Japón se convirtió en una potencia asiática tras la Segunda Guerra Mundial a través de tres etapas clave: 1) la reforma del Estado en 1946 que suprimió el origen divino del emperador y estableció la división de poderes, 2) el establecimiento de instituciones como el MITI y el Centro para la Productividad de Japón en los años 1940-50 para impulsar la industria y la educación, y 3) el surgimiento de círculos de control de calidad, consultas mutuas e ingenieros en los años