_120711_0000.pdf
como me enamore de ti (1).pdf.pdf_20240401_120711_0000.pdf
leonar947720602
PROCESO ADMINISTRATIVO Proceso administrativo de enfermería desde sus bases, ...
PROCESO ADMINISTRATIVO Proceso administrativo de enfermería desde sus bases, ...
albertodeleon1786
Último
(20)
GEODESIA pptx.pdfhhjjgjkhkjhgyfturtuuuhhuh
GEODESIA pptx.pdfhhjjgjkhkjhgyfturtuuuhhuh
Supremacia de la Constitucion 2024.pptxm
Supremacia de la Constitucion 2024.pptxm
Arribando a la concreción II. Títulos en inglés, alemán y español
Arribando a la concreción II. Títulos en inglés, alemán y español
MESOPOTAMIA Y SU ARQUITECTURA 1006/An)cris
MESOPOTAMIA Y SU ARQUITECTURA 1006/An)cris
MODELO DE UNIDAD 2 para primer grado de primaria
MODELO DE UNIDAD 2 para primer grado de primaria
Origen del Hombre- cuadro comparativo 5to Sec
Origen del Hombre- cuadro comparativo 5to Sec
SEMIOLOGIA DE CABEZA Y CUELLO. Medicina Semiologia cabeza y cuellopptx
SEMIOLOGIA DE CABEZA Y CUELLO. Medicina Semiologia cabeza y cuellopptx
26 de abril teoria exposición. El arte en la
26 de abril teoria exposición. El arte en la
271706433-Horacio-Baliero-Casa-en-Punta-Piedras.pptx
271706433-Horacio-Baliero-Casa-en-Punta-Piedras.pptx
Geometría para alumnos de segundo medio A
Geometría para alumnos de segundo medio A
presentacion-auditoria-administrativa-i-encuentro (1).ppt
presentacion-auditoria-administrativa-i-encuentro (1).ppt
ACUERDOS PARA PINTAR EDUCACION INICIAL.docx
ACUERDOS PARA PINTAR EDUCACION INICIAL.docx
LAVADO DE MANOS TRIPTICO modelos de.docx
LAVADO DE MANOS TRIPTICO modelos de.docx
diagrama sinóptico dcerfghjsxdcfvgbhnjdcf
diagrama sinóptico dcerfghjsxdcfvgbhnjdcf
Concepto de Estética, aproximación,Elena Olvieras
Concepto de Estética, aproximación,Elena Olvieras
Unitario - Serie Fotográfica - Emmanuel Toloza Pineda
Unitario - Serie Fotográfica - Emmanuel Toloza Pineda
la configuyracion del territorio peruano
la configuyracion del territorio peruano
CERTIFICADO para NIÑOS, presentacion de niños en la iglesia .pptx
CERTIFICADO para NIÑOS, presentacion de niños en la iglesia .pptx
como me enamore de ti (1).pdf.pdf_20240401_120711_0000.pdf
como me enamore de ti (1).pdf.pdf_20240401_120711_0000.pdf
PROCESO ADMINISTRATIVO Proceso administrativo de enfermería desde sus bases, ...
PROCESO ADMINISTRATIVO Proceso administrativo de enfermería desde sus bases, ...
Geoarte Libro.pdf
1.
2.
Geoarte, La Tierra es una obra de arte
3.
4.
El Geoarte, aunque parezca que acaba de nacer, tiene diez años de vida. Ha sido un proceso lento, laborioso y placentero, casi artesanal, hasta que finalmente esta idea puede al fin ver la luz. Es pura experimentación y juego con el color y la forma. Pero también búsqueda y desarrollo personal. Huye pues de catalogaciones, serializaciones o etiquetas. La definición más formal del Geoarte, son imágenes del planeta que parten de los satélites, y a partir de esta referencia trabajo sobre ellas, o las interpreto pictóricamente de forma directa, o me inspiro en ellas para crear una obra completamente autónoma. También me sirven para com- pararlas con imágenes de suelos, texturas o formas biológicas, creando así un diálogo enrique- cedor entre lo micro y lo macro. Es por tanto un arte que se inspira en una fotografía, pero que no le debe nada a ella, sino que lo trasciende, es solo una herramienta mas en un largo proceso. Las pinturas nos llegan con una primera apariencia de abstracción, pero siguiendo el ejemplo de Perez Aguilera, una mirada mas detallada, nos desvela que no se pierde la referencia de la rea- lidad. El Geoarte es una pintura filosóficamente y psicológicamente espiritual e ideológicamente con- servacionista. Es algo mágico, mítico y profundo, es algo que se puede tocar, es orgánico y es natural, pero al mismo tiempo es simbólico, es parte de nosotros, o nosotros somos parte de ello. Al mismo tiempo la serie Geoarte que es un goce para la vista, tiene además un mensaje profundo conservacionista y ecologista. Es un estilo sin más pretensión intelectual que la de colocar a la tierra en el centro de todo el mensaje humano, y que tiene como mayor exponente la obra del planeta tierra al completo, la esfera del planeta plasmada sobre un metro por un metro. Esta plasmación ha implicado un sen- timiento de búsqueda pero también un juego de intuiciones y razones. Tanto los tipos de pinturas usados, acrílicos liquidos, espátulas, geles y texturas, como los sopor- tes, madera por un lado y por otro, carton pluma sobre vinilo, buscan extraer las mejores cualida- des del acrílico líquido. He querido que cada medio represente y se comporte de forma artificial de la misma forma que lo haría en el medio natural. Es decir, los mares, ríos y lagos están representados con acrílico liquido, que se ha ido mezclando de forma natural, esto es con pocas ayudas de pinceles y otro tipo de herramientas. La tierra está representada con adición de algunas arenas, o geles que la simulan y las nubes y otros elementos gaseosos. Es decir, el agua con agua, la tierra con tierra y el aire con aire. En fotografía, el Geoarte son fotocomposiciones asistidas por ordenador que buscan una fusión entre el hombre y la naturaleza. El ejemplo más claro es la mano cuyas venas se han convertido en las bocas del rio Missisipi. Las fotografías acompañan en la exposición a las pinturas para enriquecerlas. Y por último está la palabra, la poesía y la literatura. Los geoversos están hechos sobre un mapa, pero también sobre una persona. Detrás de cada poema hay una persona, a la que se retrata en el poema, siendo además, el paisaje, la geografía del país donde nace, protagonista del hecho creativo. Siempre hay una referencia concreta de la que se parte, por tomemos como ejemplo "Mirada El proceso del Geoarte
5.
Todos somos el todo Todos los protagonistas de los relatos nos vienen a decir lo mismo, son distintas formas de decir lo mismo. Que cada uno de nosotros está, estará o ha estado aquí para sentir lo mismo, que no somos tan distintos y que el egoismo mal entendido no conduce a nada. Celebra la conexión misteriosa y el tiempo sencilla de unos con otros que aun conservan las culturas antiguas, pero que nosotros hemos perdido. La conciencia de que nuestro camino pasa por lugares comunes. La búsqueda de la verdad, como una misteriosa pero profunda convicción de lo ineludible. Una certeza que nos conduce a nuestro completo desarrollo como seres humanos en el más pleno sentido de la palabra. Una necesidad de ir más allá del accidental teatro artificial de plástico que se nos ofrece cada día. Un anhelo de quitarnos de los ojos ese velo, esa venda para olvidar lo accesorio, buscar lo más profundo en los otros, en los paisajes, entre las piedras. Una pequeña rebelión individual buscando la alegría de lo cotidiano, alejándonos de forma natu- ral de la intransigencia, las consignas y los dogmas, y contemplándolo todo desde una pers- pectiva aéreas. Tomando elementos de todas las tradiciones y culturas. Moldeando con mira- da de alfarero, una nueva percepción de la realidad. Los personajes de estos relatos se desatan suavemente -pero con una convicción inquebran- table- de su destino, para buscar la belleza, la felicidad y la paz, por encima de las ciudades, de los países, de las épocas, de los reyes, de las ideologías, de las lenguas y las monedas. También buscan entablar una conversación íntima con la dama negra, la que no tiene nombre, o es el mismo en cada rincón. Una dama que sobrevuela estas letras igual que nuestras vidas, y a la que hay que hablarle de vez en cuando para que no se nos olvide que existe, y cuando llegue la veamos como a una vieja amiga, y nos perdamos en la bruma charlando con ella amenamente sobre lo divino y lo humano. Si cuando leas alguno de estos relatos, alguien te propone una nueva forma de abrazar el mundo, y la aceptas, éstas letras habrán cumplido sobradamente su cometido. Una lúcida anciana me recomendó en una ocasión sin titubear: leer mucho, viajar mucho y con- versar mucho, pues esas son las claves para mantener una mente ejercitada al final de tu vida. A ello me entrego cuando puedo en cada palabra, en cada letra, en cada suspiro, esperando que el destino me regale nuevas formas de abrazar al mundo. Sabiendo que cada uno de nos- otros tiene su propia forma de abrazarlo.
6.
7.
Mi vida cambió un solsticio de invierno, cuando menos horas de sol hay, la oscuridad se enseñorea de la tierra y antiguas fuerzas se enseñorean del aire. Lo entenderás en seguida. Era un día 24 de diciembre por la mañana y aproveché el único día soleado, en medio de tanta lluvia para huir a mi huerto. Aquella visita me hizo retomar el contacto con lo más profundo. Yo soy Luis, vivo en un pueblo perdido de México. Y soy el hijo de un campesino que murió hace tiempo, mientras trabajaba en el campo. Todos mis hermanos se dedican a oficios distintos, pero yo trabajo el campo por afición. Ese día, el agua inundaba todos los sembrados y olivares, y los improvisados riachuelos cortaban los caminos de parte a parte con profundas hendiduras desfigurando profundamente. ¡Qué triste¡. Si todo esto era hasta hace poco una plácida campiña que había dado de comer durante siglos. ¿Qué está cambiando?. No lo sé, pero lo averiguare- mos pronto. El viento rugía de una forma implacable, como nunca antes, trayendo sobre su voz ecos de furia contenida y de inmensidades oceánicas. Entendí que pronto llovería y me apresuró para llegar pronto a los huertos vecinales. Allí labran la tierra muchas personas pero hoy no hay nadie, por ser víspera de un festivo como navidad. Entré y cerré la puerta. Allí había una silla que alguien abandonó, la acerqué al huerto y dejó allí mi chaqueta de paño negro colgada sobre el respaldo y las gafas de sol, sobre el asiento, con las patillas cruzadas. Empecé a trabajar sobre el huerto, a quitar las malas hierbas y a coger las papas, rábanos, rúcu- la, zanahoria, y coles. Pensaba hacer una rica ensalada de navidad. Ya se que no es muy común pero me apetecía comer sano y no tanta grasa. Me sentí orgulloso de mi trabajo y se me pasó por la cabeza, que mi padre estaría orgulloso si me viera trabajar el campo, algo que hacía por primera vez. Tanto que cuando de repente, la mirada me traía involuntariamente la mancha negra de la chaqueta sobre la silla, parecía que allí había otra persona. Me lo expliqué por la falta de costumbre de aquella visión, pero no solo me pasó una vez sino varias más. Cada vez que veía la chaqueta de soslayo me parecía que allí había alguien más. Una sensación extraña se apoderó de mí. Cuando me acerqué a la silla para soltar en un plástico las verduras me sorprendí de que las Solsticio de invierno
8.
Adentro estoy oyendo el run rún de las voces en la oficina, mientras aparto los visillos de la ven- tana de mi oficina y mis colegas se quejan por tonterías como si fueran las más importantes del mundo. Hace un calor sofocante. Afuera, Raúl, el anciano vagabundo ciego cruza la calle sorteando los vehículos que circulan por aquella arteria, guiado por su perro cuya mirada nos tiene enamorados. El perro nos llevó a querer a su dueño y gracias a él descubrimos la verdad, su verdad. ¡Mierda!. el pobre perro se asusta en medio de un caos de ruedas y humo insalubre. Ha mordido a un motorista que dio propina una patada, provocando un accidente de tráfico. ¡Hay que llamar a la ambulancia!. Grito señalando a la calle. Mis compañeros me miran sorprendidos. Salgo corriendo a la calle. En medio de la avenida yacen sin sentido, el viejo indigente, un motorista y su perro blanco en medio de un caos de vehículos y sangre. Llamo a la policía, que llega a la media hora llevándose al perro y su dueño. Cuando intento acercarme a ayudar la policía me retiene, digo que lo conoz- co. Gracias a mí pudieron identificarle. Después de aquello, nunca más volvimos a verle. De vuelta a mi mesa, me siento impotente. Un famoso escritor dice por Youtube: no hay nada nuevo que escribir ni inventar, todo está ya crea- do. Me siento impotente. -Las guerras pasadas ya no interesan a nadie. Interesa la guerra de hoy. Métetelo en la cabeza. Dijo apuntándome con el dedo, amenazadora, mi amada directora. Tiró sobre la mesa la portada Los ojos de Maga
9.
En medio de la desesperación Toni encontró como salido de la nada a Joan, el mejor amigo de su padre, que había viajado desde que salieron de Solsona con ellos sin haberse encontrado. Toni solo supo decirle entre lágrimas: -Ayúdame por favor, mi hermano.... -¿Raúl está bajo la nieve?. -Creo que sí…. Inmediatamente Joan organizó grupos de búsqueda. Entre ellos había milicianos rastreadores conocedores de la montaña, con sus perros. Los canes no tardaron en encontrar algunas pisa- das humanas, que pronto se perdían bajo la nieve. Los dos perros rastrearon cerca de una hec- tárea en una media hora y de pronto encontraron una mano en medio de la nieve. Siguieron cavando y encontraron a Raúl que estaba semi-inconsciente. Cuando Raúl abrió los ojos por fin, vio a su hermano con lágrimas en los ojos, a un grupo de hombres a su alrededor y un perro labrador de color blanco empezó a lamerle en la mejilla, diciéndole "bienvenido a la vida". -Gracias a él, estás con vida.-, dijo señalando al perro. El director no hizo ningún comentario, descolgó el auricular, me dio la mano con una sonrisa que yo intuí de enhorabuena y me hizo salir del despacho. Una hora después, habían decidido que la historia de Raúl se publicaría. El reportaje de dos páginas había quedado genial, estaba satisfecho de mí mismo. Una grata sensación que no duró mucho. Al poco rato me llamó el director para decir que necesitaba mis dos páginas por algo importante. La historia de Raúl nunca llegó a ver la luz. Saqué con la impresora el reportaje, lo doblé y lo metí en un sobre. El sobre fue lo único que pude dejarles como un silencioso homenaje en la tumba de Raúl y Maga.
10.
El nacimiento de Yemayá
11.
estado tan perdida en su mundo, que no hacía demasiado caso a su marido, siempre ocupado en sus negocios. En los últimos meses había buscado consuelo a su soledad acudiendo a las reuniones de grupos de mujeres ricas de la ciudad, pero resultaron acartonadas y previsibles, terminando por aburrirle. Habría dejado de ir si no fuese porque una tarde apareció en el salón de los espejos del Casino de los Artesanos, una mulata cubana con un brillo especial en la mirada. Perla pronto se convirtió en el centro de las reuniones gracias a su sabiduría, a sus buenas maneras, que enseguida sorprendieron a todos, a pesar de que se le intuía un pasado más que turbulento y un origen ínfimo. Sin embargo era un placer oírla evocar viajes a remotos lugares de los pantanales de la selva de Brasil, infestados de pirañas, adonde ella acudía para recoger las plantas con que hacía sus mezclas y cocciones para adivinar el futuro o administrar remedios naturales. Rememoraba fies- tas populares sobre las murallas de Cartagena de Indias en donde la invitaban a fiestas privadas de algún político-narcotraficante que siempre engendraban extrañas parejas de carcamales podridos de dinero y droga con modelos, presentadoras de televisión o cantantes de moda. En todos esos ambientes brillaba la negra Perla, y en todos ellos era simplemente una sagaz obser- vadora. Rita se dejó seducir por aquella negra, que comenzó a llevarla a los barrios del extrarradio y allí le mostraba las miradas de la necesidad en niños hambrientos y madres solteras, maltratadas por mil y un hombres, que chapoteaban en medio del fango de la nada. De allí le nació la necesi- dad de ayudar, pues Rita se identificó tanto con aquellas mujeres, que pensó que era una cues- tión de pura suerte que ella misma no se encontrara en esa circunstancia. Todas aquellas muje- res estaban o habían estado sujetas a la voluntad y capricho de un hombre. Y por vez primera en su vida entendió la necesidad de que una mujer se ganase su propia independencia económica. Quizá por eso Perla fascinaba tanto a mujeres como a hombres. Cuando en la placidez de la tarde soleada de la casita de madera de las afueras y después de haberse volcado el uno en el otro, Perla contó a Paulo su amistad con su esposa, él entendió perfectamente que su vida estaba en manos de aquella mujer. No se alarmó porque sabía que a pesar de toda la parafernalia externa, era una mujer de princi- pios de la que te podías fiar. Con el tiempo, Paulo se dio cuenta de que aquella amistad entre las dos mujeres podía beneficiarle. La Perla nunca defraudó a Paulo ni le traicionó, fue la naturaleza la que se encargó de hacer el resto. Paulo había acudido a una consulta y le habían administrado un tratamiento de fertilidad. De repente Rita supo que Perla había tenido que irse de la ciudad aunque no se extrañó teniendo en cuenta su naturaleza viajera. Luego, ya no tuvo tiempo de preocuparse más porque llegó la noticia que cambiaría definitivamente su vida. Supo que estaba embarazada y eso les convirtió en un matrimonio casi feliz. Durante la gesta- ción, vivieron los momentos más dichosos de su vida. Mientras crecía una nueva vida en el inte- rior de Rita, Paulo veía crecer poco a poco su sueño de tener una pequeña casa de huéspedes, que había podido comprar gracias a su afán de ahorro. Una madrugada lluviosa, Rita se puso de parto casi sin avisar y Paulo sólo tuvo tiempo de coger el coche y cruzar la ciudad bajo la lluvia. Nacería una niña de cara redondita y guapa a la que pusieron de nombre Yemayá. Fue una niña emprendedora y traviesa, como su padre, y al tiempo soñadora y melancólica
12.
13.
que él compró una vez, pero ni siquiera se lo puso porque le parecía que iba disfrazado, que no sería él mismo. Le parecía que intentaba aparentar lo que no era. La casa se le llenó de gente. Los que estaban cerca de la cama lloraban como con más ganas, pero los más de más lejos charlaban animadamente. Vi a una mujer cuyo rostro me resultó familiar diciendo, ¡abuelo de mi alma!, qué asco me da a veces la boca que tengo. Si yo te dije hará dos días que te dejes de tonterías y te dediques a tu casa, tantos disgustos y tantas preocupaciones no podían ser nada bueno para tu corazón de cristal y tu me dijiste: mañana lo dejo Francisca, cuando termine ésta reunión. Y yo te repliqué que a veces cuando se quiere uno dar cuenta es demasiado tarde para dejar las cosas porque son las cosas las que te dejan a ti. ¡Que asco me da a veces la boca que tengo. Abuelo de mi sinrazón!. Me senté en la cocina junto a dos viejas charlatanas que comadreaban, y me sentí alegre de que todo aquello continuara como si nada, el círculo de la vida, el gran teatro del mundo. Un poco harto de todo aquello me fui a la casa del vecino. Allí resguardaron a mi nieto de tres años. El niño dormía quedamente sobre la blanca almohada besado por el sol. Me acurruqué allí junto a él, le abracé y le canté. En sueños le transmití sentimientos. La sorpresa de los primeros días, la alegría del trabajo, la actividad febril del aprendizaje, la emoción del primer amor, del primer beso, el deseo. El respe- to a las mujeres, el amor a las artes y las cosas que elevan el espíritu. El cariño a las conversa- ciones reposadas en que las letras transcurren sobre los bordes de las tazas de café y se enre- dan en pequeñas columnas de humo. Le transmití todo eso y mucho más para que cuando él quiera algún día, asciendan de su instin- to hasta sus labios. Al día siguiente anduve todo el rato vagabundeando por la casa despistado hasta que alguien me llamó y me dijo: la hora. ¡Ah!, no tengo reloj. La hora. No sé que hora es, ¿usted tiene hora?, le pregunté a uno que me ignoró, como si no me viera. Y el otro me volvió a decir. La Hora: que ha llegado La Hora. Es la hora de partir. El muerto era una de esas personas que poco a poco se van haciendo tan indispensables, que cuando no están, parece como si al mundo le costase más trabajo girar. La gente lloraba en el velatorio. Ulises nunca llora. No le salen las lágrimas. Los ancianos del velatorio conversaban en sillas contiguas a la suya. A él le pareció que el único sentido de la charla era revelarle secretos imposibles de ser descubiertos durante mil vidas intensas. Él quiso retenerlo todo. Pero ellos le miraron con una calma infinita, como diciéndole, todo esto se que- dará grabado para siempre dentro de tu alma. De repente desperté y recordé que la noche anterior se había acostado con el presentimiento de que alguien iba a morir. Me levanté y en la ducha intenté tonificarse para alejar los malos recuerdos del sueño, mientras el agua me tamborileaba en la cabeza plácidamente. El café del desayuno me terminó de reconciliar con el mundo, y el sabor de la mermelada, con el placer. El periódico de la mañana me confirmó que todo seguía igual en el absurdo mundo. Disipé por completo los temores anunciados por sus presentimientos y cogí mis cosas para irme a trabajar. Fue entonces cuando sonó el teléfono y una voz conocida al otro lado, me anunció la muerte de mi abuelo.
14.
15.
"La música llegaba desde el interior de la casa. Febrer m'ha duit la carta tan Precisa vol que els lilàs s'obrin pel dits i en el cor m'hi creixi una palmera que exigent que ve la Primavera!. Que exi- gent que ve la Primavera i el meu cor tan malaltís tinc por que es cremi dintre la foguera, no puc desfer-me del seu encís. Mar, estaba -como de costumbre- pintando un paisaje, apurando los últimos días de vacaciones en Dalt Vila. El azul llenaba todo el cuadro, azul melancolía, azul recuerdo, azul tiempo. De repente, Mar, vio un hombre que tomaba el sol desnudo entre rocas. El no podía divisarla. Abandonó el cuadro, y avisó a su marido que iba a dar un paseo y se adentró por algunos senderos que bajaban hacia las cuevas colgadas en los acantilados. Acostado en una roca plana y levemente inclinada sobre el mar estaba un joven de apenas treinta años con cuer- po de atleta, cabellos morenos ensortijados. De repente el joven se sintió observado, se irguió levemente y la siguió. Ella se avergonzó y se escondió aún más. El joven se levantó y se dirigió a ella. Mar se quedó inmóvil y salió corriendo, presa del miedo y la vergüenza, confundida, se perdió árboles y peque- ños senderos. Resbaló sobre unas piedras que se habían desprendido bajo sus pies del estrecho sendero col- gado sobre el precipicio y a punto estuvo de caerse al mar, de no ser porque acertó a llegar a sus manos la rama de un árbol. Vacío, luz y silencio. En frente Es Vedrá. Trepó por la rama hasta alcanzar el tronco y de ahí saltó de nuevo al camino dejando resbalar algunas piedras que minutos más tarde fueron tragadas por el océano. Mar respiró aliviada hasta que comprobó que aquel hombre, seguía persiguiéndola. Echó de nuevo a correr. Cerca había una imagen de Buda sonriente dibujado en la pared. Mientras exploraba despreocupada la pared de la cueva, no se percataba que alguien a sus espaldas estaba entrando. Se volvió de repente y gritó. Los bañistas de las playas cercanas y los navegantes que estaban cerca pudieron oír un lejano y estridente grito, ahogado entre el bramar de las olas, que rompían contra las rocas. Maurice, su marido, había acabado de almorzar y fregado los platos. Se cruzó con el cuadro de Mar y estuvo un rato observándolo. Había decidido bajar a buscarla para hacer el amor, como cada día a aquella hora, a una pequeña cala que había bajo el acantilado, rodeada de rocas y de cuevas por las que se colaban las olas haciendo un ruido ensordecedor. La espuma saltaba por los aires cada vez que las olas chocaban contra la rocas violentamente. Su deseo se apagó cuando llegó a la playa y descubrió que no estaba ella. Comenzó a preocuparse por su mujer cuando de repente escuchó un grito ahogado por el bra- mar de las olas que azotaba un creciente levante. Aguzó el oído y comenzó a seguir la pista del grito. Durante un momento no oyó nada más que el ruido ensordecedor del mar. Estaba metido en una cueva en la que aún entraba el mar, de una especie de bóveda hendida por un agujero, entraba la luz del sol. Su corazón comenzaba a latir con fuerza, sus músculos se comenzaron a tensar. Se quedó en silencio un minuto atendiendo a su oído. Sólo oyó los latidos de su corazón. Y una voz ahogada. Esta vez estaba seguro de que era la voz de Mar. Ahora oía un leve rumor que no sabía si pro- cedía del mar ya lejano o de su mujer, era como un lamento triste, como un leve jadeo, como un canto de sirena o quizá como el rumor del viento por entre las rocas. Otro gemido, esta vez muy placentero, hizo vibrar su tímpano contagiándose de una ola de tierno erotismo.
16.
17.
-Dime Antonio, si tu tierra fuera invadida por extranjeros qué harías. Antonio dudó por un momento la respuesta, tampoco sabía adónde quería llegar su patrón, que fumaba en pipa pausadamente, y lanzaba al aire bocanadas de humo. -Defenderla, sin duda. Respondió el zagal. -Bien ¿y..... si defenderla supusiera..... peligros para ti y tu familia?. El patrón miraba distraídamente por la ventana de su biblioteca, mientras Antonio se recostaba en un mullido sillón de piel. -Nadie tendría porqué saber mis opiniones. Pero mi postura sería la misma. Opinó. Gerard inició un monólogo. Le advirtió que en tiempos de guerra suelen ocurrir cosas que nor- malmente no pasan, y que aunque parezca inexplicable, todo tenía una finalidad. -Puede que en los próximos días veas cosas que no entiendas. -Le anunció-. Y puede que la curiosidad te lleve a comprometerte con la verdad. Si lo haces será para siempre. Las puertas en estas circunstancias no están entreabiertas. Están abiertas o cerradas. Y si abres una puerta, ésta se cerrará a tus espaldas. Así son las cosas. Hay que elegir, tomar decisiones. Antonio no estuvo seguro de haber entendido el verdadero significado de las palabras de su patrón. Sin embargo el buen ambiente de la casa continuó inalterable. Antonio sentía que se aburría demasiado en la granja y se hizo amigo de Pierre, un pelirrojo lleno de pecas: malhumorado, irónico y gracioso, hijo del panadero. Era solo unos años mayor que él, pero con aires de grandeza. Fumaba, bebía, y presumía de haber estado con muchas chicas. Las jarras de cerveza corrían por encima de la mesa, mientras Pierre, se convertía poco a poco en Pierre el fanfarrón. El le contó la historia del cura Saunieres, el amigo de su patrón. Los pergaminos que encontró y su interpretación por un experto de Roma, que hablaban de la muerta de Dagoberto, rey cátaro, casado en esa iglesia, hace siglos. Desde entonces la vida del cura cambió iba a Paris con mucha frecuencia, se codeaba con la alta sociedad, le habló de la restauración de toda la iglesia, la Tour Magdala, y una casa de huéspedes. -¿Y bien?-. Preguntó. ¿Adónde nos conduce todo esto?. -La gente del pueblo no se fía del cura. Se dice que halló la tumba de alguien importante y cobró alguna suma importante. -Debe haber una explicación lógica. Dijo Antonio. -¿Lógica?. Que pinta un demonio en una pila de agua bendita. La gente del pueblo teme a este cura. -Mi patrón le aprecia. -Explicó Antonio. Y yo me fío de su criterio. Pero si no te fías podríamos entrar en la iglesia, de noche, así tendremos nuestras propias respuestas. -Por mí ahora mismo. Dijo Pierre, dando un golpe sobre la mesa con la mano. No le viene mal a este lugar olvidado del mundo, tanto misterio, -pensaba Antonio- antes de entrar en uno de aquellos famosos túneles, para cumplir la etílica apuesta que había hecho con su amigo Pierre. La amorfa disposición de la roca en el inicio del túnel se había transformado en un perfecto corredor hecho por la mano del hombre, un pasillo le conducía a otro y una puerta a otra. El alcohol y su curiosidad empujaban sus pies, sin que él supiera de forma precisa en qué lugar se encontraba. Abrió una puerta y vio algo terrible que le causó gran impresión, por un segundo, su corazón comenzó a latir más fuerte, hasta que logró dominarse. Era una gran escultura que sujetaba una pila de agua bendita, representaba a un diablo de madera policromada, de piel roja, ojos salto-
18.
ja, sino en el interior de una cueva excavada en la roca. Le dolía tremendamente la cabeza y no entendía nada. A la mañana siguiente Antonio había decidido unirse al grupo. Caminaron muchas horas en silencio repartiendo pasquines en el interior de tabernas. En Couiza, Montazels, Alet les Bains y Limoux repartieron pasquines y carteles, que pegaron sobre otros que decían "Ils asassinnet, enveloppés dans les plis de notre drapeau". -Dime Gerard, ¿porqué me habéis aceptado?. Preguntó Antonio. -Eres inteligente, comedido, fuerte, decidido y refugiado español. Tienes experiencia en luchar contra fascistas. A Pierre le dije que te llevase cerca de los túneles. Todo misterio tiene su expli- cación y sino, su finalidad. -¿Y el cura?. -Fue él quien lo inició todo. Nos reunió, nos habló, nos contó lo que ocurriría y vimos con claridad que tenía razón. Petain y los nazis son la misma cosa. -¿Y tu?. Corres muchos riesgos, tienes familia, negocios. -Precisamente por eso. Merecen algo mejor. Antonio se mantuvo en silencio. Tengo mis propios planes. Os ayudaré un par de semanas, luego me iré a donde no haya guerras. -Lo comprendo. Mi mundo es éste y tengo que hacer algo por él. Tu debes buscar el tuyo. Antonio y Gerard se dieron la mano. Bienvenido a la resistencia francesa. De esa forma Antonio aprendió que el rumor siempre es interesado y siempre esconde algo peor. Tras algunas escaramuzas con nazis en la zona del Languedoc, Antonio Fernández Ternero, natural de La Luisiana, Sevilla, pasó muchas veces por cárceles del sur de Francia, e incluso estuvo en algún campo de concentración, pero siempre lograba fugarse. Finalmente se las apañó para entrar con los americanos en la toma de Paris y fue considerado un héroe de dos guerras, la española y la mundial. Finalmente se embarcó en Marsella rumbo a Bolivia, donde fundó el hotel Andalucía en Santa Cruz. Hace pocos años, sus descendientes se instalaron de nuevo en su Andalucía natal.
19.
20.
-¡Están matando a Ubangui!-. Enseguida fueron a un claro del bosque adonde pudieron compro- bar cómo enormes máquinas estaban cortando los árboles centenarios. Abendé no podía creerlo, era lo peor que les podía ocurrir. ¡Están matando al bosque, repetía. Los bantúes manipulaban enormes motosierras que lograban cortar limpiamente y en un segundo árboles que ya estaban en aquel bosque cuando el abuelo del abuelo de Abendé era solo un niño. Abendé dio la orden de atacar, pero apenas diez lanzas solo lograron asustar a los conductores de una máquina, luego salieron corriendo ante el estruendo de un disparo de arma de fuego. Cuando llegaron al campamento de Abessé, las mujeres lloraban. Los come- hombres, no solo mataban al bosque, también habían secuestrado a dos niñas del poblado. Los mayores decidieron enviar un grupo de tres rastreadores a buscar a las niñas, mientras los ancianos fueron al kalambako, el lugar más sagrado, para pedir ayuda a los antepasados. Junto a los colmillos de marfil de los elefantes que habían matado sus antecesores, apareció misterioso Kemé, el único que sabía qué cantidad de la raíz de embondo había que mezclar con agua para ver más lejos, en busca del gran espíritu de los señores de la selva y se lo dio de beber a los cinco hombres más fuertes. Los elegidos bailaban circularmente en torno a la hoguera animados por los rítmicos golpes de la percusión, hasta que cayeron al suelo y empezaron a tener espasmos musculares y temblores. Kemé, el engangui de la tribu y los mayores, los protegieron. Cuando volvieron en sí, dijeron que el gran espíritu les contó dónde estaban las niñas, atadas y llorando, luego les mostró el lugar donde el hombre blanco mataba a los árboles y de allí partía un camino muy largo hacia el corazón de Ubangui. El mensaje era muy claro. Buscarían a las niñas y luego, viajarían al corazón de la selva. Los hombres se dedicaron a preparar las armas -amarrar las puntas de flechas con astas de antílope enano, hacer los arcos y las cerbatanas y untarlas con el mortal estraganto, que acaba con los animales más grandes-. Al día siguiente, la lucha era inminente. Llegó toda la gente de Abendé, y la tribu se reunió al completo por primera vez desde hace años. -Este lugar no es seguro, decía. Debemos defendernos y salvar a las niñas, antes de que se las coman. Después nos iremos lejos. El gran espíritu ha hablado y así lo quiere. La selva es nuestra y no nos van a echar. En el cobertizo de los bantúes, se celebraba la llegada del marfil de los pigmeos, -habían robado el kalambako. -Ya huelo a dinero, decía uno. Mientras tanto, los exploradores baká, los observa- ban escondidos en la maleza, descubriendo a las dos niñas atadas a un árbol. Los bantúes bebían mucho y fumaron mucho banga para atraer a los oscuros espíritus que invocaban. Les rodearon sin que se diesen cuenta y los bantúes se asustaron mucho al verse rodeados de centenares de pigmeos que les gritaban y les apuntaban con toda clase de armas. Los colgaron de los árboles, dejaron que la selva se encargaran de ellos y quemaron sus cho- zas. Al día siguiente, Abendé ordenó que cogieran miel, el mejor don de Ubangui, el único alimento con el que un hombre puede vivir sano muchos años para fortalecer las niñas secuestradas. A los dos días estaban completamente recuperadas y Abendé dio la orden de marcha, pidiendo a todos que no miraran atrás. Las mujeres llevaban lo más importante, el tizón del fuego. Centenares de baká cruzaron la selva siguiendo el camino que el gran espíritu les había señala- do hasta que llegaron a donde el hombre mataba a los árboles. El jefe no quiso evitar aquel
21.
Una noche, mi hijo me vio guardar aquel viejo reloj de plata con un nombre de mujer grabado. -Lola. Indicada. Mi hijo me preguntó quién era aquella Lola y yo le conté la historia de sus abuelos. Cuando Lucas Hidalgo se casó con Lola Humanes, tuvo plena conciencia de que no solo había logrado sobrevivir, sino de que se había hecho a sí mismo aunque era apenas un adolescente. Lucas Hidalgo llegó una mañana al campo, con el lucero matagañanes aún en el firmamento, y construyó su casa con sus propias manos. La casa en la que nacerían generaciones de Hidalgo estaba hecha de estacas, barro, cañas y cal. Duró cerca de cien años. Cavó con sus propias manos de huérfano y jornalero adolescente, el pozo, morada del agua, y de allí brotó con generosidad el líquido elemento. Era la casa de los tiempos antiguos, que fue estrenada con ocasión de la boda. En el trabajo, el joven recién casado contaba el tiempo que le quedaba para terminar la jornada mirando un reloj de bolsillo, regalo de boda de su esposa, que tenía dentro de la caja una foto de ella y por fuera llevaba grabado su nombre. Lola, -l,o,l, a- letras que él acariciaba en la superficie de plata repu- jada, como si acariciase los muslos de su amada. Y cuando parecía que el mundo se iba a detener de tan lenta rutina un día Lola Humanes a con- tarle a su marido que una nueva vida estaba creciendo en su Interior. En ese momento Lucas se supo creador, prolífico y grande, como justo en el momento en que una inhumana furia imparable estaba recorriendo aquella paz de cielos, campos y vida, sin la angustia dolorosa del pequeño fracaso cotidiano. Al principio no supieron muy bien de qué se trataba. Comprendieron súbitamente, cuando una mala tarde llegaron a la puerta de la choza de Lucas tres jinetes buscando a alguien. Armaban mucho ruido, los niños se escondían, los perros ladraban. -Señora, sujete usted a esos perros o le pegamos un tiro-. Lola tuvo coraje para tomar las riendas de los caballos y apartarlos -casi nos pisotean- dijo ella. Comprobaron que allí no estaba lo que buscaban. Poco días después Lola, de tez pálida y trajes eternamente negros iba a por agua a un pozo cer- cano, sujetando con una mano las riendas del mulo que soportaba el peso de grandes cantaras y con la otra el pequeño universo que crecía en su interior. De repente, las bestias se pararon en seco, se negaban a seguir avanzando, no había forma humana de hacerlos avanzar. Entonces ella cogió uno de los cántaros y fue andando hasta el pozo. No vio el reflejo de su cara en el agua, tal y como esperaba, sino una cara blanca y azul, unos ojos que miraban a tra- vés de la carne y las piedras, un cuerpo deformado. Allí estaba, muerto, el hombre que andaban buscando los jinetes. Blanca parió poco después un feto que nació muerto. Presagio de algo terrible. Las cosas fueron cambiando paulatinamente. La sinrazón se fue apoderando lentamente del aire hasta viciarlo. Una mañana llegó un señor vestido de negro con una gorra y una saca de cuero, de la que sacó un papel con un sello, en el que se ordenaba a Lucas que fuese a defender un polvorín. Lo vieron partir por un camino entre olivares, con su cuerpo de niño grande, su sonrisa luminosa, sencilla, fresca y sus ojos transparentes. Lola se quedó sola en El reloj de Lola
22.
Aquella mujer hablaba muy poco y Lola se sintió abandonada a su suerte. Durante la noche extrañas luces iluminaban la oscuridad y un silencio sepulcral se apoderó del pueblo. Perdieron la cuenta de cuántos días estuvieron allí encerradas y casi en silencio. Cuando todo hubo pasado las dos mujeres quitaron las trancas, abrieron las puertas, olieron un aroma extraño, familiar, dulzón y descubrieron sobre los adoquines extraños destellos de brillo intenso rojo. Una tormenta descargó y la lluvia mezclada con sangre que corría calle abajo era el único sonido perceptible. En el pueblo ya no quedaba apenas nadie. Pasaron varios días más hasta que la situación se normalizó, uno de los dos bandos había sido aniquilado. Como Lucas no aparecía, Lola salió a buscarlo, enseñando una foto rota a la gente, pero nadie sabía nada en medio de aquel caos de funerales y llantos en aquel pueblo de locos. Una semana más tarde abandonó toda esperanza de encontrarlo con vida, así que se despidió de la mujer que le había ayudado a salvar la vida y se dirigió a la estación de tren, de vuelta a casa. Compró los billetes y cruzó el andén de la estación llena de soldados anónimos y de aspecto demacrado, de familias que se reencontraban llorando y de mujeres vestidas de negro, con niños pequeños que tenían en sus manos fotos de soldados desaparecidos y billetes para escapar. Lola se subió al tren lentamente, como demorándose adrede, como si en aquel lugar se quedase para siempre algo suyo. No dejaba de mirar atrás en busca de algo o alguien. Luis, le preguntó, -¿qué buscas?-, ella res- pondió: nada. Sin embargo, mientras buscaban asiento en el interior del tren, ella miraba las caras de cada uno de los soldados. El tiempo inexorable, no iba a detenerse ni siquiera por una vez. Cuando, el jefe de estación dio con su silbato la orden de salida, aquel silbido, fue como el del agua que hirviendo bulle en el interior de un recipiente sobre el fuego, que busca el mas mínimo resquicio para salir al exterior. El primer giro seco de las ruedas del tren fue como un golpe en el corazón de Lola. Vio un hombre joven, en el que no había reparado anteriormente, estaba sentado en el suelo, tenía los ojos vendados y charlaba con otros soldados. Lola creyó encontrar un gesto familiar, y se aferró ciegamente a su última esperanza. Avisó a su hijo, cogió de nuevo su equipaje y bajaron de un tren que lentamente inició su marcha para luego perderse en el horizonte. Lola miró a aquel hombre más cerca y con más detenimiento, para comprobar que no era lo que ella esperaba, era más viejo y moreno que su marido. Se dio la vuelta y contempló los raíles vacíos. Se dio cuenta de que no tenía dinero para comprar otro billete así que tendría que pedirlo, sólo de pensarlo se le nubló la vista y sintió una leve sensación de mareo. Creyó que se iba a caer en medio de las vías, justo cuando se acercaba un nuevo tren. Le salvó la mano de Luis que se aferraba a ella con toda su fuerza. Cuando lo miró sonreía dán- dole ánimos y pudo ver que el soldado de los ojos vendados sacaba del bolsillo de su chaqueta unos cigarrillos y un plateado reloj de bolsillo con un retrato dentro y un nombre de mujer graba- do en el lomo, que él acariciaba como si fueran los muslos de su amada. Cuando terminé de contarle la historia a mi hijo, le regalé el reloj pidiéndole que loguardara como un secreto tesoro y que nunca por nada del mundo lo perdiera, y que cuando fuera mayor, se lo regalara a sus hijos.
23.
24.
de un Duque-, cuya vida fue de boca en boca por toda la isla, vio a Yusuf bañarse desnudo en su pequeña cala, algo se movió en su interior. María esperaba ya poco de la vida cuando encontró a aquel náufrago, a su vez una tabla a la que amarrar el naufragio de su propia existencia. No tenía nada que perder. Poco le importaba si era un extranjero. Al domingo siguiente después de misa, volvió a la posada en que trabajaba y se tomó el resto del día libre. Cogió algo de comida, la puso en una cesta y se fue a la playa. Allí se aseguró la atención del náufrago que parecía surgir súbitamente de las rocas y cuando estuvo segura de que la miraba se quitó la ropa y se dio un baño. Se le insinuó con gestos y se contorneó varias veces, lo suficiente como para conducirle a aquella escena bajo los árboles que jamás olvidaría en su vida. Yusuf consideró aquello como un regalo del cielo y rezó más que nunca a Alá, para que aquellos encuentros no terminasen y en segundo, para que la mujer a la que él llamaba Azahara no revelase a nadie su paradero pues su vida dependía de ello. Así se lo había pedido. -Te llamaré Xoroi, -dijo ella-. Que quiere decir bello-. Y él respondió con una sonrisa aprobatoria. Pronto, los dos amantes alcanzaron gran confianza. Las visitas de María se repetían cada fin de semana y el cariño fue creciendo entre ellos. El no era un salvaje como ella podría haber pensa- do inicialmente, ni ella provocaba los recelos y desconfianza del huidizo y asustado extranjero. Yusuf le mostró el escondite de su cueva y ella se quedó estupefacta. Allí, el náufrago había sembrado tomates, pimientos y otras plantas que le servían de alimento, creando un sistema de riego, con aguas de lluvia. Había cerrado un espacio con palos y cañas y allí criaba aves de corral robadas de granjas cercanas. Cada vez que iba a la cueva de Xoroi vivía los mejores momentos de la semana. Nadaban desnudos por aquellas aguas cristalinas junto a los acantilados, al abrigo de las mira- das. Cogían peces frescos, mariscos y crustáceos, huevos de aves que comían mientras veía ponerse el sol en el océano. Ella mantenía el secreto, le enseñaba algunas palabras en su lengua, le proporcionaba herra- mientas para cortar y trabajar la madera, para que construyese muebles. A cambio, él le ofrecía la hospitalidad de su cueva, y de buen grado enseñaba a los dos niños de Azahara, -Joan y Jordi, de ocho y diez años- a pescar con una rudimentaria caña, a cazar, a nadar, a ser hombres fuertes, libres e independientes. Los niños comenzaban a sentir por primera vez la figura de algo parecido a un padre. A pesar de la precaución extrema con que se conducían Azahara y sus hijos no pudieron evitar levantar sospechas. Cuando les veían los dueños de la posada en que trabajaba, coger cantida- des inhabituales de comida, aquella ropa de día especial, o aquella injustificada expresión de alegría. Fueron poco a poco sacando la madeja por el hilo, atando cabos, levantando sospechas, com- probando cómo desaparecían aves de corral y otros alimentos de las granjas, haciendo pregun- tas a los niños. Y la respuesta llegó un domingo de verano. Les bastó seguirla hasta la cueva de los acantilados para comprenderlo todo. Cuando los soldados entraron en la cueva, armados de mosquetes y espadas, la sorpresa les paralizó. Los soldados entraron, apuntaron con sus armas y solo vieron a María aterrorizada apretando contra sí a sus dos pequeños. Cuando los soldados dieron el primer paso hacia la mujer, de la oscuridad salió la mirada fiera de Xoroi que intentó inútilmente reducir a los soldados. Cuando
25.
Los que conocíamos a Marisa, -aquella cuarentona de ingenuos ojos grandes - no teníamos porqué saber cual sería su reacción ante la luna llena. Esa noche de verano la luna reinaba sobre el la hoguera y las sierras al fondo. Yo la conocía hacía décadas, aprendí a amarla con el tiempo, y a olvidarla luego. Yo la conocía, pero los que se sentaban con ella alrededor de una hoguera por vez primera en una noche de luna llena quedaron tan impactados por aquella historia, como ella misma al vivirlo. Una hoguera nocturna en medio del campo siempre alcanza un punto de misterio. Un chico reveló el espanto que le produjo descubrir un cuchillo puesto al azar en una bolsa de plástico en un viaje de verano, que apuntaba de forma inmisericorde hacia la parte trasera de su cabeza sin que él lo supiera. Fue su novia de entonces la que lo salvó. Cualquier movimiento de cabeza, risa o gesto propio de una conversación podría haber tenido graves consecuencias. La chica que desde entonces fue su ángel, retiró el cuchillo que estaba colocado sobre el asiento trasero del coche donde ambos viajaban. -Es lo mas parecido a un ángel que he tenido. Concluyó. Cuando Marisa, escuchó la palabra ángel, dos lágrimas rodaron por sus mejillas y sonrió: -Así que habláis de ángeles. ¿De verdad queréis escuchar historias sobre ángeles?. Todas las miradas se dirigieron hacia ella. -Yo tendría unos diez años. -comenzó. Sin embargo, hasta años después no comprendí qué había ocurrido verdaderamente. Mi tío Joaquín tenía apenas 30 años pero ya se había ganado maña fama en el pueblo. Las malas lenguas decían que su tío iba definitivamente por el mal camino, -esas palabras usó- hablaban de las malas compañías que lo frecuentaban, de demasiado alcohol y quizá de alguna que otra sustancia. Además lo acusaban de tener ideas demasiado avanzadas. -En casa lo veían como un bala perdida, pero era un buenazo en el fondo, para mí se trataba de un tipo divertido que hacía cosas que a mí me gustaría hacer a su edad. Una noche llegó la casa para decir que lo acompañásemos a ver la luna llena que esta saliendo -Esa noche su rostro tenía una aspecto distinto cuya causa yo no lograba identificar. Yo sólo noté un brillo especial de sus ojos, iluminados por la luz de la luna, como ésta de hoy. Después se encaminó hacia una habitación, para hablar a solas con mi padre. Yo pegué el oído a la puerta, pero no se oía nada. Finalmente, decidí escuchar la conversación por la pequeña ventana que daba al patio, como había hecho tantas veces. -Te juro que hoy no he tomado nada, mi mente está más clara que nunca. -Decía mi tío. El misterio de los ojos de luna llena
26.
Geoversos
27.
Mirada Delta El rio se desdibuja en tu espalda Tu mirada se funde en mi océano. Esmeralda y azul, tus ojos Sencilla y grande, tu alma Como el Orinoco. El río celeste se desliza por la selva esmeralda como tu cuerpo repta por mi mente, por mis venas, camino de mi corazón. Tu voz es un violonchelo que rie al atardecer a la sombra de una Ceiba. Tu sonrisa es blanca y negra, Blanco Boyacá por las comisuras Negra por donde mas duele. Hay tantas cosas Yo solo preciso dos Mi guitarra y vos. El río celeste se desliza por la selva esmeralda como tu cuerpo repta por mi mente, por mis venas, camino de mi perdición camino del bello Monte. Viva el quejido valiente Del agua de tu voz Que se arroja y vuela Como ave blanca Sobre la verde espesura El Caribe desemboca en la Alhambra Mi mirada en tu voz. El Orinoco en la Esperanza. El Guadalquivir en mi corazón.
28.
Yo seré tú Yo seré tú Y te cantaré la vida. Te enseñaré el mundo Como por primera vez. Tú serás corazón que tirita esperando la voz, que le diga: confía en mí, y tú, serás yo. Tú serás yo Y abrirás mis surcos, cerrarás las heridas. Te alimentarás de mi piel. Yo seré tú Y comeré de tu alma beberé de tu cuerpo: sembraré la semilla, tendré tu sed. Tú serás la llamada, que sin querer, he respondido. Estoy aquí para estrenar tu primavera y enterrar la soledad que te condena. Yo estoy aquí para gritar tu primavera. Las palabras oscuras que te nombran. Los silencios que gritan bajo tu piel. Beberme la voz que te corona, probar el sabor de tu miel. Tu viniste para amanecer, cantarme la vida bailarme las penas, y tocarme las alegrías.
29.
Nombre de Arcángel A los lejos tu barco, vestido de fiesta fondeado en la rada, blanco azul vaivén. Tus piernas seguían el ritmo Sin mucho que perder. Vámonos pal cielo, el cielo de tu piel Era una tarde plomiza, sobre las tres Mirábamos el horizonte, tu bebías café, Tienes nombre de arcángel, y secretos en la piel. Sobre tu hombro un ancla, sobre el ancla una mujer. Sobre mi mano la tuya. Sonríe el atardecer. Sobre tu labio el mío, sobre el tuyo mi timón Tu quilla rompe mi espuma. Mi mástil es tu temblor. Vámonos valiente, tu proa al atardecer. El viento empuja tu vientre elegante cual bajel. La espuma me trae tu nombre, a la boca, con la miel. La noche trae el nombre del arcángel, de su piel. Tienes nombre de Arcángel, Es todo cuanto de ti sé.
30.
Los árboles amantes Mi abuela me contó la leyenda Del árbol de los dos troncos. Mil amantes se encuentran a su sombra rodeada de montañas, al abrigo de los vientos Los días de fiesta, las flores se alegran y mil historias juguetean bajo sus ramas, que el pequeño riachuelo murmura, y esparce mas allá del tiempo y el espacio. Se dice que el muchacho triste encerrado en la habitación del norte vencido de aguas ácidas e invierno, acosado por la tierra arrasada y enfermo de desamor y muerte. Cansado de sufrir, comenzó a andar, por no enfermar o perecer. Su abuela me contó el romance del hombre de los ojos limpios. Vacío de lágrimas, de repente seguía, un reguero de hormigas negras y raras. Viajó por líneas de letras y metáforas Días y noches, noches y días. Su vida parecía menos vacía. Las hormigas de la poesía, Nunca se sabe donde te llevarán me decía la abuela en aquel patio. ¡Se diría que siempre saben dónde van¡. Como si alguien las animara. Siempre adelante, taca, taca, tá. Las abuelas cuentan el romance el poema del niño del corazón grande Llegó al valle en el tiempo de abrir y el hombre de la boca triste se enamoró de aquel aire dulce, cuando las hormigas señalaron una brecha en el tronco de fresno. Era entonces pequeño, simple y sin hojas pero las hormigas raras lo eligieron. En sus entrañas le susurraban historias que enseñaban cosas hermosas y sencillas como insectos, diminutos y grandes.
31.
El Silencio Caen los ojos traviesos amarillos, dorados, ocres, rojos y finalmente negros, brillantes como la tarde sagrada y silenciosa, que yace bajo la torre. El silencio… La paz se hizo en su sombra y se irguió la daga de oro en este remanso del tiempo Vencejos y cernícalos luchan en las alturas por un nido entre las rocas paz en la tierra y alegría en los cielos. La paz se hizo en mi sombra y se irguió la torre dorada en este remanso sin tiempo. Llama la primavera en la puerta de mis sueños golpea con sus nudillos en la boca del estómago. Y el silencio. Se abre la puerta. Y de repente no pasa nada en esta tarde sagrada más que la primavera. Y la luz besando rocas Y el silencio. Y lo noche que nace. Y las estrellas que giran. El vértigo dentro. y el silencio fuera. El silencio.
32.
Cántame la poesía, Cántame la valentía de mis días y tus noches. De tus noches y mis días. La condena Con un beso me conformaría. Un beso que amaneciera Tu piel y encendiera mis ojos Un beso que inundara el alma del mar como un delta que se vaciara en tu copa. La violencia de abril azota los cuerpos con lenguas que murmuran y almas que se besan. Un alud de nieve derretida Que amaneciera el deseo de tu bendito ser. Que durara cien años Que abonara la tierra Que precipitara tu sed. Que rompiera los diques Que alcanzara la luna. Una cascada de risa Que te mojara los labios Una sonrisa sincera Unos caballos trotando Que te mordieran La piel que te condena.
33.
es un trozo de corona un altar una habitación de seda porque también es tuya. mi Roma. El zumo de tu nombre Exprimo tu diccionario y saboreo tu zumo de letras recién hecho, tu paté de historias frescas para desayunar tras la resaca de tus versos. Me preparo una crujiente rebanada de pan untada con aceite de vocales que amanecieron en las comisuras de tus labios consonantes. Removiendo el zumo de letras descubro un adjetivo lacónico dando vueltas, por el centro de mi vaso, y me dice: soy agrio, pero dulce, bébeme, estoy rico. Muerdo mi tostada y sabe al pan recién hecho, a mi madre cuando me dio su leche, a los valles en los que nació y a mis entrañas cuando canto. El aceite de tu nombre salvador es el verbo que dispuso el creador para alegrar mi camino, y la savia para engendrar palabras nuevas que nunca antes nadie imaginó. Me bebo el zumo de tus letras afrutadas y maduras, recién cogidas cuando entran en la boca, pero picantes e intensas en el paladar para finalmente llegar a ser plenas e intensas al amar.
Descargar ahora