1) El Papa Benedicto XVI destaca la importancia de los "sacramentos de curación", especialmente la penitencia, la reconciliación y la unción de los enfermos.
2) El Papa explica que estos sacramentos ayudan a los enfermos a experimentar que Dios no los abandona en sus sufrimientos y desea curar sus corazones.
3) También enfatiza que la Iglesia debe valorizar más la unción de los enfermos y asegurar que los enfermos puedan recibir la comunión, para
Contiene los cuadros sinopticos de cada uno de los capítulos indicando la pagina de donde se tomaron, ideal para que los alumnos lo tengan como referencia y estudio
Presentacion clase 5 sacramentos de curacion y sanacionJuan Carlos Moreno
Presentaciones para las clases de formacion para el ministerio Cristiano de la Archidiocesis de Galveston-Houston. Para mas materiales de la clase (audio y notas) visite mi sitio www.jcmoreno.net.
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Catequesis basadas en el Catecismo de la Iglesia Católica y en el Compendio, sobre la Iglesia y los siete sacramentos como medios de la gracia de la salvación y de la misericordia de Dios hacia la humanidad. Fueron implementadas en la Misión realizada en la Parroquia de San José (Col Las Flores, Celaya, Gto.) en el año de la Fe 2012-2013.
Catequesis basadas en el Catecismo de la Iglesia Católica y en el Compendio, sobre la Iglesia y los siete sacramentos como medios de la gracia de la salvación y de la misericordia de Dios hacia la humanidad. Fueron implementadas en la Misión realizada en la Parroquia de San José (Col Las Flores, Celaya, Gto.) en el año de la Fe 2012-2013.
En este año queremos central la atención en los enfermos que se encuentran solos y desamparados. Queremos como Iglesia estar al pendiente y ocuparnos de ellos ya que no debemos olvidar que son parte de nuestra comunidad cristiana.
4. Acompañamiento y Sacramentos, Jalapa 2007Pastoral Salud
Cuando se celebran los Sacramentos se intercede por el bien del enfermo, contribuyendo a la Santificación de la Iglesia y al bien de todos los hombres.
A través de los Sacramentos de la Reconciliación y Unción de los enfermos se acompaña al enfermo.
Guia de las cartas del tarot de el extraño mundo de jack.
Arcanos mayores y arcanos menores.
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Con 5 tiradas para comenzar predicciones.
Aprende y utiliza este mazo para divertirte.
Fuente: Emeric Amyot d'Inville, C.M. "Anunciar la Buena Nueva de la Salvación siguiendo las huellas de San Vicente", Vincentiana: Vol. 41: No. 4, Artículo 7.
Diseña una experiencia de aprendizaje sobre lectura y escritura como
herramientas de aprendizaje transversal integrando recursos digitales.
La experiencia se debe planear en el formato 1 y luego, se socializa en
una presentación Power Point y se sube a un Slide Share, Issu u otro
recurso que genere un enlace para su visualización.
Esta guía es una ayuda para hacer por tu cuenta el retiro mensual, allí dónde te encuentres, especialmente en caso de dificultad de asistir en el oratorio o iglesia donde habitualmente nos reunimos para orar.
A. ¿Qué es la soledad?
• En el Antiguo Testamento la palabra hebrea que más se utiliza para “solitario” es shamem, que significa “desolado”.
• En el Nuevo Testamento la palabra griega eremos significa “lugares desiertos”.
• La soledad es el estado emocional de tristeza causado por sentirse solo, aislado o alejado de los demás.
• Una persona puede sentir la falta de cercanía con otros aún cuando estén en su presencia.
• David exclamó al Señor en tiempo de soledad:
“Mírame, y ten misericordia de mí, porque estoy solo y afligido”.
(Salmos 25:16)
B. ¿Qué significa estar solo?
• En el Antiguo Testamento, la palabra hebrea que se traduce solo es badad, que significa “estar con uno mismo”.
• En el Nuevo Testamento, la palabra griega monos denota “sin compañía, solo, solitario”.
• Estar solo es la condición de estar sin compañía, separado de otros.
• Con frecuencia, Jesús buscó estar a solas. Se apartaba de los demás para poder tener comunión con el Padre.
“Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo”.
(Mateo 14:23)
C. ¿Cuál es la diferencia entre estar a solas y sentir soledad?
• La soledad se refiere al estado emocional (por sentirse rechazado y desolado).
• Estar a solas se refiere al estado físico (el estado de estar separado de los demás).
• La soledad generalmente es una experiencia negativa (que va acompañada de un sentimiento de desesperanza).
• Estar a solas puede ser una experiencia positiva (convirtiéndola en un momento de creatividad y comunión con el Señor).
D. Ejemplos bíblicos de soledad
DAVID EXPERIMENTÓ SOLEDAD POR EL RECHAZO.
“Mira a mi diestra y observa, pues no hay quien me quiera conocer;
No tengo refugio, ni hay quien cuide de mi vida”.
(Salmos 142:4)
JOB EXPERIMENTÓ SOLEDAD POR SUS AMIGOS DESLEALES.
“El atribulado es consolado por su compañero; aun aquel que abandona el temor del Omnipotente. Pero mis hermanos me traicionaron como un torrente; pasan como corrientes impetuosas”.
(Job 6:14–15)
ELÍAS EXPERIMENTÓ SOLEDAD PORQUE TEMIÓ LA IRA DE DIOS.
“Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado. Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres”.
(1 Reyes 19:3–4)
E. Ejemplos bíblicos de estar solo
PABLO ESTUVO SOLO CUANDO SUS AMIGOS LO ABANDONARON.
“En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león”.
(2 Timoteo 4:16–17)
JOB ESTUVO SOLO CUANDO
CURSO PRÁCTICO DEL TAROT Una Ventana Abierta al Conocimiento de uno Mismo (Ji...
Mensaje ss benedicto xvi jornada 2012
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1. MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
CON OCASIÓN DE LA XX JORNADA MUNDIAL DEL
ENFERMO(11 de febrero de 2012)
“¡Levántate, vete; tu fe te ha salvado!” (Lc 17,19)
¡Queridos hermanos y hermanas!
Con ocasión de la Jornada Mundial del Enfermo, que celebraremos
el próximo 11 de febrero de 2012, memoria de la Bienaventurada
Virgen de Lourdes, deseo renovar mi cercanía espiritual a todos los
enfermos que están hospitalizados o son atendidos por las familias,
y expreso a cada uno la solicitud y el afecto de toda la Iglesia. En
la acogida generosa y afectuosa de cada vida humana, sobre todo la
débil y enferma, el cristiano expresa un aspecto importante de su
testimonio evangélico siguiendo el ejemplo de Cristo, que se ha
inclinado ante los sufrimientos materiales y espirituales del hombre
para curarlos.
1. Este año, que constituye la preparación más inmediata para la
solemne Jornada Mundial del Enfermo, que se celebrará en
Alemania el 11 de febrero de 2013, y que se centrará en la
emblemática figura evangélica del samaritano (cf. Lc 10,29-37),
quisiera poner el acento en los «sacramentos de curación», es
decir, en el sacramento de la penitencia y de la reconciliación, y en
el de la unción de los enfermos, que culminan de manera natural en
la comunión eucarística.
El encuentro de Jesús con los diez leprosos, descrito en el
Evangelio de san Lucas (cf. Lc 17,11-19), y en particular las
palabras que el Señor dirige a uno de ellos: «¡Levántate, vete; tu fe
te ha salvado!» (v. 19), ayudan a tomar conciencia de la
importancia de la fe para quienes, agobiados por el sufrimiento y la
2. enfermedad, se acercan al Señor. En el encuentro con él, pueden
experimentar realmente que ¡quien cree no está nunca solo! En
efecto, Dios por medio de su Hijo, no nos abandona en nuestras
angustias y sufrimientos, está junto a nosotros, nos ayuda a
llevarlas y desea curar nuestro corazón en lo más profundo (cf. Mc
2,1-12).
La fe de aquel leproso que, a diferencia de los otros, al verse
sanado, vuelve enseguida a Jesús lleno de asombro y de alegría
para manifestarle su reconocimiento, deja entrever que la salud
recuperada es signo de algo más precioso que la simple curación
física, es signo de la salvación que Dios nos da a través de Cristo, y
que se expresa con las palabras de Jesús: tu fe te ha salvado. Quien
invoca al Señor en su sufrimiento y enfermedad, está seguro de que
su amor no le abandona nunca, y de que el amor de la Iglesia, que
continúa en el tiempo su obra de salvación, nunca le faltará. La
curación física, expresión de la salvación más profunda, revela así
la importancia que el hombre, en su integridad de alma y cuerpo,
tiene para el Señor. Cada sacramento, en definitiva, expresa y
actúa la proximidad Dios mismo, el cual, de manera absolutamente
gratuita, nos toca por medio de realidades materiales que él toma a
su servicio y convierte en instrumentos del encuentro entre
nosotros y Él mismo (cf. Homilía, S. Misa Crismal, 1 de abril de
2010). «La unidad entre creación y redención se hace visible. Los
sacramentos son expresión de la corporeidad de nuestra fe, que
abraza cuerpo y alma, al hombre entero» (Homilía, S. Misa
Crismal, 21 de abril de 2011).
La tarea principal de la Iglesia es, ciertamente, el anuncio del
Reino de Dios, «pero precisamente este mismo anuncio debe ser
un proceso de curación: “… para curar los corazones desgarrados”
(Is 61,1)» (ibíd.), según la misión que Jesús confió a sus discípulos
(cf. Lc 9,1-2; Mt 10,1.5-14; Mc 6,7-13). El binomio entre salud
física y renovación del alma lacerada nos ayuda, pues, a
comprender mejor los «sacramentos de curación».
3. 2. El sacramento de la penitencia ha sido, a menudo, el centro de
reflexión de los pastores de la Iglesia, por su gran importancia en
el camino de la vida cristiana, ya que «toda la fuerza de la
Penitencia consiste en que nos restituye a la gracia de Dios y nos
une a Él con profunda amistad» (Catecismo de la Iglesia Católica,
1468). La Iglesia, continuando el anuncio de perdón y
reconciliación, proclamado por Jesús, no cesa de invitar a toda la
humanidad a convertirse y a creer en el Evangelio. Así lo dice el
apóstol Pablo: «Nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es
como si Dios mismo os exhortara por medio de nosotros. En
nombre de Cristo, os pedimos que os reconciliéis con Dios» (2 Co
5,20). Jesús, con su vida anuncia y hace presente la misericordia
del Padre. Él no ha venido para condenar, sino para perdonar y
salvar, para dar esperanza incluso en la oscuridad más profunda del
sufrimiento y del pecado, para dar la vida eterna; así, en el
sacramento de la penitencia, en la «medicina de la confesión», la
experiencia del pecado no degenera en desesperación, sino que
encuentra el amor que perdona y transforma (cf. Juan Pablo II,
Exhortación ap. postsin. Reconciliatio et Paenitentia, 31).
Dios, «rico en misericordia» (Ef 2,4), como el padre de la parábola
evangélica (cf. Lc 15, 11-32), no cierra el corazón a ninguno de sus
hijos, sino que los espera, los busca, los alcanza allí donde el
rechazo de la comunión les ha encerrado en el aislamiento y en la
división, los llama a reunirse en torno a su mesa, en la alegría de la
fiesta del perdón y la reconciliación. El momento del sufrimiento,
en el cual podría surgir la tentación de abandonarse al desaliento y
a la desesperación, puede transformarse en tiempo de gracia para
recapacitar y, como el hijo pródigo de la parábola, reflexionar
sobre la propia vida, reconociendo los errores y fallos, sentir la
nostalgia del abrazo del Padre y recorrer el camino de regreso a
casa. Él, con su gran amor vela siempre y en cualquier
circunstancia sobre nuestra existencia y nos espera para ofrecer, a
cada hijo que vuelve a él, el don de la plena reconciliación y de la
alegría.
4. 3. De la lectura del Evangelio emerge, claramente, cómo Jesús ha
mostrado una particular predilección por los enfermos. Él no sólo
ha enviado a sus discípulos a curar las heridas (cf. Mt 10,8; Lc 9,2;
10,9), sino que también ha instituido para ellos un sacramento
específico: la unción de los enfermos. La carta de Santiago
atestigua la presencia de este gesto sacramental ya en la primera
comunidad cristiana (cf. 5,14-16): con la unción de los enfermos,
acompañada con la oración de los presbíteros, toda la Iglesia
encomienda a los enfermos al Señor sufriente y glorificado, para
que les alivie sus penas y los salve; es más, les exhorta a unirse
espiritualmente a la pasión y a la muerte de Cristo, para contribuir,
de este modo, al bien del Pueblo de Dios.
Este sacramento nos lleva a contemplar el doble misterio del monte
de los Olivos, donde Jesús dramáticamente encuentra, aceptándola,
la vía que le indicaba el Padre, la de la pasión, la del supremo acto
de amor. En esa hora de prueba, él es el mediador «llevando en sí
mismo, asumiendo en sí mismo el sufrimiento de la pasión del
mundo, transformándolo en grito hacia Dios, llevándolo ante los
ojos de Dios y poniéndolo en sus manos, llevándolo así realmente
al momento de la redención» (Lectio divina, Encuentro con el clero
de Roma, 18 de febrero de 2010). Pero «el Huerto de los Olivos es
también el lugar desde el cual ascendió al Padre, y es por tanto el
lugar de la Redención … Este doble misterio del monte de los
Olivos está siempre “activo” también en el óleo sacramental de la
Iglesia … signo de la bondad de Dios que llega a nosotros»
(Homilía, S. Misa Crismal, 1 de abril de 2010). En la unción de los
enfermos, la materia sacramental del óleo se nos ofrece, por decirlo
así, «como medicina de Dios … que ahora nos da la certeza de su
bondad, que nos debe fortalecer y consolar, pero que, al mismo
tiempo, y más allá de la enfermedad, remite a la curación
definitiva, a la resurrección (cf. St 5,14)» (ibíd.).
Este sacramento merece hoy una mayor consideración, tanto en la
reflexión teológica como en la acción pastoral con los enfermos.
5. Valorizando los contenidos de la oración litúrgica que se adaptan a
las diversas situaciones humanas unidas a la enfermedad, y no sólo
cuando se ha llegado al final de la vida (cf. Catecismo de la Iglesia
Católica, 1514), la unción de los enfermos no debe ser considerada
como «un sacramento menor» respecto a los otros. La atención y el
cuidado pastoral hacia los enfermos, por un lado es señal de la
ternura de Dios con los que sufren, y por otro lado beneficia
también espiritualmente a los sacerdotes y a toda la comunidad
cristiana, sabiendo que todo lo que se hace con el más pequeño, se
hace con el mismo Jesús (cf. Mt 25,40).
4. A propósito de los «sacramentos de la curación», san Agustín
afirma: «Dios cura todas tus enfermedades. No temas, pues: todas
tus enfermedades serán curadas … Tú sólo debes dejar que él te
cure y no rechazar sus manos» (Exposición sobre el salmo 102, 5:
PL 36, 1319-1320). Se trata de medios preciosos de la gracia de
Dios, que ayudan al enfermo a conformarse, cada vez con más
plenitud, con el misterio de la muerte y resurrección de Cristo.
Junto a estos dos sacramentos, quisiera también subrayar la
importancia de la eucaristía. Cuando se recibe en el momento de la
enfermedad contribuye de manera singular a realizar esta
transformación, asociando a quien se nutre con el Cuerpo y la
Sangre de Jesús al ofrecimiento que él ha hecho de sí mismo al
Padre para la salvación de todos. Toda la comunidad eclesial, y la
comunidad parroquial en particular, han de asegurar la posibilidad
de acercarse con frecuencia a la comunión sacramental a quienes,
por motivos de salud o de edad, no pueden ir a los lugares de culto.
De este modo, a estos hermanos y hermanas se les ofrece la
posibilidad de reforzar la relación con Cristo crucificado y
resucitado, participando, con su vida ofrecida por amor a Cristo, en
la misma misión de la Iglesia. En esta perspectiva, es importante
que los sacerdotes que prestan su delicada misión en los hospitales,
en las clínicas y en las casas de los enfermos se sientan verdaderos
« «ministros de los enfermos», signo e instrumento de la
compasión de Cristo, que debe llegar a todo hombre marcado por
6. el sufrimiento» (Mensaje para la XVIII Jornada Mundial del
Enfermo, 22 de noviembre de 2009).
La conformación con el misterio pascual de Cristo, realizada
también mediante la práctica de la comunión espiritual, asume un
significado muy particular cuando la eucaristía se administra y se
recibe como viático. En ese momento de la existencia, resuenan de
modo aún más incisivo las palabras del Señor: «El que come mi
carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el
último día» (Jn 6,54). En efecto, la eucaristía, sobre todo como
viático, es – según la definición de san Ignacio de Antioquia –
«fármaco de inmortalidad, antídoto contra la muerte» (Carta a los
Efesios, 20: PG 5, 661), sacramento del paso de la muerte a la
vida, de este mundo al Padre, que a todos espera en la Jerusalén
celeste.
5. El tema de este Mensaje para la XX Jornada Mundial del
Enfermo, «¡Levántate, vete; tu fe te ha salvado!», se refiere
también al próximo «Año de la fe», que comenzará el 11 de
octubre de 2012, ocasión propicia y preciosa para redescubrir la
fuerza y la belleza de la fe, para profundizar sus contenidos y para
testimoniarla en la vida de cada día (cf. Carta ap. Porta fidei, 11 de
octubre de 2011). Deseo animar a los enfermos y a los que sufren a
encontrar siempre en la fe un ancla segura, alimentada por la
escucha de la palabra de Dios, la oración personal y los
sacramentos, a la vez que invito a los pastores a facilitar a los
enfermos su celebración. Que los sacerdotes, siguiendo el ejemplo
del Buen Pastor y como guías de la grey que les ha sido confiada,
se muestren llenos de alegría, atentos con los más débiles, los
sencillos, los pecadores, manifestando la infinita misericordia de
Dios con las confortadoras palabras de la esperanza (cf. S. Agustín,
Carta 95, 1: PL 33, 351-352).
A todos los que trabajan en el mundo de la salud, como también a
las familias que en sus propios miembros ven el rostro sufriente del