Este documento presenta varios objetivos para mejorar la vida cristiana, incluyendo encontrar el sentido de la oración, identificarse con Cristo, conocer el pecado, y cita ejemplos bíblicos y de santos para apoyar cada objetivo. También recomienda compromisos como la oración diaria, participar en retiros, y buscar acompañamiento espiritual.

2. La oración
Objetivo
Encontrar el sentido de la oración en mi vida
como cristiano, para mejorar mi persona en
todas sus dimensiones.

3. El modelo por excelencia en todos los tiempos,
siempre será JESUCRISTO.
Un modelo de nuestros tiempos puede ser el
Papa Francisco. Señalemos que no es el único.
Ejemplo de Vida

4. Marco doctrinal
Mateo 21, 22
Romanos 12, 12
Encíclica “Lumen Fidei”
Constitución apostólica Lumen Gentium

5. Compromiso
La oración no tiene que ser extensa, con
dedicarle tres momentos al día de 15 minutos.
En la oración hay que buscar siempre algo que
hacer respecto con lo que oré, un compromiso.

6. Crecer en Cristo
Objetivo
Identificar nuestra persona, con todo lo que
ella es, a la persona de Cristo.

7. La vida de los mártires de la Cristera en México.
Me gustaría centrarme en la persona de San
Cristóbal Magallanes, puesto que la defensa de
la fe siempre la hizo de una forma pacífica y
convencido de lo que creía.
Ejemplo de Vida

8. Marco doctrinal
Juan 5, 20
Romanos 10, 17
Habacuc 2, 4
Constitución apostólica Gaudium et Spes

9. Compromiso
Participar de forma frecuente y con verdadero
espíritu de unión a Cristo en los distintos
encuentros-retiros que la Iglesia ofrece, sobre
todo, reflejar aquello en la vida cotidiana.

10. El pecado
Objetivo
Conocer por qué existe el pecado dentro de la
naturaleza del hombre. Aprender a manejar las
distintas situaciones en la vida, para evitar en
máxime el pecado.

11. La vida del padre Pio de Pietrelcina
Se puede hacer uso del film.
La historia del Turco que le disparó al Papa Juan
Pablo II
Ejemplo de Vida

12. Marco doctrinal
Mateo 6, 12; 6, 14
1 Juan 5, 16-17
Encíclica Spes Salvi

13. Compromiso
Buscar en lo sucesivo hacerse acompañar por
una persona de probada virtud, en un proceso
de acompañamiento espiritual.
Vivir frecuentemente el sacramento de la
confesión.