La Guerra Cristera (1926-1929) fue un conflicto armado entre el gobierno y la Iglesia Católica debido a las políticas públicas que restringían la autonomía de la Iglesia, como prohibir los votos religiosos, la propiedad de bienes raíces por la Iglesia, y limitar el número de iglesias y sacerdotes. Se estima que murieron 250,000 personas. La Constitución de 1910 había establecido una política de intolerancia religiosa privando a la Iglesia de derechos legales.