1. Identidad Sexual
Existen muchas teorías que explican el conjunto de relaciones que
intervienen en el conocimiento de la identidad sexual; conocer y relacionar estas
teorías y conceptos contemplados dentro de la psicología social, permitirán
analizar y comprender el porqué de las situaciones que enfrentan los y las
docentes, los padres y madres, para impartir una orientación adecuada a los
alumnos y alumnas en relación con la educación sexual, específicamente en la
identidad sexual.
Jaume (2005) dice que: “La identidad sexual es la convicción personal y
privada que tiene el individuo sobre su pertenencia al sexo masculino o femenino”
(p.89). El rol o papel sexual es la expresión de la masculinidad o feminidad de un
individuo según las reglas establecidas por la sociedad, de esta manera, se dice
que, desde la concepción el niño y niña tiene un sexo definido pero está
desarrollando su Identidad sexual.
A pesar de los muchos cambios y transformaciones sociales y culturales, la
educación sexual sigue proporcionándose de manera inadecuada, creando
modelos de expectativas relacionadas a los roles sexuales del niño y la niña, y por
ende en la identidad sexual; conceptos estrechamente ligados a lo que es la teoría
de rol y al conflicto entre los roles hombre/mujer, niño/niña, los cuales sirven de
enlace clave con el tema central al que se hace referencia en la presente
investigación.
A tal efecto, Oliveros (1999) expresa que “…la conciencia de ser hombre o
mujer puede empezar alrededor de los dos años; es decir, al final de la etapa
Sensorio-Motriz y hacia los 3 años de la mayoría de los niños tienen una idea
firme de cuál es el sexo al que pertenecen…” (p. 13).
La identidad sexual se define en los primeros años de vida, en la infancia, y
va adquiriendo mayor fuerza en la adolescencia y pubertad. La identidad sexual
es, entonces, una manifestación básica de la personalidad, influenciada por las
actitudes de los padres, y comienza con la percepción de pertenencia a uno u otro
sexo, desemboca en el llamado núcleo de identidad de género que se refiere a la
2. convicción de que el sexo asignado es el correcto. Soy hombre y soy mujer es
una afirmación que se impone antes de los dos años de edad y se mantiene por lo
general a lo largo de toda la vida.
Para Gil (2006), la identidad sexual es el conjunto de características sexuales
que nos hacen genuinamente diferentes a los demás: nuestras preferencias
sexuales, nuestros sentimientos o nuestras actitudes ante el sexo (p. 708).
Simplemente, podría decirse que el sentimiento de masculinidad o feminidad (con
todos los matices que haga falta) que acompañará a la persona a lo largo de su
vida. No siempre de acuerdo con su sexo biológico, o de su genitalidad.
La identidad sexual es la conciencia propia e inmutable de pertenecer a un
sexo u otro, es decir, ser varón o mujer, básicamente es pensar en si una persona
se siente a gusto, con bienestar y autorrealización en lo que implica ser hombre, o
ser mujer, e incluye la manera como la persona se identifica, o como una
combinación de ambos, y la orientación sexual de esa persona. Es el marco de
referencia interno que se forma con el correr de los años, que permite a un
individuo formular un concepto de sí mismo sobre la base de su sexo, género y
orientación sexual y desenvolverse socialmente conforme a la percepción que
tiene de sus capacidades sexuales.
Desarrollo de la identidad sexual
El proceso de desarrollo de la identidad sexual está vinculado a múltiples
aspectos de lo humano que se integran en un todo altamente complejo y por sí
irreductible a sus partes. En este sentido, la sexualidad humana implica la
integración de diversos procesos de carácter biológicos, emocionales, cognitivos y
sociales. De esta forma, la sexualidad es un fenómeno que abarca la genitalidad
relacionada con aspectos biológicos y múltiples complejos psicológicos como son
el logro de una identidad sexual.
Lewis (1987), afirma que: “La identidad sexual se inicia desde muy temprano.
Así un niño de 2-3 años de edad puede enfadarse mucho si se le llama <<niño>>
o <<niña>> incorrectamente” (p.89); un ejemplo de esto es que desde el
3. nacimiento se le asigna a niñas y niños un nombre propio sexuado, se les pone
ropas diferentes, se les hace regalos diferentes y, lo que sin duda es más
importante, se les trata de modo diferente a veces mediante procedimientos muy
sutiles e inconscientes para la mayoría, representando esto un etiquetamiento,
que a diferencia de otros comporta un fuerte componente emocional.
Después del nacimiento, la identidad sexual se va construyendo y
modelando, dependiendo de múltiples factores, como la relación con la madre, el
padre y/o ambos, la familia, la escuela, los/as amigos/as, los medios de
comunicación y el ambiente social y cultural en el que se vive. Todos estos
factores influyen en cómo se va aprendiendo a ser mujer y hombre ya que las
niñas y los niños reciben diferentes mensajes que les transmiten lo que es
femenino y lo masculino. Esto no tiene necesariamente que ver con las funciones
biológicas, sino con las ideas y valores de nuestra cultura. La identidad sexual se
continuará construyendo a lo largo de las distintas etapas de la vida, sin embargo,
la mayoría de los autores expresan que es generalmente en la etapa de la
adolescencia cuando la identidad sexual se encuentra definitivamente establecida.
Pauluzzi (2002) manifiesta que:
La "identidad sexual" de una persona se incorpora a través de
distintos enfoques: biológicos, psicológicos y culturales. Esto le
"permite a un individuo formular un concepto de sí mismo sobre la base
de su sexo, género y orientación sexual y desenvolverse socialmente
conforme a la percepción que tiene de sus capacidades sexuales" (p.
78).
Desde lo biológico, podemos establecer que la idea de sexo está regida por
los genitales para llegar a reconocer las cualidades distintivas de la especie
humana: pene para el varón, y vagina para la mujer. Esta pertinencia de
diferenciación de sexos no es un condicionamiento para determinar la "identidad
sexual", sino que ésta se sitúa como una construcción social, en la que se incluye
la "identidad de género". Dicha identidad no está conformada sólo por el sexo,
sino que se establece a partir de una cosmovisión, en donde interpretamos la
sexualidad con parámetros construidos a lo largo de nuestra vida y que responden
a un contexto más amplio: la cultura.
4. Por lo anterior, es posible aseverar que la adquisición de la identidad sexual
tiene una base biológica, pero también está sustentada en un proceso psicosocial,
tal como lo afirman González y Castellanos (2003): “Nacemos con un sexo
biológico, pero devenimos psicológica y socialmente a través de un proceso que
discurre en los marcos del desarrollo ontogénico de la personalidad y conduce a la
construcción individual activa de la identidad sexual”. (p.93)
La identidad sexual incluye la manera como la persona se identifica como
hombre o mujer, o como una combinación de ambos, y la orientación sexual de la
persona. Es el marco de referencia interno que se forma con el correr de los años,
que permite a un individuo formular un concepto de sí mismo sobre la base de su
sexo, género y orientación sexual y desenvolverse socialmente conforme a la
percepción que tiene de sus capacidades sexuales.