1. La II República
Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 se convirtieron en un plebiscito
entre Monarquía y República. Los republicanos ganaron en la mayoría de las capitales
de provincia y el rey Alfonso XIII se vio obligado a abandonar España.
Tras la caída de la dictadura del general Primo de Rivera, en enero de 1930, la
hostilidad frente a la Monarquía se extendió imparablemente por el país, hubo un
proceso de desconfianza de los monárquicos hacia el rey y un auge del
republicanismo hasta ese momento débil. Todos juntos, pese a las diferencias
ideológicas, formaron una amplia coalición republicana fijada en agosto de 1930 en
San Sebastián, con el compromiso de atender las reivindicaciones autonómicas y de
preparar la insurrección contra la Monarquía, a la que se unieron los socialistas
semanas después. La insurrección comenzó en Jaca el 12 de diciembre de 1930
guiada por los capitanes Fermín Galán y García Hernández y fue un estrepitoso
fracaso al no ser seguida por ningún otro cuartel ni por las movilizaciones obreras
acordadas. Eso sí, la república ya contaba con los dos primeros mártires para la
causa.
Como hemos comentado, las elecciones del 12 de abril fueron un plebiscito que se
resolvió, allí donde éstas fueron libres, en una victoria clara de las candidaturas
republicanas y socialistas ante lo que el rey Alfonso XIII abandonaba España y el 14
de abril, primero en Eibar, luego en Barcelona y más tarde en Madrid para toda
España se proclamaba la II República. El nuevo Gobierno lo presidía Alcalá Zamora,
ex monárquico y católico, además de once ministros entre los que estaban Azaña,
Lerroux y socialistas como Prieto o Largo Caballero. El camino marcado por este
gobierno provisional pasaba por la convocatoria de elecciones a Cortes y dotar a la
República de una Constitución. Las elecciones se celebraron el 28 de junio de 1931,
para hombres de más de 23 años, las mujeres podían ser candidatas aunque se
posponía para las futuras Cortes su derecho de voto. Las elecciones cogieron a la
derecha desorientada y desorganizada y la victoria de la coalición republicano
socialista fue arrolladora, siendo el partido con más diputados el socialista. Tras la
apertura de las nuevas Cortes, el gobierno provisional pasó a ser el Gobierno ordinario
de la República. Las energías de los primeros meses se dedicaron al proyecto de la
nueva Constitución, desde agosto hasta diciembre se debatió el futuro texto teniendo
en los temas religiosos y de estructura del estado los asuntos más difíciles. La
Constitución se aprobó finalmente el 9 de diciembre de 1931, definía a España como
una República democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen
de libertad y justicia… con una Cortes unicamerales (Congreso) y un tribunal de
2. Garantías Constitucionales, declaraba también la no confesionalidad del Estado,
otorgaba el voto a las mujeres (propuesta defendida por la diputada del partido radical
Clara Campoamor), admitía la autonomía de los ayuntamientos y las regiones, y
eliminaba la financiación del clero. Alcalá Zamora fue elegido presidente de la
República y Manuel Azaña jefe de Gobierno optando por la colaboración con los
socialistas en el gobierno.
Desde la proclamación de la República hasta la destitución de Azaña en 1933, los
gobiernos republicanos socialistas acometieron la reorganización del Ejército, la
separación Iglesia – Estado, la distribución de la propiedad agraria, los salarios y la
protección laboral, la educación pública y la estructura del Estado. Respecto al
ejército, se intentó racionalizar el ejército además de asegurar la lealtad de este hacia
la república, se suprimieron regiones y capitanías generales, se suprimió la Academia
militar de Zaragoza, dirigida por Franco, por considerarla reaccionaria en su formación,
se creó la ley Azaña que permitía el retiro de los militares que así lo quisieran con su
sueldo íntegro (aunque se retiraron más generales de talante republicano que los que
no lo eran). La reforma o separación Iglesia y Estado contó con medidas como el
matrimonio civil, el divorcio o la ley de congregaciones religiosas, medidas todas ellas
que intentaban restar la influencia de la Iglesia sobre la sociedad y la política española
del momento. Tanto la anterior, que contó con el recelo de muchos militares, como
ésta levantaron la oposición de la iglesia y de los sectores católicos de la población
unidos a la oligarquía económica por la siguiente reforma, la agraria. Esta pretendía
corregir la desigualdad del reparto de la tierra en España que generaba un enorme
número de jornaleros sin tierra que malvivían de los salarios y trabajo que recibían de
los señoritos latifundistas del sur y centro de España. La ley de Reforma Agraria,
aprobada en septiembre de 1932 fue la reforma más ambiciosa y profunda
emprendida y que contó con numerosas trabas desde su inicio. La excesiva
burocratización del IRA (Instituto de Reforma Agraria), la lentitud de las ejecuciones, la
cantidad de supuestos que fijaba la ley, la oposición de los ricos, la falta de recursos
económicos y finalmente la exasperación de los campesinos a los que no les llegaba
la prometida reforma, hicieron que la ley acabara fracasando cuando en el siguiente
gobierno se acabara paralizando la aplicación de la ley.
Largo Caballero, ministro de Trabajo, aprobó una serie de medidas dispuestas a
mejorar los salarios y las condiciones de los trabajadores; se hizo también un plan de
creación de escuelas públicas y se ampliaron los maestros. Por otra parte, la cuestión
del Estado se resolvió con la aprobación del Estatuto de Nuria que concedía la
autonomía de Cataluña aunque recortada con respecto a su primera propuesta y se
creaba en 1932 la Generalitat de Cataluña. Los vascos, en cambio, no lograron la
3. aprobación en Madrid del Estatuto de Estalla por considerarlo muy conservador y
católico y no fue hasta 1936 cuando lograron su aprobación.
Pero no fue todo un camino fácil para el gobierno republicano socialista, desde el
primer momento, los grupos conservadores y reaccionarios ejercieron una oposición
constante al gobierno. El golpe de Estado de Sanjurjo en agosto de 1932 fue el primer
intento de derribar la república que fracasó, pero la oposición no llegó sólo de la
derecha, el gobierno de izquierdas se encontró también con la oposición de los grupos
de ultraizquierda desencantados con el gobierno burgués de la república y con
acontecimientos que fueron minando la fuerza del gobierno de Azaña como los de
Castilblanco, (1931) o Casasviejas en enero de 1933.
En septiembre de 1933, Alcalá Zamora retiró la confianza a Azaña y se convocaron
nuevas elecciones generales para noviembre del 33. La gran novedad iba a ser el voto
de las mujeres por primera vez en la historia en unas elecciones generales. Las
elecciones dieron como resultado un sonoro triunfo del Partido Radical y la CEDA.
Esta vez, las izquierdas se presentaron desunidas en un sistema que favorecía las
coaliciones amplias, el abstencionismo anarquista y un desplazamiento del electorado
hacia la derecha hicieron que el triunfo se decantara claramente hacia ese sector.
Alcalá Zamora encargó, pues, gobierno a Lerroux, líder del partido Radical, puesto que
la CEDA no había hecho una declaración de adhesión a la república, y cuya estrategia
era llegar al gobierno y revisar la Constitución y la república. Los socialistas
amenazaron con la revolución si la CEDA llegaba al gobierno. Comenzaba así un
nuevo período en la república, el bienio radical cedista o bienio conservador. Las
izquierdas lo llamaron bienio negro por la labor paralizadora de las reformas que
realizaron. Fue una etapa inestable, puesto que el gobierno del partido radical se veía
constantemente presionado por la CEDA y por la amenaza de la izquierda.
Finalmente, en octubre de 1934, Alcalá Zamora acabó permitiendo la entrada de la
CEDA en el gobierno ocupando tres carteras ministeriales. La amenaza entonces se
cumplió, aunque con diferentes procesos según el lugar. Hubo huelgas y
levantamientos armados en muchas ciudades, pero en ningún sitio los soldados
apoyaron la revolución y el levantamiento quedó reducido a Asturias, aunque la
rebelión de la Generalitat también tuvo un fuerte impacto político. El 5 de octubre
comenzó la huelga general en Cataluña, aunque sin el apoyo de la CNT, el 6, Lluis
Companys anunció que el gobierno de la Generalitat rompía relación con el gobierno
central y proclamaba el Estado Catalán dentro de la República Federal Española. Al
día siguiente, la guarnición militar de Barcelona ocupaba la ciudad y el gobierno
catalán se rendía, en total, 46 personas muertas.
4. Asturias, por el contrario, con una violencia revolucionaria y una represión posterior
desconocidas hasta entonces, fue distinta, fue el octubre rojo. Allí los revolucionarios
que se hicieron con armas, ocuparon y controlaron pueblos y ciudades durante varios
días, la Alianza obrera que allí funcionó comenzó la insurrección la noche del 5 al 6 de
octubre, controlaron los servicios públicos y transporte, el abastecimiento y la moneda.
Para coordinar la represión, el ministro de la guerra puso al frente al general Franco,
éste, recurrió para sofocar la insurrección a la Legión y a las tropas regulares de
Marruecos. El 18 de octubre se rendían los últimos insurrectos. El balance, unos 1100
muertos entre los insurrectos, unos 300 soldados y unos 2000 heridos. Luego hay que
sumar la represión, los encarcelamientos y torturas, los despidos…Azaña fue detenido
y encarcelado por encontrarse en Barcelona en esos días, la Generalitat fue
suspendida y Companys entre otros fue condenado a 30 años de cárcel, sólo en
Cataluña tres mil personas fueron detenidas, comenzó entonces una verdadera
rectificación de la república empezada en el anterior bienio, parando y modificando
todas las reformas del gobierno republicano socialista. Faltaba la modificación de la
Constitución pretendida por la CEDA, pero el inicio de la nueva crisis de gobierno
comenzada entre otras cosas por el cambio de la opinión pública y el descubrimiento
de los casos de corrupción entre familiares y amigos de Lerroux y con una CEDA que
seguía sin reconocer la república, llevó a Alcalá Zamora a decretar la disolución de las
Cortes y convocar elecciones para decidir el nuevo rumbo de la república.
La victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936 fue recibida con
júbilo en muchas ciudades, mientras que algunos militares iniciaban ya una
conspiración para dar un golpe militar. Manuel Azaña y los republicanos de izquierda
volvían al gobierno con muchas cosas que hacer y promesas que cumplir. El partido
radical se hundió en las urnas, la gente de orden se sintió amenazada por el avance
de la izquierda, la derecha no republicana, derrotada en las elecciones, ya sólo
pensaba en una solución de fuerza contra el gobierno y la república. Un sector
importante del ejército conspiró y no paró hasta derribarlos.
El Frente Popular planteó un programa moderado, de amnistía y vuelta a las reformas
y a las soluciones políticas como programa básico. Ganó por pocos votos el Frente
Popular, aunque el sistema electoral le dio la mayoría en las Cortes, 263 escaños. En
el gobierno sólo había republicanos tal y como habían pactado con los socialistas,
sobre todo porque estos habían rechazado esta posibilidad.
En abril de 1936 Alcalá Zamora fue destituido como Presidente de la República y fue
elegido Manuel Azaña que tenía la esperanza de volver a contar con los socialistas en
el gobierno, pero la división de estos con el predominio de las tesis más
revolucionarias de Largo Caballero impidió cualquier colaboración.
5. El gobierno primero de Azaña y luego de Casares Quiroga retomó el asunto de las
reformas y alejó a los militares sospechosos de golpistas, pero la oposición de la
derecha y la conspiración militar no se detuvo. El asesinato de Calvo Sotelo convenció
a los golpistas de la necesidad urgente de intervenir y sumó a muchos indecisos. En la
tarde del 12 de julio, varios pistoleros de extrema derecha asesinaron al guardia de
asalto José Castillo, de conocida afiliación socialista, horas después, compañeros
suyos asesinaban a Calvo Sotelo. Días después estallaba la sublevación militar contra
la república que daría inicio a la Guerra Civil.