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LA SINGULARIDAD EL ESPÍRITU
La tensión entre el Ser y el Ente
(Alejandro Rubio Pellón)
PRÓLOGO
Hace unos 23 años sufrí un accidente mental que cambiaría una
parte de mi vida radicalmente. Aproximadamente por el año 1997
asistí a un recital en el estadio municipal de Conchalí. Luego que
el espectáculo terminara y antes de salir del recinto cerrado se
produjo un acoplamiento de los parlantes, generándose un chirrido
inmensamente fuerte, que nos dejó a todos impávidos. Creo que no
hubo nadie que instintivamente no se tapara sus oídos.
Luego de regresar a casa (junto a mi esposa y nuestro hijo
Simón) me di cuenta que el chirrido continuaba en mis oídos con
bastante intensidad, a pesar de haber pasado una media hora
desde que lo oí. Transcurría el tiempo y el chirrido no desaparecía.
Era tan intenso y tanta mi preocupación que esa noche no logré
dormir. Tampoco desapareció al día siguiente, domingo.
Tampoco desapareció el lunes, ni el martes, ni nunca. Ahora
mismo está conmigo mientras estoy escribiendo este prólogo. Era
tan intenso y tan insoportable que llegué a pensar en el suicidio,
aunque nunca lo intenté. No me podía imaginar vivir así el resto de
mi vida. Me resultaba tan desesperante que no lograba
concentrarme absolutamente en nada. Me resultaba tan demencial
como que otra voz hablara dentro de mí sin que fuera yo mismo
que la emitiera.
Luego de tomar todos los analgésicos y ansiolíticos que es
posible imaginar opté por ir al otorrino, quien luego de encerrarme
en una cámara de silencio y poner a prueba mi audición no
encontró absolutamente nada anormal. Me dijo, eso sí, que sufría
de tinnitus, una afección (por no decir enfermedad) que sufren
muchas personas en todo el mundo. Si bien no parece conocerse
sus causas, se asocia a la pérdida de audición. El accidente a mí
me sucedió más o menos a la edad en que comienza a haber una
baja natural de la audición. Lo curioso fue que antes de salir de la
consulta médica se me acercó la asistente del doctor (ambos de
edad avanzada) y me dijo lo siguiente: “Yo creo que así como
emite un sonido el corazón también emite un sonido el cerebro,
pero no todos logran oírlo”. Fue solo su opinión, claro.
Pasaba el tiempo y el zumbido no desaparecía ni bajaba de
intensidad. Por ese tiempo había hablado con un amigo que en la
municipalidad de Recoleta era el Encargado del departamento de
discapacitados (así se llamaba entonces), quien me dijo que debía
intentar sacar mi atención del zumbido. Recuerdo que me dijo:
“Date cuenta de que a veces la radio está con todo el volumen y tú
no la escuchas, porque la escuchas solo si le pones atención”.
Curiosamente yo ya desde antes había reparado en el tema
de la “atención”, que se había vuelto el centro de mi reflexión
personal. El asunto es que desde entonces me esforcé en poner mi
atención en otra cosa y sacarla del zumbido. No fue fácil pues es
difícil poner la atención en otra cosa en forma permanente, pues
esa ‘otra cosa’ pasa y deja ser motivo de atención. Cuento corto,
comencé a contar. Contar me obligaba a poner mi atención en el
conteo, pues de lo contrario perdía la cuenta. Me especialicé tanto
en contar que luego comencé a leer libros simples sin dejar de
contar. Y poco a poco comencé a darme cuenta de algo de lo que
al parecer nadie ha escrito. Por decirlo metafóricamente: “me di
cuenta que detrás de la cascada del pensamiento hay un sendero”.
Este libro trata de ese sendero, y del como habiéndolo
recorrido contando fue como dejar migajas de pan que me
permitieron volver, una y otra vez, semejante a como Platón logró
volver a la caverna para decirnos que más allá del mundo aparente
hay un mundo real.
El sendero y el que lo recorre no son el mismo, tal como no
son el mismo el observado y el observador. El sendero conduce a
la fuente, donde nace el pensamiento, donde el tiempo no
transcurre y el espacio no es. El Samadhi no es un invento de las
tradiciones religiosos y místicas de Oriente, sino más bien un
estado natural interior existente en todos los animales, con el cual
los humanos perdimos contacto producto de nuestra evolución,
pues fue el precio que debimos pagar por ella.
En todos nosotros habitan dos ‘sustancias’, una natural (el
Ser) y una cultural (el Ente) en permanente tensión, la primera
orientada siempre al presente y la segunda siempre orientada al
futuro ¿Y si nada es como hemos creído? ¿Y si en nuestro origen
hay causas y elementos en los que nunca hemos pensado?
Este no es un libro de metafísica (y lo volveré a repetir)
sino un libro de ciencia muy particular, con la rigurosidad de la
ciencia y con el razonamiento lógico de la filosofía, con el cual
pretendo dar inicio a una nueva disciplina mental a la que he
bautizado como “AUTOCIENCIA”, método en base a instrumentos
(máquinas) mentales que he llamado mantras, que permiten a una
persona con fuerza de voluntad modelar su vida y existencia a su
total y complejo antojo. No olvidemos que la ciencia permite
conocer, y por medio de la tecnología transformar.
Te invito a hacer autociencia.
INTRODUCCIÓN
Supongamos que hay personas que conocen todas las palabras;
personas que conocen casi todas las palabras; personas que
conocen la mitad de las palabras; personas que conocen un cuarto
de las palabras; y personas que conocen muy pocas palabras; es
decir cinco grupos distintos de personas ¿En cuál grupo te
encuentras tú? ¿En el 1°, 2°, 3°, 4° o 5°? ¿Cuántas palabras
conoces?
¿Cuántas palabras debo utilizar si quiero ser comprendido por la
mayor cantidad posible de personas?
El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE)
en su 23° edición posee 93.111 palabras (sin contar los
americanismos ni tecnicismos específicos, entre otros). Cervantes
ocupó más de 8.000 palabras al escribir el Quijote de la Mancha.
Un escritor o periodista puede llegar a conocer unas 3.000
palabras. Una persona medianamente culta utiliza unas 1.000
palabras. Una persona poco culta solo utiliza unas 450 palabras.
Estudios han señalado que muchos jóvenes no utilizan más de 240
palabras.-
¿Una persona adulta que conoce 5.000 palabras es más inteligente
que otra persona adulta que solo conoce 500 palabras? ¿Qué es la
inteligencia?
Como sea, aquí hago un esfuerzo por ocupar la menor cantidad de
palabras, para que este texto sea comprensible para la mayor
cantidad de personas. Al mismo tiempo me esfuerzo en ocupar las
palabras más simples, las más conocidas, tratando de evitar los
tecnicismos, y cuando lo hago intento definirlas.
***
Por favor, has el intento de leer este libro hasta el final. Escribo
sobre algo extremadamente complejo y profundo, que trata de lo
más íntimo de ti. Este libro podría marcar un antes y un después
en tu forma de percibir la naturaleza (cultura) humana, pues
expongo un punto de vista nunca expuesto hasta ahora.
Hice un hallazgo (descubrimiento) inédito en mí, que no es posible
de describir en pocas palabras. Descubrí algo inmensamente
obvio, de lo que casi nadie se ha dado cuenta hasta hoy. Si bien
esto que descubrí ya lo han expuesto los más antiguos sabios de
oriente, no han acertado en su explicación. Hay algo oculto a la
“vista” de todos. Lo descubrí, en parte, por casualidad.
Este planteamiento está en perfecta armonía con los grandes
descubrimientos científicos y hallazgos filosóficos que se han
venido realizando en el tiempo, de modo que encaja en gran
medida con ellos. Aunque planteo un nuevo punto de vista
respecto de algunas cuestiones, no lo hago fuera de la lógica con
que trabajan las ciencias exactas y las ciencias sociales.
Digo haberme dado cuenta de lo siguiente, por insólito que
parezca: “Yo mismo” y “Mi mismo” no soy (no somos)
exactamente el (lo) mismo. Sostengo que la consciencia de yo
mismo es diferente de la consciencia de mí mismo. Les
diferencia una sutileza inimaginable, que tan solo una mente tan
sutil como la mía logró percibir. Sé que “sueno” muy presuntuoso,
pero ya verás.
Carl Gustav Jung (1875-1691), psicólogo, médico psiquiatra y
ensayista suizo, figura clave del psicoanálisis y fundador de la
escuela de la psicología de los complejos y psicología profunda
(también llamada psicología analítica), señaló “Quien mira hacia
afuera duerme, quien mira hacia adentro despierta”.
“Adentro” hay algo, que en términos muy simples por ahora voy a
llamar separación. Hay una separación entre yo mismo y mi
mismo.
Cuando los místicos orientales sostienen que por la práctica de la
meditación se separan el observador y el observado, sostengo que
no es así. Lo que en realidad sucede es que la práctica de la
meditación permite ver la separación, pero no producirla. La
separación es parte de nuestra naturaleza, o mejor dicho parte de
nuestra primera e intrínseca cultura.
La separación existe porque somos ‘dos’. Cada uno de nosotros
somos ‘dos’. Digamos, por ahora, que uno de ellos es “visible” y el
otro es “audible”; que uno de ellos es material y el otro es
mental. Que uno es una sustancia y que el otro es una esencia;
que uno es un fondo y el otro una forma.
La experiencia de la meditación (aunque Osho dice que no es una
experiencia) es posible justamente porque somos duales. En cada
uno de nosotros (en el 99,%) hay una alteridad interior (que
parecen no tener los bebés, ni quien sufren Alzheimer grave ni los
enajenados mentales).
Estoy yo y el “otro” que no-soy-yo. Cuando digo “dos” no hay que
tomarlo en forma tan literal, pues se trata de “dos” con zonas
comunes. Quiero decir, esencialmente, que hay en nosotros dos
intereses que se contraponen; una doble intencionalidad; dos
propósitos opuestos. No es casualidad que nuestro lenguaje
funcione por medio de oposiciones (verdadero-falso, bello-feo,
arriba-abajo, etc.) como si estuviera basado en un sistema binario
(1-0); o digital, como le expongo en otro libro). La dualidad a la
que me refiero no implica negar la pluralidad que hay en todos
nosotros.
El lenguaje con el que nos comunicamos tiene por sobre todo un
uso práctico, un uso para referirnos al mundo exterior, para el
mundo del hacer, especialmente en Occidente (países no
orientales ni árabes).
Este descubrimiento me ha sido posible por cuatro circunstancias.
Primero, debido a mí habitual consumo de marihuana; segundo,
debido a mis extraordinarios ejercicios mentales; tercero, debido a
mi fenomenal capacidad de leer; y cuarto, a una contraintuición
que siempre me acompañó.
Ken Wilber (1949-vivo), escritor estadounidense, filósofo,
psicólogo, estudioso de las religiones, practicante de diversas
técnicas de meditación budista, que es uno de los pensadores más
influyentes de Estados Unidos en cuanto al ámbito de la
consciencia, sostiene lo siguiente: “Es posible alcanzar un estado
de contemplación por medio de las drogas, pero es imposible
rememorarlo luego de salir de ellas”. Algo así como no tener la
capacidad de recordar un profundo sueño.
Pues bien, suelo tener dicha experiencia contemplativa por el solo
hecho de consumir marihuana, y es tan así que decidí sistematizar
el procedimiento y darle la forma de una ciencia, a la que he
llamado AUTOCIENCIA, la cual bajo ningún punto de vista entra en
el ámbito de la METAFÍSICA. Este NO ES un libro de metafísica.
De acuerdo con Wikipedia “La contemplación es el estado
espiritual que aparece en el ser humano cuando practica el
silencio mental”.
Y luego dice que “El silencio mental se consigue con el
desapego de pensamientos y sensaciones. Se puede trabajar
para que aparezca mediante la meditación o la oración en silencio.
El desapego por lo material surgirá como resultado de la práctica y
esfuerzo total”.
En términos muy simples describo dicha experiencia, desde lo
personal, como la capacidad de alcanzar un estado de quietud
mental en que desaparece la sensación de que el tiempo esté
transcurriendo, y en que aparece una sensación de vacío
absoluto. A veces es un estado de lucidez tan intenso que da la
sensación de que se va a despertar del estar despierto, como si
todo no fuera más que una pompa de jabón. Superado el miedo de
“despertar” se llega a un estado de paz y quietud indescriptibles,
sabiendo que se está “ahí”.
La autociencia lleva a dicho estado de relajación profundo por
medio de MANTRAS, pero practicados de un modo muy distinto a
como se hace en Oriente. Pude llamarles de otro modo, pero no es
mi intención alejarme de la sabiduría oriental. Más quisiera hacer
una fusión entre Oriente y Occidente.
La autociencia tiene diferencias con la autognosis (técnicas de
meditación que permiten conocerse a sí mismo), pero también
semejanzas, y la principal semejanza es que ambas son un
instrumento para acceder a las zonas profundas de la
consciencia. Gnosis viene del griego y significa conocimiento.
Tenemos dos tipos de conocimiento. Por una parte el
conocimiento racional, que proviene del intelecto, que se enfoca
en el conocimiento de las cosas, de la historia; en definitiva un
conocimiento sobre el mundo exterior. Y por otro lado un
conocimiento del mundo interior, el que solo puede ser asimilado
de forma intuitiva. Este último es el conocimiento gnóstico.
La autociencia es un procedimiento que permite obtener un
conocimiento interior en base a una técnica fundamentada en la
repetición. Podría resultar chocante la palabra técnica, pero hago
presente que la meditación también es una técnica, que viene a
ser una práctica determinada para obtener un resultado esperado.
Osho (1931-1990), filósofo, místico y líder de un movimiento
espiritual de origen indio, señaló “La meditación es nada más que
un ARTIFICIO para que tomes conciencia de tu verdadero Ser,
que no creaste ni necesitas que lo crees… Naciste con él, solo
te falta descubrirlo”.
Los mantras son, por definición, INSTRUMENTOS MENTALES, y
en la forma en que yo los aplico son auténticos instrumentos
mentales, o mejor dicho, MAQUINAS MENTALES.
Son máquinas hechas de palabras (y otras sin palabras) que en
su forma de aplicarlos se asemejan a los motores. Son, en parte,
una fusión entre las técnicas de meditación y la
neurolingüística, pero aplicado de una forma completamente
diferente, radicalmente opuesta.
Si Sócrates dijo (o el Oráculo) “Conócete a Ti mismo”, yo
(humildemente) digo “Conócete a Tu mismo”. No eres uno; no
somos individualidades; no somos unicidades; somos unidades.
No me refiero a que seamos unidades de carbono, sino que
sostengo que en nosotros cohabitan el animal que somos y algo
más. Nosotros, casi la totalidad de los seres humanos (excepto los
bebés y los locos), somos la unidad de un SER y de un ENTE.
Esto que sostengo ya lo intuyeron en Occidente, de algún modo,
grandes filósofos y pensadores, como Heidegger, Levinas y
Derrida, Huxley, entre otros. El noúmeno del que Kant habló
también habita en nosotros. El noúmeno (lo que no vemos) es el
“Ente” que se ‘adueñó’ del “Ser”, sin que el “Ser” se diera
cuenta de ello, hasta hoy.
El “Ente” tiene su propio propósito, y el “Ser” no es más que
su instrumento, no muy diferente del que tiene el jinete respecto
de su caballo. Mientras que el ente vive vuelto más hacia el futuro,
el ser vive más en el presente. De hecho el futuro es un invento
del ente.
Las causas profundas del gran malestar social a lo largo y
ancho del planeta radican justamente en que el caballo ya no
soporta la carga que el Ente (el jinete) le impone. Cuando digo el
caballo y el jinete lo digo a modo de metáfora.
La Autociencia, en consecuencia, es un procedimiento (proceso)
para lograr acceder a la mente profunda por medio de una
técnica en base a mantras y al consumo de marihuana. Es una
ciencia personal que permite poder apreciar en sí mismo la
dimensión “ser” y la dimensión “ente”, que somos a la vez.
Soy partidario de la legalización de la marihuana para uso
recreativo a partir de los 21 años de edad, por cuanto parece
haber estudios que indican que antes de dicha edad podría afectar
negativamente el desarrollo del cerebro. Yo comencé a consumirla
a los 30 años. Creo que hoy, en Occidente, con los altos niveles de
estrés y de “cosismo” con que vivimos es prácticamente
imposible salir de la superficialidad de la conciencia sin
alguna sustancia química que lo permita. Salir de los estados
emocionales negativos generados por la preocupación y la
angustia con que se vive hoy es muy difícil. Hay varias técnicas
(como el yoga, por ejemplo) que ayudan a relajar la mente (y el
organismo en general), pero que no logran introducir estados
alterados de conciencia que permitan una comprensión diferente
del fenómeno de la existencia; o en otras palabras, salir de la
realidad para percibir lo real.
Lo que entendemos por REALIDAD es diferente de lo REAL, y así
lo pusieron (lo expusieron a su modo) de manifiesto, entre otros
Kant y Lacan, a quienes me referiré con más detalle más adelante.
Lo Real es lo que ES y que no puede ser de otro modo, en
cambio la Realidad es lo que nosotros CREEMOS que es lo real.
Es decir que mientras que LO REAL ES LO QUE ES, LA REALIDAD
ES LO QUE CREEMOS QUE ES.
La realidad en la que vivimos social y mentalmente no es lo real,
pues está sujeta a la subjetividad de cada uno, en donde cada cual
tiene su explicación sobre los procesos personales y sociales que
se experimentan. Cada cual percibe una realidad personal. No
viven en la misma realidad quien tiene un buen trabajo y quien
hace tiempo está sin trabajo. Lo real está antes de dichas
circunstancias.
Hasta antes de la investigación científica teníamos muy diversas
ideas (CREENCIAS) sobre la naturaleza. Recordemos que Zeus
era quien producía la luz del rayo y que Thor producía su sonido.
El Sol fue Dios en casi todos los pueblos antiguos, etc. Digamos
que las ideas (creencias) que teníamos de la naturaleza
constituían la REALIDAD, que determinaban en gran medida
nuestras formas de actuar. Luego de la investigación científica
comenzamos a darnos cuenta de lo REAL, de modo que mientras
lo real se fue agrandando la realidad se fue achicando (para la
comunidad científica).
Digamos que las preocupaciones, las expectativas, las
frustraciones, las condiciones personales, familiares y sociales,
entre otras muchas, constituyen nuestra REALIDAD, diferente para
cada uno. La realidad se constituye a partir del núcleo de lo real,
que se va cubriendo por un conjunto de capas (semejante a las
capas de una cebolla) que se superponen unas sobre otras, la
última de las cuales (la superior) viene a ser la que denominamos
conciencia. Vivimos como seres conscientes en la última capa
(neo-cortex), como peces que vivieran siempre solo en la
superficie del mar, perdiendo el contacto con la profundo. Al igual
que el mar, la mente también tiene profundidad.
Cada día vivimos más por encima. Cada día vivimos más en el
NEOCORTEX, perdiendo contacto con el ser LIMBICO que también
somos. Estamos cada día más DESGARRADOS de nosotros
mismos. El ENCUENTRO con uno mismo cada vez se da menos. La
autociencia viene a ser una nueva disciplina para salir un rato del
neo-córtex (consciencia) y volver al sistema límbico. La meditación
es eso en parte, volver a percibir como perciben los animales (el
animal que también somos). Es volver al origen, a la anterioridad
del ente. Es (por decirlo de algún modo) como entrar en un
espacio ingrávido.
Sin embargo, en la mente profunda se da LO REAL, que no está
sujeto a subjetividad alguna, como lo han atestiguando durante
siglos los grandes místicos, especialmente los de Oriente, como
ya dije. Es bueno y necesario no perder contacto con el núcleo
que hay en nosotros, porque nuestra profunda y verdadera
naturaleza es que somos UN SISTEMA, no una UNICIDAD ni una
INDIVIDUALIDAD. El modelo de sociedad que hemos construido
nos lleva siempre al individualismo, que nos está destruyendo.
Cada día vivimos menos en comunidad. El ente nos está llevando
por “su” camino, que no es el camino del ser.
No es casualidad que el consumo de drogas de todo tipo se
masifique cada día más, pues se ha ido convirtiendo en unas de
las alternativas que permiten escapar, más no sea por un rato, de
la falta de sentido de la existencia; de la falta de amor; de amistad
verdadera; de comprensión, de entendimiento; y hasta sirve para
escapar de la falta de dinero que permite llevar una vida digna.
Todo parece indicar que el consumo de drogas continuará
aumentando, especialmente aquellas que producen una alta
dependencia física, entre las cuales no se encuentra la
marihuana.
Quien desee ingresar en esta nueva ciencia sin consumir
marihuana, de todos modos recibirá grandes beneficios, logrando
alcanzar un muy buen estado de equilibrio mental y emocional. Sin
embargo, sin marihuana, la mayoría no logrará verse del otro modo
que también somos. Digo “mayoría” por cuanto me consta que hay
personas que logran entrar en “transe” sin drogas, pero son las
menos.
La autociencia pone de manifiesto al “YO”, a diferencia de
la meditación (y de las religiones en general) que más bien busca
negarlo o replegarlo. Lo cierto es que nada es más real que el
“yo”. La civilización es una creación del “yo”, y solo si nos
atrevemos a “mirarle a los ojos” veremos lo que verdaderamente
somos. El “no-yo” es el SER, mientras que el “yo” es el ENTE.
Somos el único animal entelizado. Recordemos que no se nace con
el “yo”, sino que nos lo ponemos luego de nacidos. Hay evidencia
que muestra que el “yo” no se “despierta” si no es estimulado; así
lo han dejado de manifiesto ciertos descubrimientos, como es el
caso de las niñas-lobos que fueron criadas por lobos en la India el
siglo XIX, y luego ‘estudiadas’ por científicos. Venimos con la
aptitud para el “yo”, pero debe ser desarrollado, “despertado”.
La autociencia tiene un método muy particular, REPETIR, que
permite salir del lenguaje hablado (el del “yo”) y entrar en el
lenguaje no-hablado (el del “no-yo”). . Este repetir, repetir y repetir
toma la forma de MANTRAS. La base de esta nueva ciencia son
los mantras.
Cuando la mente consciente repite, repite y repite se aturde, se
bloquea, pasando a un estado alterado de consciencia, el que se
magnifica bajo el efecto de la marihuana. En ese estado alterado
de la consciencia puede percibirse nuestro profundo y verdadero
“Ser”, muy separado del “Ente”. La separación se hace tan
evidente que al principio puede dar miedo, pero no hay nada que
temer.
La autociencia, al igual que la ciencia, posee dos dimensiones, la
teórica (del estudio) y la empírica (de la práctica). En este libro
expongo la dimensión teórica, que precisa más del Ente que del
Ser. Los occidentales siempre nos preguntamos del porqué de las
cosas y del para qué de las cosas, de modo que no nos gusta
aventurarnos en algo si previamente no tenemos una idea de lo
que se trata y de si sirve para algo. No nos interesa lo que no
sirve para nada. Vivimos para el fin, para la meta, no para el
proceso.
Me pareció, por lo mismo, más adecuado comenzar por lo teórico,
por el Ente. Entiendo por ente esa dimensión de nosotros que
razona meticulosamente, muy diferente del “ser”, que es esa
dimensión de nosotros que siente y se emociona. Los perros y
gatos, por ejemplo, solo son “seres”, que no poseen esa
dimensión que razona meticulosamente. Quien ahora me está
leyendo es tu dimensión “ente”, porque el “ser” no sabe leer.
***
Luego de haber tenido la práctica de hacer meditación, intuí (o
más bien contraintuí) que Buda solo se dio cuenta de una de las
zonas de la mente (del pensamiento en realidad) cuando
aprendió a ponerla en reposo (silencio). Yo, por el contrario, la
llevé a su extremo opuesto, acelerando cada vez más el
pensamiento. Puede silenciarse el pensamiento y las ideas (que
no son lo mismo), no la mente.
Como dije, hago una defensa y una reivindicación del “yo”, pues
considero que su negación ha sido justamente la causa principal
de tanto desentendimiento. Pero no me refiero al “yo” que tiene su
sustento solo en el ego y en la vanidad, sino a aquel que es
autorreferente, en el cual habita la consciencia de sí mismo.
Parto, por lo demás, de la constatación personal de que el ego y la
vanidad no son malos en sí mismos, como han querido hacernos
creer las religiones y el budismo, con el objeto de aplacar nuestros
ímpetus y deseos de experimentarnos en nuestra totalidad. No
parece sensato creer que la naturaleza nos dotara de sentimientos
solo para perjudicarnos. Sin dichos sentimientos nunca habríamos
tenido un Miguel Ángel (famoso pintor y escultor italiano del
Renacimiento), por ejemplo. El ego y la vanidad son positivos
cuando se experimentan para uno mismo, muy diferente de cuando
se experimentan con el fin de sentirse por encima de los demás.
Es algo semejante al orgullo, el cual es necesario y bueno, pero
que se torna malo cuando se subestima (no tiene orgullo) o
sobrestima (tiene demasiado orgullo).
La práctica de la autociencia ayuda a desprendernos de los
prejuicios por cuanto permite hacernos más conscientes de ellos,
muchos de los cuales están asentados en lo más profundo de
nosotros, sin que nos demos cuenta.
Tenemos una idea bastante pobre de la mente; o mejor dicho un
desconocimiento bastante grande de ella. En la escuela nunca
nos enseñaron de la mente, a diferencia de otras culturas, en que
se enseña a tener control sobre ella.
La mente tiene una superestructura y muchas subestructuras de
las cuales no nos estamos dando cuenta en nosotros mismos. En
cierto sentido nos asemejamos al pez que no es consciente del
agua, por más que su entorno es el agua”. El “yo” es una entidad
puramente mental, que los animales no logran ver en nosotros. El
“yo” solo existe para los humanos. Si bien podríamos decir que
el “yo” es un ente ficticio, ello no significa que sea irreal, pues el
Banco Mundial y la ONU, entre otros, son entes ficticios. El Banco
Mundial y la ONU son una creación del “yo”.
Para poder exponer con claridad en que consiste mi
descubrimiento (mi hallazgo) me veo en la necesidad de recurrir a
la filosofía, a la psicología, a la ciencia, a la historia, a la política y
la teología, e incluso a la paleontología, pues necesito contrastar
este nuevo conocimiento (del que presumo) con los conocimientos
que nos han entregado estas ciencias, que de algún modo todos
conocemos en alguna medida.
EXPONGO ALGO TOTAL Y COMPLETAMENTE NUEVO, de lo que
nunca jamás alguien escribió de este modo (que yo sepa). Me di
cuenta de algo sublime; algo así como haberme dado cuenta de
mis ojos, pero de mis ojos mentales. Algo así como (en metáfora)
haberme dado cuenta que la parte posterior del ojo también tiene
párpados, que, una vez abiertos, se mira para “adentro”, para
“atrás” ¿Por qué la mente no podría tener un atrás o un interior?
¿Acaso no lo tiene el mundo?
Descubrí una forma de mirar lo mismo y percibir diferente. Es que
la complejidad y el misterio de la vida y de la existencia son menos
comprensibles si no lo son bajo una nueva mirada, integradora,
que no se centre solo en lo particular. Es cierto el refrán que dice
“los árboles no dejan ver el bosque”.
Hemos des-integrado el conocimiento al dividirlo en ciencias
específicas. La filosofía, la psicología y la ciencia por separados
no le están dando a la humanidad una comprensión adecuada
sobre el fenómeno de la mente. La mente, de la que todos
participamos, ha pasado a ser un asunto solo de especialistas. La
incomprensión global en la que estamos sumidos es la mejor
prueba de ello.
Puedo “sonar” raro, porque lo que planteo es muy raro, al punto
que pensé en titular este texto como “LIBRO RARO”; pero por raro
y loco que te parezca, te animo a seguir adelante, que ya verás
cómo todo va tomando sentido. No es la primera vez que alguien
escribe sobre algo tan raro, y que luego originó un conocimiento
que no podíamos ni siquiera imaginar. Me gusta poner por caso el
libro raro de Charles Darwin, “El origen de las especies”, que
nos sacó por completo de la idea que teníamos sobre nosotros
mismos. Darwin nos “convirtió” en animales (descubrió que
también somos animales).
La Autociencia, al igual que el resto de las ciencias, se basa en la
observación, o mejor dicho en la auto-observación; en la
rigurosa observación de los procedimientos mentales propios. El
objeto de estudio de la autociencia es la observación del proceso
de observar. Suena complejo, pero puede explicarse. Algo así
como que “no se trata de observar lo que el ojo mira, sino de
observar al ojo mientras mira”.
Cuando hago una actividad con mi cuerpo (barrer, por ejemplo)
estoy teniendo una experiencia, sin duda. Barrer constituye (es)
una experiencia. Correr es una experiencia. Jugar es una
experiencia. Son experiencias que se dan en el ámbito exterior, a
diferencia de un dolor de estómago (que también es una
experiencia) que se da en el ámbito intermedio. La experiencia de
ir al cine se da “afuera” y la experiencia un dolor de muelas se da
en el “intermedio”.
Tampoco podemos negar que son experiencias las vivencias
emocionales. La vivencia del enamoramiento sin duda es una
experiencia, tal como lo es la vivencia de una vergüenza.
Debido a que son experiencias se les ha podido estudiar.
Estudiando el dolor y sus causas nació la medicina. Estudiando las
emociones nació la psicología.
Sin embargo hay una actividad a la que no la tenemos como una
experiencia, a pesar de ser nuestra actividad más extensa. Me
refiero al Pensamiento.
Yo hice del pensamiento una experiencia, porque me di cuenta de
que el pensamiento y yo no soy el mismo. Lo mismo que el
lenguaje ¿Yo y las palabras que utilizo soy el mismo?
¿Por qué digo “mis pies” o “mis pensamientos” como si fueran
posesiones, tal como digo “mis ropas? Y si puedo experimentar
con mis pies ¿Por qué no con mis pensamientos?
Entonces la pregunta que surge es ¿Yo y el pensamiento soy
(somos) el mismo? ¿Podría el pensamiento constituirse en una
experiencia? ¿Cuándo pienso estoy también teniendo una
experiencia mental? ¿El acto de imaginar es también una
experiencia? ¿Qué se requiere para que exista una experiencia?
Si caminar es una experiencia ¿Por qué no podría serlo pensar?
La mente (digo yo) es tan experimentable como lo es el mundo.
Cuando estuve durante 18 días trabajando (repitiendo) en aprender
al abecedario de atrás para adelante (le llamo zetabecedario) se
trató de una experiencia. Cuando estuve repitiéndome por un mes
“soy un fracasado y un perdedor” también fue una experiencia. Lo
mismo que cuando conté hasta 100.000 en 30 días. Existen, por
tanto, las experiencias físicas (externas), las experiencias
corporales (intermedias) y las experiencias mentales (internas).
Hago ciencia (autociencia) sobre y desde la mente propia. Estudio
el pensamiento y hago filosofía desde la experiencia personal. A
nadie se le ha ocurrido esto; lo digo luego de haber leído a varios
expertos del lenguaje. Esta nueva lectura permite tener un punto
de vista completamente nuevo.
Adelanto desde ya (por la importancia que tiene en este libro) que
respecto del surgimiento de la mente y de la materia hay tres
posibilidades: 1° La materia surgió de la mente; 2° La mente
surgió de la materia; y 3° Ambas surgieron por separado. Si bien
prácticamente todos (las diversas ciencias) están de acuerdo en
que la materia y la mente son las dos únicas sustancias básicas
de la que se conforma todo, no hay acuerdo en cuanto a cual
surgió de cual o si son independientes. Los idealistas (sobre todo
religiones) sostienen que la materia surgió de la mente, como
Platón, entre otros muchos; en cambio los materialistas (sobre
todo los científicos y los marxistas) sostienen que la mente surgió
de la materia, como Aristóteles, entre otros muchos. Muy pocos
han sostenido que ambas sustancias son independientes una de la
otra.
¿Será posible que así como hay una Teoría sobre el
surgimiento de la MATERIA (el Big Bang) pudiéramos elaborar
una Teoría sobre el surgimiento de la MENTE?
Las ciencias que estudian la mente, tales como la psicología (en
especial su rama del psicoanálisis) y la neurociencia, lo hacen
estudiando mentes ajenas. Quienes ejercen dichas ciencias no
estudian sus propias mentes sino que las mentes de otros. Unas
mentes observan y sacan conclusiones de lo que acontece en otras
mentes.
Sus conclusiones, entonces, se ven mediatizadas por la
subjetividad del lenguaje y de las ideas, por los sentidos, por los
instrumentos y los procedimientos utilizados. La autociencia, en
cambio, estudia la mente desde la mente misma, sin pasar por
subjetividades o por los sentidos, que a veces nos engañan. La
mente no es subjetiva para sí misma. La autociencia se asemeja
mucho a los procedimientos mentales que desarrollan los místicos
para conocer sus propias mentes.
***
Hasta ahora he utilizado la palabra mente en un sentido muy
general, lo que cambiará más adelante. El ‘yo’, la conciencia, la
atención, la voluntad, las ideas y los pensamientos y las
sensaciones son cuestiones todas muy distintas unas de otras.
Sin embargo no me perderé en tecnicismos, porque no quiero que
la autociencia sea una ciencia/disciplina solo para unos pocos,
como suele ocurrir con la filosofía, la psicología, la física, y con
las ciencias en general.
Agradezco profundamente me des la oportunidad de (intentar)
mostrarte algo total y completamente diferente de todo lo conocido.
No sé si traigo algo completamente NUEVO o si desenterré algo
completamente ANTIGÜO. Sin dudas que resulta bien exagerado lo
que digo, pero alego en mi favor que ya otros muchos
sorprendieron al mundo con cosas completamente nuevas y
“locas”.
Uno de ellos fue Galileo Galilei (1564-1642), astrónomo, filósofo,
ingeniero y matemático italiano que nos mostró que la Tierra no
es el centro del universo (la Tierra gira en torno al Sol y no al
revés); otro fue Charles Darwin (1809-1882), naturalista inglés,
que nos mostró que el hombre también es un animal (no es el
centro de la creación); otro fue Sigmund Freud (1856-1939),
médico neurólogo austriaco, padre del psicoanálisis, que mostró
que el hombre no es el amo de su mente (descubrió el
inconsciente y el subconsciente).
Nuestra creciente conciencia de nosotros mismos y de nuestro
entorno se debe a personas determinadas, que se dieron cuenta de
algo que otros no se dieron cuenta. Ejemplos hay por montones.
Pongo incluso un ejemplo muy particular, el del florentino Nicolás
Macchiavello (1469-1527) (que nunca mató a nadie) que se dio
cuenta de la forma en que se sustentaba el poder en Europa
durante El Renacimiento. Maquiavelo es considerado el padre de
la ciencia política moderna por cuanto desenmascaró la forma en
que entonces se ejercía el poder, que básicamente consistía en
eliminar al enemigo político asesinándolo. Su libro “El Príncipe”,
de solo 100 páginas, escandalizó a todas las cortes de Europa.
Hasta que Macchiavello escribió su libro la gente era muy ingenua
en lo político. La base de su éxito estuvo en su capacidad de
observar las conductas de los monarcas de su época.
Otro gran observador fue el físico Max Planck (1885-1947), padre
de la mecánica cuántica, que, estudiando (observando) el
comportamiento de los cuerpos incandescentes, descubrió la ley
de la radiación electromagnética, lo cual permitirá que luego
Albert Einstein (1879-1955), físico alemán, se diera cuenta de
que hay una equivalencia entre la materia y la energía,
elaborando la ecuación más famosa de la historia, E=mc2
.
El conocimiento que tenemos del mundo y del universo (en todos
los aspectos) se debe, entonces, al trabajo de muchos hombres (y
mujeres), que en muchos casos dedicaron su vida a su “obsesión”.
La historia, de algún modo, es el proceso del irnos darnos cuenta
de algo. Yo también me di cuenta de algo, muy particular.
En muchos casos el descubrimiento que se hace se debe a la
enorme VOLUNTAD que se invierte en seguir el ‘sueño’ que se
tiene. En muchos casos esa voluntad de descubrir algo nuevo
significa incluso arriesgar la vida. Así tenemos el caso de
Cristóbal Colón (1941-1506), el navegante, cartógrafo y almirante
genovés que descubre América, atravesando el gigantesco y
desconocido océano; otro es el caso de Fernando de Magallanes
(1480-1521), el militar, explorador y navegante portugués que
descubre el estrecho que lleva su nombre; y el de Francisco
Pizarro (1478-1541), el conquistador español que descubre el
Perú. Y así tantísimos otros. (En realidad estos descubrieron
lugares ya habitados, aunque fueron nuevos para sus
descubridores).
En otros campos, grandes observadores hicieron enormes
descubrimientos, que precisaron de una enorme voluntad para
tener éxito. Así tenemos, entre otros muchos, a Alexander
Fleming (1881-1955), científico británico que descubre la
penicilina; a William Harvey (1578-1657), médico inglés que
descubre que la sangre circula por el cuerpo; a Marie y Pierre
Curie (Marie 1867-1934), científicos polacos-franceses, que
descubren y aíslan los materiales radiactivos; a J. J. Thomson
(1856-1940), científico británico que descubre el electrón; a
Donald Johanson (1943-Vivo), paleontólogo estadounidense que
descubre a "Lucy" (esqueleto parcial hembra de 3,2 millones de
años); a Joseph Priestley (1732-1804), científico, teólogo y
filósofo británico que descubre el oxígeno; y a Walther
Flemming (1843-1905), médico alemán que descubre la división
celular; etc.
También está el caso de aquellos que trabajando muy duro en un
campo determinado hicieron descubrimientos que ni se imaginaron
hacer, como Wilhelm Roentgen (1845-1923), ingeniero mecánico y
físico alemán que descubre accidentalmente los rayos X; o como
Anton Van Leeuwenhoek (1632-1723), que descubre
accidentalmente los microorganismos en una gota de agua,
considerado el padre de la microbiología. De algún modo esto le
sucedió también a Galileo Galilei, a Charles Darwin, a Sigmund
Freud y tantos otros, que dieron con algo impensado hasta por
ellos mismos.
A veces los descubrimientos son tan impensados y tan diferentes a
todo lo conocido que desconciertan. Tal vez el caso del
desconcierto más destacable es el acontecido con Max Planck,
quien descubrió algo tan contrario a las leyes de la ciencia que él
mismo murió en la idea de que eso no podía ser posible.
La mecánica cuántica fue algo tan inmensamente nuevo, que el
físico estadounidense Richard Feynman (1918-1988) popularizó la
frase “Quien cree que entiende la física cuántica es que no la
entiende”. La perplejidad de Albert Einstein fue tan grande que
llegó a decir “Dios no juega a los Dados”, porque no puedo
aceptar que la nueva ciencia se ocupara solo de probabilidades y
no de predicciones exactas. No hay duda, entonces, de que la
frase “no hay nada nuevo bajo es solo” es falsa.
El conocimiento que tenemos hoy día, entonces, se debe en gran
medida a un sinnúmero de personas y equipos de personas que
se dieron cuenta de algo que otros no se dieron cuenta. Cada vez
que una de estas personas se dio cuenta de algo “descubrió algo
nuevo bajo el sol”, algo que para el mundo no existía, aunque ya
estaba ahí. Y ese descubrimiento siempre fue pié para otros
descubrimientos posteriores, porque nunca terminamos de
descubrir y conocer. No es correcto decir que ya todo está dicho.
Siempre hay algo que está por ser descubierto (para bien o para
mal).
***
Estoy exponiendo una forma diferente de conocer, que se
basa en la REPETICIÓN, por lo cual en este texto lo que hago
también es repetir. Repito lo que vengo diciendo. Sin embargo
repito un tanto distinto, para que se entienda bien lo que intento
comunicar. Quiero decir, por una parte, que en este libro voy
repitiendo las ideas para que quede claro lo que expongo; y, por
otro lado, digo que los mantras consisten en repetir, de un modo
completamente original, como lo expondré en el próximo libro, ya
que en este explico solo la parte teórica.
Personalmente distingo el saber del conocimiento. El saber es
solo un traspaso de información. Cuando me dicen cosas que no
me constan, como por ejemplo “Juan hizo el gol” es un saber. En
cambio si yo mismo vi a Juan meter el gol ya no es un saber sino
un conocimiento. El saber puede cambiar, el conocimiento no. La
fuente del conocimiento está en mí mismo (experiencia), la fuente
del saber, en cambio, está fuera de mi (información).
El conocimiento no puede ser falso, el saber sí. El conocimiento
puede perder vigencia, ser reemplazado por otro, pero nunca
dejará de ser real, aunque ya no preste utilidad.
Es obvio que muchas veces el saber es verdadero, pero no al
punto de constarle a uno mismo. Pongo el ejemplo de las
moléculas: Yo nunca he visto una molécula, pero no dudo de que
otros muchos si las han visto. Lo que quiero decir, para efectos de
este libro, que saber y conocer no es lo mismo. Se conoce de
primera mano y se sabe de segunda.
Las creencias, por su parte, son diferentes del saber y del
conocimiento. Siguiendo el ejemplo anterior, diría “Creo que juan
hizo el gol”. Tenemos, entonces, tres situaciones. En un caso veo
que Juan metió el gol (conocer); en otro me cuentan que juan
metió el gol (saber); y en otro yo creo que Juan metió el gol
(creer). En este texto hago un esfuerzo por decir las menos
creencias posibles. Los “saberes” los hago presente como
referencias. Intento transmitir un conocimiento interior que ha
llegado a mí por medio de la experimentación mental.
En cuanto al conocimiento hay tres FUENTES desde donde
obtenerlos: el conocimiento que obtengo del mundo exterior (el
mundo); el conocimiento que tengo del mundo intermedio (el
cuerpo); y el conocimiento que tengo del mundo interior (el
intelecto). Esto lleva a las experiencias externas, intermedias e
internas.
Cuando doy la mano (saludo) tengo una experiencia externa.
Cuando me como las uñas tengo una experiencia intermedia.
Cuando tengo un pensamiento tengo una experiencia interna. Unas
son las experiencias que tengo con el mundo; otras las que tengo
con mi cuerpo y otras las que tengo con mi mente. Y hay también
una combinación de todas estas, como veremos luego (entre las
que están las emociones y sentimientos).
¿Tengo un cuerpo o soy un cuerpo? ¿Por qué digo “mi mano”
como si esta fuera una posesión? Como dije, intento escribir sobre
algo muy complejo con las menos palabras posibles. Agradezco
ser pacientes y continuar con la lectura. Si todo sale bien, este
libro podría ser la base para una nueva comprensión sobre las
mismas cosas de siempre.
Termino este capítulo diciendo que bastantes personas
(mayoritariamente mujeres) han mejorado mucho su calidad de
vida solo recitando mantras. Los mantras se recitan en
cualquier momento del día, de modo que no se requiere de un
tiempo ni lugar especial. Se recitan, por ejemplo, mientras se
camina.
CAPITULO I
CIENCIA Y CONOCIMIENTO. AUTOCIENCIA.
Tengo a dos pensadores por mis maestros iniciadores. En mi orden
temporal estos son, el Dr. Wayne Dyer (1940-2015), psicólogo y
escritor estadounidense, autor de “Tus Zonas Erróneas”; y al
místico hindú (de la India) Jiddu Krihsnamurti (1895-1986), autor
de “La Libertad primera y última”.
El pensamiento de estos dos personajes ha influido
considerablemente sobre miles y hasta sobre millones de
personas, de las cuales yo soy una de ellas. Sospecho que me di
cuenta de la mente como nunca se ha dado cuenta nadie, y
estos pensadores me pusieron en el camino.
Mis “alocadas” conclusiones son plenamente coherentes, y no
entran en contradicción (según yo veo) ni con la filosofía, ni con la
psicología, ni con la física. Por el contrario, intento respaldarme en
ellas.
Esto es muy importante, y lo repito: Este NO es un libro de
metafísica. Es un libro sobre la MENTE vista desde el interior de
la propia mente, siguiendo a mis maestros iniciadores, entre otros.
Intento, como he dicho, dar inicio a una NUEVA CIENCIA, a la que
he llamado “AUTOCIENCIA”. Creo estar entre los mayores
conocedor de su propia mente. En general, conocemos mucho más
del universo físico que del universo mental. La Autociencia es
sobre todo una ciencia empírica (práctica), porque su conocimiento
le viene de su propia experiencia mental, no de las ideas, sino que
del ver los propios procesos mentales. LA MENTE ES UN
PROCESO. De este “ver” se sacan conclusiones, que son
conclusiones sobre un hecho, y no conclusiones sobre una idea. Lo
digo por cuanto hay muchas ideas que no tienen ningún sustento
sólido. Buena parte de lo que tenemos por cierto no es más que un
cuento que nos hemos venido contando nosotros mismos por
cientos o miles de años.
Conozco más o menos bien los hallazgos y aportaciones que han
hecho al pensamiento universal los grandes filósofos, desde Tales
de Mileto a Noam Chomsky (por nombrar algunos). Creo haber
construido (descubierto, en realidad) una coherencia entre casi
todos ellos.
Conozco, en lo esencial, la Teoría del Big Bang, la Teoría de la
Relatividad (general y especial), la Teoría Unificada de Cuerdas,
y también la Mecánica Cuántica.
He leído dos veces la historia universal, aunque en ediciones
resumidas; éstas me han permitido orientarme en el tiempo
histórico y conocer los grandes hombres y acontecimientos que
cambiaron el curso de la historia, o que dejaron grandes huellas en
ella.
Leo ciencia. Hace unos meses leí el libro titulado “Termodinámica
y Entropía”, que contenía, además, la biografía del precursor del
atomismo, el físico experimental y creador de la física estadística,
el austriaco Ludwig Boltzmann (1844-1906). Luego leí “Max
Planck y la teoría cuántica”. Max Planck, considerado el padre
de la mecánica cuántica y premio Novel de física de 1919. Planck
fue un peldaño de Einstein, tal cual Boltzmann fue un peldaño de
Planck.
Especialmente interesante me resultó leer al físico cuántico (uno
de los fundadores de la mecánica cuántica) y filósofo Erwin
Schrödinger (1887-1961), austriaco, quien en su libro científico-
filosófico “MENTE y MATERIA”, hace una descripción genial de
cada una de ellas.
Mis estudios de electrónica (soy técnico electrónico) me han
permitido comprender, entre otras cosas, como es que pasamos de
los procesos mentales analógicos a los procesos mentales
digitales, tal como parece ir comprobándolo la ciencia. Mi
condición de abogado, por otra parte, me ha permitido comprender
como es que las leyes del universo físico tienen su símil en el
universo mental (social).
***
En el desarrollo de la ciencia hay un hilo conductor. Lo digo luego
de haber leído a tres importantes filósofos de las ciencias: A Karl
Popper (1902-1994), físico y filósofo austriaco-inglés, que abordó
el problema de los límites entre la ciencia y la metafísica,
intentando establecer un claro límite entre ellas (separar la ciencia
de la pseudociencia). Señala que solo es ciencia lo que puede ser
corroborado por la experiencia, con lo cual desarrolla su idea de
“falsacionismo”. Una teoría es científica (válida) solo si puede ser
falseada (falsable, le llama). Sostiene que no se puede probar que
una teoría es verdadera, porque un descubrimiento futuro podría
demostrar que no lo era. Entonces no utiliza la expresión
“verdadera” sino que la expresión “válida”. Dice que una teoría es
válida hasta que deja de ser válida. Señala que algo es válido solo
si puede refutarse. Pensemos en la (teoría de la) gravedad, por
ejemplo. ¿Por qué? Porque cada vez que dejo caer algo al piso la
estoy comprobando; el día que algo flote en vez de caer (si es que
eso ocurriera) estaría demostrando que la teoría de la gravedad
está equivocada y por lo tanto es falsa (deja de ser válida). Es
decir que una teoría es falsa cuando se puede hacer un
experimento que la contradice. Si el experimento la confirma es
válida; si la contradice es falsa. Pensemos ahora en una teoría que
dice que “existen los ángeles”: No hay una manera de hacer un
experimento que demuestre “que no existen los ángeles”; es una
teoría que no permite ser contradicha.
Entonces, para Popper solo es válida una teoría que puede ser
puesta en duda usando el mismo método que la tuvo por válida.
Pensemos por ejemplo en la Teoría Calórica que fue un modelo
con el cual se explicó, durante un tiempo bastante prolongado, las
características y comportamientos físicos del calor. La teoría
explica el calor a partir de un fluido hipotético, “el calórico”, que
impregnaría la materia y sería responsable de su calor. Esta teoría
fue ampliamente aceptada, ya que incluso explicaba los
experimentos de James Joule sobre la equivalencia
entre calor y trabajo, interpretando que al frotar un cuerpo se
romperían las vesículas microscópicas que contienen el calórico,
liberando calor. Sin embargo la teoría fue perdiendo adeptos al no
poder explicar diversos problemas, como la masa nula del calórico,
por lo que fue abandonada a mediados del siglo XIX. En la
actualidad el calor es considerado como energía en tránsito, que
cumple las leyes de la termodinámica.
Popper señala que el científico debe ser ante todo un crítico de
sus propios métodos, y que debe poner a prueba sus resultados,
para evitar que se engañe a sí mismo. Decía esto por cuanto
muchos científicos no se esforzaban en poner a prueba sus propios
descubrimientos, sino que solo querían alcanzar reconocimiento
‘rapidito’, causando con ello un grave perjuicio a la ciencia.
Leí también a Thomas Kuhn (1922-1996), físico, historiador y
filósofo estadounidense, quien señaló que las ciencias no
progresan de forma aislada ni de un modo continuo y uniforme,
sino que toda ciencia está inserta en un modo de hacer ciencia
(conjunto de procesos, de normas, etc.), que comparten un cierto
número de investigadores, y que este conjunto (ese modo en
particular de hacer ciencia) viene a ser el “paradigma” de una
ciencia determinada, y que necesariamente estos paradigmas en
algún momento entran en crisis, dando lugar a nuevos paradigmas.
Es decir que “no se hace ciencia si no se hace dentro de un
paradigma determinado”. Es decir que hay una forma de hacer
ciencia, y que hay que hacerla bajo ese paradigma, que es
compartido por todos quienes hacen el mismo tipo de
investigación. Algo así como que no se puede hacer ciencia al
margen de la ciencia.
Consideremos lo siguiente: Desde los primeros tiempos los seres
humanos hemos sentido gran curiosidad por el cielo, sus astros y
sus movimientos; en muchas culturas antiguas se tuvieron a los
astros por dioses, especialmente al Sol, otorgándoles incluso una
personalidad bastante humana. El darles una connotación religiosa
llevó a que fueran muy estudiados, reuniéndose una enorme
información en torno a ellos, especialmente de su
“comportamiento”, que son sus movimientos.
Hasta el siglo XVI se consideraba que la Tierra permanecía fija en
el centro del universo y que todos los astros (incluido el Sol)
giraban en círculo en torno a ella. Esta era una creencia
generalizada y nadie se imaginaba que no pudiera ser así. A dicho
sistema se le llamó sistema geocéntrico, que quiere decir que la
Tierra es el centro del universo.
Los babilonios ya en el siglo VII a. C. fueron los primeros en
elaborar un sistema preciso para predecir los eclipses y la posición
de los planetas. Los datos, que fueron muy precisos, con el tiempo
llegaron a manos de los antiguos griegos, quienes, gracias a las
enseñanzas de los pitagóricos, desarrollaron un sistema
matemático bastante coherente y exacto del universo hasta
entonces conocido, que se componía de Mercurio, Venus, Marte,
Júpiter y Saturno. Interesante es hacer presente que en griego la
palabra planeta significa vagabundo, que viene a ser alguien que
se mueve sin rumbo fijo ni adivinable, tal como en apariencia se
desplazaban los planetas.
Si bien al principio el movimiento de los astros parecía
bastante caótico, a Eudoxo (390-337 a. C.), filósofo, médico,
astrónomo y matemático griego, se le ocurrió la siguiente idea: que
los planetas no giran directamente en círculo alrededor de la
Tierra, sino en círculos alrededor de un punto inmaterial, y que
este punto inmaterial gira en torno a la Tierra. A estos círculos les
llamó epiciclos. Unos cien años más tarde, otro griego, Aristarco
(310-230 a. C.), astrónomo y matemático, se le ocurrió otra idea,
totalmente distinta, la cual fue suponer que la Tierra también es
un planeta, y que junto con los otros planetas gira sobre sí misma
y a la vez en torno al Sol. Sin embargo a sus contemporáneos esta
idea les pareció tan loca que la desecharon por completo. Este
astrónomo estaba en la verdad (nuestra verdad) y su teoría fue
desechada simplemente porque no tenía modo de probarlo, como
luego si logró probarlo Galileo unos 1.800 años después.
Fue necesario esperar hasta el siglo II d. C., en que Ptolomeo
(100-177 d. C.), astrónomo, astrólogo, geógrafo y matemático
griego, en su tratado de astronomía titulado Almagesto
(composición matemática) estableció su teoría Geocéntrica, que
señala que la Tierra se encuentra situada en el centro del
Universo, y que el Sol, la Luna y los planetas giran en torno a ella,
arrastrados por una gran esfera llamada primum movile (la
primera esfera), sobre la que giran todos los astros del universo),
mientras que la Tierra es esférica y estacionaria (sin movimiento).
Las estrellas están situadas en posiciones fijas sobre la superficie
de dicha primera gran esfera. También señala que el Sol, la Luna y
los planetas están dotados de movimientos propios. Este sistema
también es conocido como Sistema Ptolemaico. Esta teoría
estuvo vigente durante 1.400 años, hasta que fue derribada
(falsada) por Nicolás Copérnico (1473-1543), monje y astrónomo
polaco, quien estableció el Sistema Heliocéntrico, que establece
que la Tierra y los planetas giran en torno al Sol.
No está demás decir que se considera que Copérnico en la
ciencia astronómica es considerado de la talla de Aristóteles en
filosofía. Aristóteles (348-322 a. C.), filósofo y científico (de los
primeros científicos) estableció que el universo se dividía en dos
regiones: en el Universo Sublunar y en el Universo Supralunar.
El primero comprendía el espacio entre la Tierra y la Luna, y el
segundo el espacio entre la luna y los límites del universo.
En cuanto a la razón por la cual existía el movimiento en el
universo, Aristóteles estableció la existencia de un motor, al que
llamó el motor inmóvil, que es el que ha movido al universo desde
el inicio de los tiempos. Este motor gobierna al Universo desde
fuera de él, impulsando la esfera exterior de las estrellas fijas;
pero como las estrellas no solamente se mueven, sino que
transmiten el movimiento, éstas impulsan sucesivamente el
movimiento de los planetas.
Copérnico con su nuevo Sistema Heliocéntrico también puso fin
a la idea del universo sublunar y Supralunar de Aristóteles.
Como podemos ver Copérnico puso fin a una idea del universo
que había durado mucho más de mil años. Cuando en ciencias hay
un descubrimiento (o una nueva comprensión) que produce un
quiebre radical con la idea anterior se le suele llamar revolución
copernicana. El quiebre es tan grande que el modo (la forma, los
procedimientos) de hacer la ciencia anterior (que fue superada)
queda total y completamente superado, al punto que llega a
desaparecer. Es decir que se trata de un paradigma que termina,
dando lugar a un nuevo paradigma, tal como lo propuso (o se dio
cuenta) el filósofo de la ciencia Thomas Kuhn.
Leí también a Irme Lakatos (1922-1974), matemático, economista
y filósofo húngaro, que, intentando hacer una fusión entre Popper
y Kuhn, desarrolló lo que vino en llamarse “Programas de
investigaciones científicas” (PIC), en que propone que en toda
ciencia hay un núcleo duro y un cinturón protector. Indica que
las teorías científicas no entran en crisis mientras no sea
cuestionado su núcleo duro, pues el cuestionamiento del cinturón
protector (cuestiones menores) no afecta la validez de la teoría.
Entonces, en toda ciencia hay que distinguir los aspectos de ella
que forman parte del núcleo y cuáles forman parte del cinturón.
Estos tres grandes filósofos de las ciencias (Popper, Kuhn y
Lakatos) están de acuerdo en que el conocimiento no se obtiene
en forma lineal ni uniforme, y para que se entienda mejor pongo
el siguiente ejemplo: Hasta antes de Einstein, el físico, filósofo,
teólogo, inventor, matemático y alquimista inglés, Isaac Newton
(1642-1727) era tenido por quien había descifrado (establecido)
las leyes que regían el cosmos. Recordemos que este había
descubierto la Ley de Gravedad. Sin embargo Einstein vino a
echar por tierra (a corregir) buena parte del trabajo de Newton
(física newtoniana), al proponer cuestiones hasta entonces total y
completamente nuevas (revolucionarias), como que la masa y la
energía son los mismo (E=mc2
); o que la velocidad de la luz es
una constante universal. Einstein, literalmente “falseó” la física
newtoniana, dando lugar a un nuevo paradigma, por cuanto
destruyó el núcleo del paradigma con el que hasta entonces los
hombres de ciencia hacían ciencia.
Las verdades de la ciencia, como podemos ver, no son definitivas,
pues siempre está abierta la posibilidad de adquirir nuevos
conocimientos, que entran en contradicción con los conocimientos
dominantes.
***
He realizado un descubrimiento (más que un hallazgo) que si bien
no entra en plena contradicción con los conocimientos dominantes,
plantea una visión total y radicalmente nueva. Me sirve como
ejemplo poner de manifiesto la relación que se da entre la física
clásica y la física cuántica, las que en sí mismas no se
contradicen, porque sus ámbitos de aplicación se dan en
“universos” diferentes. Mientras la primera tiene por objeto de
estudio el universo macroscópico, la segunda estudia el
universo microscópico. La ciencia de la mente que yo intento
desarrollar –la autociencia- estudia los procesos mentales en el
nivel de la mente no-consciente, y lo hace desde la misma mente
por medio de la auto-observación, muy diferente de como lo hacen
la psicología y su rama del psicoanálisis, y aun mucho más
diferente de como lo hace la neurociencia, pues estás, como ya
señalé, lo hacen observando mentes ajenas.- No está demás decir
que en el caso de la física, ambas ciencias tiene como
instrumento privilegiado las matemáticas; en el caso de la
psicología y de la autociencia este instrumento es el lenguaje.
***
(En relación con el objetivo y propósito del presente libro,
aprovecho de señalar y de adelantar que para Karl Popper la
“sustancia” material y la “sustancia” mental tienen existencias
por separado, aunque siempre las percibamos juntas. Es decir
que la MATERIA y la MENTE no provienen una de la otra, sino
que cada una tiene un origen propio).
***
Este libro tiene por objeto, entre otros, sentar las bases de
la Autociencia. Autociencia en cuanto que se trata de una ciencia
que todos la hacen respecto de sí mismos. Cada cual tiene su
propio cosmos. Si bien es cierto todas las mentes tienen
contenidos, también poseen un contenedor. La mente contiene
información en un contenedor. La mente es “Contenedor” y
“Contenido”. Yo me extiendo en este libro sobre el contenedor y
no tanto sobre los contenidos.
Si bien el contenido en todos es diferente, el “contenedor” en
todos es igual. Iguales computadores tienen diferente
información. Algo así como un camión que transporta diferentes
productos, pero en que el camión es el mismo.
La Autociencia estudia (por la observación) el “contenedor”
de la mente, no tanto el contenido. Las grandes estructuras
mentales y ciertos principios son parte del contendor, que
estuvieron ahí desde siempre, o por lo menos desde hace
demasiado tiempo.
Es por esto que la autociencia (al igual que la ciencia) no emite
juicios de valor (morales o éticos), porque el “contenedor” no
puede ser juzgado. Él (Eso) ya es. Un ejemplo muy simple y
entendible: El “olvidar” y el “recordar” son principios universales
de la mente, porque todos olvidamos y recordamos.
Algo importante es lo siguiente ¿Qué quiero decir con
“Mente”? Digamos (para efectos de este libro) que siendo la mente
una totalidad, la podemos dividir en cuatro “regiones” (o
subestructuras): El inconsciente; el subconsciente; el
consciente y el supraconsciente. (Expondré en algún momento lo
que denomino “preconsciente”, que a diferencia de los anteriores
-que se dan en diferentes “espacios mentales”- este se da en otro
“tiempo mental”.
(No es nada de fácil intentar exponer algo tan
completamente nuevo con un lenguaje tan completamente
antiguo. Si el lenguaje hubiera experimentado la evolución que
ha experimentado la matemática sería muy diferente).
Para que se entienda mejor lo que vengo diciendo, señalo el
siguiente ejemplo: Pongamos por caso el piloto de un avión. Está
en el modo inconsciente cuando vuela su avión de noche en plena
oscuridad, en que ni siquiera hay luna (modo oscuro). Está en el
modo subconsciente cuando vuela su avión en una noche clara,
en que hay una luna llena (modo semi oscuro). Está en el modo
consciente cuando vuela su avión durante un día nublado (modo
claro). Está en el modo supraconsciente cuando vuela su avión
durante un día soleado (modo muy claro).
Lo inconsciente es aquello que está más abajo, como podría
ser un subterráneo. El subconsciente ya no está tan abajo,
porque es el primer piso. La consciencia es el segundo piso. La
supraconsciencia está en el tercer piso. La supraconsciencia es
el estado que se alcanza por medio de algún tipo de meditación
(en este caso aumentado por el consumo de marihuana). La
Autociencia tiene su propio modo de meditación, basado en
mantras (como he dicho).
Bueno, desarrollé (inventé) unos ejercicios mentales que
permiten alcanzar una paz y un equilibrio semejantes a los que se
alcanza con la práctica de la meditación trascendental. Lo digo
porqué la practiqué. A este nuevo tipo de meditación le llamo
“Meditación Occidental”, para diferenciarla de la oriental. En
ambos casos se alcanza un gran equilibrio mental, pero en el caso
de la autociencia permite alcanzar una mayor continuidad de la
consciencia (menos discreta). Les recuerdo que la mitad de
nuestro ser es materia, tal como es materia (energía) la
electricidad, por ejemplo. Así como la electricidad posee una
determinada continuidad, la consciencia de uno mismo también.
(No encuentro palabras para decirlo mejor, de modo que es solo
una aproximación a lo que quiero decir).
Pero no solo trae paz y equilibrio, sino que puede,
literalmente, transformar la vida de una persona, haciendo, por
ejemplo (si es que quiere) que cambié sus malos hábitos; o que
adquiera otros que le gustaría tener. TODO ES MENTE (luego
explicaré su relación con las emociones y sentimientos). Esto de
que todo es mente no entra en contradicción con que todo sea
químico. La autociencia parte del supuesto de que la vida y la
existencia no son lo mismo (como luego expondré), lo que redunda
en que el mundo y todo lo que contiene dan lugar a una paradoja.
La paradoja es el gran paradigma del que participamos todos.
La meditación occidental es una técnica a base de MANTRAS,
como en la meditación oriental, pero en el que las palabras juegan
un rol muy diferente y muy variado, como lo mostraré en detalle en
el próximo libro. En este primer libro, como he dicho, expongo la
parte teórica de la autociencia, de modo que la parte empírica (el
laboratorio y gimnasio mental) la expongo en el segundo libro (aún
sin título), con una enorme cantidad de experimentos y ejercicios.
No quiero pasar por alto algo respecto de las subestructuras y
principios mentales ¿Terminó de evolucionar la mente (no el
cerebro)? Si tomamos como referencia los últimos 3.000 años
¿Tenemos ahora subestructuras mentales que no teníamos hace
tres mil años? ¿Se ha visto la mente-profunda afectada de algún
modo por el advenimiento de la lógica, de las ideologías, del
razonamiento moderno y las tecnologías, entre otras? Es
presumible que sí.
Pongamos por caso las religiones, o creencias (ideas religiosas).
Pensemos en el periodo (hace más de 1.500 años atrás en
Occidente)) en que prevaleció el politeísmo (la idea politeísta); es
decir la idea (creencia) de que había varios dioses, en que las
personas creían en diferentes deidades sin entrar en
contradicciones. Así fue durante la Edad Antigua, hasta que en el
año 380 d. C. se impuso el cristianismo (el monoteísmo) de la
mano del Emperador Teodosio. Desde entonces (pasando por la
larga noche oscura de la Edad Media) hasta el año 1900 (por decir
una fecha arbitraria), en que Nietzsche proclamó la muerte de
Dios, prevaleció el monoteísmo (la idea de un solo Dios), al
menos en Europa (aunque hoy el monoteísmo continúa con menor
fuerza). Desde entonces (año 1900) hasta hoy, las ideas del
ateísmo (no hay un Dios) y del agnosticismo (no se sabe si hay
Dios, ni si es uno o si son varios) han crecido mucho. En el mundo
de hoy (Occidente) hay millones de personas ateas y agnósticas
¿Podría haber diferencias significativas en las subestructuras
mentales de politeístas, monoteístas, ateos y agnósticos? Es decir
¿Profundas creencias (o descreencias) afectan nuestra forma de
percibir el mundo y a nosotros mismos? ¿Las ideas se arraigan en
la mente o solo “flotan” en ellas? ¿Por qué es tan difícil que
muchas personas cambien su forma de pensar y de percibir el
mundo?
Entonces ¿las enseñanzas que nos entregó un maestro sobre la
mente hace 3 mil años continúan estando plenamente
vigentes? ¿Será posible que no fuera así, al menos en algunos
casos?
Me quiero referir a Buda Gautama, o simplemente Buda (563-483
a. C.), el gran sabio que fundó el Budismo ¿Conoció Buda la
profundidad y misterio de la mente en su totalidad? Es
importante recordar que el mismo budismo reconoce que Buda no
fue un dios, y que por lo mismo el budismo no es una religión, sino
que un Sistema Filosófico que se caracteriza por tener ciertas
ideas, tales como creer en la reencarnación y aspirar a alcanzar el
nirvana (un estado de liberación) por medio de una determinada
disciplina. Buda, en consecuencia, fue un hombre inmensamente
sabio, pero un hombre al fin y al cabo, y como tal con
limitaciones; como todo hombre. Las enseñanzas de Buda se
avienen bien con la mentalidad de Oriente, y no tanto con la de
Occidente, en que tenemos una cultura tan diferente a la de ellos.
Con todo esto quiero decir que hay aspectos de la mente que Buda
no “vio”, que no percibió, que no experimentó. Y no lo hizo por
cuanto desde entonces hasta hoy la mente ha experimentado
variaciones en sus subestructuras, producto del desarrollo propio
de la mentalidad y de la evolución de la sociedad. Es decir que
respecto de la mente el budismo no lo sabe todo, ni mucho
menos.
Tenemos que tener en cuenta, además, que Buda tenía sus
creencias, las que sin duda afectaron su forma de percibir la
mente. No niego que Buda se dio cuenta de la mente como nunca
nadie lo había hecho hasta entonces, pero no de su totalidad. La
mente no es menor que el tamaño del universo. La mente, al igual
que el universo, es incognoscible en su totalidad. Se le va
conociendo en el tiempo.
Me he encontrado con personas budistas (o que practican la
meditación budista) que si bien no tienen a Buda como a un Dios,
toman sus enseñanzas como si se las hubiera dado un dios, lo que
limita enormemente tener con ellos una conversación sobre la
mente-profunda. Resumen: desde mi punto de vista el budismo
impide acceder a una mayor comprensión de la mente-profunda
porque está limitado por la idea (la creencia) filosófica que
tiene de la existencia.
Si bien el budismo es un “camino” que puede llevar a la liberación
del individuo de sus peores opresores, como son el odio, la
codicia y la ignorancia, ayudándolo a aprovechar su vida al
máximo, se arraiga en una creencia específica y determinada: en
la idea de que LA EXISTENCIA ES SUFRIMIENTO. Este
sufrimiento, señala, se manifiesta principalmente en cuatro
grandes sufrimientos: El sufrimiento de nacer (que implica el
dolor de la existencia cotidiana), El sufrimiento de la
enfermedad, El sufrimiento de la vejez y, por último, El
sufrimiento de la muerte. Se puede decir, en consecuencia, que
la angustia y, en especial, el problema de la muerte, fueron lo que
condujo a la formación de este sistema filosófico y religiosos
(religioso en cuanto a sus prácticas).
También en necesario decir que el budismo (al igual que el
cristianismo) está sujeto a las naturales interpretaciones humanas,
de modo que existen diferentes ramas del budismo, que difieren,
entre otros aspectos, acerca de la exacta naturaleza del camino a
la liberación; de la importancia y el valor canónico de sus
escrituras y enseñanzas; y, especialmente, respecto de las
respectivas prácticas del budismo.
El budismo, en consecuencia, no se abre a la posibilidad de que la
vida y la existencia sean un misterio insondable, sino que
simplemente se trataría de un eterno retorno (parafraseando a
Nietzsche) solo de sufrimiento.
La autociencia, por el contrario, parte del supuesto de que de la
vida y de la existencia NO SABEMOS ABSOLUTAMENTE NADA, y
que sus prácticas solo tienen por objeto acceder a los niveles
profundos de la mente no-consciente. No es una ciencia ni
optimista ni fatalista. Concibe la vida (y existencia) como un
misterio insondable.
***
Cuesta entender esto de “acceder a la mente no-consciente”
¿Quiero decir entonces que puedo ser consciente en medio
(introducido) de la inconsciencia? Sí. Es que tenemos una idea
inadecuada de lo que entendemos por consciencia, y que lo
expongo más adelante.
Muchas veces los ejemplos dicen más que mil palabras. Hace unos
miles de años atrás (por decir una cantidad) los hombres no tenían
acceso a las profundidades del océano, sino que solo se lo
imaginaban. A medida que ha pasado el tiempo y gracias al
desarrollo de las tecnologías nos hemos ido sumergiendo cada vez
más profundo en las aguas.
Pensemos en la historia del buceo (del sumergirse), en que los
primeros hombres lograban sumergirse en el mar solo unos
cuantos metros, dependiendo únicamente de su valor y de cuanto
aguantaran sin respirar. Desde el inicio de los tiempo el hombre se
sumergió en los mares (y lagos) con el objeto de obtener comida,
elementos suntuarios (perlas, coral, conchas, etc.) o por simple
curiosidad.
Los primeros en utilizar un instrumento para el buceo fueron los
polinesios, que usaron unos prácticos lentes hechos de madera
con láminas transparentes de carey (conchas de tortugas
transparentes). Si bien hubieron intentos en la antigüedad por
construir un traje para sumergirse por más tiempo y alcanzar
mayores profundidades, fue el gran inventor florentino Leonardo
da Vinci (1452-1519) el primero en crear una escafandra en el
año 1500, lo que permitió a los hombres de entonces alcanzar
mayores profundidades y más tiempo de sumersión. Desde
entonces hasta hoy ha habido un enorme desarrollo en los trajes
de buceo, donde a los primeros se les proporcionaba aire desde
arriba por medio de mangueras, hasta hoy, en que portan sus
propios tanques de oxígeno. Mientras que en un principio la
sumersión no era más que de unos pocos metros, hoy el record de
sumersión personal está en 325 metros.
No voy a entrar en detalles, pero muchos saben que uno de los
graves inconvenientes de sumergirse demasiado es la posibilidad
de sufrir la muerte o graves lesiones por la presión que soporta el
cuerpo humano debido al peso del agua. Como un litro de agua de
mar pesa 800 veces más que uno de aire se recomienda, a las
personas sin preparación sumergirse no más allá de 10 o 12
metros.
Así cómo sumergirse en las profundidades del océano conlleva una
preparación, de instrumentos y de medir los riesgos, introducirse
en las profundidades de la mente también. Y así como hace miles
de años no era imaginable el fondo del océano, tampoco es
imaginable la profundidad de la mente. De hecho las personas que
nunca se han introducido en el fondo del mar no podrían
imaginarlo si no fuera por las fotografías y las películas. Y como el
fondo de la mente no puede ser fotografiado y ni filmado, sigue
siendo inimaginable.
En consecuencia, y retomando la idea, estar sumergido y vivo en
el fondo del océano es como estar sumergido y consciente en el
fondo de la mente. Pero solo se podrá ‘emerger’ conscientemente
en la medida en que la ‘presión’ sobre la mente no-consciencia no
haga colapsar al ‘yo’ durante su ascenso. El colapso significa salir
sin poder luego recordar la experiencia vivida.
***
Hasta antes del año 1900 no existía la mecánica cuántica, y por lo
tanto, lógicamente, tampoco un lenguaje para hablar de ella.
Fueron sus fundadores quienes comenzaron a desarrollar un
lenguaje total y completamente nuevo.
Sus fundadores y sus aportes fueron: Max Planck (ya citado)
establece la constante de Planck; Werner Heisenberg (1901-
1976), físico teórico alemán, formula el principio de incertidumbre;
Richard Feynman (ya citado) desarrolla un método para estudiar
las interacciones y propiedades de las partículas subatómicas;
Niels Bohr (1865-1962), físico danés, propone un nuevo modelo
atómico (el Modelo de Bohr); Erwin Schrödinger (ya citado)
formula la ecuación de onda, conocida como ecuación de
Schrödinger, y formula el experimento conocido como “el gato de
Schrödinger; Max Born (1882-1970) físico y matemático alemán,
formula su interpretación probabilística de la función de onda de
Schrödinger; Louis de Broglie (1892-1987) físico francés,
descubre la naturaleza ondulatoria del electrón; Wolfgang Pauli
(1900-1958), físico teórico austriaco, formula el principio de
exclusión (según el cual es imposible que dos electrones en un
mismo átomo puedan tener la misma energía, el mismo lugar, e
idénticos números cuánticos). Paul Dirac (1902-1984), ingeniero,
matemático y físico teórico británico, introduce la relatividad en la
formulación de la mecánica cuántica para describir el
comportamiento del átomo de hidrógeno, dando lugar a la llamada
ecuación de Dirac del electrón; y Albert Einstein (ya citado).
Palabras como espín, fermión, colapso de la función de onda,
mecánica cuántica, neutrón, protón, quarks, neutrino, leptón,
bosón, gravitón, muon, tau, cuantificación de los vectores
propios, carga eléctrica, bosón de Higgs, orbital, operador
Hamiltoniano, número másico, son solo una pequeña parte de
todo un lenguaje nuevo que hubo que desarrollar. Un NUEVO
LENGUAJE que finalmente dio lugar a una NUEVA CIENCIA, que
ha transformado el mundo como nunca antes, a tal punto que ni
siquiera fue posible imaginarlo.
La AUTOCIENCIA tiene mucha semejanza con la mecánica
cuántica en cuanto que la dimensión no-consciente de la mente
tiene un comportamiento que respecto de la consciencia es total y
completamente contraintuitivo. La mente no-consciente se
comporta de un modo muy diferente al de la mente consciente.
Por otro lado, al igual que en la mecánica cuántica, el proceso de
la auto-observación que se da en la meditación conlleva que el
observador influye en el observado. No es lo mismo “que yo me dé
cuenta de mí”, a que “mí me dé cuenta de yo”. El que mí (no yo)
me dé cuanta de yo (no de mí) solo es posible en las
profundidades de la mente. A veces hay que alejarse para poder
observar mejor.
Lo que digo (que es muy loco) resulta medianamente entendible
gracias a las referencias que nos dan los grandes místicos que
escriben sobre la mente-profunda, y que hablan sobre el
observador y el observado, y gracias a los conocimientos básicos
de la física (o mecánica) cuántica, que ha popularizado la idea de
que el observador influye sobre lo observado. Somos dos; cada
uno somos dos. Pero entenderlo no es más que creer entenderlo.
Solo la vivencia produce una verdadera comprensión y
transformación. A esto invito.
Por decirlo de un modo peculiar, uno es el hombre (o la mujer) y
otro es la persona. El concepto de persona proviene del latín
máscara (que a su vez viene del griego, a propósito de la
actuación teatral). La máscara cubre el rostro. La personalidad
está sobre el hombre (y la mujer). La máscara nos provee la
diversidad, en que cada cual es un personaje singular en el teatro
de la existencia. Persona, de acuerdo con Wikipedia “es un
concepto principalmente filosófico, que expresa la singularidad de
cada individuo de la especie humana en contraposición al concepto
filosófico de «naturaleza humana» que expresa lo supuestamente
común que hay en ellos”. Mientras el hombre es la manifestación
del Ser la personalidad es la manifestación del Ente. El Ente,
como pretendo exponerlo en un tercer libro, alcanza (alcanzará) su
plena realización en la persona jurídica. En el mundo solo hay
dos tipos de personas, las naturales y las jurídicas. Si bien los
entes jurídicos (sujetos a leyes) han alcanzado un gran desarrollo
(gran presencia) a través de las grandes corporaciones, como son
las sociedades anónimas y los estados, aún tienen mucho camino
por recorrer.
Si bien las personas jurídicas actúan a través de las personas
naturales, me inclino por creer que en algún momento el ente se va
a personificar jurídicamente (y esto parece demencial) en la
forma de una consciencia artificial, ya sea como un edificio
inteligente (como la Torre Stark, de Ironman) o como un Cyborg.
Parece ser el camino invariable que lleva la humanidad. Podría
parecernos que la inteligencia artificial nunca podrá darse cuenta
de sí misma, pero ¿Y en 200 o en 1.000 años más? Es posible que
el Transhumanismo (humanos modificados –mejorados-) nos lleve
hasta allá. El sueño por alcanzar la vida eterna sin antes haber
muerto parece ser el verdadero motor de la historia. Así lo ha
expresado Ray Kurzweil (1948-vivo), inventor estadounidense
(considerado el sucesor de Tomás Alba Edison), empresario,
escritor, músico, futurólogo, cofundador de la Universidad de la
Singularidad (Silicon Valley, EE.UU), Director de Proyector de
Google y padre del Transhumanismo: “La muerte es una
enfermedad que estamos próximos a curar”.
Dejar atrás el cuerpo biológico (al ser), independizarse de él, es la
gran meta del ente ¿A cuántos no les gustaría tener un cuerpo
que no se enferme ni envejezca? ¿Seguiremos siendo humanos
cuando solo nuestro cerebro sea biológico?
Esta segunda fase está recién comenzando. Si uno introduce en
google la frase real cyborgs (cyborgs reales) probablemente se
encontrará con una lista encabezada por Neil Harbisson, al que
algunos consideran el primer cyborg reconocido del mundo,
respecto de quien en el año 2004 las autoridades británicas
aceptaron que figurare en la foto de su pasaporte portando su ojo
electrónico (que él dice considera parte de su cuerpo), que se
manifiesta por una antena en la cabeza (que le permite oír los
colores, pues solo puede ver en blanco y negro –cromatismo-).
Mi propósito es hacer presente que tal vez no somos más que
orugas dentro de las cuales viene asomando una mariposa
(queriendo poner un ejemplo bonito y optimista). No somos
conscientes de esta circunstancia (o propósito oculto) porque algo
(o tal vez alguien) impide que nos demos cuenta. Aunque
hablamos desde el “yo” no somos consciente del “yo”, y en parte
es así por cuanto nos esforzamos en negar al “yo”, y a ello
contribuyen las religiones, el budismo, alguna corriente de la
psicología y la filosofía, y la moral general. Algo así como que la
mente (m-ENTE) tiende a invisibilizarse.
El Transhumanismo postula que en algún momento se va a
producir una singularidad, a la que ha llamado Singularidad
Tecnológica, momento en el cual la inteligencia artificial general
(IA Fuerte) superará a la mente humana. Calculan que dicho
evento será en torno al años 2030-2040.
Es interesante citar al matemático y físico húngaro-estadounidense
John Von Neumann (1903-1957), considerado uno de los
matemáticos más importantes de la historia moderna, que hizo
aportes fundamentales a la mecánica cuántica, a la teoría de
juegos y considerado el padre de la computación, quien hace 60
años hizo la siguiente reflexión: “El progreso tecnológico cada
vez más rápido y los acelerados cambios en el modo de la vida
humana, da la apariencia de que se acerca alguna singularidad
esencial en la historia de la raza humana, más allá de sus
propios asuntos tales como los conocemos, que hará que la
humanidad no pueda continuar adelante” (El subrayado es mío).
***
La pregunta es ¿Tiene que ser así? ¿Tenía necesariamente que
ser así? ¿Convendrá que sea así? ¿Se podría evitar?
¿Podría ser mí (no yo) el primer Ser que se dio cuenta de su
Ente (de su “yo”), y que tomó el control de él? ¿Podrían llegar
a hacerlo los demás seres?
¿Podría ser el “yo” una especie de virus que tomó el control de un
ser vivo (de nosotros en cuanto seres) y que cumple su propósito a
través de él? ¿Acaso no hay ejemplos en la naturaleza en que
un bicho se introduce en otro y toma su total y completo
control?
¿Podríamos estar siendo una herramienta de otros seres sin
que nos demos cuenta? ¿Podríamos ser como salmones en una
piscina artificial creyéndonos que estamos en el mar? ¿Podríamos
estar en una Mátrix?
¿Y si estamos produciendo algo para otros seres (entes exteriores)
sin darnos cuenta, tal como la oruga sin saberlo produce para
nosotros la seda? ¿Y si producimos, música, por ejemplo, que
otros seres no saben producir?
¿Acaso no sería necesario que tan solo uno de los millones de
avistamientos de ovnis fuera verdadero para tener por cierto que
no estamos solos? ¿Y si no estamos solos? ¿Y si en las historias
de los anunnakis hay algo de verdad? ¿Cómo explicar que
siendo seres inteligentes estemos destruyendo un planeta que
acarrea nuestra propia destrucción? ¿Bastará dar una
explicación de nuestra particular naturaleza (cultura) solo
recurriendo a que somos seres egoístas y malvados?
CAPITULO II
ENERGÍA Y ESPÍRITU
Hay casi unanimidad en cuanto a considerar que todo lo
conocido se nos presenta solo como dos ‘sustancias’; como
MATERIA y como MENTE. Nada sobrepasa los límites de la
materia-mente, las dos únicas sustancias que existen (para los
humanos al menos), ni nadie, tampoco, sale de la dimensión
espacio-tiempo.
Poseemos un cuerpo físico, una sustancia material accesible a
nuestros sentidos, de modo que podemos verla, tocarla, olerla,
gustara y hasta oírla. Poseemos, por otro lado, una mente no
física; una sustancia inmaterial que no es accesible a nuestros
sentidos directamente, de modo que no podemos ni verla, ni
tocarla, ni olerla, ni gustarla ni oírla.
Somos, por ejemplo, como el capitán de un submarino, que solo
reconoce a otro submarino por medio de un radar (una especie de
oído mecánico), pero que no le sirve para ver al capitán del otro
submarino. Dentro de cada uno de nosotros hay una dimensión
que los otros no pueden percibir solo por sus sentidos, ni nosotros
podemos conocer la interioridad de los otros solo por medio de
nuestros sentidos.
Cuando me refiero al aspecto no-material, me refiero, por ejemplo,
a la dimensión moral de las personas. Ha sucedido muchas veces
que de una persona teníamos cierta idea, a pesar de conocerla por
mucho tiempo, y de pronto nos dimos cuenta que esa persona no
era como creíamos. Tal vez esa persona nos estaba engañando o
simplemente nosotros nos hicimos una idea equivocada de ella. Es
decir que mientras podemos poner la dimensión material de una
persona bajo un microscopio para conocer su interioridad material
(sus células por ejemplo), no podemos poner bajo un microscopio
su dimensión inmaterial para conocer sus intenciones (sus
pensamientos, por ejemplo).
Se han desarrollado instrumentos para intentar conocer la
interioridad mental de las personas, como test de personalidad o
el detector de mentiras, pero no hay como probar objetivamente su
eficacia. A la mente se le intuye (adivina) un poco, pero nada más,
pues es completamente imposible objetivarla (adivinarla
siempre).
Entonces, una cosa es el cuerpo físico y otra cosa distinta es la
mente no-física. Uno es el CEREBRO y otra muy diferente es la
MENTE.
Tomemos por ejemplo el caso de un computador, en que podemos
distinguir el hardware (armazón, placa base, monitor, teclado,
mouse.) del software (programas de Word y de Excel, por
ejemplo). No es el mejor ejemplo, pero creo da una idea de lo que
quiero decir.
El cuerpo (físico) y la mente (no-física) se entrelazan (acoplan)
pero no se funden. Cuando un ser vivo fallece la mente se apaga,
desaparece (tal vez se va), pero no el cuerpo, que continúa
estando allí (aunque frío y sin respirar). Semejante también a una
ampolleta que se quema, que luego de quemada deja de encender,
pero que como materia no desaparece. Como que “se le va la
energía”.
El cuerpo pertenece al mundo que percibimos por los sentidos,
y la mente al mundo que no percibimos por los sentidos.
Semejante, también, a lo dicho por Platón en su Teoría de las
Formas, en que el mundo se divide en dos: por una parte está “la
cosa material” y por otra parte “la idea” que tenemos de esa cosa
material.
Entonces, el mundo es el entorno de mi cuerpo mundano
(exterior), y las ideas y pensamientos es el entorno de mi
cuerpo mental (interior). Mi cuerpo se relaciona con el mundo y mi
mente con las ideas y pensamientos. Mis pies se mueven en el
mundo y mis pensamientos se mueven en la mente.
ESTO ES MUY IMPORTANTE: Cuando digo “MENTE” digo también
“ESPÍRITU” (al menos por ahora). Hago presente que para los
antiguos griegos LA MENTE Y EL ESPÍRITU ERAN LO MISMO.
Ellos fueron los primeros que, rudimentariamente, concibieron la
idea de un mundo dividido en dos: lo que ‘vemos’ (vemos,
oímos, gustamos, olemos y palpamos) del mundo (el mundo físico-
material); y lo que pensamos del mundo (el mundo mento-
espiritual).
Cuando digo ‘espíritu’ no estoy diciendo un alma que sobrevive
luego de la muerte, porque esto no lo sabe nadie. En este sentido
lo único que tenemos son creencias, por más firmes que sean. No
hay pruebas de la trascendencia.
A estos dos “mundos” los antiguos griegos les llamaron la
“Naturaleza” y el “Espíritu humano”. El ‘espíritu humano’ se
compone de la mente y del espíritu. Es decir que cuando
hablamos de mente hablamos también de espíritu. Y cuando
hablamos de materia hablamos también de energía. (Para los
científicos la MATERIA se presenta como ENERGÍA y como MASA.
La Teoría del Big Bang sostiene que primero surgió la Energía y
que solo unos 500 mil años después una parte de ella se
materializó (solidificó, masificó), dando lugar a la Materia, o mejor
dicho dando lugar a la Masa (energía solidificada). La MATERIA,
entonces, es energía y es masa. Digamos (para efectos de este
libro) que una parte del Espíritu también se “solidificó” dando
lugar al Pensamiento. La MENTE, entonces, es espíritu y
pensamiento.
Esta división entre lo material y lo inmaterial ha recibido distintos
nombres a lo largo de la historia, tales como “Naturaleza y
Espíritu humano”; “Materia y Mente”; “Naturaleza y Cultura”;
Cuerpo y Alma”; “Cosas y Palabras”; “Mundo y Lenguaje”, etc.
Creo que los antiguos griegos en algunas cuestiones fueron más
lúcidos que nosotros. Creo que tanta tecnología y actividad nos ha
hecho menos conscientes en algunos aspectos, y en especial nos
han hecho menos autoconscientes. Vivimos más vueltos hacía
“afuera” que hacía “adentro”.
Podríamos tratar a los antiguos griegos de ignorantes en lo
científico (conocimiento de la organización de materia), pero no en
cuanto al conocimiento del espíritu humano (conocimiento de la
mente y el “corazón”). En ese tiempo había muchas más guerras
que ahora, y algunos filósofos en su juventud fueron soldados. En
ese entonces las pasiones humanas seguramente estaban mucho
más a flor de piel que hoy, que son tan reprimidas (tan
culturizadas).
Recordemos que Homero (que vivió aproximadamente por entre
los años 800 y 700 antes de Cristo) ya había escrito (unos 300
años antes de Platón) La Ilíada y La Odisea, textos de
muchísimas palabras y páginas (casi 16.000 versos en 24
cánticos), que relataban los horrores de la guerra de Troya con
explicaciones mitología (sin la razón), pero también con
extraordinaria frialdad. Entonces, reitero, cuando digo “MENTE”
digo mente y espíritu.
Hago presente, nuevamente, que la Teoría del Big Bang sostiene
que la Materia (como masa) surgió recién unos 500.000 años
después de la gran explosión, pues antes de ella solo existía la
Energía (la energía no se había solidificado, no se había
convertido en masa). Según la Teoría del Big Bang primero
surgieron las partículas elementales, las más simples de todas,
que no se componen de nada más que de sí mismas, y que por lo
mismo carecen de toda estructura, tales como son los leptones,
quarks, bosones y electrones, por ejemplo, que pasado un
tiempo (unos 200.000 años) se unieron y dieron lugar a otras
partículas menos elementales, como son los protones y
neutrones. Luego estás partículas no elementales (formadas de
dos partículas elementales) formaron una partícula compuesta
mayor, que dio lugar al núcleo del átomo. Luego transcurrieron
otros 100.000 años en que los núcleos estuvieron solos (hasta que
la luz se separó de la radiación), en que los electrones
comenzaron a orbitar en torno a ellos, dando nacimiento al
átomo. Luego de pasados otros muchos miles de años los átomos
se unieron (vinculándose) con otros átomos y dieron lugar a la
materia, o mejor dicho a la “masa” (unión de átomos) Es decir que
la Materia (la masa) es muy posterior al inicio del universo, pues
al comienzo todo solo era energía (materia no másica).
Resumiendo: la masa (solidificación de la energía) surgió medio
millón de años después del Big Bang.
Dependiendo de cuantos protones y neutrones formen el núcleo y
dependiendo de la cantidad de electrones que orbitan en torno a
ese núcleo es el tipo de átomo que se forma. En la naturaleza las
partículas elementales se auto-organizan como átomos en 92
formas diferentes (luego el hombre creó otros). En la naturaleza
hay 92 tipos de átomos distintos, a partir de los cuales se forma
todo lo que existe, incluidos nosotros.
Poco a poco fueron surgiendo los átomos de hidrógeno, de Helio,
de oxígeno, de cobre, de mercurio, y los otros. Luego estos se
unieron (vincularon) con otros átomos y dieron lugar a las
moléculas, como la molécula de agua, por ejemplo, que se
compone de un átomo de oxígeno y de dos átomos de hidrogeno.
Luego las moléculas se unieron y dieron lugar a los elementos,
tales como el agua, el aire, el plomo, el sodio, etc. El aire, por
ejemplo, se compone en un 78% por hidrogeno, en un 21% por
oxígeno y un 1% de otros gases.
***
Una de las sustancias formadas por moléculas es el azúcar, en
que ninguno de los elementos que la componen es dulce, sino que
el DULZOR es la PROPIEDAD EMERGENTE que resulta de la
unión (vinculación) de sus elementos básicos. Esto quiere decir
que el todo es más que la suma de sus partes. Me interesa que
quede claro lo que es una propiedad emergente, por cuanto ¿Es
el “yo” una propiedad emergente del Ser? o por el contrario ¿Es
el “yo” un ‘elemento’ ajeno al Ser?
En la naturaleza tenemos los seres vivos y los seres no-vivos.
Los últimos son menos complejos comparados con los primeros. La
organización biológica (la unión de distintas moléculas) va dando
nacimiento, poco a poco, a elementos cada vez más complejos.
Así, las moléculas se reúnen (vinculan químicamente) y dan lugar
a la CÉLULA, el elemento más básico de la vida. Estas llevan a
cabo las funciones que los niveles más bajos de la organización no
pueden, como el metabolismo. (Hay dos tipos de células: las
células de las plantas, que tienen una pared celular rígida hecha
de moléculas de celulosa, y las células animales, que tienen
membranas celulares flexibles).
Luego se juntan (vinculan) las células y dan lugar al TEJIDO, que
está compuesto de células que funcionan juntas para cumplir una
determinada tarea. El tejido muscular, por ejemplo, trabaja en
conjunto para mover las articulaciones del cuerpo. Luego el tejido
da lugar al ÓRGANO, que es un sistema de tejidos que trabajan
juntos en una escala mayor para realizar determinados trabajos
dentro del cuerpo de un animal. Ejemplos de órganos son el
cerebro, el corazón y los pulmones.
Luego surge el SISTEMA ORGÁNICO, que es un grupo de
órganos que trabajan juntos para realizar funciones corporales
específicas. El sistema respiratorio, por ejemplo, utiliza los
pulmones, las vías aéreas y los músculos respiratorios para inhalar
oxígeno y exhalar dióxido de carbono.
Luego la vinculación de los diversos sistemas da lugar a un
ORGANISMO (INDIVIDUOS), que es un individuo reconocible y
autónomo, como un perro, un pato o un orangután. La mayoría de
los organismos son organismos multicelulares que poseen órganos
y sistemas orgánicos. Un ser humano es otro ejemplo de
organismo.
Los organismos (individuos) se reúnen (vinculan) y dan
surgimiento a la POBLACIÓN, que es un grupo de múltiples
organismos de la misma especie dentro de un área específica. Por
ejemplo, una manada de leones en Kenia (África) es una
población.
Luego las poblaciones dan lugar a la COMUNIDAD, que
consiste en todas las especies diferentes dentro de un área
determinada. La población de leones en Kenia, más las
poblaciones de gacelas, jirafas, elefantes, escarabajos, y todas las
otras especies en la zona, forman una comunidad.
La vinculación de todas las comunidades da lugar al
ECOSISTEMA, que está formado por todas las comunidades de un
área determinada, así como todos los componentes físicos no
vivos del medio ambiente. Las rocas, el agua y la tierra son parte
de un ecosistema.
Y finalmente la vinculación de todos los ecosistemas de la Tierra
juntos da lugar a la BIÓSFERA. Cada animal, planta, bacteria,
molécula, roca, etc. es una parte de la biosfera terrestre.
***
La Energía y el Vínculo entre ella estuvo presente en cada una de
estas evoluciones, de modo que sin energía ni vínculo no habría
vida, ni siquiera materia. Dos átomos, que poseen diminutas
energías, se vinculan y forman una molécula. ENERGÍA y
VÍNCULO han sido vitales en este proceso de creación.
En el PLANO METAFÍSICO para muchas personas Dios es energía,
tomando la palabra ENERGÍA como sinónimo de ESPÍRITU.
Entonces, mientras la energía se hace MASA (se hace cosa), el
espíritu se hace PENSAMIENTO (se hace palabra). Los
pensamientos son las “cosas” que hay en la mente, hechos de
palabras.
Espíritu en griego es ‘pneuma’; en latín es ‘spirare’; en hebreo es
‘ruah’; en sánscrito es ‘atman’; y en copto es ‘nife’. Y en todos
ellos significa SOPLO, AIRE, ALIENTO y también VIENTO.
Es decir que hay una clara relación entre ENERGÍA y ESPÍRITU.
Según Wikipedia la palabra ‘energía’ proviene del griego ‘ἐνέργεια’,
que significa actividad, acción, fuerza de trabajo, relacionado
con la idea de poner en movimiento, transformar.
Es claro que el aliento es la fuerza que lleva el aire hasta nuestros
pulmones, dándonos (o prolongándonos) la vida. Recordemos que
el viento fue la primera energía no proveniente del esfuerzo
físico (humano o animal) que logramos utilizar. Se cree que las
primeras embarcaciones movidas por la fuerza (energía) del viento
surgieron unos 3.000 años a. C.
Entonces, si la energía se materializó unos 500.000 años luego del
Big Bang ¿También se mentalizó (materializó) en algún momento
el espíritu? Es decir ¿Qué significa que el espíritu se convierta
en palabra? ¿Será como dijo Hegel, que el Espíritu del universo
se hizo pensamiento en nosotros y pudo auto-observarse a sí
mismo? ¿Será que el espíritu se ‘pensamentalizó’ (‘materializó’,
se hizo pensamiento) 13.800 millones de años después del Big
Bang, por medio de nosotros? ¿Comienza con nosotros una
segunda evolución del universo?
O, en otras palabras; ¿En qué tiempo surgió la mente?
¿Surgió con el Big Bang o surgió después? ¿De dónde surge el
espíritu? ¿Estaba el espíritu contenido en el punto primigenio
(infinitamente pequeño) que luego dio lugar al universo? ¿Existe
el espíritu?

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LA SINGULARIDAD DEL ESPÍRITU. La tensión entre el Ser y el Ente

  • 1. LA SINGULARIDAD EL ESPÍRITU La tensión entre el Ser y el Ente (Alejandro Rubio Pellón) PRÓLOGO Hace unos 23 años sufrí un accidente mental que cambiaría una parte de mi vida radicalmente. Aproximadamente por el año 1997 asistí a un recital en el estadio municipal de Conchalí. Luego que el espectáculo terminara y antes de salir del recinto cerrado se produjo un acoplamiento de los parlantes, generándose un chirrido inmensamente fuerte, que nos dejó a todos impávidos. Creo que no hubo nadie que instintivamente no se tapara sus oídos. Luego de regresar a casa (junto a mi esposa y nuestro hijo Simón) me di cuenta que el chirrido continuaba en mis oídos con bastante intensidad, a pesar de haber pasado una media hora desde que lo oí. Transcurría el tiempo y el chirrido no desaparecía. Era tan intenso y tanta mi preocupación que esa noche no logré dormir. Tampoco desapareció al día siguiente, domingo. Tampoco desapareció el lunes, ni el martes, ni nunca. Ahora mismo está conmigo mientras estoy escribiendo este prólogo. Era tan intenso y tan insoportable que llegué a pensar en el suicidio, aunque nunca lo intenté. No me podía imaginar vivir así el resto de mi vida. Me resultaba tan desesperante que no lograba concentrarme absolutamente en nada. Me resultaba tan demencial como que otra voz hablara dentro de mí sin que fuera yo mismo que la emitiera. Luego de tomar todos los analgésicos y ansiolíticos que es posible imaginar opté por ir al otorrino, quien luego de encerrarme en una cámara de silencio y poner a prueba mi audición no encontró absolutamente nada anormal. Me dijo, eso sí, que sufría
  • 2. de tinnitus, una afección (por no decir enfermedad) que sufren muchas personas en todo el mundo. Si bien no parece conocerse sus causas, se asocia a la pérdida de audición. El accidente a mí me sucedió más o menos a la edad en que comienza a haber una baja natural de la audición. Lo curioso fue que antes de salir de la consulta médica se me acercó la asistente del doctor (ambos de edad avanzada) y me dijo lo siguiente: “Yo creo que así como emite un sonido el corazón también emite un sonido el cerebro, pero no todos logran oírlo”. Fue solo su opinión, claro. Pasaba el tiempo y el zumbido no desaparecía ni bajaba de intensidad. Por ese tiempo había hablado con un amigo que en la municipalidad de Recoleta era el Encargado del departamento de discapacitados (así se llamaba entonces), quien me dijo que debía intentar sacar mi atención del zumbido. Recuerdo que me dijo: “Date cuenta de que a veces la radio está con todo el volumen y tú no la escuchas, porque la escuchas solo si le pones atención”. Curiosamente yo ya desde antes había reparado en el tema de la “atención”, que se había vuelto el centro de mi reflexión personal. El asunto es que desde entonces me esforcé en poner mi atención en otra cosa y sacarla del zumbido. No fue fácil pues es difícil poner la atención en otra cosa en forma permanente, pues esa ‘otra cosa’ pasa y deja ser motivo de atención. Cuento corto, comencé a contar. Contar me obligaba a poner mi atención en el conteo, pues de lo contrario perdía la cuenta. Me especialicé tanto en contar que luego comencé a leer libros simples sin dejar de contar. Y poco a poco comencé a darme cuenta de algo de lo que al parecer nadie ha escrito. Por decirlo metafóricamente: “me di cuenta que detrás de la cascada del pensamiento hay un sendero”. Este libro trata de ese sendero, y del como habiéndolo recorrido contando fue como dejar migajas de pan que me permitieron volver, una y otra vez, semejante a como Platón logró volver a la caverna para decirnos que más allá del mundo aparente hay un mundo real.
  • 3. El sendero y el que lo recorre no son el mismo, tal como no son el mismo el observado y el observador. El sendero conduce a la fuente, donde nace el pensamiento, donde el tiempo no transcurre y el espacio no es. El Samadhi no es un invento de las tradiciones religiosos y místicas de Oriente, sino más bien un estado natural interior existente en todos los animales, con el cual los humanos perdimos contacto producto de nuestra evolución, pues fue el precio que debimos pagar por ella. En todos nosotros habitan dos ‘sustancias’, una natural (el Ser) y una cultural (el Ente) en permanente tensión, la primera orientada siempre al presente y la segunda siempre orientada al futuro ¿Y si nada es como hemos creído? ¿Y si en nuestro origen hay causas y elementos en los que nunca hemos pensado? Este no es un libro de metafísica (y lo volveré a repetir) sino un libro de ciencia muy particular, con la rigurosidad de la ciencia y con el razonamiento lógico de la filosofía, con el cual pretendo dar inicio a una nueva disciplina mental a la que he bautizado como “AUTOCIENCIA”, método en base a instrumentos (máquinas) mentales que he llamado mantras, que permiten a una persona con fuerza de voluntad modelar su vida y existencia a su total y complejo antojo. No olvidemos que la ciencia permite conocer, y por medio de la tecnología transformar. Te invito a hacer autociencia. INTRODUCCIÓN Supongamos que hay personas que conocen todas las palabras; personas que conocen casi todas las palabras; personas que conocen la mitad de las palabras; personas que conocen un cuarto de las palabras; y personas que conocen muy pocas palabras; es decir cinco grupos distintos de personas ¿En cuál grupo te
  • 4. encuentras tú? ¿En el 1°, 2°, 3°, 4° o 5°? ¿Cuántas palabras conoces? ¿Cuántas palabras debo utilizar si quiero ser comprendido por la mayor cantidad posible de personas? El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) en su 23° edición posee 93.111 palabras (sin contar los americanismos ni tecnicismos específicos, entre otros). Cervantes ocupó más de 8.000 palabras al escribir el Quijote de la Mancha. Un escritor o periodista puede llegar a conocer unas 3.000 palabras. Una persona medianamente culta utiliza unas 1.000 palabras. Una persona poco culta solo utiliza unas 450 palabras. Estudios han señalado que muchos jóvenes no utilizan más de 240 palabras.- ¿Una persona adulta que conoce 5.000 palabras es más inteligente que otra persona adulta que solo conoce 500 palabras? ¿Qué es la inteligencia? Como sea, aquí hago un esfuerzo por ocupar la menor cantidad de palabras, para que este texto sea comprensible para la mayor cantidad de personas. Al mismo tiempo me esfuerzo en ocupar las palabras más simples, las más conocidas, tratando de evitar los tecnicismos, y cuando lo hago intento definirlas. *** Por favor, has el intento de leer este libro hasta el final. Escribo sobre algo extremadamente complejo y profundo, que trata de lo más íntimo de ti. Este libro podría marcar un antes y un después en tu forma de percibir la naturaleza (cultura) humana, pues expongo un punto de vista nunca expuesto hasta ahora. Hice un hallazgo (descubrimiento) inédito en mí, que no es posible de describir en pocas palabras. Descubrí algo inmensamente obvio, de lo que casi nadie se ha dado cuenta hasta hoy. Si bien
  • 5. esto que descubrí ya lo han expuesto los más antiguos sabios de oriente, no han acertado en su explicación. Hay algo oculto a la “vista” de todos. Lo descubrí, en parte, por casualidad. Este planteamiento está en perfecta armonía con los grandes descubrimientos científicos y hallazgos filosóficos que se han venido realizando en el tiempo, de modo que encaja en gran medida con ellos. Aunque planteo un nuevo punto de vista respecto de algunas cuestiones, no lo hago fuera de la lógica con que trabajan las ciencias exactas y las ciencias sociales. Digo haberme dado cuenta de lo siguiente, por insólito que parezca: “Yo mismo” y “Mi mismo” no soy (no somos) exactamente el (lo) mismo. Sostengo que la consciencia de yo mismo es diferente de la consciencia de mí mismo. Les diferencia una sutileza inimaginable, que tan solo una mente tan sutil como la mía logró percibir. Sé que “sueno” muy presuntuoso, pero ya verás. Carl Gustav Jung (1875-1691), psicólogo, médico psiquiatra y ensayista suizo, figura clave del psicoanálisis y fundador de la escuela de la psicología de los complejos y psicología profunda (también llamada psicología analítica), señaló “Quien mira hacia afuera duerme, quien mira hacia adentro despierta”. “Adentro” hay algo, que en términos muy simples por ahora voy a llamar separación. Hay una separación entre yo mismo y mi mismo. Cuando los místicos orientales sostienen que por la práctica de la meditación se separan el observador y el observado, sostengo que no es así. Lo que en realidad sucede es que la práctica de la meditación permite ver la separación, pero no producirla. La separación es parte de nuestra naturaleza, o mejor dicho parte de nuestra primera e intrínseca cultura.
  • 6. La separación existe porque somos ‘dos’. Cada uno de nosotros somos ‘dos’. Digamos, por ahora, que uno de ellos es “visible” y el otro es “audible”; que uno de ellos es material y el otro es mental. Que uno es una sustancia y que el otro es una esencia; que uno es un fondo y el otro una forma. La experiencia de la meditación (aunque Osho dice que no es una experiencia) es posible justamente porque somos duales. En cada uno de nosotros (en el 99,%) hay una alteridad interior (que parecen no tener los bebés, ni quien sufren Alzheimer grave ni los enajenados mentales). Estoy yo y el “otro” que no-soy-yo. Cuando digo “dos” no hay que tomarlo en forma tan literal, pues se trata de “dos” con zonas comunes. Quiero decir, esencialmente, que hay en nosotros dos intereses que se contraponen; una doble intencionalidad; dos propósitos opuestos. No es casualidad que nuestro lenguaje funcione por medio de oposiciones (verdadero-falso, bello-feo, arriba-abajo, etc.) como si estuviera basado en un sistema binario (1-0); o digital, como le expongo en otro libro). La dualidad a la que me refiero no implica negar la pluralidad que hay en todos nosotros. El lenguaje con el que nos comunicamos tiene por sobre todo un uso práctico, un uso para referirnos al mundo exterior, para el mundo del hacer, especialmente en Occidente (países no orientales ni árabes). Este descubrimiento me ha sido posible por cuatro circunstancias. Primero, debido a mí habitual consumo de marihuana; segundo, debido a mis extraordinarios ejercicios mentales; tercero, debido a mi fenomenal capacidad de leer; y cuarto, a una contraintuición que siempre me acompañó. Ken Wilber (1949-vivo), escritor estadounidense, filósofo, psicólogo, estudioso de las religiones, practicante de diversas
  • 7. técnicas de meditación budista, que es uno de los pensadores más influyentes de Estados Unidos en cuanto al ámbito de la consciencia, sostiene lo siguiente: “Es posible alcanzar un estado de contemplación por medio de las drogas, pero es imposible rememorarlo luego de salir de ellas”. Algo así como no tener la capacidad de recordar un profundo sueño. Pues bien, suelo tener dicha experiencia contemplativa por el solo hecho de consumir marihuana, y es tan así que decidí sistematizar el procedimiento y darle la forma de una ciencia, a la que he llamado AUTOCIENCIA, la cual bajo ningún punto de vista entra en el ámbito de la METAFÍSICA. Este NO ES un libro de metafísica. De acuerdo con Wikipedia “La contemplación es el estado espiritual que aparece en el ser humano cuando practica el silencio mental”. Y luego dice que “El silencio mental se consigue con el desapego de pensamientos y sensaciones. Se puede trabajar para que aparezca mediante la meditación o la oración en silencio. El desapego por lo material surgirá como resultado de la práctica y esfuerzo total”. En términos muy simples describo dicha experiencia, desde lo personal, como la capacidad de alcanzar un estado de quietud mental en que desaparece la sensación de que el tiempo esté transcurriendo, y en que aparece una sensación de vacío absoluto. A veces es un estado de lucidez tan intenso que da la sensación de que se va a despertar del estar despierto, como si todo no fuera más que una pompa de jabón. Superado el miedo de “despertar” se llega a un estado de paz y quietud indescriptibles, sabiendo que se está “ahí”. La autociencia lleva a dicho estado de relajación profundo por medio de MANTRAS, pero practicados de un modo muy distinto a como se hace en Oriente. Pude llamarles de otro modo, pero no es
  • 8. mi intención alejarme de la sabiduría oriental. Más quisiera hacer una fusión entre Oriente y Occidente. La autociencia tiene diferencias con la autognosis (técnicas de meditación que permiten conocerse a sí mismo), pero también semejanzas, y la principal semejanza es que ambas son un instrumento para acceder a las zonas profundas de la consciencia. Gnosis viene del griego y significa conocimiento. Tenemos dos tipos de conocimiento. Por una parte el conocimiento racional, que proviene del intelecto, que se enfoca en el conocimiento de las cosas, de la historia; en definitiva un conocimiento sobre el mundo exterior. Y por otro lado un conocimiento del mundo interior, el que solo puede ser asimilado de forma intuitiva. Este último es el conocimiento gnóstico. La autociencia es un procedimiento que permite obtener un conocimiento interior en base a una técnica fundamentada en la repetición. Podría resultar chocante la palabra técnica, pero hago presente que la meditación también es una técnica, que viene a ser una práctica determinada para obtener un resultado esperado. Osho (1931-1990), filósofo, místico y líder de un movimiento espiritual de origen indio, señaló “La meditación es nada más que un ARTIFICIO para que tomes conciencia de tu verdadero Ser, que no creaste ni necesitas que lo crees… Naciste con él, solo te falta descubrirlo”. Los mantras son, por definición, INSTRUMENTOS MENTALES, y en la forma en que yo los aplico son auténticos instrumentos mentales, o mejor dicho, MAQUINAS MENTALES. Son máquinas hechas de palabras (y otras sin palabras) que en su forma de aplicarlos se asemejan a los motores. Son, en parte, una fusión entre las técnicas de meditación y la neurolingüística, pero aplicado de una forma completamente diferente, radicalmente opuesta.
  • 9. Si Sócrates dijo (o el Oráculo) “Conócete a Ti mismo”, yo (humildemente) digo “Conócete a Tu mismo”. No eres uno; no somos individualidades; no somos unicidades; somos unidades. No me refiero a que seamos unidades de carbono, sino que sostengo que en nosotros cohabitan el animal que somos y algo más. Nosotros, casi la totalidad de los seres humanos (excepto los bebés y los locos), somos la unidad de un SER y de un ENTE. Esto que sostengo ya lo intuyeron en Occidente, de algún modo, grandes filósofos y pensadores, como Heidegger, Levinas y Derrida, Huxley, entre otros. El noúmeno del que Kant habló también habita en nosotros. El noúmeno (lo que no vemos) es el “Ente” que se ‘adueñó’ del “Ser”, sin que el “Ser” se diera cuenta de ello, hasta hoy. El “Ente” tiene su propio propósito, y el “Ser” no es más que su instrumento, no muy diferente del que tiene el jinete respecto de su caballo. Mientras que el ente vive vuelto más hacia el futuro, el ser vive más en el presente. De hecho el futuro es un invento del ente. Las causas profundas del gran malestar social a lo largo y ancho del planeta radican justamente en que el caballo ya no soporta la carga que el Ente (el jinete) le impone. Cuando digo el caballo y el jinete lo digo a modo de metáfora. La Autociencia, en consecuencia, es un procedimiento (proceso) para lograr acceder a la mente profunda por medio de una técnica en base a mantras y al consumo de marihuana. Es una ciencia personal que permite poder apreciar en sí mismo la dimensión “ser” y la dimensión “ente”, que somos a la vez. Soy partidario de la legalización de la marihuana para uso recreativo a partir de los 21 años de edad, por cuanto parece haber estudios que indican que antes de dicha edad podría afectar negativamente el desarrollo del cerebro. Yo comencé a consumirla
  • 10. a los 30 años. Creo que hoy, en Occidente, con los altos niveles de estrés y de “cosismo” con que vivimos es prácticamente imposible salir de la superficialidad de la conciencia sin alguna sustancia química que lo permita. Salir de los estados emocionales negativos generados por la preocupación y la angustia con que se vive hoy es muy difícil. Hay varias técnicas (como el yoga, por ejemplo) que ayudan a relajar la mente (y el organismo en general), pero que no logran introducir estados alterados de conciencia que permitan una comprensión diferente del fenómeno de la existencia; o en otras palabras, salir de la realidad para percibir lo real. Lo que entendemos por REALIDAD es diferente de lo REAL, y así lo pusieron (lo expusieron a su modo) de manifiesto, entre otros Kant y Lacan, a quienes me referiré con más detalle más adelante. Lo Real es lo que ES y que no puede ser de otro modo, en cambio la Realidad es lo que nosotros CREEMOS que es lo real. Es decir que mientras que LO REAL ES LO QUE ES, LA REALIDAD ES LO QUE CREEMOS QUE ES. La realidad en la que vivimos social y mentalmente no es lo real, pues está sujeta a la subjetividad de cada uno, en donde cada cual tiene su explicación sobre los procesos personales y sociales que se experimentan. Cada cual percibe una realidad personal. No viven en la misma realidad quien tiene un buen trabajo y quien hace tiempo está sin trabajo. Lo real está antes de dichas circunstancias. Hasta antes de la investigación científica teníamos muy diversas ideas (CREENCIAS) sobre la naturaleza. Recordemos que Zeus era quien producía la luz del rayo y que Thor producía su sonido. El Sol fue Dios en casi todos los pueblos antiguos, etc. Digamos que las ideas (creencias) que teníamos de la naturaleza constituían la REALIDAD, que determinaban en gran medida nuestras formas de actuar. Luego de la investigación científica comenzamos a darnos cuenta de lo REAL, de modo que mientras
  • 11. lo real se fue agrandando la realidad se fue achicando (para la comunidad científica). Digamos que las preocupaciones, las expectativas, las frustraciones, las condiciones personales, familiares y sociales, entre otras muchas, constituyen nuestra REALIDAD, diferente para cada uno. La realidad se constituye a partir del núcleo de lo real, que se va cubriendo por un conjunto de capas (semejante a las capas de una cebolla) que se superponen unas sobre otras, la última de las cuales (la superior) viene a ser la que denominamos conciencia. Vivimos como seres conscientes en la última capa (neo-cortex), como peces que vivieran siempre solo en la superficie del mar, perdiendo el contacto con la profundo. Al igual que el mar, la mente también tiene profundidad. Cada día vivimos más por encima. Cada día vivimos más en el NEOCORTEX, perdiendo contacto con el ser LIMBICO que también somos. Estamos cada día más DESGARRADOS de nosotros mismos. El ENCUENTRO con uno mismo cada vez se da menos. La autociencia viene a ser una nueva disciplina para salir un rato del neo-córtex (consciencia) y volver al sistema límbico. La meditación es eso en parte, volver a percibir como perciben los animales (el animal que también somos). Es volver al origen, a la anterioridad del ente. Es (por decirlo de algún modo) como entrar en un espacio ingrávido. Sin embargo, en la mente profunda se da LO REAL, que no está sujeto a subjetividad alguna, como lo han atestiguando durante siglos los grandes místicos, especialmente los de Oriente, como ya dije. Es bueno y necesario no perder contacto con el núcleo que hay en nosotros, porque nuestra profunda y verdadera naturaleza es que somos UN SISTEMA, no una UNICIDAD ni una INDIVIDUALIDAD. El modelo de sociedad que hemos construido nos lleva siempre al individualismo, que nos está destruyendo. Cada día vivimos menos en comunidad. El ente nos está llevando por “su” camino, que no es el camino del ser.
  • 12. No es casualidad que el consumo de drogas de todo tipo se masifique cada día más, pues se ha ido convirtiendo en unas de las alternativas que permiten escapar, más no sea por un rato, de la falta de sentido de la existencia; de la falta de amor; de amistad verdadera; de comprensión, de entendimiento; y hasta sirve para escapar de la falta de dinero que permite llevar una vida digna. Todo parece indicar que el consumo de drogas continuará aumentando, especialmente aquellas que producen una alta dependencia física, entre las cuales no se encuentra la marihuana. Quien desee ingresar en esta nueva ciencia sin consumir marihuana, de todos modos recibirá grandes beneficios, logrando alcanzar un muy buen estado de equilibrio mental y emocional. Sin embargo, sin marihuana, la mayoría no logrará verse del otro modo que también somos. Digo “mayoría” por cuanto me consta que hay personas que logran entrar en “transe” sin drogas, pero son las menos. La autociencia pone de manifiesto al “YO”, a diferencia de la meditación (y de las religiones en general) que más bien busca negarlo o replegarlo. Lo cierto es que nada es más real que el “yo”. La civilización es una creación del “yo”, y solo si nos atrevemos a “mirarle a los ojos” veremos lo que verdaderamente somos. El “no-yo” es el SER, mientras que el “yo” es el ENTE. Somos el único animal entelizado. Recordemos que no se nace con el “yo”, sino que nos lo ponemos luego de nacidos. Hay evidencia que muestra que el “yo” no se “despierta” si no es estimulado; así lo han dejado de manifiesto ciertos descubrimientos, como es el caso de las niñas-lobos que fueron criadas por lobos en la India el siglo XIX, y luego ‘estudiadas’ por científicos. Venimos con la aptitud para el “yo”, pero debe ser desarrollado, “despertado”. La autociencia tiene un método muy particular, REPETIR, que permite salir del lenguaje hablado (el del “yo”) y entrar en el lenguaje no-hablado (el del “no-yo”). . Este repetir, repetir y repetir
  • 13. toma la forma de MANTRAS. La base de esta nueva ciencia son los mantras. Cuando la mente consciente repite, repite y repite se aturde, se bloquea, pasando a un estado alterado de consciencia, el que se magnifica bajo el efecto de la marihuana. En ese estado alterado de la consciencia puede percibirse nuestro profundo y verdadero “Ser”, muy separado del “Ente”. La separación se hace tan evidente que al principio puede dar miedo, pero no hay nada que temer. La autociencia, al igual que la ciencia, posee dos dimensiones, la teórica (del estudio) y la empírica (de la práctica). En este libro expongo la dimensión teórica, que precisa más del Ente que del Ser. Los occidentales siempre nos preguntamos del porqué de las cosas y del para qué de las cosas, de modo que no nos gusta aventurarnos en algo si previamente no tenemos una idea de lo que se trata y de si sirve para algo. No nos interesa lo que no sirve para nada. Vivimos para el fin, para la meta, no para el proceso. Me pareció, por lo mismo, más adecuado comenzar por lo teórico, por el Ente. Entiendo por ente esa dimensión de nosotros que razona meticulosamente, muy diferente del “ser”, que es esa dimensión de nosotros que siente y se emociona. Los perros y gatos, por ejemplo, solo son “seres”, que no poseen esa dimensión que razona meticulosamente. Quien ahora me está leyendo es tu dimensión “ente”, porque el “ser” no sabe leer. *** Luego de haber tenido la práctica de hacer meditación, intuí (o más bien contraintuí) que Buda solo se dio cuenta de una de las zonas de la mente (del pensamiento en realidad) cuando aprendió a ponerla en reposo (silencio). Yo, por el contrario, la llevé a su extremo opuesto, acelerando cada vez más el
  • 14. pensamiento. Puede silenciarse el pensamiento y las ideas (que no son lo mismo), no la mente. Como dije, hago una defensa y una reivindicación del “yo”, pues considero que su negación ha sido justamente la causa principal de tanto desentendimiento. Pero no me refiero al “yo” que tiene su sustento solo en el ego y en la vanidad, sino a aquel que es autorreferente, en el cual habita la consciencia de sí mismo. Parto, por lo demás, de la constatación personal de que el ego y la vanidad no son malos en sí mismos, como han querido hacernos creer las religiones y el budismo, con el objeto de aplacar nuestros ímpetus y deseos de experimentarnos en nuestra totalidad. No parece sensato creer que la naturaleza nos dotara de sentimientos solo para perjudicarnos. Sin dichos sentimientos nunca habríamos tenido un Miguel Ángel (famoso pintor y escultor italiano del Renacimiento), por ejemplo. El ego y la vanidad son positivos cuando se experimentan para uno mismo, muy diferente de cuando se experimentan con el fin de sentirse por encima de los demás. Es algo semejante al orgullo, el cual es necesario y bueno, pero que se torna malo cuando se subestima (no tiene orgullo) o sobrestima (tiene demasiado orgullo). La práctica de la autociencia ayuda a desprendernos de los prejuicios por cuanto permite hacernos más conscientes de ellos, muchos de los cuales están asentados en lo más profundo de nosotros, sin que nos demos cuenta. Tenemos una idea bastante pobre de la mente; o mejor dicho un desconocimiento bastante grande de ella. En la escuela nunca nos enseñaron de la mente, a diferencia de otras culturas, en que se enseña a tener control sobre ella. La mente tiene una superestructura y muchas subestructuras de las cuales no nos estamos dando cuenta en nosotros mismos. En cierto sentido nos asemejamos al pez que no es consciente del
  • 15. agua, por más que su entorno es el agua”. El “yo” es una entidad puramente mental, que los animales no logran ver en nosotros. El “yo” solo existe para los humanos. Si bien podríamos decir que el “yo” es un ente ficticio, ello no significa que sea irreal, pues el Banco Mundial y la ONU, entre otros, son entes ficticios. El Banco Mundial y la ONU son una creación del “yo”. Para poder exponer con claridad en que consiste mi descubrimiento (mi hallazgo) me veo en la necesidad de recurrir a la filosofía, a la psicología, a la ciencia, a la historia, a la política y la teología, e incluso a la paleontología, pues necesito contrastar este nuevo conocimiento (del que presumo) con los conocimientos que nos han entregado estas ciencias, que de algún modo todos conocemos en alguna medida. EXPONGO ALGO TOTAL Y COMPLETAMENTE NUEVO, de lo que nunca jamás alguien escribió de este modo (que yo sepa). Me di cuenta de algo sublime; algo así como haberme dado cuenta de mis ojos, pero de mis ojos mentales. Algo así como (en metáfora) haberme dado cuenta que la parte posterior del ojo también tiene párpados, que, una vez abiertos, se mira para “adentro”, para “atrás” ¿Por qué la mente no podría tener un atrás o un interior? ¿Acaso no lo tiene el mundo? Descubrí una forma de mirar lo mismo y percibir diferente. Es que la complejidad y el misterio de la vida y de la existencia son menos comprensibles si no lo son bajo una nueva mirada, integradora, que no se centre solo en lo particular. Es cierto el refrán que dice “los árboles no dejan ver el bosque”. Hemos des-integrado el conocimiento al dividirlo en ciencias específicas. La filosofía, la psicología y la ciencia por separados no le están dando a la humanidad una comprensión adecuada sobre el fenómeno de la mente. La mente, de la que todos participamos, ha pasado a ser un asunto solo de especialistas. La
  • 16. incomprensión global en la que estamos sumidos es la mejor prueba de ello. Puedo “sonar” raro, porque lo que planteo es muy raro, al punto que pensé en titular este texto como “LIBRO RARO”; pero por raro y loco que te parezca, te animo a seguir adelante, que ya verás cómo todo va tomando sentido. No es la primera vez que alguien escribe sobre algo tan raro, y que luego originó un conocimiento que no podíamos ni siquiera imaginar. Me gusta poner por caso el libro raro de Charles Darwin, “El origen de las especies”, que nos sacó por completo de la idea que teníamos sobre nosotros mismos. Darwin nos “convirtió” en animales (descubrió que también somos animales). La Autociencia, al igual que el resto de las ciencias, se basa en la observación, o mejor dicho en la auto-observación; en la rigurosa observación de los procedimientos mentales propios. El objeto de estudio de la autociencia es la observación del proceso de observar. Suena complejo, pero puede explicarse. Algo así como que “no se trata de observar lo que el ojo mira, sino de observar al ojo mientras mira”. Cuando hago una actividad con mi cuerpo (barrer, por ejemplo) estoy teniendo una experiencia, sin duda. Barrer constituye (es) una experiencia. Correr es una experiencia. Jugar es una experiencia. Son experiencias que se dan en el ámbito exterior, a diferencia de un dolor de estómago (que también es una experiencia) que se da en el ámbito intermedio. La experiencia de ir al cine se da “afuera” y la experiencia un dolor de muelas se da en el “intermedio”. Tampoco podemos negar que son experiencias las vivencias emocionales. La vivencia del enamoramiento sin duda es una experiencia, tal como lo es la vivencia de una vergüenza.
  • 17. Debido a que son experiencias se les ha podido estudiar. Estudiando el dolor y sus causas nació la medicina. Estudiando las emociones nació la psicología. Sin embargo hay una actividad a la que no la tenemos como una experiencia, a pesar de ser nuestra actividad más extensa. Me refiero al Pensamiento. Yo hice del pensamiento una experiencia, porque me di cuenta de que el pensamiento y yo no soy el mismo. Lo mismo que el lenguaje ¿Yo y las palabras que utilizo soy el mismo? ¿Por qué digo “mis pies” o “mis pensamientos” como si fueran posesiones, tal como digo “mis ropas? Y si puedo experimentar con mis pies ¿Por qué no con mis pensamientos? Entonces la pregunta que surge es ¿Yo y el pensamiento soy (somos) el mismo? ¿Podría el pensamiento constituirse en una experiencia? ¿Cuándo pienso estoy también teniendo una experiencia mental? ¿El acto de imaginar es también una experiencia? ¿Qué se requiere para que exista una experiencia? Si caminar es una experiencia ¿Por qué no podría serlo pensar? La mente (digo yo) es tan experimentable como lo es el mundo. Cuando estuve durante 18 días trabajando (repitiendo) en aprender al abecedario de atrás para adelante (le llamo zetabecedario) se trató de una experiencia. Cuando estuve repitiéndome por un mes “soy un fracasado y un perdedor” también fue una experiencia. Lo mismo que cuando conté hasta 100.000 en 30 días. Existen, por tanto, las experiencias físicas (externas), las experiencias corporales (intermedias) y las experiencias mentales (internas). Hago ciencia (autociencia) sobre y desde la mente propia. Estudio el pensamiento y hago filosofía desde la experiencia personal. A nadie se le ha ocurrido esto; lo digo luego de haber leído a varios expertos del lenguaje. Esta nueva lectura permite tener un punto de vista completamente nuevo.
  • 18. Adelanto desde ya (por la importancia que tiene en este libro) que respecto del surgimiento de la mente y de la materia hay tres posibilidades: 1° La materia surgió de la mente; 2° La mente surgió de la materia; y 3° Ambas surgieron por separado. Si bien prácticamente todos (las diversas ciencias) están de acuerdo en que la materia y la mente son las dos únicas sustancias básicas de la que se conforma todo, no hay acuerdo en cuanto a cual surgió de cual o si son independientes. Los idealistas (sobre todo religiones) sostienen que la materia surgió de la mente, como Platón, entre otros muchos; en cambio los materialistas (sobre todo los científicos y los marxistas) sostienen que la mente surgió de la materia, como Aristóteles, entre otros muchos. Muy pocos han sostenido que ambas sustancias son independientes una de la otra. ¿Será posible que así como hay una Teoría sobre el surgimiento de la MATERIA (el Big Bang) pudiéramos elaborar una Teoría sobre el surgimiento de la MENTE? Las ciencias que estudian la mente, tales como la psicología (en especial su rama del psicoanálisis) y la neurociencia, lo hacen estudiando mentes ajenas. Quienes ejercen dichas ciencias no estudian sus propias mentes sino que las mentes de otros. Unas mentes observan y sacan conclusiones de lo que acontece en otras mentes. Sus conclusiones, entonces, se ven mediatizadas por la subjetividad del lenguaje y de las ideas, por los sentidos, por los instrumentos y los procedimientos utilizados. La autociencia, en cambio, estudia la mente desde la mente misma, sin pasar por subjetividades o por los sentidos, que a veces nos engañan. La mente no es subjetiva para sí misma. La autociencia se asemeja mucho a los procedimientos mentales que desarrollan los místicos para conocer sus propias mentes. ***
  • 19. Hasta ahora he utilizado la palabra mente en un sentido muy general, lo que cambiará más adelante. El ‘yo’, la conciencia, la atención, la voluntad, las ideas y los pensamientos y las sensaciones son cuestiones todas muy distintas unas de otras. Sin embargo no me perderé en tecnicismos, porque no quiero que la autociencia sea una ciencia/disciplina solo para unos pocos, como suele ocurrir con la filosofía, la psicología, la física, y con las ciencias en general. Agradezco profundamente me des la oportunidad de (intentar) mostrarte algo total y completamente diferente de todo lo conocido. No sé si traigo algo completamente NUEVO o si desenterré algo completamente ANTIGÜO. Sin dudas que resulta bien exagerado lo que digo, pero alego en mi favor que ya otros muchos sorprendieron al mundo con cosas completamente nuevas y “locas”. Uno de ellos fue Galileo Galilei (1564-1642), astrónomo, filósofo, ingeniero y matemático italiano que nos mostró que la Tierra no es el centro del universo (la Tierra gira en torno al Sol y no al revés); otro fue Charles Darwin (1809-1882), naturalista inglés, que nos mostró que el hombre también es un animal (no es el centro de la creación); otro fue Sigmund Freud (1856-1939), médico neurólogo austriaco, padre del psicoanálisis, que mostró que el hombre no es el amo de su mente (descubrió el inconsciente y el subconsciente). Nuestra creciente conciencia de nosotros mismos y de nuestro entorno se debe a personas determinadas, que se dieron cuenta de algo que otros no se dieron cuenta. Ejemplos hay por montones. Pongo incluso un ejemplo muy particular, el del florentino Nicolás Macchiavello (1469-1527) (que nunca mató a nadie) que se dio cuenta de la forma en que se sustentaba el poder en Europa durante El Renacimiento. Maquiavelo es considerado el padre de la ciencia política moderna por cuanto desenmascaró la forma en que entonces se ejercía el poder, que básicamente consistía en
  • 20. eliminar al enemigo político asesinándolo. Su libro “El Príncipe”, de solo 100 páginas, escandalizó a todas las cortes de Europa. Hasta que Macchiavello escribió su libro la gente era muy ingenua en lo político. La base de su éxito estuvo en su capacidad de observar las conductas de los monarcas de su época. Otro gran observador fue el físico Max Planck (1885-1947), padre de la mecánica cuántica, que, estudiando (observando) el comportamiento de los cuerpos incandescentes, descubrió la ley de la radiación electromagnética, lo cual permitirá que luego Albert Einstein (1879-1955), físico alemán, se diera cuenta de que hay una equivalencia entre la materia y la energía, elaborando la ecuación más famosa de la historia, E=mc2 . El conocimiento que tenemos del mundo y del universo (en todos los aspectos) se debe, entonces, al trabajo de muchos hombres (y mujeres), que en muchos casos dedicaron su vida a su “obsesión”. La historia, de algún modo, es el proceso del irnos darnos cuenta de algo. Yo también me di cuenta de algo, muy particular. En muchos casos el descubrimiento que se hace se debe a la enorme VOLUNTAD que se invierte en seguir el ‘sueño’ que se tiene. En muchos casos esa voluntad de descubrir algo nuevo significa incluso arriesgar la vida. Así tenemos el caso de Cristóbal Colón (1941-1506), el navegante, cartógrafo y almirante genovés que descubre América, atravesando el gigantesco y desconocido océano; otro es el caso de Fernando de Magallanes (1480-1521), el militar, explorador y navegante portugués que descubre el estrecho que lleva su nombre; y el de Francisco Pizarro (1478-1541), el conquistador español que descubre el Perú. Y así tantísimos otros. (En realidad estos descubrieron lugares ya habitados, aunque fueron nuevos para sus descubridores). En otros campos, grandes observadores hicieron enormes descubrimientos, que precisaron de una enorme voluntad para
  • 21. tener éxito. Así tenemos, entre otros muchos, a Alexander Fleming (1881-1955), científico británico que descubre la penicilina; a William Harvey (1578-1657), médico inglés que descubre que la sangre circula por el cuerpo; a Marie y Pierre Curie (Marie 1867-1934), científicos polacos-franceses, que descubren y aíslan los materiales radiactivos; a J. J. Thomson (1856-1940), científico británico que descubre el electrón; a Donald Johanson (1943-Vivo), paleontólogo estadounidense que descubre a "Lucy" (esqueleto parcial hembra de 3,2 millones de años); a Joseph Priestley (1732-1804), científico, teólogo y filósofo británico que descubre el oxígeno; y a Walther Flemming (1843-1905), médico alemán que descubre la división celular; etc. También está el caso de aquellos que trabajando muy duro en un campo determinado hicieron descubrimientos que ni se imaginaron hacer, como Wilhelm Roentgen (1845-1923), ingeniero mecánico y físico alemán que descubre accidentalmente los rayos X; o como Anton Van Leeuwenhoek (1632-1723), que descubre accidentalmente los microorganismos en una gota de agua, considerado el padre de la microbiología. De algún modo esto le sucedió también a Galileo Galilei, a Charles Darwin, a Sigmund Freud y tantos otros, que dieron con algo impensado hasta por ellos mismos. A veces los descubrimientos son tan impensados y tan diferentes a todo lo conocido que desconciertan. Tal vez el caso del desconcierto más destacable es el acontecido con Max Planck, quien descubrió algo tan contrario a las leyes de la ciencia que él mismo murió en la idea de que eso no podía ser posible. La mecánica cuántica fue algo tan inmensamente nuevo, que el físico estadounidense Richard Feynman (1918-1988) popularizó la frase “Quien cree que entiende la física cuántica es que no la entiende”. La perplejidad de Albert Einstein fue tan grande que llegó a decir “Dios no juega a los Dados”, porque no puedo
  • 22. aceptar que la nueva ciencia se ocupara solo de probabilidades y no de predicciones exactas. No hay duda, entonces, de que la frase “no hay nada nuevo bajo es solo” es falsa. El conocimiento que tenemos hoy día, entonces, se debe en gran medida a un sinnúmero de personas y equipos de personas que se dieron cuenta de algo que otros no se dieron cuenta. Cada vez que una de estas personas se dio cuenta de algo “descubrió algo nuevo bajo el sol”, algo que para el mundo no existía, aunque ya estaba ahí. Y ese descubrimiento siempre fue pié para otros descubrimientos posteriores, porque nunca terminamos de descubrir y conocer. No es correcto decir que ya todo está dicho. Siempre hay algo que está por ser descubierto (para bien o para mal). *** Estoy exponiendo una forma diferente de conocer, que se basa en la REPETICIÓN, por lo cual en este texto lo que hago también es repetir. Repito lo que vengo diciendo. Sin embargo repito un tanto distinto, para que se entienda bien lo que intento comunicar. Quiero decir, por una parte, que en este libro voy repitiendo las ideas para que quede claro lo que expongo; y, por otro lado, digo que los mantras consisten en repetir, de un modo completamente original, como lo expondré en el próximo libro, ya que en este explico solo la parte teórica. Personalmente distingo el saber del conocimiento. El saber es solo un traspaso de información. Cuando me dicen cosas que no me constan, como por ejemplo “Juan hizo el gol” es un saber. En cambio si yo mismo vi a Juan meter el gol ya no es un saber sino un conocimiento. El saber puede cambiar, el conocimiento no. La fuente del conocimiento está en mí mismo (experiencia), la fuente del saber, en cambio, está fuera de mi (información).
  • 23. El conocimiento no puede ser falso, el saber sí. El conocimiento puede perder vigencia, ser reemplazado por otro, pero nunca dejará de ser real, aunque ya no preste utilidad. Es obvio que muchas veces el saber es verdadero, pero no al punto de constarle a uno mismo. Pongo el ejemplo de las moléculas: Yo nunca he visto una molécula, pero no dudo de que otros muchos si las han visto. Lo que quiero decir, para efectos de este libro, que saber y conocer no es lo mismo. Se conoce de primera mano y se sabe de segunda. Las creencias, por su parte, son diferentes del saber y del conocimiento. Siguiendo el ejemplo anterior, diría “Creo que juan hizo el gol”. Tenemos, entonces, tres situaciones. En un caso veo que Juan metió el gol (conocer); en otro me cuentan que juan metió el gol (saber); y en otro yo creo que Juan metió el gol (creer). En este texto hago un esfuerzo por decir las menos creencias posibles. Los “saberes” los hago presente como referencias. Intento transmitir un conocimiento interior que ha llegado a mí por medio de la experimentación mental. En cuanto al conocimiento hay tres FUENTES desde donde obtenerlos: el conocimiento que obtengo del mundo exterior (el mundo); el conocimiento que tengo del mundo intermedio (el cuerpo); y el conocimiento que tengo del mundo interior (el intelecto). Esto lleva a las experiencias externas, intermedias e internas. Cuando doy la mano (saludo) tengo una experiencia externa. Cuando me como las uñas tengo una experiencia intermedia. Cuando tengo un pensamiento tengo una experiencia interna. Unas son las experiencias que tengo con el mundo; otras las que tengo con mi cuerpo y otras las que tengo con mi mente. Y hay también una combinación de todas estas, como veremos luego (entre las que están las emociones y sentimientos).
  • 24. ¿Tengo un cuerpo o soy un cuerpo? ¿Por qué digo “mi mano” como si esta fuera una posesión? Como dije, intento escribir sobre algo muy complejo con las menos palabras posibles. Agradezco ser pacientes y continuar con la lectura. Si todo sale bien, este libro podría ser la base para una nueva comprensión sobre las mismas cosas de siempre. Termino este capítulo diciendo que bastantes personas (mayoritariamente mujeres) han mejorado mucho su calidad de vida solo recitando mantras. Los mantras se recitan en cualquier momento del día, de modo que no se requiere de un tiempo ni lugar especial. Se recitan, por ejemplo, mientras se camina. CAPITULO I CIENCIA Y CONOCIMIENTO. AUTOCIENCIA. Tengo a dos pensadores por mis maestros iniciadores. En mi orden temporal estos son, el Dr. Wayne Dyer (1940-2015), psicólogo y escritor estadounidense, autor de “Tus Zonas Erróneas”; y al místico hindú (de la India) Jiddu Krihsnamurti (1895-1986), autor de “La Libertad primera y última”. El pensamiento de estos dos personajes ha influido considerablemente sobre miles y hasta sobre millones de personas, de las cuales yo soy una de ellas. Sospecho que me di cuenta de la mente como nunca se ha dado cuenta nadie, y estos pensadores me pusieron en el camino. Mis “alocadas” conclusiones son plenamente coherentes, y no entran en contradicción (según yo veo) ni con la filosofía, ni con la psicología, ni con la física. Por el contrario, intento respaldarme en ellas.
  • 25. Esto es muy importante, y lo repito: Este NO es un libro de metafísica. Es un libro sobre la MENTE vista desde el interior de la propia mente, siguiendo a mis maestros iniciadores, entre otros. Intento, como he dicho, dar inicio a una NUEVA CIENCIA, a la que he llamado “AUTOCIENCIA”. Creo estar entre los mayores conocedor de su propia mente. En general, conocemos mucho más del universo físico que del universo mental. La Autociencia es sobre todo una ciencia empírica (práctica), porque su conocimiento le viene de su propia experiencia mental, no de las ideas, sino que del ver los propios procesos mentales. LA MENTE ES UN PROCESO. De este “ver” se sacan conclusiones, que son conclusiones sobre un hecho, y no conclusiones sobre una idea. Lo digo por cuanto hay muchas ideas que no tienen ningún sustento sólido. Buena parte de lo que tenemos por cierto no es más que un cuento que nos hemos venido contando nosotros mismos por cientos o miles de años. Conozco más o menos bien los hallazgos y aportaciones que han hecho al pensamiento universal los grandes filósofos, desde Tales de Mileto a Noam Chomsky (por nombrar algunos). Creo haber construido (descubierto, en realidad) una coherencia entre casi todos ellos. Conozco, en lo esencial, la Teoría del Big Bang, la Teoría de la Relatividad (general y especial), la Teoría Unificada de Cuerdas, y también la Mecánica Cuántica. He leído dos veces la historia universal, aunque en ediciones resumidas; éstas me han permitido orientarme en el tiempo histórico y conocer los grandes hombres y acontecimientos que cambiaron el curso de la historia, o que dejaron grandes huellas en ella. Leo ciencia. Hace unos meses leí el libro titulado “Termodinámica y Entropía”, que contenía, además, la biografía del precursor del
  • 26. atomismo, el físico experimental y creador de la física estadística, el austriaco Ludwig Boltzmann (1844-1906). Luego leí “Max Planck y la teoría cuántica”. Max Planck, considerado el padre de la mecánica cuántica y premio Novel de física de 1919. Planck fue un peldaño de Einstein, tal cual Boltzmann fue un peldaño de Planck. Especialmente interesante me resultó leer al físico cuántico (uno de los fundadores de la mecánica cuántica) y filósofo Erwin Schrödinger (1887-1961), austriaco, quien en su libro científico- filosófico “MENTE y MATERIA”, hace una descripción genial de cada una de ellas. Mis estudios de electrónica (soy técnico electrónico) me han permitido comprender, entre otras cosas, como es que pasamos de los procesos mentales analógicos a los procesos mentales digitales, tal como parece ir comprobándolo la ciencia. Mi condición de abogado, por otra parte, me ha permitido comprender como es que las leyes del universo físico tienen su símil en el universo mental (social). *** En el desarrollo de la ciencia hay un hilo conductor. Lo digo luego de haber leído a tres importantes filósofos de las ciencias: A Karl Popper (1902-1994), físico y filósofo austriaco-inglés, que abordó el problema de los límites entre la ciencia y la metafísica, intentando establecer un claro límite entre ellas (separar la ciencia de la pseudociencia). Señala que solo es ciencia lo que puede ser corroborado por la experiencia, con lo cual desarrolla su idea de “falsacionismo”. Una teoría es científica (válida) solo si puede ser falseada (falsable, le llama). Sostiene que no se puede probar que una teoría es verdadera, porque un descubrimiento futuro podría demostrar que no lo era. Entonces no utiliza la expresión “verdadera” sino que la expresión “válida”. Dice que una teoría es válida hasta que deja de ser válida. Señala que algo es válido solo
  • 27. si puede refutarse. Pensemos en la (teoría de la) gravedad, por ejemplo. ¿Por qué? Porque cada vez que dejo caer algo al piso la estoy comprobando; el día que algo flote en vez de caer (si es que eso ocurriera) estaría demostrando que la teoría de la gravedad está equivocada y por lo tanto es falsa (deja de ser válida). Es decir que una teoría es falsa cuando se puede hacer un experimento que la contradice. Si el experimento la confirma es válida; si la contradice es falsa. Pensemos ahora en una teoría que dice que “existen los ángeles”: No hay una manera de hacer un experimento que demuestre “que no existen los ángeles”; es una teoría que no permite ser contradicha. Entonces, para Popper solo es válida una teoría que puede ser puesta en duda usando el mismo método que la tuvo por válida. Pensemos por ejemplo en la Teoría Calórica que fue un modelo con el cual se explicó, durante un tiempo bastante prolongado, las características y comportamientos físicos del calor. La teoría explica el calor a partir de un fluido hipotético, “el calórico”, que impregnaría la materia y sería responsable de su calor. Esta teoría fue ampliamente aceptada, ya que incluso explicaba los experimentos de James Joule sobre la equivalencia entre calor y trabajo, interpretando que al frotar un cuerpo se romperían las vesículas microscópicas que contienen el calórico, liberando calor. Sin embargo la teoría fue perdiendo adeptos al no poder explicar diversos problemas, como la masa nula del calórico, por lo que fue abandonada a mediados del siglo XIX. En la actualidad el calor es considerado como energía en tránsito, que cumple las leyes de la termodinámica. Popper señala que el científico debe ser ante todo un crítico de sus propios métodos, y que debe poner a prueba sus resultados, para evitar que se engañe a sí mismo. Decía esto por cuanto muchos científicos no se esforzaban en poner a prueba sus propios descubrimientos, sino que solo querían alcanzar reconocimiento ‘rapidito’, causando con ello un grave perjuicio a la ciencia.
  • 28. Leí también a Thomas Kuhn (1922-1996), físico, historiador y filósofo estadounidense, quien señaló que las ciencias no progresan de forma aislada ni de un modo continuo y uniforme, sino que toda ciencia está inserta en un modo de hacer ciencia (conjunto de procesos, de normas, etc.), que comparten un cierto número de investigadores, y que este conjunto (ese modo en particular de hacer ciencia) viene a ser el “paradigma” de una ciencia determinada, y que necesariamente estos paradigmas en algún momento entran en crisis, dando lugar a nuevos paradigmas. Es decir que “no se hace ciencia si no se hace dentro de un paradigma determinado”. Es decir que hay una forma de hacer ciencia, y que hay que hacerla bajo ese paradigma, que es compartido por todos quienes hacen el mismo tipo de investigación. Algo así como que no se puede hacer ciencia al margen de la ciencia. Consideremos lo siguiente: Desde los primeros tiempos los seres humanos hemos sentido gran curiosidad por el cielo, sus astros y sus movimientos; en muchas culturas antiguas se tuvieron a los astros por dioses, especialmente al Sol, otorgándoles incluso una personalidad bastante humana. El darles una connotación religiosa llevó a que fueran muy estudiados, reuniéndose una enorme información en torno a ellos, especialmente de su “comportamiento”, que son sus movimientos. Hasta el siglo XVI se consideraba que la Tierra permanecía fija en el centro del universo y que todos los astros (incluido el Sol) giraban en círculo en torno a ella. Esta era una creencia generalizada y nadie se imaginaba que no pudiera ser así. A dicho sistema se le llamó sistema geocéntrico, que quiere decir que la Tierra es el centro del universo. Los babilonios ya en el siglo VII a. C. fueron los primeros en elaborar un sistema preciso para predecir los eclipses y la posición de los planetas. Los datos, que fueron muy precisos, con el tiempo llegaron a manos de los antiguos griegos, quienes, gracias a las
  • 29. enseñanzas de los pitagóricos, desarrollaron un sistema matemático bastante coherente y exacto del universo hasta entonces conocido, que se componía de Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. Interesante es hacer presente que en griego la palabra planeta significa vagabundo, que viene a ser alguien que se mueve sin rumbo fijo ni adivinable, tal como en apariencia se desplazaban los planetas. Si bien al principio el movimiento de los astros parecía bastante caótico, a Eudoxo (390-337 a. C.), filósofo, médico, astrónomo y matemático griego, se le ocurrió la siguiente idea: que los planetas no giran directamente en círculo alrededor de la Tierra, sino en círculos alrededor de un punto inmaterial, y que este punto inmaterial gira en torno a la Tierra. A estos círculos les llamó epiciclos. Unos cien años más tarde, otro griego, Aristarco (310-230 a. C.), astrónomo y matemático, se le ocurrió otra idea, totalmente distinta, la cual fue suponer que la Tierra también es un planeta, y que junto con los otros planetas gira sobre sí misma y a la vez en torno al Sol. Sin embargo a sus contemporáneos esta idea les pareció tan loca que la desecharon por completo. Este astrónomo estaba en la verdad (nuestra verdad) y su teoría fue desechada simplemente porque no tenía modo de probarlo, como luego si logró probarlo Galileo unos 1.800 años después. Fue necesario esperar hasta el siglo II d. C., en que Ptolomeo (100-177 d. C.), astrónomo, astrólogo, geógrafo y matemático griego, en su tratado de astronomía titulado Almagesto (composición matemática) estableció su teoría Geocéntrica, que señala que la Tierra se encuentra situada en el centro del Universo, y que el Sol, la Luna y los planetas giran en torno a ella, arrastrados por una gran esfera llamada primum movile (la primera esfera), sobre la que giran todos los astros del universo), mientras que la Tierra es esférica y estacionaria (sin movimiento). Las estrellas están situadas en posiciones fijas sobre la superficie de dicha primera gran esfera. También señala que el Sol, la Luna y
  • 30. los planetas están dotados de movimientos propios. Este sistema también es conocido como Sistema Ptolemaico. Esta teoría estuvo vigente durante 1.400 años, hasta que fue derribada (falsada) por Nicolás Copérnico (1473-1543), monje y astrónomo polaco, quien estableció el Sistema Heliocéntrico, que establece que la Tierra y los planetas giran en torno al Sol. No está demás decir que se considera que Copérnico en la ciencia astronómica es considerado de la talla de Aristóteles en filosofía. Aristóteles (348-322 a. C.), filósofo y científico (de los primeros científicos) estableció que el universo se dividía en dos regiones: en el Universo Sublunar y en el Universo Supralunar. El primero comprendía el espacio entre la Tierra y la Luna, y el segundo el espacio entre la luna y los límites del universo. En cuanto a la razón por la cual existía el movimiento en el universo, Aristóteles estableció la existencia de un motor, al que llamó el motor inmóvil, que es el que ha movido al universo desde el inicio de los tiempos. Este motor gobierna al Universo desde fuera de él, impulsando la esfera exterior de las estrellas fijas; pero como las estrellas no solamente se mueven, sino que transmiten el movimiento, éstas impulsan sucesivamente el movimiento de los planetas. Copérnico con su nuevo Sistema Heliocéntrico también puso fin a la idea del universo sublunar y Supralunar de Aristóteles. Como podemos ver Copérnico puso fin a una idea del universo que había durado mucho más de mil años. Cuando en ciencias hay un descubrimiento (o una nueva comprensión) que produce un quiebre radical con la idea anterior se le suele llamar revolución copernicana. El quiebre es tan grande que el modo (la forma, los procedimientos) de hacer la ciencia anterior (que fue superada) queda total y completamente superado, al punto que llega a desaparecer. Es decir que se trata de un paradigma que termina, dando lugar a un nuevo paradigma, tal como lo propuso (o se dio cuenta) el filósofo de la ciencia Thomas Kuhn.
  • 31. Leí también a Irme Lakatos (1922-1974), matemático, economista y filósofo húngaro, que, intentando hacer una fusión entre Popper y Kuhn, desarrolló lo que vino en llamarse “Programas de investigaciones científicas” (PIC), en que propone que en toda ciencia hay un núcleo duro y un cinturón protector. Indica que las teorías científicas no entran en crisis mientras no sea cuestionado su núcleo duro, pues el cuestionamiento del cinturón protector (cuestiones menores) no afecta la validez de la teoría. Entonces, en toda ciencia hay que distinguir los aspectos de ella que forman parte del núcleo y cuáles forman parte del cinturón. Estos tres grandes filósofos de las ciencias (Popper, Kuhn y Lakatos) están de acuerdo en que el conocimiento no se obtiene en forma lineal ni uniforme, y para que se entienda mejor pongo el siguiente ejemplo: Hasta antes de Einstein, el físico, filósofo, teólogo, inventor, matemático y alquimista inglés, Isaac Newton (1642-1727) era tenido por quien había descifrado (establecido) las leyes que regían el cosmos. Recordemos que este había descubierto la Ley de Gravedad. Sin embargo Einstein vino a echar por tierra (a corregir) buena parte del trabajo de Newton (física newtoniana), al proponer cuestiones hasta entonces total y completamente nuevas (revolucionarias), como que la masa y la energía son los mismo (E=mc2 ); o que la velocidad de la luz es una constante universal. Einstein, literalmente “falseó” la física newtoniana, dando lugar a un nuevo paradigma, por cuanto destruyó el núcleo del paradigma con el que hasta entonces los hombres de ciencia hacían ciencia. Las verdades de la ciencia, como podemos ver, no son definitivas, pues siempre está abierta la posibilidad de adquirir nuevos conocimientos, que entran en contradicción con los conocimientos dominantes. ***
  • 32. He realizado un descubrimiento (más que un hallazgo) que si bien no entra en plena contradicción con los conocimientos dominantes, plantea una visión total y radicalmente nueva. Me sirve como ejemplo poner de manifiesto la relación que se da entre la física clásica y la física cuántica, las que en sí mismas no se contradicen, porque sus ámbitos de aplicación se dan en “universos” diferentes. Mientras la primera tiene por objeto de estudio el universo macroscópico, la segunda estudia el universo microscópico. La ciencia de la mente que yo intento desarrollar –la autociencia- estudia los procesos mentales en el nivel de la mente no-consciente, y lo hace desde la misma mente por medio de la auto-observación, muy diferente de como lo hacen la psicología y su rama del psicoanálisis, y aun mucho más diferente de como lo hace la neurociencia, pues estás, como ya señalé, lo hacen observando mentes ajenas.- No está demás decir que en el caso de la física, ambas ciencias tiene como instrumento privilegiado las matemáticas; en el caso de la psicología y de la autociencia este instrumento es el lenguaje. *** (En relación con el objetivo y propósito del presente libro, aprovecho de señalar y de adelantar que para Karl Popper la “sustancia” material y la “sustancia” mental tienen existencias por separado, aunque siempre las percibamos juntas. Es decir que la MATERIA y la MENTE no provienen una de la otra, sino que cada una tiene un origen propio). *** Este libro tiene por objeto, entre otros, sentar las bases de la Autociencia. Autociencia en cuanto que se trata de una ciencia que todos la hacen respecto de sí mismos. Cada cual tiene su propio cosmos. Si bien es cierto todas las mentes tienen contenidos, también poseen un contenedor. La mente contiene información en un contenedor. La mente es “Contenedor” y
  • 33. “Contenido”. Yo me extiendo en este libro sobre el contenedor y no tanto sobre los contenidos. Si bien el contenido en todos es diferente, el “contenedor” en todos es igual. Iguales computadores tienen diferente información. Algo así como un camión que transporta diferentes productos, pero en que el camión es el mismo. La Autociencia estudia (por la observación) el “contenedor” de la mente, no tanto el contenido. Las grandes estructuras mentales y ciertos principios son parte del contendor, que estuvieron ahí desde siempre, o por lo menos desde hace demasiado tiempo. Es por esto que la autociencia (al igual que la ciencia) no emite juicios de valor (morales o éticos), porque el “contenedor” no puede ser juzgado. Él (Eso) ya es. Un ejemplo muy simple y entendible: El “olvidar” y el “recordar” son principios universales de la mente, porque todos olvidamos y recordamos. Algo importante es lo siguiente ¿Qué quiero decir con “Mente”? Digamos (para efectos de este libro) que siendo la mente una totalidad, la podemos dividir en cuatro “regiones” (o subestructuras): El inconsciente; el subconsciente; el consciente y el supraconsciente. (Expondré en algún momento lo que denomino “preconsciente”, que a diferencia de los anteriores -que se dan en diferentes “espacios mentales”- este se da en otro “tiempo mental”. (No es nada de fácil intentar exponer algo tan completamente nuevo con un lenguaje tan completamente antiguo. Si el lenguaje hubiera experimentado la evolución que ha experimentado la matemática sería muy diferente). Para que se entienda mejor lo que vengo diciendo, señalo el siguiente ejemplo: Pongamos por caso el piloto de un avión. Está en el modo inconsciente cuando vuela su avión de noche en plena
  • 34. oscuridad, en que ni siquiera hay luna (modo oscuro). Está en el modo subconsciente cuando vuela su avión en una noche clara, en que hay una luna llena (modo semi oscuro). Está en el modo consciente cuando vuela su avión durante un día nublado (modo claro). Está en el modo supraconsciente cuando vuela su avión durante un día soleado (modo muy claro). Lo inconsciente es aquello que está más abajo, como podría ser un subterráneo. El subconsciente ya no está tan abajo, porque es el primer piso. La consciencia es el segundo piso. La supraconsciencia está en el tercer piso. La supraconsciencia es el estado que se alcanza por medio de algún tipo de meditación (en este caso aumentado por el consumo de marihuana). La Autociencia tiene su propio modo de meditación, basado en mantras (como he dicho). Bueno, desarrollé (inventé) unos ejercicios mentales que permiten alcanzar una paz y un equilibrio semejantes a los que se alcanza con la práctica de la meditación trascendental. Lo digo porqué la practiqué. A este nuevo tipo de meditación le llamo “Meditación Occidental”, para diferenciarla de la oriental. En ambos casos se alcanza un gran equilibrio mental, pero en el caso de la autociencia permite alcanzar una mayor continuidad de la consciencia (menos discreta). Les recuerdo que la mitad de nuestro ser es materia, tal como es materia (energía) la electricidad, por ejemplo. Así como la electricidad posee una determinada continuidad, la consciencia de uno mismo también. (No encuentro palabras para decirlo mejor, de modo que es solo una aproximación a lo que quiero decir). Pero no solo trae paz y equilibrio, sino que puede, literalmente, transformar la vida de una persona, haciendo, por ejemplo (si es que quiere) que cambié sus malos hábitos; o que adquiera otros que le gustaría tener. TODO ES MENTE (luego explicaré su relación con las emociones y sentimientos). Esto de que todo es mente no entra en contradicción con que todo sea
  • 35. químico. La autociencia parte del supuesto de que la vida y la existencia no son lo mismo (como luego expondré), lo que redunda en que el mundo y todo lo que contiene dan lugar a una paradoja. La paradoja es el gran paradigma del que participamos todos. La meditación occidental es una técnica a base de MANTRAS, como en la meditación oriental, pero en el que las palabras juegan un rol muy diferente y muy variado, como lo mostraré en detalle en el próximo libro. En este primer libro, como he dicho, expongo la parte teórica de la autociencia, de modo que la parte empírica (el laboratorio y gimnasio mental) la expongo en el segundo libro (aún sin título), con una enorme cantidad de experimentos y ejercicios. No quiero pasar por alto algo respecto de las subestructuras y principios mentales ¿Terminó de evolucionar la mente (no el cerebro)? Si tomamos como referencia los últimos 3.000 años ¿Tenemos ahora subestructuras mentales que no teníamos hace tres mil años? ¿Se ha visto la mente-profunda afectada de algún modo por el advenimiento de la lógica, de las ideologías, del razonamiento moderno y las tecnologías, entre otras? Es presumible que sí. Pongamos por caso las religiones, o creencias (ideas religiosas). Pensemos en el periodo (hace más de 1.500 años atrás en Occidente)) en que prevaleció el politeísmo (la idea politeísta); es decir la idea (creencia) de que había varios dioses, en que las personas creían en diferentes deidades sin entrar en contradicciones. Así fue durante la Edad Antigua, hasta que en el año 380 d. C. se impuso el cristianismo (el monoteísmo) de la mano del Emperador Teodosio. Desde entonces (pasando por la larga noche oscura de la Edad Media) hasta el año 1900 (por decir una fecha arbitraria), en que Nietzsche proclamó la muerte de Dios, prevaleció el monoteísmo (la idea de un solo Dios), al menos en Europa (aunque hoy el monoteísmo continúa con menor fuerza). Desde entonces (año 1900) hasta hoy, las ideas del ateísmo (no hay un Dios) y del agnosticismo (no se sabe si hay
  • 36. Dios, ni si es uno o si son varios) han crecido mucho. En el mundo de hoy (Occidente) hay millones de personas ateas y agnósticas ¿Podría haber diferencias significativas en las subestructuras mentales de politeístas, monoteístas, ateos y agnósticos? Es decir ¿Profundas creencias (o descreencias) afectan nuestra forma de percibir el mundo y a nosotros mismos? ¿Las ideas se arraigan en la mente o solo “flotan” en ellas? ¿Por qué es tan difícil que muchas personas cambien su forma de pensar y de percibir el mundo? Entonces ¿las enseñanzas que nos entregó un maestro sobre la mente hace 3 mil años continúan estando plenamente vigentes? ¿Será posible que no fuera así, al menos en algunos casos? Me quiero referir a Buda Gautama, o simplemente Buda (563-483 a. C.), el gran sabio que fundó el Budismo ¿Conoció Buda la profundidad y misterio de la mente en su totalidad? Es importante recordar que el mismo budismo reconoce que Buda no fue un dios, y que por lo mismo el budismo no es una religión, sino que un Sistema Filosófico que se caracteriza por tener ciertas ideas, tales como creer en la reencarnación y aspirar a alcanzar el nirvana (un estado de liberación) por medio de una determinada disciplina. Buda, en consecuencia, fue un hombre inmensamente sabio, pero un hombre al fin y al cabo, y como tal con limitaciones; como todo hombre. Las enseñanzas de Buda se avienen bien con la mentalidad de Oriente, y no tanto con la de Occidente, en que tenemos una cultura tan diferente a la de ellos. Con todo esto quiero decir que hay aspectos de la mente que Buda no “vio”, que no percibió, que no experimentó. Y no lo hizo por cuanto desde entonces hasta hoy la mente ha experimentado variaciones en sus subestructuras, producto del desarrollo propio de la mentalidad y de la evolución de la sociedad. Es decir que respecto de la mente el budismo no lo sabe todo, ni mucho menos.
  • 37. Tenemos que tener en cuenta, además, que Buda tenía sus creencias, las que sin duda afectaron su forma de percibir la mente. No niego que Buda se dio cuenta de la mente como nunca nadie lo había hecho hasta entonces, pero no de su totalidad. La mente no es menor que el tamaño del universo. La mente, al igual que el universo, es incognoscible en su totalidad. Se le va conociendo en el tiempo. Me he encontrado con personas budistas (o que practican la meditación budista) que si bien no tienen a Buda como a un Dios, toman sus enseñanzas como si se las hubiera dado un dios, lo que limita enormemente tener con ellos una conversación sobre la mente-profunda. Resumen: desde mi punto de vista el budismo impide acceder a una mayor comprensión de la mente-profunda porque está limitado por la idea (la creencia) filosófica que tiene de la existencia. Si bien el budismo es un “camino” que puede llevar a la liberación del individuo de sus peores opresores, como son el odio, la codicia y la ignorancia, ayudándolo a aprovechar su vida al máximo, se arraiga en una creencia específica y determinada: en la idea de que LA EXISTENCIA ES SUFRIMIENTO. Este sufrimiento, señala, se manifiesta principalmente en cuatro grandes sufrimientos: El sufrimiento de nacer (que implica el dolor de la existencia cotidiana), El sufrimiento de la enfermedad, El sufrimiento de la vejez y, por último, El sufrimiento de la muerte. Se puede decir, en consecuencia, que la angustia y, en especial, el problema de la muerte, fueron lo que condujo a la formación de este sistema filosófico y religiosos (religioso en cuanto a sus prácticas). También en necesario decir que el budismo (al igual que el cristianismo) está sujeto a las naturales interpretaciones humanas, de modo que existen diferentes ramas del budismo, que difieren, entre otros aspectos, acerca de la exacta naturaleza del camino a la liberación; de la importancia y el valor canónico de sus
  • 38. escrituras y enseñanzas; y, especialmente, respecto de las respectivas prácticas del budismo. El budismo, en consecuencia, no se abre a la posibilidad de que la vida y la existencia sean un misterio insondable, sino que simplemente se trataría de un eterno retorno (parafraseando a Nietzsche) solo de sufrimiento. La autociencia, por el contrario, parte del supuesto de que de la vida y de la existencia NO SABEMOS ABSOLUTAMENTE NADA, y que sus prácticas solo tienen por objeto acceder a los niveles profundos de la mente no-consciente. No es una ciencia ni optimista ni fatalista. Concibe la vida (y existencia) como un misterio insondable. *** Cuesta entender esto de “acceder a la mente no-consciente” ¿Quiero decir entonces que puedo ser consciente en medio (introducido) de la inconsciencia? Sí. Es que tenemos una idea inadecuada de lo que entendemos por consciencia, y que lo expongo más adelante. Muchas veces los ejemplos dicen más que mil palabras. Hace unos miles de años atrás (por decir una cantidad) los hombres no tenían acceso a las profundidades del océano, sino que solo se lo imaginaban. A medida que ha pasado el tiempo y gracias al desarrollo de las tecnologías nos hemos ido sumergiendo cada vez más profundo en las aguas. Pensemos en la historia del buceo (del sumergirse), en que los primeros hombres lograban sumergirse en el mar solo unos cuantos metros, dependiendo únicamente de su valor y de cuanto aguantaran sin respirar. Desde el inicio de los tiempo el hombre se sumergió en los mares (y lagos) con el objeto de obtener comida, elementos suntuarios (perlas, coral, conchas, etc.) o por simple curiosidad.
  • 39. Los primeros en utilizar un instrumento para el buceo fueron los polinesios, que usaron unos prácticos lentes hechos de madera con láminas transparentes de carey (conchas de tortugas transparentes). Si bien hubieron intentos en la antigüedad por construir un traje para sumergirse por más tiempo y alcanzar mayores profundidades, fue el gran inventor florentino Leonardo da Vinci (1452-1519) el primero en crear una escafandra en el año 1500, lo que permitió a los hombres de entonces alcanzar mayores profundidades y más tiempo de sumersión. Desde entonces hasta hoy ha habido un enorme desarrollo en los trajes de buceo, donde a los primeros se les proporcionaba aire desde arriba por medio de mangueras, hasta hoy, en que portan sus propios tanques de oxígeno. Mientras que en un principio la sumersión no era más que de unos pocos metros, hoy el record de sumersión personal está en 325 metros. No voy a entrar en detalles, pero muchos saben que uno de los graves inconvenientes de sumergirse demasiado es la posibilidad de sufrir la muerte o graves lesiones por la presión que soporta el cuerpo humano debido al peso del agua. Como un litro de agua de mar pesa 800 veces más que uno de aire se recomienda, a las personas sin preparación sumergirse no más allá de 10 o 12 metros. Así cómo sumergirse en las profundidades del océano conlleva una preparación, de instrumentos y de medir los riesgos, introducirse en las profundidades de la mente también. Y así como hace miles de años no era imaginable el fondo del océano, tampoco es imaginable la profundidad de la mente. De hecho las personas que nunca se han introducido en el fondo del mar no podrían imaginarlo si no fuera por las fotografías y las películas. Y como el fondo de la mente no puede ser fotografiado y ni filmado, sigue siendo inimaginable. En consecuencia, y retomando la idea, estar sumergido y vivo en el fondo del océano es como estar sumergido y consciente en el
  • 40. fondo de la mente. Pero solo se podrá ‘emerger’ conscientemente en la medida en que la ‘presión’ sobre la mente no-consciencia no haga colapsar al ‘yo’ durante su ascenso. El colapso significa salir sin poder luego recordar la experiencia vivida. *** Hasta antes del año 1900 no existía la mecánica cuántica, y por lo tanto, lógicamente, tampoco un lenguaje para hablar de ella. Fueron sus fundadores quienes comenzaron a desarrollar un lenguaje total y completamente nuevo. Sus fundadores y sus aportes fueron: Max Planck (ya citado) establece la constante de Planck; Werner Heisenberg (1901- 1976), físico teórico alemán, formula el principio de incertidumbre; Richard Feynman (ya citado) desarrolla un método para estudiar las interacciones y propiedades de las partículas subatómicas; Niels Bohr (1865-1962), físico danés, propone un nuevo modelo atómico (el Modelo de Bohr); Erwin Schrödinger (ya citado) formula la ecuación de onda, conocida como ecuación de Schrödinger, y formula el experimento conocido como “el gato de Schrödinger; Max Born (1882-1970) físico y matemático alemán, formula su interpretación probabilística de la función de onda de Schrödinger; Louis de Broglie (1892-1987) físico francés, descubre la naturaleza ondulatoria del electrón; Wolfgang Pauli (1900-1958), físico teórico austriaco, formula el principio de exclusión (según el cual es imposible que dos electrones en un mismo átomo puedan tener la misma energía, el mismo lugar, e idénticos números cuánticos). Paul Dirac (1902-1984), ingeniero, matemático y físico teórico británico, introduce la relatividad en la formulación de la mecánica cuántica para describir el comportamiento del átomo de hidrógeno, dando lugar a la llamada ecuación de Dirac del electrón; y Albert Einstein (ya citado). Palabras como espín, fermión, colapso de la función de onda, mecánica cuántica, neutrón, protón, quarks, neutrino, leptón,
  • 41. bosón, gravitón, muon, tau, cuantificación de los vectores propios, carga eléctrica, bosón de Higgs, orbital, operador Hamiltoniano, número másico, son solo una pequeña parte de todo un lenguaje nuevo que hubo que desarrollar. Un NUEVO LENGUAJE que finalmente dio lugar a una NUEVA CIENCIA, que ha transformado el mundo como nunca antes, a tal punto que ni siquiera fue posible imaginarlo. La AUTOCIENCIA tiene mucha semejanza con la mecánica cuántica en cuanto que la dimensión no-consciente de la mente tiene un comportamiento que respecto de la consciencia es total y completamente contraintuitivo. La mente no-consciente se comporta de un modo muy diferente al de la mente consciente. Por otro lado, al igual que en la mecánica cuántica, el proceso de la auto-observación que se da en la meditación conlleva que el observador influye en el observado. No es lo mismo “que yo me dé cuenta de mí”, a que “mí me dé cuenta de yo”. El que mí (no yo) me dé cuanta de yo (no de mí) solo es posible en las profundidades de la mente. A veces hay que alejarse para poder observar mejor. Lo que digo (que es muy loco) resulta medianamente entendible gracias a las referencias que nos dan los grandes místicos que escriben sobre la mente-profunda, y que hablan sobre el observador y el observado, y gracias a los conocimientos básicos de la física (o mecánica) cuántica, que ha popularizado la idea de que el observador influye sobre lo observado. Somos dos; cada uno somos dos. Pero entenderlo no es más que creer entenderlo. Solo la vivencia produce una verdadera comprensión y transformación. A esto invito. Por decirlo de un modo peculiar, uno es el hombre (o la mujer) y otro es la persona. El concepto de persona proviene del latín máscara (que a su vez viene del griego, a propósito de la actuación teatral). La máscara cubre el rostro. La personalidad
  • 42. está sobre el hombre (y la mujer). La máscara nos provee la diversidad, en que cada cual es un personaje singular en el teatro de la existencia. Persona, de acuerdo con Wikipedia “es un concepto principalmente filosófico, que expresa la singularidad de cada individuo de la especie humana en contraposición al concepto filosófico de «naturaleza humana» que expresa lo supuestamente común que hay en ellos”. Mientras el hombre es la manifestación del Ser la personalidad es la manifestación del Ente. El Ente, como pretendo exponerlo en un tercer libro, alcanza (alcanzará) su plena realización en la persona jurídica. En el mundo solo hay dos tipos de personas, las naturales y las jurídicas. Si bien los entes jurídicos (sujetos a leyes) han alcanzado un gran desarrollo (gran presencia) a través de las grandes corporaciones, como son las sociedades anónimas y los estados, aún tienen mucho camino por recorrer. Si bien las personas jurídicas actúan a través de las personas naturales, me inclino por creer que en algún momento el ente se va a personificar jurídicamente (y esto parece demencial) en la forma de una consciencia artificial, ya sea como un edificio inteligente (como la Torre Stark, de Ironman) o como un Cyborg. Parece ser el camino invariable que lleva la humanidad. Podría parecernos que la inteligencia artificial nunca podrá darse cuenta de sí misma, pero ¿Y en 200 o en 1.000 años más? Es posible que el Transhumanismo (humanos modificados –mejorados-) nos lleve hasta allá. El sueño por alcanzar la vida eterna sin antes haber muerto parece ser el verdadero motor de la historia. Así lo ha expresado Ray Kurzweil (1948-vivo), inventor estadounidense (considerado el sucesor de Tomás Alba Edison), empresario, escritor, músico, futurólogo, cofundador de la Universidad de la Singularidad (Silicon Valley, EE.UU), Director de Proyector de Google y padre del Transhumanismo: “La muerte es una enfermedad que estamos próximos a curar”.
  • 43. Dejar atrás el cuerpo biológico (al ser), independizarse de él, es la gran meta del ente ¿A cuántos no les gustaría tener un cuerpo que no se enferme ni envejezca? ¿Seguiremos siendo humanos cuando solo nuestro cerebro sea biológico? Esta segunda fase está recién comenzando. Si uno introduce en google la frase real cyborgs (cyborgs reales) probablemente se encontrará con una lista encabezada por Neil Harbisson, al que algunos consideran el primer cyborg reconocido del mundo, respecto de quien en el año 2004 las autoridades británicas aceptaron que figurare en la foto de su pasaporte portando su ojo electrónico (que él dice considera parte de su cuerpo), que se manifiesta por una antena en la cabeza (que le permite oír los colores, pues solo puede ver en blanco y negro –cromatismo-). Mi propósito es hacer presente que tal vez no somos más que orugas dentro de las cuales viene asomando una mariposa (queriendo poner un ejemplo bonito y optimista). No somos conscientes de esta circunstancia (o propósito oculto) porque algo (o tal vez alguien) impide que nos demos cuenta. Aunque hablamos desde el “yo” no somos consciente del “yo”, y en parte es así por cuanto nos esforzamos en negar al “yo”, y a ello contribuyen las religiones, el budismo, alguna corriente de la psicología y la filosofía, y la moral general. Algo así como que la mente (m-ENTE) tiende a invisibilizarse. El Transhumanismo postula que en algún momento se va a producir una singularidad, a la que ha llamado Singularidad Tecnológica, momento en el cual la inteligencia artificial general (IA Fuerte) superará a la mente humana. Calculan que dicho evento será en torno al años 2030-2040. Es interesante citar al matemático y físico húngaro-estadounidense John Von Neumann (1903-1957), considerado uno de los matemáticos más importantes de la historia moderna, que hizo aportes fundamentales a la mecánica cuántica, a la teoría de
  • 44. juegos y considerado el padre de la computación, quien hace 60 años hizo la siguiente reflexión: “El progreso tecnológico cada vez más rápido y los acelerados cambios en el modo de la vida humana, da la apariencia de que se acerca alguna singularidad esencial en la historia de la raza humana, más allá de sus propios asuntos tales como los conocemos, que hará que la humanidad no pueda continuar adelante” (El subrayado es mío). *** La pregunta es ¿Tiene que ser así? ¿Tenía necesariamente que ser así? ¿Convendrá que sea así? ¿Se podría evitar? ¿Podría ser mí (no yo) el primer Ser que se dio cuenta de su Ente (de su “yo”), y que tomó el control de él? ¿Podrían llegar a hacerlo los demás seres? ¿Podría ser el “yo” una especie de virus que tomó el control de un ser vivo (de nosotros en cuanto seres) y que cumple su propósito a través de él? ¿Acaso no hay ejemplos en la naturaleza en que un bicho se introduce en otro y toma su total y completo control? ¿Podríamos estar siendo una herramienta de otros seres sin que nos demos cuenta? ¿Podríamos ser como salmones en una piscina artificial creyéndonos que estamos en el mar? ¿Podríamos estar en una Mátrix? ¿Y si estamos produciendo algo para otros seres (entes exteriores) sin darnos cuenta, tal como la oruga sin saberlo produce para nosotros la seda? ¿Y si producimos, música, por ejemplo, que otros seres no saben producir? ¿Acaso no sería necesario que tan solo uno de los millones de avistamientos de ovnis fuera verdadero para tener por cierto que no estamos solos? ¿Y si no estamos solos? ¿Y si en las historias
  • 45. de los anunnakis hay algo de verdad? ¿Cómo explicar que siendo seres inteligentes estemos destruyendo un planeta que acarrea nuestra propia destrucción? ¿Bastará dar una explicación de nuestra particular naturaleza (cultura) solo recurriendo a que somos seres egoístas y malvados? CAPITULO II ENERGÍA Y ESPÍRITU Hay casi unanimidad en cuanto a considerar que todo lo conocido se nos presenta solo como dos ‘sustancias’; como MATERIA y como MENTE. Nada sobrepasa los límites de la materia-mente, las dos únicas sustancias que existen (para los humanos al menos), ni nadie, tampoco, sale de la dimensión espacio-tiempo. Poseemos un cuerpo físico, una sustancia material accesible a nuestros sentidos, de modo que podemos verla, tocarla, olerla, gustara y hasta oírla. Poseemos, por otro lado, una mente no física; una sustancia inmaterial que no es accesible a nuestros sentidos directamente, de modo que no podemos ni verla, ni tocarla, ni olerla, ni gustarla ni oírla. Somos, por ejemplo, como el capitán de un submarino, que solo reconoce a otro submarino por medio de un radar (una especie de oído mecánico), pero que no le sirve para ver al capitán del otro submarino. Dentro de cada uno de nosotros hay una dimensión que los otros no pueden percibir solo por sus sentidos, ni nosotros podemos conocer la interioridad de los otros solo por medio de nuestros sentidos. Cuando me refiero al aspecto no-material, me refiero, por ejemplo, a la dimensión moral de las personas. Ha sucedido muchas veces
  • 46. que de una persona teníamos cierta idea, a pesar de conocerla por mucho tiempo, y de pronto nos dimos cuenta que esa persona no era como creíamos. Tal vez esa persona nos estaba engañando o simplemente nosotros nos hicimos una idea equivocada de ella. Es decir que mientras podemos poner la dimensión material de una persona bajo un microscopio para conocer su interioridad material (sus células por ejemplo), no podemos poner bajo un microscopio su dimensión inmaterial para conocer sus intenciones (sus pensamientos, por ejemplo). Se han desarrollado instrumentos para intentar conocer la interioridad mental de las personas, como test de personalidad o el detector de mentiras, pero no hay como probar objetivamente su eficacia. A la mente se le intuye (adivina) un poco, pero nada más, pues es completamente imposible objetivarla (adivinarla siempre). Entonces, una cosa es el cuerpo físico y otra cosa distinta es la mente no-física. Uno es el CEREBRO y otra muy diferente es la MENTE. Tomemos por ejemplo el caso de un computador, en que podemos distinguir el hardware (armazón, placa base, monitor, teclado, mouse.) del software (programas de Word y de Excel, por ejemplo). No es el mejor ejemplo, pero creo da una idea de lo que quiero decir. El cuerpo (físico) y la mente (no-física) se entrelazan (acoplan) pero no se funden. Cuando un ser vivo fallece la mente se apaga, desaparece (tal vez se va), pero no el cuerpo, que continúa estando allí (aunque frío y sin respirar). Semejante también a una ampolleta que se quema, que luego de quemada deja de encender, pero que como materia no desaparece. Como que “se le va la energía”.
  • 47. El cuerpo pertenece al mundo que percibimos por los sentidos, y la mente al mundo que no percibimos por los sentidos. Semejante, también, a lo dicho por Platón en su Teoría de las Formas, en que el mundo se divide en dos: por una parte está “la cosa material” y por otra parte “la idea” que tenemos de esa cosa material. Entonces, el mundo es el entorno de mi cuerpo mundano (exterior), y las ideas y pensamientos es el entorno de mi cuerpo mental (interior). Mi cuerpo se relaciona con el mundo y mi mente con las ideas y pensamientos. Mis pies se mueven en el mundo y mis pensamientos se mueven en la mente. ESTO ES MUY IMPORTANTE: Cuando digo “MENTE” digo también “ESPÍRITU” (al menos por ahora). Hago presente que para los antiguos griegos LA MENTE Y EL ESPÍRITU ERAN LO MISMO. Ellos fueron los primeros que, rudimentariamente, concibieron la idea de un mundo dividido en dos: lo que ‘vemos’ (vemos, oímos, gustamos, olemos y palpamos) del mundo (el mundo físico- material); y lo que pensamos del mundo (el mundo mento- espiritual). Cuando digo ‘espíritu’ no estoy diciendo un alma que sobrevive luego de la muerte, porque esto no lo sabe nadie. En este sentido lo único que tenemos son creencias, por más firmes que sean. No hay pruebas de la trascendencia. A estos dos “mundos” los antiguos griegos les llamaron la “Naturaleza” y el “Espíritu humano”. El ‘espíritu humano’ se compone de la mente y del espíritu. Es decir que cuando hablamos de mente hablamos también de espíritu. Y cuando hablamos de materia hablamos también de energía. (Para los científicos la MATERIA se presenta como ENERGÍA y como MASA. La Teoría del Big Bang sostiene que primero surgió la Energía y que solo unos 500 mil años después una parte de ella se
  • 48. materializó (solidificó, masificó), dando lugar a la Materia, o mejor dicho dando lugar a la Masa (energía solidificada). La MATERIA, entonces, es energía y es masa. Digamos (para efectos de este libro) que una parte del Espíritu también se “solidificó” dando lugar al Pensamiento. La MENTE, entonces, es espíritu y pensamiento. Esta división entre lo material y lo inmaterial ha recibido distintos nombres a lo largo de la historia, tales como “Naturaleza y Espíritu humano”; “Materia y Mente”; “Naturaleza y Cultura”; Cuerpo y Alma”; “Cosas y Palabras”; “Mundo y Lenguaje”, etc. Creo que los antiguos griegos en algunas cuestiones fueron más lúcidos que nosotros. Creo que tanta tecnología y actividad nos ha hecho menos conscientes en algunos aspectos, y en especial nos han hecho menos autoconscientes. Vivimos más vueltos hacía “afuera” que hacía “adentro”. Podríamos tratar a los antiguos griegos de ignorantes en lo científico (conocimiento de la organización de materia), pero no en cuanto al conocimiento del espíritu humano (conocimiento de la mente y el “corazón”). En ese tiempo había muchas más guerras que ahora, y algunos filósofos en su juventud fueron soldados. En ese entonces las pasiones humanas seguramente estaban mucho más a flor de piel que hoy, que son tan reprimidas (tan culturizadas). Recordemos que Homero (que vivió aproximadamente por entre los años 800 y 700 antes de Cristo) ya había escrito (unos 300 años antes de Platón) La Ilíada y La Odisea, textos de muchísimas palabras y páginas (casi 16.000 versos en 24 cánticos), que relataban los horrores de la guerra de Troya con explicaciones mitología (sin la razón), pero también con extraordinaria frialdad. Entonces, reitero, cuando digo “MENTE” digo mente y espíritu.
  • 49. Hago presente, nuevamente, que la Teoría del Big Bang sostiene que la Materia (como masa) surgió recién unos 500.000 años después de la gran explosión, pues antes de ella solo existía la Energía (la energía no se había solidificado, no se había convertido en masa). Según la Teoría del Big Bang primero surgieron las partículas elementales, las más simples de todas, que no se componen de nada más que de sí mismas, y que por lo mismo carecen de toda estructura, tales como son los leptones, quarks, bosones y electrones, por ejemplo, que pasado un tiempo (unos 200.000 años) se unieron y dieron lugar a otras partículas menos elementales, como son los protones y neutrones. Luego estás partículas no elementales (formadas de dos partículas elementales) formaron una partícula compuesta mayor, que dio lugar al núcleo del átomo. Luego transcurrieron otros 100.000 años en que los núcleos estuvieron solos (hasta que la luz se separó de la radiación), en que los electrones comenzaron a orbitar en torno a ellos, dando nacimiento al átomo. Luego de pasados otros muchos miles de años los átomos se unieron (vinculándose) con otros átomos y dieron lugar a la materia, o mejor dicho a la “masa” (unión de átomos) Es decir que la Materia (la masa) es muy posterior al inicio del universo, pues al comienzo todo solo era energía (materia no másica). Resumiendo: la masa (solidificación de la energía) surgió medio millón de años después del Big Bang. Dependiendo de cuantos protones y neutrones formen el núcleo y dependiendo de la cantidad de electrones que orbitan en torno a ese núcleo es el tipo de átomo que se forma. En la naturaleza las partículas elementales se auto-organizan como átomos en 92 formas diferentes (luego el hombre creó otros). En la naturaleza hay 92 tipos de átomos distintos, a partir de los cuales se forma todo lo que existe, incluidos nosotros. Poco a poco fueron surgiendo los átomos de hidrógeno, de Helio, de oxígeno, de cobre, de mercurio, y los otros. Luego estos se
  • 50. unieron (vincularon) con otros átomos y dieron lugar a las moléculas, como la molécula de agua, por ejemplo, que se compone de un átomo de oxígeno y de dos átomos de hidrogeno. Luego las moléculas se unieron y dieron lugar a los elementos, tales como el agua, el aire, el plomo, el sodio, etc. El aire, por ejemplo, se compone en un 78% por hidrogeno, en un 21% por oxígeno y un 1% de otros gases. *** Una de las sustancias formadas por moléculas es el azúcar, en que ninguno de los elementos que la componen es dulce, sino que el DULZOR es la PROPIEDAD EMERGENTE que resulta de la unión (vinculación) de sus elementos básicos. Esto quiere decir que el todo es más que la suma de sus partes. Me interesa que quede claro lo que es una propiedad emergente, por cuanto ¿Es el “yo” una propiedad emergente del Ser? o por el contrario ¿Es el “yo” un ‘elemento’ ajeno al Ser? En la naturaleza tenemos los seres vivos y los seres no-vivos. Los últimos son menos complejos comparados con los primeros. La organización biológica (la unión de distintas moléculas) va dando nacimiento, poco a poco, a elementos cada vez más complejos. Así, las moléculas se reúnen (vinculan químicamente) y dan lugar a la CÉLULA, el elemento más básico de la vida. Estas llevan a cabo las funciones que los niveles más bajos de la organización no pueden, como el metabolismo. (Hay dos tipos de células: las células de las plantas, que tienen una pared celular rígida hecha de moléculas de celulosa, y las células animales, que tienen membranas celulares flexibles). Luego se juntan (vinculan) las células y dan lugar al TEJIDO, que está compuesto de células que funcionan juntas para cumplir una determinada tarea. El tejido muscular, por ejemplo, trabaja en conjunto para mover las articulaciones del cuerpo. Luego el tejido
  • 51. da lugar al ÓRGANO, que es un sistema de tejidos que trabajan juntos en una escala mayor para realizar determinados trabajos dentro del cuerpo de un animal. Ejemplos de órganos son el cerebro, el corazón y los pulmones. Luego surge el SISTEMA ORGÁNICO, que es un grupo de órganos que trabajan juntos para realizar funciones corporales específicas. El sistema respiratorio, por ejemplo, utiliza los pulmones, las vías aéreas y los músculos respiratorios para inhalar oxígeno y exhalar dióxido de carbono. Luego la vinculación de los diversos sistemas da lugar a un ORGANISMO (INDIVIDUOS), que es un individuo reconocible y autónomo, como un perro, un pato o un orangután. La mayoría de los organismos son organismos multicelulares que poseen órganos y sistemas orgánicos. Un ser humano es otro ejemplo de organismo. Los organismos (individuos) se reúnen (vinculan) y dan surgimiento a la POBLACIÓN, que es un grupo de múltiples organismos de la misma especie dentro de un área específica. Por ejemplo, una manada de leones en Kenia (África) es una población. Luego las poblaciones dan lugar a la COMUNIDAD, que consiste en todas las especies diferentes dentro de un área determinada. La población de leones en Kenia, más las poblaciones de gacelas, jirafas, elefantes, escarabajos, y todas las otras especies en la zona, forman una comunidad. La vinculación de todas las comunidades da lugar al ECOSISTEMA, que está formado por todas las comunidades de un área determinada, así como todos los componentes físicos no vivos del medio ambiente. Las rocas, el agua y la tierra son parte de un ecosistema.
  • 52. Y finalmente la vinculación de todos los ecosistemas de la Tierra juntos da lugar a la BIÓSFERA. Cada animal, planta, bacteria, molécula, roca, etc. es una parte de la biosfera terrestre. *** La Energía y el Vínculo entre ella estuvo presente en cada una de estas evoluciones, de modo que sin energía ni vínculo no habría vida, ni siquiera materia. Dos átomos, que poseen diminutas energías, se vinculan y forman una molécula. ENERGÍA y VÍNCULO han sido vitales en este proceso de creación. En el PLANO METAFÍSICO para muchas personas Dios es energía, tomando la palabra ENERGÍA como sinónimo de ESPÍRITU. Entonces, mientras la energía se hace MASA (se hace cosa), el espíritu se hace PENSAMIENTO (se hace palabra). Los pensamientos son las “cosas” que hay en la mente, hechos de palabras. Espíritu en griego es ‘pneuma’; en latín es ‘spirare’; en hebreo es ‘ruah’; en sánscrito es ‘atman’; y en copto es ‘nife’. Y en todos ellos significa SOPLO, AIRE, ALIENTO y también VIENTO. Es decir que hay una clara relación entre ENERGÍA y ESPÍRITU. Según Wikipedia la palabra ‘energía’ proviene del griego ‘ἐνέργεια’, que significa actividad, acción, fuerza de trabajo, relacionado con la idea de poner en movimiento, transformar. Es claro que el aliento es la fuerza que lleva el aire hasta nuestros pulmones, dándonos (o prolongándonos) la vida. Recordemos que el viento fue la primera energía no proveniente del esfuerzo físico (humano o animal) que logramos utilizar. Se cree que las primeras embarcaciones movidas por la fuerza (energía) del viento surgieron unos 3.000 años a. C. Entonces, si la energía se materializó unos 500.000 años luego del Big Bang ¿También se mentalizó (materializó) en algún momento
  • 53. el espíritu? Es decir ¿Qué significa que el espíritu se convierta en palabra? ¿Será como dijo Hegel, que el Espíritu del universo se hizo pensamiento en nosotros y pudo auto-observarse a sí mismo? ¿Será que el espíritu se ‘pensamentalizó’ (‘materializó’, se hizo pensamiento) 13.800 millones de años después del Big Bang, por medio de nosotros? ¿Comienza con nosotros una segunda evolución del universo? O, en otras palabras; ¿En qué tiempo surgió la mente? ¿Surgió con el Big Bang o surgió después? ¿De dónde surge el espíritu? ¿Estaba el espíritu contenido en el punto primigenio (infinitamente pequeño) que luego dio lugar al universo? ¿Existe el espíritu?