La industrialización por sustitución de importaciones en Argentina se adoptó en respuesta a la crisis económica mundial de 1929. Esto llevó al país a desarrollar su sector industrial para reemplazar bienes importados y reducir la dependencia del exterior. El modelo trajo beneficios iniciales como el aumento del empleo y la producción industrial, pero también generó problemas como la inflación, el endeudamiento y la ineficiencia. Los cambios económicos provocaron transformaciones sociales como migraciones internas y el crecimiento de la clase obrera.