El ensayo propone una reflexión que conjuga la noción de felicidad como estado mental y la responsabilidad de la escuela como espacio de construcción humana y de aprendizaje, donde se relacionan variables de índole social, cultural, religiosa y espiritual, que en conjunto con los ritos y las referencias simbólicas que conducen los actos educativos,
ayudan a que sus actores se expresen, convivan, manejen y elaboren saberes. La escuela no es la responsable de hacer feliz a la sociedad, pero su contribución en este proyecto es de
suma importancia para todos los que participan en ella. La felicidad se enfrenta a una modernidad sostenida en el presentismo, el cual ha sumergido a la sociedad en una serie de vicios y condiciones, alejándola de una posible integración espiritual, emocional y racional. El texto se desarrolla desde una perspectiva interpretativa – fenomenológica, haciéndose un acercamiento a situaciones cotidianas que no ayudan a que la persona integre sus estados mentales y construya nociones básicas de felicidad.