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1
LA VIRGEN

  DEL CARMEN

ELECTROACUSTICA




  ESCRITO POR:

   STAROSTA

(RAFAEL BEJARANO)




        2
INDICE:


                                          Pág.
INTRODUCCION:                             5



1. NARVAEZ                                11

2. LA VIRGEN DEL CARMEN ELECTROACUSTICA   17

3. EL FESTIVAL DEL RETORNO II             25

4. LOS OCHENTAS                           30

5. PORRO TRANCE                           40

6. MEGAFONO                               47

7. LA LINTERNA DE DIÓGENES                64

8. UNA PROCESION ROJA                     73

9. AMNESICA                               87

10. EL ABUELO BASILIO                     90

11. PURILLUNOS                            98

12. EL ESPIA                              102

13. LAS BOLSAS DEL CHIMBILAX DIABOLICO    112

14. TAMARA                                122

15. AORTA                                 131

16. TUMBA DE MI (VERSION 2.0)             136

17. LA GOLONDRINA CAIDA                   141

18. RITA                                  148




                                3
Dedico este libro a mi familia, a mis amigos, y a todos aquellos

que como yo, creen en la belleza del leer o el escribir. Sustentos

invaluables para el alma.




Una dedicación especial a Pedro Narváez y su revolución. Una

lucha intencionada y justa. La primera en Suramérica, llena de una

coherencia que ya no se ve más hoy en día en los actores actuales

del conflicto armado.




Un especial agradecimiento a Olto Jiménez por el enorme sustento

intelectual en la primera etapa de elaboración de este libro.




                                  4
INTRODUCCION
Toda reacción generada por el humano en la vida cotidiana, nace, en mi
opinión, a través de su experiencia primaria con el miedo. Este miedo, como
simbolismo de la fragilidad del ser humano, marca de una manera
contundente su devenir ante la sociedad. El humano entonces se escudara
de allí en adelante detrás de esa primera reacción y lo llevara de la mano a
través de todos los actos de su vida. El tejido del orden establecido de las
sociedades se vera aumentado o destruido según sea la manera como cada
persona enfrente este temor. Se van entonces a generar dos grupos de entes
sociales: Los que alimentaran el tejido y los que atacaran este mismo tejido,
en una búsqueda infatigable hacia la destrucción de lo establecido. Estarán
en contra de todo orden ya creado por los hombres. La pregunta, para mí,
no es como llegaran a la conclusión de es objetivo, inconsciente, pienso yo,
que se han trazado estas gentes. La pregunta importante es: ¿Con que lo
reemplazaran? ¿Estos seres tiene una conciencia de que la destrucción, por
si misma no tiene sentido si no hay nada con que reemplazarla? Los
tiempos cambian constantemente porque si. Simplemente. No comparto la
teoría, si es que existe, de que la vida como la conocemos, es un producto de
las acciones realizadas por el hombre a través de su propia historia. Rehusó
categóricamente esta postura, y apoyo mas el sentido del pensar que esta
"Evolución" Y encierro la palabra en comillas y la uso únicamente porque
no soy tan brillante para usar otra palabra, es mas el proceso raso y
natural de la vida misma. Así como una planta brota del suelo y germina
apuntando hacia el sol, y así como el hombre nace llorando cuando sale de
una manera violenta del útero materno, la tierra también pasa por todas
las etapas de desarrollo de su vida en una entropía completamente
comprensible. En ese orden de ideas, un poco torpes en realidad, yo creo
que los tiempos y periodos de la humanidad, ha venido ligados de la mano
de los mas entregados a las estructuras sociales, los cuales se han visto
presionados de una manera contundente, por los detractores. Veo una
sociedad que funciona como pequeños entes que están programados por lo
establecido, para realizar una función especifica: Para ser un economista,
que revisa números y cifras y presenta un informe, el cual debe ser
detallado, sobre su análisis profundo acerca de los movimientos de una
empresa, compañía, fabrica o grupo social dedicado al lucro. Un albañil, el



                                      5
cual siempre estará disponible dentro de la sociedad, siempre estar allí para
levantar muros, puertas, postes etc. o para echarlos abajo. No quiero decir
que un albañil no pueda realizar otra labor. La podrá realizar, pero a partir
del momento en que el albañil, por su libre albedrio o presionado por la
misma sociedad a realizar labores distintas por necesidad, dejara de ser el
cien por ciento eficiente en esa labor que desempeñara, pues el es un
albañil. En el momento en que realice esa otra labor tan distinta a lo que
sabe, de manera impecable, ese ser dejara de ser albañil y se transformara,
en eso otro que haga, volviendo de nuevo al ciclo de utilitarismo absoluto
de la sociedad para la sociedad misma y cumplirá esa nueva función para la
cual, en este caso, ha sido reprogramado, como dije antes, por la sociedad
misma. Y en este orden aparecerán todos lo demás oficios que hay en el
mundo de hoy: Médicos, ingenieros, abogados, barrenderos, bibliotecarios,
etc. Estos serán para mí, los entregados a lo establecido por la sociedad. Los
detractores sufrirán de una terrible realidad, pues serán una parodia de lo
que no quieren ser. Pero, al ser detractores de manera inconsciente, no
sabrán por que esta o aquella labor les genera una sensación o sentimiento
de frustración, rabia, o desolación. Y es esta razón, lo que hará que cumplan
con su función de detractores de manera impecable, pues serán trabajadores
o entes sociales, sumidos en la mediocridad del ejercer una labor o
profesión, ajenos a la pasión de amar lo que se hace. Se enredan entre los
demás engranajes de la sociedad, como un virus que esta allí para producir
el error, el fallo, la inconsistencia del tejido social.            Elementos
absolutamente imprescindibles para el perfeccionamiento de todas las
funciones en las cuales se solicita la presencia de seres humanos para su
realización. Pero ¿Es acaso esto importante? ¿Realmente necesitamos gente
mediocre en nuestra vida? Mi respuesta es: Impresendible. Y la razón será,
para mí entender, la más sencilla de todas: Porque todos somos esos
detractores sociales.

Pero ¿Cómo es posible que todos llevemos esa marca, ese sino en nuestras
existencias?

Yo pienso que el ser humano es un diseño de una perfección y complejidad
inigualables e inimitables. Y tanto es así, que no he conocido a nadie que
haya nacido con la más férrea convicción de haber venido a este mundo a
hacer lo que hace hoy por hoy. No conoce a un ingeniero industrial que


                                      6
tenga en su genética el serlo. Para mí, las elecciones académicas del hombre
no están ligadas con su desarrollo hormonal, molecular, neuronal, genético.
Digo no de una manera radical. Los sentimientos humanos son de una
naturaleza particular y un tanto misteriosa. No conozco a nadie que cambie
un día en la playa, bajo el sol, en total tranquilidad, por un día encerrado
detrás de un escritorio en una oficina. Mucho podrían decir: Yo si. Pero en
realidad, es ya un ser moldeado por la sociedad para tomar esa opción, como
una repuesta automática a un deseo del espíritu publico. Y esa
condicionalidad es generada por los propios hombres, que generaron un
traumatismo en el tejido de las sociedades para poder ser únicamente ellos,
los que puedan estar bajo ese sol en la playa, amparados por la
condicionalidad de los que no pueden tomar esa opción, porque fueron presa
de la violencia de la sociedad. El ser humano tiene toda una serie de
vínculos espirituales con cosas que distan completamente de lo que realizan
en sus vidas diarias.



La gente le teme mucho al sentirse pérdida realmente en cuanto a los
caminos que debe llevar. El status quo exige que la persona sepa claramente
cual es el camino, la carrera, el destino a seguir. Eso hace parte del
maniatamiento de la sociedad actual, pues se esta forzando a un joven, que
en realidad, es casi un niño entre los diecisiete a los veinte años a tomar
decisiones tan trascendentales con respecto a que va ser de su vida. Y
cuando esa presión es ejercida sobre una mente que aun no tiene un
formato definido pueden llegar ocurrir dos cosas: O que este chiquillo elija
mal lo que va a ser el resto de su vida o que los padres influyan de una
manera enmarañadora en el destino de un ser que tal vez quiera ir hacia
otro lugar, sin mencionar el hecho de que estos padres o adultos
“Responsables” en realidad quieren vivir sus sueños frustrados a través de
sus hijos. Estos seres, estos jóvenes, entonces terminan teniendo un formato
con un aspecto más encasillable a los tejidos sociales. Y a la larga, todos
somos parte del proceso, y a la vez, detractores sociales por excelencia. Y esa
es la neguentropia que ha mantenido vivas ambas partes de esa misma
condición.




                                       7
La Virgen Del Carmen Electroacústica (Un libro, una declaración, un
delirio……?) Es un intento, muy pequeño de generar un remedio, que
enferma más que el propio mal. Un minúsculo elemento de transformación.
Desde su misma concepción, que nace de una intención de redescubrir un
personaje tan noble y brillante como lo fue Pedro Narváez, revolucionario
primal en la historia colombiana, lejano de los intereses corrompidos y
tristes de aquellos que dicen levantar esas mismas banderas hoy día,
mientras roban y comercian drogas, almas e intenciones ruines, este libro
estuvo acompañado por una idea clara que era mostrar, de una manera
tajante, y tal vez un poco fuerte, un reflejo de la palidez de la miseria
humana. Pero no yendo a lugares universales o convocativos de aunar ese
sentimiento en una gran sociedad, sino mas de un sitio mucho mas
pequeño, de una comunidad que olvida lo mas importante: De donde viene,
y por esa misma razón, no sabe nunca para donde va. Entiéndase el
concepto de una virgen electroacústica, como un invento, algo imaginario,
en el cual se sustenta el encaramiento de un proceso de escritura y la idea
de mostrar la ambigüedad de la fe y del concepto del bien y del mal. La
fantasía recorre estos cuentos, de un lugar, que contrariamente, es muy
real, y que de imaginario tiene más bien poco. Es una manera, muy mía, de
ser un detractor social, sin generar pautas trascedentes, sino, de alguna
manera, generando preguntas que tal vez sean muy pertinentes.

Un aspecto notable de la cultura actual en Colombia es algo que yo llamo
“Autoctonizacion” (No se si eso exista. Si existe, pues bueno, pero si no,
pues no olviden que yo lo invente!!!) Y es esa manía, un poco estúpida a
veces, de pasar por el espectro de la idiosincrasia de este país cualquier tipo
de manifestación, corriente, movimiento, etc. Artística o culturalmente
hablando. No es mi intensión subirme en ese carrusel estúpido, o porque
quiera yo seguir corrientes modernistas y poco dadas al seguimiento de una
búsqueda constante en el devenir de escribir y crear. Una intensión de
buscar otra forma de expresar una idea a través de una narración que
contenga elementos no utilizados en libros anteriores por mí escritos. Y si
bien, este libro en realidad es una recopilación de cuentos que fueron
escritos hace unos años, era importante para mí darle una idea global a todo
el concepto, recopilándolos, depurándolos y mostrándolos. Espero que se
entienda como una necesidad personal de evacuación de mi trabajo, a favor
de una demanda urgente al repasar la historia de un lugar, para no perder


                                       8
una identidad y una herencia que tomo mucho tiempo concretar, y un
clamado a una liberación de elementos de una idiosincrasia perversa que
carcome día a día, a una sociedad que perdió su norte, en medio de odas
ridículas, bagatelas y tonterías limitantes. Si se entiende este libro como un
elemento de parodia religiosa o como una caricaturización insulsa de un
pueblo, entonces no se entendió ni mierda.



Gracias.




                                                   STAROSTA




                                      9
“El muerto confiaba

                    En su gente

                 Y en Calavera…”




Fragmento de la canción “El muerto” de Los Fabulosos

                     Cadillacs




                         10
NARVAEZ


Los hombres estaban cruzando aquellos montes en silencio. Eran las

cuatro de la tarde y el cielo alumbraba en verde Sol mayor. Su líder

adelante, machete doopler en mano, rompía la maleza con toda

energía. Con todo fervor revolucionario, como una expiación. Tenía

unas ideas clavadas en su mente como las tachuelas del calzado que

antes manufacturaba en su fábrica. Primero zapatos formales. Luego

botas resistentes, para cruzar la ruta de la libertad. Cordones

desatados, al igual que sus espíritus, desteñidos por la injusticia.

Suenan músicas de fondo. Van pisando sombras y viejos robles del

camino. Y todos ellos en sus mentes se preguntan: ¿Qué va a

suceder?...



Y así pasó Pedro Narváez. Su lucha fue como una ola estrellando el

océano. Dejó sus huellas en el fango, plasmo su voz en esas mentes y

apresuro la revolución que vendría después. Señalo con dedo

humilde y calloso la maquinaria política y lo poco igualitario del

mundo en que vivieron. Y esos eran tiempos nuevos. Era la

inresurreccion. Y el vértigo de esas firmes alturas frente a un mar

de atropellos, sirvió de impulso también.      ¿Quién dijo que no

saltaría al vacío? Muchos lo acompañaron, pero solo se reconocen

esas pisadas en los caminos que ahora están llenos de espejismos.




                                 11
No sabemos si existió duda en su decisión. Si el temor de encontrar

la muerte le hiciera revolverse el cerebro con un binocular de dudas

pertinentes, pero inútiles, porque ya eran decisiones tomadas. . Las

ideas fueron suficientes para continuar entre nebulosas, para

mostrarse y esconderse hasta de su propia identidad. Sus exigencias

nobles los protegieron como escudos de oro, en el mas acá, y si, en el

mas allá también. . Solo sabemos que de los veinticinco de Narváez

alguno tendría la misión de viajar muy lejos. Alguno tendría que

volver, para no olvidar.



El viajero se levantó cuidadosamente. Lentamente emergió su

cuerpo de la tierra. Un cuerpo desnudo, Cubierto de décadas de

olvido, pero curiosamente, un poco más joven. En su cuello aun

estaba el escapulario de la virgen roja, el mismo que los otros

veinticuatro juraron llevar hasta el final. Todo él volvió de aquel

pasado. Deja vú de luz.



- ¡Virgen del Carmen Electroacústica! - Grito el viejo campesino

mientras soltaba el azadón y me ayudaba a levantar al extraño-

Sabia que este momento llegaría algún día, pero es que uno a esta

edad no esta para estas sorpresas. – dijo mientras él se terminaba de

despertar de sesenta años de sueño intranquilo.



A mis preguntas presurosas, el viejo empezó a contármelo todo.

Paso un silencio lleno de ruido. Ruido blanco. Ruido de magia.


                                  12
- Pues si joven, eso le cuento- Continuo después de un rato - Mi

papa estuvo con ellos. El era uno de los veinticinco de Narváez.

Trabajó en esa fábrica de zapatos hasta que se alzaron.



Y a mi pregunta morbosa del “¿Que paso después?” Me contesto:



- No se pudo hacer mucho, joven...- Una respuesta silenciosa, un

comentario extraviado, acerca de algo de lo que nadie recordaba,

algo que al parecer, jamás había existido.



- Ellos enviaron una carta al congreso, firmada por casi todos. Don

Pedro no la firmo. Pero porque fue él quien la escribió, segurito.

¿Usted cree que esa persona tan importante no firmaría? Él ya

estaba listico. Él sabia de esas cosas. Mi papá le tenía mucha

devoción al hombre. Por eso lo siguió hasta lo último… Pero tómese

el tintico joven, que se le va a enfriar. Saboréelo porque es de acá de

la finquita, hecho con pepitas milagrosas de arábigo, unos palitos

que mi papá no quiso tumbar. El siempre tan terco con sus cosas. –

Se volteo hacia el extraño y le pregunto: - ¿Lo conoció usted?



El viejo campesino bajo la mirada, arrepentido, ante los ojos

extraviados y sin respuesta del viajero. Sintió que al preguntar, se

había excedido demasiado. El sabía bien su condición miserable.

Sabía bien que no debía levantar la cabeza. Volvió a agacharla. Jugo


                                  13
con las hilachas roídas de su viejo poncho. Escupió flemas a la tierra.

Encendió un cigarrillo y continúo:



- Esa carta la habían enviado a ver si el gobierno le daba más

oportunidad a las fábricas de aquí y no a las de otros países…pero

que va…eso no sirvió de nada. Por eso es que vamos como

vamos….de culo…por eso finalmente se fueron a las malas. A echar

bala. Don Pedro decía que eso no había más opción. - Y alargo un

trago largo de su taza, desorejada y amarillenta, como si estuviera

saciando su sed verdadera.



Apuré otro tanto y mi mirada se paseo por aquel sitio. Estábamos

cerca a la enramada de la finca. Enramada infinita, que albergaba

hojas que ya no son del viento. Un tanque apuntalado de mosquitos,

guardianes indelebles del café, mojado aún, que estaba al fondo del

tanque. No mucho en realidad, ni una carga completa. Pero era algo.

Ahora son como piedrecillas de oro al fondo del rio. Una vieja

maquina descerezadora, chirriante y endeble, prueba de un

paisajismo industrial que se quedo clavado en los años treinta, como

un cuadro sin tiempo ni espacio, que me irrita las corneas. Es como

una esfinge oxidada del paso de una edad adornada de piñones que

imploto sin duda por estos lugares. Es como una huella digital del

absurdo triunfo del desarrollo. Cacorros rotos y remendados,

tirados en singular desorden, como si el efecto domino los

reagrupara, de alguna forma. Un perro viejo y mugriento, si cabe la


                                  14
observación, igual a su dueño, lamiendo una batea con unas

estalagmitas de no sé que, que no me atrevo a analizar mas a fondo,

por puro pudor. Una lona húmeda y manchada, tirada en un rincón,

para mí, sin lugar a dudas, la bandera más elocuente de esta tierra

cafetera. Debería estar en un asta, y si algún día llega a estar izada,

yo la saludare.



- Don Pedro iba de finca en finca, cuadrando todo para la revuelta –

Dijo el viejo mientras el viajero se frotaba sus sucios pies con un

estropajo húmedo - Como ya lo habían declarado un revoltoso, y

hasta habían dado orden de bajárselo si lo veían, el se cuidaba

mucho. Escondidos entre las sombras de los cafetales, bordeando

canjelones, arrastrándose boca abajo, cual culebras. Eso él sabia que

se había metido en otros cuentos, pero siempre se sostuvo en las

ideas. Leía libros de gente del extranjero….Ese señor leía en otros

idiomas….Muy inteligente. Pero eso ya usted lo sabe, ¿cierto?



Bajó más su voz y en ese tono de confidencialidad me dijo: - En

cambio los de ahora lo hacen por plata. El pueblo no les importa un

carajo…eso ahora los muchachos piensan así…las ideas cambiaron

mucho - Y se quedó callado de repente. Se levantó del taburete e

hizo una inspección rápida, un micro periplo, como si alguien

pudiera estar escuchándonos, luego entro de nuevo al trapiche, se

sentó al lado del viajero y le susurro al oído: - Ellos vienen por acá a

pedir dizque vacuna. Nos mataron unas gallinitas y se me tomaron


                                   15
un guarapo que tenia debajo del mesón de la cocina…dieron las

gracias y se fueron…por aquí eso nunca cambiara…siempre se

repite la misma historia…- Luego me miro y dijo: - Eso mejor no

hablemos más de eso, evitemos problemas mijo…



De repente el viajero se desvaneció bajo la marea del sol. El viejo

campesino se acerco tomándolo en sus brazos y juntos lo

acomodamos, con cuidado, en el agujero de donde había regresado

haces unas horas. Él se arrancó el escapulario del cuello y en un

último aliento me lo puso en mi mano diestra. Me la cerró con

fuerza. Y mientras el campesino volvía a dejar la tierra en su lugar,

comencé a ver a uno grupo de personas caminar en visos lejanos.



Los veinticinco emanaban desde la propia inmensidad del monte

sembrado de café. Se les veía cansados, luego de haber pasado por

horas difíciles, haciéndose paso por el enmarañado monte. Brotaban

de la tierra banderas rotas de guerra. Llegaba hasta mí un olor a

vidrio quemado. Solo faltaban unos minutos para que llegaran al

viejo campo de batalla. Lugar oscuro de reflexiones accidentadas de

donde ellos solo salían, en forma de recuerdos.




                                 16
LA VIRGEN DEL CARMEN

                  ELECTROACUSTICA


El patio trasero de la casa estaba en plena ebullición pues le estaba

dando "Todo el palo del sol" del mediodía. Las matas de geranio,

llantén, millonaria, los dos palos de brevo y el de guayaba

alumbraban como si estuviesen hechos de diamante y su savia de

mercurio cromo. El cielo estaba tan azul como si una obsidiana se

hubiese fundido con las nubes y el cenit, delatando toda la inocencia

de Dios detrás de su piel sin piel en la eternidad imaginaria de todo

lo que sea sagrado. Dolores o Doloritas como le decían en la casa

salió a extender las sabanas que desde hacia casi un año no lavaban

pues no tenían unas nuevas con que reponerlas, hasta el           día

anterior cuando paso un vendedor por el barrio empujando con la

energía del conejito de Duracell una carretilla y ofreciéndolas

"Baratísimas" La familia aprovecho y se compro un jueguito que

comprendía: Sabana, sobresabana y dos fundas para las cabeceras.

Terminadas de extender, Doloritas se iba a entrar de nuevo a la casa

pues ya iba a empezar el noticiero del mediodía el cual se podía

sintonizar en dos variantes: Canal Camaleón o canal RCS, siglas que

de seguro traducen: "Rating Como Sea". Un rayo telequinetico del

"Astro rey" le golpeo en toda la jeta y le hizo voltear el rostro a la

muchacha, la cual se quedo "Viendo negro" cuando de repente

percibió una gran mancha en la otrora sabana blanca ahora


                                  17
amarillenta. "Quedaron mal lavadas" pensó con resignación y rabia

mientras se acercaba, al pensar que tendría que volver a refregarlas

en el lavadero, cuando de repente percibió que la mancha tenia una

forma familiar. Segundos después entro corriendo a la sala gritando

cual político en plena época de elecciones: "¡Milagro!" "¡Milagro!"

Doña Carmenza, madre de Doloritas la tomo de los brazos

intentando calmar a la hija alborotada mientras le decía: "Cálmese

pendeja ¿Que tripa se le torció?" Después salieron corriendo al patio

mientras la muchacha le señalaba la sabana, la cual tenia una

imagen en la cual se podía ver a la perfección en un color como de

lápiz, la imagen de la virgen. Doña Carmenza se postro de rodillas

al ver la benefactora santa de la región impresa en las roídas telas y

desdoblada entro en un trance momentáneo, del cual volvió justo

antes de perder del todo la noción de su conciencia en interferencia,

para recordar que cuando estos eventos suceden, hay que

enloquecer de fervor "Electroacústica bendita" gritaba la      señora

mientras las lágrimas se le derramaban sin descanso por los cachetes

pecosos. Su casa había sido bendecida con un milagro, para envidia

de todas sus vecinas. Los gritos de alabanza de la señora fueron tan

fuertes, que hasta el cura del pueblo, el cual vivía a seis cuadras de

distancia, tuvo que detener su almuerzo y asomarse por el

campanario de la iglesia a ver que había pasado. Los muchachos del

colegio ese día también salieron mas temprano, pues estudiantes y

docentes pensaron que había sonado la chicharra que anunciaba el

final de la jornada. Lo más molesto fue el aullido de los perros del


                                  18
pueblo, los cuales se unieron a la sinfonía y se quedaron aullando

como un CD rayado que repite el último segundo leído una y otra

vez.



Los vecinos y curiosos no se hicieron esperar en el patio trasero de la

pobre casucha con olor a masa de arepas que se colaba desde la

ventana de la cocina. De un momento a otro la casa se convirtió en

un mar de carne chismosa y morbosa que no quería perderse el paso

a paso del acontecimiento. Las camándulas, escapularios, rosarios y

demás cachivaches utilizados para rezar como loras avemarías y

padres nuestros, fueron traídos con prontitud y frente a la sabana

las más devotas se atrincheraron a darle de comer a su devoción y a

su pasión. Los ojos en blanco, levantados al cielo sin importar cual

quemado estuviese el rostro por los rayos ultravioleta y sin ningún

temor por el cáncer de piel pues le estaban rezando a la sagrada

imagen de la virgen del Carmen electroacústica. Ella hacia las veces

de sombrilla y protector solar UV numero cuarenta, así que eso era

lo de menos. Llevaban sus biblias la cual dejaban en su regazo y

todas así, arrodilladas desarrollaban una competencia por la que

mas tuviese la voz en plañidera, las manos fuertemente entrelazadas

y la fe más inconmovible. Doña Carmenza levantaba el rostro con

orgullo pues sabia bien que ella era la dueña de la casa y por lo

tanto, la dueña del milagro. Podían verlo y rezarle, pero finalmente,

era su sabana.   Y a pesar de que todo dura un instante que se

quedara adentro nuestro para toda la vida, queremos siempre hacer


                                  19
lo contrario: Tener algo por siempre y en realidad duro dentro de

nosotros, un efímero momento. El sol trastoco en oscuridad y como

todo buen día caluroso, trajo una noche fría. Los esposos, silenciosos

detrás de las mujeres, esperaban pacientes a que estas se fueran para

las casa, pero esto no pasaba. “Mija, entrémonos ya que el sereno le

hace daño” “Le va a dar gripa con ese sol que hizo hoy y usted sin

ruana” Pero de nada valieron las advertencias. Las mujeres del

pueblo cada vez se aferraban mas a sus lugares pues no querían

perderse un detalle del acontecimiento sagrado. A eso de las siete de

la noche llego el cura del pueblo. Este inspecciono la sabana, se

detuvo en cada parte de la imagen, con mirada escrutadora, ante el

expectante silencio del pueblo.



- Si. Es un milagro – Exclamo por fin el curita



Alabanzas de júbilo y manos abiertas al cielo celebraron la

certificación oficial. Era un milagro, era del pueblo y eso se traducía

en muchas cosas. Para doña Carmenza, dueña de la sabana, todo un

hallazgo y fuente de dinero, pues a partir de mañana empezaría a

cobrar la entrada a su casa para poder ver a la electroacústica.

Vendería además las arepitas que fabricaba, pues a todo el mundo le

iba a dar hambre en las oraciones, rosarios, procesiones y demás

reuniones que se organizaran en pos de su sabana. Por fin tendría

dinero para mandar a Doloritas a estudiar a la capital, pues soñaba

con sacarla de ese pueblo de gañanes y montañeros. Soñaba con


                                   20
verla casada con un doctor o un abogado y no con algún vago del

pueblo. Y tenía que hacerlo rápido pues la chica desarrollada estaba

y más de un chulo andaba detrás de las cositas de la niña. Y la

virginidad de la princesa era lo más importante. Doloritas por su

parte estaba feliz pues era el centro de atención del pueblo y todos

los hombres tendrían vía libre para entrar en su casa y verla sin que

la mama se diera cuenta que en realidad era una chica casquivana

que gustaba de la compañía masculina en general. Era, con sus

dieciséis años lo que se conocía como una “Zorra” o también otras

personas podrían denominarla “Una perra” En palabras concretas,

era un puta que había perdido ya la virginidad hacia un tiempo y

había sido montada por mas de media docena de dizque hombres

del pueblo. Ese día estaba como mareada y con nauseas, y mientras

se pintarrajeaba la jeta se fue a la droguería a comprar una prueba

de embarazo, pues tenia sospechas que a ella también le habían

hecho el milagro. El problema es que no sabia cual de todos era el

santo…



El cura del pueblo también estaba feliz. Sabía que tendrían que

enviar comisiones desde Bogotá y también desde el vaticano a

verificar la autenticidad del milagro de la electroacústica. Y eso

significaba visitas de obispos y altos perlados de la iglesia. El los

recibiría y alojaría y por derecha tramitaría su traslado a una

catedral digna de un cura como el. Una en la capital, no la iglesucha

esa del pueblo, con dos torres desteñidas y las mismas bancas desde


                                 21
hace años. Además, tenia sus pecadillos con un monaguillo, y era

mejor irse pronto, pues el amante adolescente, había empezado una

provechosa extorción al cura, a cambio de su silencio, y últimamente

toda limosna y aporte a la iglesia estaba terminando en los bolsillos

del gañan.



Y así, por el estilo, cada uno de los participantes del milagro,

entraban a verlo y a rezarle automáticamente, mientras pensaba de

qué manera podían sacarle algún provecho a la manifestación

divina. Todos veían esa sabana vieja como un jugoso boleto al

negocio o el beneficio personal. Definitivamente, esto iba a ser muy

bueno para todo el pueblo.



Cayó la segunda noche después del milagro. El cura informaba a los

creyentes que ya había llamado a Bogotá y que en unos días

enviarían la comisión para autenticar el milagro. Todos se frotaban

las manos pues sabían que eso era publicidad, y eso traería más

gente, y estos a su vez, la platica. El cura oficio misa en la casa de

doña Carmenza, que parecía una lechuza hinchada de la dicha.

Después de esto, empezaron un interminable rosario, en donde las

voces plañideras y los gestos afectados no faltaron. Doloritas por su

parte, se servía en bandeja al noveno del pueblo que le oficiaría su

pellejo en el de ella, aprovechando la distracción de su madre y

vecinos.




                                  22
Fue entonces cuando paso lo inesperado. Un rayo tremendo rasgo

en lo alto y automáticamente abrió la llave del agua del cielo, que no

entiende de milagritos. Gruesas gotas cayeron en los presentes en el

patio que corrieron presurosos a refugiarse, mientras las viejas

fanáticas, trataban de ponerse en pie y junto al curita, trataban de

desamarrar la sabana de aquella cuerda de colgar ropa, la cual Doña

Carmenza, por pura avaricia, había amarrado hasta el infinito,

preocupada que alguien intentara robársela. En dos segundos el

patio era una escena apocalíptica del diluvio. En el afán y el

desorden, curita y viejas arrugaban la sabana y la jalaban

ávidamente, hasta que finalmente la pudieron entrar a la casa.



- ¡Dios mío que aguacero tan macho! - Bramo mojada y tiritando

una de las viejas beatas

- ¿Se mojo mucho la sabana? -          Le pregunto el curita a doña

Carmenza, mientras se quitaba el hábito totalmente empapado.



Doña Carmenza, que tenia la sabana enrollada con fuerza contra sus

seno, en temor inconsciente que alguien le quitara, no el trapo, sino

todo lo que el significaba para ella, la desenrollo con cuidado, al

terminar de hacerlo, una exclamación resonó en toda la casa.



¡El milagro no estaba! La sabana, chorreando agua, volvía a ser el

mismo trapo viejo y sin valor que había sido hasta la mañana del día

anterior. El vendaval, o el ajetreo al desamarrarla, o el seno, enorme


                                  23
por cierto, de Doña Carmenza, habían borrado el milagro. El cura

examino la sabana y no encontró el más mínimo indicio de la

imagen. Se la entrego a doña Carmenza, la cual cayó de rodillas en

el   piso   mojado   del   patio.   Entonces   dejo   de   llover   tan

inesperadamente como había empezado. El cielo despejo en

segundos y dejo ver hermosas estrellas, que destellaban y brillaban

en el firmamento.



El pueblo se quedo todo, en silencio, con la cabeza gacha. Todo

proyecto se había ido al suelo. Mientras tanto Doloritas vomitaba en

el baño. Uno por uno, en silencio, empezó a irse de la casa. Las

viejas se sacudieron el agua y alzaron el rabo para la casa. Hasta el

cura se fue, estirando la jeta. Y allí se quedo Doña Carmenza, con la

mirada perdida, pensando en todo lo que se le había escapado de las

manos, mientras revolcaba la sabana contra el sucio suelo del patio.



Entonces Doloritas interrumpió los pensamientos, con un berrido

agónico y chillón:



_ ¡Mama! ¡Estoy embarazada!

- ¿¡Cómo así china culipronta!? ¡¿De quien?!

- No se…




                                    24
EL FESTIVAL DEL RETORNO II


Alborada. Los rayos de un sol denso inundan los tejados desteñidos

del alba esquizofrénica. Resuenan tremendos y rojos los cascos de

los caballos que en su transitar galopante por la avenida ensordecen

las demás calles. Retumban. Despiertan. Son las ondas sonoras de

los carros y las motos. La pólvora estallando el firmamento. Los

machetes resuenan allá, en lo profundo, lenta y salvajemente. Los

mismos que hacen tambalear hasta morir los palos de café arábigo y

las plataneras de un verde eterno y hacen el sonido de fondo que no

se puede oír, que se esta desvaneciendo, detrás de las mascaradas de

la vida moderna. Rectángulos de casas dónde ya no hay salida.

Círculos viciosos, aquí y allá. Una alcaldía que juega a mostrar lo

mejor del lugar solapando lo peor para el final, que es lo que traerá

el dinero. Jugar al sueño colectivo. Destruir historia, respeto y

cultura en harás de un progreso que no va mas. Los lugares van

mutando con la llegada de la fanaticada etílica. Y de repente ya no

son los mismos verdes de aquel monte, las mismas calles, los

mismos árboles de luz. Ya no hay como escapar a esos gritos. Y tu,

que nunca estas aquí. Nunca estuviste y nunca vas a estar, así, a mi

lado. Todo un pueblo entrenado para disimular. Para esconder las

incontables falencias. Para cubrir con risas los lamentos de la tierra

que esta cansada de decir: ¡Ya basta! Y a esas voces los lugareños se

reniegan con el grito a todo pulmón: ¡Salud! Y eso es lo que ellos



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entienden simplemente como confraternidad. Y esto siempre es así.

Un sitio más prostituyéndose en su propio festival. Hasta el asfalto

queda pegajoso en el manoseo de su ahora turbia identidad, que los

hace frenar en las señales de la vía. Los de los cabellos blancos se

dividen en distintos bandos: Los más pudientes hacen parte del

agasajo y los más pobres se encierran en sus cortinas harapientas y

techos de viejos machimbres de los años ochenta. Y los demás, que

son los más sabios, caminan casi como si fueran invisibles, y

recuerdan las guerras y las luchas del ayer, por repeler a esos que

oprimían su verdad. Y de eso ya no queda nada. Solo el resoplar de

los fervientes de otras décadas que no olvidan al viejo zapatero. Y

esa es la verdad. Pero los hijos de la triste sociedad solo quieren

practicar acentos de otras regiones. Sus mentes ya no saben

disparar. Solo quieren actuar. Y voces complacientes como hímenes

rotos que repiten insaciables: “No digan después que nos se les

atiende como se debe”. Y nadie se atrevió a decir: “No digan

después que no se les advirtió…”



Entonces se hizo la tarde. La alternativa juventud toma la opción

del poncho en lentejuelas y el sombrero de jipa, para enmarcar así su

trópico intimo. La ciudad en serpentinas pierde la calma, y cuando

desaparece el sol, las tapas rojas de las botellas de aguardiente

vacías marcan caminitos etílicos hasta las mesas. Se inicia el ritual

del dios Baco. Se sirven los tragos. Esas dos torres están llenas de

mierda, y no propiamente de paloma. Vaya mijo, tómese ese cordial


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que se siente caliente al bajar por el gaznate. Vayan chicas, háganse

una lobotomía. Corran para ver la siguiente función. Corran con sus

trajes espaciales de pueblo. La casa paterna no les importa, esa solo

esta de paso. Vayan al centro, vayan camino a las putitas. Quédense

con ese, con el mas moreno, que hoy será el rey de la pasada

generación, reunida después de hace cuanto. Alfombra roja,

remendada a un lado. Y ojala que llueva alcohol en el campo. Ojala

no sea permanente esa cara de tontos. Ojala y tanto germen humano

no volviera nunca…



Otras voces se alzan para la queja casual: “Ya no se puede caminar

por las calles” “Esto esta abarrotado” “Esto si es bonito” y desde los

celulares salvando distancias infranqueables, un amigo reprocha a

otro diciendo: “¡¿Pero como es que usted no va a venir?!” “Se esta

perdiendo el progreso” “Piénselo bien, solo le pido… Yo como si

vivo la vida…” Y al otro lado de la línea un bostezo de abulia.



Yo los invito, desde mi ironía, a que vayan a ese festival del

retonto….perdón…del retoño….digo….no se ni como se llama.

Pasen y disfruten la arquitectura moderna de pensamiento

montañero. Pase y camine en calles forradas de dinero sudoroso y

ahora, mas que nunca, dudoso. Hasta la luz esta zumbando

encandilada por ese falso oro. La vieja zalamera sobrepone su voz a

la de la guacherna y dice: “Hace años no se le veía por aquí.” Otro

retazo de conversación en otro lugar registra: “Yo se doctor, yo


                                  27
se…eso aquí nacimos con buena estrella, no ve que somos del

pueblo” Y los amigos de colegio, creyéndose de quince de nuevo,

rezan así: “Tráigase una silla, venga hablamos un ratico” “Esta

ronda yo la pago” “¿Quieren pollo? ¿O caviar? …” “Así somos acá”

“Fresco mijo, no se me asuste, que yo ya estoy asustado…” (Risas)



El pueblo esta emperifollado. Me lo vistieron de gala, en un evento

ruin. Los balcones enrumbados, retocados con vinilo astral. Muy

cubista. También por allá visita mucho artista.          Mucho indio

también por ahí, que son los molotov que estallaran verriondos en la

madrugada, hinchados de aguardiente y frustración. Y es que los

que viajan son tan avanzados: Ingenieros, médicos, representantes

de artistas. También hay trapecistas. Miren a la reina. Cetro de

silicona. Reina Coca. Y por dentro….también! Y la herida del

terruño sigue supurando. Los que saben como curarnos o se han

ido, se han muerto o se aburrieron. Mundo de quimeras, sin arena.

Ella y él, escondidos en una caseta lunar. Escondidos en la galaxia

de plátano. Los dos rebobinando, no hacen más que recordar. El

quiere ir a otro lugar, a olfatear su cuadril. Ella solo quiere imaginar

que esta muy, muy lejos de casa.



¿Y los estudiantes universitarios? ¡Bendita sea la virgen del Carmen

electroacústica! No ve que son pacifistas. No ve que son ecologistas.

No ven que andan por ahí con sus mochilas tejidas y casi sin aire de

tanto proclamar consignas remendadas de los años de upa. Sáqueles


                                   28
una mesa a los muchachos. Atiéndanlos. Son intelectuales, pero no

pueden ver a quienes los han recibido. No pueden ver a los que los

han servido. Ya están sonando las bandas marciales de los colegios.

Ruidos de tambores de guerra. Guerra de niños. Niños pendejos.

“¡Comadre! ¡Comadre! Venga” Grita la vecina montañera. “Mire

como me están dejando de lindo el parque los visitantes” “Mire

como me bañan en orines el obelisco de Don Isidro” “Nos hicieron

falta más baños” Dice otro viejo atembado. “Tenerlo en cuenta para

el próximo retorno…”



Se escuchan gritos de placer. Ruidos de campo con ciudad refinada.

Esta tierra es nuestra… ¿o no? “A estos eventos si vengo” Dice

alguien que no tiene nada que ver con el lugar. Los hombres se

tambalean, pero entre tanta gente ¿Quién lo nota? Las mujeres

regurgitan, pero entre tanto charco, ¿A quien le importa?



Y que siga la melodía….




                                 29
LOS OCHENTAS


Con la llegada del cometa Halley el pueblo se entrego a las más

oscuras premoniciones. Algunos pensaban que era castigo de la

electroacústica, por ser tan pecadores. Otros pensaban que eso era

obra del Chimbilax diabólico, que venia a apoderarse de la tierra.

Los mas descarados, les importaba un culo, ya que en su

hedonismo, se sentían vividos y lo que pasara con sus almas, los

tenia sin cuidado. Los campesinos nunca se enteraron ya que ellos

saben de trabajar la tierra, pero poco de astronomía y asteroides

vengativos.



Eutimio estaba vistiéndose para salir de juerga esa noche. Cabello

corto, mas rapado a los costados, patilla recta mutilada a la altura de

la sien, y unos pelitos extravagantes en el cuello, tipo cola de ardilla.

Algunos mechones de la frente estaban aclarados con agua

oxigenada. Jean blanco entubado hasta el infinito y más allá,

haciéndose casi imposible la introducción del pie por la manga del

mismo, camiseta blanca, con mangas recortadas a lo tegua, chaqueta

de Jean perforada en la espalda con un cuchillo, en apuñalamiento

del aire. Remataban unas botas picudas impuestas por encima de los

pantalones. Eran los ochentas.




                                   30
- Eso no se vaya por allá a gaminiar Eutimio, vea que ese cometa se

va a venir del cielo, mijo… ¡quédese esta noche en la casa carajo! –

Le recriminaba doña Aurora, madre del indisciplinado y siete

vástagos mas, concebidos en la misma cantidad de años, gracias a la

eficaz labor de su esposo, que no rebajo Montada vs. Cuajada



- Eso no me joda con mieditos maricas, mas bien no le eche tranca a

la puerta, nos vemos madre - Dijo el personaje saliendo apresurado

del hogar.



- Vida berraca con este majadero…Electroacústica bendita protéjame

a este pendejo…- Oraba la madre por su adorado retoño rebelde.



Eutimio paso por el viejo parque de los novios, mas conocido como

el parque de los burros – Ni puta idea por que, aunque pensándolo

bien, los unos y los otros son lo mismo – En el camino se encontró

con Arbey, camarada de toda la vida y con Fabián, chico envidiado

por todos, ya que era el único al que le había salido un insipiente

bigote tipo pelo de lulo, haciéndolo ver mas adulto y mas horrible

de lo que ya era. Se fueron directo al billar “la lindaraja” ubicado en

el parque principal. Entraron con aire de hombres no desarrollados,

amparados por el protector mostacho de Fabián, que seria el boleto

directo a una mesa, tres cervezas, tres cigarrillos “Imperial”, bolas y

tacos.




                                  31
- ¡Garitero! Bolas pa esta mesa hágame el favor…- Grito

engruesando su voz de pollino Fabián, sonando como una corneta

destemplada en el billar. Eutimio se hizo el pendejo buscando un

taco y Arbey puso cara de malo, mientras trataba de contener la

respiración, esperando que los dejaran jugar.



- El encargado se acerco con las bolas y las tizas en la mano. Se

quedo viendo a los tres personajes y dudo de la adultez de los

mismos. En esas detecto el bigotito del muchacho y eso lo convenció

de que todos eran ya hombres hechos y derechos.



- ¿Qué van a tomar?

- Una cerveza para mi…- Dijo Arbey.



Segundos después eran sacados del billar, agarrados del cuello de

sus chaquetas.



- ¡Vida hijueputa Arbey! ¡Cuantas veces le he dicho que no habrá esa

jeta cuando entremos a los billares! – Protestaba colérico Fabián

mientras se sentaban en el parque.



- “Una cerveza para mi…”- Lo remedaba Eutimio poniendo voz

afeminada – Con esa voz de niña que tiene seria que nos iban a creer

que éramos mayores de edad…maricon.

- ¡No me la monten mas!…yo que culpa tengo…


                                 32
Después de pelear un rato mas, decidieron dar una vuelta por el

parque. Concebido plan de antaño del pueblo. Es como un registro

que viene adherido al ADN de todos los habitantes del pueblo: ¡Ir a

darle una puta vuelta al parque!



En algunas discotecas del sector se escapaban los soniditos de moda

de la época. Se veían chicas con camisas de pepas y hombres con

flequillos terribles. Atrás habían quedado los setenta. Y los ochentas

eran un momento de quietud, como una guerra fría, en donde no

pasaba nada en aquel pueblo. El café era bien pago en las

compraventas y las cosechas eran buenas. La broca no existía y la

roya hasta ahora era solo un proyecto de la naturaleza. Belisario

Betancourt estaba recién subido al podio del poder y el nevado del

Ruiz aun estaba dormido, sin pensar en hacer erupción. La

tecnología estaba atrasada, no solo allí, sino en todas partes, así que

no había afán por dejar de vivir en un mundo real. Todo marchaba

al ritmo del pueblo: Lentísimamente.



Después de darle la obligatoria vuelta al parque, Eutimio y sus

compañeros se sentaron a hablar un momento, cubiertos por la

oscuridad de los gruesos arboles del parque, a fumarse un porro y

hablar de un tema que a todos les daba vueltas en la cabeza. Meses

antes encontraron unos libros viejos olvidados en la casa de uno de

ellos y hablaban de un tal Pedro Narváez. Desde que conocieron la


                                   33
historia del hombre, quedaron prendados con el guerrillero zapatero

y sus ideales, en especial Eutimio, que de inmediato empezó a soñar

con ser el nuevo Narváez de su generación. Incluso se habían

contactado con guerrilleros bolcheviques de la región y estaban

pensando seriamente en enrolarse en las filas de izquierda, en son

de la revolución comunista y la igualdad, consignas que

aprendieron de la historia de Pedro Narváez y los libros

encontrados. Sentían que eran como una secta secreta que gustaba

hablar a escondidas de todo lo que había sido la historia y legado de

Pedro Narváez. Soñaban con una revolución, así como algún día lo

hizo el zapatero del pueblo. Leían a escondidas libros comunistas y

en el colegio siempre estaban buscando la manera de causar revuelo

y alboroto. Sentían esa inconformidad del que no sabe por que es

comunista, pero siente que le gusta y que eso lo hace ser más

inteligente y más maduro que los demás.



- Eso nos va tocar decidirnos rapidito. Acuérdense que estamos en

último año y nos toca ir a pagar el servicio militar. ¡Y yo a este

gobierno no le presto un centavo!

- Si….- Dijo Arbey – Entre pagar servicio o irme con la guerrilla

prefiero irme con los últimos… - ¡Por la lucha de un ideal de libertad

me hago matar!

- Venga…pero rótelo… - Dijo Fabián estirando la mano.

- Ese Narváez era un duro parce… - Dijo Eutimio con ojos

vidriosos…


                                  34
- Si claro…Traducirse esos libros en ruso para entender la consigna

comunista rusa…. ¡Y zapatero!



Y así continuaron por un rato mas fumando hierba y hablando de su

héroe, de extracción propia de su pueblo.



Terminada la disertación, Eutimio se despidió de los demás, iba a

verse con Rosalbita. Esa noche era de gran importancia para

Eutimio, pues ella le había prometido darle por fin la pruebita de

amor. “Ya era hora” Pensó mientras se dirigía camino a la casita de

la muchacha, que quedaba cerca a la de él, en uno de los rincones

del pueblo, en donde el asfalto era una quimera, y en las afueras de

las casas se podían ver las bateas para las bestias y enormes troncos

en donde estas eran amarradas. Como era el último barrio del

pueblo, al frente de este no había más que monte, el cual siempre

emanaba su fresco y verde olor a cualquier hora. La iluminación

publica era escasa o en el mayor de los casos, nula. Eran ya las diez

de la noche y Eutimio bajaba por las calles con cuidado de no

tropezarse con las piedras impertinentes del camino.



Finalmente llego frente a la casucha de su amada y con total sigilo se

deslizo junto a la ventana de lata de la chica y con sumo cuidado, en

un acuerdo ya pactado, raspo con suavidad la venta tres veces con

sus llaves. Un instante después escucho otro rasguño del otro lado.




                                  35
Era la señal. Ya venia Rosalbita y echarle “un huevo” a la doncellita

era casi un hecho.



Rosalbita se había acostado desde temprano. En su casa tenían la

costumbre de apagar luces y dormir después de las ocho de la

noche. El cuarto de ella era compartido con sus dos hermanos

menores que ella, los cuales a esa hora ya estaban totalmente

“Foquiados” Ella, astutamente, se había acostado con la ropa de

salir puesta: Una camisa de colores fuertes llena de pepitas negras,

un pantalón que empezaba arriba del ombligo y terminaba

bombachamente en los tobillos, custodiada su cintura por un

cinturón enorme. Unos tacones bajos que llevo en la mano hasta el

patio trasero, para no hacer ruido y en su cabeza un flequillo en

forma de copa, el cual estuvo moldeando por horas, mientras

esperaba la llegada de su hombre. Paso por el cuarto de sus padres,

los cuales roncaban como marranos, y se trepo por detrás del

gallinero de la casa y salto el muro hacia la calle, en donde fue

recibida por lo brazos de su galán.



- Hola mi vida…como estas de linda…

- Gracias. Tu también estas lo mas de querido… - Contesto Rosalbita

mientras se ponía los tacones.

- ¡Claro! Porque esta noche es la noche… - Contesto mientras le

tocaba con suavidad una nalga.

- ¡Oiga, no sea atrevido!


                                  36
- Ah…Vamos mas bien que ya le tengo un sitio lo mas de “nais”



Y diciendo esto salieron de aquel barrio y se internaron en la

espesura del monte por unos diez minutos. El cielo estaba en luna

llena, totalmente iluminado. Al fondo se escuchaba el ruido de la

naturaleza.: El sonido de una quebrada lejana que corre y corre sin

fin y mágicamente. Un leve viento mecía los grandes arboles y sus

hojas creaban un aspecto de otra dimensión. Las hojas secas

crepitaban dulcemente bajo los pies de los excitados jóvenes que se

miraban, que hablaban de cosas sin importancia: Ella, de ropa y

peinados y novelas cursis. El, de sus amigos, de motos, de billar y de

Narváez. Ella le decía que estaba preocupada por esas ideas

comunistas que el tenia. El le decía que todo iba a estar bien. Y así,

se internaban más y más en la espesura, que se enroscaba como una

culebra. En ese momento, para ellos era como dirigirse a la gloria.

Había una juventud en éxtasis imposible de definir en ese instante.

Eutimio adelante, guiando el sendero, apremiado por la urgencia de

su bragueta, que exigía ser alimentada. Atrás Rosalbita, tomada de

la mano de aquel muchacho que la sedujo con visitas furtivas, notas

escritas en hojas de cuaderno, esquelas baratas y credenciales con

mensajes románticos que ella coleccionaba en una bolsita escondida

en el fondo del cajón donde guardaba sus calzones remendados.



Finalmente llegaron a un claro en medio de aquel monte. El pasto

bajo invitaba a recostarse allí. Eutimio y Rosalba se entregaron a los


                                  37
besos y caricias, interrumpidos por palabras excitadas del hombre y

exigencias de promesas de amor eterno concedidas por el macho

que finalmente hecho mano de su hembra.



- Espera… ¿Y si quedo embarazada?

- No…yo me vengo por fuera… - Dijo el amante con voz ansiosa

Mientras retiraba las ropas intimas de la chica y penetraba, por

primera vez, la jugosa entrepierna de Rosalbita.



En medio de los tallos y las ramas se escuchaba el jadeo del chico y

los quejidos de la muchacha. El besaba sus senos en desorden,

mientras ella imaginaba que ese hombre estaría con ella toda su

vida. Él, en medio de sus ganas, pensaba que mañana les contaría lo

sucedido a sus amigos. Finalmente el final del acto se anuncio en el

asta viril del muchacho, el cual recordó su promesa de eyacular por

fuera de la vagina de la ex virgen. Estiro sus brazos y levanto un

instante la cabeza al cielo y entonces lo que vio, lo dejo aterrado.



Encima de él vio un disco redondo dando vueltas y emanando una

luz extraña. Probablemente era un ovni el que estaba viendo

Eutimio, pero, para alguien que no tenia ni idea de esas cosas, eso

no era una explicación. Fue entonces cuando recordó las palabras de

su madre esa noche antes de salir.



- ¡Hijueputa se cayo el cometa ese!


                                   38
- ¿Eh? - Gimió la chica



Y Eutimio en ese instante presa de la desconcentración, olvido sacar

lo suyo del cuerpo de la chica, eyaculando hasta la última gota por

dentro.



Cinco meses después, en la iglesia del pueblo, fueron bendecidos

ante la imagen de la virgen del Carmen electroacústica en sagrado

matrimonio. A la novia se le veía ya la barriga templada de un bebe

que venia en camino…



Eutimio ya no piensa más en la revolución…. ¡Aunque al niño le

pusieron por nombre Pedro!




                                 39
PORRO TRANCE


Al pueblo llego un día un hombre de aspecto extraño: Tenía el

cabello hasta la cintura y la barba hasta el pecho. Vestía de blanco y

llevaba sandalias. En su hombro derecho colgaba una mochila de

lana y en su mano izquierda un palo de café sin ramas terminado en

una horqueta. Los niños se reían a su paso y les llamaba tanto la

atención que le siguieron y en un momento hubo tantos chicos

acumulados que parecía una procesión. Era una mañana de Mayo y

este personaje tan particular avanzaba por todo el centro de la

avenida principal del pueblo ignorando los insultos y pitidos de los

conductores que tenían que resignarse finalmente a que el tipo no se

quitaría y buscaban vías alternas para continuar su rumbo. De todas

las ventanas, balcones, puertas de las casas y negocios a ambos lados

de la avenida salían todos los habitantes a ver el paso de este símil

de profeta. A algunos les causaba cierto temor pues el verlo con esta

imagen y seguido de tantos niños les hacia voltear la cabeza a otro

lado, pero por mas que se resistían, no podían dejar de mirar. El

hombre llego al parque central del pueblo y se sentó a descansar en

el obelisco que señalaba el sitio en donde se habían depositado los

restos del fundador del pueblo. De su mochila saco un porro de

marihuana y lo encendió con calma ante la mirada ávida y

sorprendida de la gente que lo había seguido a ver de que se trataba



                                  40
todo. En una hora absolutamente todo el pueblo estaba reunido en

el parque, mirándolo a el, mirándose entre si, y sin comprender de

que se trataba todo.



- ¿Qué esta haciendo? – Preguntaba una vecina

- Esta fumando marihuana

-¿Así? ¿Delante de todos?

- Si

- ¡Ah, que señor tan raro!



El porro que fumaba era de un calibre idéntico al de un tabaco

cubano. El aroma dulzón de la yerba se fue filtrando en las fosas de

todos los pueblerinos que empezaron a sentirse mareados. Los niños

por su lado, se aburrieron de estar allí y empezaron a juguetear

entre la gente y alrededor del parque central. A cada bocanada se

iba creando una nube de humo que se quedaba dando volutas

encima de su cabeza. La gente solo estaba allí parada, aspirando ese

olor y viendo como el personaje en el que tenían los ojos clavado,

tomaba cada vez mas y mas, una forma mas beatifica, por su traje y

el humo, parecía que salía de alguna nube. Fue entonces cuando

abrió la boca y empezó a hablar:



- He venido, señores, a hablarles de todas las cosas que yo he visto

en mi vida. De lo divino y lo terreno. De lo debido y de lo prohibido.

Ustedes. Gentes de buena fe, han sido elegidos. Si, así como lo


                                   41
escucharon, elegidos, para una misión muy especial que yo he

venido a cumplir a estas tierras el día de hoy. Por favor, presten

atención, escuchen. Los que no han visto aun, vean. Es hora de

quitarse el velo de los ojos y ver las cosas como son en realidad. Yo

he venido señoras y señores desde todos los mundos. Desde el

mundo de los vivos y también del mundo de los muertos. Yo he

visto a los difuntos. Yo los he sentido. Yo vi a través de los ojos de

todos ellos sus tumbas. Yo he visto cosas señores que ustedes ni se

imaginan, pero hoy yo se las he traído acá, para su conocimiento…”



Mientras hablaba, saco de su mochila una gran cantidad de hojas de

coca y armando un montón considerable, le prendió fuego. El

pueblo, reunido en su absoluta totalidad aspiraba el humo de la

marihuana y la coca y cuando menos se dieron cuenta, estaban en

una traba ni la más verrionda. El hombre de la barba y el traje

blanco los invitaba a sentarse y a pararse, cosa que ellos hacían, con

un a risa tonta que venia de no se sabe donde. Otros empezaron a

ver alucinaciones, unos mas se agarraban a los arboles, otros

vomitaban, las mujeres mas vieja se sintieron mareadas y

terminaron tiradas, casi inconscientes. Los niños finalmente cayeron

dormidos también al suelo. Pasaron varias horas y mientras tanto

aquel hombre no dejaba de hablar de cosas a las que nadie les

prestaba atención, pero su voz era como un conductor del trance.

Los obligaba de una u otra forma a permanecer allí. Los

hipnotizaba. Los idiotizaba. Los sometía.


                                  42
Don Chucho bajo al pueblo desde Purillo en su mula a comprarle

unos remedios a la mujer. Pero se dio cuenta que el pueblo estaba

completamente vacio, cuando cruzo por el parque central descubrió

a toda la gente tirada, dormida, y restos de un humo de olor extraño

enredado en las ramas de los arboles y entre los hilos de la ropa de

la multitud. Empezó a despertarlos a todos, mientras trataba de

aclarar lo ocurrido…



- ¿Qué paso acá comadre? – Clamaba una vieja gorda cogiéndose la

cabeza a dos manos.

- ¡Electroacústica bendita! ¿Esto que fue?... – Decía otra matrona

mientras devolvía atenciones desde su estomago hasta el suelo del

parque.

- ¡Huy no!...Que sed tan hijuepucha la que tengo -Decía un hombre

de aspecto severo.



Y así, Don Chucho ayudo a las gentes del pueblo a recomponerse.

Después de un rato cada quien emprendió el retorno a casa, pero

minutos después, todo el mundo volvió azorado a reunirse en el

parque.



- ¡Nos robaron! ¡Nos robaron! – Repetía todo el mundo con voz

quejumbrosa.




                                 43
En algún punto, el hombre de la barba la bata blanca y las sandalias,

se dio cuenta que todo el mundo se había quedado dormido,

entonces saco un revolver y dio un tiro al aire. Esa era la señal.

Camiones enormes entraron entonces por la avenida principal,

repletos de ladrones y pillos de la capital, e inmediatamente dieron

inicio al saqueo total de las casas del pueblo. Subieron a los

camiones todo lo que encontraron de valor, dejándoles solo las

chucherías y baratijas. Los negocios, con sus mercancías, fueron

desocupados con celeridad y totalidad. Era un grupo numeroso de

ladrones, que llevaban delinquiendo del mismo modo desde hacia

un tiempo. Todos eran prófugos de una de las cárceles que después

de tanto atiborramiento carcelario, se unieron para idear un plan de

escape y de manutención a costa de las gentes de los pequeños

pueblos.



Don Chucho, que no entendía lo ocurrido les pregunto lo que había

pasado. La gente del pueblo le conto lo ocurrido. Al terminar, el

Curilluno no tuvo de otra sino empezar a reírse de lo pendejos que

eran los habitantes del pueblo vecino. Se cogía la barriga y los ojos le

chillaban de la risa.



- ¡Noooo!... ¡Que historia tan buena pues! Espere que les cuente a

todos en Purillo….Jajajaja




                                   44
La gente del pueblo, indignada por el robo, dolida en su orgullo por

lo ocurrido se quedo mirando a Don Chucho que se sentó para

tomar respiro, en medio de sonoras carcajadas. Por la mente de

todos paso la imagen de los Curillunos bajando hasta el pueblo para

burlarse igual que lo estaba haciendo ese viejo pendejo. Lo ocurrido

no podía saberse…Pero… ¿Cómo impedirlo? Don Chucho ya se

había puesto de pie y estaba por subirse a la mula, cuando un

hombre de la multitud lo señalo y dijo:



-¡Deténganlo!



Y de manera tacita todo el pueblo comprendió lo que debían hacer.

Lo detuvieron y lo metieron a la cárcel y lo acusaron de drogar a las

buenas y nobles personas del pueblo y robarle además sus

pertenencias y efectos. Rápidamente fue juzgado y condenado a

muchos años de prisión y por disposición oficial del ayuntamiento,

que dijo que era un reo peligrosísimo, fue aislado a una celda oscura

y solitaria, totalmente incomunicado. La familia de Don Chucho

bajaba al pueblo    averiguar que había pasado con él y todo el

mundo arrugaba el ceño y hacia cara de no saber de quien le

hablaban. La policía se hacia los que indagaban y le decían a la

familia que ese señor nunca había estado por esos lares y les dijo

que tenían que investigar allá, en Purillo, que fue en donde se había

desaparecido, que eso no era de su jurisdicción, que dejaran de

molestar.


                                 45
El pueblo jamás volvió a hablar de lo ocurrido ese día. Todos sabían

que estaba prohibido. Si alguna vez, algún borrachito se le escaba

algún comentario o alusión, era bañado en agua fría y encerrado

veinticuatro horas en la estación de policía, hasta que “recapacitara”

y después lo mandaban a la casa. Con el tiempo la gente ni se

acordaba, pero se sentía tranquila, el orgullo del pueblo estaba

intacto. Eran la perla social y cultural del departamento. Eran la

capital de la confraternidad…




                                  46
MEGAFONO


Olores de separaciones. Alguna tierra pide ser protegida. Lucha

entre el ego de lo que se fue, y el versus, lo que necesita ahora.

Juventud fashion en consenso mientras los viejos, la línea dura y

sensata, sentados en esas bancas desteñidas del parque, en silencio.

Yo te digo antiguo suelo, no mereces ese mal…



Rebotaba entre paredes y césped, llenando el silencio con su

megáfono ultrasónico. Él, Aureliano, tan pregonero, tan de su sitio

como el mismo pueblo. Camisa roja apuntalada a un tórax que no

cabe de dicha. ¡Que viva el partido liberal, no hay ninguno igual!

¡Que viva el señor alcalde y que por siempre aquí mande! ¡Y que

viva el pueblo carajo! Alusiones que aparecían en cada elección

como un loop resonando en el tiempo.



Luego venia el mismo viacrusis: Ir a la alcaldía. “El señor alcalde

esta ocupado”. “El presupuesto no alcanza este semestre, venga

después a ver si el préstamo…” Y el pregonero veía como se

acumulaban cuotas sin pagar y la finquita a la entrada del pueblo

estaba casi perdida…pero no su fe en el alcalde ni en los

funcionarios del poder municipal, que siempre que lo veían en los

pasillos le atajalaban la espalda a palmadones: “Este si es genuino

compañero del partido”… “Este hombre si que tiene pulmones para



                                 47
dar las buenas nuevas del municipio”…“Aureliano, venga hágame

un favor, tráigame este mandado rapidito…”



Se entretenía en las tarde recordando junto a otros octogenarios, los

años de gloria del pueblo, en el cafetín “Buitre” con un pintadito,

que salía de la ineterna greca misteriosa. Nadie sabe cuantos años

lleva allí, ni si ha sido lavada o no, pero Dios nos libre de que se la

lleven… Masturbaban sus mentes con lo que fue una vez y nunca

mas: comercio, cultura, afluencia social, desarrollo. Todo lo que se

llevo el vendaval…y aún no vuelve.



Una tarde, ya pasadas las seis, tuvo que devolverse de afán a la

alcaldía, ya que tenía que recoger su billetera, la cual había

olvidado. Subió presuroso al maloliente cuartucho donde guardaba

su megáfono y sus chiritos espaciales de trabajo. Metió sus papeles

al bolsillo y ya estaba a punto de salir, cuando escucho al alcalde

que bajaba la escalera con los principales del municipio. Se quedo

escondido, ya que estaba maltrajiado para saludar y escucho una

ráfaga de conversación que le dio como cristales amarillos en el

cerebro:



- Eso nos va tocar cambiar de departamento…necesitamos mas

platica y aquí ya no hay mas que sacar… ¡Y me queda año y medio

de mandato! ¡Y no he preparado el viaje que voy a hacer a Europa el




                                  48
otro año!- Comentaba el alcalde, cerrando la frase en gruesas

comillas de risa.



- Vuste sabe don alcalde que nosotros le seguimos la idea pa lo que

diga…- Repunto don Lucio Alfaro, dueño de varios supermercados

y ferreterías del pueblo.



- No se hable mas…Peguémonos al mejor postor…Dijo El viejo

Laverde, terrateniente mayor del municipio – Yo me encargo de

convencer a la gente, pero eso si, yo veré como me lleva…- Dijo

disparando una mirada picara al alcalde.



- Doctor, usted sabe que yo no dejo botado a nadie, y menos a

ustedes señores. Vamonos para la casa de la Ingrid, mi secretaria.

Que lleve unas amiguitas y un wiscacho y concretamos esta

vuelta…Y se perdieron puertas afuera, entre carros lujosos y humo

diesel.



Aureliano se quedo asido con fuerza a una butaca que tenia cerca.

Vino el mareo y se llenaron sus ojos de líneas. Como pudo se tercio

el megáfono y lo envolvió en la zarrapastrosa ruana que siempre

llevaba. Bajo a tientas las escaleras y salió al parque caminando sin

querer caminar. En los cedros ya estaban brotando hojas nuevas. Las

golondrinas de la plaza cantaban hermosas, como siempre. El

pueblo siempre estaba hermoso, con los brazos abiertos.


                                 49
Se quedo de pie en el medio de un andén cualquiera. Veía extrañado

como todo había cambiado: las casas, la gente, las costumbres, el

aire, la luz. ¿Cambiar la historia por plata? ¿Y que dirían sus

ancestros? ¿Y que historias se contarían ahora? ¿Y ahora que putas

con su finquita, si adelantaba el préstamo con el departamento

actual? Si los planes del alcalde se concretaban…perdería todo el

tiempo y el papeleo. Peor aún…perdería la finca.



De repente el acto reflejo le dijo Bon Voyage al contenido estomacal.

Vomito como si quisiera sacarlo todo. La gente a su paso, se retiraba

asqueada. Nadie sabía que había ahora en las entrañas del viejo

escandaloso del pueblo…



Rombos de locura crisparon entonces la mente del pregonero.

Desenvolvió el megáfono de la ruana, con esta se cubrió con fuerza

sobre su camisa roja desteñida. Limpio sus labios con el revés de la

roída manga. Encendió el sonoro aparato y empezó a correr por las

calles gritando: ¡Nos van a cambiar el pueblo de departamento!

¡Unámonos para que los ramplones no triunfen, y que de malicia no

nos unten! ¡Protejamos nuestra historia, no durmamos en laureles,

recordemos que somos hijos de quienes! La gente lo escuchaba y

arrugaba el ceño entre graciosos y fastidiados. “Se chiflo el guevon

del Aureliano” Decían los hombres “Callen a ese loco, que bullicio”

Apuntaban las matronas. Los jóvenes lo miraban, pero era como si


                                 50
no entendieran lo que decía. Estaban en piloto automático, jugando

billar, sentados en la fuente de soda, o dando vueltas en las

mariconcitas motos de pueblo…



Al ver esto, se detuvo Aureliano y cayó de rodillas al suelo. Ya eran

más de las siete de la noche. Pocas estrellas y una luna pintorreteada

de nubes, lo vieron perderse en su cabeza. No dijo más. Apago el

megáfono. Y volvió despacio, por donde las horas bajan, a casa.



- ¿Qué paso mijo, por que volvió tan tarde hoy? Pregunto la madre

del pregonero, desde la oxidada y chirriante silla de ruedas.



- Nada, madre santa. Que hoy fue un nefasto día. Pero mañana...

¡vendrá la venganza!



- ¿Como así mijo?, ¿De que habla?...-Alcanzo a decir la madre de

Aureliano mientras este entraba presuroso a su cuarto y pasaba con

fuerza el pestillo enredado de coraje. Busco encima de la mesa

algunos libros con la historia de su pueblo: Narváez ahí, mirándolo

desde la amarillenta pagina de un libro entrometido. Historias de

fundadores de otro escrito del cual releyó algunos pasajes

subrayados en verde. Fotos viejas y pegajosas de moscas, que al

parecer le decían: “¿Qué va a hacer ahora?” Se tomaba la cabeza a

dos manos y respiraba temblorosamente. Entonces vio de reojo el

cajón de su mesita de noche. Lo abrió como si no quisiera hacerlo y


                                  51
del fondo, saco un viejo escapulario de la virgen roja, insignia de

liberaciones olvidadas. Lo volvió a dejar en el fondo. A pesar de

todas sus ideas e influencias, el le iba a la virgen del Carmen

electroacústica.



Diana de gallos a las cinco de la mañana. Sonoro despertador

estridente. Abrió los ojos el hombre y condenado por los

pensamientos y decisiones de si mismo, se levanto. El agua, que

bajaba presurosa procurada por una vieja totuma, entumece por el

frio a su paso cada fibra de su cuerpo. Se seco con esa misma toalla

de hace años, de color original imposible de adivinar y esa misma

loción económica, que no era mas que un pachuli. Se tercio la

inseparable ruana, colgó en su hombro el megáfono, asió con fuerza

la escopeta y salió del cuartucho. El desayuno, en su totalidad, fue

devorado con la velocidad de los hambrientos. Recuerdos viajeros

seguían en su cabeza, pensamientos oscuros y desequilibrios. “No se

puede hacer otra cosa…Que Dios me acompañe…Carajo” Voltea a

ver a su madre y      le da un suave y delicado beso, como de

despedida, porque en el fondo sabia, que así seria. Se sentó en

aquella esquina a la que lo había llevado su destino, frente a la

entrada de la alcaldía. Paso rápidamente por allí, la procesión de la

virgen. La de siempre. La electroacústica. Aureliano se tatuó

mecánicamente una bendición a su paso. Sabía que ya era hora de

entrar, mientras miraba la ventana abierta de la oficina, en el último

piso del edificio. Respiro bocanadas de aire, para calmarse. Acaricio


                                  52
la superficie áspera de la escopeta y reviso su traje. La cacha del

arma se asomaba impertinente por debajo de la ruana y puso la su

maleta en escudo de disimulo. El sol de tierras cafeteras ya asomo

por encima del Monte Minotauro. Se quedo mirando a la nada,

como quien muestra su fervor hacia algo santo. Trago una gruesa

bola de saliva y entro.



Aureliano despertó a los somnolientos trabajadores con su grito de

advertencia y desalojo inmediato. El sabía que no todos eran

culpables. Y no iba por ellos tampoco, así que estaba bien que se

fueran. Los pocos empleados de la alcaldía que andaban por ahí, al

verlo armado, salieron presurosos como un rayo flotante. Aureliano

se percato que su orden fuera cumplida y cerro con fuerza increíble

las puertas de la alcaldía mientras colocaba de nuevo la cadena y el

candado que por alguna razón jamás explicada, estaba abierto junto

a esta. Hecho esto observo la escalera ancha que lo llevaría a su

objetivo y en amplias zancadas subió.



- ¡Llego la hora pues…¡Hijueputas!      - Dijo Aureliano mientras

apuntaba al alcalde con la escopeta.



- ¿Qué le pasa a este loco? ¡Auxilio! – Grito el alcalde mientras

trataba de protegerse con su escritorio de la amenaza del arma que

le apuntaba firme.




                                  53
- ¡Déjenos ir, no se meta en problemas! –Clamo una vieja que

trabajaba de aseadora- No demora la policía, y se va a ir es pal

hueco.

- Aureliano, tranquilícese –tercio un hombre calvo de gruesos lentes,

del área de recursos humano- Baje el arma y hablamos…

- Escuche a estos… – Dijo Aureliano hablando con su mitosis

extracorpórea – Ahora si quieren hablar… Pero el circo se

termino…Les voy a callar la jeta a todos… ¡Entienden! ¡A toitos

ustedes!



Coro de plañideras y suplicas de salvación. El pregonero se tapa los

oídos, desquiciado. No soporta tanto moco saltando por doquier.



- ¡Que cierren la jeta carajo! – Exclama furioso y dispara al techo de

la alcaldía toda su confusión y enojo – Yo mando aquí y punto. – Y

una idea cruza por sus sienes. Su mirada ahora es la de un loco.

Pasan a velocidad increíble en su cabeza imágenes de mujeres

bellas, de paisajes fantásticos, de comidas deliciosas, cosas que

siempre quiso para si, pero que ya nunca serian. Estaba absorto en

sus pensamientos. Los demás no sabían que hacer. Pero el pánico no

permitía mover ni un solo dedo. Y a pesar del calor que hacia

afuera, todos sentían un frio intenso, penetrando hasta lo más

profundo de sus huesos.




                                  54
- ¿Que quiere de nosotros…? ¿Plata? …Yo le doy lo que

quiera….diga cuanto… - Dijo el alcalde agachado y asido con fuerza

a una de las patas del escritorio.



- Oigan a este…. ¿Ahora si me ofrece plata? Después de todo lo que

les rogué pa que me dieran el auxilio pa salvar mi finquita… - Y no

diciendo mas propino un fuerte cachazo de escopeta en la cabeza

del alcalde. La sangre, muy roja emano por la herida, pero nadie lo

socorrió.



Pasaron otros minutos, imposibles de descifras, pudieron ser uno,

dos, diez, pero parecieron eternidades. Entonces Aureliano se

levanto del suelo y con voz calmadisima, dijo:



- Esto es un templo de vicios, pecados y corrupción. Y yo estoy

aquí, enviado por la virgen del Carmen electroacústica, a hacer

justicia en la tierra…



Los presentes se miraron, confundidos y torpes, unos a otros.



- Usted niña… ¿Cuál es su nombre?

- Ingrid

- Usted es la secretaria del alcalde… ¿Cierto?

- Si señor




                                     55
- Y si es la secretaria del alcalde… ¿Qué putas hace de moza de este

infeliz? ¿No ve que esta rata es un hombre casado?

- Yo no soy…

- ¡Chito la jeta muergana!... Yo los he visto con estos ojitos…

¡Cuantas veces he venido aquí a pedir cita con el alcalde pa lo de mi

finquita! Y que no…que esta en una reunión y no me podían atender

las bellezas…pero eso si de una se encerraban a hacer porquerías

aquí mismito en esta oficina y yo como un pendejo afuera esperando

horas pa nada…

- ¡Eso no es verdad!

- Ah no… ¿Entonces soy mentiroso, como usted?... – Y le apunto a la

cabeza a la secretaria

- ¡Si! ¡Es verdad! …Pero me arrepiento…. – Exclamo el alcalde,

berreando como un ternero…

- Eso quería escuchar, porquerías… - Dijo Aureliano y entonces un

disparo sonó. Un instante después, Ingrid, la secretaria del alcalde,

caía al piso de madera, con los sesos destruidos.



Gritos horrorizados en la alcaldía. Trafugas que se abrazan

defecados del miedo.



Aureliano se sienta entonces en el suelo nuevamente. Saca debajo de

su camisa una foto de Pedro Narváez y se queda colgado un

instante pensado en el y en los veinticinco que armaron la primera

revolución. Se sintió tan poderoso como ellos. Es mas, estaba seguro


                                  56
que el era uno de ellos. Los demás lo observaban sin comprender los

gestos y la escena. Querían escapar, pero al parecer, no había salida.

Se apoyo en la escopeta y se puso en pie nuevamente.



Castañear fonográfico de dientes y contracciones involuntarias de

los integrantes de aquel vertiginoso momento.



En ese instante tocan a la puerta. El escopetazo atrajo a un curioso.

Un curioso que nadie sabe donde estaba cuando empezaron los

anuncios de Aureliano para que desalojaran el lugar, antes de

ponerle el candado a las rejas. Golpeteo insistente de manos

empuñadas chocando en la madera.



- ¿Que pasa ahí dentro? abran que me están asustando…Sonó como

un balazo… ¿Se cayo algo?- Dice el hombre, que se encontraba en el

baño en el momento en que todo el show comenzó. – respondan

pues…



Es Laverde quien golpea la puerta apremiantemente. El viejo

miserable y terrateniente del municipio, que más de una vez trato

humillatibamente a Aureliano.



El pregonero del pueblo entonces descorre los seguros de la puerta,

y se pone detrás de ella, esperando que el visitante entre. Desde su

sitio ve como se asoma el sombrero con pluma fina en la cinta y


                                  57
después más de la figura gruesa del hombre. La mujer muerta en la

mitad de la sala sorprende al terrateniente que entra ahora más

rápido. Se cierra la puerta tras de él y se voltea para observar como

le apuntan con una escopeta.



- ¡¿Que le pasa a este viejo, se chiflo?! – Dice con sorprendida voz

Laverde - ¡Baje esa escopeta, no sea torpe hombre! – Rápido

mentalmente trata de parecer sereno. Ha percibido con el rabillo del

ojo al alcalde, chorreando sangre por una herida en su cabeza. No

sabe en que se metió, pero quiere reflejar autoridad, como siempre

lo ha hecho. Estira su mano y dice: - Entrégueme el arma…



Un nuevo disparo, gritos de horror y una herida terrible en la mano

del terrateniente, que se retuerce de dolor en el suelo, mientras

arroja improperios a Aureliano, que sonríe quedamente al verlo

sangrar. Finalmente a patadas empuja al viejo Laverde a otra

esquina de la oficina y después vuelve a sentarse en el piso.

Finalmente todos se quedan otra vez en silencio.



Redoble no sonoro de tambores. Los segundos matan de presión a

los secuestrados. Una lagrima rueda sigilosa por la mejilla de la

aseadora.



- ¿Quién es Pedro Narváez, señor alcalde? Todos se miran como si

les hubieran hablado en lengua desconocida.


                                 58
La ventana que estaba cerca del escritorio del alcalde, era tan amplia

que podía contemplarse en su totalidad el parque central. Aureliano

se acerco y observo lo hermoso del día que estaba haciendo afuera.

Mañanas que invitaban a una libertad que el sabia que ya no tendría

nunca más. Miró hacia la calle y vio que la gente empezaba a

reunirse afuera. Vio dos policías que hablaban con un grupo que

parecía agitado.



- Miren alguien asomó –dijo un espectador –estaba en la ventana de

la oficina del alcalde, no pude reconocerlo pero me pareció

conocido.



- La policía no tardara en llegar, déjenos ir ya y yo veré que no le

den muchos años…yo le ayudo con eso… –dijo el alcalde



- ¿Yo le ayudo…¿Si escucho no? - Contesto Aureliano hablando con

el mismo como un loco - ¿Y por que no me ayudo cuando se lo pedí?

¡Claro ha usted que le importa la finquita de un pobre infeliz como

yo! …Y ahora si me ofrece ayuda con la cárcel… ¡¿Pa eso si me

ayudaras maricon?...Y conteste la pregunta: ¿Quién era Pedro

Narváez?!

- Pues mi conocimiento de la historia del pueblo me dice….que

Pedro Narváez….Era un revoltoso de hace unas décadas que armo

una revuelta con otros facinerosos….y ya…


                                  59
- Facinerosos…Ignorante…y se dice estudiado y se mas yo que soy

un campesino…Narváez es una idea de libertad….un prócer para

nosotros…. – Se queda con los ojos abiertos, desorbitados, mirando

el piso – Y… ¿Sabe que? …Lo voy a mandar a reunirse con el

hombre bajo tierra…como no… - Y un disparo más sonó en aquel

encierro. Una flor de sangre asomo del pecho del alcalde, el cual

cayó aparatosamente entre la pared y el escritorio de su propia

oficina.



Dos disparos mas sonaron entonces e igual número de cuerpos

cubrían más y más de sangre el piso de madera. Solo quedó Laverde

que estaba petrificado por el terror.



Aureliano se quito la camisa y se terció el megáfono. Rasgo su

camisa roja de ira y ato al viejo, le puso también una mordaza. Tarea

no fácil, ya que se resistió a tal hecho. Le dio con la cacha de la

escopeta en el pecho y eso lo aflojó. Y empezó a hablar por el

aparato, asomándose a la ventana.



- ¡Hoy los he liberado de una plaga que estaba acabando con nuestro

pueblo. Sentí el llamado de la Electroacústica y aquí estoy,

cumpliendo con mi deber. No espero las gracias de ninguno de

ustedes…son igual al resto….nadie sabe nada de este suelo….nadie

sabe nada de su pueblo!


                                   60
Se quita el megáfono y lo arroja al vacío. Tambien su escapulario.

Las personas afuera escuchan el golpe del artefacto sobre el suelo. Se

escuchan gritos, algunos sollozos. La policía entretanto          esta

rodeando la alcaldía, cerrada con cadena y candado.



Aureliano se vuelve entonces a donde esta Laverde. Tomo al viejo

con fuerza y lo llevo hasta cerca de la ventana. Le libero de las

ataduras y le quito la mordaza. Lo empujó con fuerza y el viejo cayó

al piso. Entonces este se para como puede y corre hasta la ventana

sacando la cabeza, y gritando con desesperación “Ayúdenme,

Ayúdenme carajo” y volvió a entrar como si alguien lo hubiera

jalado. Era el pregonero quien tomó otra vez al viejo que se había

levantado. Le agarro por las manos y empezó a forcejear con él. Lo

llevó de nuevo hacia la ventana, con dificultad, ya que el

terrateniente conservaba algo de fuerza a pesar del susto y la herida.

Se acercaron peligrosamente a la ventana. Las personas los vieron

asomar.



- ¡Es el señor Laverde quien esta peleando con Aureliano! –Dijo una

señora que miraba- ¡esta enloquecido!



Aureliano finalmente logro poner al terrateniente frente a la

ventana, se agacho rápidamente y lo arrojó a la calle. Ninguna




                                  61
gracia le hizo al pavimento recibir el champagne de sesos regados

del viejo Laverde.



Los curiosos que se multiplicaron milagrosamente como panes y

pestes, rodearon el cadáver mientras la policía, eficazmente tarde,

como siempre, decidió irrumpir dentro de la alcaldía.



Tres putas lloraban arrodilladas frente al muerto “¿Quién nos va a

dar platica ahora por nuestros servicios?” chillaba una de ellas. “Tan

bueno que era con una… ¡maten a ese loco hijueperra!” Gritaba otra,

enloquecida al ver como uno de sus principales ingresos de capital

destilaba sangre y tripas en el suelo. Un policía llego y las alejo de la

escena, al igual que a la demás gente, que como buenos pueblerinos,

no entienden el significado de: “Aléjense, por favor, es una situación

de riesgo” o la tan aclamada: “Aquí no hay nada que

ver…retírense”. Eso es el equivalente a decirles: “Vengan, por favor,

ayúdennos, necesitamos un héroe” o “Miren, con confianza, no se

vayan a ir”



Aureliano bajo las escaleras con rapidez y se oculto en una de las

oficinas. Sudaba copiosamente y jadeaba como un animal.

Escuchaba ya no una, ni dos, sino muchas voces en su atormentada

cabeza. Voces de guerra. Voces de bambucos y pasillos. Salio

rápidamente y rodó escaleras abajo, tropezando con sus nervios,

tensos como los cables eléctricos que cuelgan en las calles grises de


                                   62
cualquier lugar. Intento ponerse de pie, pero seis policías cayeron

encima de el y lo desarmaron de inmediato. Recibió un as de bastos

en la cabeza, acompañado por una sota de puntapiés y puños en esa

jeta.



- Mano Aureliano, usted si es bien pendejo, ¿no?...- Le dijo uno de

los policías mientras lo sacaban por la puerta de la alcaldía entre la

mirada atónita y atómica de un pueblo que tiro el piano por la

azotea hace mucho tiempo. Lo subieron a una patrulla y… ¡A las

mazmorras el mártir megafonico!



Lo que nadie vio en medio de la conmoción, es que una mano ágil y

veterana, levanto con presteza el escapulario y el megáfono del

suelo y se perdió rauda y veloz entre las calles del pueblo, como el

viento del lugar…




                                  63
LA LINTERNA DE DIOGENES


Por toda la avenida principal y cerca de la histórica y popular tienda

“Las campanitas” Lugar de baldosas azules con florecitas verdes en

donde siempre se podía percibir un tenue olor a miaos de borracho

y cervezas destapadas y vaciadas por parroquianos pueblerinos y

alegrones que gustaban dejar sus ganancias quincenales en aquel

lugar conducidos por el deseo insostenible de la beberecua y los

problemas, pues estos individuos gustaban sobremanera de

sobredosificarse de alcohol para encontrar motivos de riña y pelea

en horas de la madrugada, casi siempre con sus mejores amigos,

vecinos o familiares, podía encontrarse la quinta mas hermosa de

todo el pueblo. Primeramente mandada a hacer por el traqueto de la

región, que un día se canso de traficar panelas de coca y no sabiendo

que hacer con la plata que recibía y cansado ya de acostarse con

todas las zorras interesadas del pueblo y desflorar niñas incautas

presas de la misma ambición, decidió mandar a reconstruir una

exageración de mucho valor económico y lujo innecesario en un

pueblo que por su sola idiosincrasia, no se lo merece. El mafioso

termino asesinado en unas canchas de baloncesto una noche

mientras presenciaba inocentemente y desprotegido un partido de

microfútbol, ante la mirada asustada, pero no sorprendida de

algunos testigos, pues todos sabían que lo que empieza mal, termina

peor. “Le zamparon dos tiros en la porra” contaba una vecina



                                  64
alguna vez. La casa después paso a manos del estado y fue por un

tiempo un centro de atención comunitaria para la mujer y el

maltrato, pero no contaban con la astucia de la mayoría de las

mujeres del pueblo, que aceptaban el hecho de que sus maridos las

golpearan, pues eso “Hace parte de los gajes del oficio” de ser

esposas por aquellos lugares. Después, no se sabe como, pero todos

si saben que algún político robo, la casa paso a manos particulares y

fue vendida finalmente a Don Diógenes, un anciano que llego a

morir al pueblo, pues en todo el esplendor de la sabiduría de sus

canas, sabia poderosamente bien que para eso es lo único que sirve

aquel lugar. Llego con su esposa igual de arrugada que el, ya que

sus caras parecían un acordeón, un perrito faldero que no sirve para

ni mierda, solo para lo ultimo, pues cagaba casi todo el día y don

Diógenes se preguntaba de donde le salía tanta mierda a un perro

tan chiquito, un bife tamaño descomunal y un closet de la misma

naturaleza, pues los viejos siempre tiene muebles que pesan como

sus conciencias y casi siempre están fabricados en una madera que

no se la come ni la polilla mas hambrienta del planeta, dos

mecedoras, y muchas cajas llenas de recuerdos aburridos e

innecesarios, pues todo buen viejo de este país es acumulador

compulsivo, ya que sufren del miedo primordial de todo

colombiano: Que le quiten lo que ha conseguido. La casa estaba

llena de secretos pero los viejos nunca comentaron nada a vecinos y

parientes. Una muchacha iba a hacer el aseo dos veces por semana

pero siempre estaba bien vigilada por la mirada atenta y minuciosa


                                 65
de Doña Conchita, y de don Diógenes también, pues le encantaba

ver el movimiento sincrónico de las nalgas de la muchacha, mientras

trapeaba el largo zaguán de aquel caserón.



Don Diógenes sabia que la casa había sido reconstruida, y se

entretenía en recorrerla indagando huellas de la casa vieja que había

sido alguna vez. Pero los albañiles fueron muy buenos y todo

parecía nuevo. No obstante se presentaría una oportunidad que

cambiara los últimos días del viejo vergajo.



Un día estaba la esposa, quéjese y quéjese de sus achaques de edad y

don Diógenes, mamado de escuchar tanta perorata, se salió del

cuarto, en plena noche. Subió al altillo de la casa y se tomo el cuello

a dos manos, levantando la cabeza. Fue entonces cuando vio en el

techo blanco, unas líneas que formaban algo así como una puerta. El

tomo   entonces    una escalera     e inspecciono     más    de   cerca.

Efectivamente eso era como una entrada. Algo debía haber encima

de su pelada cabeza. Y tenia que averiguar que era.



Al otro día envió desde temprano a doña Conchita y a la muchacha

que les ayudaba con los quehaceres para el medico. Necesitaba estar

solo para poder cagarse el techo pintado de la casa y poder dejar

todo como estaba antes de que volviera su compañera marital, pues

si lo vería en esas empezaría a joder y fastidiar y no lo dejaría. Subió

de nuevo la escalera y con su cajita de herramientas empezó a


                                   66
hurgarle al techo. Finalmente, pelando un poco la pintura, encontró

una cerradura. “¿Y la llave?” Pensó el viejo mientras se rascaba la

calva. Entonces recordó que cuando compro la casa le habían dado

un manojo de llaves, del cual el soco saco la llave de la puerta

principal y había guardado el resto en un cajón de la cocina.



Rengueando y maldiciendo la artritis, bajo de nuevo la escalera y

fue en busca del manojo mencionado. Volvió a subirse con una

lentitud increíble y empezó a probar llaves. Finalmente una de ellas

le dio vuelta a la cerradura y pudo levantar la puerta que daba a un

altillo oculto de la casa.



Ni mencionar las pericias del anciano para poder treparse hasta allí.

Se raspo una rodilla y se torció la espalda el viejo sapo este, pero

finalmente se subió.



El ático no tenia nada de particular. En este el viejo Diógenes

encontró cajas llenas de cachivaches y polvo. En un estante había un

megáfono completamente cubierto de telarañas y junto a el, apuntes

en hojas dispersas y algunos libros. Tomo uno de ellos, en la

primera hoja estaba firmado por alguien: Pedro Narváez. Ni puta

idea quien era ese señor. Lo volvió a dejar en el sitio.



El anciano sabia que esa casa había pertenecido a un traficante de

drogas. Pensó en encontrar algo mas valioso o interesante allí, o por


                                   67
que no, que el ático fuera el lugar donde escondía el dinero, y de

este modo, enguacarse, aunque no tendría sentido que un viejo con

un pata en el otro mundo tuviera ambiciones de ser millonario.

¿Para que diablos?



Entonces en un rincón vio algo que le llamo la atención. Era una

especie de lámpara o linterna muy vieja. De esas de los años de upa,

cuando el era joven y estaba en la flor de la vida. La iba a tomar con

cuidado cuando de repente esta se encendió. Su brillo era

enceguecedor. Don Diógenes no podía creer que ese cachivache

alumbrara tanto, no podía siquiera abrir los ojos., Era tanta la

intensidad de la luz que no podía ni ver las paredes nada. Todo era

luz.



La luz empezó a hablarle al viejo con una sensual voz de mujer. El

viejo escuchaba dejándose seducir entre el miedo y la excitación. La

voz le decía que lo había estado esperando, que lo amaba. Que le iba

a dar todo lo que no le habían dado jamás en su vida. Le decía que

por el sentía un tierno amor. Que lo amaba más que a ella misma.

Le suplicaba ser correspondida en ese amor pues sentía que sin el se

estaba carcomiendo por dentro. El viejo estaba encantado, extasiado.

Sentía latir su corazón reciamente. Casi se caga en los chiros el

verriondo.

Y así, cada vez que doña Conchita salía a hacerse sus chequeos, que

por suerte para Don Diógenes, se hacían mas frecuentes por el


                                  68
estado de salud deteriorado de la vieja, el viejo se subía al ático a

escuchar esa luz que le repetía promesas dichosas y felices. Cada

vez quería estar así, mas sumergido en esa iluminación sensual, y

cada vez menos en la realidad. La luz finalmente se apodero del

corazón del viejo. Estaba decidió a quedarse con su amor

paranormal. Quería entregarse a esa pasión. Vivir allí, con su

ilusión, olvidarse de todo y morir de amor.



Una tarde, mientras el viejo estaba distraído en su universo

lumínico, la vieja Conchita regreso a casa más temprano de lo

habitual. Le habían cancelado el chequeo. Volvió refunfuñando y

fastidiando como siempre. La muchacha que les ayudaba la ayudo a

entrar, mientras la vieja mamona llamaba a gritos al viejo, que no la

escuchaba.



-¿Dónde se abra metido este viejo?



Pero nada. No le respondía. La muchacha trataba de llevarla al

cuarto y darle las medicinas, pero la vieja era latosa e insoportable.

Cansada la soltó del brazo y le dijo:



- ¿Sabe que vieja hijuemadre? Le voy a decir dos palabras que me

harán muy feliz: ¡Coma mierda! …Fastidiosa…ojala se muera

rápido… ¡Y suba las escaleras sola!...Viejita derrengada… - Y

diciendo esto alzo el rabo y se fue de la casa, ante la mirada atónita


                                   69
de la vieja, que se agarro al barandal de la escalera y se fue

rezándole a la virgen del Carmen electroacústica, exigiéndole

castigos ejemplares para la muergana esa grosera.



Se echo en la cama y empezó a llamar a Don Diógenes con voz

quejosa y plañidera.



-   Diógenes….Venga      que    estoy    maluca….Me      va    a   dar

algo….tráigame un vaso de agua….Ayúdeme a ir al baño…Me esta

doliendo la cabeza…Se me subió la tensión….tengo los pies fríos… -

Y la vieja quejetas no paraba de llamar al viejo a grito entero. Era

como una maquina imparable de quejidos.



Don Diógenes estaba mientras tanto viendo la luz de esa lámpara,

que le traía los mejores recuerdos, ya olvidados, de su vida. Sentía

que la luz lo acariciaba, lo tocaba, lo excitaba. Tanto así, que vio un

milagro total.: ¡Tenia el pene erecto! Algo que no pasaba hacia ya los

años de los años. De repente su trance empezó a terminar y sintió

que la luz empezaba a titilar hasta apagarse. A medida que lo hacia

escuchaba una voz inmunda. Era la de doña Conchita que lo estaba

llamando. Rápidamente bajo del ático y se presento ante la esposa.



- ¿Y usted donde andaba oiga? Lo estoy llamando hace

rato…tráigame la bolsa de agua caliente para los pies… ¡Los tengo

yertos del frio!


                                  70
Y así se la pasó el resto del día, corra de aquí para allá,

complaciendo a su mujer y aguantándose el vendaval de quejas sin

fin. Finalmente a eso de las diez de la noche, la viejita se quedo

profundamente dormida.



Don Diógenes salió al patio, precioso por cierto, de su caserón. Se

quedo mirando el cielo despejado y hermoso que lo cubría todo,

como una crema de estrellas. De repente, se fue la luz en el pueblo.

A tiendas, se devolvió para su cuarto, pero sintió un enorme deseo

de subir de nuevo al ático. Últimamente se la pasaba allí metido, por

horas. La sensación de paz y tranquilidad que le daba el lugar, era

lago que no había vivido jamás en su vida. Subió de nuevo y

después de un rato estaba allí, junto a su amada luz, que le decía

cosas preciosas y ensoñadoras. Pero entonces la luz también le

empezó a hablar de otras cosas. Le decía que estaba cansada de

compartirlo con la vieja esa. Que ella lo quería solo para el. Quería

que solo fuese suyo. El viejo sintió un fuerte dolor de cabeza, pero

seguía atento a todo lo que la luz le decía. Escucho como esta luz le

decía cual era la mejor forma de liberarse de la anciana. La luz

prometió que si el la ayudaba a esparcir su brillo y calor, ella haría el

resto. Y así lo hizo.



Los bomberos llegaron tarde. El fuego se había regado como si fuera

un polvorín. La casa estaba estucada, pero debajo del estuco, todo


                                   71
era madera vieja, lo que ayudo que el fuego se expandiera

velozmente. Después de registrarlo todo, encontraron un cadáver

totalmente calcinado. Era el de la vieja Conchita, que murió

dormida, devorada por las llamas. Don Diógenes no andaba por

ningún lado. Nadie supo lo que paso.



Lo encontraron seis meses después, cerca al basurero de las afueras

del pueblo, totalmente degenerado. Mantenía los ojos abiertos y solo

háblala de una luz que lo llamaba, mientras corría descalsurriado

estirándole los brazos a la nada. Las investigaciones al fin arrojaron

la verdad de lo ocurrido: El viejo en aquel ático, encontró muchas

pastillas de éxtasis que pertenecían al dueño anterior. Pensó que

eran aspirinas y empezó a consumirlas, y después de hacerlo, se

sentaba en un rincón a mirar fijamente una linterna que encontró y

que el siempre encendía, mientras la droga surtía efecto en su

mollera. Finalmente adicto, las consumía constantemente y un día

también encontró cocaína, la cual aspiro encantado. Y en una de sus

alucinaciones, llevado tal vez por el cansancio de vivir con su mujer,

prendió fuego a su casa. Don Diógenes había enloquecido.



Irónicamente, un tiempo después, se quedo ciego. Murió en medio

de la más absoluta oscuridad…




                                  72
UNA PROCESION ROJA


El día de la virgen electroacústica era una de esas oportunidades

para ver la dinámica social entre la muchedumbre y la santa imagen.

Desentono doña Josefina aquella mañana, ya que temprano

amaneció. Con la energía más simple empotro sus inertes piernas en

la silla de ruedas y comenzó la función. Despertó a Encarnación,

china inmunda abandonada por sus padres, algo jorobada, recogida

por la invalida, por purísima lastima, según ella, pero con la

intención inexacta de solucionar los problemas domésticos en su

casa.



- ¡Encaranacioooooon! – Bramo la doña desde el portal de su cuarto.

– Levántese haber ya, que hoy es la procesión…apúrese…



Después de un fingido desayuno ayunante la vieja entro al baño.

Léase baño como: Cuatro guaduas sosteniendo unas bolsas

delatoras y unos chamizos disfrazados de hojas secas, que trataban

de dar intimidad a la vaporosa escena de la doña sentada en el piso

mientras Encarnación, como puede, le refriega a la vieja sus

verrugas, sus arrugas y sus dolencias, mientras la anciana controla

la manguera negra por donde baja el agua desde el nacimiento

hidráulico de la finca.




                                73
La virgen del carmen electroacustica - Rafael Bejarano
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La virgen del carmen electroacustica - Rafael Bejarano

  • 1. 1
  • 2. LA VIRGEN DEL CARMEN ELECTROACUSTICA ESCRITO POR: STAROSTA (RAFAEL BEJARANO) 2
  • 3. INDICE: Pág. INTRODUCCION: 5 1. NARVAEZ 11 2. LA VIRGEN DEL CARMEN ELECTROACUSTICA 17 3. EL FESTIVAL DEL RETORNO II 25 4. LOS OCHENTAS 30 5. PORRO TRANCE 40 6. MEGAFONO 47 7. LA LINTERNA DE DIÓGENES 64 8. UNA PROCESION ROJA 73 9. AMNESICA 87 10. EL ABUELO BASILIO 90 11. PURILLUNOS 98 12. EL ESPIA 102 13. LAS BOLSAS DEL CHIMBILAX DIABOLICO 112 14. TAMARA 122 15. AORTA 131 16. TUMBA DE MI (VERSION 2.0) 136 17. LA GOLONDRINA CAIDA 141 18. RITA 148 3
  • 4. Dedico este libro a mi familia, a mis amigos, y a todos aquellos que como yo, creen en la belleza del leer o el escribir. Sustentos invaluables para el alma. Una dedicación especial a Pedro Narváez y su revolución. Una lucha intencionada y justa. La primera en Suramérica, llena de una coherencia que ya no se ve más hoy en día en los actores actuales del conflicto armado. Un especial agradecimiento a Olto Jiménez por el enorme sustento intelectual en la primera etapa de elaboración de este libro. 4
  • 5. INTRODUCCION Toda reacción generada por el humano en la vida cotidiana, nace, en mi opinión, a través de su experiencia primaria con el miedo. Este miedo, como simbolismo de la fragilidad del ser humano, marca de una manera contundente su devenir ante la sociedad. El humano entonces se escudara de allí en adelante detrás de esa primera reacción y lo llevara de la mano a través de todos los actos de su vida. El tejido del orden establecido de las sociedades se vera aumentado o destruido según sea la manera como cada persona enfrente este temor. Se van entonces a generar dos grupos de entes sociales: Los que alimentaran el tejido y los que atacaran este mismo tejido, en una búsqueda infatigable hacia la destrucción de lo establecido. Estarán en contra de todo orden ya creado por los hombres. La pregunta, para mí, no es como llegaran a la conclusión de es objetivo, inconsciente, pienso yo, que se han trazado estas gentes. La pregunta importante es: ¿Con que lo reemplazaran? ¿Estos seres tiene una conciencia de que la destrucción, por si misma no tiene sentido si no hay nada con que reemplazarla? Los tiempos cambian constantemente porque si. Simplemente. No comparto la teoría, si es que existe, de que la vida como la conocemos, es un producto de las acciones realizadas por el hombre a través de su propia historia. Rehusó categóricamente esta postura, y apoyo mas el sentido del pensar que esta "Evolución" Y encierro la palabra en comillas y la uso únicamente porque no soy tan brillante para usar otra palabra, es mas el proceso raso y natural de la vida misma. Así como una planta brota del suelo y germina apuntando hacia el sol, y así como el hombre nace llorando cuando sale de una manera violenta del útero materno, la tierra también pasa por todas las etapas de desarrollo de su vida en una entropía completamente comprensible. En ese orden de ideas, un poco torpes en realidad, yo creo que los tiempos y periodos de la humanidad, ha venido ligados de la mano de los mas entregados a las estructuras sociales, los cuales se han visto presionados de una manera contundente, por los detractores. Veo una sociedad que funciona como pequeños entes que están programados por lo establecido, para realizar una función especifica: Para ser un economista, que revisa números y cifras y presenta un informe, el cual debe ser detallado, sobre su análisis profundo acerca de los movimientos de una empresa, compañía, fabrica o grupo social dedicado al lucro. Un albañil, el 5
  • 6. cual siempre estará disponible dentro de la sociedad, siempre estar allí para levantar muros, puertas, postes etc. o para echarlos abajo. No quiero decir que un albañil no pueda realizar otra labor. La podrá realizar, pero a partir del momento en que el albañil, por su libre albedrio o presionado por la misma sociedad a realizar labores distintas por necesidad, dejara de ser el cien por ciento eficiente en esa labor que desempeñara, pues el es un albañil. En el momento en que realice esa otra labor tan distinta a lo que sabe, de manera impecable, ese ser dejara de ser albañil y se transformara, en eso otro que haga, volviendo de nuevo al ciclo de utilitarismo absoluto de la sociedad para la sociedad misma y cumplirá esa nueva función para la cual, en este caso, ha sido reprogramado, como dije antes, por la sociedad misma. Y en este orden aparecerán todos lo demás oficios que hay en el mundo de hoy: Médicos, ingenieros, abogados, barrenderos, bibliotecarios, etc. Estos serán para mí, los entregados a lo establecido por la sociedad. Los detractores sufrirán de una terrible realidad, pues serán una parodia de lo que no quieren ser. Pero, al ser detractores de manera inconsciente, no sabrán por que esta o aquella labor les genera una sensación o sentimiento de frustración, rabia, o desolación. Y es esta razón, lo que hará que cumplan con su función de detractores de manera impecable, pues serán trabajadores o entes sociales, sumidos en la mediocridad del ejercer una labor o profesión, ajenos a la pasión de amar lo que se hace. Se enredan entre los demás engranajes de la sociedad, como un virus que esta allí para producir el error, el fallo, la inconsistencia del tejido social. Elementos absolutamente imprescindibles para el perfeccionamiento de todas las funciones en las cuales se solicita la presencia de seres humanos para su realización. Pero ¿Es acaso esto importante? ¿Realmente necesitamos gente mediocre en nuestra vida? Mi respuesta es: Impresendible. Y la razón será, para mí entender, la más sencilla de todas: Porque todos somos esos detractores sociales. Pero ¿Cómo es posible que todos llevemos esa marca, ese sino en nuestras existencias? Yo pienso que el ser humano es un diseño de una perfección y complejidad inigualables e inimitables. Y tanto es así, que no he conocido a nadie que haya nacido con la más férrea convicción de haber venido a este mundo a hacer lo que hace hoy por hoy. No conoce a un ingeniero industrial que 6
  • 7. tenga en su genética el serlo. Para mí, las elecciones académicas del hombre no están ligadas con su desarrollo hormonal, molecular, neuronal, genético. Digo no de una manera radical. Los sentimientos humanos son de una naturaleza particular y un tanto misteriosa. No conozco a nadie que cambie un día en la playa, bajo el sol, en total tranquilidad, por un día encerrado detrás de un escritorio en una oficina. Mucho podrían decir: Yo si. Pero en realidad, es ya un ser moldeado por la sociedad para tomar esa opción, como una repuesta automática a un deseo del espíritu publico. Y esa condicionalidad es generada por los propios hombres, que generaron un traumatismo en el tejido de las sociedades para poder ser únicamente ellos, los que puedan estar bajo ese sol en la playa, amparados por la condicionalidad de los que no pueden tomar esa opción, porque fueron presa de la violencia de la sociedad. El ser humano tiene toda una serie de vínculos espirituales con cosas que distan completamente de lo que realizan en sus vidas diarias. La gente le teme mucho al sentirse pérdida realmente en cuanto a los caminos que debe llevar. El status quo exige que la persona sepa claramente cual es el camino, la carrera, el destino a seguir. Eso hace parte del maniatamiento de la sociedad actual, pues se esta forzando a un joven, que en realidad, es casi un niño entre los diecisiete a los veinte años a tomar decisiones tan trascendentales con respecto a que va ser de su vida. Y cuando esa presión es ejercida sobre una mente que aun no tiene un formato definido pueden llegar ocurrir dos cosas: O que este chiquillo elija mal lo que va a ser el resto de su vida o que los padres influyan de una manera enmarañadora en el destino de un ser que tal vez quiera ir hacia otro lugar, sin mencionar el hecho de que estos padres o adultos “Responsables” en realidad quieren vivir sus sueños frustrados a través de sus hijos. Estos seres, estos jóvenes, entonces terminan teniendo un formato con un aspecto más encasillable a los tejidos sociales. Y a la larga, todos somos parte del proceso, y a la vez, detractores sociales por excelencia. Y esa es la neguentropia que ha mantenido vivas ambas partes de esa misma condición. 7
  • 8. La Virgen Del Carmen Electroacústica (Un libro, una declaración, un delirio……?) Es un intento, muy pequeño de generar un remedio, que enferma más que el propio mal. Un minúsculo elemento de transformación. Desde su misma concepción, que nace de una intención de redescubrir un personaje tan noble y brillante como lo fue Pedro Narváez, revolucionario primal en la historia colombiana, lejano de los intereses corrompidos y tristes de aquellos que dicen levantar esas mismas banderas hoy día, mientras roban y comercian drogas, almas e intenciones ruines, este libro estuvo acompañado por una idea clara que era mostrar, de una manera tajante, y tal vez un poco fuerte, un reflejo de la palidez de la miseria humana. Pero no yendo a lugares universales o convocativos de aunar ese sentimiento en una gran sociedad, sino mas de un sitio mucho mas pequeño, de una comunidad que olvida lo mas importante: De donde viene, y por esa misma razón, no sabe nunca para donde va. Entiéndase el concepto de una virgen electroacústica, como un invento, algo imaginario, en el cual se sustenta el encaramiento de un proceso de escritura y la idea de mostrar la ambigüedad de la fe y del concepto del bien y del mal. La fantasía recorre estos cuentos, de un lugar, que contrariamente, es muy real, y que de imaginario tiene más bien poco. Es una manera, muy mía, de ser un detractor social, sin generar pautas trascedentes, sino, de alguna manera, generando preguntas que tal vez sean muy pertinentes. Un aspecto notable de la cultura actual en Colombia es algo que yo llamo “Autoctonizacion” (No se si eso exista. Si existe, pues bueno, pero si no, pues no olviden que yo lo invente!!!) Y es esa manía, un poco estúpida a veces, de pasar por el espectro de la idiosincrasia de este país cualquier tipo de manifestación, corriente, movimiento, etc. Artística o culturalmente hablando. No es mi intensión subirme en ese carrusel estúpido, o porque quiera yo seguir corrientes modernistas y poco dadas al seguimiento de una búsqueda constante en el devenir de escribir y crear. Una intensión de buscar otra forma de expresar una idea a través de una narración que contenga elementos no utilizados en libros anteriores por mí escritos. Y si bien, este libro en realidad es una recopilación de cuentos que fueron escritos hace unos años, era importante para mí darle una idea global a todo el concepto, recopilándolos, depurándolos y mostrándolos. Espero que se entienda como una necesidad personal de evacuación de mi trabajo, a favor de una demanda urgente al repasar la historia de un lugar, para no perder 8
  • 9. una identidad y una herencia que tomo mucho tiempo concretar, y un clamado a una liberación de elementos de una idiosincrasia perversa que carcome día a día, a una sociedad que perdió su norte, en medio de odas ridículas, bagatelas y tonterías limitantes. Si se entiende este libro como un elemento de parodia religiosa o como una caricaturización insulsa de un pueblo, entonces no se entendió ni mierda. Gracias. STAROSTA 9
  • 10. “El muerto confiaba En su gente Y en Calavera…” Fragmento de la canción “El muerto” de Los Fabulosos Cadillacs 10
  • 11. NARVAEZ Los hombres estaban cruzando aquellos montes en silencio. Eran las cuatro de la tarde y el cielo alumbraba en verde Sol mayor. Su líder adelante, machete doopler en mano, rompía la maleza con toda energía. Con todo fervor revolucionario, como una expiación. Tenía unas ideas clavadas en su mente como las tachuelas del calzado que antes manufacturaba en su fábrica. Primero zapatos formales. Luego botas resistentes, para cruzar la ruta de la libertad. Cordones desatados, al igual que sus espíritus, desteñidos por la injusticia. Suenan músicas de fondo. Van pisando sombras y viejos robles del camino. Y todos ellos en sus mentes se preguntan: ¿Qué va a suceder?... Y así pasó Pedro Narváez. Su lucha fue como una ola estrellando el océano. Dejó sus huellas en el fango, plasmo su voz en esas mentes y apresuro la revolución que vendría después. Señalo con dedo humilde y calloso la maquinaria política y lo poco igualitario del mundo en que vivieron. Y esos eran tiempos nuevos. Era la inresurreccion. Y el vértigo de esas firmes alturas frente a un mar de atropellos, sirvió de impulso también. ¿Quién dijo que no saltaría al vacío? Muchos lo acompañaron, pero solo se reconocen esas pisadas en los caminos que ahora están llenos de espejismos. 11
  • 12. No sabemos si existió duda en su decisión. Si el temor de encontrar la muerte le hiciera revolverse el cerebro con un binocular de dudas pertinentes, pero inútiles, porque ya eran decisiones tomadas. . Las ideas fueron suficientes para continuar entre nebulosas, para mostrarse y esconderse hasta de su propia identidad. Sus exigencias nobles los protegieron como escudos de oro, en el mas acá, y si, en el mas allá también. . Solo sabemos que de los veinticinco de Narváez alguno tendría la misión de viajar muy lejos. Alguno tendría que volver, para no olvidar. El viajero se levantó cuidadosamente. Lentamente emergió su cuerpo de la tierra. Un cuerpo desnudo, Cubierto de décadas de olvido, pero curiosamente, un poco más joven. En su cuello aun estaba el escapulario de la virgen roja, el mismo que los otros veinticuatro juraron llevar hasta el final. Todo él volvió de aquel pasado. Deja vú de luz. - ¡Virgen del Carmen Electroacústica! - Grito el viejo campesino mientras soltaba el azadón y me ayudaba a levantar al extraño- Sabia que este momento llegaría algún día, pero es que uno a esta edad no esta para estas sorpresas. – dijo mientras él se terminaba de despertar de sesenta años de sueño intranquilo. A mis preguntas presurosas, el viejo empezó a contármelo todo. Paso un silencio lleno de ruido. Ruido blanco. Ruido de magia. 12
  • 13. - Pues si joven, eso le cuento- Continuo después de un rato - Mi papa estuvo con ellos. El era uno de los veinticinco de Narváez. Trabajó en esa fábrica de zapatos hasta que se alzaron. Y a mi pregunta morbosa del “¿Que paso después?” Me contesto: - No se pudo hacer mucho, joven...- Una respuesta silenciosa, un comentario extraviado, acerca de algo de lo que nadie recordaba, algo que al parecer, jamás había existido. - Ellos enviaron una carta al congreso, firmada por casi todos. Don Pedro no la firmo. Pero porque fue él quien la escribió, segurito. ¿Usted cree que esa persona tan importante no firmaría? Él ya estaba listico. Él sabia de esas cosas. Mi papá le tenía mucha devoción al hombre. Por eso lo siguió hasta lo último… Pero tómese el tintico joven, que se le va a enfriar. Saboréelo porque es de acá de la finquita, hecho con pepitas milagrosas de arábigo, unos palitos que mi papá no quiso tumbar. El siempre tan terco con sus cosas. – Se volteo hacia el extraño y le pregunto: - ¿Lo conoció usted? El viejo campesino bajo la mirada, arrepentido, ante los ojos extraviados y sin respuesta del viajero. Sintió que al preguntar, se había excedido demasiado. El sabía bien su condición miserable. Sabía bien que no debía levantar la cabeza. Volvió a agacharla. Jugo 13
  • 14. con las hilachas roídas de su viejo poncho. Escupió flemas a la tierra. Encendió un cigarrillo y continúo: - Esa carta la habían enviado a ver si el gobierno le daba más oportunidad a las fábricas de aquí y no a las de otros países…pero que va…eso no sirvió de nada. Por eso es que vamos como vamos….de culo…por eso finalmente se fueron a las malas. A echar bala. Don Pedro decía que eso no había más opción. - Y alargo un trago largo de su taza, desorejada y amarillenta, como si estuviera saciando su sed verdadera. Apuré otro tanto y mi mirada se paseo por aquel sitio. Estábamos cerca a la enramada de la finca. Enramada infinita, que albergaba hojas que ya no son del viento. Un tanque apuntalado de mosquitos, guardianes indelebles del café, mojado aún, que estaba al fondo del tanque. No mucho en realidad, ni una carga completa. Pero era algo. Ahora son como piedrecillas de oro al fondo del rio. Una vieja maquina descerezadora, chirriante y endeble, prueba de un paisajismo industrial que se quedo clavado en los años treinta, como un cuadro sin tiempo ni espacio, que me irrita las corneas. Es como una esfinge oxidada del paso de una edad adornada de piñones que imploto sin duda por estos lugares. Es como una huella digital del absurdo triunfo del desarrollo. Cacorros rotos y remendados, tirados en singular desorden, como si el efecto domino los reagrupara, de alguna forma. Un perro viejo y mugriento, si cabe la 14
  • 15. observación, igual a su dueño, lamiendo una batea con unas estalagmitas de no sé que, que no me atrevo a analizar mas a fondo, por puro pudor. Una lona húmeda y manchada, tirada en un rincón, para mí, sin lugar a dudas, la bandera más elocuente de esta tierra cafetera. Debería estar en un asta, y si algún día llega a estar izada, yo la saludare. - Don Pedro iba de finca en finca, cuadrando todo para la revuelta – Dijo el viejo mientras el viajero se frotaba sus sucios pies con un estropajo húmedo - Como ya lo habían declarado un revoltoso, y hasta habían dado orden de bajárselo si lo veían, el se cuidaba mucho. Escondidos entre las sombras de los cafetales, bordeando canjelones, arrastrándose boca abajo, cual culebras. Eso él sabia que se había metido en otros cuentos, pero siempre se sostuvo en las ideas. Leía libros de gente del extranjero….Ese señor leía en otros idiomas….Muy inteligente. Pero eso ya usted lo sabe, ¿cierto? Bajó más su voz y en ese tono de confidencialidad me dijo: - En cambio los de ahora lo hacen por plata. El pueblo no les importa un carajo…eso ahora los muchachos piensan así…las ideas cambiaron mucho - Y se quedó callado de repente. Se levantó del taburete e hizo una inspección rápida, un micro periplo, como si alguien pudiera estar escuchándonos, luego entro de nuevo al trapiche, se sentó al lado del viajero y le susurro al oído: - Ellos vienen por acá a pedir dizque vacuna. Nos mataron unas gallinitas y se me tomaron 15
  • 16. un guarapo que tenia debajo del mesón de la cocina…dieron las gracias y se fueron…por aquí eso nunca cambiara…siempre se repite la misma historia…- Luego me miro y dijo: - Eso mejor no hablemos más de eso, evitemos problemas mijo… De repente el viajero se desvaneció bajo la marea del sol. El viejo campesino se acerco tomándolo en sus brazos y juntos lo acomodamos, con cuidado, en el agujero de donde había regresado haces unas horas. Él se arrancó el escapulario del cuello y en un último aliento me lo puso en mi mano diestra. Me la cerró con fuerza. Y mientras el campesino volvía a dejar la tierra en su lugar, comencé a ver a uno grupo de personas caminar en visos lejanos. Los veinticinco emanaban desde la propia inmensidad del monte sembrado de café. Se les veía cansados, luego de haber pasado por horas difíciles, haciéndose paso por el enmarañado monte. Brotaban de la tierra banderas rotas de guerra. Llegaba hasta mí un olor a vidrio quemado. Solo faltaban unos minutos para que llegaran al viejo campo de batalla. Lugar oscuro de reflexiones accidentadas de donde ellos solo salían, en forma de recuerdos. 16
  • 17. LA VIRGEN DEL CARMEN ELECTROACUSTICA El patio trasero de la casa estaba en plena ebullición pues le estaba dando "Todo el palo del sol" del mediodía. Las matas de geranio, llantén, millonaria, los dos palos de brevo y el de guayaba alumbraban como si estuviesen hechos de diamante y su savia de mercurio cromo. El cielo estaba tan azul como si una obsidiana se hubiese fundido con las nubes y el cenit, delatando toda la inocencia de Dios detrás de su piel sin piel en la eternidad imaginaria de todo lo que sea sagrado. Dolores o Doloritas como le decían en la casa salió a extender las sabanas que desde hacia casi un año no lavaban pues no tenían unas nuevas con que reponerlas, hasta el día anterior cuando paso un vendedor por el barrio empujando con la energía del conejito de Duracell una carretilla y ofreciéndolas "Baratísimas" La familia aprovecho y se compro un jueguito que comprendía: Sabana, sobresabana y dos fundas para las cabeceras. Terminadas de extender, Doloritas se iba a entrar de nuevo a la casa pues ya iba a empezar el noticiero del mediodía el cual se podía sintonizar en dos variantes: Canal Camaleón o canal RCS, siglas que de seguro traducen: "Rating Como Sea". Un rayo telequinetico del "Astro rey" le golpeo en toda la jeta y le hizo voltear el rostro a la muchacha, la cual se quedo "Viendo negro" cuando de repente percibió una gran mancha en la otrora sabana blanca ahora 17
  • 18. amarillenta. "Quedaron mal lavadas" pensó con resignación y rabia mientras se acercaba, al pensar que tendría que volver a refregarlas en el lavadero, cuando de repente percibió que la mancha tenia una forma familiar. Segundos después entro corriendo a la sala gritando cual político en plena época de elecciones: "¡Milagro!" "¡Milagro!" Doña Carmenza, madre de Doloritas la tomo de los brazos intentando calmar a la hija alborotada mientras le decía: "Cálmese pendeja ¿Que tripa se le torció?" Después salieron corriendo al patio mientras la muchacha le señalaba la sabana, la cual tenia una imagen en la cual se podía ver a la perfección en un color como de lápiz, la imagen de la virgen. Doña Carmenza se postro de rodillas al ver la benefactora santa de la región impresa en las roídas telas y desdoblada entro en un trance momentáneo, del cual volvió justo antes de perder del todo la noción de su conciencia en interferencia, para recordar que cuando estos eventos suceden, hay que enloquecer de fervor "Electroacústica bendita" gritaba la señora mientras las lágrimas se le derramaban sin descanso por los cachetes pecosos. Su casa había sido bendecida con un milagro, para envidia de todas sus vecinas. Los gritos de alabanza de la señora fueron tan fuertes, que hasta el cura del pueblo, el cual vivía a seis cuadras de distancia, tuvo que detener su almuerzo y asomarse por el campanario de la iglesia a ver que había pasado. Los muchachos del colegio ese día también salieron mas temprano, pues estudiantes y docentes pensaron que había sonado la chicharra que anunciaba el final de la jornada. Lo más molesto fue el aullido de los perros del 18
  • 19. pueblo, los cuales se unieron a la sinfonía y se quedaron aullando como un CD rayado que repite el último segundo leído una y otra vez. Los vecinos y curiosos no se hicieron esperar en el patio trasero de la pobre casucha con olor a masa de arepas que se colaba desde la ventana de la cocina. De un momento a otro la casa se convirtió en un mar de carne chismosa y morbosa que no quería perderse el paso a paso del acontecimiento. Las camándulas, escapularios, rosarios y demás cachivaches utilizados para rezar como loras avemarías y padres nuestros, fueron traídos con prontitud y frente a la sabana las más devotas se atrincheraron a darle de comer a su devoción y a su pasión. Los ojos en blanco, levantados al cielo sin importar cual quemado estuviese el rostro por los rayos ultravioleta y sin ningún temor por el cáncer de piel pues le estaban rezando a la sagrada imagen de la virgen del Carmen electroacústica. Ella hacia las veces de sombrilla y protector solar UV numero cuarenta, así que eso era lo de menos. Llevaban sus biblias la cual dejaban en su regazo y todas así, arrodilladas desarrollaban una competencia por la que mas tuviese la voz en plañidera, las manos fuertemente entrelazadas y la fe más inconmovible. Doña Carmenza levantaba el rostro con orgullo pues sabia bien que ella era la dueña de la casa y por lo tanto, la dueña del milagro. Podían verlo y rezarle, pero finalmente, era su sabana. Y a pesar de que todo dura un instante que se quedara adentro nuestro para toda la vida, queremos siempre hacer 19
  • 20. lo contrario: Tener algo por siempre y en realidad duro dentro de nosotros, un efímero momento. El sol trastoco en oscuridad y como todo buen día caluroso, trajo una noche fría. Los esposos, silenciosos detrás de las mujeres, esperaban pacientes a que estas se fueran para las casa, pero esto no pasaba. “Mija, entrémonos ya que el sereno le hace daño” “Le va a dar gripa con ese sol que hizo hoy y usted sin ruana” Pero de nada valieron las advertencias. Las mujeres del pueblo cada vez se aferraban mas a sus lugares pues no querían perderse un detalle del acontecimiento sagrado. A eso de las siete de la noche llego el cura del pueblo. Este inspecciono la sabana, se detuvo en cada parte de la imagen, con mirada escrutadora, ante el expectante silencio del pueblo. - Si. Es un milagro – Exclamo por fin el curita Alabanzas de júbilo y manos abiertas al cielo celebraron la certificación oficial. Era un milagro, era del pueblo y eso se traducía en muchas cosas. Para doña Carmenza, dueña de la sabana, todo un hallazgo y fuente de dinero, pues a partir de mañana empezaría a cobrar la entrada a su casa para poder ver a la electroacústica. Vendería además las arepitas que fabricaba, pues a todo el mundo le iba a dar hambre en las oraciones, rosarios, procesiones y demás reuniones que se organizaran en pos de su sabana. Por fin tendría dinero para mandar a Doloritas a estudiar a la capital, pues soñaba con sacarla de ese pueblo de gañanes y montañeros. Soñaba con 20
  • 21. verla casada con un doctor o un abogado y no con algún vago del pueblo. Y tenía que hacerlo rápido pues la chica desarrollada estaba y más de un chulo andaba detrás de las cositas de la niña. Y la virginidad de la princesa era lo más importante. Doloritas por su parte estaba feliz pues era el centro de atención del pueblo y todos los hombres tendrían vía libre para entrar en su casa y verla sin que la mama se diera cuenta que en realidad era una chica casquivana que gustaba de la compañía masculina en general. Era, con sus dieciséis años lo que se conocía como una “Zorra” o también otras personas podrían denominarla “Una perra” En palabras concretas, era un puta que había perdido ya la virginidad hacia un tiempo y había sido montada por mas de media docena de dizque hombres del pueblo. Ese día estaba como mareada y con nauseas, y mientras se pintarrajeaba la jeta se fue a la droguería a comprar una prueba de embarazo, pues tenia sospechas que a ella también le habían hecho el milagro. El problema es que no sabia cual de todos era el santo… El cura del pueblo también estaba feliz. Sabía que tendrían que enviar comisiones desde Bogotá y también desde el vaticano a verificar la autenticidad del milagro de la electroacústica. Y eso significaba visitas de obispos y altos perlados de la iglesia. El los recibiría y alojaría y por derecha tramitaría su traslado a una catedral digna de un cura como el. Una en la capital, no la iglesucha esa del pueblo, con dos torres desteñidas y las mismas bancas desde 21
  • 22. hace años. Además, tenia sus pecadillos con un monaguillo, y era mejor irse pronto, pues el amante adolescente, había empezado una provechosa extorción al cura, a cambio de su silencio, y últimamente toda limosna y aporte a la iglesia estaba terminando en los bolsillos del gañan. Y así, por el estilo, cada uno de los participantes del milagro, entraban a verlo y a rezarle automáticamente, mientras pensaba de qué manera podían sacarle algún provecho a la manifestación divina. Todos veían esa sabana vieja como un jugoso boleto al negocio o el beneficio personal. Definitivamente, esto iba a ser muy bueno para todo el pueblo. Cayó la segunda noche después del milagro. El cura informaba a los creyentes que ya había llamado a Bogotá y que en unos días enviarían la comisión para autenticar el milagro. Todos se frotaban las manos pues sabían que eso era publicidad, y eso traería más gente, y estos a su vez, la platica. El cura oficio misa en la casa de doña Carmenza, que parecía una lechuza hinchada de la dicha. Después de esto, empezaron un interminable rosario, en donde las voces plañideras y los gestos afectados no faltaron. Doloritas por su parte, se servía en bandeja al noveno del pueblo que le oficiaría su pellejo en el de ella, aprovechando la distracción de su madre y vecinos. 22
  • 23. Fue entonces cuando paso lo inesperado. Un rayo tremendo rasgo en lo alto y automáticamente abrió la llave del agua del cielo, que no entiende de milagritos. Gruesas gotas cayeron en los presentes en el patio que corrieron presurosos a refugiarse, mientras las viejas fanáticas, trataban de ponerse en pie y junto al curita, trataban de desamarrar la sabana de aquella cuerda de colgar ropa, la cual Doña Carmenza, por pura avaricia, había amarrado hasta el infinito, preocupada que alguien intentara robársela. En dos segundos el patio era una escena apocalíptica del diluvio. En el afán y el desorden, curita y viejas arrugaban la sabana y la jalaban ávidamente, hasta que finalmente la pudieron entrar a la casa. - ¡Dios mío que aguacero tan macho! - Bramo mojada y tiritando una de las viejas beatas - ¿Se mojo mucho la sabana? - Le pregunto el curita a doña Carmenza, mientras se quitaba el hábito totalmente empapado. Doña Carmenza, que tenia la sabana enrollada con fuerza contra sus seno, en temor inconsciente que alguien le quitara, no el trapo, sino todo lo que el significaba para ella, la desenrollo con cuidado, al terminar de hacerlo, una exclamación resonó en toda la casa. ¡El milagro no estaba! La sabana, chorreando agua, volvía a ser el mismo trapo viejo y sin valor que había sido hasta la mañana del día anterior. El vendaval, o el ajetreo al desamarrarla, o el seno, enorme 23
  • 24. por cierto, de Doña Carmenza, habían borrado el milagro. El cura examino la sabana y no encontró el más mínimo indicio de la imagen. Se la entrego a doña Carmenza, la cual cayó de rodillas en el piso mojado del patio. Entonces dejo de llover tan inesperadamente como había empezado. El cielo despejo en segundos y dejo ver hermosas estrellas, que destellaban y brillaban en el firmamento. El pueblo se quedo todo, en silencio, con la cabeza gacha. Todo proyecto se había ido al suelo. Mientras tanto Doloritas vomitaba en el baño. Uno por uno, en silencio, empezó a irse de la casa. Las viejas se sacudieron el agua y alzaron el rabo para la casa. Hasta el cura se fue, estirando la jeta. Y allí se quedo Doña Carmenza, con la mirada perdida, pensando en todo lo que se le había escapado de las manos, mientras revolcaba la sabana contra el sucio suelo del patio. Entonces Doloritas interrumpió los pensamientos, con un berrido agónico y chillón: _ ¡Mama! ¡Estoy embarazada! - ¿¡Cómo así china culipronta!? ¡¿De quien?! - No se… 24
  • 25. EL FESTIVAL DEL RETORNO II Alborada. Los rayos de un sol denso inundan los tejados desteñidos del alba esquizofrénica. Resuenan tremendos y rojos los cascos de los caballos que en su transitar galopante por la avenida ensordecen las demás calles. Retumban. Despiertan. Son las ondas sonoras de los carros y las motos. La pólvora estallando el firmamento. Los machetes resuenan allá, en lo profundo, lenta y salvajemente. Los mismos que hacen tambalear hasta morir los palos de café arábigo y las plataneras de un verde eterno y hacen el sonido de fondo que no se puede oír, que se esta desvaneciendo, detrás de las mascaradas de la vida moderna. Rectángulos de casas dónde ya no hay salida. Círculos viciosos, aquí y allá. Una alcaldía que juega a mostrar lo mejor del lugar solapando lo peor para el final, que es lo que traerá el dinero. Jugar al sueño colectivo. Destruir historia, respeto y cultura en harás de un progreso que no va mas. Los lugares van mutando con la llegada de la fanaticada etílica. Y de repente ya no son los mismos verdes de aquel monte, las mismas calles, los mismos árboles de luz. Ya no hay como escapar a esos gritos. Y tu, que nunca estas aquí. Nunca estuviste y nunca vas a estar, así, a mi lado. Todo un pueblo entrenado para disimular. Para esconder las incontables falencias. Para cubrir con risas los lamentos de la tierra que esta cansada de decir: ¡Ya basta! Y a esas voces los lugareños se reniegan con el grito a todo pulmón: ¡Salud! Y eso es lo que ellos 25
  • 26. entienden simplemente como confraternidad. Y esto siempre es así. Un sitio más prostituyéndose en su propio festival. Hasta el asfalto queda pegajoso en el manoseo de su ahora turbia identidad, que los hace frenar en las señales de la vía. Los de los cabellos blancos se dividen en distintos bandos: Los más pudientes hacen parte del agasajo y los más pobres se encierran en sus cortinas harapientas y techos de viejos machimbres de los años ochenta. Y los demás, que son los más sabios, caminan casi como si fueran invisibles, y recuerdan las guerras y las luchas del ayer, por repeler a esos que oprimían su verdad. Y de eso ya no queda nada. Solo el resoplar de los fervientes de otras décadas que no olvidan al viejo zapatero. Y esa es la verdad. Pero los hijos de la triste sociedad solo quieren practicar acentos de otras regiones. Sus mentes ya no saben disparar. Solo quieren actuar. Y voces complacientes como hímenes rotos que repiten insaciables: “No digan después que nos se les atiende como se debe”. Y nadie se atrevió a decir: “No digan después que no se les advirtió…” Entonces se hizo la tarde. La alternativa juventud toma la opción del poncho en lentejuelas y el sombrero de jipa, para enmarcar así su trópico intimo. La ciudad en serpentinas pierde la calma, y cuando desaparece el sol, las tapas rojas de las botellas de aguardiente vacías marcan caminitos etílicos hasta las mesas. Se inicia el ritual del dios Baco. Se sirven los tragos. Esas dos torres están llenas de mierda, y no propiamente de paloma. Vaya mijo, tómese ese cordial 26
  • 27. que se siente caliente al bajar por el gaznate. Vayan chicas, háganse una lobotomía. Corran para ver la siguiente función. Corran con sus trajes espaciales de pueblo. La casa paterna no les importa, esa solo esta de paso. Vayan al centro, vayan camino a las putitas. Quédense con ese, con el mas moreno, que hoy será el rey de la pasada generación, reunida después de hace cuanto. Alfombra roja, remendada a un lado. Y ojala que llueva alcohol en el campo. Ojala no sea permanente esa cara de tontos. Ojala y tanto germen humano no volviera nunca… Otras voces se alzan para la queja casual: “Ya no se puede caminar por las calles” “Esto esta abarrotado” “Esto si es bonito” y desde los celulares salvando distancias infranqueables, un amigo reprocha a otro diciendo: “¡¿Pero como es que usted no va a venir?!” “Se esta perdiendo el progreso” “Piénselo bien, solo le pido… Yo como si vivo la vida…” Y al otro lado de la línea un bostezo de abulia. Yo los invito, desde mi ironía, a que vayan a ese festival del retonto….perdón…del retoño….digo….no se ni como se llama. Pasen y disfruten la arquitectura moderna de pensamiento montañero. Pase y camine en calles forradas de dinero sudoroso y ahora, mas que nunca, dudoso. Hasta la luz esta zumbando encandilada por ese falso oro. La vieja zalamera sobrepone su voz a la de la guacherna y dice: “Hace años no se le veía por aquí.” Otro retazo de conversación en otro lugar registra: “Yo se doctor, yo 27
  • 28. se…eso aquí nacimos con buena estrella, no ve que somos del pueblo” Y los amigos de colegio, creyéndose de quince de nuevo, rezan así: “Tráigase una silla, venga hablamos un ratico” “Esta ronda yo la pago” “¿Quieren pollo? ¿O caviar? …” “Así somos acá” “Fresco mijo, no se me asuste, que yo ya estoy asustado…” (Risas) El pueblo esta emperifollado. Me lo vistieron de gala, en un evento ruin. Los balcones enrumbados, retocados con vinilo astral. Muy cubista. También por allá visita mucho artista. Mucho indio también por ahí, que son los molotov que estallaran verriondos en la madrugada, hinchados de aguardiente y frustración. Y es que los que viajan son tan avanzados: Ingenieros, médicos, representantes de artistas. También hay trapecistas. Miren a la reina. Cetro de silicona. Reina Coca. Y por dentro….también! Y la herida del terruño sigue supurando. Los que saben como curarnos o se han ido, se han muerto o se aburrieron. Mundo de quimeras, sin arena. Ella y él, escondidos en una caseta lunar. Escondidos en la galaxia de plátano. Los dos rebobinando, no hacen más que recordar. El quiere ir a otro lugar, a olfatear su cuadril. Ella solo quiere imaginar que esta muy, muy lejos de casa. ¿Y los estudiantes universitarios? ¡Bendita sea la virgen del Carmen electroacústica! No ve que son pacifistas. No ve que son ecologistas. No ven que andan por ahí con sus mochilas tejidas y casi sin aire de tanto proclamar consignas remendadas de los años de upa. Sáqueles 28
  • 29. una mesa a los muchachos. Atiéndanlos. Son intelectuales, pero no pueden ver a quienes los han recibido. No pueden ver a los que los han servido. Ya están sonando las bandas marciales de los colegios. Ruidos de tambores de guerra. Guerra de niños. Niños pendejos. “¡Comadre! ¡Comadre! Venga” Grita la vecina montañera. “Mire como me están dejando de lindo el parque los visitantes” “Mire como me bañan en orines el obelisco de Don Isidro” “Nos hicieron falta más baños” Dice otro viejo atembado. “Tenerlo en cuenta para el próximo retorno…” Se escuchan gritos de placer. Ruidos de campo con ciudad refinada. Esta tierra es nuestra… ¿o no? “A estos eventos si vengo” Dice alguien que no tiene nada que ver con el lugar. Los hombres se tambalean, pero entre tanta gente ¿Quién lo nota? Las mujeres regurgitan, pero entre tanto charco, ¿A quien le importa? Y que siga la melodía…. 29
  • 30. LOS OCHENTAS Con la llegada del cometa Halley el pueblo se entrego a las más oscuras premoniciones. Algunos pensaban que era castigo de la electroacústica, por ser tan pecadores. Otros pensaban que eso era obra del Chimbilax diabólico, que venia a apoderarse de la tierra. Los mas descarados, les importaba un culo, ya que en su hedonismo, se sentían vividos y lo que pasara con sus almas, los tenia sin cuidado. Los campesinos nunca se enteraron ya que ellos saben de trabajar la tierra, pero poco de astronomía y asteroides vengativos. Eutimio estaba vistiéndose para salir de juerga esa noche. Cabello corto, mas rapado a los costados, patilla recta mutilada a la altura de la sien, y unos pelitos extravagantes en el cuello, tipo cola de ardilla. Algunos mechones de la frente estaban aclarados con agua oxigenada. Jean blanco entubado hasta el infinito y más allá, haciéndose casi imposible la introducción del pie por la manga del mismo, camiseta blanca, con mangas recortadas a lo tegua, chaqueta de Jean perforada en la espalda con un cuchillo, en apuñalamiento del aire. Remataban unas botas picudas impuestas por encima de los pantalones. Eran los ochentas. 30
  • 31. - Eso no se vaya por allá a gaminiar Eutimio, vea que ese cometa se va a venir del cielo, mijo… ¡quédese esta noche en la casa carajo! – Le recriminaba doña Aurora, madre del indisciplinado y siete vástagos mas, concebidos en la misma cantidad de años, gracias a la eficaz labor de su esposo, que no rebajo Montada vs. Cuajada - Eso no me joda con mieditos maricas, mas bien no le eche tranca a la puerta, nos vemos madre - Dijo el personaje saliendo apresurado del hogar. - Vida berraca con este majadero…Electroacústica bendita protéjame a este pendejo…- Oraba la madre por su adorado retoño rebelde. Eutimio paso por el viejo parque de los novios, mas conocido como el parque de los burros – Ni puta idea por que, aunque pensándolo bien, los unos y los otros son lo mismo – En el camino se encontró con Arbey, camarada de toda la vida y con Fabián, chico envidiado por todos, ya que era el único al que le había salido un insipiente bigote tipo pelo de lulo, haciéndolo ver mas adulto y mas horrible de lo que ya era. Se fueron directo al billar “la lindaraja” ubicado en el parque principal. Entraron con aire de hombres no desarrollados, amparados por el protector mostacho de Fabián, que seria el boleto directo a una mesa, tres cervezas, tres cigarrillos “Imperial”, bolas y tacos. 31
  • 32. - ¡Garitero! Bolas pa esta mesa hágame el favor…- Grito engruesando su voz de pollino Fabián, sonando como una corneta destemplada en el billar. Eutimio se hizo el pendejo buscando un taco y Arbey puso cara de malo, mientras trataba de contener la respiración, esperando que los dejaran jugar. - El encargado se acerco con las bolas y las tizas en la mano. Se quedo viendo a los tres personajes y dudo de la adultez de los mismos. En esas detecto el bigotito del muchacho y eso lo convenció de que todos eran ya hombres hechos y derechos. - ¿Qué van a tomar? - Una cerveza para mi…- Dijo Arbey. Segundos después eran sacados del billar, agarrados del cuello de sus chaquetas. - ¡Vida hijueputa Arbey! ¡Cuantas veces le he dicho que no habrá esa jeta cuando entremos a los billares! – Protestaba colérico Fabián mientras se sentaban en el parque. - “Una cerveza para mi…”- Lo remedaba Eutimio poniendo voz afeminada – Con esa voz de niña que tiene seria que nos iban a creer que éramos mayores de edad…maricon. - ¡No me la monten mas!…yo que culpa tengo… 32
  • 33. Después de pelear un rato mas, decidieron dar una vuelta por el parque. Concebido plan de antaño del pueblo. Es como un registro que viene adherido al ADN de todos los habitantes del pueblo: ¡Ir a darle una puta vuelta al parque! En algunas discotecas del sector se escapaban los soniditos de moda de la época. Se veían chicas con camisas de pepas y hombres con flequillos terribles. Atrás habían quedado los setenta. Y los ochentas eran un momento de quietud, como una guerra fría, en donde no pasaba nada en aquel pueblo. El café era bien pago en las compraventas y las cosechas eran buenas. La broca no existía y la roya hasta ahora era solo un proyecto de la naturaleza. Belisario Betancourt estaba recién subido al podio del poder y el nevado del Ruiz aun estaba dormido, sin pensar en hacer erupción. La tecnología estaba atrasada, no solo allí, sino en todas partes, así que no había afán por dejar de vivir en un mundo real. Todo marchaba al ritmo del pueblo: Lentísimamente. Después de darle la obligatoria vuelta al parque, Eutimio y sus compañeros se sentaron a hablar un momento, cubiertos por la oscuridad de los gruesos arboles del parque, a fumarse un porro y hablar de un tema que a todos les daba vueltas en la cabeza. Meses antes encontraron unos libros viejos olvidados en la casa de uno de ellos y hablaban de un tal Pedro Narváez. Desde que conocieron la 33
  • 34. historia del hombre, quedaron prendados con el guerrillero zapatero y sus ideales, en especial Eutimio, que de inmediato empezó a soñar con ser el nuevo Narváez de su generación. Incluso se habían contactado con guerrilleros bolcheviques de la región y estaban pensando seriamente en enrolarse en las filas de izquierda, en son de la revolución comunista y la igualdad, consignas que aprendieron de la historia de Pedro Narváez y los libros encontrados. Sentían que eran como una secta secreta que gustaba hablar a escondidas de todo lo que había sido la historia y legado de Pedro Narváez. Soñaban con una revolución, así como algún día lo hizo el zapatero del pueblo. Leían a escondidas libros comunistas y en el colegio siempre estaban buscando la manera de causar revuelo y alboroto. Sentían esa inconformidad del que no sabe por que es comunista, pero siente que le gusta y que eso lo hace ser más inteligente y más maduro que los demás. - Eso nos va tocar decidirnos rapidito. Acuérdense que estamos en último año y nos toca ir a pagar el servicio militar. ¡Y yo a este gobierno no le presto un centavo! - Si….- Dijo Arbey – Entre pagar servicio o irme con la guerrilla prefiero irme con los últimos… - ¡Por la lucha de un ideal de libertad me hago matar! - Venga…pero rótelo… - Dijo Fabián estirando la mano. - Ese Narváez era un duro parce… - Dijo Eutimio con ojos vidriosos… 34
  • 35. - Si claro…Traducirse esos libros en ruso para entender la consigna comunista rusa…. ¡Y zapatero! Y así continuaron por un rato mas fumando hierba y hablando de su héroe, de extracción propia de su pueblo. Terminada la disertación, Eutimio se despidió de los demás, iba a verse con Rosalbita. Esa noche era de gran importancia para Eutimio, pues ella le había prometido darle por fin la pruebita de amor. “Ya era hora” Pensó mientras se dirigía camino a la casita de la muchacha, que quedaba cerca a la de él, en uno de los rincones del pueblo, en donde el asfalto era una quimera, y en las afueras de las casas se podían ver las bateas para las bestias y enormes troncos en donde estas eran amarradas. Como era el último barrio del pueblo, al frente de este no había más que monte, el cual siempre emanaba su fresco y verde olor a cualquier hora. La iluminación publica era escasa o en el mayor de los casos, nula. Eran ya las diez de la noche y Eutimio bajaba por las calles con cuidado de no tropezarse con las piedras impertinentes del camino. Finalmente llego frente a la casucha de su amada y con total sigilo se deslizo junto a la ventana de lata de la chica y con sumo cuidado, en un acuerdo ya pactado, raspo con suavidad la venta tres veces con sus llaves. Un instante después escucho otro rasguño del otro lado. 35
  • 36. Era la señal. Ya venia Rosalbita y echarle “un huevo” a la doncellita era casi un hecho. Rosalbita se había acostado desde temprano. En su casa tenían la costumbre de apagar luces y dormir después de las ocho de la noche. El cuarto de ella era compartido con sus dos hermanos menores que ella, los cuales a esa hora ya estaban totalmente “Foquiados” Ella, astutamente, se había acostado con la ropa de salir puesta: Una camisa de colores fuertes llena de pepitas negras, un pantalón que empezaba arriba del ombligo y terminaba bombachamente en los tobillos, custodiada su cintura por un cinturón enorme. Unos tacones bajos que llevo en la mano hasta el patio trasero, para no hacer ruido y en su cabeza un flequillo en forma de copa, el cual estuvo moldeando por horas, mientras esperaba la llegada de su hombre. Paso por el cuarto de sus padres, los cuales roncaban como marranos, y se trepo por detrás del gallinero de la casa y salto el muro hacia la calle, en donde fue recibida por lo brazos de su galán. - Hola mi vida…como estas de linda… - Gracias. Tu también estas lo mas de querido… - Contesto Rosalbita mientras se ponía los tacones. - ¡Claro! Porque esta noche es la noche… - Contesto mientras le tocaba con suavidad una nalga. - ¡Oiga, no sea atrevido! 36
  • 37. - Ah…Vamos mas bien que ya le tengo un sitio lo mas de “nais” Y diciendo esto salieron de aquel barrio y se internaron en la espesura del monte por unos diez minutos. El cielo estaba en luna llena, totalmente iluminado. Al fondo se escuchaba el ruido de la naturaleza.: El sonido de una quebrada lejana que corre y corre sin fin y mágicamente. Un leve viento mecía los grandes arboles y sus hojas creaban un aspecto de otra dimensión. Las hojas secas crepitaban dulcemente bajo los pies de los excitados jóvenes que se miraban, que hablaban de cosas sin importancia: Ella, de ropa y peinados y novelas cursis. El, de sus amigos, de motos, de billar y de Narváez. Ella le decía que estaba preocupada por esas ideas comunistas que el tenia. El le decía que todo iba a estar bien. Y así, se internaban más y más en la espesura, que se enroscaba como una culebra. En ese momento, para ellos era como dirigirse a la gloria. Había una juventud en éxtasis imposible de definir en ese instante. Eutimio adelante, guiando el sendero, apremiado por la urgencia de su bragueta, que exigía ser alimentada. Atrás Rosalbita, tomada de la mano de aquel muchacho que la sedujo con visitas furtivas, notas escritas en hojas de cuaderno, esquelas baratas y credenciales con mensajes románticos que ella coleccionaba en una bolsita escondida en el fondo del cajón donde guardaba sus calzones remendados. Finalmente llegaron a un claro en medio de aquel monte. El pasto bajo invitaba a recostarse allí. Eutimio y Rosalba se entregaron a los 37
  • 38. besos y caricias, interrumpidos por palabras excitadas del hombre y exigencias de promesas de amor eterno concedidas por el macho que finalmente hecho mano de su hembra. - Espera… ¿Y si quedo embarazada? - No…yo me vengo por fuera… - Dijo el amante con voz ansiosa Mientras retiraba las ropas intimas de la chica y penetraba, por primera vez, la jugosa entrepierna de Rosalbita. En medio de los tallos y las ramas se escuchaba el jadeo del chico y los quejidos de la muchacha. El besaba sus senos en desorden, mientras ella imaginaba que ese hombre estaría con ella toda su vida. Él, en medio de sus ganas, pensaba que mañana les contaría lo sucedido a sus amigos. Finalmente el final del acto se anuncio en el asta viril del muchacho, el cual recordó su promesa de eyacular por fuera de la vagina de la ex virgen. Estiro sus brazos y levanto un instante la cabeza al cielo y entonces lo que vio, lo dejo aterrado. Encima de él vio un disco redondo dando vueltas y emanando una luz extraña. Probablemente era un ovni el que estaba viendo Eutimio, pero, para alguien que no tenia ni idea de esas cosas, eso no era una explicación. Fue entonces cuando recordó las palabras de su madre esa noche antes de salir. - ¡Hijueputa se cayo el cometa ese! 38
  • 39. - ¿Eh? - Gimió la chica Y Eutimio en ese instante presa de la desconcentración, olvido sacar lo suyo del cuerpo de la chica, eyaculando hasta la última gota por dentro. Cinco meses después, en la iglesia del pueblo, fueron bendecidos ante la imagen de la virgen del Carmen electroacústica en sagrado matrimonio. A la novia se le veía ya la barriga templada de un bebe que venia en camino… Eutimio ya no piensa más en la revolución…. ¡Aunque al niño le pusieron por nombre Pedro! 39
  • 40. PORRO TRANCE Al pueblo llego un día un hombre de aspecto extraño: Tenía el cabello hasta la cintura y la barba hasta el pecho. Vestía de blanco y llevaba sandalias. En su hombro derecho colgaba una mochila de lana y en su mano izquierda un palo de café sin ramas terminado en una horqueta. Los niños se reían a su paso y les llamaba tanto la atención que le siguieron y en un momento hubo tantos chicos acumulados que parecía una procesión. Era una mañana de Mayo y este personaje tan particular avanzaba por todo el centro de la avenida principal del pueblo ignorando los insultos y pitidos de los conductores que tenían que resignarse finalmente a que el tipo no se quitaría y buscaban vías alternas para continuar su rumbo. De todas las ventanas, balcones, puertas de las casas y negocios a ambos lados de la avenida salían todos los habitantes a ver el paso de este símil de profeta. A algunos les causaba cierto temor pues el verlo con esta imagen y seguido de tantos niños les hacia voltear la cabeza a otro lado, pero por mas que se resistían, no podían dejar de mirar. El hombre llego al parque central del pueblo y se sentó a descansar en el obelisco que señalaba el sitio en donde se habían depositado los restos del fundador del pueblo. De su mochila saco un porro de marihuana y lo encendió con calma ante la mirada ávida y sorprendida de la gente que lo había seguido a ver de que se trataba 40
  • 41. todo. En una hora absolutamente todo el pueblo estaba reunido en el parque, mirándolo a el, mirándose entre si, y sin comprender de que se trataba todo. - ¿Qué esta haciendo? – Preguntaba una vecina - Esta fumando marihuana -¿Así? ¿Delante de todos? - Si - ¡Ah, que señor tan raro! El porro que fumaba era de un calibre idéntico al de un tabaco cubano. El aroma dulzón de la yerba se fue filtrando en las fosas de todos los pueblerinos que empezaron a sentirse mareados. Los niños por su lado, se aburrieron de estar allí y empezaron a juguetear entre la gente y alrededor del parque central. A cada bocanada se iba creando una nube de humo que se quedaba dando volutas encima de su cabeza. La gente solo estaba allí parada, aspirando ese olor y viendo como el personaje en el que tenían los ojos clavado, tomaba cada vez mas y mas, una forma mas beatifica, por su traje y el humo, parecía que salía de alguna nube. Fue entonces cuando abrió la boca y empezó a hablar: - He venido, señores, a hablarles de todas las cosas que yo he visto en mi vida. De lo divino y lo terreno. De lo debido y de lo prohibido. Ustedes. Gentes de buena fe, han sido elegidos. Si, así como lo 41
  • 42. escucharon, elegidos, para una misión muy especial que yo he venido a cumplir a estas tierras el día de hoy. Por favor, presten atención, escuchen. Los que no han visto aun, vean. Es hora de quitarse el velo de los ojos y ver las cosas como son en realidad. Yo he venido señoras y señores desde todos los mundos. Desde el mundo de los vivos y también del mundo de los muertos. Yo he visto a los difuntos. Yo los he sentido. Yo vi a través de los ojos de todos ellos sus tumbas. Yo he visto cosas señores que ustedes ni se imaginan, pero hoy yo se las he traído acá, para su conocimiento…” Mientras hablaba, saco de su mochila una gran cantidad de hojas de coca y armando un montón considerable, le prendió fuego. El pueblo, reunido en su absoluta totalidad aspiraba el humo de la marihuana y la coca y cuando menos se dieron cuenta, estaban en una traba ni la más verrionda. El hombre de la barba y el traje blanco los invitaba a sentarse y a pararse, cosa que ellos hacían, con un a risa tonta que venia de no se sabe donde. Otros empezaron a ver alucinaciones, unos mas se agarraban a los arboles, otros vomitaban, las mujeres mas vieja se sintieron mareadas y terminaron tiradas, casi inconscientes. Los niños finalmente cayeron dormidos también al suelo. Pasaron varias horas y mientras tanto aquel hombre no dejaba de hablar de cosas a las que nadie les prestaba atención, pero su voz era como un conductor del trance. Los obligaba de una u otra forma a permanecer allí. Los hipnotizaba. Los idiotizaba. Los sometía. 42
  • 43. Don Chucho bajo al pueblo desde Purillo en su mula a comprarle unos remedios a la mujer. Pero se dio cuenta que el pueblo estaba completamente vacio, cuando cruzo por el parque central descubrió a toda la gente tirada, dormida, y restos de un humo de olor extraño enredado en las ramas de los arboles y entre los hilos de la ropa de la multitud. Empezó a despertarlos a todos, mientras trataba de aclarar lo ocurrido… - ¿Qué paso acá comadre? – Clamaba una vieja gorda cogiéndose la cabeza a dos manos. - ¡Electroacústica bendita! ¿Esto que fue?... – Decía otra matrona mientras devolvía atenciones desde su estomago hasta el suelo del parque. - ¡Huy no!...Que sed tan hijuepucha la que tengo -Decía un hombre de aspecto severo. Y así, Don Chucho ayudo a las gentes del pueblo a recomponerse. Después de un rato cada quien emprendió el retorno a casa, pero minutos después, todo el mundo volvió azorado a reunirse en el parque. - ¡Nos robaron! ¡Nos robaron! – Repetía todo el mundo con voz quejumbrosa. 43
  • 44. En algún punto, el hombre de la barba la bata blanca y las sandalias, se dio cuenta que todo el mundo se había quedado dormido, entonces saco un revolver y dio un tiro al aire. Esa era la señal. Camiones enormes entraron entonces por la avenida principal, repletos de ladrones y pillos de la capital, e inmediatamente dieron inicio al saqueo total de las casas del pueblo. Subieron a los camiones todo lo que encontraron de valor, dejándoles solo las chucherías y baratijas. Los negocios, con sus mercancías, fueron desocupados con celeridad y totalidad. Era un grupo numeroso de ladrones, que llevaban delinquiendo del mismo modo desde hacia un tiempo. Todos eran prófugos de una de las cárceles que después de tanto atiborramiento carcelario, se unieron para idear un plan de escape y de manutención a costa de las gentes de los pequeños pueblos. Don Chucho, que no entendía lo ocurrido les pregunto lo que había pasado. La gente del pueblo le conto lo ocurrido. Al terminar, el Curilluno no tuvo de otra sino empezar a reírse de lo pendejos que eran los habitantes del pueblo vecino. Se cogía la barriga y los ojos le chillaban de la risa. - ¡Noooo!... ¡Que historia tan buena pues! Espere que les cuente a todos en Purillo….Jajajaja 44
  • 45. La gente del pueblo, indignada por el robo, dolida en su orgullo por lo ocurrido se quedo mirando a Don Chucho que se sentó para tomar respiro, en medio de sonoras carcajadas. Por la mente de todos paso la imagen de los Curillunos bajando hasta el pueblo para burlarse igual que lo estaba haciendo ese viejo pendejo. Lo ocurrido no podía saberse…Pero… ¿Cómo impedirlo? Don Chucho ya se había puesto de pie y estaba por subirse a la mula, cuando un hombre de la multitud lo señalo y dijo: -¡Deténganlo! Y de manera tacita todo el pueblo comprendió lo que debían hacer. Lo detuvieron y lo metieron a la cárcel y lo acusaron de drogar a las buenas y nobles personas del pueblo y robarle además sus pertenencias y efectos. Rápidamente fue juzgado y condenado a muchos años de prisión y por disposición oficial del ayuntamiento, que dijo que era un reo peligrosísimo, fue aislado a una celda oscura y solitaria, totalmente incomunicado. La familia de Don Chucho bajaba al pueblo averiguar que había pasado con él y todo el mundo arrugaba el ceño y hacia cara de no saber de quien le hablaban. La policía se hacia los que indagaban y le decían a la familia que ese señor nunca había estado por esos lares y les dijo que tenían que investigar allá, en Purillo, que fue en donde se había desaparecido, que eso no era de su jurisdicción, que dejaran de molestar. 45
  • 46. El pueblo jamás volvió a hablar de lo ocurrido ese día. Todos sabían que estaba prohibido. Si alguna vez, algún borrachito se le escaba algún comentario o alusión, era bañado en agua fría y encerrado veinticuatro horas en la estación de policía, hasta que “recapacitara” y después lo mandaban a la casa. Con el tiempo la gente ni se acordaba, pero se sentía tranquila, el orgullo del pueblo estaba intacto. Eran la perla social y cultural del departamento. Eran la capital de la confraternidad… 46
  • 47. MEGAFONO Olores de separaciones. Alguna tierra pide ser protegida. Lucha entre el ego de lo que se fue, y el versus, lo que necesita ahora. Juventud fashion en consenso mientras los viejos, la línea dura y sensata, sentados en esas bancas desteñidas del parque, en silencio. Yo te digo antiguo suelo, no mereces ese mal… Rebotaba entre paredes y césped, llenando el silencio con su megáfono ultrasónico. Él, Aureliano, tan pregonero, tan de su sitio como el mismo pueblo. Camisa roja apuntalada a un tórax que no cabe de dicha. ¡Que viva el partido liberal, no hay ninguno igual! ¡Que viva el señor alcalde y que por siempre aquí mande! ¡Y que viva el pueblo carajo! Alusiones que aparecían en cada elección como un loop resonando en el tiempo. Luego venia el mismo viacrusis: Ir a la alcaldía. “El señor alcalde esta ocupado”. “El presupuesto no alcanza este semestre, venga después a ver si el préstamo…” Y el pregonero veía como se acumulaban cuotas sin pagar y la finquita a la entrada del pueblo estaba casi perdida…pero no su fe en el alcalde ni en los funcionarios del poder municipal, que siempre que lo veían en los pasillos le atajalaban la espalda a palmadones: “Este si es genuino compañero del partido”… “Este hombre si que tiene pulmones para 47
  • 48. dar las buenas nuevas del municipio”…“Aureliano, venga hágame un favor, tráigame este mandado rapidito…” Se entretenía en las tarde recordando junto a otros octogenarios, los años de gloria del pueblo, en el cafetín “Buitre” con un pintadito, que salía de la ineterna greca misteriosa. Nadie sabe cuantos años lleva allí, ni si ha sido lavada o no, pero Dios nos libre de que se la lleven… Masturbaban sus mentes con lo que fue una vez y nunca mas: comercio, cultura, afluencia social, desarrollo. Todo lo que se llevo el vendaval…y aún no vuelve. Una tarde, ya pasadas las seis, tuvo que devolverse de afán a la alcaldía, ya que tenía que recoger su billetera, la cual había olvidado. Subió presuroso al maloliente cuartucho donde guardaba su megáfono y sus chiritos espaciales de trabajo. Metió sus papeles al bolsillo y ya estaba a punto de salir, cuando escucho al alcalde que bajaba la escalera con los principales del municipio. Se quedo escondido, ya que estaba maltrajiado para saludar y escucho una ráfaga de conversación que le dio como cristales amarillos en el cerebro: - Eso nos va tocar cambiar de departamento…necesitamos mas platica y aquí ya no hay mas que sacar… ¡Y me queda año y medio de mandato! ¡Y no he preparado el viaje que voy a hacer a Europa el 48
  • 49. otro año!- Comentaba el alcalde, cerrando la frase en gruesas comillas de risa. - Vuste sabe don alcalde que nosotros le seguimos la idea pa lo que diga…- Repunto don Lucio Alfaro, dueño de varios supermercados y ferreterías del pueblo. - No se hable mas…Peguémonos al mejor postor…Dijo El viejo Laverde, terrateniente mayor del municipio – Yo me encargo de convencer a la gente, pero eso si, yo veré como me lleva…- Dijo disparando una mirada picara al alcalde. - Doctor, usted sabe que yo no dejo botado a nadie, y menos a ustedes señores. Vamonos para la casa de la Ingrid, mi secretaria. Que lleve unas amiguitas y un wiscacho y concretamos esta vuelta…Y se perdieron puertas afuera, entre carros lujosos y humo diesel. Aureliano se quedo asido con fuerza a una butaca que tenia cerca. Vino el mareo y se llenaron sus ojos de líneas. Como pudo se tercio el megáfono y lo envolvió en la zarrapastrosa ruana que siempre llevaba. Bajo a tientas las escaleras y salió al parque caminando sin querer caminar. En los cedros ya estaban brotando hojas nuevas. Las golondrinas de la plaza cantaban hermosas, como siempre. El pueblo siempre estaba hermoso, con los brazos abiertos. 49
  • 50. Se quedo de pie en el medio de un andén cualquiera. Veía extrañado como todo había cambiado: las casas, la gente, las costumbres, el aire, la luz. ¿Cambiar la historia por plata? ¿Y que dirían sus ancestros? ¿Y que historias se contarían ahora? ¿Y ahora que putas con su finquita, si adelantaba el préstamo con el departamento actual? Si los planes del alcalde se concretaban…perdería todo el tiempo y el papeleo. Peor aún…perdería la finca. De repente el acto reflejo le dijo Bon Voyage al contenido estomacal. Vomito como si quisiera sacarlo todo. La gente a su paso, se retiraba asqueada. Nadie sabía que había ahora en las entrañas del viejo escandaloso del pueblo… Rombos de locura crisparon entonces la mente del pregonero. Desenvolvió el megáfono de la ruana, con esta se cubrió con fuerza sobre su camisa roja desteñida. Limpio sus labios con el revés de la roída manga. Encendió el sonoro aparato y empezó a correr por las calles gritando: ¡Nos van a cambiar el pueblo de departamento! ¡Unámonos para que los ramplones no triunfen, y que de malicia no nos unten! ¡Protejamos nuestra historia, no durmamos en laureles, recordemos que somos hijos de quienes! La gente lo escuchaba y arrugaba el ceño entre graciosos y fastidiados. “Se chiflo el guevon del Aureliano” Decían los hombres “Callen a ese loco, que bullicio” Apuntaban las matronas. Los jóvenes lo miraban, pero era como si 50
  • 51. no entendieran lo que decía. Estaban en piloto automático, jugando billar, sentados en la fuente de soda, o dando vueltas en las mariconcitas motos de pueblo… Al ver esto, se detuvo Aureliano y cayó de rodillas al suelo. Ya eran más de las siete de la noche. Pocas estrellas y una luna pintorreteada de nubes, lo vieron perderse en su cabeza. No dijo más. Apago el megáfono. Y volvió despacio, por donde las horas bajan, a casa. - ¿Qué paso mijo, por que volvió tan tarde hoy? Pregunto la madre del pregonero, desde la oxidada y chirriante silla de ruedas. - Nada, madre santa. Que hoy fue un nefasto día. Pero mañana... ¡vendrá la venganza! - ¿Como así mijo?, ¿De que habla?...-Alcanzo a decir la madre de Aureliano mientras este entraba presuroso a su cuarto y pasaba con fuerza el pestillo enredado de coraje. Busco encima de la mesa algunos libros con la historia de su pueblo: Narváez ahí, mirándolo desde la amarillenta pagina de un libro entrometido. Historias de fundadores de otro escrito del cual releyó algunos pasajes subrayados en verde. Fotos viejas y pegajosas de moscas, que al parecer le decían: “¿Qué va a hacer ahora?” Se tomaba la cabeza a dos manos y respiraba temblorosamente. Entonces vio de reojo el cajón de su mesita de noche. Lo abrió como si no quisiera hacerlo y 51
  • 52. del fondo, saco un viejo escapulario de la virgen roja, insignia de liberaciones olvidadas. Lo volvió a dejar en el fondo. A pesar de todas sus ideas e influencias, el le iba a la virgen del Carmen electroacústica. Diana de gallos a las cinco de la mañana. Sonoro despertador estridente. Abrió los ojos el hombre y condenado por los pensamientos y decisiones de si mismo, se levanto. El agua, que bajaba presurosa procurada por una vieja totuma, entumece por el frio a su paso cada fibra de su cuerpo. Se seco con esa misma toalla de hace años, de color original imposible de adivinar y esa misma loción económica, que no era mas que un pachuli. Se tercio la inseparable ruana, colgó en su hombro el megáfono, asió con fuerza la escopeta y salió del cuartucho. El desayuno, en su totalidad, fue devorado con la velocidad de los hambrientos. Recuerdos viajeros seguían en su cabeza, pensamientos oscuros y desequilibrios. “No se puede hacer otra cosa…Que Dios me acompañe…Carajo” Voltea a ver a su madre y le da un suave y delicado beso, como de despedida, porque en el fondo sabia, que así seria. Se sentó en aquella esquina a la que lo había llevado su destino, frente a la entrada de la alcaldía. Paso rápidamente por allí, la procesión de la virgen. La de siempre. La electroacústica. Aureliano se tatuó mecánicamente una bendición a su paso. Sabía que ya era hora de entrar, mientras miraba la ventana abierta de la oficina, en el último piso del edificio. Respiro bocanadas de aire, para calmarse. Acaricio 52
  • 53. la superficie áspera de la escopeta y reviso su traje. La cacha del arma se asomaba impertinente por debajo de la ruana y puso la su maleta en escudo de disimulo. El sol de tierras cafeteras ya asomo por encima del Monte Minotauro. Se quedo mirando a la nada, como quien muestra su fervor hacia algo santo. Trago una gruesa bola de saliva y entro. Aureliano despertó a los somnolientos trabajadores con su grito de advertencia y desalojo inmediato. El sabía que no todos eran culpables. Y no iba por ellos tampoco, así que estaba bien que se fueran. Los pocos empleados de la alcaldía que andaban por ahí, al verlo armado, salieron presurosos como un rayo flotante. Aureliano se percato que su orden fuera cumplida y cerro con fuerza increíble las puertas de la alcaldía mientras colocaba de nuevo la cadena y el candado que por alguna razón jamás explicada, estaba abierto junto a esta. Hecho esto observo la escalera ancha que lo llevaría a su objetivo y en amplias zancadas subió. - ¡Llego la hora pues…¡Hijueputas! - Dijo Aureliano mientras apuntaba al alcalde con la escopeta. - ¿Qué le pasa a este loco? ¡Auxilio! – Grito el alcalde mientras trataba de protegerse con su escritorio de la amenaza del arma que le apuntaba firme. 53
  • 54. - ¡Déjenos ir, no se meta en problemas! –Clamo una vieja que trabajaba de aseadora- No demora la policía, y se va a ir es pal hueco. - Aureliano, tranquilícese –tercio un hombre calvo de gruesos lentes, del área de recursos humano- Baje el arma y hablamos… - Escuche a estos… – Dijo Aureliano hablando con su mitosis extracorpórea – Ahora si quieren hablar… Pero el circo se termino…Les voy a callar la jeta a todos… ¡Entienden! ¡A toitos ustedes! Coro de plañideras y suplicas de salvación. El pregonero se tapa los oídos, desquiciado. No soporta tanto moco saltando por doquier. - ¡Que cierren la jeta carajo! – Exclama furioso y dispara al techo de la alcaldía toda su confusión y enojo – Yo mando aquí y punto. – Y una idea cruza por sus sienes. Su mirada ahora es la de un loco. Pasan a velocidad increíble en su cabeza imágenes de mujeres bellas, de paisajes fantásticos, de comidas deliciosas, cosas que siempre quiso para si, pero que ya nunca serian. Estaba absorto en sus pensamientos. Los demás no sabían que hacer. Pero el pánico no permitía mover ni un solo dedo. Y a pesar del calor que hacia afuera, todos sentían un frio intenso, penetrando hasta lo más profundo de sus huesos. 54
  • 55. - ¿Que quiere de nosotros…? ¿Plata? …Yo le doy lo que quiera….diga cuanto… - Dijo el alcalde agachado y asido con fuerza a una de las patas del escritorio. - Oigan a este…. ¿Ahora si me ofrece plata? Después de todo lo que les rogué pa que me dieran el auxilio pa salvar mi finquita… - Y no diciendo mas propino un fuerte cachazo de escopeta en la cabeza del alcalde. La sangre, muy roja emano por la herida, pero nadie lo socorrió. Pasaron otros minutos, imposibles de descifras, pudieron ser uno, dos, diez, pero parecieron eternidades. Entonces Aureliano se levanto del suelo y con voz calmadisima, dijo: - Esto es un templo de vicios, pecados y corrupción. Y yo estoy aquí, enviado por la virgen del Carmen electroacústica, a hacer justicia en la tierra… Los presentes se miraron, confundidos y torpes, unos a otros. - Usted niña… ¿Cuál es su nombre? - Ingrid - Usted es la secretaria del alcalde… ¿Cierto? - Si señor 55
  • 56. - Y si es la secretaria del alcalde… ¿Qué putas hace de moza de este infeliz? ¿No ve que esta rata es un hombre casado? - Yo no soy… - ¡Chito la jeta muergana!... Yo los he visto con estos ojitos… ¡Cuantas veces he venido aquí a pedir cita con el alcalde pa lo de mi finquita! Y que no…que esta en una reunión y no me podían atender las bellezas…pero eso si de una se encerraban a hacer porquerías aquí mismito en esta oficina y yo como un pendejo afuera esperando horas pa nada… - ¡Eso no es verdad! - Ah no… ¿Entonces soy mentiroso, como usted?... – Y le apunto a la cabeza a la secretaria - ¡Si! ¡Es verdad! …Pero me arrepiento…. – Exclamo el alcalde, berreando como un ternero… - Eso quería escuchar, porquerías… - Dijo Aureliano y entonces un disparo sonó. Un instante después, Ingrid, la secretaria del alcalde, caía al piso de madera, con los sesos destruidos. Gritos horrorizados en la alcaldía. Trafugas que se abrazan defecados del miedo. Aureliano se sienta entonces en el suelo nuevamente. Saca debajo de su camisa una foto de Pedro Narváez y se queda colgado un instante pensado en el y en los veinticinco que armaron la primera revolución. Se sintió tan poderoso como ellos. Es mas, estaba seguro 56
  • 57. que el era uno de ellos. Los demás lo observaban sin comprender los gestos y la escena. Querían escapar, pero al parecer, no había salida. Se apoyo en la escopeta y se puso en pie nuevamente. Castañear fonográfico de dientes y contracciones involuntarias de los integrantes de aquel vertiginoso momento. En ese instante tocan a la puerta. El escopetazo atrajo a un curioso. Un curioso que nadie sabe donde estaba cuando empezaron los anuncios de Aureliano para que desalojaran el lugar, antes de ponerle el candado a las rejas. Golpeteo insistente de manos empuñadas chocando en la madera. - ¿Que pasa ahí dentro? abran que me están asustando…Sonó como un balazo… ¿Se cayo algo?- Dice el hombre, que se encontraba en el baño en el momento en que todo el show comenzó. – respondan pues… Es Laverde quien golpea la puerta apremiantemente. El viejo miserable y terrateniente del municipio, que más de una vez trato humillatibamente a Aureliano. El pregonero del pueblo entonces descorre los seguros de la puerta, y se pone detrás de ella, esperando que el visitante entre. Desde su sitio ve como se asoma el sombrero con pluma fina en la cinta y 57
  • 58. después más de la figura gruesa del hombre. La mujer muerta en la mitad de la sala sorprende al terrateniente que entra ahora más rápido. Se cierra la puerta tras de él y se voltea para observar como le apuntan con una escopeta. - ¡¿Que le pasa a este viejo, se chiflo?! – Dice con sorprendida voz Laverde - ¡Baje esa escopeta, no sea torpe hombre! – Rápido mentalmente trata de parecer sereno. Ha percibido con el rabillo del ojo al alcalde, chorreando sangre por una herida en su cabeza. No sabe en que se metió, pero quiere reflejar autoridad, como siempre lo ha hecho. Estira su mano y dice: - Entrégueme el arma… Un nuevo disparo, gritos de horror y una herida terrible en la mano del terrateniente, que se retuerce de dolor en el suelo, mientras arroja improperios a Aureliano, que sonríe quedamente al verlo sangrar. Finalmente a patadas empuja al viejo Laverde a otra esquina de la oficina y después vuelve a sentarse en el piso. Finalmente todos se quedan otra vez en silencio. Redoble no sonoro de tambores. Los segundos matan de presión a los secuestrados. Una lagrima rueda sigilosa por la mejilla de la aseadora. - ¿Quién es Pedro Narváez, señor alcalde? Todos se miran como si les hubieran hablado en lengua desconocida. 58
  • 59. La ventana que estaba cerca del escritorio del alcalde, era tan amplia que podía contemplarse en su totalidad el parque central. Aureliano se acerco y observo lo hermoso del día que estaba haciendo afuera. Mañanas que invitaban a una libertad que el sabia que ya no tendría nunca más. Miró hacia la calle y vio que la gente empezaba a reunirse afuera. Vio dos policías que hablaban con un grupo que parecía agitado. - Miren alguien asomó –dijo un espectador –estaba en la ventana de la oficina del alcalde, no pude reconocerlo pero me pareció conocido. - La policía no tardara en llegar, déjenos ir ya y yo veré que no le den muchos años…yo le ayudo con eso… –dijo el alcalde - ¿Yo le ayudo…¿Si escucho no? - Contesto Aureliano hablando con el mismo como un loco - ¿Y por que no me ayudo cuando se lo pedí? ¡Claro ha usted que le importa la finquita de un pobre infeliz como yo! …Y ahora si me ofrece ayuda con la cárcel… ¡¿Pa eso si me ayudaras maricon?...Y conteste la pregunta: ¿Quién era Pedro Narváez?! - Pues mi conocimiento de la historia del pueblo me dice….que Pedro Narváez….Era un revoltoso de hace unas décadas que armo una revuelta con otros facinerosos….y ya… 59
  • 60. - Facinerosos…Ignorante…y se dice estudiado y se mas yo que soy un campesino…Narváez es una idea de libertad….un prócer para nosotros…. – Se queda con los ojos abiertos, desorbitados, mirando el piso – Y… ¿Sabe que? …Lo voy a mandar a reunirse con el hombre bajo tierra…como no… - Y un disparo más sonó en aquel encierro. Una flor de sangre asomo del pecho del alcalde, el cual cayó aparatosamente entre la pared y el escritorio de su propia oficina. Dos disparos mas sonaron entonces e igual número de cuerpos cubrían más y más de sangre el piso de madera. Solo quedó Laverde que estaba petrificado por el terror. Aureliano se quito la camisa y se terció el megáfono. Rasgo su camisa roja de ira y ato al viejo, le puso también una mordaza. Tarea no fácil, ya que se resistió a tal hecho. Le dio con la cacha de la escopeta en el pecho y eso lo aflojó. Y empezó a hablar por el aparato, asomándose a la ventana. - ¡Hoy los he liberado de una plaga que estaba acabando con nuestro pueblo. Sentí el llamado de la Electroacústica y aquí estoy, cumpliendo con mi deber. No espero las gracias de ninguno de ustedes…son igual al resto….nadie sabe nada de este suelo….nadie sabe nada de su pueblo! 60
  • 61. Se quita el megáfono y lo arroja al vacío. Tambien su escapulario. Las personas afuera escuchan el golpe del artefacto sobre el suelo. Se escuchan gritos, algunos sollozos. La policía entretanto esta rodeando la alcaldía, cerrada con cadena y candado. Aureliano se vuelve entonces a donde esta Laverde. Tomo al viejo con fuerza y lo llevo hasta cerca de la ventana. Le libero de las ataduras y le quito la mordaza. Lo empujó con fuerza y el viejo cayó al piso. Entonces este se para como puede y corre hasta la ventana sacando la cabeza, y gritando con desesperación “Ayúdenme, Ayúdenme carajo” y volvió a entrar como si alguien lo hubiera jalado. Era el pregonero quien tomó otra vez al viejo que se había levantado. Le agarro por las manos y empezó a forcejear con él. Lo llevó de nuevo hacia la ventana, con dificultad, ya que el terrateniente conservaba algo de fuerza a pesar del susto y la herida. Se acercaron peligrosamente a la ventana. Las personas los vieron asomar. - ¡Es el señor Laverde quien esta peleando con Aureliano! –Dijo una señora que miraba- ¡esta enloquecido! Aureliano finalmente logro poner al terrateniente frente a la ventana, se agacho rápidamente y lo arrojó a la calle. Ninguna 61
  • 62. gracia le hizo al pavimento recibir el champagne de sesos regados del viejo Laverde. Los curiosos que se multiplicaron milagrosamente como panes y pestes, rodearon el cadáver mientras la policía, eficazmente tarde, como siempre, decidió irrumpir dentro de la alcaldía. Tres putas lloraban arrodilladas frente al muerto “¿Quién nos va a dar platica ahora por nuestros servicios?” chillaba una de ellas. “Tan bueno que era con una… ¡maten a ese loco hijueperra!” Gritaba otra, enloquecida al ver como uno de sus principales ingresos de capital destilaba sangre y tripas en el suelo. Un policía llego y las alejo de la escena, al igual que a la demás gente, que como buenos pueblerinos, no entienden el significado de: “Aléjense, por favor, es una situación de riesgo” o la tan aclamada: “Aquí no hay nada que ver…retírense”. Eso es el equivalente a decirles: “Vengan, por favor, ayúdennos, necesitamos un héroe” o “Miren, con confianza, no se vayan a ir” Aureliano bajo las escaleras con rapidez y se oculto en una de las oficinas. Sudaba copiosamente y jadeaba como un animal. Escuchaba ya no una, ni dos, sino muchas voces en su atormentada cabeza. Voces de guerra. Voces de bambucos y pasillos. Salio rápidamente y rodó escaleras abajo, tropezando con sus nervios, tensos como los cables eléctricos que cuelgan en las calles grises de 62
  • 63. cualquier lugar. Intento ponerse de pie, pero seis policías cayeron encima de el y lo desarmaron de inmediato. Recibió un as de bastos en la cabeza, acompañado por una sota de puntapiés y puños en esa jeta. - Mano Aureliano, usted si es bien pendejo, ¿no?...- Le dijo uno de los policías mientras lo sacaban por la puerta de la alcaldía entre la mirada atónita y atómica de un pueblo que tiro el piano por la azotea hace mucho tiempo. Lo subieron a una patrulla y… ¡A las mazmorras el mártir megafonico! Lo que nadie vio en medio de la conmoción, es que una mano ágil y veterana, levanto con presteza el escapulario y el megáfono del suelo y se perdió rauda y veloz entre las calles del pueblo, como el viento del lugar… 63
  • 64. LA LINTERNA DE DIOGENES Por toda la avenida principal y cerca de la histórica y popular tienda “Las campanitas” Lugar de baldosas azules con florecitas verdes en donde siempre se podía percibir un tenue olor a miaos de borracho y cervezas destapadas y vaciadas por parroquianos pueblerinos y alegrones que gustaban dejar sus ganancias quincenales en aquel lugar conducidos por el deseo insostenible de la beberecua y los problemas, pues estos individuos gustaban sobremanera de sobredosificarse de alcohol para encontrar motivos de riña y pelea en horas de la madrugada, casi siempre con sus mejores amigos, vecinos o familiares, podía encontrarse la quinta mas hermosa de todo el pueblo. Primeramente mandada a hacer por el traqueto de la región, que un día se canso de traficar panelas de coca y no sabiendo que hacer con la plata que recibía y cansado ya de acostarse con todas las zorras interesadas del pueblo y desflorar niñas incautas presas de la misma ambición, decidió mandar a reconstruir una exageración de mucho valor económico y lujo innecesario en un pueblo que por su sola idiosincrasia, no se lo merece. El mafioso termino asesinado en unas canchas de baloncesto una noche mientras presenciaba inocentemente y desprotegido un partido de microfútbol, ante la mirada asustada, pero no sorprendida de algunos testigos, pues todos sabían que lo que empieza mal, termina peor. “Le zamparon dos tiros en la porra” contaba una vecina 64
  • 65. alguna vez. La casa después paso a manos del estado y fue por un tiempo un centro de atención comunitaria para la mujer y el maltrato, pero no contaban con la astucia de la mayoría de las mujeres del pueblo, que aceptaban el hecho de que sus maridos las golpearan, pues eso “Hace parte de los gajes del oficio” de ser esposas por aquellos lugares. Después, no se sabe como, pero todos si saben que algún político robo, la casa paso a manos particulares y fue vendida finalmente a Don Diógenes, un anciano que llego a morir al pueblo, pues en todo el esplendor de la sabiduría de sus canas, sabia poderosamente bien que para eso es lo único que sirve aquel lugar. Llego con su esposa igual de arrugada que el, ya que sus caras parecían un acordeón, un perrito faldero que no sirve para ni mierda, solo para lo ultimo, pues cagaba casi todo el día y don Diógenes se preguntaba de donde le salía tanta mierda a un perro tan chiquito, un bife tamaño descomunal y un closet de la misma naturaleza, pues los viejos siempre tiene muebles que pesan como sus conciencias y casi siempre están fabricados en una madera que no se la come ni la polilla mas hambrienta del planeta, dos mecedoras, y muchas cajas llenas de recuerdos aburridos e innecesarios, pues todo buen viejo de este país es acumulador compulsivo, ya que sufren del miedo primordial de todo colombiano: Que le quiten lo que ha conseguido. La casa estaba llena de secretos pero los viejos nunca comentaron nada a vecinos y parientes. Una muchacha iba a hacer el aseo dos veces por semana pero siempre estaba bien vigilada por la mirada atenta y minuciosa 65
  • 66. de Doña Conchita, y de don Diógenes también, pues le encantaba ver el movimiento sincrónico de las nalgas de la muchacha, mientras trapeaba el largo zaguán de aquel caserón. Don Diógenes sabia que la casa había sido reconstruida, y se entretenía en recorrerla indagando huellas de la casa vieja que había sido alguna vez. Pero los albañiles fueron muy buenos y todo parecía nuevo. No obstante se presentaría una oportunidad que cambiara los últimos días del viejo vergajo. Un día estaba la esposa, quéjese y quéjese de sus achaques de edad y don Diógenes, mamado de escuchar tanta perorata, se salió del cuarto, en plena noche. Subió al altillo de la casa y se tomo el cuello a dos manos, levantando la cabeza. Fue entonces cuando vio en el techo blanco, unas líneas que formaban algo así como una puerta. El tomo entonces una escalera e inspecciono más de cerca. Efectivamente eso era como una entrada. Algo debía haber encima de su pelada cabeza. Y tenia que averiguar que era. Al otro día envió desde temprano a doña Conchita y a la muchacha que les ayudaba con los quehaceres para el medico. Necesitaba estar solo para poder cagarse el techo pintado de la casa y poder dejar todo como estaba antes de que volviera su compañera marital, pues si lo vería en esas empezaría a joder y fastidiar y no lo dejaría. Subió de nuevo la escalera y con su cajita de herramientas empezó a 66
  • 67. hurgarle al techo. Finalmente, pelando un poco la pintura, encontró una cerradura. “¿Y la llave?” Pensó el viejo mientras se rascaba la calva. Entonces recordó que cuando compro la casa le habían dado un manojo de llaves, del cual el soco saco la llave de la puerta principal y había guardado el resto en un cajón de la cocina. Rengueando y maldiciendo la artritis, bajo de nuevo la escalera y fue en busca del manojo mencionado. Volvió a subirse con una lentitud increíble y empezó a probar llaves. Finalmente una de ellas le dio vuelta a la cerradura y pudo levantar la puerta que daba a un altillo oculto de la casa. Ni mencionar las pericias del anciano para poder treparse hasta allí. Se raspo una rodilla y se torció la espalda el viejo sapo este, pero finalmente se subió. El ático no tenia nada de particular. En este el viejo Diógenes encontró cajas llenas de cachivaches y polvo. En un estante había un megáfono completamente cubierto de telarañas y junto a el, apuntes en hojas dispersas y algunos libros. Tomo uno de ellos, en la primera hoja estaba firmado por alguien: Pedro Narváez. Ni puta idea quien era ese señor. Lo volvió a dejar en el sitio. El anciano sabia que esa casa había pertenecido a un traficante de drogas. Pensó en encontrar algo mas valioso o interesante allí, o por 67
  • 68. que no, que el ático fuera el lugar donde escondía el dinero, y de este modo, enguacarse, aunque no tendría sentido que un viejo con un pata en el otro mundo tuviera ambiciones de ser millonario. ¿Para que diablos? Entonces en un rincón vio algo que le llamo la atención. Era una especie de lámpara o linterna muy vieja. De esas de los años de upa, cuando el era joven y estaba en la flor de la vida. La iba a tomar con cuidado cuando de repente esta se encendió. Su brillo era enceguecedor. Don Diógenes no podía creer que ese cachivache alumbrara tanto, no podía siquiera abrir los ojos., Era tanta la intensidad de la luz que no podía ni ver las paredes nada. Todo era luz. La luz empezó a hablarle al viejo con una sensual voz de mujer. El viejo escuchaba dejándose seducir entre el miedo y la excitación. La voz le decía que lo había estado esperando, que lo amaba. Que le iba a dar todo lo que no le habían dado jamás en su vida. Le decía que por el sentía un tierno amor. Que lo amaba más que a ella misma. Le suplicaba ser correspondida en ese amor pues sentía que sin el se estaba carcomiendo por dentro. El viejo estaba encantado, extasiado. Sentía latir su corazón reciamente. Casi se caga en los chiros el verriondo. Y así, cada vez que doña Conchita salía a hacerse sus chequeos, que por suerte para Don Diógenes, se hacían mas frecuentes por el 68
  • 69. estado de salud deteriorado de la vieja, el viejo se subía al ático a escuchar esa luz que le repetía promesas dichosas y felices. Cada vez quería estar así, mas sumergido en esa iluminación sensual, y cada vez menos en la realidad. La luz finalmente se apodero del corazón del viejo. Estaba decidió a quedarse con su amor paranormal. Quería entregarse a esa pasión. Vivir allí, con su ilusión, olvidarse de todo y morir de amor. Una tarde, mientras el viejo estaba distraído en su universo lumínico, la vieja Conchita regreso a casa más temprano de lo habitual. Le habían cancelado el chequeo. Volvió refunfuñando y fastidiando como siempre. La muchacha que les ayudaba la ayudo a entrar, mientras la vieja mamona llamaba a gritos al viejo, que no la escuchaba. -¿Dónde se abra metido este viejo? Pero nada. No le respondía. La muchacha trataba de llevarla al cuarto y darle las medicinas, pero la vieja era latosa e insoportable. Cansada la soltó del brazo y le dijo: - ¿Sabe que vieja hijuemadre? Le voy a decir dos palabras que me harán muy feliz: ¡Coma mierda! …Fastidiosa…ojala se muera rápido… ¡Y suba las escaleras sola!...Viejita derrengada… - Y diciendo esto alzo el rabo y se fue de la casa, ante la mirada atónita 69
  • 70. de la vieja, que se agarro al barandal de la escalera y se fue rezándole a la virgen del Carmen electroacústica, exigiéndole castigos ejemplares para la muergana esa grosera. Se echo en la cama y empezó a llamar a Don Diógenes con voz quejosa y plañidera. - Diógenes….Venga que estoy maluca….Me va a dar algo….tráigame un vaso de agua….Ayúdeme a ir al baño…Me esta doliendo la cabeza…Se me subió la tensión….tengo los pies fríos… - Y la vieja quejetas no paraba de llamar al viejo a grito entero. Era como una maquina imparable de quejidos. Don Diógenes estaba mientras tanto viendo la luz de esa lámpara, que le traía los mejores recuerdos, ya olvidados, de su vida. Sentía que la luz lo acariciaba, lo tocaba, lo excitaba. Tanto así, que vio un milagro total.: ¡Tenia el pene erecto! Algo que no pasaba hacia ya los años de los años. De repente su trance empezó a terminar y sintió que la luz empezaba a titilar hasta apagarse. A medida que lo hacia escuchaba una voz inmunda. Era la de doña Conchita que lo estaba llamando. Rápidamente bajo del ático y se presento ante la esposa. - ¿Y usted donde andaba oiga? Lo estoy llamando hace rato…tráigame la bolsa de agua caliente para los pies… ¡Los tengo yertos del frio! 70
  • 71. Y así se la pasó el resto del día, corra de aquí para allá, complaciendo a su mujer y aguantándose el vendaval de quejas sin fin. Finalmente a eso de las diez de la noche, la viejita se quedo profundamente dormida. Don Diógenes salió al patio, precioso por cierto, de su caserón. Se quedo mirando el cielo despejado y hermoso que lo cubría todo, como una crema de estrellas. De repente, se fue la luz en el pueblo. A tiendas, se devolvió para su cuarto, pero sintió un enorme deseo de subir de nuevo al ático. Últimamente se la pasaba allí metido, por horas. La sensación de paz y tranquilidad que le daba el lugar, era lago que no había vivido jamás en su vida. Subió de nuevo y después de un rato estaba allí, junto a su amada luz, que le decía cosas preciosas y ensoñadoras. Pero entonces la luz también le empezó a hablar de otras cosas. Le decía que estaba cansada de compartirlo con la vieja esa. Que ella lo quería solo para el. Quería que solo fuese suyo. El viejo sintió un fuerte dolor de cabeza, pero seguía atento a todo lo que la luz le decía. Escucho como esta luz le decía cual era la mejor forma de liberarse de la anciana. La luz prometió que si el la ayudaba a esparcir su brillo y calor, ella haría el resto. Y así lo hizo. Los bomberos llegaron tarde. El fuego se había regado como si fuera un polvorín. La casa estaba estucada, pero debajo del estuco, todo 71
  • 72. era madera vieja, lo que ayudo que el fuego se expandiera velozmente. Después de registrarlo todo, encontraron un cadáver totalmente calcinado. Era el de la vieja Conchita, que murió dormida, devorada por las llamas. Don Diógenes no andaba por ningún lado. Nadie supo lo que paso. Lo encontraron seis meses después, cerca al basurero de las afueras del pueblo, totalmente degenerado. Mantenía los ojos abiertos y solo háblala de una luz que lo llamaba, mientras corría descalsurriado estirándole los brazos a la nada. Las investigaciones al fin arrojaron la verdad de lo ocurrido: El viejo en aquel ático, encontró muchas pastillas de éxtasis que pertenecían al dueño anterior. Pensó que eran aspirinas y empezó a consumirlas, y después de hacerlo, se sentaba en un rincón a mirar fijamente una linterna que encontró y que el siempre encendía, mientras la droga surtía efecto en su mollera. Finalmente adicto, las consumía constantemente y un día también encontró cocaína, la cual aspiro encantado. Y en una de sus alucinaciones, llevado tal vez por el cansancio de vivir con su mujer, prendió fuego a su casa. Don Diógenes había enloquecido. Irónicamente, un tiempo después, se quedo ciego. Murió en medio de la más absoluta oscuridad… 72
  • 73. UNA PROCESION ROJA El día de la virgen electroacústica era una de esas oportunidades para ver la dinámica social entre la muchedumbre y la santa imagen. Desentono doña Josefina aquella mañana, ya que temprano amaneció. Con la energía más simple empotro sus inertes piernas en la silla de ruedas y comenzó la función. Despertó a Encarnación, china inmunda abandonada por sus padres, algo jorobada, recogida por la invalida, por purísima lastima, según ella, pero con la intención inexacta de solucionar los problemas domésticos en su casa. - ¡Encaranacioooooon! – Bramo la doña desde el portal de su cuarto. – Levántese haber ya, que hoy es la procesión…apúrese… Después de un fingido desayuno ayunante la vieja entro al baño. Léase baño como: Cuatro guaduas sosteniendo unas bolsas delatoras y unos chamizos disfrazados de hojas secas, que trataban de dar intimidad a la vaporosa escena de la doña sentada en el piso mientras Encarnación, como puede, le refriega a la vieja sus verrugas, sus arrugas y sus dolencias, mientras la anciana controla la manguera negra por donde baja el agua desde el nacimiento hidráulico de la finca. 73