La división internacional del trabajo surgió a partir de la colonización europea, cuando las potencias asignaron a sus colonias el papel de proveedoras de materias primas. David Ricardo formuló la teoría de las ventajas comparativas, según la cual cada país debería especializarse en los productos donde su desventaja sea menor. Esto llevó a una división internacional del trabajo donde los países desarrollados se especializaron en industria y los subdesarrollados en la producción de alimentos y materias primas.