1. INDUSTRIALIZACION DE LA EDUCACIÓN O…
"No tiene sentido hablar ya sea de 'la era industrial" o del desarrollo de sistemas de
los sistemas de escuelas públicas como una sola fase coherente de la historia
nacional".
Ya sea que nos pongamos del lado de los “progresistas” para quienes la escuela que tenemos es una mala
copia de la retratada por Pink Floyd en “A hole in the wall” o de los “críticos” para quienes la escuela es
solidaria de instituciones totales como las prisiones, los hospitales y las fábricas; y por lo tanto es
impotente e incapaz de seguirle los pasos a un siglo que se vende como creativo, artístico, insobornable,
y sobretodo profundamente imaginativo y original. Lo cierto es que ese modelo de la escuela como
fábrica es mucho mas un hombre de paja que una evidencia histórica.
Nuestra densidad histórica se disuelve a medida que nos vestimos de tecnología día y noche. Por eso
repetimos los mismos errores, y por eso creemos que los déficits pedagógicos que atribuimos a
anteriores innovaciones tecnológicas (en este caso a la educación masiva industrial), se curarán no con
menos (y mejores) usos de la tecnología, sino con dosis masivas de tecnología (de eso tratan los
modelos a 1) que terminan haciendo mas de lo mismo.
Por eso para entender porqué vamos por mal camino, porqué dispositivos asombrosos como el Apple
Watch no remediarán lo que docentes insulsos y estructuras curriculares anquilosadas (sumada a
prácticas burocrático-ministeriales totalmente desinformadas) empeoran cada día, es necesario no tanto
imaginar las soluciones tecnopedagógicas mágicas del futuro, cuanto revisar los entramados complejos
del pasado, y rescatar de iniciativas variadas y a veces parcialmente exitosas, que una uniformización
descriptiva simplista ignora y pierde de vista.
El modelo industrial de la educación asimilado a líneas de montaje, cohortes ordenadas por edades,
instrucción de clases enteras, estandarización, modelo prusiano (o lancasteriano), y el mito de que la
educación no ha cambiado nada en los últimos 120 años, no resiste el menor análisis histórico.
2. La solución no provendrá pues de las máquinas que tenemos hoy, o de los
algoritmos que las habitan. El futuro de la educación depende mucho más del
rediseño (ontológico) de los docentes, y del hackeo curricular, del tiempo, el
espacio y la evaluación, que tendrá lugar muchas veces sin máquinas, o a pesar de
las máquinas.
Mucho antes de que se promulgaran leyes nacionales de alfabetización obligatoria en muchos países
latinoamericanos (empezando por la argentina en 1884), ya existían demandas de educación ampliada,
diversos sistemas de organización escolar como el sistema de monitores (método "Bell-Lancaster”),
editoriales que publicaban libros de texto antes de que los estados los compraran por millones, y hasta
escuelas de formación docente, sistemas de gestión y seguimiento y una descentralización que en
algunos países (como en USA) llegaron a extremos amplísimos, muy lejos de la estandarización tan
deplorada.
Quizás el más grande de los errores es suponer que la escuela copia a la industria para generar
trabajadores dóciles y acríticos. Si bien ello ocurrió ocasionalmente, los desfasajes fueron enormes
porque en muchos países (especialmente los latinoamericanos), los modelos educativos se desarrollaron
décadas o hasta un siglo antes de la supuesta industrialización, a la que obedecerían mansa y
tranquilamente. En rigor en muchísimos lugares la vida interna de la escuela anticipó la sociedad
industrial en vez de ser su inalterado reflejo.
Como bien lo mostró Dorn (2011) la denuncia del modelo industrial de educación mas que una
fenomenología de una enseñanza indeseada, no es sino un arma retórica para, criticando una práctica
inexistente, imponer otra que la superaría, cuando en realidad no hace mas que calcarla y reproducirla,
solo que amplificando desmedidamente el rol de la tecnología en la educación.
Ninguna escuela fue nunca una fábrica, aunque algunos dibujos y croquis lo supongan. Los maestros no
son un ejército aunque a algunos sindicatos les gustaría que así ocurriera.
La apelación de los tecnofílicos a la modernización escolar busca introducir masivamente a la tecnología
(encarnada actualmente en modelos 1a1 costosos y mutilados en casi todas sus encarnaciones, a
excepción tal vez de El Plan Ceibal en Uruguay) es parte de esta danza de equívocos.
El encanto (favorecido por los fabricantes de equipos de hardware y software) para imponer sus modelos
es el supuesto infundado de que las máquinas de enseñar personalizarán y revolucionarán la educación,
3. permitiendo que los alumnos aprendan a medida, siguiendo sus necesidades y gustos, aprovechando sus
conocimientos previos, y apreciando el estado del arte mas actualizado en las disciplinas.
Los sistemas de educación virtual que datan de varias décadas atrás, y los MOOCS mas recientemente,
son testimonio de esta tendencia hacia la algoritmización de la educación, que en décadas pasadas se
denominaba automatización.
Resulta gracioso -cuando no extremadamente paradójico- imaginar que estos nuevos sistemas de
estandarización y control (utilizados muchas veces con el objetivo no declarado de abaratar costos y de
masificar la instrucción), son mejores y mas eficientes que los que teníamos hace 50 o 100 años atrás
Y si como bien conjetura Audrey Watters (2015) ¿esto del modelo industrial de la educación no fuese
mas que un cuento que nos hemos inventado para así justificar la actualización (upgrade) del software y
del hardware, solo que trasladando el control de los maestros a los ingenieros y de los gobiernos al
mercado?
Son varios los factores que convergen para darle verosimilitud a esta historia de la industrialización
(inexistente) de la educación:
1. El supuesto mal funcionamiento masivo de los sistemas educativos.
2. El costo creciente y los rendimientos decrecientes de los sistemas heredados.
3. La masificación del uso de dispositivos tecnológicos supuestamente cada vez mas inteligentes.
4. El éxito (inicial) que han tenido los sistemas de educación virtual y los cursos masivos on-line.
5. La aparición de nuevos sistemas de almacenamiento de información y el uso de soportes como
Youtube para amplificar el conocimiento visual de la humanidad.
6. Nuevos buscadores de tinte académico que mejoran al acceso a una cantidad creciente de
información producida por el sistema educativo y sobretodo fuera de él.
7. El mejoramiento de los sistemas expertos y de aplicaciones de “inteligencia artificial” que empiezan
a imitar la heurística humana.
8. El uso de “Big Data” que permite generar hipótesis inesperadas fuera de los circuitos convencionales
de la ciencia tradicional y de la educación conservacionista.
Estos 8 puntos son mas o menos ciertos o válidos, pero de allí a imaginar que las máquinas (las que
tenemos hoy o las que tendremos en los próximos años) nos enseñarán (sustituyendo a los buenos
docentes, que eso si lamentablemente son escasos). Y que el software (que tenemos hoy y que
4. esperamos tener mañana) permitirá optimizar los aprendizajes, siguiendo los lineamientos de los
fabricantes de software y hardware, es una ingenuidad política y un error pedagógico que ya estamos
pagando a través del uso inefectivo de la tecnología que ha invadido las aulas (y las oficinas) en los
últimos años y que salvo excepciones ha estado muy por debajo de sus promesas, y encima fomentando
el riesgo de exterminar especies mediáticos (y formativas) que seguimos necesitando y que debemos
mejorar. So pretexto de que forman parte de ese imaginado modelo industrial, responsable de todos
nuestros males.
Deberemos pues revisar nuestra denuncia sistemática de la educación industrial (que nunca existió),
solicitando a gritos una educación post-industrial basada en máquinas y en algoritmos (la de los
ingenieros, los fabricantes, los vendedores de aceite curalotodo).
La solución no provendrá pues de las máquinas que tenemos hoy, o de los algoritmos que las habitan.
Como comentábamos en columnas anteriores el futuro de la educación depende mucho mas del rediseño
(ontológico) de los docentes, y del hackeo curricular, del tiempo, el espacio y la evaluación, que tendrá
lugar muchas veces sin máquinas, o a pesar de las máquinas, que supimos conseguir.
5. La escuela está pensada para preparar a las personas para
ayer y no para mañana. Esta célebre cita de Alvin
Toffler ilustra a la perfección la idea que muchos
educadores tienen sobre la escuela actual.
Una escuela del siglo XXI organizada en base a principios
decimonónicos y muy ligada a los principios de
la Revolución Industrial. La idea de asemejar la escuela con
la fábrica ha sido desarrollada no sólo por Alvin Toffler, sino
también por Sir Ken Robinson y Linda Lantieri, entre otros.
De ahí que el artículo de hoy tenga la intención de recopilar
algunas de sus ideas, aportar algunas propias y demostrar
que el sistema educativo actual debe replantearse un
profundo cambio, y no en términos de reforma, sino en
términos de transformación.
6. Imagen sometida a derechos de autor
10 Razones que relacionan la escuela
con una fábrica.
1. Horario. El horario de una escuela es completamente
rígido y perfectamente delimitado, tal y como sucede en una
fábrica. Personalmente, creo que la rigidez horaria
condiciona por completo el aprendizaje del alumno y la
forma de enseñar del docente que está sometido a la
7. presión de formar parte de un engranaje del que es una
pieza más.
2. Jornada. Así como se habla de jornada laboral en una
fábrica, este término también se ha tomado para la escuela.
De ahí que se hable en los centros educativos de jornada
escolar.
3. Puntualidad. La escuela, al igual que la fábrica, da
mucha importancia a la puntualidad. Dicha puntualidad es
un claro elemento de presión que viene determinado por el
engranaje del propio sistema, al ser concebido como una
cadena de producción.
4. Productividad. La escuela, al igual que pasa con una
fábrica, no se mide por el grado de creatividad, sino por el
grado de productividad. En la escuela prima la
productividad sobre la creatividad porque es medible,
porque es mucho más fácil cuantificarla. De ahí que dé
tanta importancia a las pruebas o tests.
Curiosamente, el origen de la palabra fábrica procede del
latín ‘fabrica’, palabra derivada de ‘faber’, es decir, el que
hace algo, el artesano, el obrero. Sin embargo, la palabra
inglesa ‘fabric’ significa ‘tejido’, ‘andamio’, ‘edificio’ y
procede, a su vez, del francés ‘fabrique’.
8. 5. Resultado. La escuela prioriza el resultado al proceso. Y
lo prioriza al igual que una fábrica porque el proceso
también es difícil de evaluar.
6. Vestuario. El vestuario de los alumnos tiende a la
homogeneidad, al igual que sucede en una fábrica. Se
podría hablar en este sentido de un vestuario estereotipado,
dado que la gran mayoría de alumnos visten en ocasiones,
sin saberlo, de la misma manera.
En este sentido los centros educativos también tienen unas
normas de cómo vestir al igual que sucede en una fábrica.
7. Timbre. El tiempo de trabajo o producción se rige por un
timbre o sirena. Es la sirena la que determina el cambio de
actividad o hace saber si la jornada empieza, llega a su
momento de descanso o finaliza.
8. Reglamento. La escuela se rige por un reglamento que
toda la comunidad educativa debe conocer, asumir y
cumplir, al igual que sucede en una fábrica. Por ejemplo, no
se puede ir al lavabo sin pedir permiso.
9. Jerarquía. La escuela está organizada mediante un
sistema jerarquizado, al igual que en una fábrica.
9. 10 Arquitectura. En muchos casos la arquitectura del
edificio de una escuela tiene cierta semejanza con la
arquitectura de una fábrica. Hay espacios para producir y
espacios destinados al descanso.
La escuela actual tiene un sistema educativo diseñado en la
era industrial, diseñado en el siglo XIX. En su momento
quiso dar respuesta a una necesidades que creo que hoy
están superadas y obsoletas.
La escuela del siglo XXI debe hacer lo posible por
reinventarse y tú juegas un papel en ese cambio totalmente
decisivo.
Enseñar no debe parecerse a llenar una botella de agua,
sino más bien a ayudar a crecer una flor a su manera.