Este documento presenta los resultados de una investigación sobre el consumo de drogas en el lugar de trabajo realizada en 1996. Examina las tasas de consumo entre los trabajadores y la población general, y analiza factores como la edad, el sexo y la disponibilidad económica que pueden afectar las tasas. También compara el consumo entre diferentes sectores laborales, encontrando que algunos sectores tienen tasas más altas debido a factores culturales o condiciones de trabajo específicas. El objetivo general es comprender mejor los riesgos asociados con el consum
Prevención de las adicciones. Prevención efectiva..pdfJosé María
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, las enfermedades y condiciones no transmisibles ahora representan el 60% de todas las muertes a nivel mundial. Estas son las muertes que no se deben a infecciones, sino a condiciones ambientales y socioeconómicas, prácticas industriales y decisiones de estilo de vida incluido el uso de sustancias. Las drogas destruyen vidas y comunidades,
socavan el desarrollo humano sostenible y generan delincuencia.
Se ha hablado y se sigue hablando mucho acerca de la relación entre el consumo de drogas y criminalidad, aunque muchas veces desde la opinión mediática sin sustento teórico – científico. Para paliar esta cuestión, pretendo presentar el debate desde los modelos explicativos más sólidos del ámbito de la Criminología, no tanto para cerrar interrogantes, sino para abrirlos, e instar a la comunidad científica de la Criminología a debatir más acerca de estas temáticas.
Brindarles a nuestros hijos todo al alcance de la mano no les permite ser independientes.
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Esta guía basada en evidencia proporciona recomendaciones con respecto a los tratamientos farmacológicos; varios están aprobados por la FDA (naltrexona, acamprosato, disulfiram [Antabuse]).
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socavan el desarrollo humano sostenible y generan delincuencia.
Se ha hablado y se sigue hablando mucho acerca de la relación entre el consumo de drogas y criminalidad, aunque muchas veces desde la opinión mediática sin sustento teórico – científico. Para paliar esta cuestión, pretendo presentar el debate desde los modelos explicativos más sólidos del ámbito de la Criminología, no tanto para cerrar interrogantes, sino para abrirlos, e instar a la comunidad científica de la Criminología a debatir más acerca de estas temáticas.
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1. 1
Resumen de la investigación
La incidencia de las drogas en el mundo
laboral 1996
Índice.
Creditos.
Introducción.
Metodologia.
Objetivos.
Resultados.
El alcohol.
Las otras drogas.
Tendencias en el consumo.
Consecuencias.
Propuestas de actuación.
Conclusiones.
El tabaco.
El alcohol.
Los psicofármacos.
Drogas ilegales.
Perfiles Básicos.
Créditos.
Dirección Técnica del proyecto: F.A.D.: Eusebio Megías Valenzuela.
Dirección Trabajo de campo, análisis e informe: EDIS
Dirección y Análisis: José Navarro Botella.
Muestras y Proceso de Datos: José Mª Alonso Torréns.
Trabajo de Campo: Red de entrevistadores de EDIS, dirigida por Javier Giménez
Marín.
Análisis: José Navarro Botella y Enrique Gómez González.
Introducción.
La necesidad de atender (y atender eficazmente) a los grupos y situaciones de mayor riesgo
obliga metodológicamente a parcelar poblaciones y a parcelar objetivos preventivos. Ni se puede
llegar a poblaciones muy distintas con las mismas estrategias ni se pueden atender objetivos
muy diferenciados a partir de un único mecanismo de actuación. La Fundación de Ayuda contra
la Drogadicción ha planteado la necesidad de, igual que en la dimensión asistencial se aprendió
a diferenciar distintos objetivos terapéuticos y a individualizar o agrupar las intervenciones
correctoras, de idéntica manera, en el ámbito de lo preventivo, hay que discriminar entre grupos,
poseedores de su propia cultura, de sus propias estrategias de comunicación, de sus propias
necesidades y de sus propios intereses y, simultáneamente, diferenciar o escalonar los objetivos
planteables en cada uno de estos grupos. La prevención es única pero debe ser concretada y
2. 2
tiene que contemplarse como un continuo de acciones que en muchos momentos es preciso
discriminar, si se quieren rentabilizar aquéllas y si se aspira a conseguir unos resultados
optimizados.
En coherencia con el planteamiento expresado de que en prevención no basta el conocimiento
de la necesidad sino que es necesario avanzar en la reflexión sobre el sentido de esa necesidad
,sobre la fórmula que adopta en ese caso concreto y sobre la manera práctica de intervenir
sobre ella, la Fundación, inmediatamente de haber hecho su sugerencia de actuar en el ámbito
laboral, ha debido plantearse si esta postulación estaba suficientemente articulada, en qué
elementos se sustentaba y cuáles eran las fórmulas para hacerla accesible. Lejos de dar por
bueno el consenso general, la convicción primaria que compartimos, hay que tratar de definir si
efectivamente las situaciones de consumos de drogas en los ámbitos laborales suponen una
circunstancia de especial riesgo que justifique que se intervenga de forma específica, más allá
de lo que hay que hacer en cualquier otro espacio donde se desenvuelve la población general.
Un primer desafío consiste en tratar de diagnosticar las situaciones de consumo laboral, los
riesgos implicados, las consecuencias negativas objetivables y la percepción que los propios
integrantes de la empresa tienen de todas estas cuestiones.
Otro elemento, también necesario para avanzar metodológicamente, es investigar si dentro de
eso que genéricamente se considera como ámbito laboral existe la posibilidad de parcelar
espacios, de parcelar situaciones en las que se puedan determinar circunstancias de especial
riesgo. No hay que conformarse con la determinación de cuáles son los peligros que,
genéricamente, se dan en el contexto laboral; hay que tratar de ir más allá, intentando
diferenciar si dentro de ese espacio genérico encontramos condiciones de riesgo claramente
discriminable entre los diferentes sectores de actividad o entre las diversas situaciones
concretas que vienen determinadas por las distintas variables que marcan las formas de
desarrollo del trabajo. Cuando se plantea una estrategia preventiva no se puede primar la
casuística individual sino que es forzoso abordar situaciones grupales. Este principio (de eficacia
y de sentido común) no justifica que el abordaje grupal se haga sobre todo el colectivo de
trabajadores, renunciando a discriminar situaciones de especial virulencia o de especial
exigencia o a diferenciar parcelas de actividad con heterogéneos niveles de conflictividad para
grupos particulares o sectores de la población trabajadora.
Por último, es necesario, después de haber argumentado el riesgo genérico y de haber intentado
discriminar riesgos específicos en espacios específicos, tratar de distinguir distintas pistas que
orienten sobre las estrategias razonables y adecuadas. Los grupos de trabajadores, como
cualquier otro colectivo, tienen sus propias pautas de interacción, su propia cultura funcional, su
propia reflexión de los riesgos, sus propias propuestas. Esta percepción y esta visión de los
integrantes del sector, junto con el análisis de la naturaleza de los problemas, deben dar pistas,
apuntes, sobre las metodologías adecuadas. Es claro que ni el lenguaje comunicacional puede
ser idéntico en todos los casos ni las fórmulas de acceso a los colectivos son universalmente
válidas. También es obvio que los distintos tipos de problemas, la distinta naturaleza de los
mismos obliga a estrategias diferenciadas. Por todo ello, dentro del colectivo de trabajadores y
dentro de las subagrupaciones de riesgo de este colectivo, habrá que intentar encontrar
orientaciones metodológicas, apuntes estratégicos, que sugieran las fórmulas que parezcan más
válidas para actuar, más rentables desde el punto de vista preventivo.
Todos estos objetivos previos a la actuación (calificar el especial riesgo potencial, discriminar
entre situaciones peculiares dentro del sector y encontrar pistas metodológicas de actuación)
fueron enfrentadas por la Fundación antes de poner en marcha una propuesta programática.
Para eso, para poder responder siquiera fuere parcialmente a esas preguntas, se puso en
marcha la presente investigación.
Tras la realización del trabajo de campo y el análisis estadístico, puede afirmarse que la
encuesta que ha promovido la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, con el concurso
3. 3
técnico de EDIS, proporciona una información enormemente relevante de cara a las estrategias
preventivas de los consumos de drogas en el ámbito laboral y, en cualquier caso, ha cubierto
ampliamente las expectativas que justificaron su planteamiento.
En un artículo reciente (Megías E., "Prevención de consumos en las empresas, ¿Exigencia o
moda?". ITACA (Rev),1996,Vol.I,Nº1,pgs. 31-50) se ha postulado que las condiciones de riesgo
especial en una población o en un individuo, de cara a los consumos de drogas, vendrían
connotadas por dos variables que se definían como vulnerabilidad y sensibilidad. Por
vulnerabilidad hay que entender aquella condición que hace que una persona o un grupo
resulten más fácilmente afectables por los problemas de drogas, que estén más indefensos ante
las posibilidades de inicio de un consumo o ante el afianzamiento de la progresión en el mismo.
Como sensibilidad se define aquella característica que determina que un grupo o una población
reaccionen con más intensidad ante las posibles consecuencias negativas del uso de drogas.
También se puede dar una forma específica de sensibilidad en aquellos casos en que las
consecuencias negativas no se limitan a la esfera del consumidor sino que, en cierta medida,
repercuten sobre los demás; un grupo o una población serían tanto más sensibles cuanto más
poseen o padecen la capacidad o la fragilidad de extender a otros grupos o a otras personas las
potenciales consecuencias negativas de sus consumos de drogas propios.
Desde el punto de vista de la vulnerabilidad, ser trabajador se muestra a la vez como factor de
protección y como factor de riesgo. Los datos extraídos de la presente encuesta demuestran
claramente que la ausencia de trabajo supone unas tasas de consumo sensible y
significativamente superiores en todos los cortes de población estudiados. Es cierto que el factor
edad, muy presente en la población de parados, puede entrañar una connotación de mayor
riesgo ante el uso de determinadas substancias; no es menos cierto que la presencia de este
factor está lejos de explicar los datos que repetidamente se encuentran en el presente análisis.
Parece claro que, junto o además de algunos factores inespecíficos, como puede ser el de la
edad, el factor ausencia de trabajo, el "estar parado" , se comporta como factor de riesgo y se
traduce, supuestamente a través de alguna de las condiciones que entraña esta condición de
parado en el contexto social en el que nos movemos, en una situación de riesgo evidente de
cara a los consumos de drogas. Por tanto, en una lectura inversa habría que entender que, en
nuestro contexto social, la presencia de una actividad laboral, el tener trabajo, se comporta como
factor de protección.
También se da, paradójicamente, la situación contraria: el trabajo como factor de riesgo. En
efecto, si se comparan las tasas de consumo que arroja el presente estudio con las que se dan
en la población general, evidentemente aparecen mucho más elevadas que aquéllas. Los
porcentajes de consumidores y de consumidores habituales entre los trabajadores son mucho
más altos que los que se encuentran en la población general. Incluso en aquellos tipos de
consumos en los que se advierte una tendencia clara al descenso, el descenso en estos grupos
de trabajadores es menos acusado que el que se da en el resto de la población. Todo ello sin
tener en cuenta el sesgo que introduce una infranotificación, siempre presente en estas
encuestas sobre comportamientos conflictivos, pero que no se puede valorar hasta qué punto en
la población laboral, es idéntica, mayor o menor que en la población general.
Obviamente, estas mayores tasas de consumo están determinadas por unas condiciones que
deben tener un peso claro en la génesis de esta diferenciación. Serían lo que se podrían
entender como factores predisponentes inespecíficos, genéricos, que al darse con mayor peso
en la población de trabajadores, significarían aumentos de los porcentajes de consumidores.
Básicamente entre estos factores inespecíficos podríamos señalar a tres que, indudablemente,
deben tener un papel importante: la edad, el sexo y la disponibilidad económica. Por una parte
es clara la correlación existente entre un determinado abanico de edades y la presencia de los
consumos, no sólo porque algunos usos de drogas son muy claramente correlacionables con
edades juveniles sino porque, además, en referencia a casi todos los productos, aparecen
siempre unos picos de mayor consumo coincidentes con las franjas de edades que son más
propias de la actividad laboral; únicamente en rela ción con algunos comportamientos de uso de
substancias muy concretas (notablemente los psicofármacos) la correlación se invierte, dándose
una asociación entre los consumos y las edades superiores, pero ésto no deja de ser una
excepción. Por otro lado, también en relación con la mayoría de los patrones de uso y la mayoría
4. 4
de las substancias, el hecho de pertenecer al sexo masculino supone (en nuestro aquí y ahora)
una situación de mayor riesgo de consumos; siendo que, en el contexto social en el que nos
movemos, la circunstancia laboral está más asociada a los hombres, se entiende fácilmente que
el mayor peso de esta variable, el sexo, pueda traducirse en un aumento relativo de las tasas de
consumidores respecto a la población general. De la misma manera, la variable disponibilidad
económica parece correlacionarse con la facilidad para consumir en casi todos los estudios que
pueden ser consultados; también la mayor presencia de esta disponibilidad económica en la
población de trabajadores, podría explicar por qué aumentan las tasas de consumidores entre
ellos.
La mayor proporción de varones, el mayor peso de las franjas de edades más susceptibles de
correlacionarse con la mayoría de los consumos y la existencia de una disponibilidad económica
en general más elevada que la que puede darse en la población general (que incluye niños,
clases pasivas y jubilados), podrían tener una importancia significativa en el hecho de que al
acumularse en la situación de población trabajadora, esta población, en su conjunto, presente
tasas de consumidores por encima de la media de la población general. No obstante, la
presencia de estos factores inespecíficos no parece explicar totalmente la clara diferenciación
que se produce entre los índices de consumo en la población trabajadora y en la población
general. Existen una serie de elementos de riesgo que, genéricamente, tendrían que ver con la
situación laboral y con las condiciones de esta situación y que parecen tener un papel entre las
circunstancias que se señalan como inductoras al consumo. Si bien es cierto que la explicitación
concreta de estos factores tiene escasa presencia en la encuesta, no deja de estar presente y,
en cualquier caso, cabría pensar que su realidad es aún mayor al darse situaciones de posible
encubrimiento a través de algunas expresiones que podrían resultar eufemísticas. Puede que
detrás de algunas explicaciones vagas del tipo de "por animarme", "por eliminar tensiones",
etc…, se oculten elementos de disfunción que tuvieran sus raíces en condiciones de la situación
de trabajo.
Mucho más claros aparecen estos factores de riesgo de raíz laboral, cuando se establecen
comparaciones entre distintos sectores productivos. Las claras diferencias entre las tasas de
consumo que encontramos entre los varios sectores laborales sólo pueden ser explicadas a
través de elementos específicos de esos sectores, de su situación y circunstancias de trabajo.
Puesto que las variables inespecíficas (el sexo, la edad o la disponibilidad económica) no
afectan más, en términos generales, a unas ramas laborales que a otras, las diferencias de
índices de consumo entre ellas tienen que ser forzosamente explicadas por circunstancias
concretas de la situación de trabajo de algunos sectores. Estas diferencias entre ramas de
producción aparecen evidentes en los resultados de la encuesta y la interpretación que puede
hacerse de las mismas a partir de las distintas condiciones laborales de los sectores exige un
esfuerzo de análisis del sentido en que se manifiestan
Si observamos en qué sectores se dan mayores tasas de consumos, renunciando al análisis
pormenorizado que será pertinente en otros momentos y que, sobre todo, habrá que hacer de
cara a planteamientos preventivos, notaremos que cabría especular con que, en principio, entre
los factores de riesgo que afectan a algunos sectores productivos habría dos grupos básicos. Un
primer grupo integrado por factores incluibles como "elementos de tipo cultural ", entendiendo
por tales a los correspondientes a la cultura laboral de esos sectores de producción. Es el caso
de la hostelería y de algunas ramas de comercio o de algunos niveles profesionales (mandos
medios y ejecutivos), que parecen haber incorporado a la forma de trabajar una rutina
consumista que, de manera más o menos inevitablemente relacionada con sus objetivos
laborales, suponen una evidente situación de riesgo.
En otro grupo estarían los factores de riesgo propios de aquellas actividades laborales que
podrían entenderse como de "especial dureza". En estas actividades laborales (la construcción,
la minería, el metal, etc..), parecerían darse unas condiciones de trabajo que someten al
trabajador, a la persona que las vive, a una situación de estrés o de agresión ambiental que le
predispone más fácilmente al consumo como una maniobra aliviadora de las tensiones. Quizás
las condiciones climatológicas, los ritmos o turnos de trabajo, la penosidad de algunas tareas, la
vivencia de la precariedad en el empleo, todas ellas, son circunstancias que condicionan que, en
los sectores que se han puesto como ejemplo las tasas resultantes de usuarios de drogas
5. 5
resulten mucho más elevadas o, al menos, significativamente más elevadas. Atención especial
merece el hecho de que en estas ramas de "especial dureza", la "dureza" no sólo está referida a
las condiciones de trabajo de las personas que se mueven en este ambiente sino que también
debería ser entendida como una circunstancia que implica una especial peligrosidad para
muchas personas, más allá de los propios trabajadores.
En cuanto a la sensibilidad, pocas dudas se ofrecen tras haber analizado los resultados de la
encuesta. Son evidentes las consecuencias negativas que para las personas trabajadoras
consumidoras tienen estos comportamientos. Ellas mismas señalan unas tasas de problemas
significativamente presentes en todos los rangos de consumo y que, lógicamente, van
aumentando a medida que ese consumo se hace más habitual o más intenso.
Más allá de eso también aparece de forma meridianamente clara que la circunstancia laboral, el
contexto del trabajo, implica una situación que hace que los consumos tengan efectos
sobreañadidos que se patentizan con claridad. Las repercusiones negativas no se limitan al
ámbito de lo individual sino que, y es señalado por los propios usuarios, tienen expresión
manifiesta también en el nivel de lo colectivo. Las consecuencias negativas para la empresa, la
disminución de la productividad, el aumento de la accidentabilidad, el absentismo, los conflictos
grupales, se describen con mucha frecuencia como consecuencias del uso de drogas, son
manifestados como elementos presentes en la historia de los consumidores, y aumentan
progresivamente a medida que estos consumos se hacen más pesados. Habría que interpretar
que el ámbito laboral es especialmente sensible a las consecuencias de la utilización de drogas
y que, muy rápidamente y muy intensamente, reacciona ante aquélla a través de expresiones
negativas que son percibidas muy fácilmente por muchos, que son señaladas como de
importante gravedad y que generan una situación de alarma en el colectivo que incluye y
conforma lo laboral.
Parece claro que estas circunstancias de vulnerabilidad y de sensibilidad, no son señaladas con
el mismo énfasis y con la misma atención subrayada desde los distintos sectores que,
integradamente, constituyen la empresa del trabajo. Es verdad que existen distintas
percepciones de los problemas, que hacen que unos determinados factores o unas
determinadas perspectivas se subrayen más que otras. Obviamente esto pone de manifiesto
que la empresa, lo laboral, está integrado y constituido por distintos colectivos, los agentes
sociales, que aunque coinciden en bastantes de sus objetivos, legítimamente priorizan de
distinta forma muchas de sus aspiraciones. Son colectivos que no siempre consiguen, no tienen
por qué, ordenar y priorizar de igual forma sus necesidades y que, incluso ocasionalmente,
entran en colisión. Esto, que aparece claro en toda la parte de la encuesta que traduce la
percepción que se tiene de las consecuencias negativas de los consumos, no niega que
substancialmente aparezcan elementos de coincidencia en la opinión. Puede haber
discrepancias a la hora de ordenar las razones por las que el problema es grave pero nadie
niega la gravedad de ese problema. Puede haber manifestaciones diversas a la hora de señalar
la prioridad de algunas actuaciones para poner freno a las dificultades pero nadie niega la
urgencia global de poner en marcha estas soluciones e intentar paliar las dificultades.
Es obvio que la conclusión que se deriva de las consideraciones anteriores es doble: hay que
trabajar preventivamente los consumos de drogas en los ámbitos laborales y hay que hacerlo
desde el protagonismo fundamental de los agentes sociales que integran esos ámbitos y desde
la búsqueda de un consenso operativo entre las distintas sensibilidades que los agentes
representan. No puede dilatarse una actuación que todos viven como necesaria y urgente, no
pueden desatenderse unos problemas que la población que los condiciona y los padece
entiende como muy importantes, no pueden desdeñarse unas consecuencias colectivas que se
presumen de rango muy negativo… Pero nada de eso puede hacerse sin tener en cuenta la
necesidad, conceptual y metodológica, de buscar elementos de acuerdo estratégico, sobre todo
para aquellas actuaciones que ponen en evidencia la posibilidad de discrepancias legítimas
entre unos grupos y otros de los sectores afectados más directamente.
En el contexto laboral la dimensión de los riesgos y los conflictos es extensamente señalada y la
6. 6
solicitud de actuaciones preventivas de los mismos se considera una urgente necesidad. Las
discrepancias estratégicas no pueden en modo alguno ocultar esa exigencia primordial. Es
responsabilidad de todos, en primer lugar de los propios agentes sociales que constituyen las
empresas, que las diferencias o los enfoques propios no impidan el desarrollo de lo fundamental.
Metodología
La presente investigación se ha realizado mediante una encuesta epidemiológica y de opinión,
aplicada a una muestra representativa de empleados y trabajadores por cuenta ajena ocupados,
y a una submuestra de trabajadores en paro. Las características técnicas de la encuesta han
sido las que se recogen a continuación.
Universo.
La población de empleados y trabajadores asalariados ocupados se sitúa en unos ocho millones
y medio de personas. Su estructura por sectores productivos y ramas de actividad es conocida
por el Censo de 1991, así como por la Encuesta de Población Activa que se realiza
trimestralmente. A partir de estas estadísticas oficiales podemos ver las siguientes proporciones:
Población activa asalariada ocupada
Actividad N %
Agricultura, Ganadería y Pesca 334,900 3.87
Industria 2,102,000 24.27
Construcción 802,000 9.26
Servicios 5,421,400 62.60
Total 8,660,300 100
También en estas estadísticas se recoge la desagregación de estos cuatro sectores básicos por
las distintas ramas de actividad. Incluyendo igualmente su distribución por CC.AA, sexos y
edades. De modo que a partir de ellas se puede elaborar una muestra representativa.
En lo que se refiere a los parados, la Encuesta de Población Activa de mitades de 1995, que era
el momento del inicio del Estudio, nos da las siguientes cifras:
Parados con ocupación anterior
Actividad N %
Agricultura, Ganadería y Pesca 234,700 6.35
Industria 474,200 12.82
Construcción 396,400 10.72
Servicios 1,146,100 30.99
Total 2,251,400 60.88
Parados sin ocupación anterior: buscan primer empleo o han dejado el último empleo hace 3 o
más años: 1.447.000 (39.12%)
Total en paro 3.698.400 (100.00%)
Ambos colectivos de trabajadores, ocupados y parados, se han tomado como dos universos
poblacionales específicos e independientes.
7. 7
Muestra.
En función de los recursos disponibles y de los objetivos de conocimiento que persigue el
presente Estudio, estos podrían alcanzarse de forma suficiente con una muestra de 2.300
entrevistas a empleados y trabajadores ocupados y una submuestra de 300 a trabajadores en
paro o que buscan el primer empleo.
Dada la desproporción existente en los diferentes sectores de producción, la distribución
proporcional asignaría muy pocas entrevistas a unos sectores y muchas a otros. Para optimizar
la muestra se realizó una afijación simple no proporcional, de modo que cada sector (y cada
rama de actividad dentro del mismo) tuviera un número de entrevistas con una representatividad
razonable (ninguna menos de 200). Posteriormente se restituiría la proporcionalidad a cada
sector y rama de actividad (agrupadas) mediante un equilibraje muestral, con los oportunos
coeficientes de ponderación, entre los cuatro sectores e internamente por las distintas ramas de
actividad.
A partir de esto, la muestra de trabajadores ocupados se estratificó por hábitats y Comunidades
Autónomas, en función del peso de cada rama de actividad. Y dentro de cada una de éstas se
asignaron cuotas proporcionales de sexo y edad, según la estructura conocida en la Encuesta
de Población Activa. La muestra de trabajadores en paro se estratificó también por hábitat y
CC.AA., y dentro de los dos grupos, con ocupación anterior y buscando el primer empleo, se
asignaron cuotas proporcionales de sexo y edad.
En base a estos criterios la distribución muestral por ramas de actividad en los trabajadores
ocupados ha sido la siguiente:
Distribución muestral por ramas de actividad
Actividad Muestra
proporcional
Muestra no
proporcional
Coeficientes
poderación
Agricultura, Ganadería
y Pesca
89 200 0.445
Construcción 213 250 0.852
Minería, Energía, Papel
y Química
185 250 0.740
Alimentación y Textil 178 250 0.712
Metal, Eq. eléctricos y
Vehículos
195 250 0.780
Comercio y Hostelería 562 275 2.043
Transporte y
Comunicaciones
165 275 0.600
Banca, Serv. a
empresas y
Administración
385 275 1.401
Educación y Sanidad 328 275 1.193
Total 2,300 2,300 ---
Con este método de afijación no proporcional las ramas de actividad y sectores que, por el
método proporcional, tendrían muy poca base muestral (Agricultura-Ganadería y Pesca,
Construcción, Alimentación-Textil, Transportes-Comunicaciones...) obtienen una representación
suficiente.
8. 8
Obviamente, en el proceso de datos, al equilibrar la muestra con los coeficientes de ponderación
recogidos en los cuadros, se restituye la exacta proporcionalidad que le correspondería a cada
rama y sector, de modo que el análisis de resultados del Informe ya es proporcional al peso real
de los trabajadores ocupados en cada rama y sector.
En lo que se refiere a la submuestra de trabajadores en paro sólo se tomó para la estratificación
los dos tipos básicos de paro: los que trabajaron antes y los que no o hace más de tres años. Y
la distribución aplicada fue la siguiente:
Distribución muestral por tipos de paro
Tipo de paro Muestra Muestra no Coeficientes
Parados con 182 200 0.91
Parados sin 118 100 1.18
Total 300 300 ---
Aquí, como puede observarse, la distribución no proporcional está algo más atenuada. Los
resultados que se recogen en el Informe también están equilibrados y son ya proporcionales.
En el análisis, la muestra general de trabajadores ocupados y la submuestra específica de
trabajadores en paro, no se han integrado. En las tablas se ofrecen, a efectos comparativos, los
resultados de cada colectivo por separado.
Volviendo de nuevo a la muestra general de trabajadores ocupados, las restantes variables de
estratificación: Comunidades Autónomas (Agrupadas), Hábitat, Sexo y Edad, tienen las
siguientes proporciones.
9. 9
De 100,001 a 250,000 378 16.4
De 250,001 a 500,000 231 10.0
De más de 500,000 516 22.4
Total 2,300 100.0
Esta distribución también es proporcional a los trabajadores ocupados en cada hábitat y según
cada rama de actividad.
Distribución por sexo
Sexo Nº Entrevistas % Entrevistas
Varones 1,500 65.2
Mujeres 800 34.8
Total 2,300 100.0
Distribución por edad
Edad Nº Entrevistas % Entrevistas
De 16 a 24 años 370 16.1
De 25 a 34 años 928 40.3
De 35 a 44 años 492 21.4
De 45 a 54 años 306 13.3
De 55 a 65 años 201 8.8
Total 2,300 100.0
La distribución por sexo y edad es proporcional a la existente en el conjunto de los trabajadores
ocupados.
Otras variables de clasificación.
Otras variables de clasificación, no de estratificación muestral, sino ya como resultado de la
encuesta, nos da los siguientes datos complementarios de la población de trabajadores
ocupados entrevistados.
Variables %
Nivel de estudios
Primarios incompletos 6.8
Primarios-EGB 32.2
Bachiller-BUP-COU 19.7
FP 1 y 2 16.7
Medios 12.1
Superiores 12.0
10. 10
NS/NC 0.4
Grupo profesional
Directivos 8.5
Cuadros medios 8.0
Empleados-funcionarios 38.4
Trabajadores cualificados 32.1
Trabajadores no cualificados 11.5
Otros grupos 1.1
NS/NC 0.6
Nº Trabajadores empresas(en centro de trabajo)
Hasta 10 52.0
De 11 a 50 26.5
De 51 a 150 7.7
De 151 en adelante 8.2
NS/NC 5.7
Clase social subjetiva
Alta 0.6
Media-Alta 6.7
Media 64.6
Media-Baja 21.3
Baja 3.9
NS/NC 3.0
Autoposicionamiento ideológico
Exrtema izquierda 5.0
izquierda moderada 26.1
Centro 36.8
Derecha 9.3
NS/NC 22.7
Creencias religiosas
No creyentes 10.5
Agnósticos 8.6
Creyentes sin religión 7.3
Católicos no practicantes 48.0
Católicos practicantes 20.7
Otras religiones 1.0
NS/NC 3.9
11. 11
Datos de situación de los trabajadores parados.
Las características demográficas y sociológicas de los trabajadores en paro entrevistados son
las siguientes:
Variables %
Zona
Cornisa Cantábrica 16.3
Cataluña, Aragón, La Rioja y Baleares 18.3
Valencia y Murcia 13.3
Andalucía y Canarias 29.3
Ambas Castillas y Extremadura 11.3
Madrid 11.3
Sexo
Varones 51.0
Mujeres 49.0
Edad
De 16 a 24 años 37.0
De 25 a 34 años 39.3
De 35 a 44 años 10.3
De 45 a 54 años 9.7
De 55 a 65 años 3.7
Nivel de estudios
Primarios incompletos 6.4
Primarios-EGB 31.1
Bachiller-BUP-COU 23.7
FP 1 y 2 16.3
Medios 12.8
Superiores 9.7
Grupo profesional
Directivos 0.7
Cuadros medios 2.7
Empleados-funcionarios 19.0
Trabajadores cualificados 24.0
Trabajadores no cualificados 22.3
No han trabajado antes 31.3
Nº Trabajadores (centro trabajo anterior)
Hasta 10 trabajadores 15.0
De 11 a 50 12.7
De 51 a 150 4.3
12. 12
De 51 a 150 4.3
De 151 en adelante 3.7
No han trabajado antse y no saben 64.3
Hábitat
De hasta 50,000 hab. 26.3
De 50,001 a 100,000 hab. 15.0
De 100,001 a 250,000 hab. 19.3
De 250,001 a 500,000 hab. 16.3
De más de 500,000 hab. 23.3
Clase social subjetiva
Alta 0.4
Media-Alta 6.3
Media 57.5
Media-Baja 26.0
Baja 9.8
Autoposicionamiento ideológico
Extrema izquierda 4.7
Izquierda moderada 28.7
Centro 30.0
Derecha 9.0
NS/NC 27.7
Creencias religiosas
No creyentes 14.7
Agnóstico 7.0
Creyentes sin religión 8.7
Católicos no practicantes 45.7
Católicos practicantes 16.3
Otras religiones 1.7
NS/NC 6.0
El trabajo de campo.
En lo que se refiere al trabajo de campo, la experiencia demuestra que la realización de las
entrevistas dentro de las empresas presenta serias dificultades (interrupción del ritmo de
producción que normalmen-te no es autorizado, formación de grupos y pérdida del anonimato,
influencias de terceros en las respuestas, etc.) que sesgan muy fuertemente los resultados
obtenidos. Por ello la metodología más correcta es la de realizar las entrevistas en los domicilios
de los trabajadores, mediante la estratificación de la muestra en sus proporciones básicas
(sector y rama de actividad, Comunidad Autónoma, hábitats, sexos y edades), de modo que a
través de unas serie de preguntas filtro se determina aleatoriamente la entrevista que cabe
13. 13
realizar en cada hogar.
En lo que se refiere al trabajo de camp o, la experiencia demuestra que la realización de las
entrevistas dentro de las empresas presenta serias dificultades (interrupción del ritmo de
producción que normalmen-te no es autorizado, formación de grupos y pérdida del anonimato,
influencias de terceros en las respuestas, etc.) que sesgan muy fuertemente los resultados
obtenidos. Por ello la metodología más correcta es la de realizar las entrevistas en los domicilios
de los trabajadores, mediante la estratificación de la muestra en sus proporciones básicas
(sector y rama de actividad, Comunidad Autónoma, hábitats, sexos y edades), de modo que a
través de unas serie de preguntas filtro se determina aleatoriamente la entrevista que cabe
realizar en cada hogar.
La muestra se aplicó en un total de 76 municipios, que, incluyendo las subdivisiones por distritos
en las ciudades, significa un total de 216 puntos de muestreo efectivos.
El Trabajo de Campo se realizó del 15 de enero al 16 de febrero de 1996. En total se supervisó
telefónicamente el 20% de las entrevistas, no detectándose incidencias significativas.
El valor respuesta fue de 76% de las personas aleatoria-mente seleccionadas; las negativas a
responder ascendieron a un 24%, que fueron sustituidas por otros trabajadores que reunieran
las mismas características muestrales. El grado de cobertura en los ocupados fue del 99.61% de
la muestra (2.291 entrevistas sobre un total de 2.300 trabajadores ocupados) y del 100% en los
parados.
Objetivos.
A lo largo de los diferentes Estudios e Investigaciones que se han realizado sobre la
drogadicción en los últimos quince años en España, se ha podido comprobar que el uso de
determinadas drogas, así como el consumo abusivo del tabaco y del alcohol, provoca una serie
de importantes consecuencias y problemas, tanto a los propios individuos que las usan, como al
conjunto de la sociedad.
Además del deterioro de la salud y de la vida personal de los consumidores (enfermedades y
accidentes diversos, intoxicaciones y sobredosis, interrupción de los estudios, problemas
económicos y familiares, etc.), el cuerpo social sufre también una serie de efectos indeseables,
tales como accidentes de tráfico, problemas laborales, conductas delictivas, sobrecoste
sanitario, etc.
De todas estas consecuencias sociales de la drogadicción, una de las más importantes y
también de las menos estudiadas, son las que se producen en el mundo laboral. En nuestra
primera investigación realizada en este medio en 1987 , ya observamos una serie de problemas
de cierta entidad (absentismo, disminución de la productividad, accidentes de trabajo,
conflictividad en las relaciones laborales, etc.) que apuntaban la necesidad de prestar una
especial atención a la prevención y atención de las situaciones surgidas en el mundo del trabajo.
No obstante, la profundización en el conocimiento de este problema y la actuación ante el
mismo, no ha experimentado el impulso que sí se ha observado en otros campos, como los
escolares y los jóvenes, probablemente porque la mayor alarma social que en torno a estos se
ha ido suscitando ha obligado a una priorización de actuaciones.
Una vez alcanzados algunos logros importantes entre estos sectores juveniles, parecía llegado
el momento de plantearse un nuevo paso en el mejor conocimiento y abordaje de la
problemática de la drogadicción en el mundo laboral, pues no hay que olvidar que la población
potencialmente afectada es cuantitativa y cualitativamente de gran importancia.
Cuantitativamente, porque, ciñendonos a los empleados y trabajadores asalariados, nos
estaríamos refiriendo a un colectivo superior a los ocho millones y medio de personas (y otros
14. 14
tres millones y medio largos si incluimos a los trabajadores actualmente en paro o en busca del
primer empleo). Cualitativamente, porque se trata de uno de los segmentos sociales más activos
(productores económicos, muchos de ellos padres de familia, conductores de vehículos, etc.) y
porque las consecuencias de las drogas en el medio laboral son de gran trascendencia, tanto
por la gravedad de ciertos accidentes o enfermedades provocadas por las drogodependencias,
como por la repercusión que tienen en la productividad y el clima de relaciones en la empresa.
Nuestra convicción, ya expresada en nuestro estudio anterior, es que una adecuada actuación
preventiva orientada al mundo laboral y algunas medidas de atención en este medio, podrían
lograr unas mejoras importantes y con unos medios infinitamente menos costosos que los
perjuicios que sufren las empresas por este problema.
El abordaje de esta problemática requeriría hoy de un conocimiento actualizado del estado de
situación de la misma, pues los años transcurridos desde el primer estudio (casi una década)
hace preciso una redefinición de la magnitud y de los perfiles presentes del fenómeno y de su
evolución en estos años, así como de la imagen (o conceptualización) que los propios afectados
tienen actualmente del mismo. Del conocimiento de la realidad presente de la incidencia de la
drogadicción en el mundo laboral, se podrían extraer una serie de conclusiones y
recomendaciones para orientar adecuadamente las acciones a realizar en esta linea de
prevención y atención de estos problemas.
Desde la perspectiva de esta finalidad general, el equipo técnico de la FAD, entidad promotora
en esta ocasión del Estudio, y EDIS se plantearon los siguientes objetivos específicos de
conocimiento:
Epidemiológico.
El primer bloque de cuestiones a investigar serían todas las referidas al consumo de las distintas
sustancias, distinguiendo los diferentes niveles y frecuencias de uso. Los temas a incluir en el
cuestionario sobre esta temática serían los siguientes:
Tipos de drogas consumidas:
o Tabaco.
o Alcohol.
o Inhalables.
o Cannabis.
o Alucinógenos.
o Cocaína.
o Heroína.
o Drogas de diseño.
o Metadona.
o Anfetaminas.
o Analgésicos comunes.
o Analgésicos fuertes y otros opiáceos.
o Tranquilizantes.
o Hipnóticos.
Cuantificación del consumo:
15. 15
o Para el Tabaco se distinguiría entre no fumadores, fumadores ocasionales y
fumadores diarios. Y entre estos últimos en moderados, altos y excesivos.
o Para el Alcohol la tipología que se establecería sería: abstinentes, ligeros,
moderados, altos, excesivos y gran riesgo.
o Para los Psicofármacos se investigaría el consumo en el último mes, frecuencia
del consumo, y desde cuando se usan.
o Y para las demás Drogas ilegales se indagaría si las ha usado alguna vez, si lo
hizo en los últimos doce meses, si las uso en los últimos treinta días, y en estos
últimos la frecuencia de uso.
Características personales y sociológicas de los consumidores:
o Las edades de inicio en el consumo.
o Sexo y edad de los consumos prevalentes en cada droga.
o Hábitat.
o Nivel de Estudios.
o Ocupación y grupo profesional.
o Rama de actividad y tamaño de la empresa.
o Clase social.
o Ideología y creencias religiosas.
Secuencias, tendencias y policonsumo:
o Continuidad en el consumo-Evolución del consumo.
o Asociación de las diversas sustancias en el consumo.
o Tipología de los diversos tipos de policonsumo.
Motivaciones en el consumo y presencia de las drogas.
En esta parte de la Encuesta estudiaríamos todo lo relacionado con las diferentes motivaciones
expresadas por los consumidores en los niveles:
o Individuales.
o Microsociales.
o Macrosociales.
Así como la presencia u oferta de las drogas:
o Facilidad para obtener droga.
o Fuentes de obtención de la s drogas.
Consecuencias y problemas derivados del uso de drogas.
Este bloque temático tendría una gran importancia, pues su objeto sería conocer las diversas
consecuencias y problemas derivados del uso de drogas, para de este modo poder orientar
algunas de las actuaciones en unos campos o ámbitos específicos con especial referencia al
mundo laboral. Los indicadores a incluir en el cuestionario, respecto a cada ámbito, han sido los
siguientes:
o Personal:
§ Problemas de salud física y psíquica.
§ Problemas de adaptación y relación.
o Familiar:
§ Relación y conflictividad familiar.
16. 16
§ Problemas económicos.
o Laboral:
§ Absentismo.
§ Pérdida de productividad.
§ Accidentes y enfermedades.
§ Sanciones y despidos.
o Social:
§ Accidentes de tráfico.
§ Conflictos con la Ley.
Con referencia específica a la prevalencia de unas determinadas consecuencias, según el
consumo de cada droga o sustancia concreta.
Actitudes ante un tratamiento para dejar las drogas.
En este cuarto grupo de objetivos se estudiarían las actitudes de la población trabajadora
consumidora de alcohol abusivo y de drogas respecto a:
• Disposición para un tratamiento para dejar el alcohol.
• Disposición para un tratamiento para dejar las otras drogas.
• A qué tipo de centro acudirían para hacer un tratamiento de abandono de las drogas.
Demanda de actuaciones y servicios en las empresas para mejorar esta problemática.
Finalmente, en este bloque se incluyeron una serie de preguntas para averiguar cuáles serían
las demandas y sugerencias de los trabajadores para mejorar la problemática de las drogas en
las empresas:
• Grado de importancia del Alcohol y las Drogas en el trabajo.
• Razones de la opinión sobre esta problemática.
• Demandas de actuaciones en las empresas. (Información y asesoramiento, ayuda a las
familias, orientación hacia centros especializados, análisis y chequeos médicos, etc.).
• Actuaciones que actualmente se están realizando.
Los diversos indicadores sobre consumo y demás cuestiones de motivaciones, actitudes y
opinión, que figuraban en el estudio de 1987 y que se han conservado en el presente, permiten
establecer las oportunas comparaciones y ver que evolución han experimentado en la última
década; especialmente en fenómenos como nuevas tendencias en el consumo, cambios en las
características de los usuarios, nuevos tipos de policonsumo, prevalencias de las motivaciones
actuales, evolución de las consecuencias, etc. Todos estos datos, además de comentarse
puntualmente en cada tema concreto, se resumen en un apartado de Conclusiones, que también
incluye las propuestas de los trabajadores respecto a la actuación ante la problemática
observada en el estudio.
Resultados.
El consumo de alcohol.
17. 17
El consumo de Alcohol en distintos períodos (% respuestas afirmativas)
Períodos de tiempo Trabajadores ocupados Trabajadores en paro
Alguna vez en la vida 95.1 96.7
En los últimos doce meses 87.7 89.0
En el último mes 81.2 77.9
En la última semana 58.0 55.1
En el día de ayer 52.2 44.0
Frecuencia de consumo de alcohol en el último mes
Frecuencia Trabajadores ocupados Trabajadores en paro
Una vez al mes 9.7 11.7
2-3 veces al mes 13.5 11.0
1-2 veces semana 23.7 30.8
3-4 veces semana 7.6 8.0
5-6 veces semana 4.1 3.7
Diariamente 22.6 12.7
Total ha bebido alcohol en último mes
Algo 81.2 77.9
Nada 18.8 22.1
Base (2,300) (300)
Tipología de bebedores en el día anterior
Tipos de bebedores según consumo
alcohol en cc.
Trabajadores
ocupados
Trabajadores en
paro
Abstinentes 47.8 56.0
Ligeros 17.2 12.1
Moderados 20.6 15.8
Altos 5.0 4.4
Excesivos 4.6 6.3
Gran riesgo 4.8 5.3
Base (2,300) (300)
Las otras drogas.
Cannabis
Dato Trabajadores
ocupados
Trabajadores en
paro
Consumió alguna vez 23.3 28.3
Edad media de inicio en el consumo 18.17 17.39
Consumió en los últimos doce meses 11.7 17.7
Consumió en el último mes 9.1 13.4
Frecuencia consumo último mes
18. 18
Menos de una vez a la semana 3.3 5.7
Una vez a la semana 2.2 3.3
De 2 a 6 veces por semana y
diariamente
3.6 4.4
NS/NC 0.0 0.7
Cocaína
Dato Trabajadores
ocupados
Trabajadores en
paro
Consumió alguna vez 8.2 9.7
Edad media de inicio en el consumo 21.09 20.12
Consumió en los últimos doce meses 4.5 6.7
Consumió en el último mes 3.1 3.5
Frecuencia consumo último mes
Menos de una vez a la semana 1.6 2.7
Una vez a la semana 1.3 0.7
De 2 a 6 veces por semana y
diariamente
0.2 0.1
NS/NC 0.1 0.0
Éxtasis y otras drogas de diseño
Dato Trabajadores
ocupados
Trabajadores en
paro
Consumió alguna vez 4.3 5.0
Edad media de inicio en el consumo 20.92 21.87
Consumió en los últimos doce meses 2.3 3.7
Consumió en el último mes 1.8 2.7
Frecuencia consumo último mes
Menos de una vez a la semana 1.3 1.7
Una vez a la semana 0.5 1.0
De 2 a 6 veces por semana y
diariamente
0.0 0.0
NS/NC 0.1 0.0
Alucinógenos
Dato Trabajadores
ocupados
Trabajadores en
paro
Consumió alguna vez 3.4 3.3
Edad media de inicio en el consumo 19.52 19.51
Consumió en los últimos doce meses 0.9 1.7
Consumió en el último mes 0.6 0.3
Frecuencia consumo último mes
Menos de una vez a la semana 0.5 0.3
19. 19
Una vez a la semana 0.1 0.0
De 2 a 6 veces por semana y
diariamente
0.0 0.0
NS/NC 0.0 0.0
Heroína
Dato Trabajadores
ocupados
Trabajadores en
paro
Consumió alguna vez 11 1.3
Edad media de inicio en el consumo 20.7 20.5
Consumió en los últimos doce meses 0.4 1.0
Consumió en el último mes 0.3 0.6
Frecuencia consumo último mes
Menos de una vez a la semana 0.0 0.3
Una vez a la semana 0.1 0.0
De 2 a 6 veces por semana y
diariamente
0.2 0.3
NS/NC 0.0 0.0
Inhalables
Dato Trabajadores
ocupados
Trabajadores en
paro
Consumió alguna vez 10 1.3
Edad media de inicio en el consumo 16.48 17.82
Consumió en los últimos doce meses 0.2 0.7
Consumió en el último mes 0.1 0.1
Frecuencia consumo último mes
Menos de una vez a la semana 0.1 0.1
Una vez a la semana 0.0 0.0
De 2 a 6 veces por semana y
diariamente
0.0 0.0
NS/NC 0.0 0.0
Tendencias en el consumo.
Evolución del consumo entre 1987 - 1996
Sustancia 1987 1996 Diferencia
Tabaco
Fumadores diarios 54.1 48.3 -5.8
Alcohol
Bebedores abusivos 24.1 14.4 -9.7
Psicofármacos (último mes)
20. 20
Tranquilizantes 3.1 5.7 +2.6
Hipnóticos 1.0 1.4 +0.4
Anfetaminas 1.5 1.6 +0.1
Drogas ilegales (último mes)
Cannabis 11.5 9.1 -2.4
Cocaína 2.4 3.1 +0.7
Drogas de diseño (+) 1.8 -
Alucinógenos 0.7 0.6 -0.1
Heroína 0.6 0.3 -0.3
Metadona (+) 0.0 -
Inhalantes 0.3 0.1 -0.2
(+) No se incluyó en 1987
Consecuencias del consumo de alcohol.
Consecuencias del consumo de alcohol
Problema Trabajadores
ocupados
Trabajadores en
paro
Problemas de salud física o psíquica 7.1 8.3
Problemas de relación con los demás 2.3 2.5
Conflictos en la familia 3.1 6.0
Dificultades económicas familiares 0.6 1.0
Accidentes laborales 0.6 0.3
Faltar algún día al trabajo 3.1 1.3
Disminución en el rendimiento laboral 2.8 2.9
Sanciones en la empresa 0.2 0.3
Despidos 0.2 0.3
Accidentes de tráfico 1.6 0.6
Conflictos con la policía o la ley 1.0 1.0
Disputas/conflictos con amigos,
compañeros o vecinos
3.1 2.9
Otros problemas 0.9 1.9
Nigún problema 73.4 70.8
Consecuencias del consumo de drogas
Problema Trabajadores
ocupados
Trabajadores en
paro
Problemas de salud física o psíquica 7.9 11.2
Problemas de relación con los demás 3.4 3.1
Conflictos en la familia 5.8 6.1
Dificultades económicas familiares 1.9 4.1
Accidentes laborales 0.2 0.1
21. 21
Faltar algún día al trabajo 4.6 2.0
Disminución en el rendimiento laboral 2.4 2.0
Sanciones en la empresa 0.1 0.0
Despidos 0.3 0.0
Accidentes de tráfico 1.0 1.0
Conflictos con la policía o la ley 1.9 2.0
Disputas/conflictos con amigos,
compañeros o vecinos
3.2 2.0
Otros problemas 0.3 1.0
Nigún problema 66.7 65.3
Las drogas en las empresas y propuestas de actuación.
Alcohol y drogas en el mundo laboral
Consume Trabajadores ocupados Trabajadores en paro
No, nada 4.5 4.3
Poco 11.4 13.0
Bastante 51.6 45.0
Mucho 29.9 32.0
NS/NC 2.5 5.7
Total 100.0 100.0
Base 2,300 300
Puntuación media 3.10 3.11
Razones por las que drogas y alcohol son un problema laboral importante
Razón Trabajadores
ocupados
Trabajadores en
paro
Provocan accidentes laborales 23.4 22.6
Enfermedades 13.9 13.3
Disminución de la productividad 25.5 26.1
Absentismo 8.1 8.0
Sanciones y/o despidos 5.5 7.5
Mal ambiente/relación con
compañeros
17.9 16.4
Acaban pagándolo todos los
trabajadores
4.4 4.5
Otras razones 1.2 1.6
Propuestas de actuación en empresas ante alcohol y drogas y actuaciones
realizándose
Actuación Propuestas
T.O.
Propuestas
T.P.
Realizaciones
T.O.
Realizaciones
T.P.
Información y
formación de
trabajadores ante
drogas
32.4 30.7 7.3 2.6
22. 22
drogas
Servicios de atención a
consumidores
10.9 10.8 1.4 1.0
Ayudas y
asesoramientos a
familias de
consumidores
10.8 10.6 1.1 0.7
Realización de análisis
para detección y
prevención del uso de
drogas
8.0 8.0 3.6 1.6
Realización de
chequeo médico a
trabajadores con
problemas de alcohol o
drogas
24.4 25.2 2.3 0.3
Orientar a trabajadores
con problemas a
centros especializados
1.1 0.9 1.0 0.3
Otras acciones 2.6 4.6 78.8 92.1
Base 2,300 300 2,300 300
Conclusiones.
El fenómeno de las drogas es una realidad fuertemente arraigada en las sociedades
occidentales, en general, y en la española en particular. La superación de este hecho social, y
de la problemática que conlleva, no es algo fácil y no resulta razona-ble esperar grandes
transformaciones o avances espectaculares a corto o medio plazo, aunque sí se van
produciendo una serie de modifica-ciones que permiten observar una cierta movilidad y
evolución de sus perfiles y perspectivas. Dentro de este proceso de cambio paulatino es donde
se enmarca el presente estudio, pues desde la realización del primero en 1987 ha transcurrido
casi una década, lo cual permite apreciar ya con cierta nitidez la evolución experimentada,
especialmente en el consumo y algo menos perceptible en las motivaciones de fondo.
El tabaco.
Es una de las sustancias estudiadas en las que se produce una evolución más apreciable, pues
el descenso en el hábito de fumar diariamente en los últimos casi diez años ha sido de unos seis
puntos porcentuales. En 1987 fumaban a diario un 54.1% de los trabajadores, mientras que en
1996 lo hacen un 48.3. También se produce una disminución de la cantidad fumada al día,
bajando de 19.84 cigarrillos a 18.04. Pero el descenso se produce básicamente entre los
hombres, pues las mujeres trabajadoras que fuman, aunque en menor proporción que los
hombres, siguen haciéndolo igual que en 1987, en torno a un 43.2%. En el perfil de riesgo
destacan especialmente las edades de 25 a 34 años, que son los que fuman en mayor
proporción, entre el 51 y el 52 por ciento.
Por otra parte, algo más de la mitad de los que fuman indican que quisieran dejar de hacerlo,
habiéndolo intentado un 46.8 por ciento, con una media de casi cuatro veces por persona. La
salud es la razón que señalan un 70%. En torno a esta droga puede deducirse que hay una
expectativa de mejora, y que debe insistirse en las campañas de concienciación para los
fumadores y de prevención para los jóvenes que todavía no lo son.
El alcohol.
Es también una de las sustancias que han experimentado una evolución positiva, pues aunque
23. 23
un 81.2% de los trabajadores ocupados tomaron alcohol en el último mes y un 58% en la última
semana, ha descendido sensiblemente el consumo abusivo (por encina de los 75 ml. de alcohol
al día). En 1987 un 24.1% de los trabajadores indicaron haber bebido, el día anterior a la
encuesta, por encima de esta cantidad, mientras que actualmente ha sido un 14.4% (un 16%
entre los parados). El descenso es, pues, de nueve puntos largos. No obstante, esta proporción
es aún muy alta y de alcoholismo potencial entre los que, además, de este fuerte consumo,
indican que beben a diario o cinco o seis días por semana, y que es un 9.2 por ciento de los
trabajadores.
Los hombres beben abusivamente en una proporción de cinco a uno respecto a las mujeres (el
20 y el 4 por ciento, respectivamente). Las edades de mayor riesgo son, al igual que en el
tabaco, de los 25 a los 44 años. También merece una llamada de atención el que los mayores
niveles de consumo de alcohol se produce en algunas de las ramas de actividad con
condiciones de trabajo más peligrosas, como los transportes, la construcción, el metal, y en
minería-energía-química.
La tendencia a la disminución de la bebida abusiva parece tener también unas perspectivas
favorables, especialmente si se orientan las campañas de prevención hacia los adolescentes y
las de concienciación hacia los de 25 a 44 años, y muy especialmente en las ramas de actividad
de mayor consumo, que tienen a su vez una mayor peligrosidad; así como entre los trabajadores
en paro.
Los psicofármacos.
Especialmente los tranquilizantes y los hipnóticos, están en una cierta expansión, habiendo
pasado el consumo mensual de los primeros de un 3.1% en 1987 a un 5.7 en 1996, y en los
segundos de un 1% al 1.4%. La prevalencia es mayor entre los parados con un consumo del
7.3% de tranquilizan-tes y un 2.3% de hipnóticos (también consumen más analgésicos). Sin
duda, tal como hemos comprobado también en otros estudios, esto es debido a que se usan
como paliativos del malestar causado por una situación frustrante que provoca ansiedad,
depresión y otros trastornos psicosomáticos.
Aunque esta tendencia al incremento de los Psicofármacos parecía estar algo contenida entre la
población general, las situaciones de precariedad en el empleo, y las de paro intermitente o
prolongado, hacen que el pronóstico de evolución en estos colectivos sea más incierto. Aquí la
acción principal a realizar no sería ya tanto una campaña de concienciación, sino la modificación
y mejora objetiva de determinadas condiciones de trabajo y fomento del empleo, en especial el
empleo estable; lo cual es extensivo al alcohol, en cuanto a un mayor porcentaje de bebedores
abusivos entre los parados se refiere.
Drogas ilegales.
La situación es un tanto diversa, según las sustancias de que se trate, hay unas que están en
cierta tendencia de disminución y otras en ascenso. Entre las primeras encontramos el descenso
de la cannabis, que a pesar de todo es la tercera droga después del tabaco y el alcohol, con un
consumo mensual del 9.1% de los trabajadores (el 11.5% en 1987). Baja también el consumo de
los inhalables, los alucinógenos y la heroína. El descenso de la heroína es especialmente
importante, tanto porque el uso en el mes pasa a ser la mitad (el 0.6% en 1987 y el 0.3% en
1996), como por su gran relevancia epidemiológica y social.
Por el contrario, encontramos en una tendencia de incremento, además de los tranquilizantes y
los hipnóticos ya mencionados, las anfetaminas, la cocaína, así como la irrupción de las drogas
de diseño en el periodo de tiempo entre 1987 y 1996. El uso mensual de la cocaína pasa de un
2.4% a un 3.1% y las drogas de diseño se sitúan en un 1.8%.
Al igual que en el consumo abusivo de alcohol y en los psicofármacos, se observa, en general,
un mayor consumo de drogas ilegales entre los trabajadores en paro. Esto puede deberse, por
una parte, a la mayor prevalencia de estas sustancias entre los jóvenes (la edad media de los
parados es varios años menor que la de los ocupados), pero también a una situación de mayor
inestabilidad personal como consecuencia de su situación, así como a un mayor tiempo libre, en
ocasiones muy difícil de llenar de forma constructiva.
24. 24
Perfiles básicos.
Perfiles básicos de los usuarios de las diversas sustancias:
o Hay unas cuantas drogas muy extendidas en los diferentes hábitats, llegando
también a núcleos semiurbanos, tales como: el tabaco, el alcohol abusivo, los
psicofármacos, la cannabis y las drogas de diseño. En el medio urbano grande
se sitúan principalmente la cocaína y la heroína, aunque también las anteriores.
o Las drogas de uso más joven son la cannabis, la cocaína, la heroína y,
especialmente, las de diseño y las anfetaminas. De edad adulta e incluso mayor
son los psicofármacos; mientras que el tabaco y el alcohol tienen una
prevalencia más amplia, yendo de segmentos jóvenes a adultos medios.
o Entre los hombres es mayor el consumo en el alcohol abusivo, la cannabis, la
cocaína y la heroína; también en el tabaco, pero con un fuerte porcentaje de
mujeres y casi igualados en las drogas de diseño. La prevalencia es mayor entre
las mujeres en los tranquilizantes, los analgésicos y las anfetaminas.
o En el tabaco, alcohol abusivo, los distintos psicofármacos, la cannabis, las
drogas de diseño y las anfetaminas el consumo es realizado por todo tipo de
trabajadores y de diverso nivel profesional y socioeconómico. En la cocaína
destaca un nivel medio-alto, mientras que en la heroína hay un segmento de
medio-bajo, pero encontrando también otros más elevados, con empleados,
funcionarios y trabajadores cualificados.
o En lo referido a las ramas de actividad hay una gran variedad en el consumo de
las distintas drogas, y quizás sean especialmente problemáticas las de
Comercio -Hostelería, Construcción, Transportes-Comunicaciones y, en un
segundo nivel, Alimentación-Textil, Metal-Equipos Eléctricos-Vehículos, y
Educación Sanidad.
o Desde un punto de vista ideológico, entre los usuarios de tabaco, alcohol
abusivo, psicofármacos y anfetaminas no se observa ningún perfil especial,
pues las usan tanto los autoposicionados en la izquierda, como en la derecha, y
los no creyentes o agnósticos igual que los católicos. En las drogas ilegales
destacan algo los que se consideran apolíticos o de izquierdas, así como no
creyentes y agnósticos.
Estos rasgos o perfiles principales están básicamente en las mismas tendencias ya observadas
en 1987, con drogas prevalentes en uno u otro sexo y en edades jóvenes o en edades adultas,
así como preferentemente en el medio urbano; las drogas legales, y más integradas social y
culturalmente, son usadas por personas de características muy variadas, mientras que las
ilegales las usan en mayor medida trabajadores o no identificados id eológicamente con ningún
grupo en particular, o algo más a la izquierda y más distantes de las creencias religiosas
tradicionales; lo cual no implica necesariamente una posición políticamente activa.
Algunas diferencias respecto a 1987, dentro de estas tendencias básicas, serían que, mientras
los fumadores diarios hombres bajan de un 57.7 al 51.2 actual, las mujeres trabajadores se
mantienen en torno al 43%, sin ninguna disminución en casi diez años. En el alcohol abusivo,
aunque aún muy por detrás de los hombres, las mujeres se han situado ya en un 4%. En cuanto
al medio urbano se observa que algunas drogas, además de mantener su prevalencia en las
grandes ciudades, han ido penetrando también en ciudades medias y semiurbanas,
especialmente la cannabis y la irrupción de las drogas de diseño en estas poblaciones.
En lo que se refiere a las MOTIVACIONES ya hemos indicado en el capítulo correspondiente
que su estudio en profundidad requiere unos métodos específicos e interdisciplinares. No
obstante, desde la perspectiva de la identificación subjetiva, se incluyeron algunas preguntas al
respecto. Sobre las del ALCOHOL se observa que un 57.5% de lo que lo toman no lo tienen
problematizado, siendo la influencia social la motivación prevalente. Los motivos sí
problematizados ascienden a un 13% en los trabajadores ocupados y al 18% entre los parados.
Cabe destacar que entre los bebedores abusivos el porcentaje de motivaciones problemáticas
asciende a un 26.3%.
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En lo que respecta a las motivaciones de los trabajadores usuarios de Drogas un 52.8% de los
ocupados y el 54.9% de los parados expresan razones de tipo individual, bien de búsqueda de
satisfacción bien carácter problemático; el 26. 5% de los ocupados y el 20.3 de los parados
alegan motivos macrosociales, de transgresión social, por situaciones laborales negativas o de
tipo funcional. Y un 13.2% de los ocupados y el 15.9% de los parados, aducen razones
microsociales, tales como problemas familiares, el deseo de integración grupal, etc.
Dentro de este conjunto de motivaciones, las debidas a situaciones laborales negativas no son
explicitadas de un modo muy prevalente. Sí aparecen, en una cierta medida, las condiciones de
trabajo y la marginación o discriminación en el trabajo, y es más claro entre los parados su
situación de frustración; sin embargo, no puede decirse que sean motivos dominantes en el uso
de alcohol y drogas, por lo menos en lo que los entrevistados expresan de un modo directo.
Probablemente, en esto quepa hacer dos tipos de consideraciones; en primer lugar, que la
causalidad del uso de drogas es de carácter multifactorial y que por lo tanto influyen diversos
motivos, desde las situaciones personales y familiares hasta las culturales, entre éstas los
valores dominantes de búsqueda de la satisfacción inmediata, o en aquellas la evasión y
aturdimiento ante determinadas cuestiones. Otra razón, en todo caso complementaria e incluida
en la anterior, es que algunas de las situaciones laborales negativas, quizás no son
concienciadas como tales en su relación con el uso abusivo de alcohol y drogas. Bajo la razón
explicita "por animarme" puede subyacer una frustración profesional o un deseo de evadirse de
condiciones de trabajo negativas. Sin duda, algo de esto debe de haber, junto a otras
motivaciones más explicitadas, pues los mayores niveles de uso abusivo de alcohol y drogas se
da, no solamente entre los parados, sino también entre trabajadores ocupados de ciertas ramas
de actividad potencialmente de condiciones duras o peligrosas, tales como construcción, metal,
minería-energía-química, transportes, o comercio -hosteleria.
Esta aparente menor relevancia de los motivos laborales, como causa del consumo de alcohol y
drogas, en todo caso no disminuye en nada su evidente importancia, como efecto, en el medio
laboral, pues las repercusiones sobre el mismo son muy claras.
Las CONSECUENCIAS que indican haber padecido los que consumen alcohol de modo abusivo
o drogas aumentan progresivamente, según se incrementa el nivel de consumo de alcohol o la
peligrosidad de las drogas. Y respecto a las consecuencias concretas se observan cuatro
grandes tipos de consecuencias: los problemas de salud 8%, las laborales (accidentes y
enfermedades, absentismo y disminución del rendimiento laboral, sanciones y despidos) 7.5%,
las familiares (conflictos, dificultades económicas) 7.7%, así como los problemas de relación y
conflicto social (problemas con los demás, accidentes de tráfico, conflictos con la ley), 6.3%.
La importancia del alcohol y las drogas en el MEDIO LABORAL, de un modo específico, es
bastante grande. Así lo indican un 81.5% del total de trabajadores (consumidores y no
consumidores), de los que un 41.6% indican que, en su lugar de trabajo, conocen a compañeros
que beben en exceso o toman drogas. Las RAZONES por las que creen que este hecho es
importante en el trabajo se articulan en tres grandes grupos que acumulan cada uno alrededor
de un tercio de las respuestas. Estos son los siguientes:
o Perjuicio directo a las Empresas (Disminución productividad y absentismo) .
o Perjuicio de la integridad y salud de los trabajadores (Accidentes laborales y
enfermedades) .
o Mal ambiente y potencial de conflictividad colectiva (Malas relaciones, sanciones
y despidos, perjuicio para todos los trabajadores.
Según los rasgos específicos de los trabajadores se observa una mayor sensibilidad ante un
determinado eje o tipo de razones, en función de las características sociales e ideológicas; de
este modo vemos que los que señalan de modo destacado los perjuicios directos a las
empresas son los de estudios superiores, los directivos, un segmento de cuadros medios, los
que se ubican en la clase media-alta y una parte de los de media -media, e ideológicamente
situados en la derecha.
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Por el contrario, los que ponen más énfasis en el perjuicio a la integridad y salud de los
trabajadores son los de estudios primarios, los trabajadores manuales, parte de los cuadros
medios; ubicados en las clases media-baja y baja, así como un segmento de los de media-
media; ideológicamente autoposicionado en el centro y la izquierda.
Los que señalan el mal ambiente y la conflictividad no presentan un perfil tan definido, aunque sí
se apunta una mayor sensibilidad entre empleados y funcionarios, directivos y un segmento de
clase media -media. También cabe señalar una mayor presencia de las mujeres y de los
trabajadores más jóvenes, quizás por ser los más vulnerables en las situaciones de malas
relaciones y conflictividad.
Ante esta realidad, el 97.4% de los trabajadores proponen la realización de una serie de
ACTUACIONES EN LAS EMPRESAS en una decidida lucha contra el uso abusivo del alcohol y
el consumo de drogas, de las que destacan claramente dos de ellas: la información y formación
de los trabajadores sobre este fenómeno y sus consecuencias, y la orie ntación hacia centros
especializados de aquellos trabajadores que tengan este problema. También se demanda
servicios y ayudas a los consumidores y sus familias para afrontar esta situación. Y, aunque en
una proporción menor, los análisis y chequeos médicos para la detección y prevención del
abuso del alcohol y el consumo de drogas.
Las actuaciones REALIZADAS están en clara desproporción, pues tan solo un 21.2% de los
entrevistados indica que en su empresa se ha realizado alguna. Por otra parte, exceptuando la
información, en las demás actuaciones no hay correspondencia con lo demandado por los
trabajadores, pues las más realizadas son los análisis y chequeos médicos. Es obvio que en la
actuación ante esta problemática existe una perspectiva diferente y un conflicto de intereses
entre empresarios y trabajadores, pues mientras estos demandan información, asesoramiento y
ayudas, aquellos desean un mayor control médico.
Esta situación de falta de sintonía en las actuaciones a realizar y las realizadas es igualmente
negativa para ambas partes, pues los perjuicios que el alcohol y las drogas producen afectan en
parecida manera a la empresa y a los trabajadores. La necesidad de una mayor concienciación
ante el problema y de una más eficaz actuación ante el mismo, exige una búsqueda de
consenso y de un equilibrio en las prioridades de las acciones a realizar. Una actitud prepotente
o de inhibición, por una o ambas partes, no haría más que debilitar o incluso hacer imposible
una acción en la que la base del éxito es la mutua y leal colaboración.