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LA
MAMPORRERA
Por Samuel Parra
La Mamporrera
Samuel Parra
© 2020 Samuel Parra
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Ella pensó que la Zoofilia era una parafilia perversa, pero, la palabra
bestialismo, le gustó más. Su segundo nombre es Olvido, padece el Síndrome
de Alicia en el País de las Maravillas, ve chico lo grande y cercano lo
distante.
Otro día de encierro en el departamento, la cafetera humea su fragancia para
sanar a los enfermos de cansancio o activar a los flojos. Lorena vestía una
playera dos tallas más grandes, la prenda de algodón tenía de estampa un
dibujo de dos gaviotas en pleno vuelo que le cuelga hasta sus rodillas, no
lleva ropa interior. Abre la alacena para agarrar un paquete de café que trajo
de Tacámbaro, Michoacán, su amiga Teresa Quezada se lo regaló. Preparar
esta bebida es un ritual, colocar filtro, servir con una cuchara, llenar de agua
el depósito, cerrar la tapa de la cafetera y encenderla. En diez minutos estaría
listo el café, Lore cerró sus ojos con fuerza, despierta machi, ordenó a su
cerebro víctima del sueño y ansioso por tomarse la bebida caliente que
borbotea en la jarra de cristal. —¿Por qué Olvido se muerde el cabello? —
se preguntó en silencio.
Olvido tomó el plumón color rojo, marcó una cruz en los avisos de empleo
donde recibió mensajes de rechazo: es muy grande, dijo un entrevistador; no
tiene experiencia, comentó otro jefe de recursos humanos; pagamos el
mínimo sin prestaciones, advirtió el último filtro de trabajo. Con todas sus
fuerzas, agarró la página del periódico y la lanzó al bote de la basura, la hoja
de papel era un cementerio de cruces rojizas donde los cadáveres se cuentan
por miles de “zombies” sin empleo a causa del Covid-19, tan mala suerte
tengo, se preguntó la mujer de 35 años. Un mensaje de Whatsapp la sacó de
su enojo, era su amigo Juan, no perdieron contacto desde la secundaria, él
siempre la quiso en secreto, pero jamás pasó de la “Friend zone”. —Mi tía
busca una muchacha de confianza para trabajar en la casa — le avisó a su
amiga —Vente mañana a las nueve para que empieces a trabajar. Suerte o
destino, pensó Olvido, el aroma del aire huele a arrayan cuando ella tiene un
buen presentimiento, es agridulce la sensación, coquetea con sus papilas
gustativas hasta que chasquea los labios para detener el juego.
Sueño:
Siento que estoy en una caja grande, gigante quizá, mi cuerpo se acuesta
para extender los brazos y piernas, no toco las paredes, pero me rozan las
costillas. El bulto parece moverse, así lo veo, no me consta, pero se arrastra
al otro extremo de la caja. Pensé que el único sonido que se escucha aquí
eran mis pulmones ansiosos por aire, no, alguien parece que baila tap,
golpea el piso con fuerza, no lo veo, pero oigo ese ruido me persigue, tiene
peso, cae encima de mí, algo me ahoga, quiere atravesar la garganta como
un dedo pequeño hasta que empiezo a llorar sin razón.
Olvido despertó temprano, programó la alarme de su teléfono celular a las
cinco de la mañana, atendía su cuerpo con la calma necesaria para bañarlo,
untarlo de crema humectante, pasar una loción de frutas tropicales sobre los
poros de su piel hasta tapar las huellas de las estrías que iban y venían desde
su axila hasta la redondez de los pechos. El aire acondicionado funciona bien,
pensó al mirar la reacción de sus pezones, la diminuta blusa cosquillea esa
zona de su cuerpo, es una caricia inocente ausente de un valor agregado que
sólo puede dar un hombre que le prometa hacerla sentir bien porque el amor
no existe para ella, lo desterró cuando descubrió a su madre encima del
cuerpo de su novio. Y el karma que no llega, dijo mientras servía café a su
taza, después de quince minutos y siete sorbos a su bebida, terminó de
cambiarse en la recamara de Lorena donde ella dormía, barrió su cuerpo con
los ojos, le impresionó lo ancho de sus glúteos, sus pantalones se entallan a
las nalgas como una segunda piel, es un imán para los varones y envidia para
las damiselas, pensó Olvido, —Con mi cerebro y tu cuerpo seríamos la mujer
perfecta —soñó despierta la mujer. Todavía no son las siete de la mañana,
decidió acostarse junto a su “roomie” mientras emprendía un juego con su
entrepierna, aún falta tiempo para irse a trabajar, dijo, quince minutos
después su boca sabía a hierro.
◊
La alabanza será a las cuatro de la tarde, comentó la señora Torres a sus
amigas en el grupo de Whatsapp, mañana rezaremos una Novena y el Santo
Rosario en memoria de nuestra querida Carmelita, envió el mensaje al
momento que Doña Olga, la señora del aseo, le avisó que una joven de
nombre Olvido llegó para una entrevista de trabajo. En la perspectiva de la
señorita, la casa era no más grande que un edificio dúplex de interés social
pero su cansancio al caminar reveló que la distancia recorrida entre once
habitaciones, dos salas, el patio y hasta llegar a la caballería pues no
correspondía con una modesta construcción de dos plantas. Olvido sólo
confía en su olfato, nunca le falla, olía a agua sin cambiar en los floreros, que
se estanca como en los panteones; a forros de plástico en la sala; el tapiz de
las paredes le recordó a las pilas de carpetas cuando trabajó en un despacho
contable; todo el recorrido iba a la par de una alfombra que, por ahorrar
detergente, la lavaron con suavizante de telas, en sí, la casa era un alud de
aromas como si llegara a una dulcería donde también hay una lavandería con
tienda naturista anexa repleta de estantes con tés, hierbas para adelgazar,
laxar, purgar, limpiar el organismo y sanar las emociones.
La Señora Gutiérrez, dueña de la casa, le ordenó a Olvido cambiarse de ropa,
aquí no vienes a vender libros como en Sanborns, dijo la mujer de casi 60
años, que vestía un outfit de Leggins color negro, tenis para trotar color rosa
y una sudadera marca Nike que no combinó con su físico rollizo, Olvidó se
avergonzó de ser tan crítica con las demás personas, salió de la habitación
donde se quitó su saco, la falda y la camisa blanca, guardó los tacones en su
bolsa. Doña Olga le entregó su uniforme de trabajo, una camisa de mezclilla
color negro, guantes de látex, un overol blanco y botas anti derrapante.
Olvido jamás pensó que habría una caballería, en una casa, en el centro de la
ciudad, ella creía que esos lugares debían estar en el campo, donde los
animales galoparían sin límite de espacio ni tiempo. La joven se quedó quita
un momento, algo captó su atención, no era el olor del látex, tampoco el
aroma de las pilas de pastura y alfalfa, miró la palma de sus manos cubiertas
de sudor, no era el plástico contra la piel, sumía su estómago al echar hacia
atrás los hombros para entender la reacción en su cuerpo, no es la presión,
pensó, fijó su vista en un punto de la caballería para comprobar si era vértigo
o mareo, tampoco. Una habitación de cuatro de ancho por doce de fondo
servía como bodega de la caballería, en el espacio que ocupó Olvido para
vestiré sólo había alimento para caballo, las sillas de montar y los accesorios
de limpieza para los animales. La mujer se sentó sobre un bulto de forraje,
un momento para respirar, dijo, miró su reloj, apenas pasaron cinco minutos
desde que llegó a la casa y ya se sentía enferma. A la derecha se escuchó un
golpeteo en el piso, venía de las caballerizas, Olvido se sorprendió porque
era tal como lo recordó en su sueño, parecía como el sonido que produce un
bailarín de tap con sus zapatos especiales, que en la suela les colocan una
placa de metal, ese ruido eran las herraduras de las bestias. La joven salió de
la bodega, caminó tras ese sonido hasta llegar a la caballería donde “El
Novenario” ejercía su poder de semental sobre “Magdalena”, la yegua
favorita de la Señora Gutiérrez. Olvido se paralizó con la escena que tenía
frente a ella. —Es la cópula silvestre mija, ya no te tocó ver todo, vamos a
dejarlos descansar un ratito para que traigan a la Viridiana y así te explico lo
que vas a hacer —comentó la dueña de la casa.
Sueño:
Corro por un pasillo largo, largo, muy corto sin una salida que pueda
llevarme a la entrada de este inmenso cuarto. Se me quitó el dolor de cabeza
sin tener que tomarme las pastillas, nomás cierro los ojos para curarme la
ansiedad. El malestar desaparece, pero mis oídos tamborilean una canción,
otra vez el golpeteo contra el suelo, son zapatos de charol con placas
metálicas en la suela, pero no veo a un hombre que baile tap, veo a un
caballo que me mira.
◊
De regreso a su departamento, Olvido viajó en camión porque así analizaría
con calma lo que fue su primer día de trabajo. Ella era contadora de
profesión, estudió en la Universidad Nacional Autónoma de México, antes
de graduarse ya tenía trabajo en un despacho contable donde laboró por
quince años. Se hizo de una buena cartera de clientes lo que le permitió
aventurarse a la independencia, en la casa de sus padres abrió una pequeña
oficina junto a su novio donde juntos atendían a casi 60 contribuyentes, ella
salía a las vueltas pertinentes de la oficina en las oficinas de gobierno
mientras que su pareja se convirtió en el juguete sexual de su madre, Olvido
los sorprendió en el baño cuando el aroma de enjuague para el pelo llamó su
atención, era la marca que ella usa y le pareció extraño percibir ese olor desde
la cochera de su casa, si el baño se ubica en la planta alta, subió las escaleras
hasta toparse con la puerta cerrada, no hizo ruido, pegó la oreja en la puerta
donde escuchó los jadeos de su madre, dejó el llanto y la impotencia para
después, respiró hondo, mordió su cabello, fue a la oficina donde tomó su
teléfono celular, regresó al baño, abrió la puerta sin hacer ruido mientras una
cortina de vapor huía de la escena, no se dieron cuenta que Olvido entró,
activó la cámara de video en el celular y grabó la escena. Tres minutos
después salió de ahí. La joven pensó que su suerte no era tan mala, su novio
dejó el celular en la oficina, ella mandó por whatsapp el video al número de
su pareja, después entró al Facebook de su ahora ex novio y subió el archivo
con una dedicatoria “Lord Enjuague Vanart complace a su suegra”. El
material fue trending topic, más de dos millones de reproducciones en redes
sociales. Olvido abandonó la Ciudad de México, emigró hacia Mazatlán
donde compartió departamento con una muchacha que conoció en un bar
gay, Lorena era todo lo que la joven citadina quería para su vida, ella le ayudó
a conseguir trabajo en una congeladora de camarón, fue auxiliar contable por
cinco años, pero el fenómeno Covid 19 provocó despidos, a Olvido le tocó
esa mala suerte. Se fue sin finiquito, le prometieron recontratarla, pero ella
no acepto por orgullo. Debía pagar sus tarjetas de crédito a tiempo, a fin de
evitar los recargos, la sección de clasificados del periódico contenía muchas
ofertas de trabajo, pero la mayoría eran empleos como conductores de
camión, repartos, descargas de tráileres y cargadores. No había espacio para
el perfil de una contadora. De la lapicera de Lorena tomó un plumón rojo,
comenzó a tachar con una cruz los lugares donde la rechazaron, fue una tarea
que duró la primera semana de la cuarentena. En el cine se conoce el
fenómeno de “Loop”, es decir lazo, a la continuidad de un suceso de
principio a fin y que retorna al comienzo, así veía Olvido su vida, como una
película muda, a blanco y negro, era la mujer que el director victimiza para
hacer reír al público. Golpeó el respaldo del asiento con fuerza, iba sola en
el camión a causa de la sana distancia, se quejó de su suerte, tenía trabajo,
pero a qué precio, jamás imaginó que sería mamporrera.
Lorena hacía “Home Office” desde su recamara, vestía el uniforme de su
escuela, una camisa blanca con el logo ponchado en el pecho, no quería usar
calzón porque así se sentía cómoda, sólo usaba bóxer si tenía su periodo a
fin de evitar un accidente. Escuchó el abrir y cerrar de la puerta principal,
ahorita salgo, gritó a Olvido, mientras finalizó la sesión en sus clases
virtuales. Apagó la computadora, cogió el short de mezclilla que tenía sobre
la cama y se lo puso apretando los glúteos, era una manía que tenía, decía
que le atraía suerte para tener buen sexo con su pareja. Encontró a su chica
en la sala, se tumbó en el sillón principal donde evitó la mirada de Lorena,
ella sabía que su mujer pasó un mal momento y no era el momento ideal para
hablarlo. Preparó la cena, sacó una pasta de la alacena, puso agua a hervir
mientras cortó champiñones y trozos de jamó, que echó todo a la sartén con
especias. Ya con el agua caliente, arrojó el espagueti hasta quedar en su
punto, lo coló y mezcló con los demás ingredientes. Sacó de la panera dos
rebanadas de pan de centeno, las metió en el micro hornito, con quince
minutos fue suficiente para que quedaran crujientes. Destapó una botella de
vino blanco, sirvió dos copas y puso un plato con uvas, con esos detalles
seguramente Olvido hablaría, pensó Lorena, así fue.
◊
No es la distancia ni la cercanía lo que asustó a Olvido, su cuerpo permanecía
de pie a cinco metros del caballo que montó a la yegua, la señora Gutiérrez
habló por quince minutos sin agarrar aire, la joven veía que la mujer frente a
ella abría la boca cada vez más mientras escupía las palabras, registró toda
la información, pero no escuchó su voz, leía los labios mientras un fino ruido
de timbre cimbró su mente. El espacio visual en la caballeriza sólo tenía
conexión entre dos puntos: los ojos de Olvido y “El Novenario”. Era un
alazán, de cabeza estilizada, siempre alerta, sin demasiada carne en la
mandíbula, los ollares de la nariz eran de gran tamaño, propicios para
oxigenar rápido su cuerpo. La espalda de esta raza es larga y muy inclinada.
Medía un metro con setenta y dos centímetros, un semental de pelaje canela
listo para convertir en yeguas a las potrancas. Olvido tragó saliva, “El
Novenario” mordía la espalda de “Magdalena” que quería quitarse de encima
al animal, este la sujetó con sus patas delanteras mientras la Señora Gutiérrez
agarró el lazo que tenía amarrado al hocico del caballo, lo jaló hacia la yegua
pegando más el cuerpo, la mujer tomó la cuerda y la sujetó a una hebilla
metálica de su cinturón, con las manos libres, agarró el pene del caballo para
que lo metiera en la cavidad de la yegua y asegurar la inseminación.
Desamarró la cuerda de la hebilla para jalarla hacia la hembra, con cada
embestida de “El Novenario” venía una arremetida de golpes contra el piso,
era el estrellar de las herraduras en aquella cópula silvestre como apodo la
señora Gutiérrez. Un chorro de espuma emanó del hocico equino, los ojos
del caballo pura sangre eran granos de café sobre trozos de carbón gigante,
Olvido los comparó con dos infinitos vacíos donde se perdió, caía en el
abismo que produjo “El Novenario” sobre ella, aquella era una bala que se
disparó a quema ropa contra el horizonte, no podía salir de ese trance donde
se cruzó presente, pasado y futuro alrededor de un huracán imaginario entre
la bestia y la mujer. Había una tormenta fugaz que desató el miedo de Olvido,
una sensación extraña recorrió su cuerpo al paso que los ojos del caballo la
veían, sentía un calambre en su entrepierna punzando su sexo cuando saltó
de los ojos del caballo hacia su pene saliendo de la yegua, tenía frente a sí un
motivo que fascinó su mente al ver cómo aquella carne caía hacia el piso y
su peso hacía un balancín mientras el casco del glande pegajoso atrapaba
rastros de tierra, pastura y alfalfa. Apenas era abril, las mañanas amanecían
frescas, todavía no eran las diez de la mañana y Olvido sudó como si
terminara una rutina de ejercicio de alto rendimiento. ¬—¿Entendiste bien
lo que vas a hacer? —Preguntó la señora Gutiérrez a Olvido. —Es muy
importante asegurarnos que el caballo termine adentro de la yegua, jálale la
rienda, enséñale quien manda, si se pone grosero pues dala con la cuarta,
estos pura sangre son mansos, no te van a dar una patada en la cabeza, si
fueras hombres pues quizá se toque pero ellos saben cuándo están con una
mujer.
Olvido devoró su plato con pasta, tenía mucho sin ser consentida por su
pareja, el encierro las separó, pero el desempleo las unió, no somos islas
amor, dijo Lorena, nos necesitamos una a otra. Ella decidió lavar los trastes
mientras su pareja fue al baño para meterse a la tina con agua caliente, repasó
aquel día en su mente, su cuerpo quedó sumergido en aquella laguna
jabonosa, destrabó de la pared la regadera portátil con brazo metálico
expansible, abrió el chorro de agua, la hundió en el fondo de la tina y la llevó
a su entrepierna.
CONVERSACIÓN POR WHATSAPP
Lorena: Amá, la olí ya consiguió trabajo 19:34 ✔ ✔
Ñora: Me da gusto hija, le fue bien entonces 19:36 ✔ ✔
Lorena: Pues sí, dice que le va a llevar la contabilidad a una señora que vende
forrajes, se estresa mucho la guey, yo pensé que traía una pendejada encima,
pero de oquis se pone mal la pendeja 19:45 ✔ ✔
Nora: Tú la escogiste, es tu asunto. ✔
Sueño:
Siento un cuerpo muy pesado encima de mi espalda, veo mis manos y son
pezuñas.
◊
La señora Gutierrez explicó a Olvido el periodo de celo de las yeguas, su
época para cruzarse debe ser en primavera o verano, le llaman temporada de
calor. Tiene hasta veintitrés días de celo y catorce de abstinencia u ovulación,
Su establo tenía varias potras, pero yeguas solo la “Magdalena” y “El
Novenario” era el único semental del rancho, así que debía cuidar su
condición física a fin de no tener lesiones en los cuartos traseros a causa de
una patada. ¿Quieres saber cuándo está lista la yegua? Preguntó la mujer a
Olvido. La hembra se porta atenta, explicó, con las orejas alertas, se queda
quita y huele al semental. Otro rasgo para identificarla es que levantan la cola
para exponer la vulva, pero ellas no lo hacen si el macho es muy salvaje.
Cuando llega “El Novenario”, la yegua se orina, pero no es una pipi normal,
dijo la señora Gutiérrez, es más opaca y espesa. Voltean repetidamente los
labios de la vulva exponiendo el clítoris, este es uno de los signos más
comunes. Se cuadra, o se pone en una posición en donde estira los cuartos
posteriores, bajando de esta forma la pelvis. De nuevo ante un semental muy
agresivo la yegua no tomará la posición hasta que el caballo la monte. Se
queda parada en espera de que el semental se suba en ella. Olvido no perdió
detalle en la explicación de su patrona, quería estar segura de hacer su trabajo
bien la primera vez, no se dejaría asustar por el caballo otra vez, pero la
experiencia anterior la llenó de dudas. —¿Qué tan grande es el pene del
caballo señora? —Preguntó Olvido a su jefa. —Nomás son 90 centímetros
de placer para la yegua mija, ni el negro del whatsapp la tiene así —respondió
con ironía la mujer. Casi un metro, dijo la joven, no podía creer que la
hembra aguantara tanto. Todo es a proporción de los cuerpos, señaló su
patrona, el orden de la naturaleza es sabio, agregó, nunca lo confrontes.
Ser mamporrero es un noble oficio, explicó la señora Gutiérrez, se cuida la
salud de los animales porque son salvajes, pueden dañarse uno al otro en ese
momento, dijo. La sabiduría de la mujer procede de cinco generaciones que
se dedicaron a la crianza de caballos y la reproducción de la especie depende
mucho de los cuidados que les brinden.
A las tres de la tarde, Olvido se preparó para su encuentro con “El
Novenario”. La patrona se ausentó por unas horas mientras que la Señora
Olga salió a unos mandados. En los oídos de la mujer sólo se oía el crujir de
sus pasos contra la maleza, cada zancada era un disparo contra su consciente.
¿Estás segura de lo que harás? ¿No te vas a arrepentir? ¿Podrás con todo eso?
¿No te van a matar? ¿No te vas a detener? Llegó a la caballeriza. Con la
fuerza que le confirió su cuerpo, empujó la gran puerta de madera hasta soltar
una fina capa de polvo que cubrió su blanco overol, esa sensación de tierra
en el aire la tranquilizó, dejó de ser potra para convertirse en yegua. Olvido
tomó las precauciones necesarias para no causar molestias a su patrona, sabía
que estaría en casa de una amiga porque durante el Covid 19 ordenaron no
salir a lugares recreativos, ella recibiría una alerta a su celular cuando la
señora regresara para abrirle la puerta. La joven Potra tomó su lugar en la
cadena de la vida, decidió ser la nueva yegua del semental encerrado en la
caballería cinco, conservó la llave de los candados para sacar al animal de su
encierro, le amarró una cuerda al arnés del hocico para tenerlo controlado,
ella llevaría el ritmo. Con su mano derecha, Olvido acarició la frente de su
semental, por primera vez reconocieron como uno solo, fue una mirada que
conservó el tiempo que duró ese enamoramiento. La sensualidad no era la
carta fuerte de la joven, en un lento baile se desprendió de su overol que
ocultaba su figura delgada, desabrochó su camisa de mezclilla botón a botón,
en ese juego de dedos iba implícito una chispa de lujuria, encanto y
excitación, la arrojó a la pila de paja. Antes de desabrochar su sostén, se
deshizo de su pantaleta húmeda, su mano izquierda la frotó contra su vulva
para que el olor quedara impregnado en la prenda íntima, se quita el sostén
desabrochándolo del frente que cae al suelo sin oponer resistencia. Olvido
tenía su cuerpo libre de ataduras humanas, llevó el calzón a la fosa nasal del
animal para que lo oliera, no hubo cambio en él. La mujer no podía permitirse
ese rechazo, era la yegua dominante. Empezó a frotar su entrepierna con
fuerza, el calor corporal ascendía en ella, las orejas de “El Novenario” se
alertaron, el animal fue receptivo con esa onda de calor, el miembro del
animal apareció flácido fuera de su forro, no se veía erecto ni causó asombro
a Olvido porque ella lo había visto más grande. La mujer se dio cuenta que
cometía un error, ella no podía llevar el ritmo en ese momento, no era una
relación de humanos, sino de bestias. Debía comportarse como una yegua,
una puerta de la caballeriza fue cerrada por fuera y, al interior, tenía una
barda con barandales donde se colocaban las sillas de montar, ahí es mi
trono, dijo ella. Se movió en esa dirección hasta subirse a la barda, era una
plancha de cemento donde podía sentarse una persona cómodamente a sus
anchas, ahí se posó la mujer boca abajo y, como le explicó la señora
Gutierrez, levantó sus nalgas abriendo sus piernas para exponer su clítoris.
“El Novenario” reaccionó inmediatamente, de reojo Olvido observó cómo el
animal venía hacia ella con su pene erecto, la sensación de ese momento no
tenía comparación con nada de lo que ella había experimentado antes. A los
costados de su cabeza cayeron las patas delanteras del animal, veía las
pezuñas negras, potentes con sus herraduras brillosas, todavía no tenía el
cuerpo del semental encima de ella, un bulto de pelaje aplastó su espalda,
Olvido no se explica cómo soportó el peso del jamelgo, no quería gritar,
apretó los labios esperando la conexión entre bestia y humana pero el caballo
no atinaba, la mujer hizo hacia atrás su brazo derecho para alcanzar el pene
del animal y llevarlo hasta su vulva. La cópula silvestre se corrompió, pensó
Olvido, chorros de espuma caían sobre su cabello mientras “El Novenario”
embestía a su yegua, era la razón extraña de un sentimiento que se apoderó
de ella, la hizo colocarse en la pared a provocar la sed del animal, lo incitó a
aprovecharse de ella a favor de su lujuria humana. Más, gritó Olvido, más,
era la exclamación de su agonía, el caballo no respondía a sus reclamos, sólo
hacía caso a su instinto, no más de quince segundos duró la cópula entre
ambos, el miembro perdió su erección, salió de la mujer provocando un
sonido de vacío que ella sofocó con un grito, otra vez el pene quedó como
un péndulo hasta regresar a su forro. “El Novenario” regresó a su caballería
donde tragó pastura, Olvido yacía en la barda, su panza tenía la piel raspada
por la fricción del cemento, varias gotas de sangre caían al suelo desde su
vientre y su vulva, no podía moverse de ahí, el peso del animal le dislocó la
cadera, no se arrepentía de lo que hizo, lo soportó como la yegua que era.
TRES MESES DESPUÉS
Hospital Psiquiátrico de la Ciudad de México
Médico Tratante: Doctora Lorena Trimelque Suárez
Paciente: Olvido Pantoja Solares
Estudio de caso de un paciente con múltiples parafilias y que además practica
la violación, con el objetivo de socializar algunas características
psicológicas, sociales y biológicas de éste.
Los posibles conflictos inconscientes con la figura materna se podrían
explicar así: la madre cariñosa es la que él (pareja de la paciente) deseó o
desea tener, con la realidad de una madre promiscua y agresiva, lo cual
generó hostilidad —a nuestro juicio, inconsciente—hacia el sexo masculino,
evidenciada en el Machover.
Con los datos clínicos y psicométricos se le realizó el diagnóstico de
trastorno antisocial de la personalidad. La relación entre parafilias y
trastornos de la personalidad es tal que la CIE10 11 y el GC-3 12 las incluyen
dentro del apartado para trastornos de la personalidad y del comportamiento
en adultos.
Tiene el diagnóstico de voyeurismo como parafilia especificada y practica la
violación. Las otras parafilias en orden de preferencia son: froteurismo
(excitación sexual al rozar a otras personas), fetichismo (excitación sexual
por la observación de objetos inanimados, generalmente prendas de vestir),
escatología telefónica (excitación sexual a través de conversación telefónica)
y narratofilia (excitación sexual por medio de la narración de temas eróticos).
Este paciente es un ejemplo de cómo en el desarrollo de las parafilias se
imbrican factores biológicos (historia familiar de trastornos psiquiátricos y
electroencefalograma patológico), psicológicos (conjunto de hostilidades
inconscientes hacia los hombres) y sociales (la familia que ha modelado las
características de su personalidad antisocial) y cómo un factor macrosocial
(la fortaleza de nuestro sistema de salud) actúa como facilitador del pedido
voluntario de ayuda profesional, sin embargo, dada mi naturaleza con la
paciente, que nos vimos involucradas sentimentalmente, recomiendo que sea
tratada por otro psiquiatra.
“Un caso concreto
esclarece más una cuestión
que complicados razonamientos”,
JOSÉ MARTÍ
¿QUÉ ES EL REALISMO SUCIO?
Por Andreina Fernandes
El realismo sucio fue un estilo literario que surgió en Estados Unidos
durante los primeros años del siglo XX, aunque su auge se vivió en la década
de los 70 y 80. Este movimiento artístico tuvo como objetivo disminuir la
cantidad de elementos que se usaban en las narraciones.
Es un estilo que se desprende del minimalismo y muchas veces se confunden
ambos movimientos por eso. Una de las características propias del realismo
sucio es que es un estilo que apuesta a la sencillez, como por ejemplo en la
moderación en la cantidad de palabras que se deben usar, en especial a la
hora de describir situaciones.
Como recursos literarios se pueden usar los adverbios y los adjetivos, pero
suelen aparecer lo menos posible. Es un género también determinado por sus
personajes, ya que los protagonistas de las historias se muestran como
individuos normales, sin características extraordinarias.
William Sydney Porter, mejor conocido simplemente como O. Henry, es uno
de los máximos exponentes de este estilo, aunque también habría que
destacar otros autores como Jerome David Salinger o algunos más actuales
como Charles Michael Palahniuk.
Origen
Las primeras obras del realismo sucio datan de 1930, con los trabajos de John
Fante o Henry Miller como Pregúntale al polvo (1939), Espera a la
primavera Bandini (1938) o Trópico de Capricornio (1938). Pero su
verdadera consolidación como movimiento literario ocurrió en los años 70 y
80.
Hoy en día es un estilo que sigue siendo utilizado por algunos escritores,
aunque en menor medida.
La mayoría de los autores más importantes del realismo sucio son de Estados
Unidos, ya que fue un movimiento que apenas tuvo mayor impacto en el
continente europeo. Solo hubo casos puntuales como Michel Houellebecq o
de Frédéric Beigbeder.
El crítico literario Bill Buford es considerado como uno de los culpables de
que al movimiento se le conociera como realismo sucio. Le dio esta
definición al estilo en un artículo que escribió para la revista Granta.
Características
El realismo sucio es un movimiento que se basa en la sencillez. Usar
adjetivos para complementar a los sustantivos no es algo habitual. Las
situaciones que se presentan en estos relatos, como su nombre bien lo indica,
son reales. El enfoque es más hacia lo cotidiano.
El lenguaje que se utiliza para narrar los acontecimientos es directo y natural.
La idea es que sea un relato que resulte familiar para el lector.
Los personajes, sobre todo los protagonistas de las historias, se alejan de la
figura heroica de muchas narraciones. Se muestran como figuras que son
imperfectas, con defectos como las personas comunes y con algunos
comportamientos que más bien se consideran antiéticos.
Para el realismo sucio los personajes están más inclinados a representar
situaciones de fracaso. Se muestran muchas veces perdidos o frustrados con
el estilo de vida y con el entorno que los rodea.
El ambiente en donde se desarrolla la historia es modesto, pero no porque
tenga un objetivo moral. Se le da mucha importancia al contexto en la
historia. A su vez, las tramas no resuelven mayores conflictos cuando llega
a su final. Es un recurso que se utiliza para demostrar que el desarrollo de la
vida continúa de forma normal.
Los seguidores del realismo sucio consideran que el papel del lector es de
gran importancia en este movimiento literario. Se cree que el lector es el
encargado de descubrir las motivaciones, los problemas y las molestias que
van a continuar teniendo los personajes al finalizar el relato.
Los temas que se tratan en el realismo sucio son totalmente diversos,
mientras se alejen de situaciones ficticias. Se pueden tratar historias sobre
drogas, sexo, violencia o de maltrato.
Representantes
Los estudiosos de la literatura consideran que el realismo sucio se vivió a
diferentes niveles. Aunque todos siguieron líneas parecidas y cumplieron las
características básicas del realismo sucio, cada autor contó una historia más
o menos intensa.
Los autores más importantes son, sin duda, los nacidos en Estados Unidos.
Sin embargo, también hubo representantes – en menor medida – del realismo
sucio por Europa y Latinoamérica.
En Estados Unidos destacaron John Fante, Charles Bukowski, Palahniuk,
Tobias Wolff, Raymond Carver y Richard Ford, entre otros.
Los autores de habla hispana más conocidos fueron los cubanos Pedro
Gutiérrez, Fernando Velázquez y Zoé Valdés; el boliviano Víctor Vizcarro,
comparado incluso con Charles Bukowski; el venezolano Argenis
Rodríguez; el mexicano Adolfo Vergara; y el chileno Marcelo Lillo.
En España el movimiento se dividió en dos. Estuvieron los autores del
realismo sucio cuyas obras fueron escritas en español, pero también el
euskera fue un idioma muy usado por este movimiento.
En español fueron relevantes Karmelo Iribarren o Juan Velázquez. Mientras
que en euskera los máximos exponentes del movimiento literario fueron Mar
Escribano e Iban Zaldua.
Obras
El club de la lucha
Una de las obras más conocidas del realismo sucio es El club de la lucha de
Chuck Palahniuk. El libro se publicó en 1996, pero la historia de Palahniuk
se hizo famosa a nivel mundial gracias a la película protagonizada por Brad
Pitt tres años más tarde.
El escritor completó la obra en solo tres meses. Cuenta con dos personajes
importantes: un narrador y Tyler Durden, que tienen en común su odio hacia
todo lo que les rodea.
¡Violación, violación!
Charles Bukowski fue el autor de este cuento, que formó parte de su
libro Cuentos de una locura ordinaria que se publicó en 1983. Es una
historia donde se narra cómo una mujer es perseguida por una calle hasta la
entrada de su vivienda y luego es violada.
Vecinos
Raymond Carver escribió este cuento corto en 1971, pero primero fue
publicado en una revista y luego formó parte de otras obras del autor. Carver,
considerado uno de los primeros exponentes del realismo sucio, evidenció
un lenguaje bastante impertinente.
En Vecinos se contó la historia de una pareja conformada por Bill y Arlene,
quienes quedaron a cargo de la casa de unos vecinos por los que sentían
profunda envidia. El cuento toca temas como el voyeurismo, el materialismo,
la envidia y cómo este sentimiento puede volver miserables a las personas.
Bala en el cerebro
Este cuento se publicó por primera vez en 1995 en la revista The New
Yorker. Fue uno de los trabajos más importantes y reconocidos del autor. En
el relato se cuenta un robo en el que una de las víctimas se burla de sus
ladrones y por ello recibe un disparo.
Rock Spring
Este es un libro de Richard Ford que contó con 10 historias diferentes. Se
publicó en 1987 y toca varios temas como la mala suerte, la desesperanza y
el sentimiento de fracaso.
Espera la primavera, Bandini
Esta historia fue escrita por John Fante y publicada en 1938. El personaje
principal es un adolescente cuya vida transcurre durante la época de la Gran
Depresión (crisis económica en Estados Unidos entre 1929 y 1939). Fante
trató el machismo, la pobreza e incluso llegó a adentrarse en asuntos
religiosos.
Referencias
1. Dobozy, T. (2001). Towards a definition of dirty realism. Ottawa:
National Library of Canada = Bibliothèque nationale du Canada.
2. Gutiérrez Carbajo, F. (2005). Movimientos y épocas literarias.
Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia.
3. Rebein, R. (2015). Hicks, Tribes, and Dirty Realists. Lexington:
The University Press of Kentucky.
4. Santana, C. (2015). Forth and back: Translation, Dirty Realism,
and the Spanish Novel. Maryland: Bucknell Univ Press.
5. Tadrissi, P. (2006). «Realismo sucio», women and youth culture in
contemporary Spain. [Santa Barbara, Calif.]: University of
California, Santa Barbara.
Andreina Fernandes
Licenciada en Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela
y Máster en Comunicación y Periodismo Deportivo en la Universidad
Europea de Madrid. Con estudios de Graphic Web Design realizados en
Miami Dade College.

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La Mamporrera

  • 1.
  • 3. La Mamporrera Samuel Parra © 2020 Samuel Parra Todos los derechos reservados. Gracias por descargar este libro electrónico. El copyright es propiedad exclusiva del autor y por lo tanto no se permite su reproducción, copiado ni distribución ya sea con fines comerciales o sin ánimos de lucro. Si disfrutaste este libro, por favor invita a tus amigos a descargar su propia copia. Gracias por tu apoyo.
  • 4. Ella pensó que la Zoofilia era una parafilia perversa, pero, la palabra bestialismo, le gustó más. Su segundo nombre es Olvido, padece el Síndrome de Alicia en el País de las Maravillas, ve chico lo grande y cercano lo distante. Otro día de encierro en el departamento, la cafetera humea su fragancia para sanar a los enfermos de cansancio o activar a los flojos. Lorena vestía una playera dos tallas más grandes, la prenda de algodón tenía de estampa un dibujo de dos gaviotas en pleno vuelo que le cuelga hasta sus rodillas, no lleva ropa interior. Abre la alacena para agarrar un paquete de café que trajo de Tacámbaro, Michoacán, su amiga Teresa Quezada se lo regaló. Preparar esta bebida es un ritual, colocar filtro, servir con una cuchara, llenar de agua el depósito, cerrar la tapa de la cafetera y encenderla. En diez minutos estaría listo el café, Lore cerró sus ojos con fuerza, despierta machi, ordenó a su cerebro víctima del sueño y ansioso por tomarse la bebida caliente que borbotea en la jarra de cristal. —¿Por qué Olvido se muerde el cabello? — se preguntó en silencio. Olvido tomó el plumón color rojo, marcó una cruz en los avisos de empleo donde recibió mensajes de rechazo: es muy grande, dijo un entrevistador; no tiene experiencia, comentó otro jefe de recursos humanos; pagamos el mínimo sin prestaciones, advirtió el último filtro de trabajo. Con todas sus fuerzas, agarró la página del periódico y la lanzó al bote de la basura, la hoja de papel era un cementerio de cruces rojizas donde los cadáveres se cuentan por miles de “zombies” sin empleo a causa del Covid-19, tan mala suerte tengo, se preguntó la mujer de 35 años. Un mensaje de Whatsapp la sacó de su enojo, era su amigo Juan, no perdieron contacto desde la secundaria, él siempre la quiso en secreto, pero jamás pasó de la “Friend zone”. —Mi tía busca una muchacha de confianza para trabajar en la casa — le avisó a su amiga —Vente mañana a las nueve para que empieces a trabajar. Suerte o
  • 5. destino, pensó Olvido, el aroma del aire huele a arrayan cuando ella tiene un buen presentimiento, es agridulce la sensación, coquetea con sus papilas gustativas hasta que chasquea los labios para detener el juego. Sueño: Siento que estoy en una caja grande, gigante quizá, mi cuerpo se acuesta para extender los brazos y piernas, no toco las paredes, pero me rozan las costillas. El bulto parece moverse, así lo veo, no me consta, pero se arrastra al otro extremo de la caja. Pensé que el único sonido que se escucha aquí eran mis pulmones ansiosos por aire, no, alguien parece que baila tap, golpea el piso con fuerza, no lo veo, pero oigo ese ruido me persigue, tiene peso, cae encima de mí, algo me ahoga, quiere atravesar la garganta como un dedo pequeño hasta que empiezo a llorar sin razón. Olvido despertó temprano, programó la alarme de su teléfono celular a las cinco de la mañana, atendía su cuerpo con la calma necesaria para bañarlo, untarlo de crema humectante, pasar una loción de frutas tropicales sobre los poros de su piel hasta tapar las huellas de las estrías que iban y venían desde su axila hasta la redondez de los pechos. El aire acondicionado funciona bien, pensó al mirar la reacción de sus pezones, la diminuta blusa cosquillea esa zona de su cuerpo, es una caricia inocente ausente de un valor agregado que sólo puede dar un hombre que le prometa hacerla sentir bien porque el amor no existe para ella, lo desterró cuando descubrió a su madre encima del cuerpo de su novio. Y el karma que no llega, dijo mientras servía café a su taza, después de quince minutos y siete sorbos a su bebida, terminó de cambiarse en la recamara de Lorena donde ella dormía, barrió su cuerpo con los ojos, le impresionó lo ancho de sus glúteos, sus pantalones se entallan a las nalgas como una segunda piel, es un imán para los varones y envidia para las damiselas, pensó Olvido, —Con mi cerebro y tu cuerpo seríamos la mujer
  • 6. perfecta —soñó despierta la mujer. Todavía no son las siete de la mañana, decidió acostarse junto a su “roomie” mientras emprendía un juego con su entrepierna, aún falta tiempo para irse a trabajar, dijo, quince minutos después su boca sabía a hierro. ◊ La alabanza será a las cuatro de la tarde, comentó la señora Torres a sus amigas en el grupo de Whatsapp, mañana rezaremos una Novena y el Santo Rosario en memoria de nuestra querida Carmelita, envió el mensaje al momento que Doña Olga, la señora del aseo, le avisó que una joven de nombre Olvido llegó para una entrevista de trabajo. En la perspectiva de la señorita, la casa era no más grande que un edificio dúplex de interés social pero su cansancio al caminar reveló que la distancia recorrida entre once habitaciones, dos salas, el patio y hasta llegar a la caballería pues no correspondía con una modesta construcción de dos plantas. Olvido sólo confía en su olfato, nunca le falla, olía a agua sin cambiar en los floreros, que se estanca como en los panteones; a forros de plástico en la sala; el tapiz de las paredes le recordó a las pilas de carpetas cuando trabajó en un despacho contable; todo el recorrido iba a la par de una alfombra que, por ahorrar detergente, la lavaron con suavizante de telas, en sí, la casa era un alud de aromas como si llegara a una dulcería donde también hay una lavandería con tienda naturista anexa repleta de estantes con tés, hierbas para adelgazar, laxar, purgar, limpiar el organismo y sanar las emociones. La Señora Gutiérrez, dueña de la casa, le ordenó a Olvido cambiarse de ropa, aquí no vienes a vender libros como en Sanborns, dijo la mujer de casi 60 años, que vestía un outfit de Leggins color negro, tenis para trotar color rosa y una sudadera marca Nike que no combinó con su físico rollizo, Olvidó se avergonzó de ser tan crítica con las demás personas, salió de la habitación donde se quitó su saco, la falda y la camisa blanca, guardó los tacones en su bolsa. Doña Olga le entregó su uniforme de trabajo, una camisa de mezclilla
  • 7. color negro, guantes de látex, un overol blanco y botas anti derrapante. Olvido jamás pensó que habría una caballería, en una casa, en el centro de la ciudad, ella creía que esos lugares debían estar en el campo, donde los animales galoparían sin límite de espacio ni tiempo. La joven se quedó quita un momento, algo captó su atención, no era el olor del látex, tampoco el aroma de las pilas de pastura y alfalfa, miró la palma de sus manos cubiertas de sudor, no era el plástico contra la piel, sumía su estómago al echar hacia atrás los hombros para entender la reacción en su cuerpo, no es la presión, pensó, fijó su vista en un punto de la caballería para comprobar si era vértigo o mareo, tampoco. Una habitación de cuatro de ancho por doce de fondo servía como bodega de la caballería, en el espacio que ocupó Olvido para vestiré sólo había alimento para caballo, las sillas de montar y los accesorios de limpieza para los animales. La mujer se sentó sobre un bulto de forraje, un momento para respirar, dijo, miró su reloj, apenas pasaron cinco minutos desde que llegó a la casa y ya se sentía enferma. A la derecha se escuchó un golpeteo en el piso, venía de las caballerizas, Olvido se sorprendió porque era tal como lo recordó en su sueño, parecía como el sonido que produce un bailarín de tap con sus zapatos especiales, que en la suela les colocan una placa de metal, ese ruido eran las herraduras de las bestias. La joven salió de la bodega, caminó tras ese sonido hasta llegar a la caballería donde “El Novenario” ejercía su poder de semental sobre “Magdalena”, la yegua favorita de la Señora Gutiérrez. Olvido se paralizó con la escena que tenía frente a ella. —Es la cópula silvestre mija, ya no te tocó ver todo, vamos a dejarlos descansar un ratito para que traigan a la Viridiana y así te explico lo que vas a hacer —comentó la dueña de la casa. Sueño: Corro por un pasillo largo, largo, muy corto sin una salida que pueda llevarme a la entrada de este inmenso cuarto. Se me quitó el dolor de cabeza
  • 8. sin tener que tomarme las pastillas, nomás cierro los ojos para curarme la ansiedad. El malestar desaparece, pero mis oídos tamborilean una canción, otra vez el golpeteo contra el suelo, son zapatos de charol con placas metálicas en la suela, pero no veo a un hombre que baile tap, veo a un caballo que me mira. ◊ De regreso a su departamento, Olvido viajó en camión porque así analizaría con calma lo que fue su primer día de trabajo. Ella era contadora de profesión, estudió en la Universidad Nacional Autónoma de México, antes de graduarse ya tenía trabajo en un despacho contable donde laboró por quince años. Se hizo de una buena cartera de clientes lo que le permitió aventurarse a la independencia, en la casa de sus padres abrió una pequeña oficina junto a su novio donde juntos atendían a casi 60 contribuyentes, ella salía a las vueltas pertinentes de la oficina en las oficinas de gobierno mientras que su pareja se convirtió en el juguete sexual de su madre, Olvido los sorprendió en el baño cuando el aroma de enjuague para el pelo llamó su atención, era la marca que ella usa y le pareció extraño percibir ese olor desde la cochera de su casa, si el baño se ubica en la planta alta, subió las escaleras hasta toparse con la puerta cerrada, no hizo ruido, pegó la oreja en la puerta donde escuchó los jadeos de su madre, dejó el llanto y la impotencia para después, respiró hondo, mordió su cabello, fue a la oficina donde tomó su teléfono celular, regresó al baño, abrió la puerta sin hacer ruido mientras una cortina de vapor huía de la escena, no se dieron cuenta que Olvido entró, activó la cámara de video en el celular y grabó la escena. Tres minutos después salió de ahí. La joven pensó que su suerte no era tan mala, su novio dejó el celular en la oficina, ella mandó por whatsapp el video al número de su pareja, después entró al Facebook de su ahora ex novio y subió el archivo con una dedicatoria “Lord Enjuague Vanart complace a su suegra”. El material fue trending topic, más de dos millones de reproducciones en redes
  • 9. sociales. Olvido abandonó la Ciudad de México, emigró hacia Mazatlán donde compartió departamento con una muchacha que conoció en un bar gay, Lorena era todo lo que la joven citadina quería para su vida, ella le ayudó a conseguir trabajo en una congeladora de camarón, fue auxiliar contable por cinco años, pero el fenómeno Covid 19 provocó despidos, a Olvido le tocó esa mala suerte. Se fue sin finiquito, le prometieron recontratarla, pero ella no acepto por orgullo. Debía pagar sus tarjetas de crédito a tiempo, a fin de evitar los recargos, la sección de clasificados del periódico contenía muchas ofertas de trabajo, pero la mayoría eran empleos como conductores de camión, repartos, descargas de tráileres y cargadores. No había espacio para el perfil de una contadora. De la lapicera de Lorena tomó un plumón rojo, comenzó a tachar con una cruz los lugares donde la rechazaron, fue una tarea que duró la primera semana de la cuarentena. En el cine se conoce el fenómeno de “Loop”, es decir lazo, a la continuidad de un suceso de principio a fin y que retorna al comienzo, así veía Olvido su vida, como una película muda, a blanco y negro, era la mujer que el director victimiza para hacer reír al público. Golpeó el respaldo del asiento con fuerza, iba sola en el camión a causa de la sana distancia, se quejó de su suerte, tenía trabajo, pero a qué precio, jamás imaginó que sería mamporrera. Lorena hacía “Home Office” desde su recamara, vestía el uniforme de su escuela, una camisa blanca con el logo ponchado en el pecho, no quería usar calzón porque así se sentía cómoda, sólo usaba bóxer si tenía su periodo a fin de evitar un accidente. Escuchó el abrir y cerrar de la puerta principal, ahorita salgo, gritó a Olvido, mientras finalizó la sesión en sus clases virtuales. Apagó la computadora, cogió el short de mezclilla que tenía sobre la cama y se lo puso apretando los glúteos, era una manía que tenía, decía que le atraía suerte para tener buen sexo con su pareja. Encontró a su chica en la sala, se tumbó en el sillón principal donde evitó la mirada de Lorena,
  • 10. ella sabía que su mujer pasó un mal momento y no era el momento ideal para hablarlo. Preparó la cena, sacó una pasta de la alacena, puso agua a hervir mientras cortó champiñones y trozos de jamó, que echó todo a la sartén con especias. Ya con el agua caliente, arrojó el espagueti hasta quedar en su punto, lo coló y mezcló con los demás ingredientes. Sacó de la panera dos rebanadas de pan de centeno, las metió en el micro hornito, con quince minutos fue suficiente para que quedaran crujientes. Destapó una botella de vino blanco, sirvió dos copas y puso un plato con uvas, con esos detalles seguramente Olvido hablaría, pensó Lorena, así fue. ◊ No es la distancia ni la cercanía lo que asustó a Olvido, su cuerpo permanecía de pie a cinco metros del caballo que montó a la yegua, la señora Gutiérrez habló por quince minutos sin agarrar aire, la joven veía que la mujer frente a ella abría la boca cada vez más mientras escupía las palabras, registró toda la información, pero no escuchó su voz, leía los labios mientras un fino ruido de timbre cimbró su mente. El espacio visual en la caballeriza sólo tenía conexión entre dos puntos: los ojos de Olvido y “El Novenario”. Era un alazán, de cabeza estilizada, siempre alerta, sin demasiada carne en la mandíbula, los ollares de la nariz eran de gran tamaño, propicios para oxigenar rápido su cuerpo. La espalda de esta raza es larga y muy inclinada. Medía un metro con setenta y dos centímetros, un semental de pelaje canela listo para convertir en yeguas a las potrancas. Olvido tragó saliva, “El Novenario” mordía la espalda de “Magdalena” que quería quitarse de encima al animal, este la sujetó con sus patas delanteras mientras la Señora Gutiérrez agarró el lazo que tenía amarrado al hocico del caballo, lo jaló hacia la yegua pegando más el cuerpo, la mujer tomó la cuerda y la sujetó a una hebilla metálica de su cinturón, con las manos libres, agarró el pene del caballo para que lo metiera en la cavidad de la yegua y asegurar la inseminación. Desamarró la cuerda de la hebilla para jalarla hacia la hembra, con cada
  • 11. embestida de “El Novenario” venía una arremetida de golpes contra el piso, era el estrellar de las herraduras en aquella cópula silvestre como apodo la señora Gutiérrez. Un chorro de espuma emanó del hocico equino, los ojos del caballo pura sangre eran granos de café sobre trozos de carbón gigante, Olvido los comparó con dos infinitos vacíos donde se perdió, caía en el abismo que produjo “El Novenario” sobre ella, aquella era una bala que se disparó a quema ropa contra el horizonte, no podía salir de ese trance donde se cruzó presente, pasado y futuro alrededor de un huracán imaginario entre la bestia y la mujer. Había una tormenta fugaz que desató el miedo de Olvido, una sensación extraña recorrió su cuerpo al paso que los ojos del caballo la veían, sentía un calambre en su entrepierna punzando su sexo cuando saltó de los ojos del caballo hacia su pene saliendo de la yegua, tenía frente a sí un motivo que fascinó su mente al ver cómo aquella carne caía hacia el piso y su peso hacía un balancín mientras el casco del glande pegajoso atrapaba rastros de tierra, pastura y alfalfa. Apenas era abril, las mañanas amanecían frescas, todavía no eran las diez de la mañana y Olvido sudó como si terminara una rutina de ejercicio de alto rendimiento. ¬—¿Entendiste bien lo que vas a hacer? —Preguntó la señora Gutiérrez a Olvido. —Es muy importante asegurarnos que el caballo termine adentro de la yegua, jálale la rienda, enséñale quien manda, si se pone grosero pues dala con la cuarta, estos pura sangre son mansos, no te van a dar una patada en la cabeza, si fueras hombres pues quizá se toque pero ellos saben cuándo están con una mujer. Olvido devoró su plato con pasta, tenía mucho sin ser consentida por su pareja, el encierro las separó, pero el desempleo las unió, no somos islas amor, dijo Lorena, nos necesitamos una a otra. Ella decidió lavar los trastes mientras su pareja fue al baño para meterse a la tina con agua caliente, repasó aquel día en su mente, su cuerpo quedó sumergido en aquella laguna
  • 12. jabonosa, destrabó de la pared la regadera portátil con brazo metálico expansible, abrió el chorro de agua, la hundió en el fondo de la tina y la llevó a su entrepierna. CONVERSACIÓN POR WHATSAPP Lorena: Amá, la olí ya consiguió trabajo 19:34 ✔ ✔ Ñora: Me da gusto hija, le fue bien entonces 19:36 ✔ ✔ Lorena: Pues sí, dice que le va a llevar la contabilidad a una señora que vende forrajes, se estresa mucho la guey, yo pensé que traía una pendejada encima, pero de oquis se pone mal la pendeja 19:45 ✔ ✔ Nora: Tú la escogiste, es tu asunto. ✔ Sueño: Siento un cuerpo muy pesado encima de mi espalda, veo mis manos y son pezuñas. ◊ La señora Gutierrez explicó a Olvido el periodo de celo de las yeguas, su época para cruzarse debe ser en primavera o verano, le llaman temporada de calor. Tiene hasta veintitrés días de celo y catorce de abstinencia u ovulación, Su establo tenía varias potras, pero yeguas solo la “Magdalena” y “El Novenario” era el único semental del rancho, así que debía cuidar su condición física a fin de no tener lesiones en los cuartos traseros a causa de una patada. ¿Quieres saber cuándo está lista la yegua? Preguntó la mujer a Olvido. La hembra se porta atenta, explicó, con las orejas alertas, se queda quita y huele al semental. Otro rasgo para identificarla es que levantan la cola para exponer la vulva, pero ellas no lo hacen si el macho es muy salvaje.
  • 13. Cuando llega “El Novenario”, la yegua se orina, pero no es una pipi normal, dijo la señora Gutiérrez, es más opaca y espesa. Voltean repetidamente los labios de la vulva exponiendo el clítoris, este es uno de los signos más comunes. Se cuadra, o se pone en una posición en donde estira los cuartos posteriores, bajando de esta forma la pelvis. De nuevo ante un semental muy agresivo la yegua no tomará la posición hasta que el caballo la monte. Se queda parada en espera de que el semental se suba en ella. Olvido no perdió detalle en la explicación de su patrona, quería estar segura de hacer su trabajo bien la primera vez, no se dejaría asustar por el caballo otra vez, pero la experiencia anterior la llenó de dudas. —¿Qué tan grande es el pene del caballo señora? —Preguntó Olvido a su jefa. —Nomás son 90 centímetros de placer para la yegua mija, ni el negro del whatsapp la tiene así —respondió con ironía la mujer. Casi un metro, dijo la joven, no podía creer que la hembra aguantara tanto. Todo es a proporción de los cuerpos, señaló su patrona, el orden de la naturaleza es sabio, agregó, nunca lo confrontes. Ser mamporrero es un noble oficio, explicó la señora Gutiérrez, se cuida la salud de los animales porque son salvajes, pueden dañarse uno al otro en ese momento, dijo. La sabiduría de la mujer procede de cinco generaciones que se dedicaron a la crianza de caballos y la reproducción de la especie depende mucho de los cuidados que les brinden. A las tres de la tarde, Olvido se preparó para su encuentro con “El Novenario”. La patrona se ausentó por unas horas mientras que la Señora Olga salió a unos mandados. En los oídos de la mujer sólo se oía el crujir de sus pasos contra la maleza, cada zancada era un disparo contra su consciente. ¿Estás segura de lo que harás? ¿No te vas a arrepentir? ¿Podrás con todo eso? ¿No te van a matar? ¿No te vas a detener? Llegó a la caballeriza. Con la fuerza que le confirió su cuerpo, empujó la gran puerta de madera hasta soltar una fina capa de polvo que cubrió su blanco overol, esa sensación de tierra
  • 14. en el aire la tranquilizó, dejó de ser potra para convertirse en yegua. Olvido tomó las precauciones necesarias para no causar molestias a su patrona, sabía que estaría en casa de una amiga porque durante el Covid 19 ordenaron no salir a lugares recreativos, ella recibiría una alerta a su celular cuando la señora regresara para abrirle la puerta. La joven Potra tomó su lugar en la cadena de la vida, decidió ser la nueva yegua del semental encerrado en la caballería cinco, conservó la llave de los candados para sacar al animal de su encierro, le amarró una cuerda al arnés del hocico para tenerlo controlado, ella llevaría el ritmo. Con su mano derecha, Olvido acarició la frente de su semental, por primera vez reconocieron como uno solo, fue una mirada que conservó el tiempo que duró ese enamoramiento. La sensualidad no era la carta fuerte de la joven, en un lento baile se desprendió de su overol que ocultaba su figura delgada, desabrochó su camisa de mezclilla botón a botón, en ese juego de dedos iba implícito una chispa de lujuria, encanto y excitación, la arrojó a la pila de paja. Antes de desabrochar su sostén, se deshizo de su pantaleta húmeda, su mano izquierda la frotó contra su vulva para que el olor quedara impregnado en la prenda íntima, se quita el sostén desabrochándolo del frente que cae al suelo sin oponer resistencia. Olvido tenía su cuerpo libre de ataduras humanas, llevó el calzón a la fosa nasal del animal para que lo oliera, no hubo cambio en él. La mujer no podía permitirse ese rechazo, era la yegua dominante. Empezó a frotar su entrepierna con fuerza, el calor corporal ascendía en ella, las orejas de “El Novenario” se alertaron, el animal fue receptivo con esa onda de calor, el miembro del animal apareció flácido fuera de su forro, no se veía erecto ni causó asombro a Olvido porque ella lo había visto más grande. La mujer se dio cuenta que cometía un error, ella no podía llevar el ritmo en ese momento, no era una relación de humanos, sino de bestias. Debía comportarse como una yegua, una puerta de la caballeriza fue cerrada por fuera y, al interior, tenía una barda con barandales donde se colocaban las sillas de montar, ahí es mi
  • 15. trono, dijo ella. Se movió en esa dirección hasta subirse a la barda, era una plancha de cemento donde podía sentarse una persona cómodamente a sus anchas, ahí se posó la mujer boca abajo y, como le explicó la señora Gutierrez, levantó sus nalgas abriendo sus piernas para exponer su clítoris. “El Novenario” reaccionó inmediatamente, de reojo Olvido observó cómo el animal venía hacia ella con su pene erecto, la sensación de ese momento no tenía comparación con nada de lo que ella había experimentado antes. A los costados de su cabeza cayeron las patas delanteras del animal, veía las pezuñas negras, potentes con sus herraduras brillosas, todavía no tenía el cuerpo del semental encima de ella, un bulto de pelaje aplastó su espalda, Olvido no se explica cómo soportó el peso del jamelgo, no quería gritar, apretó los labios esperando la conexión entre bestia y humana pero el caballo no atinaba, la mujer hizo hacia atrás su brazo derecho para alcanzar el pene del animal y llevarlo hasta su vulva. La cópula silvestre se corrompió, pensó Olvido, chorros de espuma caían sobre su cabello mientras “El Novenario” embestía a su yegua, era la razón extraña de un sentimiento que se apoderó de ella, la hizo colocarse en la pared a provocar la sed del animal, lo incitó a aprovecharse de ella a favor de su lujuria humana. Más, gritó Olvido, más, era la exclamación de su agonía, el caballo no respondía a sus reclamos, sólo hacía caso a su instinto, no más de quince segundos duró la cópula entre ambos, el miembro perdió su erección, salió de la mujer provocando un sonido de vacío que ella sofocó con un grito, otra vez el pene quedó como un péndulo hasta regresar a su forro. “El Novenario” regresó a su caballería donde tragó pastura, Olvido yacía en la barda, su panza tenía la piel raspada por la fricción del cemento, varias gotas de sangre caían al suelo desde su vientre y su vulva, no podía moverse de ahí, el peso del animal le dislocó la cadera, no se arrepentía de lo que hizo, lo soportó como la yegua que era.
  • 16. TRES MESES DESPUÉS Hospital Psiquiátrico de la Ciudad de México Médico Tratante: Doctora Lorena Trimelque Suárez Paciente: Olvido Pantoja Solares Estudio de caso de un paciente con múltiples parafilias y que además practica la violación, con el objetivo de socializar algunas características psicológicas, sociales y biológicas de éste. Los posibles conflictos inconscientes con la figura materna se podrían explicar así: la madre cariñosa es la que él (pareja de la paciente) deseó o desea tener, con la realidad de una madre promiscua y agresiva, lo cual generó hostilidad —a nuestro juicio, inconsciente—hacia el sexo masculino, evidenciada en el Machover. Con los datos clínicos y psicométricos se le realizó el diagnóstico de trastorno antisocial de la personalidad. La relación entre parafilias y trastornos de la personalidad es tal que la CIE10 11 y el GC-3 12 las incluyen dentro del apartado para trastornos de la personalidad y del comportamiento en adultos. Tiene el diagnóstico de voyeurismo como parafilia especificada y practica la violación. Las otras parafilias en orden de preferencia son: froteurismo (excitación sexual al rozar a otras personas), fetichismo (excitación sexual por la observación de objetos inanimados, generalmente prendas de vestir), escatología telefónica (excitación sexual a través de conversación telefónica) y narratofilia (excitación sexual por medio de la narración de temas eróticos). Este paciente es un ejemplo de cómo en el desarrollo de las parafilias se imbrican factores biológicos (historia familiar de trastornos psiquiátricos y electroencefalograma patológico), psicológicos (conjunto de hostilidades inconscientes hacia los hombres) y sociales (la familia que ha modelado las
  • 17. características de su personalidad antisocial) y cómo un factor macrosocial (la fortaleza de nuestro sistema de salud) actúa como facilitador del pedido voluntario de ayuda profesional, sin embargo, dada mi naturaleza con la paciente, que nos vimos involucradas sentimentalmente, recomiendo que sea tratada por otro psiquiatra. “Un caso concreto esclarece más una cuestión que complicados razonamientos”, JOSÉ MARTÍ
  • 18. ¿QUÉ ES EL REALISMO SUCIO? Por Andreina Fernandes El realismo sucio fue un estilo literario que surgió en Estados Unidos durante los primeros años del siglo XX, aunque su auge se vivió en la década de los 70 y 80. Este movimiento artístico tuvo como objetivo disminuir la cantidad de elementos que se usaban en las narraciones. Es un estilo que se desprende del minimalismo y muchas veces se confunden ambos movimientos por eso. Una de las características propias del realismo sucio es que es un estilo que apuesta a la sencillez, como por ejemplo en la moderación en la cantidad de palabras que se deben usar, en especial a la hora de describir situaciones. Como recursos literarios se pueden usar los adverbios y los adjetivos, pero suelen aparecer lo menos posible. Es un género también determinado por sus personajes, ya que los protagonistas de las historias se muestran como individuos normales, sin características extraordinarias. William Sydney Porter, mejor conocido simplemente como O. Henry, es uno de los máximos exponentes de este estilo, aunque también habría que destacar otros autores como Jerome David Salinger o algunos más actuales como Charles Michael Palahniuk. Origen Las primeras obras del realismo sucio datan de 1930, con los trabajos de John Fante o Henry Miller como Pregúntale al polvo (1939), Espera a la primavera Bandini (1938) o Trópico de Capricornio (1938). Pero su verdadera consolidación como movimiento literario ocurrió en los años 70 y 80.
  • 19. Hoy en día es un estilo que sigue siendo utilizado por algunos escritores, aunque en menor medida. La mayoría de los autores más importantes del realismo sucio son de Estados Unidos, ya que fue un movimiento que apenas tuvo mayor impacto en el continente europeo. Solo hubo casos puntuales como Michel Houellebecq o de Frédéric Beigbeder. El crítico literario Bill Buford es considerado como uno de los culpables de que al movimiento se le conociera como realismo sucio. Le dio esta definición al estilo en un artículo que escribió para la revista Granta. Características El realismo sucio es un movimiento que se basa en la sencillez. Usar adjetivos para complementar a los sustantivos no es algo habitual. Las situaciones que se presentan en estos relatos, como su nombre bien lo indica, son reales. El enfoque es más hacia lo cotidiano. El lenguaje que se utiliza para narrar los acontecimientos es directo y natural. La idea es que sea un relato que resulte familiar para el lector. Los personajes, sobre todo los protagonistas de las historias, se alejan de la figura heroica de muchas narraciones. Se muestran como figuras que son imperfectas, con defectos como las personas comunes y con algunos comportamientos que más bien se consideran antiéticos. Para el realismo sucio los personajes están más inclinados a representar situaciones de fracaso. Se muestran muchas veces perdidos o frustrados con el estilo de vida y con el entorno que los rodea. El ambiente en donde se desarrolla la historia es modesto, pero no porque tenga un objetivo moral. Se le da mucha importancia al contexto en la historia. A su vez, las tramas no resuelven mayores conflictos cuando llega
  • 20. a su final. Es un recurso que se utiliza para demostrar que el desarrollo de la vida continúa de forma normal. Los seguidores del realismo sucio consideran que el papel del lector es de gran importancia en este movimiento literario. Se cree que el lector es el encargado de descubrir las motivaciones, los problemas y las molestias que van a continuar teniendo los personajes al finalizar el relato. Los temas que se tratan en el realismo sucio son totalmente diversos, mientras se alejen de situaciones ficticias. Se pueden tratar historias sobre drogas, sexo, violencia o de maltrato. Representantes Los estudiosos de la literatura consideran que el realismo sucio se vivió a diferentes niveles. Aunque todos siguieron líneas parecidas y cumplieron las características básicas del realismo sucio, cada autor contó una historia más o menos intensa. Los autores más importantes son, sin duda, los nacidos en Estados Unidos. Sin embargo, también hubo representantes – en menor medida – del realismo sucio por Europa y Latinoamérica. En Estados Unidos destacaron John Fante, Charles Bukowski, Palahniuk, Tobias Wolff, Raymond Carver y Richard Ford, entre otros. Los autores de habla hispana más conocidos fueron los cubanos Pedro Gutiérrez, Fernando Velázquez y Zoé Valdés; el boliviano Víctor Vizcarro, comparado incluso con Charles Bukowski; el venezolano Argenis Rodríguez; el mexicano Adolfo Vergara; y el chileno Marcelo Lillo. En España el movimiento se dividió en dos. Estuvieron los autores del realismo sucio cuyas obras fueron escritas en español, pero también el euskera fue un idioma muy usado por este movimiento.
  • 21. En español fueron relevantes Karmelo Iribarren o Juan Velázquez. Mientras que en euskera los máximos exponentes del movimiento literario fueron Mar Escribano e Iban Zaldua. Obras El club de la lucha Una de las obras más conocidas del realismo sucio es El club de la lucha de Chuck Palahniuk. El libro se publicó en 1996, pero la historia de Palahniuk se hizo famosa a nivel mundial gracias a la película protagonizada por Brad Pitt tres años más tarde. El escritor completó la obra en solo tres meses. Cuenta con dos personajes importantes: un narrador y Tyler Durden, que tienen en común su odio hacia todo lo que les rodea. ¡Violación, violación! Charles Bukowski fue el autor de este cuento, que formó parte de su libro Cuentos de una locura ordinaria que se publicó en 1983. Es una historia donde se narra cómo una mujer es perseguida por una calle hasta la entrada de su vivienda y luego es violada. Vecinos Raymond Carver escribió este cuento corto en 1971, pero primero fue publicado en una revista y luego formó parte de otras obras del autor. Carver, considerado uno de los primeros exponentes del realismo sucio, evidenció un lenguaje bastante impertinente. En Vecinos se contó la historia de una pareja conformada por Bill y Arlene, quienes quedaron a cargo de la casa de unos vecinos por los que sentían profunda envidia. El cuento toca temas como el voyeurismo, el materialismo, la envidia y cómo este sentimiento puede volver miserables a las personas.
  • 22. Bala en el cerebro Este cuento se publicó por primera vez en 1995 en la revista The New Yorker. Fue uno de los trabajos más importantes y reconocidos del autor. En el relato se cuenta un robo en el que una de las víctimas se burla de sus ladrones y por ello recibe un disparo. Rock Spring Este es un libro de Richard Ford que contó con 10 historias diferentes. Se publicó en 1987 y toca varios temas como la mala suerte, la desesperanza y el sentimiento de fracaso. Espera la primavera, Bandini Esta historia fue escrita por John Fante y publicada en 1938. El personaje principal es un adolescente cuya vida transcurre durante la época de la Gran Depresión (crisis económica en Estados Unidos entre 1929 y 1939). Fante trató el machismo, la pobreza e incluso llegó a adentrarse en asuntos religiosos. Referencias 1. Dobozy, T. (2001). Towards a definition of dirty realism. Ottawa: National Library of Canada = Bibliothèque nationale du Canada. 2. Gutiérrez Carbajo, F. (2005). Movimientos y épocas literarias. Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia. 3. Rebein, R. (2015). Hicks, Tribes, and Dirty Realists. Lexington: The University Press of Kentucky. 4. Santana, C. (2015). Forth and back: Translation, Dirty Realism, and the Spanish Novel. Maryland: Bucknell Univ Press. 5. Tadrissi, P. (2006). «Realismo sucio», women and youth culture in contemporary Spain. [Santa Barbara, Calif.]: University of California, Santa Barbara.
  • 23. Andreina Fernandes Licenciada en Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela y Máster en Comunicación y Periodismo Deportivo en la Universidad Europea de Madrid. Con estudios de Graphic Web Design realizados en Miami Dade College.