Este documento describe la motivación del autor para escribir el libro "El Alto de pie, una insurrección aymara en Bolivia". El autor se sintió inspirado a escribir el libro debido a la parcialidad con que los medios bolivianos cubrieron las protestas populares de octubre pasado en Bolivia. El autor quería dar una cuenta veraz de los hechos basada en lo que él presenció, y darle a los lectores los elementos para comprender el lado de los insurrectos en la lucha. El objetivo final era permitir que
Trabajo Práctico para la cátedra de Teoría y Técnica del Periodismo Gráfico II de la Licenciatura en Comunicación Social de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE)
Artículo de tésis sobre el género de Nuevo Periodismo y las obras Operación Masacre de Rodolfo Walsh y A sangre fría de Truman Capote.
Trabajo Práctico para la cátedra de Teoría y Técnica del Periodismo Gráfico II de la Licenciatura en Comunicación Social de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE)
Artículo de tésis sobre el género de Nuevo Periodismo y las obras Operación Masacre de Rodolfo Walsh y A sangre fría de Truman Capote.
Ensayo detallando la censura decretada por el gobierno de facto autodenominado Revolución Argentina a la primera revista de humor político argentina 'Tía Vicenta'. Recorrido minucioso de los detalles de la veda para abordar lo que consideramos determinante para la prohibición, con el objeto de desplazar la creencia convencional que la censura fue causada por revelar un indiscreto sobrenombre presidencial en una de sus caricaturas. Definitivamente, hubo un poco más que eso.
Ensayo detallando la censura decretada por el gobierno de facto autodenominado Revolución Argentina a la primera revista de humor político argentina 'Tía Vicenta'. Recorrido minucioso de los detalles de la veda para abordar lo que consideramos determinante para la prohibición, con el objeto de desplazar la creencia convencional que la censura fue causada por revelar un indiscreto sobrenombre presidencial en una de sus caricaturas. Definitivamente, hubo un poco más que eso.
Entre vagones del metro hizo su vida el último de mis héroes.
Cuando se fue, no estuve para despedirlo.
Bajé entonces a encontrarlo en el inframundo donde hacía sus obras…
Entre muchos sociólogos y politólogos, la palabra comunidad ha servido para identificar, en conjuntos más o menos homogéneos, grupos de individuos, organizaciones, oficiantes y hasta naciones y estados con rasgos comunes, afinidades u objetivos compartidos. Así, merced entre otras cosas a esa uniformización lingüística, ha quedado enmascarado un ethos humano, una forma organizada de la vida con tan diversas manifestaciones como comunidades hay en todas las regiones de este planeta.
Las trabajadoras sexuales en algunas imágenes. Testimonio sobre la Organización Nacional de Activistas por la Emanicipación de la Mujer, ONAEM - Bolivia.
La negación del devenir temporal no es para los aymara necesariamente un absurdo, un
imposible: es el sueño lúcido del que se rehusa a dejar de desear un “otro tiempo”. Y a cada paso histórico dado sobre los caminos, movilizados, los dueños del altiplano occidental boliviano pretenden que ese periodo “donde ya sólo manden los indios” surja de sus acciones, deteniendo para siempre el péndulo y el tictac de sus dominadores que todavía determina buena parte de su existencia.
introducción, casi
viví como pude las jornadas de septiembre y octubre de 2003 en las que los aymaras en bolivia contuvieron por fin las fuerzas que los antagonizaron por siglos —condenándolos a un lento genocidio—, y aprendí mucho con ellos.
armados de sí mismos, mis hermanas y hermanos de las comunidades y de las provincias, de los barrios alteños (y hasta de las laderas paceñas) fueron una enorme persona que, lo dije en otro libro, dice desde entonces su palabra con fuerza inusitada.
no soy poeta, soy apenas testigo. lo que aquí encierro son las imágenes que fueron quedando rezagadas en mis cuadernos: otro modo de sentir y mirar lo que vivimos.
hay palabras incomprensibles para algunos. no se preocupen, confío en que lo dicho y un par de herramientas sirvan para despejar sus dudas, llenar los huecos… más de uno habrá que no entenderá nada, pero quizá es porque nunca ha entendido.
perdonen las minúsculas… tienen sentido.
kolkata, diciembre de 2013.
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1. Las guerras del periodismo:
El Alto, en honor a la verdad
Luis A. Gómez
El 23 de agosto de 1927, hace exactamente 77 años, fueron ejecutados en los primeros minutos
de la jornada los obreros anarquistas Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti. Una nota aparecida
algunas horas más tarde, en la edición matutina del New York Times, da cuenta de esos
últimos momentos en la vida de quienes con el paso de los años se volvieron leyendas en más
de un sentido: como luchadores sociales, como víctimas de la criminalización contra quienes
luchan por demandas justas ejecutada desde el poder de un Estado. Y el reportaje, extenso y al
mismo tiempo parco en detalles, es una de las mejores obras de periodismo que he podido leer
en mucho tiempo... de hecho, la noticia fue el principal titular en la primera plana de ese día.
He querido comenzar esta exposición de esta manera porque, a casi un siglo de distancia, la
forma discursiva en que el periodismo (no solamente el que ejerce el New York Times, sino en
general el de los medios comerciales) dista ya mucho de ese completo reportaje hecho por un
anónimo corresponsal desde una cárcel en Massachusets.
La verdad, dicen a coro un montón de teóricos y periodistas, es la primera víctima en una
guerra. Sin caer en el simplismo, creo que mucho de cierto hay en esa expresión... pero
matizando que la verdad, en general, es tratada como una puta por quienes poseen el suficiente
poder para pagar por lo que llamaríamos sus servicios; una puta fácilmente descartable de la
agenda y del directorio telefónico cuando su compañía se vuelve incómoda o innecesaria... esa
“víctima”, entonces, no es nada más una baja de guerra, es uno más de los muchos expoliados
2. por el poder, históricamente... y eso fue lo primero que motivó la escritura de El Alto de pie, una
insurrección aymara en Bolivia.
Entrando entonces a los días de octubre pasado, para un servidor fundamentales, vale decir
que la primera motivación que tuve, el germen de este libro, fue sin dudas la alineación, la
parcialidad con que los medios comerciales bolivianos trataron las movilizaciones populares de
entonces: vandalismo, relativización del hacer (volcando a los insurrectos en provocadores y
los ataques y masacres convertidas en enfrentamientos). Convencido de ser apenas un testigo
más de lo que acontecía, un testigo sensible de los hechos, no pude sino plasmar en mis
reportes, en mis notas de aquellos días, lo que vi, cómo lo vi... completamente comprometido,
al servicio de la movilización que pasaba frente a mi ser todos los días, que era reprimida todos
los días.
“Déjenme decirles lo que vi en Paterson y luego ustedes dirán de qué lado de esta lucha es
‘anárquico’ y ‘contrario a los ideales americanos”, dijo John Reed al iniciar uno de sus
reportajes, “Guerra en Paterson”. Y con esa solicitud, Reed dijo “lo que vio”... algo que en los
términos del llamado periodismo contemporáneo podría traducirse en “contar la verdad”...
pero Reed hizo algo mucho más sofisticado (y sencillo al mismo tiempo): dio a sus lectores la
posibilidad de construir la verdad. Y esto, dar la posibilidad al lector de construir la verdad, fue
la segunda intención que motivó la creación del largo reportaje, histórico y periodístico, que es
el libro que he escrito.
Recuerdo que en esos días, en una charla por las calles, clandestinos y alertas, le dije a Alvaro
García Linera que contar lo que estaba pasando, hacer el recuento de los hechos, pasaba
3. también por dotar a los lectores, de donde fueran, de los elementos suficientes para escoger un
sitio, un bando en esa lucha. Lejos de las propuestas incendiarias y las teorizaciones de café, me
pareció fundamental entonces conseguir que las voces que contruyeron esa enorme voz, la de
El Alto y la de las comunidades campesinas del altipolano, tuvieran al menos un espacio para
decir “su palabra”.
Y en esa palabra, poderosamente dicha en octubre (al grado de quebrar el poder autárquico de
un presidente), encontré las voces de quienes , aún por los historiadores del presente, son
considerados parte de los grupos “subalternos”, una concepción tal vez eficaz en algún tiempo
que ahora carece ya de precisión y de su fuerza. Nada de multitud frente al imperio, nada de
conceptos frente a sobrenombres teóricos: me encontré con gente que, entre esa masa
aparentemente amorfa de seres humanos, se preocupaba por dejar registro, por sellar su
actuación en la historia en documentos, hechos, registros... alteños preocupados por contar
“su” historia, con nombres y apellidos, por dejar algo como herencia, como rastro, para las
generaciones que habrán de levantar alguna vez la perenne flama de lo por venir. Y me
propuse ayudarlos, darles con mi voz, atada firmemente a la de ellos, un cuenco donde la sed
que no se ha terminado siga teniendo abrevadero.
Y eso es la intención de fondo, darles, a los alteños y a los comunarios aymaras que nos han
devuelto la esperanza, prafraseando a Walter Benjamin, un álbum de fotos, un recordatorio
fijo, pero no estático, de lo que habían logrado. O dicho de otra manera, y como comentaba en
esos días ardientes con Alvaro: Había que darle a la gente una oportunidad, aunque fuera
mínima, de contar “su” historia, para que fuera recordada. Para que más allá de las aristas que
marca el devenir del tiempo entre los hombres, las bolivianas y los bolivianos que han llevado
4. adelante esta gesta, con sus vidas y con su fuerza, tuvieran un testimonio de quien desde un
rincón los había acompañado.
En el caso de Sacco y Vanzetti, un anómimo colega que ejercía el oficio con claridad les
permitió al menos el derecho a dejar plasmado en sus propias palabras lo que siempre fue “la
verdad”: eran hombres inocentes. En el caso de El Alto, con toda modestia, es apenas lo que
he querido hacer. Como me dijo un dirigente vecinal alteño en una reunión hace ya varios
meses, sugiriendo títulos a este libro: “Este libro deberá ser La verdad de una historia... la historia
derramada escrita en sangre”.