El documento describe la transfiguración de Jesús en el monte con Pedro, Santiago y Juan. Jesús se transfiguró delante de ellos y se les aparecieron Elías y Moisés. Pedro quería construir tres tiendas pero no sabía lo que decía. Luego una nube los cubrió y una voz dijo "Este es mi Hijo amado; escuchadlo". Jesús les ordenó no contar lo sucedido hasta después de su resurrección. El documento también analiza el misterio del sufrimiento a la luz de la transfiguración y el sacrificio de Jesús
1. II Domingo de Cuaresma. Marcos (9,2-10). 1 de Marzo de 2015.
Publicado por LMV en http://erealcala.blogspot.com por el Departamento de Jóvenes de Cáritas Diocesana de Alcalá de Henares.
LA PALABRA ES VIDA
La vida que nace del Evangelio para cada semana …
CÁRITAS DIOCESANA DE ALCALÁ DE HENARES
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una
montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco
deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y
Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús: «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a
hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
Estaban asustados, y no sabía lo que decía.
Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: «Este es mi Hijo amado;
escuchadlo.»
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta
que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»
Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los
muertos».
El dolor, ¿un misterio de amor?
Dios presenta a veces una fachada terrible; terrible y desconcertante. ¡Pide cada cosa el Señor!
Él lleva su idea, qué duda cabe; pero para nosotros, que lo vemos desde fuera, lo que Dios
muchas veces nos pide, y nos hace, resulta tremendamente duro, incomprensible. “Toma a tu
hijo único… y ofrécemelo allí en sacrificio”. ¿Cómo, a mi hijo único?, ¿al hijo de la promesa?
¿Qué es lo que pretendes Señor?... Como tanto enfermo por ahí, al que el sufrimiento va
invadiendo por dentro, lo va minando hasta dejarlo desnudo y solo, ante la muerte. Como tanto
hombre de bien, al que la calumnia y la persecución han acorralado y lo han puesto contra la
pared. Como tanto servidor de Dios, al que todo se le pone en contra: hasta verse mirado con
recelo –quizá hasta condenado- por sus propios hermanos… Es el misterio insondable del
sufrimiento; o peor aún, del sufrimiento de quien nada ha hecho para merecerlo. ¡Qué mal te
ha dejado siempre, Señor, este inabarcable misterio del dolor! ¡Cuánta pregunta, cuánto grito,
cuánta blasfemia incluso han subido al cielo desde el sufrimiento de la pobre humanidad!...
Hoy la Palabra nos acerca a dos sufrimientos de ésos. Terribles los dos, los dos en personas
inocentes. Dos situaciones-límite, absurdas si las hay. La Palabra nos las pone delante y nos
ayuda a verlas con otra luz, desde otro ángulo. Para que luego, cuando el dolor llame a nuestra
puerta, podamos, si no comprender, al menos asirnos a algún pedazo de supuesta verdad, a un
poco de luz segura que nos proporcione una chispa de paz. Que nos ayude a decir: yo no lo
veo, pero Dios sabrá. Él, que me ama, sabrá por qué, y hasta cuándo, y dónde encontraré
fuerzas para soportarlo.
Éste es hoy el clima de la Palabra. Suponer que hay siempre una clave –por más que nuestros
ojos no lo vean- para interpretar las actuaciones de Dios. Como detrás de la apariencia sencilla
de Jesús de Nazaret, había –hoy se nos muestra- una luz y una verdad insospechadas. Como,
detrás del misterio de la horrible muerte de este Hombre, habrá todo un misterio de amor de un
Padre que para salvar a otros hijos, entregará a la muerte a su “Hijo”.
¿Queda todo un poco más claro? Sí, ya sé, el sufrimiento sigue siendo un misterio insondable.
Precisamente por eso, la única manera de acercarse a comprenderlo es meterle dentro otro
misterio más insondable aún: EL AMOR.
PARA TU REFLEXIÓN Y COLOQUIO:
¿Qué entiendes de este misterio del Sacrificio de Isaac y del propio Jesús?