Elías le dijo al rey Acab que no habría lluvia ni rocío durante tres años, excepto por su palabra. Dios cuidó de Elías durante este tiempo, enviándole cuervos que le traían comida cada día. Cuando el arroyo donde se escondía Elías se secó, Dios le dijo que fuera a Sarepta, donde una viuda lo alimentaría.