El salón de clases estaba desprovisto de vida y color, con materiales opacos y sin atraer a los niños. Los bancos estaban acomodados tradicionalmente en filas, indicando que el modelo del maestro era autoritario. El autor propone llenar el salón con material didáctico atractivo, organizar los bancos en pequeños grupos de diferentes niveles, y mejorar la biblioteca con letreros para cada género.