Una tesis sobre un cambio sustantivo de la identidad dominante de la mayoría de la población venezolana, en los últimos 40 años.

1. Soc. José Rojas O.
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MALANDRIZACIÓN COLECTIVA EN VENEZUELA
La década de los años 80 comenzó a revelar una notable expansión de la
conducta anómica en Venezuela. Esto se caracterizaba por un
comportamiento ciudadano frecuentemente involucrado en la violación de
normas de convivencia social y de irresponsabilidad operativa en el ámbito del
servicio público y privado.
Muchos políticos y analistas de liviano criterio, reportaban esas conductas
como manifestaciones de una tal viveza criolla o el temperamento informal e
irreverente de un venezolano inventado por ellos, haciéndolas lucir como algo
folclórico e intrascendente.
Pero el verdadero perfil conductual del nuevo actor social emergente, se
distinguió por el desconocimiento y violación sistemática de las leyes, la
institucionalización del soborno-matraqueo de los funcionarios públicos, el
progresivo y acelerado deterioro del lenguaje, el abuso, la improductividad, el
manguareo, la violencia y la inseguridad.
Ese patrón de comportamiento se instaló en las comunidades de los estratos
socioeconómicos más bajos, convertidos por las irresponsables políticas
populistas, en pedigüeños exigentes o mendigos predadores. Ese mal , se
expandió a todas las esferas de la vida económica, social, cultural y política
venezolana, avanzando en dirección ascendente, en las clases sociales. Se hizo
un fenómeno estructural de la sociedad que denomino malandrización.
La malandrización abarca el mal hablar (pobreza de vocabulario, dominio de las
groserías y la jerga de delincuentes), el analfabetismo funcional (pobre escritura y
ausencia de ortografía, rechazo a la lectura y mal leer); también es malandrismo el uso
abusivo de cualquier tipo o cuota de poder, así como la actitud exigente de
que le solucionen cualquier género de problema o necesidad. Todo ello unido
a una inagotable capacidad de destrucción y total ausencia de disposición a
producir.
También la holgazanería, el comportamiento arbitrario, la agresividad ofensiva
y el enfoque de las habilidades personales en el exclusivo beneficio individual
del deseo, se funden en una conducta social desviada, alineada con los

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patrones dominantes en el mundo de la delincuencia común y del crimen
organizado.
Los factores más resaltantes en el desarrollo y masificación de este fenómeno
de la malandrización y la consecuente conducta anómica colectiva, serían:
1. Demográficos:
Para el inicio de la década de los años 80, la población de Venezuela,
según el Censo Nacional, sería de 16 Millones de habitantes, de los
cuales el 66% tendría ingreso familiar de un (1) salario mínimo o menos.
Ese grupo poblacional no tenía acceso pleno a los servicios básicos y
residían en viviendas precarias, inadecuadas (denominadas ranchos),
localizadas en cauces de quebradas/ríos, pendientes geológicamente
inestables, zonas verdes, entorno de centros fabriles/industriales y
otros espacios inconvenientes para la vida urbana.
A esos 10,5 Millones de personas, se le incorporaron, en igualdad de
malas/pésimas condiciones de vida, al menos 4,5 Millones de
movilizados desde Colombia, Ecuador, Perú, República Dominicana y
otros países.
La concentración de 15 Millones de seres humanos, envuelta en la
pobreza relativa y la pobreza crítica, se convirtió en un conglomerado
humano sin conocimiento, ni vínculos con la tradición cultural
venezolana y ha coexistido, ha competido anárquicamente por la
ocupación del espacio vital en la reducida franja de territorio de la zona
centro-norte-costera (20% de la superficie total del país), conformada por
valles estrechos y montañas, donde se ha concentrado más del 75% de
la población nacional.
Esa masa demográfica marginalizada congestionó los servicios públicos,
además de impactar negativamente en su infraestructura, su
funcionalidad, el equipamiento y su irreversible deterioro.
En ese universo apresado en la pobreza, se engendraron y criaron al
menos tres generaciones de nuevos nacidos en Venezuela, con un perfil

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cultural y psicosocial, distinto y hasta antagónico al perfil del venezolano
tradicional.
En un espacio que no excede el 25% del territorio nacional, coexisten
dos sociedades de signo divergente, donde la que emerge con el signo
de la malandrización, domina en volumen, peso demográfico, voracidad
y violencia.
2. Culturales y Psicosociales
La desconexión con el sistema educativo, de más del 60% de la
población infantil en edad escolar, nacidos en el conglomerado de la
pobreza creciente, se convirtió en escenario propicio para que distintas
formas de delincuencia penetraran y dominaran esas comunidades, con
la agresiva y progresiva implantación de su cultura.
El espacio geográfico que ha servido de asiento a la pobreza, se hizo
propicio para que delincuentes y bandas tomaran posiciones, diseñaran
sus fortificaciones y se colocaran fuera del alcance de los órganos
policiales. La delincuencia impuso allí su régimen de poder, erigiéndose
en principal agente de socialización de las nuevas generaciones, además
de obligar a la adaptación de los adultos, bajo su esquema de
dominación.
Situados al margen de los procesos sociales formales regidos por el
Estado, las normes y controles legales, se hicieron ajenos a esa
población. Por o menos dos generaciones aprendieron a hablar y,
consecuentemente, a pensar, con las formas más rudimentarias,
escasas, deterioradas y pervertidas del idioma, inscritas en el modelo
dominación-sumisión de la delincuencia
3. Políticas
Los partidos políticos involucrados en la lucha por el control de las
instituciones gubernamentales del estado, dominados por una nueva
dirigencia apartada del fondo doctrinario que dio origen a cada
organización, apuntalaron la conquista y el ejercicio del poder en el
clientelismo, para asegurarse una base cuantitativa que asegurara
opciones de triunfo en los procesos electorales, control de los espacios

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institucionales y poder represivo o de intimidación sobre disidentes y
opositores.
La gestión de gobierno se nutrió de filosofía y prácticas demagógicas
que, incitadas por el populismo, convirtieron a los signos más oscuros y
degradantes de la pobreza, en valores y atributos del estereotipo de
persona merecedora de los privilegios y gratificaciones del Estado
reivindicador.
Al aspecto desaseado, el mal vestir, el mal hablar, se les llamó
informalidad; la actitud irrespectuosa, grosera, agresiva, se disfrazó de
irreverencia. La negligencia indolente, en combinación con la ociosidad,
el incumplimiento y la improductividad,
Por su parte, los llamados revolucionarios antisistema, centrada su lucha
en subvertir los valores alienantes de la sociedad opresora capitalista,
asumieron la violación de las leyes, la infiltración institucional
desestabilizadora; la violencia armada en todas sus formas; la protesta
y el saqueo en forma de alteración del orden público; el delito (robo,
secuestro, extorsión, asesinato), como fuentes de financiamiento y la
inmersión en el mundo de la pobreza, con función evangelizadora pro
revolucionaria y la alianza con el terrorismo y la delincuencia
organizada. Todos esos factores los trasladaron progresivamente, a la
práctica política formal, aprovechando los vicios, flancos y debilidades
de la lucha democrática.
La corrupción se hizo constante en todos los aspectos de la vida pública
y se erigió como patrón cultural modelador de todo género de
conductas disfuncionales, en la socialización de niños y jóvenes.
4. Económicas
El crecimiento económico sostenido de la década de los años 70 estuvo
acompañado del crecimiento de la pobreza, que se hizo fenómeno
estructural.
La expansión y mejora de la productividad del sector industrial,
descansó en la adquisición de maquinarias y tecnología que desplazó
mano de obra, generando desempleo y el consecuente desplazamiento
de la población desocupada a actividades económicas irrelevantes,

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improductivas, en el ámbito informal del sector servicios. Para atenuar
o disimular el fenómeno de la desocupación, el Estado se convirtió en el
principal empleador, sin apenas aliviar el fenómeno creciente de la
pobreza.
La riqueza generada en el período de crecimiento macroeconómico, no
permeó hacia los estratos bajos y mayoritarios de la población. Los datos
sobre la estratificación socioeconómica de la población y de la
distribución del ingreso familiar, que se revela en la década de los 80´s
y que se han mantenido con muy poca variación hasta el presente,
muestran la grave consecuencia de la mala distribución de la riqueza.
46
32
17
5
0 10 20 30 40 50
E
D
C
A
Porcentajes
ESTRATOS
SOCIOECONÓMICOS
DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN
POR ESTRATOS SOCIOECONÓMICOS
VENEZUELA 1989
Fuentes: OCEI - DATOS C.A.

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Soc. José Rojas O.
Julio, 2022
1,5 % de las Familias
10 ó más salarios mínimos al mes
3,2 % de las Familias
de 1 a 9 salarios mínimos
al mes
67 % de las familias
Menos de 1 salario mínimo
mensual
DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO FAMILIAR MENSUAL
EN VENEZUELA, AÑO 1989
Fuentes: OCEI - UCAB Centro de Investigaciones sobre la Pobreza.
Menos de 1 salario mínimo De 1 a 9 salarios mínimos 10 ó más salarios mínimos