La vida de David transcurre como la de cualquier otro chico de 15 años, con los problemas, deseos, ilusiones y miedos típicos de la adolescencia. http://www.editoriallacalle.com/libro/me-llamo-david

1. MellamoDavid
ISBN: 978-84-16164-48-6
BIOGRAFIA
Miriam Belmonte Hinchado, nace en Girona en 1991,
escribe novelas desde pequeña y siempre ha sentido
que la escritura es el canal para llegar a muchas
personas y poder transmitir estas sensaciones tan
maravillosas, actualmente escribe e intenta estar
en contacto con el universo, como maestra en reiki,
terapias naturales, le gusta vivir el momento y
aprender de los pequeños detalles que marcan la
diferencia, agradecida siempre por el regalo de la vida
cada mañana.
La vida de David transcurre como la de cualquier otro chico de 15 años, con
los problemas, deseos, ilusiones y miedos típicos de la adolescencia.
Sin embargo, una mala jugada del destino hará que su vida de un giro de
ciento ochenta grados, la locura llamará a su puerta para hacerle saborear
el lado más amargo de las relaciones humanas. Un vuelco que en vez de
sumergirle en la tristeza, le hará más fuerte.
Esta historia es la historia de David, un chico homosexual que aprenderá la
lección más dura de esta vida, debe superar el pasado para vivir el presente.
Y para ello tan solo debe armarse de valor, quererse a sí mismo y perder el
miedo al amor.
David es sinónimo de superación, drama, dolor y romanticismo.
ME llamo
CONFIANZA
VALOR
ESPERANZA
LOGRO
esfuerzo
TEMOR
david
Miriam Belmonte Hinchado

4. ME LLAMO DAVID

5. ME LLAMO DAVID
© Miriam Belmonte Hinchado
Iª edición
© Editorial La Calle, 2016.
Editado por: Editorial La Calle
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ISBN: 978-84-16164-48-6
Depósito Legal: MA-1158-2016
Impresión: PODiPrint
Impreso en Andalucía – España
Nota de la editorial: Editorial La Calle pertenece a Innovación y Cualificación S. L.

6. ME LLAMO DAVID
Miriam Belmonte Hinchado
m
m
Editorial La Calle
Antequera 2016

8. Dedicado a todas esas personas que
son lo contrario de lo común.
Gracias.

10. “Porque rebaños de ovejas hay muchos, no por ser
diferente serás un lobo”.
Miriam Belmonte

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Índice
El comienzo 15
El duro proceso 33
La confianza 59
Sencillamente la vida 109

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Me llamo David, tengo treinta y cinco años y no soy nada
del otro mundo, solo un superviviente más de este, el que nos ha
tocado.
Soyhomosexual,comomuchosdelosquehayestanocheaquí
en esta gran sala con tantos focos.
He venido para relataros mi historia, una más de este gran
mundo que gira sin parar por nada ni nadie, en definitiva trans-
mitiros estas sensaciones tan grandes que tengo dentro de mí.
Podéishacermepreguntas,cuándoqueráis,oslascontestare
todas sin pudor. Estoy aquí como he dicho, para ayudaros.
Veo que no hay preguntas, así que, empezaré.
Porque la vida a veces, nos sacude como felpudos, y nos pre-
guntamos…¿Porqueamí?Porqueseñorasyseñoreslavidaesun
gran reto y no puedes mirar hacia atrás, porque te perderás en el
tiempo y acabarás loco de atar.
Muchas gracias por estar aquí, en esta noche mágica, deseo
que os ayude.
Ahí vamos.
ME LLAMO DAVID

16. 15
EL COMIENZO

18. 17
Yovivíaconmimadre,ymihermano.Mipadremuriócuando
yoteníadiezaños,lavidanoerauncampoderosas,perotampoco
deespinas,nosibabienporquenosteníamoslosunosalosotros.
VivíamosenunacasitadeunpueblodeBarcelona,mimadre
trabajaba limpiando casas era una mujer luchadora y trabajado-
ra que nos sacaba a delante ella sola, y mi hermano, Pablo, con
nueve años era un fenómeno le gustaba seguir mis pasos, yo era
su ejemplo puesto que me quería muchísimo y nos llevábamos
muybiensecomprabalamismaropaqueyo,osedejabalospelos
largos como yo. Lo que no sabían es que a mí no me gustaban las
mujeres, nunca había sentido atracción hacia ninguna pero, en
cambio sí hacia chicos, pero no tenía coraje para decírselo, por
miedo quizás, pero las circunstancias que se me pusieron en el
camino me cambiaron la vida.
Todo empezó una mañana de primavera de 1995, era lunes,
yo tendría unos quince años, por lo tanto tenía que ir a clase, re-
cuerdoquemequedépegadoalassabanasymimadreinsistióen
que me levantase, pero lo que yo no sabía es que aquella mañana
teníaunasorpresaparamí,mividaibaadarunsaltomortalhacia
el vacío y yo no lo esperaba.
Despuésdeasearme,desayunaryvestirme,medespedídemi
madrequeseibaatrabajarysellevabaamihermanoparadejarlo
enelcolegio,yomeibacaminandoyaqueteníaelinstitutoallado
y me acompañaba Claudia mi mejor amiga desde pequeños, ella
sí sabía que yo era gay, era mi mejor aliada, la quiero muchísimo,
que ahí está sentada quince años después y ahí sigue aguantán-
dome, gracias.
ME LLAMO DAVID

19. MIRIAM BELMONTE HINCHADO
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Como iba diciendo aquella mañana salí de casa corriendo
porque llegaba tarde y Claudia me esperaba al final de mi calle,
dondeconprisasmeechababronca,porirsiempreconeltiempo
pegado en el culo. Aquella mañana le dije que tenía un presenti-
miento y no era nada bueno, y me dijo:
— ¿David has hecho los deberes?
— Sí — contesté.
— Pues no te preocupes que no pasará nada.
Me dio un abrazo, y entramos en el instituto.
Ellaeradosañosmayorqueyo,porlotantonoíbamosaclase
juntos,quedamosenelrecreoparaalmorzarjuntos,yalfinalizar
las clases nos veíamos en la puerta de entrada.
Eldíasemepasólentocomosiempreperoesasensaciónnose
meibadelcuerpo,alsalirdeclase,Claudianoaparecíameesperé
comoveinteminutosperounchicodesuclasemedijoqueestaba
castigada y que iba a tardar bastante, así que me fui y pensé vaya
niñasiempreliándola,quizáseraesolamalasensaciónquetenía
desde que salté de la cama.
Al bajar la calle vi una furgoneta lila que me dio la sensación
de que me estaba siguiendo, así que me puse a correr, pero efec-
tivamente la furgoneta venía a por mí yo seguí corriendo por las
afueras del pueblo como si no hubiese un mañana, a la velocidad
de un galgo, pero no pude hacer nada, me eché al suelo y me puse
lasmanosenlacabeza.Aquelloeratodocampoyyoestabacagado
de miedo.
De repente, la furgoneta paró y se bajaron dos gemelos de
metro noventa, alvinos, y de unos treinta años de edad, de pie
calzaban un cincuenta por lo menos, pensé madre mía me van a
destrozar.

20. 19
Veo que hay una mano levantada, así me gusta…
— ¿Cómo te llamas guapa?
— Victoria, ¿por qué te perseguían, hiciste algo?
— Ser gay eso hice.
Me cogieron y me metieron en la furgoneta a la fuerza, me
tiraron la mochila por la ventana, con todo dentro, madre mía
aquello parecía una película de terror en la que yo era la víctima.
Les grité que por favor me soltaran que se equivocaban de
persona, yo no había hecho nada malo a nadie, me puse a llorar
desesperado, pero me contestaron:
—Nonoshemosequivocadomaricóndemierda,¿novesque
te hemos venido a buscar en tu furgoneta lila?
Ellos se reían de mí y yo no entendía nada, el corazón me iba
a mil, a esos gorilas no los había visto nunca y me estaban llevan-
do vete a saber dónde. Uno me sujetaba y me eructaba en la cara
constantemente, intenté escapar pero nada era posible.
Eneseinstantesemeparóelcerebroypensé,noquieromorir
por Dios, haré lo que sea pero no quiero morir.
Pensaba en mi madre y mi hermano, buf… Aquella situación
era ilógica, y la mala sensación era cierta.
Mellevaronporuncaminodetierra,hastaunafábricaaban-
donadaquehabíaalfinaldelpueblo,¿misorpresa?Lateníajusto
en la puerta de la fábrica.
Al abrir la puerta de la furgoneta vi aquel rostro, que me
perturbó muchísimo, era Kevin, un chico de unos veinticinco
añosmetrosetenta,castañoyojosmuyazules,teníacaradeloco,
tenía una mirada perturbadora, bestia, horrible, iba sucio, olía a
alcohol y sudor.
ME LLAMO DAVID

21. MIRIAM BELMONTE HINCHADO
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Vivía con su padre un hombre un alcohólico en el pueblo, los
tenían como una familia totalmente desequilibrada.
Siempre se había burlado de mí pero nunca me hubiese
imaginado de lo que podía llegar hacer, se iban a vengar de sus
miserables vidas.
¿Cómo?
Conmigo, yo era el canal de desahogo.
Las personas a veces pagamos nuestros problemas con los
que no tienen la culpa, y a veces tenemos que aceptar que hemos
perdido.
Así, que como os decía al ver a ese hombre ahí parado pensé,
no puede ser.
Yo me sentía un guisante ahí en medio, tan pequeño y tan
canijo.
Me bajaron de la furgoneta a la fuerza, Kevin me miró y me
susurró al oído mientras se reía:
— Te va a encantar, así que no llores tanto.
Mepuseagritar,ydesesperadomeentróunataquedehiste-
ria,lediungolpeenlacaraalgemeloquemesujetaba,seenfureció
de tal manera, que me levantó del suelo y me estampó contra la
puertadelafábrica,mientrasKevinyelotroselopasabanengran-
de mirando el panorama. Yo estaba mareado del golpetazo pero
nosabíaquetodavíanoerasuficiente,aquellonohabíaempezado.
ElmuycerdodeKevinmesujetódelospelos,mientraselotro
me metía dentro a la fuerza y su hermano, abría la gran puerta de
aluminio.

22. 21
Alentrarviquenohabíavisibilidad,estabatodooscuro,solo
había un ventanal roto al final de todo y apenas se podía caminar
por ahí.
Me puse a llorar, les supliqué que me dejasen que no diría
nada a nadie, pero no sirvió de nada, me quería morir.
Allí dentro hacía frío, y olía fatal, yo que iba bien arreglado,
con mi camisa a cuadros, pantalones pitillo negro, y zapatillas
azules.
Aquellonomegustabaparanada,solopensabaenelporqué.
¿Por qué me tenía que estar pasando aquello? Mi mundo
empezó a ir cada vez más deprisa, cuando de repente se paró.
Me agarraron, me quitaron la ropa mientras yo gritaba y llo-
raba, me pegaban patadas y escupitajos, me dejaron totalmente
desnudo, allí en el suelo, tirado como un perro.
Kevin se me abalanzó encima, me sujetaron y me pusieron
boca abajo, ya os imagináis...
Los gemelos me sujetaban piernas y brazos, mientras Kevin
encima de mí, se bajaba los pantalones y empezó a penetrarme.
Medolíamuchísimo,yopormásquehicierafuerzanopodíahacer
nada, pues ahí estaba con la cara llena de arañazos de golpearme
contra el suelo y el recto anal partido, suena mal pero es así.
Medestrozaron,mepenetrabasinpreservativo,ymiprimera
vezestabasiendounaviolación.Seestuvounosdiezminutos,pero
ahí no terminaba la cosa, se levantó, se subió los pantalones y me
preguntó si me había gustado.
— ¿Por qué lloras? Susurró.
— A ti te gusta.
ME LLAMO DAVID

23. MIRIAM BELMONTE HINCHADO
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Yo ya no escuchaba, solo quería morirme, perdí la esperanza
de que pudiera salir de ahí. La vista se me nublaba cuando de re-
pentesepusoencimaunodelosgemelos,yotravez,violándome,
me dolía muchísimo parecía como si cuchillos me estuvieran
atravesando, fue un dolor insoportable, solo deseaba que termi-
nase ya, yo ya no tenía fuerza, encima se corrieron dentro de mí
los muy cerdos.
Al terminar recuerdo que el otro gemelo se agachó y me dijo
con voz agresiva:
— ¡Come!
Mientras se bajaba la bragueta, me ponía el pene en la cara,
¡quéascopordios!Osjuroqueselahubieramordidoyarrancado,
peromehubieranmatadoyatodomedabaigual,yanimesujeta-
ban, mis ojos parecían de cristal, no salían más lágrimas de ellos,
losteníamuyhinchados,estabadestrozado,sucio,yconganasde
morir. Cuando por fin me la saco de la boca y se corrió.
Kevin se agacho y me cogió del pelo, dijo:
— Como digas algo te mataremos, o mejor, iremos a por tu
hermanito.
Ahí fue cuando una fuerza interior salió, me levante y le gol-
peé con la cabeza en la nariz, uno de ellos me dio un golpetazo
tanfuerteenlacabezaqueperdíelsentidoyallímequedetirado.
Me desperté al cabo de cuatro horas, serían las dos de la ma-
ñanaaproximadamente,pensabaqueestabaenelcielo,entreque
no veía nada y lo mareado que estaba.
Estaba en shock, me levante del suelo como pude, busqué la
ropa palpando, por suerte lo encontré todo incluso las zapatillas,

24. 23
salídelafábrica,alabrirlapuertayrespirarelaire,pensé,¡gracias
por no haberme matado!
Parecía un zombi, tenía mis pelos largos y rizados llenos de
sangre y polvo, estaban como encartonados.
Llevabalacaramanchadadesangre,yunojonolopodíaabrir
del golpe que me dieron al quedarme inconsciente. No podía ni
caminar del dolor que tenía en el culo, pero tenía que salir de allí.
Eraunanochemuyestrellada,asíquepodíavermásomenos
el camino de arena por el que me habían traído. Me puse la ropa,
estaba toda manchada y orinada, pero a mí eso ya me daba igual,
solo quería llegar a casa y abrazar a mi madre.
Caminé sin tener apenas fuerza para sostenerme pero mi
almaqueríaseguir.Mecaíunpardeveces,aunasíconseguíllegar
al pueblo, tardé unas dos horas en recorrer todo el camino, en
este me autoanimaba pensando que ya quedaba menos, ¡venga
David, tu puedes!
Recuerdo que pasó un señor mayor a mi lado, me miró mal,
y dijo:
— No veas la juerga que te has pegado ¿eh?
A lo que yo contesté:
— Sí señor, sobre todo juerga.
Pobre iluso, no tenía ni idea del calvario que había pasado.
Caminé hacia el escaparate de una cafetería, me miré, ahí estaba
yo, con una mirada distinta y la cara partida, era otra persona.
Miré mis manos y pensé soy invencible, no sabía si reír o
llorar, pero en ese momento mi cabeza me daba las gracias por
haber soportado tanto dolor.
ME LLAMO DAVID

25. MIRIAM BELMONTE HINCHADO
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Seguí con mi ruta hasta que por fin llegué a mi casa. Menos
mal que era de madrugada porque, ¿¡qué iba a pensar la gente de
mi con este aspecto!?
No podía más, estaba agotado, así que hice un esfuerzo para
entrar, tenía miedo, no sabía que decirle a mi madre, no sabía
cómo iba a reaccionar ante ella, y para colmo no tenía llaves, las
perdí cuando me arrojaron la maleta por la ventana.
No sabía qué hacer, no quería despertar a mi hermano, ni
que me viera así.
Entonces se me ocurrió dar tres golpecitos a la puerta, mi
madre me abrió corriendo puesto que estaba en el sofá muy pre-
ocupada, esperándome.
Sentí el paño de la puerta girar, me entraron unos nervios
de muerte, me asustaba la reacción que pudiera tener ante mi
aspecto, de repente abrió.
Al verla me dio un vuelco el corazón, es un ángel, pensé.
Llevaba un batín de estar por casa, su melena era rubia, des-
peinada de estar dando vueltas pensando en dónde podía estar,
su mirada no desprendía sensación de enfado, sino de ternura,
susojosestabanmásrasgadosquenuncayenelazuldesupupila
podía verme reflejado.
De pronto estábamos ella y yo, solos, mirándonos frente a
frente.
Ellasediocuentaenseguidaquealgomehabíapasado,yaque
al verme no pudo pegarme una torta, sino que me abrazo.
Mepreguntóquémehabíapasado,yodespuésdelanocheque
pasé lo único que pude hacer fue ponerme a llorar en su hombro,
con muchísimo valor le dije:
— Casi me matan mamá, dije con un nudo en la garganta.

26. 25
Mesujetóelbrazoymellevoalcomedor,mesentóenelsofá,
estaba descuadrada, solo con ver mi rostro sabía que algo malo
me había pasado, pero ninguna madre está preparada para que
su hijo le diga que ha sido torturado y violado.
—ExplícameDavid,¿cómoquecasitematan?—dijoalzando
la voz.
— Me han cogido tres chicos y me han estado torturando y…
también me han violado. Dije con voz temblorosa y muy bajita.
Ella intentó mantener la calma aunque podía ver como las
piernas le temblaban. Me cogió la cara con sus manos y me pre-
guntó:
— ¿Quién te ha hecho esto? ¡Dímelo David!
— No puedo, me mataran o le harán algo a Pablo, no puedo
permitir eso, me han destrozado la vida, y no quiero que os pase
nada.
Mimadresepusomuytensaymeobligóqueselodijera,que
sinosesaldríanconlasuyayseguiríanhaciendoestoalagente,así
quemebrotóladesesperaciónyselocontétodo,deprincipioafin.
Se echó a llorar de la rabia y con voz temblorosa me dijo:
— ¿Por qué? ¿Cómo puede haber gente tan mala, tan ruin…?
— La hay mamá— le dije — y no me quito esas imágenes de la
cabeza, es como una canción rallada, pero con imágenes.
De repente sin pensarlo le dije la verdad, el porqué de todo:
— Soy gay, por eso me han hecho esto.
No hijo no te han hecho eso por tu orientación sexual, te lo
han hecho porque están enfermos, y pagarán por ello, te lo juro
hijo.
ME LLAMO DAVID