2. LA VIRGEN
DEL CARMEN
ELECTROACUSTICA
ESCRITO POR:
STAROSTA
(RAFAEL BEJARANO)
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3. INDICE:
Pág.
INTRODUCCION: 5
1. NARVAEZ 11
2. LA VIRGEN DEL CARMEN ELECTROACUSTICA 17
3. EL FESTIVAL DEL RETORNO II 25
4. LOS OCHENTAS 30
5. PORRO TRANCE 40
6. MEGAFONO 47
7. LA LINTERNA DE DIÓGENES 64
8. UNA PROCESION ROJA 73
9. AMNESICA 87
10. EL ABUELO BASILIO 90
11. PURILLUNOS 98
12. EL ESPIA 102
13. LAS BOLSAS DEL CHIMBILAX DIABOLICO 112
14. TAMARA 122
15. AORTA 131
16. TUMBA DE MI (VERSION 2.0) 136
17. LA GOLONDRINA CAIDA 141
18. RITA 148
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4. Dedico este libro a mi familia, a mis amigos, y a todos aquellos
que como yo, creen en la belleza del leer o el escribir. Sustentos
invaluables para el alma.
Una dedicación especial a Pedro Narváez y su revolución. Una
lucha intencionada y justa. La primera en Suramérica, llena de una
coherencia que ya no se ve más hoy en día en los actores actuales
del conflicto armado.
Un especial agradecimiento a Olto Jiménez por el enorme sustento
intelectual en la primera etapa de elaboración de este libro.
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5. INTRODUCCION
Toda reacción generada por el humano en la vida cotidiana, nace, en mi
opinión, a través de su experiencia primaria con el miedo. Este miedo, como
simbolismo de la fragilidad del ser humano, marca de una manera
contundente su devenir ante la sociedad. El humano entonces se escudara
de allí en adelante detrás de esa primera reacción y lo llevara de la mano a
través de todos los actos de su vida. El tejido del orden establecido de las
sociedades se vera aumentado o destruido según sea la manera como cada
persona enfrente este temor. Se van entonces a generar dos grupos de entes
sociales: Los que alimentaran el tejido y los que atacaran este mismo tejido,
en una búsqueda infatigable hacia la destrucción de lo establecido. Estarán
en contra de todo orden ya creado por los hombres. La pregunta, para mí,
no es como llegaran a la conclusión de es objetivo, inconsciente, pienso yo,
que se han trazado estas gentes. La pregunta importante es: ¿Con que lo
reemplazaran? ¿Estos seres tiene una conciencia de que la destrucción, por
si misma no tiene sentido si no hay nada con que reemplazarla? Los
tiempos cambian constantemente porque si. Simplemente. No comparto la
teoría, si es que existe, de que la vida como la conocemos, es un producto de
las acciones realizadas por el hombre a través de su propia historia. Rehusó
categóricamente esta postura, y apoyo mas el sentido del pensar que esta
"Evolución" Y encierro la palabra en comillas y la uso únicamente porque
no soy tan brillante para usar otra palabra, es mas el proceso raso y
natural de la vida misma. Así como una planta brota del suelo y germina
apuntando hacia el sol, y así como el hombre nace llorando cuando sale de
una manera violenta del útero materno, la tierra también pasa por todas
las etapas de desarrollo de su vida en una entropía completamente
comprensible. En ese orden de ideas, un poco torpes en realidad, yo creo
que los tiempos y periodos de la humanidad, ha venido ligados de la mano
de los mas entregados a las estructuras sociales, los cuales se han visto
presionados de una manera contundente, por los detractores. Veo una
sociedad que funciona como pequeños entes que están programados por lo
establecido, para realizar una función especifica: Para ser un economista,
que revisa números y cifras y presenta un informe, el cual debe ser
detallado, sobre su análisis profundo acerca de los movimientos de una
empresa, compañía, fabrica o grupo social dedicado al lucro. Un albañil, el
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6. cual siempre estará disponible dentro de la sociedad, siempre estar allí para
levantar muros, puertas, postes etc. o para echarlos abajo. No quiero decir
que un albañil no pueda realizar otra labor. La podrá realizar, pero a partir
del momento en que el albañil, por su libre albedrio o presionado por la
misma sociedad a realizar labores distintas por necesidad, dejara de ser el
cien por ciento eficiente en esa labor que desempeñara, pues el es un
albañil. En el momento en que realice esa otra labor tan distinta a lo que
sabe, de manera impecable, ese ser dejara de ser albañil y se transformara,
en eso otro que haga, volviendo de nuevo al ciclo de utilitarismo absoluto
de la sociedad para la sociedad misma y cumplirá esa nueva función para la
cual, en este caso, ha sido reprogramado, como dije antes, por la sociedad
misma. Y en este orden aparecerán todos lo demás oficios que hay en el
mundo de hoy: Médicos, ingenieros, abogados, barrenderos, bibliotecarios,
etc. Estos serán para mí, los entregados a lo establecido por la sociedad. Los
detractores sufrirán de una terrible realidad, pues serán una parodia de lo
que no quieren ser. Pero, al ser detractores de manera inconsciente, no
sabrán por que esta o aquella labor les genera una sensación o sentimiento
de frustración, rabia, o desolación. Y es esta razón, lo que hará que cumplan
con su función de detractores de manera impecable, pues serán trabajadores
o entes sociales, sumidos en la mediocridad del ejercer una labor o
profesión, ajenos a la pasión de amar lo que se hace. Se enredan entre los
demás engranajes de la sociedad, como un virus que esta allí para producir
el error, el fallo, la inconsistencia del tejido social. Elementos
absolutamente imprescindibles para el perfeccionamiento de todas las
funciones en las cuales se solicita la presencia de seres humanos para su
realización. Pero ¿Es acaso esto importante? ¿Realmente necesitamos gente
mediocre en nuestra vida? Mi respuesta es: Impresendible. Y la razón será,
para mí entender, la más sencilla de todas: Porque todos somos esos
detractores sociales.
Pero ¿Cómo es posible que todos llevemos esa marca, ese sino en nuestras
existencias?
Yo pienso que el ser humano es un diseño de una perfección y complejidad
inigualables e inimitables. Y tanto es así, que no he conocido a nadie que
haya nacido con la más férrea convicción de haber venido a este mundo a
hacer lo que hace hoy por hoy. No conoce a un ingeniero industrial que
6
7. tenga en su genética el serlo. Para mí, las elecciones académicas del hombre
no están ligadas con su desarrollo hormonal, molecular, neuronal, genético.
Digo no de una manera radical. Los sentimientos humanos son de una
naturaleza particular y un tanto misteriosa. No conozco a nadie que cambie
un día en la playa, bajo el sol, en total tranquilidad, por un día encerrado
detrás de un escritorio en una oficina. Mucho podrían decir: Yo si. Pero en
realidad, es ya un ser moldeado por la sociedad para tomar esa opción, como
una repuesta automática a un deseo del espíritu publico. Y esa
condicionalidad es generada por los propios hombres, que generaron un
traumatismo en el tejido de las sociedades para poder ser únicamente ellos,
los que puedan estar bajo ese sol en la playa, amparados por la
condicionalidad de los que no pueden tomar esa opción, porque fueron presa
de la violencia de la sociedad. El ser humano tiene toda una serie de
vínculos espirituales con cosas que distan completamente de lo que realizan
en sus vidas diarias.
La gente le teme mucho al sentirse pérdida realmente en cuanto a los
caminos que debe llevar. El status quo exige que la persona sepa claramente
cual es el camino, la carrera, el destino a seguir. Eso hace parte del
maniatamiento de la sociedad actual, pues se esta forzando a un joven, que
en realidad, es casi un niño entre los diecisiete a los veinte años a tomar
decisiones tan trascendentales con respecto a que va ser de su vida. Y
cuando esa presión es ejercida sobre una mente que aun no tiene un
formato definido pueden llegar ocurrir dos cosas: O que este chiquillo elija
mal lo que va a ser el resto de su vida o que los padres influyan de una
manera enmarañadora en el destino de un ser que tal vez quiera ir hacia
otro lugar, sin mencionar el hecho de que estos padres o adultos
“Responsables” en realidad quieren vivir sus sueños frustrados a través de
sus hijos. Estos seres, estos jóvenes, entonces terminan teniendo un formato
con un aspecto más encasillable a los tejidos sociales. Y a la larga, todos
somos parte del proceso, y a la vez, detractores sociales por excelencia. Y esa
es la neguentropia que ha mantenido vivas ambas partes de esa misma
condición.
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8. La Virgen Del Carmen Electroacústica (Un libro, una declaración, un
delirio……?) Es un intento, muy pequeño de generar un remedio, que
enferma más que el propio mal. Un minúsculo elemento de transformación.
Desde su misma concepción, que nace de una intención de redescubrir un
personaje tan noble y brillante como lo fue Pedro Narváez, revolucionario
primal en la historia colombiana, lejano de los intereses corrompidos y
tristes de aquellos que dicen levantar esas mismas banderas hoy día,
mientras roban y comercian drogas, almas e intenciones ruines, este libro
estuvo acompañado por una idea clara que era mostrar, de una manera
tajante, y tal vez un poco fuerte, un reflejo de la palidez de la miseria
humana. Pero no yendo a lugares universales o convocativos de aunar ese
sentimiento en una gran sociedad, sino mas de un sitio mucho mas
pequeño, de una comunidad que olvida lo mas importante: De donde viene,
y por esa misma razón, no sabe nunca para donde va. Entiéndase el
concepto de una virgen electroacústica, como un invento, algo imaginario,
en el cual se sustenta el encaramiento de un proceso de escritura y la idea
de mostrar la ambigüedad de la fe y del concepto del bien y del mal. La
fantasía recorre estos cuentos, de un lugar, que contrariamente, es muy
real, y que de imaginario tiene más bien poco. Es una manera, muy mía, de
ser un detractor social, sin generar pautas trascedentes, sino, de alguna
manera, generando preguntas que tal vez sean muy pertinentes.
Un aspecto notable de la cultura actual en Colombia es algo que yo llamo
“Autoctonizacion” (No se si eso exista. Si existe, pues bueno, pero si no,
pues no olviden que yo lo invente!!!) Y es esa manía, un poco estúpida a
veces, de pasar por el espectro de la idiosincrasia de este país cualquier tipo
de manifestación, corriente, movimiento, etc. Artística o culturalmente
hablando. No es mi intensión subirme en ese carrusel estúpido, o porque
quiera yo seguir corrientes modernistas y poco dadas al seguimiento de una
búsqueda constante en el devenir de escribir y crear. Una intensión de
buscar otra forma de expresar una idea a través de una narración que
contenga elementos no utilizados en libros anteriores por mí escritos. Y si
bien, este libro en realidad es una recopilación de cuentos que fueron
escritos hace unos años, era importante para mí darle una idea global a todo
el concepto, recopilándolos, depurándolos y mostrándolos. Espero que se
entienda como una necesidad personal de evacuación de mi trabajo, a favor
de una demanda urgente al repasar la historia de un lugar, para no perder
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9. una identidad y una herencia que tomo mucho tiempo concretar, y un
clamado a una liberación de elementos de una idiosincrasia perversa que
carcome día a día, a una sociedad que perdió su norte, en medio de odas
ridículas, bagatelas y tonterías limitantes. Si se entiende este libro como un
elemento de parodia religiosa o como una caricaturización insulsa de un
pueblo, entonces no se entendió ni mierda.
Gracias.
STAROSTA
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10. “El muerto confiaba
En su gente
Y en Calavera…”
Fragmento de la canción “El muerto” de Los Fabulosos
Cadillacs
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11. NARVAEZ
Los hombres estaban cruzando aquellos montes en silencio. Eran las
cuatro de la tarde y el cielo alumbraba en verde Sol mayor. Su líder
adelante, machete doopler en mano, rompía la maleza con toda
energía. Con todo fervor revolucionario, como una expiación. Tenía
unas ideas clavadas en su mente como las tachuelas del calzado que
antes manufacturaba en su fábrica. Primero zapatos formales. Luego
botas resistentes, para cruzar la ruta de la libertad. Cordones
desatados, al igual que sus espíritus, desteñidos por la injusticia.
Suenan músicas de fondo. Van pisando sombras y viejos robles del
camino. Y todos ellos en sus mentes se preguntan: ¿Qué va a
suceder?...
Y así pasó Pedro Narváez. Su lucha fue como una ola estrellando el
océano. Dejó sus huellas en el fango, plasmo su voz en esas mentes y
apresuro la revolución que vendría después. Señalo con dedo
humilde y calloso la maquinaria política y lo poco igualitario del
mundo en que vivieron. Y esos eran tiempos nuevos. Era la
inresurreccion. Y el vértigo de esas firmes alturas frente a un mar
de atropellos, sirvió de impulso también. ¿Quién dijo que no
saltaría al vacío? Muchos lo acompañaron, pero solo se reconocen
esas pisadas en los caminos que ahora están llenos de espejismos.
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12. No sabemos si existió duda en su decisión. Si el temor de encontrar
la muerte le hiciera revolverse el cerebro con un binocular de dudas
pertinentes, pero inútiles, porque ya eran decisiones tomadas. . Las
ideas fueron suficientes para continuar entre nebulosas, para
mostrarse y esconderse hasta de su propia identidad. Sus exigencias
nobles los protegieron como escudos de oro, en el mas acá, y si, en el
mas allá también. . Solo sabemos que de los veinticinco de Narváez
alguno tendría la misión de viajar muy lejos. Alguno tendría que
volver, para no olvidar.
El viajero se levantó cuidadosamente. Lentamente emergió su
cuerpo de la tierra. Un cuerpo desnudo, Cubierto de décadas de
olvido, pero curiosamente, un poco más joven. En su cuello aun
estaba el escapulario de la virgen roja, el mismo que los otros
veinticuatro juraron llevar hasta el final. Todo él volvió de aquel
pasado. Deja vú de luz.
- ¡Virgen del Carmen Electroacústica! - Grito el viejo campesino
mientras soltaba el azadón y me ayudaba a levantar al extraño-
Sabia que este momento llegaría algún día, pero es que uno a esta
edad no esta para estas sorpresas. – dijo mientras él se terminaba de
despertar de sesenta años de sueño intranquilo.
A mis preguntas presurosas, el viejo empezó a contármelo todo.
Paso un silencio lleno de ruido. Ruido blanco. Ruido de magia.
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13. - Pues si joven, eso le cuento- Continuo después de un rato - Mi
papa estuvo con ellos. El era uno de los veinticinco de Narváez.
Trabajó en esa fábrica de zapatos hasta que se alzaron.
Y a mi pregunta morbosa del “¿Que paso después?” Me contesto:
- No se pudo hacer mucho, joven...- Una respuesta silenciosa, un
comentario extraviado, acerca de algo de lo que nadie recordaba,
algo que al parecer, jamás había existido.
- Ellos enviaron una carta al congreso, firmada por casi todos. Don
Pedro no la firmo. Pero porque fue él quien la escribió, segurito.
¿Usted cree que esa persona tan importante no firmaría? Él ya
estaba listico. Él sabia de esas cosas. Mi papá le tenía mucha
devoción al hombre. Por eso lo siguió hasta lo último… Pero tómese
el tintico joven, que se le va a enfriar. Saboréelo porque es de acá de
la finquita, hecho con pepitas milagrosas de arábigo, unos palitos
que mi papá no quiso tumbar. El siempre tan terco con sus cosas. –
Se volteo hacia el extraño y le pregunto: - ¿Lo conoció usted?
El viejo campesino bajo la mirada, arrepentido, ante los ojos
extraviados y sin respuesta del viajero. Sintió que al preguntar, se
había excedido demasiado. El sabía bien su condición miserable.
Sabía bien que no debía levantar la cabeza. Volvió a agacharla. Jugo
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14. con las hilachas roídas de su viejo poncho. Escupió flemas a la tierra.
Encendió un cigarrillo y continúo:
- Esa carta la habían enviado a ver si el gobierno le daba más
oportunidad a las fábricas de aquí y no a las de otros países…pero
que va…eso no sirvió de nada. Por eso es que vamos como
vamos….de culo…por eso finalmente se fueron a las malas. A echar
bala. Don Pedro decía que eso no había más opción. - Y alargo un
trago largo de su taza, desorejada y amarillenta, como si estuviera
saciando su sed verdadera.
Apuré otro tanto y mi mirada se paseo por aquel sitio. Estábamos
cerca a la enramada de la finca. Enramada infinita, que albergaba
hojas que ya no son del viento. Un tanque apuntalado de mosquitos,
guardianes indelebles del café, mojado aún, que estaba al fondo del
tanque. No mucho en realidad, ni una carga completa. Pero era algo.
Ahora son como piedrecillas de oro al fondo del rio. Una vieja
maquina descerezadora, chirriante y endeble, prueba de un
paisajismo industrial que se quedo clavado en los años treinta, como
un cuadro sin tiempo ni espacio, que me irrita las corneas. Es como
una esfinge oxidada del paso de una edad adornada de piñones que
imploto sin duda por estos lugares. Es como una huella digital del
absurdo triunfo del desarrollo. Cacorros rotos y remendados,
tirados en singular desorden, como si el efecto domino los
reagrupara, de alguna forma. Un perro viejo y mugriento, si cabe la
14
15. observación, igual a su dueño, lamiendo una batea con unas
estalagmitas de no sé que, que no me atrevo a analizar mas a fondo,
por puro pudor. Una lona húmeda y manchada, tirada en un rincón,
para mí, sin lugar a dudas, la bandera más elocuente de esta tierra
cafetera. Debería estar en un asta, y si algún día llega a estar izada,
yo la saludare.
- Don Pedro iba de finca en finca, cuadrando todo para la revuelta –
Dijo el viejo mientras el viajero se frotaba sus sucios pies con un
estropajo húmedo - Como ya lo habían declarado un revoltoso, y
hasta habían dado orden de bajárselo si lo veían, el se cuidaba
mucho. Escondidos entre las sombras de los cafetales, bordeando
canjelones, arrastrándose boca abajo, cual culebras. Eso él sabia que
se había metido en otros cuentos, pero siempre se sostuvo en las
ideas. Leía libros de gente del extranjero….Ese señor leía en otros
idiomas….Muy inteligente. Pero eso ya usted lo sabe, ¿cierto?
Bajó más su voz y en ese tono de confidencialidad me dijo: - En
cambio los de ahora lo hacen por plata. El pueblo no les importa un
carajo…eso ahora los muchachos piensan así…las ideas cambiaron
mucho - Y se quedó callado de repente. Se levantó del taburete e
hizo una inspección rápida, un micro periplo, como si alguien
pudiera estar escuchándonos, luego entro de nuevo al trapiche, se
sentó al lado del viajero y le susurro al oído: - Ellos vienen por acá a
pedir dizque vacuna. Nos mataron unas gallinitas y se me tomaron
15
16. un guarapo que tenia debajo del mesón de la cocina…dieron las
gracias y se fueron…por aquí eso nunca cambiara…siempre se
repite la misma historia…- Luego me miro y dijo: - Eso mejor no
hablemos más de eso, evitemos problemas mijo…
De repente el viajero se desvaneció bajo la marea del sol. El viejo
campesino se acerco tomándolo en sus brazos y juntos lo
acomodamos, con cuidado, en el agujero de donde había regresado
haces unas horas. Él se arrancó el escapulario del cuello y en un
último aliento me lo puso en mi mano diestra. Me la cerró con
fuerza. Y mientras el campesino volvía a dejar la tierra en su lugar,
comencé a ver a uno grupo de personas caminar en visos lejanos.
Los veinticinco emanaban desde la propia inmensidad del monte
sembrado de café. Se les veía cansados, luego de haber pasado por
horas difíciles, haciéndose paso por el enmarañado monte. Brotaban
de la tierra banderas rotas de guerra. Llegaba hasta mí un olor a
vidrio quemado. Solo faltaban unos minutos para que llegaran al
viejo campo de batalla. Lugar oscuro de reflexiones accidentadas de
donde ellos solo salían, en forma de recuerdos.
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17. LA VIRGEN DEL CARMEN
ELECTROACUSTICA
El patio trasero de la casa estaba en plena ebullición pues le estaba
dando "Todo el palo del sol" del mediodía. Las matas de geranio,
llantén, millonaria, los dos palos de brevo y el de guayaba
alumbraban como si estuviesen hechos de diamante y su savia de
mercurio cromo. El cielo estaba tan azul como si una obsidiana se
hubiese fundido con las nubes y el cenit, delatando toda la inocencia
de Dios detrás de su piel sin piel en la eternidad imaginaria de todo
lo que sea sagrado. Dolores o Doloritas como le decían en la casa
salió a extender las sabanas que desde hacia casi un año no lavaban
pues no tenían unas nuevas con que reponerlas, hasta el día
anterior cuando paso un vendedor por el barrio empujando con la
energía del conejito de Duracell una carretilla y ofreciéndolas
"Baratísimas" La familia aprovecho y se compro un jueguito que
comprendía: Sabana, sobresabana y dos fundas para las cabeceras.
Terminadas de extender, Doloritas se iba a entrar de nuevo a la casa
pues ya iba a empezar el noticiero del mediodía el cual se podía
sintonizar en dos variantes: Canal Camaleón o canal RCS, siglas que
de seguro traducen: "Rating Como Sea". Un rayo telequinetico del
"Astro rey" le golpeo en toda la jeta y le hizo voltear el rostro a la
muchacha, la cual se quedo "Viendo negro" cuando de repente
percibió una gran mancha en la otrora sabana blanca ahora
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18. amarillenta. "Quedaron mal lavadas" pensó con resignación y rabia
mientras se acercaba, al pensar que tendría que volver a refregarlas
en el lavadero, cuando de repente percibió que la mancha tenia una
forma familiar. Segundos después entro corriendo a la sala gritando
cual político en plena época de elecciones: "¡Milagro!" "¡Milagro!"
Doña Carmenza, madre de Doloritas la tomo de los brazos
intentando calmar a la hija alborotada mientras le decía: "Cálmese
pendeja ¿Que tripa se le torció?" Después salieron corriendo al patio
mientras la muchacha le señalaba la sabana, la cual tenia una
imagen en la cual se podía ver a la perfección en un color como de
lápiz, la imagen de la virgen. Doña Carmenza se postro de rodillas
al ver la benefactora santa de la región impresa en las roídas telas y
desdoblada entro en un trance momentáneo, del cual volvió justo
antes de perder del todo la noción de su conciencia en interferencia,
para recordar que cuando estos eventos suceden, hay que
enloquecer de fervor "Electroacústica bendita" gritaba la señora
mientras las lágrimas se le derramaban sin descanso por los cachetes
pecosos. Su casa había sido bendecida con un milagro, para envidia
de todas sus vecinas. Los gritos de alabanza de la señora fueron tan
fuertes, que hasta el cura del pueblo, el cual vivía a seis cuadras de
distancia, tuvo que detener su almuerzo y asomarse por el
campanario de la iglesia a ver que había pasado. Los muchachos del
colegio ese día también salieron mas temprano, pues estudiantes y
docentes pensaron que había sonado la chicharra que anunciaba el
final de la jornada. Lo más molesto fue el aullido de los perros del
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19. pueblo, los cuales se unieron a la sinfonía y se quedaron aullando
como un CD rayado que repite el último segundo leído una y otra
vez.
Los vecinos y curiosos no se hicieron esperar en el patio trasero de la
pobre casucha con olor a masa de arepas que se colaba desde la
ventana de la cocina. De un momento a otro la casa se convirtió en
un mar de carne chismosa y morbosa que no quería perderse el paso
a paso del acontecimiento. Las camándulas, escapularios, rosarios y
demás cachivaches utilizados para rezar como loras avemarías y
padres nuestros, fueron traídos con prontitud y frente a la sabana
las más devotas se atrincheraron a darle de comer a su devoción y a
su pasión. Los ojos en blanco, levantados al cielo sin importar cual
quemado estuviese el rostro por los rayos ultravioleta y sin ningún
temor por el cáncer de piel pues le estaban rezando a la sagrada
imagen de la virgen del Carmen electroacústica. Ella hacia las veces
de sombrilla y protector solar UV numero cuarenta, así que eso era
lo de menos. Llevaban sus biblias la cual dejaban en su regazo y
todas así, arrodilladas desarrollaban una competencia por la que
mas tuviese la voz en plañidera, las manos fuertemente entrelazadas
y la fe más inconmovible. Doña Carmenza levantaba el rostro con
orgullo pues sabia bien que ella era la dueña de la casa y por lo
tanto, la dueña del milagro. Podían verlo y rezarle, pero finalmente,
era su sabana. Y a pesar de que todo dura un instante que se
quedara adentro nuestro para toda la vida, queremos siempre hacer
19
20. lo contrario: Tener algo por siempre y en realidad duro dentro de
nosotros, un efímero momento. El sol trastoco en oscuridad y como
todo buen día caluroso, trajo una noche fría. Los esposos, silenciosos
detrás de las mujeres, esperaban pacientes a que estas se fueran para
las casa, pero esto no pasaba. “Mija, entrémonos ya que el sereno le
hace daño” “Le va a dar gripa con ese sol que hizo hoy y usted sin
ruana” Pero de nada valieron las advertencias. Las mujeres del
pueblo cada vez se aferraban mas a sus lugares pues no querían
perderse un detalle del acontecimiento sagrado. A eso de las siete de
la noche llego el cura del pueblo. Este inspecciono la sabana, se
detuvo en cada parte de la imagen, con mirada escrutadora, ante el
expectante silencio del pueblo.
- Si. Es un milagro – Exclamo por fin el curita
Alabanzas de júbilo y manos abiertas al cielo celebraron la
certificación oficial. Era un milagro, era del pueblo y eso se traducía
en muchas cosas. Para doña Carmenza, dueña de la sabana, todo un
hallazgo y fuente de dinero, pues a partir de mañana empezaría a
cobrar la entrada a su casa para poder ver a la electroacústica.
Vendería además las arepitas que fabricaba, pues a todo el mundo le
iba a dar hambre en las oraciones, rosarios, procesiones y demás
reuniones que se organizaran en pos de su sabana. Por fin tendría
dinero para mandar a Doloritas a estudiar a la capital, pues soñaba
con sacarla de ese pueblo de gañanes y montañeros. Soñaba con
20
21. verla casada con un doctor o un abogado y no con algún vago del
pueblo. Y tenía que hacerlo rápido pues la chica desarrollada estaba
y más de un chulo andaba detrás de las cositas de la niña. Y la
virginidad de la princesa era lo más importante. Doloritas por su
parte estaba feliz pues era el centro de atención del pueblo y todos
los hombres tendrían vía libre para entrar en su casa y verla sin que
la mama se diera cuenta que en realidad era una chica casquivana
que gustaba de la compañía masculina en general. Era, con sus
dieciséis años lo que se conocía como una “Zorra” o también otras
personas podrían denominarla “Una perra” En palabras concretas,
era un puta que había perdido ya la virginidad hacia un tiempo y
había sido montada por mas de media docena de dizque hombres
del pueblo. Ese día estaba como mareada y con nauseas, y mientras
se pintarrajeaba la jeta se fue a la droguería a comprar una prueba
de embarazo, pues tenia sospechas que a ella también le habían
hecho el milagro. El problema es que no sabia cual de todos era el
santo…
El cura del pueblo también estaba feliz. Sabía que tendrían que
enviar comisiones desde Bogotá y también desde el vaticano a
verificar la autenticidad del milagro de la electroacústica. Y eso
significaba visitas de obispos y altos perlados de la iglesia. El los
recibiría y alojaría y por derecha tramitaría su traslado a una
catedral digna de un cura como el. Una en la capital, no la iglesucha
esa del pueblo, con dos torres desteñidas y las mismas bancas desde
21
22. hace años. Además, tenia sus pecadillos con un monaguillo, y era
mejor irse pronto, pues el amante adolescente, había empezado una
provechosa extorción al cura, a cambio de su silencio, y últimamente
toda limosna y aporte a la iglesia estaba terminando en los bolsillos
del gañan.
Y así, por el estilo, cada uno de los participantes del milagro,
entraban a verlo y a rezarle automáticamente, mientras pensaba de
qué manera podían sacarle algún provecho a la manifestación
divina. Todos veían esa sabana vieja como un jugoso boleto al
negocio o el beneficio personal. Definitivamente, esto iba a ser muy
bueno para todo el pueblo.
Cayó la segunda noche después del milagro. El cura informaba a los
creyentes que ya había llamado a Bogotá y que en unos días
enviarían la comisión para autenticar el milagro. Todos se frotaban
las manos pues sabían que eso era publicidad, y eso traería más
gente, y estos a su vez, la platica. El cura oficio misa en la casa de
doña Carmenza, que parecía una lechuza hinchada de la dicha.
Después de esto, empezaron un interminable rosario, en donde las
voces plañideras y los gestos afectados no faltaron. Doloritas por su
parte, se servía en bandeja al noveno del pueblo que le oficiaría su
pellejo en el de ella, aprovechando la distracción de su madre y
vecinos.
22
23. Fue entonces cuando paso lo inesperado. Un rayo tremendo rasgo
en lo alto y automáticamente abrió la llave del agua del cielo, que no
entiende de milagritos. Gruesas gotas cayeron en los presentes en el
patio que corrieron presurosos a refugiarse, mientras las viejas
fanáticas, trataban de ponerse en pie y junto al curita, trataban de
desamarrar la sabana de aquella cuerda de colgar ropa, la cual Doña
Carmenza, por pura avaricia, había amarrado hasta el infinito,
preocupada que alguien intentara robársela. En dos segundos el
patio era una escena apocalíptica del diluvio. En el afán y el
desorden, curita y viejas arrugaban la sabana y la jalaban
ávidamente, hasta que finalmente la pudieron entrar a la casa.
- ¡Dios mío que aguacero tan macho! - Bramo mojada y tiritando
una de las viejas beatas
- ¿Se mojo mucho la sabana? - Le pregunto el curita a doña
Carmenza, mientras se quitaba el hábito totalmente empapado.
Doña Carmenza, que tenia la sabana enrollada con fuerza contra sus
seno, en temor inconsciente que alguien le quitara, no el trapo, sino
todo lo que el significaba para ella, la desenrollo con cuidado, al
terminar de hacerlo, una exclamación resonó en toda la casa.
¡El milagro no estaba! La sabana, chorreando agua, volvía a ser el
mismo trapo viejo y sin valor que había sido hasta la mañana del día
anterior. El vendaval, o el ajetreo al desamarrarla, o el seno, enorme
23
24. por cierto, de Doña Carmenza, habían borrado el milagro. El cura
examino la sabana y no encontró el más mínimo indicio de la
imagen. Se la entrego a doña Carmenza, la cual cayó de rodillas en
el piso mojado del patio. Entonces dejo de llover tan
inesperadamente como había empezado. El cielo despejo en
segundos y dejo ver hermosas estrellas, que destellaban y brillaban
en el firmamento.
El pueblo se quedo todo, en silencio, con la cabeza gacha. Todo
proyecto se había ido al suelo. Mientras tanto Doloritas vomitaba en
el baño. Uno por uno, en silencio, empezó a irse de la casa. Las
viejas se sacudieron el agua y alzaron el rabo para la casa. Hasta el
cura se fue, estirando la jeta. Y allí se quedo Doña Carmenza, con la
mirada perdida, pensando en todo lo que se le había escapado de las
manos, mientras revolcaba la sabana contra el sucio suelo del patio.
Entonces Doloritas interrumpió los pensamientos, con un berrido
agónico y chillón:
_ ¡Mama! ¡Estoy embarazada!
- ¿¡Cómo así china culipronta!? ¡¿De quien?!
- No se…
24
25. EL FESTIVAL DEL RETORNO II
Alborada. Los rayos de un sol denso inundan los tejados desteñidos
del alba esquizofrénica. Resuenan tremendos y rojos los cascos de
los caballos que en su transitar galopante por la avenida ensordecen
las demás calles. Retumban. Despiertan. Son las ondas sonoras de
los carros y las motos. La pólvora estallando el firmamento. Los
machetes resuenan allá, en lo profundo, lenta y salvajemente. Los
mismos que hacen tambalear hasta morir los palos de café arábigo y
las plataneras de un verde eterno y hacen el sonido de fondo que no
se puede oír, que se esta desvaneciendo, detrás de las mascaradas de
la vida moderna. Rectángulos de casas dónde ya no hay salida.
Círculos viciosos, aquí y allá. Una alcaldía que juega a mostrar lo
mejor del lugar solapando lo peor para el final, que es lo que traerá
el dinero. Jugar al sueño colectivo. Destruir historia, respeto y
cultura en harás de un progreso que no va mas. Los lugares van
mutando con la llegada de la fanaticada etílica. Y de repente ya no
son los mismos verdes de aquel monte, las mismas calles, los
mismos árboles de luz. Ya no hay como escapar a esos gritos. Y tu,
que nunca estas aquí. Nunca estuviste y nunca vas a estar, así, a mi
lado. Todo un pueblo entrenado para disimular. Para esconder las
incontables falencias. Para cubrir con risas los lamentos de la tierra
que esta cansada de decir: ¡Ya basta! Y a esas voces los lugareños se
reniegan con el grito a todo pulmón: ¡Salud! Y eso es lo que ellos
25
26. entienden simplemente como confraternidad. Y esto siempre es así.
Un sitio más prostituyéndose en su propio festival. Hasta el asfalto
queda pegajoso en el manoseo de su ahora turbia identidad, que los
hace frenar en las señales de la vía. Los de los cabellos blancos se
dividen en distintos bandos: Los más pudientes hacen parte del
agasajo y los más pobres se encierran en sus cortinas harapientas y
techos de viejos machimbres de los años ochenta. Y los demás, que
son los más sabios, caminan casi como si fueran invisibles, y
recuerdan las guerras y las luchas del ayer, por repeler a esos que
oprimían su verdad. Y de eso ya no queda nada. Solo el resoplar de
los fervientes de otras décadas que no olvidan al viejo zapatero. Y
esa es la verdad. Pero los hijos de la triste sociedad solo quieren
practicar acentos de otras regiones. Sus mentes ya no saben
disparar. Solo quieren actuar. Y voces complacientes como hímenes
rotos que repiten insaciables: “No digan después que nos se les
atiende como se debe”. Y nadie se atrevió a decir: “No digan
después que no se les advirtió…”
Entonces se hizo la tarde. La alternativa juventud toma la opción
del poncho en lentejuelas y el sombrero de jipa, para enmarcar así su
trópico intimo. La ciudad en serpentinas pierde la calma, y cuando
desaparece el sol, las tapas rojas de las botellas de aguardiente
vacías marcan caminitos etílicos hasta las mesas. Se inicia el ritual
del dios Baco. Se sirven los tragos. Esas dos torres están llenas de
mierda, y no propiamente de paloma. Vaya mijo, tómese ese cordial
26
27. que se siente caliente al bajar por el gaznate. Vayan chicas, háganse
una lobotomía. Corran para ver la siguiente función. Corran con sus
trajes espaciales de pueblo. La casa paterna no les importa, esa solo
esta de paso. Vayan al centro, vayan camino a las putitas. Quédense
con ese, con el mas moreno, que hoy será el rey de la pasada
generación, reunida después de hace cuanto. Alfombra roja,
remendada a un lado. Y ojala que llueva alcohol en el campo. Ojala
no sea permanente esa cara de tontos. Ojala y tanto germen humano
no volviera nunca…
Otras voces se alzan para la queja casual: “Ya no se puede caminar
por las calles” “Esto esta abarrotado” “Esto si es bonito” y desde los
celulares salvando distancias infranqueables, un amigo reprocha a
otro diciendo: “¡¿Pero como es que usted no va a venir?!” “Se esta
perdiendo el progreso” “Piénselo bien, solo le pido… Yo como si
vivo la vida…” Y al otro lado de la línea un bostezo de abulia.
Yo los invito, desde mi ironía, a que vayan a ese festival del
retonto….perdón…del retoño….digo….no se ni como se llama.
Pasen y disfruten la arquitectura moderna de pensamiento
montañero. Pase y camine en calles forradas de dinero sudoroso y
ahora, mas que nunca, dudoso. Hasta la luz esta zumbando
encandilada por ese falso oro. La vieja zalamera sobrepone su voz a
la de la guacherna y dice: “Hace años no se le veía por aquí.” Otro
retazo de conversación en otro lugar registra: “Yo se doctor, yo
27
28. se…eso aquí nacimos con buena estrella, no ve que somos del
pueblo” Y los amigos de colegio, creyéndose de quince de nuevo,
rezan así: “Tráigase una silla, venga hablamos un ratico” “Esta
ronda yo la pago” “¿Quieren pollo? ¿O caviar? …” “Así somos acá”
“Fresco mijo, no se me asuste, que yo ya estoy asustado…” (Risas)
El pueblo esta emperifollado. Me lo vistieron de gala, en un evento
ruin. Los balcones enrumbados, retocados con vinilo astral. Muy
cubista. También por allá visita mucho artista. Mucho indio
también por ahí, que son los molotov que estallaran verriondos en la
madrugada, hinchados de aguardiente y frustración. Y es que los
que viajan son tan avanzados: Ingenieros, médicos, representantes
de artistas. También hay trapecistas. Miren a la reina. Cetro de
silicona. Reina Coca. Y por dentro….también! Y la herida del
terruño sigue supurando. Los que saben como curarnos o se han
ido, se han muerto o se aburrieron. Mundo de quimeras, sin arena.
Ella y él, escondidos en una caseta lunar. Escondidos en la galaxia
de plátano. Los dos rebobinando, no hacen más que recordar. El
quiere ir a otro lugar, a olfatear su cuadril. Ella solo quiere imaginar
que esta muy, muy lejos de casa.
¿Y los estudiantes universitarios? ¡Bendita sea la virgen del Carmen
electroacústica! No ve que son pacifistas. No ve que son ecologistas.
No ven que andan por ahí con sus mochilas tejidas y casi sin aire de
tanto proclamar consignas remendadas de los años de upa. Sáqueles
28
29. una mesa a los muchachos. Atiéndanlos. Son intelectuales, pero no
pueden ver a quienes los han recibido. No pueden ver a los que los
han servido. Ya están sonando las bandas marciales de los colegios.
Ruidos de tambores de guerra. Guerra de niños. Niños pendejos.
“¡Comadre! ¡Comadre! Venga” Grita la vecina montañera. “Mire
como me están dejando de lindo el parque los visitantes” “Mire
como me bañan en orines el obelisco de Don Isidro” “Nos hicieron
falta más baños” Dice otro viejo atembado. “Tenerlo en cuenta para
el próximo retorno…”
Se escuchan gritos de placer. Ruidos de campo con ciudad refinada.
Esta tierra es nuestra… ¿o no? “A estos eventos si vengo” Dice
alguien que no tiene nada que ver con el lugar. Los hombres se
tambalean, pero entre tanta gente ¿Quién lo nota? Las mujeres
regurgitan, pero entre tanto charco, ¿A quien le importa?
Y que siga la melodía….
29
30. LOS OCHENTAS
Con la llegada del cometa Halley el pueblo se entrego a las más
oscuras premoniciones. Algunos pensaban que era castigo de la
electroacústica, por ser tan pecadores. Otros pensaban que eso era
obra del Chimbilax diabólico, que venia a apoderarse de la tierra.
Los mas descarados, les importaba un culo, ya que en su
hedonismo, se sentían vividos y lo que pasara con sus almas, los
tenia sin cuidado. Los campesinos nunca se enteraron ya que ellos
saben de trabajar la tierra, pero poco de astronomía y asteroides
vengativos.
Eutimio estaba vistiéndose para salir de juerga esa noche. Cabello
corto, mas rapado a los costados, patilla recta mutilada a la altura de
la sien, y unos pelitos extravagantes en el cuello, tipo cola de ardilla.
Algunos mechones de la frente estaban aclarados con agua
oxigenada. Jean blanco entubado hasta el infinito y más allá,
haciéndose casi imposible la introducción del pie por la manga del
mismo, camiseta blanca, con mangas recortadas a lo tegua, chaqueta
de Jean perforada en la espalda con un cuchillo, en apuñalamiento
del aire. Remataban unas botas picudas impuestas por encima de los
pantalones. Eran los ochentas.
30
31. - Eso no se vaya por allá a gaminiar Eutimio, vea que ese cometa se
va a venir del cielo, mijo… ¡quédese esta noche en la casa carajo! –
Le recriminaba doña Aurora, madre del indisciplinado y siete
vástagos mas, concebidos en la misma cantidad de años, gracias a la
eficaz labor de su esposo, que no rebajo Montada vs. Cuajada
- Eso no me joda con mieditos maricas, mas bien no le eche tranca a
la puerta, nos vemos madre - Dijo el personaje saliendo apresurado
del hogar.
- Vida berraca con este majadero…Electroacústica bendita protéjame
a este pendejo…- Oraba la madre por su adorado retoño rebelde.
Eutimio paso por el viejo parque de los novios, mas conocido como
el parque de los burros – Ni puta idea por que, aunque pensándolo
bien, los unos y los otros son lo mismo – En el camino se encontró
con Arbey, camarada de toda la vida y con Fabián, chico envidiado
por todos, ya que era el único al que le había salido un insipiente
bigote tipo pelo de lulo, haciéndolo ver mas adulto y mas horrible
de lo que ya era. Se fueron directo al billar “la lindaraja” ubicado en
el parque principal. Entraron con aire de hombres no desarrollados,
amparados por el protector mostacho de Fabián, que seria el boleto
directo a una mesa, tres cervezas, tres cigarrillos “Imperial”, bolas y
tacos.
31
32. - ¡Garitero! Bolas pa esta mesa hágame el favor…- Grito
engruesando su voz de pollino Fabián, sonando como una corneta
destemplada en el billar. Eutimio se hizo el pendejo buscando un
taco y Arbey puso cara de malo, mientras trataba de contener la
respiración, esperando que los dejaran jugar.
- El encargado se acerco con las bolas y las tizas en la mano. Se
quedo viendo a los tres personajes y dudo de la adultez de los
mismos. En esas detecto el bigotito del muchacho y eso lo convenció
de que todos eran ya hombres hechos y derechos.
- ¿Qué van a tomar?
- Una cerveza para mi…- Dijo Arbey.
Segundos después eran sacados del billar, agarrados del cuello de
sus chaquetas.
- ¡Vida hijueputa Arbey! ¡Cuantas veces le he dicho que no habrá esa
jeta cuando entremos a los billares! – Protestaba colérico Fabián
mientras se sentaban en el parque.
- “Una cerveza para mi…”- Lo remedaba Eutimio poniendo voz
afeminada – Con esa voz de niña que tiene seria que nos iban a creer
que éramos mayores de edad…maricon.
- ¡No me la monten mas!…yo que culpa tengo…
32
33. Después de pelear un rato mas, decidieron dar una vuelta por el
parque. Concebido plan de antaño del pueblo. Es como un registro
que viene adherido al ADN de todos los habitantes del pueblo: ¡Ir a
darle una puta vuelta al parque!
En algunas discotecas del sector se escapaban los soniditos de moda
de la época. Se veían chicas con camisas de pepas y hombres con
flequillos terribles. Atrás habían quedado los setenta. Y los ochentas
eran un momento de quietud, como una guerra fría, en donde no
pasaba nada en aquel pueblo. El café era bien pago en las
compraventas y las cosechas eran buenas. La broca no existía y la
roya hasta ahora era solo un proyecto de la naturaleza. Belisario
Betancourt estaba recién subido al podio del poder y el nevado del
Ruiz aun estaba dormido, sin pensar en hacer erupción. La
tecnología estaba atrasada, no solo allí, sino en todas partes, así que
no había afán por dejar de vivir en un mundo real. Todo marchaba
al ritmo del pueblo: Lentísimamente.
Después de darle la obligatoria vuelta al parque, Eutimio y sus
compañeros se sentaron a hablar un momento, cubiertos por la
oscuridad de los gruesos arboles del parque, a fumarse un porro y
hablar de un tema que a todos les daba vueltas en la cabeza. Meses
antes encontraron unos libros viejos olvidados en la casa de uno de
ellos y hablaban de un tal Pedro Narváez. Desde que conocieron la
33
34. historia del hombre, quedaron prendados con el guerrillero zapatero
y sus ideales, en especial Eutimio, que de inmediato empezó a soñar
con ser el nuevo Narváez de su generación. Incluso se habían
contactado con guerrilleros bolcheviques de la región y estaban
pensando seriamente en enrolarse en las filas de izquierda, en son
de la revolución comunista y la igualdad, consignas que
aprendieron de la historia de Pedro Narváez y los libros
encontrados. Sentían que eran como una secta secreta que gustaba
hablar a escondidas de todo lo que había sido la historia y legado de
Pedro Narváez. Soñaban con una revolución, así como algún día lo
hizo el zapatero del pueblo. Leían a escondidas libros comunistas y
en el colegio siempre estaban buscando la manera de causar revuelo
y alboroto. Sentían esa inconformidad del que no sabe por que es
comunista, pero siente que le gusta y que eso lo hace ser más
inteligente y más maduro que los demás.
- Eso nos va tocar decidirnos rapidito. Acuérdense que estamos en
último año y nos toca ir a pagar el servicio militar. ¡Y yo a este
gobierno no le presto un centavo!
- Si….- Dijo Arbey – Entre pagar servicio o irme con la guerrilla
prefiero irme con los últimos… - ¡Por la lucha de un ideal de libertad
me hago matar!
- Venga…pero rótelo… - Dijo Fabián estirando la mano.
- Ese Narváez era un duro parce… - Dijo Eutimio con ojos
vidriosos…
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35. - Si claro…Traducirse esos libros en ruso para entender la consigna
comunista rusa…. ¡Y zapatero!
Y así continuaron por un rato mas fumando hierba y hablando de su
héroe, de extracción propia de su pueblo.
Terminada la disertación, Eutimio se despidió de los demás, iba a
verse con Rosalbita. Esa noche era de gran importancia para
Eutimio, pues ella le había prometido darle por fin la pruebita de
amor. “Ya era hora” Pensó mientras se dirigía camino a la casita de
la muchacha, que quedaba cerca a la de él, en uno de los rincones
del pueblo, en donde el asfalto era una quimera, y en las afueras de
las casas se podían ver las bateas para las bestias y enormes troncos
en donde estas eran amarradas. Como era el último barrio del
pueblo, al frente de este no había más que monte, el cual siempre
emanaba su fresco y verde olor a cualquier hora. La iluminación
publica era escasa o en el mayor de los casos, nula. Eran ya las diez
de la noche y Eutimio bajaba por las calles con cuidado de no
tropezarse con las piedras impertinentes del camino.
Finalmente llego frente a la casucha de su amada y con total sigilo se
deslizo junto a la ventana de lata de la chica y con sumo cuidado, en
un acuerdo ya pactado, raspo con suavidad la venta tres veces con
sus llaves. Un instante después escucho otro rasguño del otro lado.
35
36. Era la señal. Ya venia Rosalbita y echarle “un huevo” a la doncellita
era casi un hecho.
Rosalbita se había acostado desde temprano. En su casa tenían la
costumbre de apagar luces y dormir después de las ocho de la
noche. El cuarto de ella era compartido con sus dos hermanos
menores que ella, los cuales a esa hora ya estaban totalmente
“Foquiados” Ella, astutamente, se había acostado con la ropa de
salir puesta: Una camisa de colores fuertes llena de pepitas negras,
un pantalón que empezaba arriba del ombligo y terminaba
bombachamente en los tobillos, custodiada su cintura por un
cinturón enorme. Unos tacones bajos que llevo en la mano hasta el
patio trasero, para no hacer ruido y en su cabeza un flequillo en
forma de copa, el cual estuvo moldeando por horas, mientras
esperaba la llegada de su hombre. Paso por el cuarto de sus padres,
los cuales roncaban como marranos, y se trepo por detrás del
gallinero de la casa y salto el muro hacia la calle, en donde fue
recibida por lo brazos de su galán.
- Hola mi vida…como estas de linda…
- Gracias. Tu también estas lo mas de querido… - Contesto Rosalbita
mientras se ponía los tacones.
- ¡Claro! Porque esta noche es la noche… - Contesto mientras le
tocaba con suavidad una nalga.
- ¡Oiga, no sea atrevido!
36
37. - Ah…Vamos mas bien que ya le tengo un sitio lo mas de “nais”
Y diciendo esto salieron de aquel barrio y se internaron en la
espesura del monte por unos diez minutos. El cielo estaba en luna
llena, totalmente iluminado. Al fondo se escuchaba el ruido de la
naturaleza.: El sonido de una quebrada lejana que corre y corre sin
fin y mágicamente. Un leve viento mecía los grandes arboles y sus
hojas creaban un aspecto de otra dimensión. Las hojas secas
crepitaban dulcemente bajo los pies de los excitados jóvenes que se
miraban, que hablaban de cosas sin importancia: Ella, de ropa y
peinados y novelas cursis. El, de sus amigos, de motos, de billar y de
Narváez. Ella le decía que estaba preocupada por esas ideas
comunistas que el tenia. El le decía que todo iba a estar bien. Y así,
se internaban más y más en la espesura, que se enroscaba como una
culebra. En ese momento, para ellos era como dirigirse a la gloria.
Había una juventud en éxtasis imposible de definir en ese instante.
Eutimio adelante, guiando el sendero, apremiado por la urgencia de
su bragueta, que exigía ser alimentada. Atrás Rosalbita, tomada de
la mano de aquel muchacho que la sedujo con visitas furtivas, notas
escritas en hojas de cuaderno, esquelas baratas y credenciales con
mensajes románticos que ella coleccionaba en una bolsita escondida
en el fondo del cajón donde guardaba sus calzones remendados.
Finalmente llegaron a un claro en medio de aquel monte. El pasto
bajo invitaba a recostarse allí. Eutimio y Rosalba se entregaron a los
37
38. besos y caricias, interrumpidos por palabras excitadas del hombre y
exigencias de promesas de amor eterno concedidas por el macho
que finalmente hecho mano de su hembra.
- Espera… ¿Y si quedo embarazada?
- No…yo me vengo por fuera… - Dijo el amante con voz ansiosa
Mientras retiraba las ropas intimas de la chica y penetraba, por
primera vez, la jugosa entrepierna de Rosalbita.
En medio de los tallos y las ramas se escuchaba el jadeo del chico y
los quejidos de la muchacha. El besaba sus senos en desorden,
mientras ella imaginaba que ese hombre estaría con ella toda su
vida. Él, en medio de sus ganas, pensaba que mañana les contaría lo
sucedido a sus amigos. Finalmente el final del acto se anuncio en el
asta viril del muchacho, el cual recordó su promesa de eyacular por
fuera de la vagina de la ex virgen. Estiro sus brazos y levanto un
instante la cabeza al cielo y entonces lo que vio, lo dejo aterrado.
Encima de él vio un disco redondo dando vueltas y emanando una
luz extraña. Probablemente era un ovni el que estaba viendo
Eutimio, pero, para alguien que no tenia ni idea de esas cosas, eso
no era una explicación. Fue entonces cuando recordó las palabras de
su madre esa noche antes de salir.
- ¡Hijueputa se cayo el cometa ese!
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39. - ¿Eh? - Gimió la chica
Y Eutimio en ese instante presa de la desconcentración, olvido sacar
lo suyo del cuerpo de la chica, eyaculando hasta la última gota por
dentro.
Cinco meses después, en la iglesia del pueblo, fueron bendecidos
ante la imagen de la virgen del Carmen electroacústica en sagrado
matrimonio. A la novia se le veía ya la barriga templada de un bebe
que venia en camino…
Eutimio ya no piensa más en la revolución…. ¡Aunque al niño le
pusieron por nombre Pedro!
39
40. PORRO TRANCE
Al pueblo llego un día un hombre de aspecto extraño: Tenía el
cabello hasta la cintura y la barba hasta el pecho. Vestía de blanco y
llevaba sandalias. En su hombro derecho colgaba una mochila de
lana y en su mano izquierda un palo de café sin ramas terminado en
una horqueta. Los niños se reían a su paso y les llamaba tanto la
atención que le siguieron y en un momento hubo tantos chicos
acumulados que parecía una procesión. Era una mañana de Mayo y
este personaje tan particular avanzaba por todo el centro de la
avenida principal del pueblo ignorando los insultos y pitidos de los
conductores que tenían que resignarse finalmente a que el tipo no se
quitaría y buscaban vías alternas para continuar su rumbo. De todas
las ventanas, balcones, puertas de las casas y negocios a ambos lados
de la avenida salían todos los habitantes a ver el paso de este símil
de profeta. A algunos les causaba cierto temor pues el verlo con esta
imagen y seguido de tantos niños les hacia voltear la cabeza a otro
lado, pero por mas que se resistían, no podían dejar de mirar. El
hombre llego al parque central del pueblo y se sentó a descansar en
el obelisco que señalaba el sitio en donde se habían depositado los
restos del fundador del pueblo. De su mochila saco un porro de
marihuana y lo encendió con calma ante la mirada ávida y
sorprendida de la gente que lo había seguido a ver de que se trataba
40
41. todo. En una hora absolutamente todo el pueblo estaba reunido en
el parque, mirándolo a el, mirándose entre si, y sin comprender de
que se trataba todo.
- ¿Qué esta haciendo? – Preguntaba una vecina
- Esta fumando marihuana
-¿Así? ¿Delante de todos?
- Si
- ¡Ah, que señor tan raro!
El porro que fumaba era de un calibre idéntico al de un tabaco
cubano. El aroma dulzón de la yerba se fue filtrando en las fosas de
todos los pueblerinos que empezaron a sentirse mareados. Los niños
por su lado, se aburrieron de estar allí y empezaron a juguetear
entre la gente y alrededor del parque central. A cada bocanada se
iba creando una nube de humo que se quedaba dando volutas
encima de su cabeza. La gente solo estaba allí parada, aspirando ese
olor y viendo como el personaje en el que tenían los ojos clavado,
tomaba cada vez mas y mas, una forma mas beatifica, por su traje y
el humo, parecía que salía de alguna nube. Fue entonces cuando
abrió la boca y empezó a hablar:
- He venido, señores, a hablarles de todas las cosas que yo he visto
en mi vida. De lo divino y lo terreno. De lo debido y de lo prohibido.
Ustedes. Gentes de buena fe, han sido elegidos. Si, así como lo
41
42. escucharon, elegidos, para una misión muy especial que yo he
venido a cumplir a estas tierras el día de hoy. Por favor, presten
atención, escuchen. Los que no han visto aun, vean. Es hora de
quitarse el velo de los ojos y ver las cosas como son en realidad. Yo
he venido señoras y señores desde todos los mundos. Desde el
mundo de los vivos y también del mundo de los muertos. Yo he
visto a los difuntos. Yo los he sentido. Yo vi a través de los ojos de
todos ellos sus tumbas. Yo he visto cosas señores que ustedes ni se
imaginan, pero hoy yo se las he traído acá, para su conocimiento…”
Mientras hablaba, saco de su mochila una gran cantidad de hojas de
coca y armando un montón considerable, le prendió fuego. El
pueblo, reunido en su absoluta totalidad aspiraba el humo de la
marihuana y la coca y cuando menos se dieron cuenta, estaban en
una traba ni la más verrionda. El hombre de la barba y el traje
blanco los invitaba a sentarse y a pararse, cosa que ellos hacían, con
un a risa tonta que venia de no se sabe donde. Otros empezaron a
ver alucinaciones, unos mas se agarraban a los arboles, otros
vomitaban, las mujeres mas vieja se sintieron mareadas y
terminaron tiradas, casi inconscientes. Los niños finalmente cayeron
dormidos también al suelo. Pasaron varias horas y mientras tanto
aquel hombre no dejaba de hablar de cosas a las que nadie les
prestaba atención, pero su voz era como un conductor del trance.
Los obligaba de una u otra forma a permanecer allí. Los
hipnotizaba. Los idiotizaba. Los sometía.
42
43. Don Chucho bajo al pueblo desde Purillo en su mula a comprarle
unos remedios a la mujer. Pero se dio cuenta que el pueblo estaba
completamente vacio, cuando cruzo por el parque central descubrió
a toda la gente tirada, dormida, y restos de un humo de olor extraño
enredado en las ramas de los arboles y entre los hilos de la ropa de
la multitud. Empezó a despertarlos a todos, mientras trataba de
aclarar lo ocurrido…
- ¿Qué paso acá comadre? – Clamaba una vieja gorda cogiéndose la
cabeza a dos manos.
- ¡Electroacústica bendita! ¿Esto que fue?... – Decía otra matrona
mientras devolvía atenciones desde su estomago hasta el suelo del
parque.
- ¡Huy no!...Que sed tan hijuepucha la que tengo -Decía un hombre
de aspecto severo.
Y así, Don Chucho ayudo a las gentes del pueblo a recomponerse.
Después de un rato cada quien emprendió el retorno a casa, pero
minutos después, todo el mundo volvió azorado a reunirse en el
parque.
- ¡Nos robaron! ¡Nos robaron! – Repetía todo el mundo con voz
quejumbrosa.
43
44. En algún punto, el hombre de la barba la bata blanca y las sandalias,
se dio cuenta que todo el mundo se había quedado dormido,
entonces saco un revolver y dio un tiro al aire. Esa era la señal.
Camiones enormes entraron entonces por la avenida principal,
repletos de ladrones y pillos de la capital, e inmediatamente dieron
inicio al saqueo total de las casas del pueblo. Subieron a los
camiones todo lo que encontraron de valor, dejándoles solo las
chucherías y baratijas. Los negocios, con sus mercancías, fueron
desocupados con celeridad y totalidad. Era un grupo numeroso de
ladrones, que llevaban delinquiendo del mismo modo desde hacia
un tiempo. Todos eran prófugos de una de las cárceles que después
de tanto atiborramiento carcelario, se unieron para idear un plan de
escape y de manutención a costa de las gentes de los pequeños
pueblos.
Don Chucho, que no entendía lo ocurrido les pregunto lo que había
pasado. La gente del pueblo le conto lo ocurrido. Al terminar, el
Curilluno no tuvo de otra sino empezar a reírse de lo pendejos que
eran los habitantes del pueblo vecino. Se cogía la barriga y los ojos le
chillaban de la risa.
- ¡Noooo!... ¡Que historia tan buena pues! Espere que les cuente a
todos en Purillo….Jajajaja
44
45. La gente del pueblo, indignada por el robo, dolida en su orgullo por
lo ocurrido se quedo mirando a Don Chucho que se sentó para
tomar respiro, en medio de sonoras carcajadas. Por la mente de
todos paso la imagen de los Curillunos bajando hasta el pueblo para
burlarse igual que lo estaba haciendo ese viejo pendejo. Lo ocurrido
no podía saberse…Pero… ¿Cómo impedirlo? Don Chucho ya se
había puesto de pie y estaba por subirse a la mula, cuando un
hombre de la multitud lo señalo y dijo:
-¡Deténganlo!
Y de manera tacita todo el pueblo comprendió lo que debían hacer.
Lo detuvieron y lo metieron a la cárcel y lo acusaron de drogar a las
buenas y nobles personas del pueblo y robarle además sus
pertenencias y efectos. Rápidamente fue juzgado y condenado a
muchos años de prisión y por disposición oficial del ayuntamiento,
que dijo que era un reo peligrosísimo, fue aislado a una celda oscura
y solitaria, totalmente incomunicado. La familia de Don Chucho
bajaba al pueblo averiguar que había pasado con él y todo el
mundo arrugaba el ceño y hacia cara de no saber de quien le
hablaban. La policía se hacia los que indagaban y le decían a la
familia que ese señor nunca había estado por esos lares y les dijo
que tenían que investigar allá, en Purillo, que fue en donde se había
desaparecido, que eso no era de su jurisdicción, que dejaran de
molestar.
45
46. El pueblo jamás volvió a hablar de lo ocurrido ese día. Todos sabían
que estaba prohibido. Si alguna vez, algún borrachito se le escaba
algún comentario o alusión, era bañado en agua fría y encerrado
veinticuatro horas en la estación de policía, hasta que “recapacitara”
y después lo mandaban a la casa. Con el tiempo la gente ni se
acordaba, pero se sentía tranquila, el orgullo del pueblo estaba
intacto. Eran la perla social y cultural del departamento. Eran la
capital de la confraternidad…
46
47. MEGAFONO
Olores de separaciones. Alguna tierra pide ser protegida. Lucha
entre el ego de lo que se fue, y el versus, lo que necesita ahora.
Juventud fashion en consenso mientras los viejos, la línea dura y
sensata, sentados en esas bancas desteñidas del parque, en silencio.
Yo te digo antiguo suelo, no mereces ese mal…
Rebotaba entre paredes y césped, llenando el silencio con su
megáfono ultrasónico. Él, Aureliano, tan pregonero, tan de su sitio
como el mismo pueblo. Camisa roja apuntalada a un tórax que no
cabe de dicha. ¡Que viva el partido liberal, no hay ninguno igual!
¡Que viva el señor alcalde y que por siempre aquí mande! ¡Y que
viva el pueblo carajo! Alusiones que aparecían en cada elección
como un loop resonando en el tiempo.
Luego venia el mismo viacrusis: Ir a la alcaldía. “El señor alcalde
esta ocupado”. “El presupuesto no alcanza este semestre, venga
después a ver si el préstamo…” Y el pregonero veía como se
acumulaban cuotas sin pagar y la finquita a la entrada del pueblo
estaba casi perdida…pero no su fe en el alcalde ni en los
funcionarios del poder municipal, que siempre que lo veían en los
pasillos le atajalaban la espalda a palmadones: “Este si es genuino
compañero del partido”… “Este hombre si que tiene pulmones para
47
48. dar las buenas nuevas del municipio”…“Aureliano, venga hágame
un favor, tráigame este mandado rapidito…”
Se entretenía en las tarde recordando junto a otros octogenarios, los
años de gloria del pueblo, en el cafetín “Buitre” con un pintadito,
que salía de la ineterna greca misteriosa. Nadie sabe cuantos años
lleva allí, ni si ha sido lavada o no, pero Dios nos libre de que se la
lleven… Masturbaban sus mentes con lo que fue una vez y nunca
mas: comercio, cultura, afluencia social, desarrollo. Todo lo que se
llevo el vendaval…y aún no vuelve.
Una tarde, ya pasadas las seis, tuvo que devolverse de afán a la
alcaldía, ya que tenía que recoger su billetera, la cual había
olvidado. Subió presuroso al maloliente cuartucho donde guardaba
su megáfono y sus chiritos espaciales de trabajo. Metió sus papeles
al bolsillo y ya estaba a punto de salir, cuando escucho al alcalde
que bajaba la escalera con los principales del municipio. Se quedo
escondido, ya que estaba maltrajiado para saludar y escucho una
ráfaga de conversación que le dio como cristales amarillos en el
cerebro:
- Eso nos va tocar cambiar de departamento…necesitamos mas
platica y aquí ya no hay mas que sacar… ¡Y me queda año y medio
de mandato! ¡Y no he preparado el viaje que voy a hacer a Europa el
48
49. otro año!- Comentaba el alcalde, cerrando la frase en gruesas
comillas de risa.
- Vuste sabe don alcalde que nosotros le seguimos la idea pa lo que
diga…- Repunto don Lucio Alfaro, dueño de varios supermercados
y ferreterías del pueblo.
- No se hable mas…Peguémonos al mejor postor…Dijo El viejo
Laverde, terrateniente mayor del municipio – Yo me encargo de
convencer a la gente, pero eso si, yo veré como me lleva…- Dijo
disparando una mirada picara al alcalde.
- Doctor, usted sabe que yo no dejo botado a nadie, y menos a
ustedes señores. Vamonos para la casa de la Ingrid, mi secretaria.
Que lleve unas amiguitas y un wiscacho y concretamos esta
vuelta…Y se perdieron puertas afuera, entre carros lujosos y humo
diesel.
Aureliano se quedo asido con fuerza a una butaca que tenia cerca.
Vino el mareo y se llenaron sus ojos de líneas. Como pudo se tercio
el megáfono y lo envolvió en la zarrapastrosa ruana que siempre
llevaba. Bajo a tientas las escaleras y salió al parque caminando sin
querer caminar. En los cedros ya estaban brotando hojas nuevas. Las
golondrinas de la plaza cantaban hermosas, como siempre. El
pueblo siempre estaba hermoso, con los brazos abiertos.
49
50. Se quedo de pie en el medio de un andén cualquiera. Veía extrañado
como todo había cambiado: las casas, la gente, las costumbres, el
aire, la luz. ¿Cambiar la historia por plata? ¿Y que dirían sus
ancestros? ¿Y que historias se contarían ahora? ¿Y ahora que putas
con su finquita, si adelantaba el préstamo con el departamento
actual? Si los planes del alcalde se concretaban…perdería todo el
tiempo y el papeleo. Peor aún…perdería la finca.
De repente el acto reflejo le dijo Bon Voyage al contenido estomacal.
Vomito como si quisiera sacarlo todo. La gente a su paso, se retiraba
asqueada. Nadie sabía que había ahora en las entrañas del viejo
escandaloso del pueblo…
Rombos de locura crisparon entonces la mente del pregonero.
Desenvolvió el megáfono de la ruana, con esta se cubrió con fuerza
sobre su camisa roja desteñida. Limpio sus labios con el revés de la
roída manga. Encendió el sonoro aparato y empezó a correr por las
calles gritando: ¡Nos van a cambiar el pueblo de departamento!
¡Unámonos para que los ramplones no triunfen, y que de malicia no
nos unten! ¡Protejamos nuestra historia, no durmamos en laureles,
recordemos que somos hijos de quienes! La gente lo escuchaba y
arrugaba el ceño entre graciosos y fastidiados. “Se chiflo el guevon
del Aureliano” Decían los hombres “Callen a ese loco, que bullicio”
Apuntaban las matronas. Los jóvenes lo miraban, pero era como si
50
51. no entendieran lo que decía. Estaban en piloto automático, jugando
billar, sentados en la fuente de soda, o dando vueltas en las
mariconcitas motos de pueblo…
Al ver esto, se detuvo Aureliano y cayó de rodillas al suelo. Ya eran
más de las siete de la noche. Pocas estrellas y una luna pintorreteada
de nubes, lo vieron perderse en su cabeza. No dijo más. Apago el
megáfono. Y volvió despacio, por donde las horas bajan, a casa.
- ¿Qué paso mijo, por que volvió tan tarde hoy? Pregunto la madre
del pregonero, desde la oxidada y chirriante silla de ruedas.
- Nada, madre santa. Que hoy fue un nefasto día. Pero mañana...
¡vendrá la venganza!
- ¿Como así mijo?, ¿De que habla?...-Alcanzo a decir la madre de
Aureliano mientras este entraba presuroso a su cuarto y pasaba con
fuerza el pestillo enredado de coraje. Busco encima de la mesa
algunos libros con la historia de su pueblo: Narváez ahí, mirándolo
desde la amarillenta pagina de un libro entrometido. Historias de
fundadores de otro escrito del cual releyó algunos pasajes
subrayados en verde. Fotos viejas y pegajosas de moscas, que al
parecer le decían: “¿Qué va a hacer ahora?” Se tomaba la cabeza a
dos manos y respiraba temblorosamente. Entonces vio de reojo el
cajón de su mesita de noche. Lo abrió como si no quisiera hacerlo y
51
52. del fondo, saco un viejo escapulario de la virgen roja, insignia de
liberaciones olvidadas. Lo volvió a dejar en el fondo. A pesar de
todas sus ideas e influencias, el le iba a la virgen del Carmen
electroacústica.
Diana de gallos a las cinco de la mañana. Sonoro despertador
estridente. Abrió los ojos el hombre y condenado por los
pensamientos y decisiones de si mismo, se levanto. El agua, que
bajaba presurosa procurada por una vieja totuma, entumece por el
frio a su paso cada fibra de su cuerpo. Se seco con esa misma toalla
de hace años, de color original imposible de adivinar y esa misma
loción económica, que no era mas que un pachuli. Se tercio la
inseparable ruana, colgó en su hombro el megáfono, asió con fuerza
la escopeta y salió del cuartucho. El desayuno, en su totalidad, fue
devorado con la velocidad de los hambrientos. Recuerdos viajeros
seguían en su cabeza, pensamientos oscuros y desequilibrios. “No se
puede hacer otra cosa…Que Dios me acompañe…Carajo” Voltea a
ver a su madre y le da un suave y delicado beso, como de
despedida, porque en el fondo sabia, que así seria. Se sentó en
aquella esquina a la que lo había llevado su destino, frente a la
entrada de la alcaldía. Paso rápidamente por allí, la procesión de la
virgen. La de siempre. La electroacústica. Aureliano se tatuó
mecánicamente una bendición a su paso. Sabía que ya era hora de
entrar, mientras miraba la ventana abierta de la oficina, en el último
piso del edificio. Respiro bocanadas de aire, para calmarse. Acaricio
52
53. la superficie áspera de la escopeta y reviso su traje. La cacha del
arma se asomaba impertinente por debajo de la ruana y puso la su
maleta en escudo de disimulo. El sol de tierras cafeteras ya asomo
por encima del Monte Minotauro. Se quedo mirando a la nada,
como quien muestra su fervor hacia algo santo. Trago una gruesa
bola de saliva y entro.
Aureliano despertó a los somnolientos trabajadores con su grito de
advertencia y desalojo inmediato. El sabía que no todos eran
culpables. Y no iba por ellos tampoco, así que estaba bien que se
fueran. Los pocos empleados de la alcaldía que andaban por ahí, al
verlo armado, salieron presurosos como un rayo flotante. Aureliano
se percato que su orden fuera cumplida y cerro con fuerza increíble
las puertas de la alcaldía mientras colocaba de nuevo la cadena y el
candado que por alguna razón jamás explicada, estaba abierto junto
a esta. Hecho esto observo la escalera ancha que lo llevaría a su
objetivo y en amplias zancadas subió.
- ¡Llego la hora pues…¡Hijueputas! - Dijo Aureliano mientras
apuntaba al alcalde con la escopeta.
- ¿Qué le pasa a este loco? ¡Auxilio! – Grito el alcalde mientras
trataba de protegerse con su escritorio de la amenaza del arma que
le apuntaba firme.
53
54. - ¡Déjenos ir, no se meta en problemas! –Clamo una vieja que
trabajaba de aseadora- No demora la policía, y se va a ir es pal
hueco.
- Aureliano, tranquilícese –tercio un hombre calvo de gruesos lentes,
del área de recursos humano- Baje el arma y hablamos…
- Escuche a estos… – Dijo Aureliano hablando con su mitosis
extracorpórea – Ahora si quieren hablar… Pero el circo se
termino…Les voy a callar la jeta a todos… ¡Entienden! ¡A toitos
ustedes!
Coro de plañideras y suplicas de salvación. El pregonero se tapa los
oídos, desquiciado. No soporta tanto moco saltando por doquier.
- ¡Que cierren la jeta carajo! – Exclama furioso y dispara al techo de
la alcaldía toda su confusión y enojo – Yo mando aquí y punto. – Y
una idea cruza por sus sienes. Su mirada ahora es la de un loco.
Pasan a velocidad increíble en su cabeza imágenes de mujeres
bellas, de paisajes fantásticos, de comidas deliciosas, cosas que
siempre quiso para si, pero que ya nunca serian. Estaba absorto en
sus pensamientos. Los demás no sabían que hacer. Pero el pánico no
permitía mover ni un solo dedo. Y a pesar del calor que hacia
afuera, todos sentían un frio intenso, penetrando hasta lo más
profundo de sus huesos.
54
55. - ¿Que quiere de nosotros…? ¿Plata? …Yo le doy lo que
quiera….diga cuanto… - Dijo el alcalde agachado y asido con fuerza
a una de las patas del escritorio.
- Oigan a este…. ¿Ahora si me ofrece plata? Después de todo lo que
les rogué pa que me dieran el auxilio pa salvar mi finquita… - Y no
diciendo mas propino un fuerte cachazo de escopeta en la cabeza
del alcalde. La sangre, muy roja emano por la herida, pero nadie lo
socorrió.
Pasaron otros minutos, imposibles de descifras, pudieron ser uno,
dos, diez, pero parecieron eternidades. Entonces Aureliano se
levanto del suelo y con voz calmadisima, dijo:
- Esto es un templo de vicios, pecados y corrupción. Y yo estoy
aquí, enviado por la virgen del Carmen electroacústica, a hacer
justicia en la tierra…
Los presentes se miraron, confundidos y torpes, unos a otros.
- Usted niña… ¿Cuál es su nombre?
- Ingrid
- Usted es la secretaria del alcalde… ¿Cierto?
- Si señor
55
56. - Y si es la secretaria del alcalde… ¿Qué putas hace de moza de este
infeliz? ¿No ve que esta rata es un hombre casado?
- Yo no soy…
- ¡Chito la jeta muergana!... Yo los he visto con estos ojitos…
¡Cuantas veces he venido aquí a pedir cita con el alcalde pa lo de mi
finquita! Y que no…que esta en una reunión y no me podían atender
las bellezas…pero eso si de una se encerraban a hacer porquerías
aquí mismito en esta oficina y yo como un pendejo afuera esperando
horas pa nada…
- ¡Eso no es verdad!
- Ah no… ¿Entonces soy mentiroso, como usted?... – Y le apunto a la
cabeza a la secretaria
- ¡Si! ¡Es verdad! …Pero me arrepiento…. – Exclamo el alcalde,
berreando como un ternero…
- Eso quería escuchar, porquerías… - Dijo Aureliano y entonces un
disparo sonó. Un instante después, Ingrid, la secretaria del alcalde,
caía al piso de madera, con los sesos destruidos.
Gritos horrorizados en la alcaldía. Trafugas que se abrazan
defecados del miedo.
Aureliano se sienta entonces en el suelo nuevamente. Saca debajo de
su camisa una foto de Pedro Narváez y se queda colgado un
instante pensado en el y en los veinticinco que armaron la primera
revolución. Se sintió tan poderoso como ellos. Es mas, estaba seguro
56
57. que el era uno de ellos. Los demás lo observaban sin comprender los
gestos y la escena. Querían escapar, pero al parecer, no había salida.
Se apoyo en la escopeta y se puso en pie nuevamente.
Castañear fonográfico de dientes y contracciones involuntarias de
los integrantes de aquel vertiginoso momento.
En ese instante tocan a la puerta. El escopetazo atrajo a un curioso.
Un curioso que nadie sabe donde estaba cuando empezaron los
anuncios de Aureliano para que desalojaran el lugar, antes de
ponerle el candado a las rejas. Golpeteo insistente de manos
empuñadas chocando en la madera.
- ¿Que pasa ahí dentro? abran que me están asustando…Sonó como
un balazo… ¿Se cayo algo?- Dice el hombre, que se encontraba en el
baño en el momento en que todo el show comenzó. – respondan
pues…
Es Laverde quien golpea la puerta apremiantemente. El viejo
miserable y terrateniente del municipio, que más de una vez trato
humillatibamente a Aureliano.
El pregonero del pueblo entonces descorre los seguros de la puerta,
y se pone detrás de ella, esperando que el visitante entre. Desde su
sitio ve como se asoma el sombrero con pluma fina en la cinta y
57
58. después más de la figura gruesa del hombre. La mujer muerta en la
mitad de la sala sorprende al terrateniente que entra ahora más
rápido. Se cierra la puerta tras de él y se voltea para observar como
le apuntan con una escopeta.
- ¡¿Que le pasa a este viejo, se chiflo?! – Dice con sorprendida voz
Laverde - ¡Baje esa escopeta, no sea torpe hombre! – Rápido
mentalmente trata de parecer sereno. Ha percibido con el rabillo del
ojo al alcalde, chorreando sangre por una herida en su cabeza. No
sabe en que se metió, pero quiere reflejar autoridad, como siempre
lo ha hecho. Estira su mano y dice: - Entrégueme el arma…
Un nuevo disparo, gritos de horror y una herida terrible en la mano
del terrateniente, que se retuerce de dolor en el suelo, mientras
arroja improperios a Aureliano, que sonríe quedamente al verlo
sangrar. Finalmente a patadas empuja al viejo Laverde a otra
esquina de la oficina y después vuelve a sentarse en el piso.
Finalmente todos se quedan otra vez en silencio.
Redoble no sonoro de tambores. Los segundos matan de presión a
los secuestrados. Una lagrima rueda sigilosa por la mejilla de la
aseadora.
- ¿Quién es Pedro Narváez, señor alcalde? Todos se miran como si
les hubieran hablado en lengua desconocida.
58
59. La ventana que estaba cerca del escritorio del alcalde, era tan amplia
que podía contemplarse en su totalidad el parque central. Aureliano
se acerco y observo lo hermoso del día que estaba haciendo afuera.
Mañanas que invitaban a una libertad que el sabia que ya no tendría
nunca más. Miró hacia la calle y vio que la gente empezaba a
reunirse afuera. Vio dos policías que hablaban con un grupo que
parecía agitado.
- Miren alguien asomó –dijo un espectador –estaba en la ventana de
la oficina del alcalde, no pude reconocerlo pero me pareció
conocido.
- La policía no tardara en llegar, déjenos ir ya y yo veré que no le
den muchos años…yo le ayudo con eso… –dijo el alcalde
- ¿Yo le ayudo…¿Si escucho no? - Contesto Aureliano hablando con
el mismo como un loco - ¿Y por que no me ayudo cuando se lo pedí?
¡Claro ha usted que le importa la finquita de un pobre infeliz como
yo! …Y ahora si me ofrece ayuda con la cárcel… ¡¿Pa eso si me
ayudaras maricon?...Y conteste la pregunta: ¿Quién era Pedro
Narváez?!
- Pues mi conocimiento de la historia del pueblo me dice….que
Pedro Narváez….Era un revoltoso de hace unas décadas que armo
una revuelta con otros facinerosos….y ya…
59
60. - Facinerosos…Ignorante…y se dice estudiado y se mas yo que soy
un campesino…Narváez es una idea de libertad….un prócer para
nosotros…. – Se queda con los ojos abiertos, desorbitados, mirando
el piso – Y… ¿Sabe que? …Lo voy a mandar a reunirse con el
hombre bajo tierra…como no… - Y un disparo más sonó en aquel
encierro. Una flor de sangre asomo del pecho del alcalde, el cual
cayó aparatosamente entre la pared y el escritorio de su propia
oficina.
Dos disparos mas sonaron entonces e igual número de cuerpos
cubrían más y más de sangre el piso de madera. Solo quedó Laverde
que estaba petrificado por el terror.
Aureliano se quito la camisa y se terció el megáfono. Rasgo su
camisa roja de ira y ato al viejo, le puso también una mordaza. Tarea
no fácil, ya que se resistió a tal hecho. Le dio con la cacha de la
escopeta en el pecho y eso lo aflojó. Y empezó a hablar por el
aparato, asomándose a la ventana.
- ¡Hoy los he liberado de una plaga que estaba acabando con nuestro
pueblo. Sentí el llamado de la Electroacústica y aquí estoy,
cumpliendo con mi deber. No espero las gracias de ninguno de
ustedes…son igual al resto….nadie sabe nada de este suelo….nadie
sabe nada de su pueblo!
60
61. Se quita el megáfono y lo arroja al vacío. Tambien su escapulario.
Las personas afuera escuchan el golpe del artefacto sobre el suelo. Se
escuchan gritos, algunos sollozos. La policía entretanto esta
rodeando la alcaldía, cerrada con cadena y candado.
Aureliano se vuelve entonces a donde esta Laverde. Tomo al viejo
con fuerza y lo llevo hasta cerca de la ventana. Le libero de las
ataduras y le quito la mordaza. Lo empujó con fuerza y el viejo cayó
al piso. Entonces este se para como puede y corre hasta la ventana
sacando la cabeza, y gritando con desesperación “Ayúdenme,
Ayúdenme carajo” y volvió a entrar como si alguien lo hubiera
jalado. Era el pregonero quien tomó otra vez al viejo que se había
levantado. Le agarro por las manos y empezó a forcejear con él. Lo
llevó de nuevo hacia la ventana, con dificultad, ya que el
terrateniente conservaba algo de fuerza a pesar del susto y la herida.
Se acercaron peligrosamente a la ventana. Las personas los vieron
asomar.
- ¡Es el señor Laverde quien esta peleando con Aureliano! –Dijo una
señora que miraba- ¡esta enloquecido!
Aureliano finalmente logro poner al terrateniente frente a la
ventana, se agacho rápidamente y lo arrojó a la calle. Ninguna
61
62. gracia le hizo al pavimento recibir el champagne de sesos regados
del viejo Laverde.
Los curiosos que se multiplicaron milagrosamente como panes y
pestes, rodearon el cadáver mientras la policía, eficazmente tarde,
como siempre, decidió irrumpir dentro de la alcaldía.
Tres putas lloraban arrodilladas frente al muerto “¿Quién nos va a
dar platica ahora por nuestros servicios?” chillaba una de ellas. “Tan
bueno que era con una… ¡maten a ese loco hijueperra!” Gritaba otra,
enloquecida al ver como uno de sus principales ingresos de capital
destilaba sangre y tripas en el suelo. Un policía llego y las alejo de la
escena, al igual que a la demás gente, que como buenos pueblerinos,
no entienden el significado de: “Aléjense, por favor, es una situación
de riesgo” o la tan aclamada: “Aquí no hay nada que
ver…retírense”. Eso es el equivalente a decirles: “Vengan, por favor,
ayúdennos, necesitamos un héroe” o “Miren, con confianza, no se
vayan a ir”
Aureliano bajo las escaleras con rapidez y se oculto en una de las
oficinas. Sudaba copiosamente y jadeaba como un animal.
Escuchaba ya no una, ni dos, sino muchas voces en su atormentada
cabeza. Voces de guerra. Voces de bambucos y pasillos. Salio
rápidamente y rodó escaleras abajo, tropezando con sus nervios,
tensos como los cables eléctricos que cuelgan en las calles grises de
62
63. cualquier lugar. Intento ponerse de pie, pero seis policías cayeron
encima de el y lo desarmaron de inmediato. Recibió un as de bastos
en la cabeza, acompañado por una sota de puntapiés y puños en esa
jeta.
- Mano Aureliano, usted si es bien pendejo, ¿no?...- Le dijo uno de
los policías mientras lo sacaban por la puerta de la alcaldía entre la
mirada atónita y atómica de un pueblo que tiro el piano por la
azotea hace mucho tiempo. Lo subieron a una patrulla y… ¡A las
mazmorras el mártir megafonico!
Lo que nadie vio en medio de la conmoción, es que una mano ágil y
veterana, levanto con presteza el escapulario y el megáfono del
suelo y se perdió rauda y veloz entre las calles del pueblo, como el
viento del lugar…
63
64. LA LINTERNA DE DIOGENES
Por toda la avenida principal y cerca de la histórica y popular tienda
“Las campanitas” Lugar de baldosas azules con florecitas verdes en
donde siempre se podía percibir un tenue olor a miaos de borracho
y cervezas destapadas y vaciadas por parroquianos pueblerinos y
alegrones que gustaban dejar sus ganancias quincenales en aquel
lugar conducidos por el deseo insostenible de la beberecua y los
problemas, pues estos individuos gustaban sobremanera de
sobredosificarse de alcohol para encontrar motivos de riña y pelea
en horas de la madrugada, casi siempre con sus mejores amigos,
vecinos o familiares, podía encontrarse la quinta mas hermosa de
todo el pueblo. Primeramente mandada a hacer por el traqueto de la
región, que un día se canso de traficar panelas de coca y no sabiendo
que hacer con la plata que recibía y cansado ya de acostarse con
todas las zorras interesadas del pueblo y desflorar niñas incautas
presas de la misma ambición, decidió mandar a reconstruir una
exageración de mucho valor económico y lujo innecesario en un
pueblo que por su sola idiosincrasia, no se lo merece. El mafioso
termino asesinado en unas canchas de baloncesto una noche
mientras presenciaba inocentemente y desprotegido un partido de
microfútbol, ante la mirada asustada, pero no sorprendida de
algunos testigos, pues todos sabían que lo que empieza mal, termina
peor. “Le zamparon dos tiros en la porra” contaba una vecina
64
65. alguna vez. La casa después paso a manos del estado y fue por un
tiempo un centro de atención comunitaria para la mujer y el
maltrato, pero no contaban con la astucia de la mayoría de las
mujeres del pueblo, que aceptaban el hecho de que sus maridos las
golpearan, pues eso “Hace parte de los gajes del oficio” de ser
esposas por aquellos lugares. Después, no se sabe como, pero todos
si saben que algún político robo, la casa paso a manos particulares y
fue vendida finalmente a Don Diógenes, un anciano que llego a
morir al pueblo, pues en todo el esplendor de la sabiduría de sus
canas, sabia poderosamente bien que para eso es lo único que sirve
aquel lugar. Llego con su esposa igual de arrugada que el, ya que
sus caras parecían un acordeón, un perrito faldero que no sirve para
ni mierda, solo para lo ultimo, pues cagaba casi todo el día y don
Diógenes se preguntaba de donde le salía tanta mierda a un perro
tan chiquito, un bife tamaño descomunal y un closet de la misma
naturaleza, pues los viejos siempre tiene muebles que pesan como
sus conciencias y casi siempre están fabricados en una madera que
no se la come ni la polilla mas hambrienta del planeta, dos
mecedoras, y muchas cajas llenas de recuerdos aburridos e
innecesarios, pues todo buen viejo de este país es acumulador
compulsivo, ya que sufren del miedo primordial de todo
colombiano: Que le quiten lo que ha conseguido. La casa estaba
llena de secretos pero los viejos nunca comentaron nada a vecinos y
parientes. Una muchacha iba a hacer el aseo dos veces por semana
pero siempre estaba bien vigilada por la mirada atenta y minuciosa
65
66. de Doña Conchita, y de don Diógenes también, pues le encantaba
ver el movimiento sincrónico de las nalgas de la muchacha, mientras
trapeaba el largo zaguán de aquel caserón.
Don Diógenes sabia que la casa había sido reconstruida, y se
entretenía en recorrerla indagando huellas de la casa vieja que había
sido alguna vez. Pero los albañiles fueron muy buenos y todo
parecía nuevo. No obstante se presentaría una oportunidad que
cambiara los últimos días del viejo vergajo.
Un día estaba la esposa, quéjese y quéjese de sus achaques de edad y
don Diógenes, mamado de escuchar tanta perorata, se salió del
cuarto, en plena noche. Subió al altillo de la casa y se tomo el cuello
a dos manos, levantando la cabeza. Fue entonces cuando vio en el
techo blanco, unas líneas que formaban algo así como una puerta. El
tomo entonces una escalera e inspecciono más de cerca.
Efectivamente eso era como una entrada. Algo debía haber encima
de su pelada cabeza. Y tenia que averiguar que era.
Al otro día envió desde temprano a doña Conchita y a la muchacha
que les ayudaba con los quehaceres para el medico. Necesitaba estar
solo para poder cagarse el techo pintado de la casa y poder dejar
todo como estaba antes de que volviera su compañera marital, pues
si lo vería en esas empezaría a joder y fastidiar y no lo dejaría. Subió
de nuevo la escalera y con su cajita de herramientas empezó a
66
67. hurgarle al techo. Finalmente, pelando un poco la pintura, encontró
una cerradura. “¿Y la llave?” Pensó el viejo mientras se rascaba la
calva. Entonces recordó que cuando compro la casa le habían dado
un manojo de llaves, del cual el soco saco la llave de la puerta
principal y había guardado el resto en un cajón de la cocina.
Rengueando y maldiciendo la artritis, bajo de nuevo la escalera y
fue en busca del manojo mencionado. Volvió a subirse con una
lentitud increíble y empezó a probar llaves. Finalmente una de ellas
le dio vuelta a la cerradura y pudo levantar la puerta que daba a un
altillo oculto de la casa.
Ni mencionar las pericias del anciano para poder treparse hasta allí.
Se raspo una rodilla y se torció la espalda el viejo sapo este, pero
finalmente se subió.
El ático no tenia nada de particular. En este el viejo Diógenes
encontró cajas llenas de cachivaches y polvo. En un estante había un
megáfono completamente cubierto de telarañas y junto a el, apuntes
en hojas dispersas y algunos libros. Tomo uno de ellos, en la
primera hoja estaba firmado por alguien: Pedro Narváez. Ni puta
idea quien era ese señor. Lo volvió a dejar en el sitio.
El anciano sabia que esa casa había pertenecido a un traficante de
drogas. Pensó en encontrar algo mas valioso o interesante allí, o por
67
68. que no, que el ático fuera el lugar donde escondía el dinero, y de
este modo, enguacarse, aunque no tendría sentido que un viejo con
un pata en el otro mundo tuviera ambiciones de ser millonario.
¿Para que diablos?
Entonces en un rincón vio algo que le llamo la atención. Era una
especie de lámpara o linterna muy vieja. De esas de los años de upa,
cuando el era joven y estaba en la flor de la vida. La iba a tomar con
cuidado cuando de repente esta se encendió. Su brillo era
enceguecedor. Don Diógenes no podía creer que ese cachivache
alumbrara tanto, no podía siquiera abrir los ojos., Era tanta la
intensidad de la luz que no podía ni ver las paredes nada. Todo era
luz.
La luz empezó a hablarle al viejo con una sensual voz de mujer. El
viejo escuchaba dejándose seducir entre el miedo y la excitación. La
voz le decía que lo había estado esperando, que lo amaba. Que le iba
a dar todo lo que no le habían dado jamás en su vida. Le decía que
por el sentía un tierno amor. Que lo amaba más que a ella misma.
Le suplicaba ser correspondida en ese amor pues sentía que sin el se
estaba carcomiendo por dentro. El viejo estaba encantado, extasiado.
Sentía latir su corazón reciamente. Casi se caga en los chiros el
verriondo.
Y así, cada vez que doña Conchita salía a hacerse sus chequeos, que
por suerte para Don Diógenes, se hacían mas frecuentes por el
68
69. estado de salud deteriorado de la vieja, el viejo se subía al ático a
escuchar esa luz que le repetía promesas dichosas y felices. Cada
vez quería estar así, mas sumergido en esa iluminación sensual, y
cada vez menos en la realidad. La luz finalmente se apodero del
corazón del viejo. Estaba decidió a quedarse con su amor
paranormal. Quería entregarse a esa pasión. Vivir allí, con su
ilusión, olvidarse de todo y morir de amor.
Una tarde, mientras el viejo estaba distraído en su universo
lumínico, la vieja Conchita regreso a casa más temprano de lo
habitual. Le habían cancelado el chequeo. Volvió refunfuñando y
fastidiando como siempre. La muchacha que les ayudaba la ayudo a
entrar, mientras la vieja mamona llamaba a gritos al viejo, que no la
escuchaba.
-¿Dónde se abra metido este viejo?
Pero nada. No le respondía. La muchacha trataba de llevarla al
cuarto y darle las medicinas, pero la vieja era latosa e insoportable.
Cansada la soltó del brazo y le dijo:
- ¿Sabe que vieja hijuemadre? Le voy a decir dos palabras que me
harán muy feliz: ¡Coma mierda! …Fastidiosa…ojala se muera
rápido… ¡Y suba las escaleras sola!...Viejita derrengada… - Y
diciendo esto alzo el rabo y se fue de la casa, ante la mirada atónita
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70. de la vieja, que se agarro al barandal de la escalera y se fue
rezándole a la virgen del Carmen electroacústica, exigiéndole
castigos ejemplares para la muergana esa grosera.
Se echo en la cama y empezó a llamar a Don Diógenes con voz
quejosa y plañidera.
- Diógenes….Venga que estoy maluca….Me va a dar
algo….tráigame un vaso de agua….Ayúdeme a ir al baño…Me esta
doliendo la cabeza…Se me subió la tensión….tengo los pies fríos… -
Y la vieja quejetas no paraba de llamar al viejo a grito entero. Era
como una maquina imparable de quejidos.
Don Diógenes estaba mientras tanto viendo la luz de esa lámpara,
que le traía los mejores recuerdos, ya olvidados, de su vida. Sentía
que la luz lo acariciaba, lo tocaba, lo excitaba. Tanto así, que vio un
milagro total.: ¡Tenia el pene erecto! Algo que no pasaba hacia ya los
años de los años. De repente su trance empezó a terminar y sintió
que la luz empezaba a titilar hasta apagarse. A medida que lo hacia
escuchaba una voz inmunda. Era la de doña Conchita que lo estaba
llamando. Rápidamente bajo del ático y se presento ante la esposa.
- ¿Y usted donde andaba oiga? Lo estoy llamando hace
rato…tráigame la bolsa de agua caliente para los pies… ¡Los tengo
yertos del frio!
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71. Y así se la pasó el resto del día, corra de aquí para allá,
complaciendo a su mujer y aguantándose el vendaval de quejas sin
fin. Finalmente a eso de las diez de la noche, la viejita se quedo
profundamente dormida.
Don Diógenes salió al patio, precioso por cierto, de su caserón. Se
quedo mirando el cielo despejado y hermoso que lo cubría todo,
como una crema de estrellas. De repente, se fue la luz en el pueblo.
A tiendas, se devolvió para su cuarto, pero sintió un enorme deseo
de subir de nuevo al ático. Últimamente se la pasaba allí metido, por
horas. La sensación de paz y tranquilidad que le daba el lugar, era
lago que no había vivido jamás en su vida. Subió de nuevo y
después de un rato estaba allí, junto a su amada luz, que le decía
cosas preciosas y ensoñadoras. Pero entonces la luz también le
empezó a hablar de otras cosas. Le decía que estaba cansada de
compartirlo con la vieja esa. Que ella lo quería solo para el. Quería
que solo fuese suyo. El viejo sintió un fuerte dolor de cabeza, pero
seguía atento a todo lo que la luz le decía. Escucho como esta luz le
decía cual era la mejor forma de liberarse de la anciana. La luz
prometió que si el la ayudaba a esparcir su brillo y calor, ella haría el
resto. Y así lo hizo.
Los bomberos llegaron tarde. El fuego se había regado como si fuera
un polvorín. La casa estaba estucada, pero debajo del estuco, todo
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72. era madera vieja, lo que ayudo que el fuego se expandiera
velozmente. Después de registrarlo todo, encontraron un cadáver
totalmente calcinado. Era el de la vieja Conchita, que murió
dormida, devorada por las llamas. Don Diógenes no andaba por
ningún lado. Nadie supo lo que paso.
Lo encontraron seis meses después, cerca al basurero de las afueras
del pueblo, totalmente degenerado. Mantenía los ojos abiertos y solo
háblala de una luz que lo llamaba, mientras corría descalsurriado
estirándole los brazos a la nada. Las investigaciones al fin arrojaron
la verdad de lo ocurrido: El viejo en aquel ático, encontró muchas
pastillas de éxtasis que pertenecían al dueño anterior. Pensó que
eran aspirinas y empezó a consumirlas, y después de hacerlo, se
sentaba en un rincón a mirar fijamente una linterna que encontró y
que el siempre encendía, mientras la droga surtía efecto en su
mollera. Finalmente adicto, las consumía constantemente y un día
también encontró cocaína, la cual aspiro encantado. Y en una de sus
alucinaciones, llevado tal vez por el cansancio de vivir con su mujer,
prendió fuego a su casa. Don Diógenes había enloquecido.
Irónicamente, un tiempo después, se quedo ciego. Murió en medio
de la más absoluta oscuridad…
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73. UNA PROCESION ROJA
El día de la virgen electroacústica era una de esas oportunidades
para ver la dinámica social entre la muchedumbre y la santa imagen.
Desentono doña Josefina aquella mañana, ya que temprano
amaneció. Con la energía más simple empotro sus inertes piernas en
la silla de ruedas y comenzó la función. Despertó a Encarnación,
china inmunda abandonada por sus padres, algo jorobada, recogida
por la invalida, por purísima lastima, según ella, pero con la
intención inexacta de solucionar los problemas domésticos en su
casa.
- ¡Encaranacioooooon! – Bramo la doña desde el portal de su cuarto.
– Levántese haber ya, que hoy es la procesión…apúrese…
Después de un fingido desayuno ayunante la vieja entro al baño.
Léase baño como: Cuatro guaduas sosteniendo unas bolsas
delatoras y unos chamizos disfrazados de hojas secas, que trataban
de dar intimidad a la vaporosa escena de la doña sentada en el piso
mientras Encarnación, como puede, le refriega a la vieja sus
verrugas, sus arrugas y sus dolencias, mientras la anciana controla
la manguera negra por donde baja el agua desde el nacimiento
hidráulico de la finca.
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