¿Y si probamos a escuchar de verdad, a estar presentes en el discurso del otro, a intentar sentirle, ponerse en su lugar, callar y pensar, apostando, aún con el riesgo que conlleva, en la confianza de la existencia de una buena intención mutua?
We offer the Lowest Prices on Folding Chairs and Tables since 2001 to the Hospitality Industry, Hotels, Restaurants, Party Rents Companies, U.S. Military, State and Local Governments, Churches, Schools and Wedding Facilities. Our product line consists of Chiavari Chairs, Folding Chairs, Folding Tables, Outdoor Heaters, Banquet Chairs, Stacking Chairs and Carts for all our products. Since we are Factory Direct we can offer our Customers the Lowest Prices - Guaranteed.
Un Paso a la Reflexión es un escrito que reúne algunos pensamientos con el propósito de generar un análisis acerca de la actitud con la que los seres humanos actuamos frente a las situaciones cotidianas.
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Un Paso a la Reflexión es un escrito que reúne algunos pensamientos con el propósito de generar un análisis acerca de la actitud con la que los seres humanos actuamos frente a las situaciones cotidianas.
Conocer estas claves puede darnos una base en las prácticas de cuidado a nivel personal y/o profesional, en las que nos protegemos, convivimos y nos acompañamos en el camino de la vida, mientras potenciamos la autonomía y la libertad propias y ajenas.
Se trata del sexo como forma de esconder. El sexo como forma de evitar, de huir del contacto, de esquivar el conflicto, de no decir lo que hay que decir, de no mostrarse, de no dejarse conocer.
Pero no somos tan inconscientes como nos gusta parecer. Sabemos cuando estamos bloqueados/as e incluso cómo escondemos estos bloqueos. Lo que sucede es que no hay quien llegue milagrosamente a despertar a la bella durmiente con un beso que extraiga las emociones bloqueadas, sentidas como vergonzosas, intolerables, sucias, y al no encararlas se aferran cada vez más a una coraza crecientemente rígida y espinosa.
¿Y si hubiera decidido otra cosa? Es la pregunta que muchas veces nos hacemos cuando recordamos ese momento en el que el destino tomó un rumbo determinado. Nunca lo sabremos. Y como no lo sabremos, más vale darle al camino ya tomado el valor de realidad y decorarlo con esmero en el aquí y ahora, poniéndole toda la energía a lo que es y no a lo que hubiera podido ser.
No hay dos pacientes iguales. Y por eso mismo, tampoco hay dos sesiones de terapia idénticas. La sistemática sirve para guiarnos, para prevenirnos de la dispersión cuando estamos inmersos en el mundo del inconsciente, de lo no verbal, de lo corporal, de la relación entre dos personas que se encuentran con un objetivo determinado. Pero no se trata de un acto mecánico en el que dos máquinas se conectan para decir lo que hay que hacer y conseguir. La cosa es más compleja y también más interesante para las dos personas.
No se trata de una absurda competencia para ver si es que las mujeres son unas histéricas o los hombres unos machistas. Se trata del sufrimiento humano que no conoce razas, clases sociales, edades ni géneros.
Hay una constante relación de amor y odio con el dinero, que consigue desvelar los más hondos sentimientos ligados al desarrollo evolutivo, a la educación recibida, a la cultura, a la experiencia de vida, al carácter. Estreñido o diarreico, se puede vivir anhelando un golpe de suerte con el premio de la lotería o se puede permanecer esquivando cada oportunidad de tener algo más que lo justo.
Estamos recibiendo constantemente el mensaje de que la felicidad se encuentra en el resultado, dejando de lado la importancia del proceso. Valen más las calificaciones que el aprendizaje, el logro del objetivo que la vivencia del momento.
Desde mi punto de vista, las pseudo-comunicaciones que se establecen por medio de las redes sociales son reflejos de una distorsión en la manera de interaccionar de las sociedades actuales.
Pero resulta que la respuesta acertada suele estar justamente ahí, en esa difuminada sensación de incertidumbre, amparada por una sólida convicción de SER, en un mundo donde se puede estar presente en lo que trae cada día.
Pero haya sido voluntario o involuntario, el aborto conlleva algo que no está basado en políticas o religiones. Conlleva un duelo y este duelo es bastante particular, porque no hay algo físico para llorar.
Hoy día, la llamada terapia online es una alternativa, dentro de muchas otras, por la que optan algunas personas que, por diferentes motivos, no tienen facilidad para acudir directamente a la consulta de un psicoterapeuta.
La Universidad Popular Carmen de Michelena de Tres Cantos y el Espacio de Psicología de Tres Cantos colaboran en este proyecto para familias resilientes, aquellas que están abiertas a aprender y a mejorar. Este curso vamos a trabajar sobre las interacciones humanas. Porque comunicarnos bien nos ayuda a comprendernos, a querernos y a relacionarnos mejor, pero la comunicación no es siempre una tarea fácil.
La naturaleza nos ha dotado del más complejo sistema de comunicación, es verbal y no verbal, implícita y explícita, analógica y digital, escrita y oral... Nos podemos comunicar a través de diferentes canales, en diferentes idiomas, incluso nos comunicamos con otras especies, pero paradójicamente, en múltiples ocasiones tenemos verdaderas dificultades para comunicarnos con quienes tenemos más cerca, con nuestros hijos, con nuestra pareja, en definitiva, con nuestra familia.
Durante este curso, Sara Mallo, de Espacio Psicología Tres Cantos, en el seminario de familia profundizará en la familia reconstituida y también dedicará una sesión a los abuelos.
1.-APLICACIÓN DEL TIMEO DE PLATON (LOS CUATRO ELEMENTOSDE COMPOSICIONDEL CUERPO Y LAS SIETE PRIMERAS PARTES DEL ALMA)
2.-EL ELEMENTO TIERRA-LAS SIETE BANDAS O LAS ETAPAS DEL ALMA.LOS ESPIRITISTAS Y LA REENCARNACION
3.-EL ELEMENTO AGUA-LA VIDA INTERNA Y EL COLOR (LOS OASIS INTERIORES)
4.-EL ELEMENTO AIRE-EL CIELO ,LOS ANGELES Y ARCANGELES
5.-EL ELEMENTO FUEGO-LOS DEMIURGOS
Cuadernillo de actividades lúdicas. Dinámicas grupales para niñxs
La voluntad de Entenderse
1. Publicado en: http://mariaclararuiz.com
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La Voluntad de Entenderse
A veces me pregunto si en realidad tenemos una sincera disposición para entendernos. Sucede a
menudo, cuando presencio o participo en discusiones, en las que más que querer entender lo que la
otra persona está diciendo, lo importante parece ser tener la razón o ganar la partida, como si se
tratara de una competición donde el vencedor obtendría algún premio deseado.
Sobre esta base se han asentado
formas de ser individuales y sociales,
que acaban extendiéndose muchas
veces a ideologías y paradigmas
absolutistas. Realidades que se
construyen, no a partir de la
investigación y de la búsqueda, sino
aju stadas a pensamient os y a
construidos desde la necesidad de
imponer la propia percepción de las
cosas. Pensamientos estáticos y
rígidos, propios de sociedades
dictatoriales que tantos de nosotros
criticamos pero que, a menudo sin
darnos cuenta, reproducimos en diversos espacios personales, sociales y/o profesionales. Es
necesario ser conscientes de ello para lograr una verdadera comunicación desde la voluntad
de entendernos.
Porque cuando una disertación compartida se basa en el desencuentro, priorizando los
intereses individuales o parcialmente colectivos, el sentido de la comunicación se desintegra
completamente. Cuando no se escucha, cuando se anticipa la respuesta del interlocutor sin
darse la oportunidad de conocerle porque hay una idea preconcebida, es decir, un prejuicio,
la palabra deja de ser un recurso para el diálogo, convirtiéndose inmediatamente en un arma
diseñada para una guerra de razones.
Pienso que esta es una de las más dramáticas presentaciones de la crisis social que vivimos y
se manifiesta en una creciente dificultad para encontrar espacios de expresión libre de las
emociones, de los pensamientos y de los diversos puntos de vista, donde los vencedores son
aquellos que parecen gozar de la palabra fácil, aunque su voz carezca de contenido,
profundidad o reflexión previa y donde el que más grita resulta siendo el que más sabe.
¿Por qué sucede esto? Habría, precisamente, que discutirlo. Posiblemente porque no existe
una educación para la comunicación y el diálogo, dando más valor a la asertividad en las
respuestas que a la reflexión, y porque dudar o equivocarse no se incluyen en los puntos a
favor en el camino hacia el éxito social. Desde muy pronto se nos presiona para responder,
antes que para pensar, poniendo el valor en ser el primero en encontrar las respuestas y no
en construirlas mediante la reflexión colectiva. Además, porque no desarrollamos
habilidades para el discernimiento y la discusión, pero sí para detectar lo que el otro quiere o
2. Publicado en: http://mariaclararuiz.com
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no quiere escuchar, para ser aceptados y queridos, es decir, tomados en cuenta.
En ese sentido, la comunicación se convierte en una estrategia para agradar o para expresar
nuestra hostilidad, y no para desarrollar el pensamiento en compañía. No para ir
descubriendo lo que realmente pensamos y mucho menos para, en el encuentro, darnos la
oportunidad de cambiar, de ampliar la opinión, de mejorarla. Y así es como pierde su sentido.
La comunicación es una necesidad humana y sería muy enriquecedor mantenerla lo más pura
posible, dándole su espacio para que suceda lo que tenga que suceder, sin expectativas, sin
querer sacar de todo una ventaja, un premio más para la colección de medallas que avalan el
haber vencido.
Porque si lo vemos bien, en este tipo de comunicación competitiva y con veladas
intenciones, nadie gana. Al contrario, tanto el vencedor como el vencido se quedan sin la
experiencia de haber crecido en el encuentro y ese el drama del fracaso en cualquier
interacción humana. Lo que queda, el sabor amargo y el cansancio por haber gastado
cantidades enormes de energía en algo que no acabó siendo más que una vulgar lucha de
poderes.
Esta situación, tan cotidiana, es fácil de observar en discusiones y desacuerdos. Pero el
desencuentro va mucho más allá de estos episodios. Sucede también cuando, cada vez más,
carecemos del tiempo suficiente para escuchar a los demás. Porque todo el mundo, por poco
interesante que parezca, tiene algo que contar. Su historia, sus vivencias, los libros que ha
leído, los sitios que ha visitado, las experiencias que ha superado. ¿Has sentido alguna vez el
deseo de contar con alguien que tenga todo el tiempo para escuchar tu historia, sin prisas?
¿Sabes cuan curativo es ese momento? Sufrimos de una soledad crónica y cada vez son
menos los espacios reales para comunicarnos. Me pregunto si es por eso que los foros de
internet y las redes sociales están plenos de confesiones íntimas e historias cotidianas que se
lanzan al aire, tal vez con la esperanza de aterrizar en algún puerto acogedor.
Pero, aunque estamos tocando fondo, no sirve de nada pensar en que todo está perdido. Por
esto, considero que un buen punto de partida está en la educación, desde edades tempranas,
inculcando el respeto por las formas diferentes, reforzando la actitud tan propia de los niños
sanos, de actuar y hablar sin esa segunda intención de conseguir, con lo que se dice, algún
tipo de respuesta conveniente, que produce en el otro una inhibición incapacitante, sin
conceder espacio al análisis que pueda derivar en una opinión opuesta o en una crítica, sin
dar espacio al silencio reflexivo, para no experimentar el peligro de permitirse, al menos,
ampliar la percepción.
Sin embargo, lejos de aceptar como válida una solución poco espontánea, propia de la
conocida actitud tramposa de oír sin escuchar, como para que no se note que lo que dice el
otro nos importa poco, basta para empezar con la toma de consciencia, aunque reconocer los
límites pueda resultar poco adecuado para quienes han hecho de su persona una estrategia
publicitaria. Ahogar los espacios con la propia palabra y con la imposición de las ideas
individuales puede dar lugar a una falsa sensación de seguridad que, como bien sabemos,
resulta siendo paralela a una velada sensación de inseguridad.
¿Y si probamos a escuchar de verdad, a estar presentes en el discurso del otro, a intentar
sentirle, ponerse en su lugar, callar y pensar, apostando, aún con el riesgo que conlleva, en la