Análisis de la Implementación de los Servicios Locales de Educación Pública p...
La Humanidad Cuántica
1. La Humanidad
Por: Lic. José M. Fernández N.
jmf7777@gmail.com
3 de julio de 2015
Para que un humano sea un recurso es necesario que rinda un beneficio a quien lo ha
contratado o lo está aprovechando desde la perspectiva del beneficio que le puede
aportar. Para que un humano sea considerado como un capital debe significar un
beneficio que se reedita con periodicidad para quienes ya en primer lugar lo han tratado
como un recurso. Para que un humano sea una bendición basta con que sea visto como
una respuesta del universo ante una circunstancia determinada, y para las personas que
lo consideran así. Para que un humano sea un peligro basta con que alguien sientan que
pueden perder algo al iniciar una relación o trato.
En todos los casos recién planteados no se ha visto al humano desde la perspectiva de sí
mismo. Por eso es interesante preguntarnos: ¿Qué piensa un humano que esencialmente
es en sí mismo?; Unos piensan de sí mismos que son muy importantes, y otros que son
un estorbo; otros piensan que no saben qué en realidad son.
De todos los seres conocidos somos los que podemos hacernos estas preguntas. Recalco
que he dicho conocidos porque debemos partir de que ninguno de los lectores ha
logrado una relación objetiva con un Ser de una especie superior. Que por lógica
debería de existir una o más especies de ese orden; pero que por democracia y humildad
debemos desechar esta perspectiva.
Aun así no deja de ser interesante imaginar como se nos aplica esa experiencia donde
nosotros contemplamos a especies inferiores como animales y plantas, o rocas, o toda
clase de seres que no nos dan ningún indicio de que sean realmente conscientes de
nuestra presencia aun en el caso de cuando estamos delante de ellos. ¿Cómo sería ser
vistos como especie de esa manera?; estaríamos delante del Ser Superior como ganado
tal vez sin percibir si simplemente somos un recurso humano, o un capital humano, o
peor aun: simplemente ganado humano, simplemente animales humanos. ¿Cómo de
superior ha de ser la consciencia de esos hipotéticos seres?; en un caso como el
planteado (no significa que así sea ni que el autor crea que eso sea posible) estaríamos
totalmente fuera de perspectiva para analizar nuestra situación, porque esto sería un
típico punto ciego1
de nuestra percepción.
Regresemos al punto en que nos preguntábamos qué o quiénes somos; pero esta vez
evaluemos nuestra capacidad para aportar esa respuesta. Consideremos que:
1.- Todo lo que un humano sabe; si lo sabe conscientemente; está en su mente.
2.- La mente tiene una conexión con el cerebro
En la relación mente cerebro se amerita que nos preguntemos: ¿Puede existir la mente
sin el cerebro, o puede el cerebro existir sin la mente?; recomiendo que para la primera
fase de este análisis dejemos de lado si mente y cerebro son seres distintos y pensemos
que son un solo ser. Pensar que la mente es como la memoria del cerebro, quizás con
1
Punto ciego es un aspecto de la realidad que nos rodea que no podemos percibir debido a nuestras
limitaciones sensoriales o analíticas.
2. ciertas facilidades analíticas, algo así como que la mente es una reacción química
cerebral.
Para el segundo punto, al tratar de entender la conexión mente cerebro; podemos
hacer un sencillo ejercicio: consiste en tratar de entender lo que ocurre al cerrar los ojos.
Cuando cerramos los ojos los humanos podemos vivir un momento mágico; que para
los ciegos es el día a día y se convierte en su normalidad. Lo primero que descubrimos
es la respuesta sobre dónde realmente estamos: descubrimos que estamos adentro de
nosotros mismos. Irrefutablemente descubrimos que esa identidad o núcleo de auto-
reconocimiento vive ahí dentro. Descubrimos que El Yo vive ahí dentro justo detrás de
esa envoltura llamada cuerpo, es decir en el centro del cerebro, porque todos sabemos o
percibimos que no estamos en los pies, ni en los dedos de las manos, y ni si quiera en el
cuello. Es un momento donde sabemos que hay o que existe un Ser que somos nosotros
y que su presencia es un punto o muy pequeña esfera o lo que sea esa cosa intocable y
oscura dentro de nuestra cabeza.
Es interesante observar lo que pasa cuando tenemos sentimientos, emociones o deseos:
es igual que cuando percibimos nuestra identidad en el centro del cerebro también
percibimos las emociones y deseos en nuestro corazón o en las ramificaciones nerviosas
próximas al estómago e intestinos. Pero también hay que aclarar que sabemos que no
somos esas emociones o deseos; estamos conscientes de que lo que sí es continuo es el
fenómeno de Ser nosotros el cual ocurre en el centro del cerebro. Siguiendo el mismo
estilo podemos sentir fenómenos de percepción en distintas partes del cuerpo,
fenómenos que no son físicos pero que conectan pasando una experiencia psicológica
hacia nuestro punto de identidad, sin llegar a ser nosotros.
Una experiencia solo comparable a la que cuentan los que han vivido una experiencia
con drogas psicodélicas es la de una relación sexual plena de placer, en la cual se
encienden todos los núcleos y ramificaciones nerviosas del cuerpo y hacen que nuestro
Ser del centro del cerebro sienta que es todo el cuerpo; o que conecta con toda la
corporeidad, y por eso la experiencia sexual vivida en medio de una meditación
dinámica es una de las experiencias más sorprendentes y que demuestran a la vez que
ese punto aparentemente perdido en su pequeñez en el centro del cerebro puede ampliar
su sensación de presencia espacial por medio de alguna clase de energía magnética
que fluye pero sin nunca llegar a tocarse entre la materia y Ser que somos.
Dicho todo lo anterior, tengo la intuición de que el Ser que somos es un ente
magnético inteligente y espacial, sensible a las vibraciones de energías como la
eléctrica y que por medio de frecuencias o vibraciones en las energías que pueden ser
estimuladas en nuestro cuerpo podemos percibir la diversión de tener un cuerpo
humano.
Otro aspecto mágico de cuando cerramos los ojos es que sin importar lo que hagamos
no descubrimos el lugar material palpable conde ese Ser que a ciencia cierta sabemos
que somos hace conexión con la materia o con la energía Inter-corporal; con nuestra
materia o cuerpo. Esto es sorprendente. Hasta el momento se ha comprobado que una
persona puede sobrevivir y tener la misma identidad, a pesar de faltarle cualquier parte
de su cuerpo excepto la cabeza. Hay en marcha proyectos de transplantes de cabeza, que
si se conocen sus efectos en la identidad pueden ayudarnos a entender mejor qué o
quién somos.
3. De una u otra vía, al cerrar los ojos entendemos que no somos un cuerpo que genera una
sensación de identidad; sino que somos una identidad que crea una sensación de
corporeidad. Aunque a ciencia cierta no somos capaces de señalar con la punta de un
alfiler o con un microscopio potente el lugar exacto donde la mente conecta y maneja
el cuerpo, sabemos la conexión existe. Somos seres ciegos en lo real, pero capaces de
crear visión al conectar con los nervios ópticos o de los ojos.
Las memorias de todo lo visto en nuestra vida nos permite soñar basándonos en relatos
que articulan imágenes de esas que previamente hemos visto. En el caso de los ciegos
de nacimiento, los sueños que cuentan tienen personajes que son lugares del espacio
donde ubican una presencia la cual puede ser un conocido o desconocido con quien
interactúan en el sueño. Ahora nos podemos atrever a decir que sus sueños son quizás
más reales que los nuestros porque al menos ven a los demás como realmente son, una
identidad en medio del espacio. Eso realmente somos. Sin embargo para los demás
sentidos pasa igual, que quienes nunca los han tenido sueñan con posiciones en el
espacio desde donde se manifiesta “el otro” que nunca han visto u oído, o que nunca
han tocado o palpado.
La otra pregunta del millón de dólares parece infantil: ¿realmente existe “el otro” o los
demás?; Porque existe la deducción lógica de que si lo que realmente existe somos
nosotros, y que solo podemos percibir el SER de nosotros mismos, no tenemos
evidencia real de nadie más pueda existir realmente. Parece un planteamiento de locos
pero no deja de ser invencible e irrefutable. Dicho de otra forma para comprobar que los
demás o que alguien existe debemos poder Ser ellos; debemos poder estar por lo menos
casi al 100% en su punto céntrico de identidad y conectar sensiblemente con ese otro
ser. Esto nadie lo ha logrado. Agreguemos a este hecho lo difícil que es ponernos en
lugar del otro, debido a nuestro egoísmo natural. En sentido general todo indica que
debido a que no tenemos una experiencia irrefutable de la existencia de otros núcleos de
identidad, entonces nadie existe en el universo en forma adicional a nosotros.
De manera casi infantil podemos decir: como es que no existo si me estoy leyendo lo
que haz escrito en este artículo; pero la verdad es que vivimos experiencias en las que
vemos u oímos o tocamos seres y cosas, y sobre esa base decimos que el mundo y sus
seres realmente existen. Pero este mismo argumento no resiste un análisis si
comparamos las experiencias señaladas como pruebas contra cualquier sueño que
hayamos tenido. En todo sueño estamos seguros de que todo es real, las cosas pesan, se
pueden ver o tocar u oír, pero nunca ocurrieron en el mundo real, si el mundo real es el
físico.
Cuando me puse a escribir este artículo no pretendía desmoronar todo lo existente o
aparentemente existente, pero sin lugar a dudas esto es lo que ha resultado, y lo más
objetivo es preguntarnos; ¿Qué es el universo y sus realidades?; ahora es obvio
responder que la vida es como un sueño. Que solo existimos nosotros y nuestros sueños,
el sueño que hemos elegido para llamarlo realidad; y el sueño que henos elegido para
llamarle imaginación.
No tenemos evidencia de la existencia de ningún ser a parte de nosotros mismos.
4. La vida y toda experiencia vivida no es más que una imaginación autogenerada por
nosotros para socializar; porque eso sí; podemos ser muchas cosas y no ser muchas
otras; pero seres sociables sí que lo somos.
En los términos de lo planteado incluso yo como escritor soy una creación del lector
para lograr enterarse de esta perspectiva de los hechos.
En lo particular, la experiencia más satisfactoria y sorprendente que vivido sobre la
percepción del otro ha sido en lo sexual. En la unión sexual he logrado sentir que mis
energías recorren redes nerviosas externas a la idea que tengo de mi cuerpo y que la
energía fluye formando desde adentro el cuerpo de mi pareja. Hasta el momento he
tenido dos parejas y he verificado el fenómeno en ambos casos. Aun así no es posible
llegar hasta su centro de identidad.
Otro detalle interesante es contemplar la historia como fenómeno cósmico personal.
Para ello recurriremos a entender esos sueños donde de repente percibimos dentro de
ellos que la única vida que hemos tenido ha sido la de ese sueño en particular, y que por
ejemplo toda la vida hemos estado en ese lugar soñado, y en ese punto del tiempo del
sueño manejamos datos de todo lo ocurrido en décadas anteriores y de todo lo vivido
con las personas del sueño, sin agregar que caminamos por lugares y países 100%
creados por nuestro núcleo de identidad, por nuestro Ser. Agreguemos a esto que los
cielos y los mares y la vegetación y la fauna que creamos en esos sueños no tiene nada
que envidiarle a la creada por el Dios en el cual creemos cuando supuestamente estamos
despiertos. Esto nos lleva a entender que objetivamente hablando el único Dios
omnipotente que sí existe es cada uno de nosotros; porque incluso hemos creado a Dios.
Se hace obvio que lo hemos creado todo, que esa soledad que a veces sentimos que
aparentemente no tiene remedio es real, que realmente no tiene remedio más que en
la ilusión de compañía que vivimos.
Si lo dicho es real; es muy posible que el mundo que conocemos con todos sus
millones de años y planetas y países e historias tan supuestamente distintas; tan solo
tenga realmente existiendo desde que nos hemos despertado, para cambiar nuestro
último sueño por este. Porque está demostrado que a pesar de que creíamos que el
tiempo es el único elemento indómito del cosmos, resulta que los sueños lo manejan a
su antojo.
La pregunta del momento es: ¿de qué estamos hechos, qué sustancia compone nuestro
núcleo de identidad?; la única respuesta obvia es que somos espacio inteligente, que
estamos hechos de espacio, que todo lo construimos con esta única e indivisible
sustancia. Esta respuesta nos lleva a entender que siempre hemos sido o existido, que
nuestra verdadera unidad de tiempo es la eternidad, y que nuestro posible verdadero
estado es la vida eterna, con ausencia eterna de muerte real.
Este es el momento en que el lector debe replantear una vida mejor ya que es lo único
por lo que inteligentemente puede optar; para recrearlo todo a su gusto; porque somos
el cielo y el infierno a la vez.
Gracias por crearme y hacerme útil.