El narrador se despierta en su habitación y ve a una niña vestida de blanco en una esquina, cubriéndose la cara con el pelo. Cuando cierra los ojos y vuelve a abrirlos, la habitación ha desaparecido. Suena un teléfono y una voz le advierte que algo lo observa sin ojos y que no debe abrir la puerta. Temeroso, la abre y encuentra a su madre, dándose cuenta que todo fue una terrible pesadilla.