El autor plantea que la televisión puede dañar la capacidad de abstracción de los niños al limitar su entendimiento del mundo solo a las imágenes. Esto conduce a una era de información pero no de comunicación y puede causar soledad y atrofia cultural ya que el lenguaje es fundamental para el pensamiento. Sin embargo, los medios audiovisuales pueden ser valiosos cuando se usan de forma activa para comunicarse y compartir ideas, siempre que no reemplacen la interacción social en persona que requiere de todos los sentidos.