La revolución industrial se desarrolló en dos etapas principales entre 1750-1840 y 1880-1914. Comenzó en Inglaterra y luego se expandió al resto de Europa, transformando la economía a través de la mecanización de la producción textil y el establecimiento de una división internacional del trabajo. Esto llevó a un rápido crecimiento de las ciudades y la clase obrera industrial, concentrando el poder económico en manos de la burguesía.