Grecia no era un país muy apto para la agricultura debido a sus muchas montañas y la escasez de lluvia en verano. La cebada era el cereal más cultivado, mientras que los olivos y viñedos prosperaban, produciendo aceite de oliva y vino que se exportaban a cambio de cereales. En las montañas se criaban ovejas y cabras, y cuando un campesino moría, su tierra se dividía entre sus hijos.