El documento discute el concepto de dominación de la naturaleza y cómo ha evolucionado a través del tiempo, poniendo en crisis la identidad humana. Argumenta que la dominación de la naturaleza ha llevado a nuevos procesos de globalización y sobreexplotación que obligan a redefinir la identidad humana y encontrar formas alternativas de cambio social y supervivencia respetando la naturaleza. Finalmente, analiza cómo los nuevos procesos de dominación social están ligados a la pérdida de identidad cultural e individual bajo la globalización
1. Autor: Julio César de Cisneros Britto
Institución: Universidad Autónoma de Madrid
e.mail: JCCB-ESOPO@terra.es
La naturaleza como forma de dominación
(una reflexión sobre el papel de la naturaleza en el debate
político y el poder)
Resumen:
La dominación sobre la naturaleza ha puesto en crisis la propia identidad del hombre,
sometida ésta a los nuevos procesos de globalización y de sobreexplotación. En
consecuencia, nos vemos obligados a redescubrir nuestra identidad desatando el poder de
creación de valores y la imaginación como instrumentos de cambio social y supervivencia
de la naturaleza humana y, con ella, toda la naturaleza.
Nota Biobráfica: Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología y D.E.A.en Relaciones
Internacionales por la UAM. Especialista en Modelos Ecológicos (U.P.Cataluña).
Investigador para la Consejería de Medio Ambiente (C.A.M.)). Ha impartido cursos en
el El Escorial, (Cursos de Verano) (Fundación de la UCM) y en la U.A.M .
Conferenciante en Escuelas Universitarias de Castilla La Mancha e Institutos de
Enseñanza Secundaria..
Palabras clave: •
•
Naturaleza, dominación, teoría crítica, positivismo, ecologismo
Comunicación presentada en el VI Congreso de la AECPA de Ciencias Políticas
2. El concepto de naturaleza y el concepto de dominación.
El concepto de naturaleza y el concepto de dominación son conceptos
conocidos por el hombre desde la más antigua prehistoria, la dominación de la
naturaleza y la domesticación de animales y plantas introdujo relaciones sociales de
producción que transformaron las sociedades primitivas, cambios que, a su vez,
marcarían el propio destino evolutivo del hombre.
Hoy día, podemos palpar la influencia que la sociedad humana provoca en la
naturaleza en todos los aspectos de la vida cotidiana.
El capitalismo, como sistema productivo imperante, diversifica el riesgo
económico sopesando riesgos naturales, para garantizar un nivel óptimo de
producción que satisfaga las necesidades del sistema. Por tanto, se puede plantear
objetivos como acabar con el hambre en el mundo, un fin que logra el respaldo
social y político de todos. Cosa que, por otra parte, parece necesitar la ciencia, es
decir, necesidad de beneplácito social, respaldo político y apoyo financiero,
presentando al mundo el resultado de sus descubrimientos como buenos en sí, por
ser beneficiosos para todos. Sin embargo, los productos tecnológicos y proyectos
científicos que se desarrollan bajo el sostén económico y el mecenazgo de las
naciones más ricas del mundo, hace que termine por incluir estos descubrimientos
en el sistema de producción capitalista, teniendo como resultado final el
mejoramiento de las posiciones sociales existentes y la polarización de la riqueza
mundial. Hay, por tanto, una incoherencia entre el fin inicial, apoyar la lucha contra
el hambre en el mundo, y el beneficiario final de los descubrimientos científicos.
Los conocimientos biogenéticos han transformado las técnicas agrícolas y,
por tanto, han introducido nuevos cambios en las relaciones sociales de producción
a nivel planetario. En la actual fase de dominación de la naturaleza se altera, a una
velocidad desconocida hasta ahora, el devenir genético de la misma, artificializando
su comportamiento. Por ejemplo, la manipulación genética de la semilla de soja,
uno de los productos más consumidos en Asia con un número de consumidores
potenciales muy elevado, ha entrado ya, de la mano de la manipulación genética a
crear semillas que no pueden reutilizarse, al introducir mecanismos genéticos que
provocan su infertilidad al año, semillas que no pueden salir fuera del círculo de
abastecimiento que la empresa biogenética marca. La modificación permite crear
una semilla más resistente, pero la dependencia de la tecnología es mayor,
generándose así un mercado específico, altamente concentrado.
La tesis del sobreindustrialismo, basada en el aumento indefenido de las
soluciones tecnológicas a costa de la sobreexplotación de la naturaleza, ha
convertido al ecologismo político en su principal opositor, que considera igualmente
perniciosa la solución industrialista del capitalismo como la del socialismo. El
ecologismo político explica la dominación de la naturaleza a través de las relaciones
económicas que lo promueven. Éstas, al igual que la dominación social, se ejerce
mediante la acción organizada, de las instituciones, los procedimientos conocidos en
nuestra cultura y la participación colectiva o individual de los ciudadanos, es decir,
2
3. mediante los sistemas de acción política. (Horkheimer, Max: Historia, metafísica y
escepticismo, 1998 .Madrid, pág. 20). “En sentido estricto, la sociedad no se apoya
sólo en el dominio de la naturaleza. La sociedad se basa en todo esto tanto como en
la dominación de unos hombres por otros hombres, y el conjunto de los métodos
que conducen a esa dominación y de las medidas que sirven para mantenerla se
llama política”.
Una vez que cobramos conciencia de que el terreno donde se dirime la
explotación de la naturaleza viene dado por las relaciones de poder tanto como por
las relaciones económicas y, en consecuencia, de que es a través de la política como
podemos modificar dichas relaciones, nos vemos enfrentados al problema de
compatibilizar la responsabilidad de garantizar la supervivencia de ingentes masas
humanas con el de tener que asumir que el único instrumento disponible es el
sistema industrial capitalista. Ya no se trata solamente de que utilicemos el
argumento del industrialismo, como instrumento demoledor del espacio natural, en
cuanto principal crítica al sistema, se trata de que el principal argumento de
legitimación de ese mismo industrialismo proviene de la demanda de crecimiento
económico e industrial que las naciones más pobres confían en alcanzar en ese
mismo sistema industrial, que genera desigualdades y dependencias y que llega a
poner en crisis la supervivencia de gran numero de personas. Por tanto, una fase de
desarrollo del sistema donde la riqueza tiene su principal argumento de justificación
en la abundancia de miseria, ya que para resolver ésta última, sólo existe el propio
sistema de producción capitalista como alternativa.
La desideologización, la pérdida de identidad cultural e individual, son las
características de la actual fase de dominación de la naturaleza, ya que la formación
de la riqueza y de la necesaria dominación de la naturaleza humana, trasciende a
fronteras, físicas, políticas y culturales. El sistema capitalista exige el tributo,
imponiendo la adoración fetichista al dinero y el sometimiento de todos los valores
a valores de cambio. Exige un reconocimiento incuestionable al status quo del poder
económico y, en el plano de la racionalidad científica, exige una aceptación de la
racionalidad instrumental, en el plano del pensamiento un positivismo aséptico y en
el plano ideológico una defensa de todo vínculo irracional de identidad colectiva
(religiosa, étnica, cultural, lingüística) que enajene la identidad individual. Postura
irresponsable, pues se llega a delegar en la fe lo que la razón no puede justificar.
Finalmente, al no existir sistema de mayor eficiencia en la producción de la riqueza,
el capitalismo debe asumir éticamente, la responsabilidad de las consecuencias de
miseria, ignorancia y desarrollo insostenible de sus propios actos, por eso, el sistema
encuentra su legitimación, precisamente, en sus antípodas. Pero la incapacidad por
conciliar acto con responsabilidad, en una sociedad irresponsable, en una sociedad
sin identidad, le hace mantenerse en permanente crisis de legitimación y coherencia
a la vez. La crisis de recursos naturales es la señal de alarma de los límites del
crecimiento capitalista en cuanto sistema de dominación sobre la naturaleza, (la
salvaje y la no salvaje y la humana como parte de ella). La unidimensionalidad del
sistema capitalista busca, en un capitalismo, renaciente y fortalecido, reinventar
todos los procesos ideológicos que puedan contribuir a integrar dentro del equilibrio
del sistema esta nueva característica del sistema de dominación. El capitalismo, que
se presenta como el paladín de todas las soluciones, sólo busca el éxito de su propia
reproducción.
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4. o Nuevos procesos de dominación social. Hablar hoy de dominación de la
naturaleza es hablar también de nuevos procesos de dominación social. Los
procesos de dominación social han sido conocidos mediante diversas teorías
sociológicas. No es propósito de esta ponencia hacer recopilación de dichas
teorías, pero daremos por hecho, que tales procesos de dominación pueden
distinguirse a lo largo de la historia, se tomen como referentes: el grado de
desarrollo de los medios de producción, las estructuras políticas dominantes
o las culturas que distinguen una fase de otra. Nosotros definiremos la fase
actual de los nuevos procesos de dominación social mediante la
característica del desprecio de los valores en aras de la satisfacción positiva.
En esta nueva fase se pretende que el pensamiento social de por sentado que
el sistema económico es un hecho inamovible, o insustituible y para ello
necesita, urgentemente, la colaboración ideológica. Esta nueva fase de
dominación y el lugar al que queda relegada la relación entre espíritu y
naturaleza, objeto y sujeto, y otras categorías de este tipo, nos hacen
reflexionar sobre la superficialidad con la que se pretende ubicar
determinadas categorías en el mundo de los misterios, el descrédito de la
filosofía, el desprecio al pensamiento social, reduciendo todo ello a
funciones de utilidad que satisfagan, en definitiva, un posicionamiento
neutral, convenientemente no beligerante con el poder, ni de las naciones
que lo acaparan, ni de los estamentos sociales que crecen al calor de dicho
poder, léase los grandes grupos científico tecnológicos (farmacéutico,
militar, informático, telecomunicaciones,... etc. ).
Explicación a los cambios de nuestro tiempo. Existen diferentes apoyos teóricos
para dar explicación a los cambios de nuestro tiempo. En realidad los cambios son
la característica más rutinaria de nuestra época. Todo cambia, las relaciones
sociales, las relaciones internacionales, las culturas, las religiones o las ideas
políticas. El cambio constituye la base de una sólida estructura.
o La explicación cultural. El disfrute de los valores culturales queda
sustraído al hedonismo como justificación cultural del capitalismo. Hoy se
derrumba cualquier anclaje cultural o social. El individuo como receptáculo
de fines, pierde su identidad al perder subjetividad, al diluirse entre el placer
y el anonimato. Los procesos de globalización, aparentemente
contradictorios a esta crisis de identidad, en realidad son procesos retro-
alimentados, puesto que a mayor globalización mayor aislamiento y pérdida
de identidad. Las naciones y las nacionalidades en permanente crisis de
identidad quedan relegadas a funciones administrativas sometidas al dictado
de la decisión racional y del determinismo económico por efecto de la
globalización, provocando una mayor reivindicación de la identidad
nacional. (Zygmunt Bauman, La sociedad individualizada, 2001, pág 174)
“Las guerras de la identificación no son contrarias a la tendencia
globalizadora ni se interponen en su camino: son un vástago legítimo y un
compañero natural de la globalización y, lejos de detenerla, le engrasan las
ruedas.”. El individuo y la globalización, dicotomía sobre la que explicar el
papel del sujeto en los procesos de toma de decisiones, nos describe a un
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5. individuo aislado, cosificado y consecuentemente irresponsable, pues los
procesos de toma de decisiones, sometidos a la división del trabajo reduce
los riesgos, los márgenes de error, reduciendo la participación efectiva a
márgenes estrechos de responsabilidad La globalización, que no es más que
el capitalismo industrial expandido a escala global, reifica la identidad y, por
tanto, reduce la capacidad del individuo para incidir en el sistema,
generando mecanismos automáticos de decisión social y política, delegando
el debate político a espacios de negociación privados, el neo-corporativismo,
los consejos sociales, los acuerdos sindicales, son algunos de los espacios
que han sustituido el debate político, pero que cumplen la función de
presentar las soluciones ante los gobiernos sin que ese debate llegue a los
ciudadanos, incidiendo, por tanto, en un mayor alejamiento del individuo de
los procesos de toma de decisiones. Confiar en los técnicos y que éstos
presenten las opciones posibles, hace del proceso de toma de decisiones una
aplicación de lo inevitable, ya que se entiende la decisión racional, como la
naturaleza de la razón. Del mismo modo que la globalización atenta a la
identidad, la misma racionalidad instrumental que caracteriza dicha
globalización, es experimentada en el plano individual, es prolongación del
mismo fenómeno. La reificación política, es también reificación personal.
Del mismo modo en que se confía en los técnicos para decidir en política,
también se confía en la lógica proposicional de los ordenadores, en los
esquemas organizativos, con sus respectivos controles de calidad, para
decidir sobre cualquier asunto que afecta a las relaciones humanas, el sujeto
queda subsumido por el anonimato y exculpado de la responsabilidad de sus
actos mediante la supuesta asepsia de la tecnología, mecánica o virtual
(programas informáticos o esquemas organizativos), se provoca el
aislamiento psicológico, la soledad, la virtualidad de las relaciones sociales
(chats, etc...), el stress.
o La explicación Sociológica. Algunos creen que la finalidad de las Ciencias
Sociales es la interpretación del mundo. (Jeffrey C. Alexander, Sociología
Cultural, 2000, pág. 115) “el cometido de los intelectuales no es sólo
explicar el mundo, sino también deben interpretarlo”, cualquiera que sea la
diferencia sustancial entre lo uno y lo otro.
Parece ser un rasgo común para la Sociología convencional las
referencias al estado actual de nuestro mundo o nuestro tiempo, como
titulará Jeffrey C. Alexander (op.cit.), su capítulo de Sociología cultural
“Moderno, Anti, Post y Neo: Cómo se ha intentado comprender en las
teorías sociales el "Nuevo Mundo" de "Nuestro tiempo”. El papel del
investigador social es criticado por buscar la esencia de las relaciones
sociales que explican y dan sentido a la vida social y pretende ser reducido a
mero espectador o taquígrafo de la realidad dada. El debate existente en la
Sociología actual es ridiculizado como pugna alejada de la explicación
sencilla a causa del uso de un lenguaje dificultoso. Es como si dijéramos –
¡Ven señores, es que ni se les entiende! -. Con ello se pretende buscar, en el
efecto que produce sobre la opinión pública el debate sociológico, la
justificación de sus desaciertos, es decir, como si dichas pugnas no tuvieran
que ver con la realidad social sino que, al margen de ella, se estuviera
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6. debatiendo en lenguaje inaccesible. Se critica al debate sociológico por el
compromiso que adopta, por la búsqueda de las esencias y por no quedarse
en la mera forma, por cuestionar las limitaciones de su tiempo, por realizar
un discurso trascendente, en definitiva, por atreverse a aportar capital
intelectual y no simple trabajo recopilatorio de la realidad existente, es decir,
porque aporta pensamiento social, en vez de conformarse con aceptar las
limitaciones históricas en las que vive, que son consideradas, en definitiva,
como inamovibles e incontestables. Nos dirá Jeffrey C. Alexander (ob.cit.):
“ pugnas entre (...) interlocutores (que) pueden ser intimidatorias y
desconcertantes, no sólo a causa de la dificultad intrínseca de su mensaje,
sino porque cada uno se presenta no como forma sino esencia, no como el
único lenguaje en el que el mundo encuentra sentido sino como el único
sentido real del mundo”. En consecuencia, cualquier intento de teorizar el
sentido de la vida social, es un intento vacuo, históricamente limitado,
(Jeffrey C. Alexander,op.cit.) “Cada uno de estos mundos encuentra sentido
pero sólo de un modo históricamente limitado”, que visto desde cualquier
otro momento resultará vacío. Merton, apostará por las teorías de alcance
medio, en una clara renuncia de teorizar la globalidad y en un afán de hallar
explicaciones más micro. Es decir, como si fueran exposiciones
necesariamente incompletas en un mundo y un tiempo limitado. Con la
renuncia de macroteorizar, en realidad se rompe el cordón umbilical que une
la realidad social con el pensamiento social, para convertirse, éste último, en
interpretación de los hechos o en recolector de datos. De ello se deriva otra
consecuencia práctica que caracteriza la sociología convencional, consistente
en presentar al mundo capitalista como el mundo objetivo de referencia.
Porque cuando se habla de modo históricamente limitado puede referirse a
las limitaciones del tiempo de vida de los investigadores, o, parafraseando a
Marx, del Modo de Producción Capitalista. El mundo “limitado” es, en
realidad, el mundo existente y, por tanto, el sentido que se busca a “esos”
mundos no son sino versiones, de modos discordantes, poco más o menos
que diferencia de pareceres. Pero ¿qué fue de la objetividad científica?. La
objetividad que se le supone a la aséptica observación científica. Sólo tiene
sentido en esa visión esclerótica del positivismo histórico, cuando los
acontecimientos sólo tienen significado en la medida en que se manifiestan a
la experiencia del investigador. Un análisis aséptico, libre de valores, ausente
de prejuicios, en el sentido de juicios previos, que revierte en una historia sin
historia. Esa distancia de la realidad que permite situar a la Sociología como
ciencia empírica al servicio de la explicación de la evidencia. Constructora,
en definitiva, del discurso cátedro y legitimador de la realidad. Un viaje, para
el cual, no hace falta alforjas.
o Dos grandes corrientes.
Si tuviésemos que clasificar a la Sociología moderna en dos grandes
corrientes recogeríamos el testigo de Daniel Bell, recuperando el eje axial de
la cultura moderna, pero nos vemos obligados a reunir en un abanico amplio,
no exento de fuertes oposiciones, a la Sociología que pugna por demostrar la
validez de su propia posición como ciencia y como recurso útil. Por tanto,
6
7. podríamos clasificar las teorías sociológicas actuales en dos grandes
corrientes.
Una, que va desde la que valora los procesos de modernización como
logros de la humanidad y prerrequisito de una sociedad global, libre de
fronteras (Alvin Toffler, Inglehart). Hasta otras que ven como las tendencias
de cambio que constituyen nuestro nuevo y confuso mundo están
emparentadas y que podemos hallar sentido a su interrelación. (Manuel
Castells, 2001, La era de la información, La sociedad red)
Otra, más crítica con la visión legitimadora del sistema capitalista
dominante, aglutinadora de los defensores de la sociedad internacional, la
antiglobalización, etc...En definitiva, las que, sin medios materiales, sin
programa alternativo y, por tanto, sin identidad definida viven, en su
compromiso, el principio axial de la cultura moderna y buscan el cambio
explorando todas las identidades posibles, el papel de la mujer, las
formaciones sociales desiguales, la sociología del compromiso (Gouldner,
Wright, Haraway, Samir Amin). Se trata, por tanto, de explotar todas las
identidades donde se manifiestan las contradicciones sociales, buscando, en
definitiva, una identidad social que polarice los cambios, que asuma la
responsabilidad de las transformaciones sociales. Lo que, en palabras del
liberal D. Bell, (Daniel Bell, Las contradicciones culturales del capitalismo,
1987) “el principio axial de la cultura moderna es la expresión y
remodelación del "yo" para lograr la autorrealización. Y en esta búsqueda,
hay una negación de todo límite o frontera puestos a la experiencia.”. El
discurso, por tanto, nos hace ver la importancia del sujeto histórico concreto
en la explicación sociológica.
o El sujeto histórico.
La manera como refleja el debate ecologista, la búsqueda del sector social
que abandere el cambio, señala el eje sobre el que gira la acción social: el
sujeto. Como hasta ahora hemos podido observar, la cuestión de la identidad
pone sobre el tapete el más delicado asunto de las contradicciones culturales
del capitalismo. Este debate, a diferencia de las referencias que toma el
discurso positivista y pragmático, no contemplan las relaciones sociales de
producción como un determinante económico, sino que impulsa la
interiorización de una nueva ideología que nos permite aceptar y asimilar
racionalmente otras normas. Convencer a las grandes masas de la necesidad de
cambiar nuestros hábitos, nuestros caracteres, formados al calor de la industria
y las directrices ciegas que destruyen la naturaleza, de ese modo, desarrollando
nuevas actitudes se forjan estrategias alternativas de supervivencia que
posibilitarían el ejercicio de una práctica coherente con la vida natural en su
conjunto. En definitiva, completar el proceso de adaptación a otra realidad,
cambio de valores antes que cambios económicos. Traemos a colación el
dilema que recoge Dobson (op.cit., 1997, pág. 181): “Como ha observado
David Pepper, "la gente no cambiará sus valores simplemente porque se les
enseñen otros diferentes" (Pepper, 1984, pág.224). Prosigue Pepper; "¿Cuál
es, entonces, el verdadero camino hacia delante, si no ha de ser únicamente, o
en gran medida al menos, el de la educación?.” Algunos han buscado una
7
8. explicación teórica, recurriendo al esquema materialista, según el cual la base
material determina la superestructura, la ideología, la política, los valores, etc.,
por tanto, acarician el impulso revolucionario que pretende cambiar las cosas
de abajo a arriba. “Debe ser el de la búsqueda de una reforma de la base
material de la sociedad, concurrente con el cambio educacional" (íbid.,
cursiva en el original).” Una vez más la necesidad de insuflar aires
revolucionarios refiere al problema del sujeto. El sujeto como entidad colectiva
con capacidad de abanderar, mediante la autoconciencia, los cambios de la
base material del sistema y con ello introducir la nueva ideología ecológica.
“De acuerdo; pero ¿cómo?. Inicialmente, la respuesta a esta pregunta podría
depender simplemente de que se soslaye y se pregunte en cambio: ¿Quién está
mejor situado para efectuar el cambio social?". Una característica básica de
la teoría política verde es que nunca ha hecho esa pregunta de forma
coherente, principalmente porque la respuesta se considera obvia; todos”.
Ese cierre en falso del problema del sujeto histórico nos recuerda que el
individuo es, en todo proceso de ideologización, el instrumento necesario de la
transformación colectiva. Mientras que se consideraron los cambios
sociopolíticos como efecto directo del cambio económico, los individuos sólo
han tenido la opción de actuar en cuanto masa. La organización del debate y la
transformación de las aportaciones individuales a la acción organizada ha sido
un tema llevado a su punto más interesante por Gramsci, y de cuyo
planteamiento sólo se derivó la naturaleza del partido como versión moderna
del príncipe maquiavélico, es decir, como el instrumento cuyo fin es la
conquista del poder. Esas son algunas de las consecuencias que la historia del
comunismo aventaja al ecologismo. La madurez ideológica del ecologismo
pasa por resolver el papel del individuo en la acción organizada para el cambio
social. Para Marx, el protagonista del cambio social debía ser el proletariado. A
la luz de la importancia escasa que tiene el proletariado en las sociedades
industrializadas actuales, de su disminución numérica y su diversificación
funcional, bastante tiene con mantener su posición de fuerza en la negociación
socio-económica colectiva. El sujeto social no puede tomar autoconciencia si
no están definidos los puntos de inflexión, es decir, qué circunstancias
histórico-concretas convierten en protagonista del cambio, en sujeto histórico, a
un determinado conjunto social, cuál es su factor de negatividad, de revulsivo
social, es decir, contra qué lucha, cuál es su táctica y estrategia, cuáles sus
aliados y cuáles sus enemigos. Por tanto, la búsqueda del sujeto, en general,
deviene en encuentro, en hallazgo concreto. La búsqueda de la autoconciencia,
deviene en conciencia social. Nos preguntamos sobre si el sujeto social ha de
ser la clase media, la clase de los profesionales o la clase obrera especializada,
pero yo creo que el discurso de las clases no puede leerse en clave monetaria.
Si queremos comprender cuales son los agentes que han de llevar el discurso
del cambio hemos de buscar en las contradicciones internas del capitalismo
tardío, contradicciones políticas, más que culturales, aunque dichas
contradicciones puedan ser evidenciadas en la cultura. Es más, precisamente, si
hay cambios, será la cultura la prueba del mismo. El agente social, el agente del
cambio, está en las mismas contradicciones políticas del capitalismo. Una
batalla inmensa, global, se está produciendo. Esta batalla es la del poder de la
8
9. identidad y la preponderancia. Unas veces locomotoras económicas otras veces
dragones, evidencian grandes grupos de cabeza en esta “tour” del poder. En
ocasiones lenta, en ocasiones fulgurante, las luchas por el poder extraterritorial
de los Estados, el acaparamiento de mercados y la resistencia que genera es el
territorio donde se muestran los actores de nuestro tiempo. Unas veces,
indígenas, otras naciones orientales, otras las occidentales, pueden poner al
mundo ante el dilema de la legitimidad del poder existente, pero todos tienen
en común el problema de resolver la identidad del hombre, su significado y su
responsabilidad en los hechos percibidos. Resulta mucho más agresivo para la
estabilidad del sistema capitalista una operación arriesgada en la Bolsa, que las
huelgas por motivos salariales. En determinadas condiciones, la estabilidad de
las relaciones sociales puede ser determinante para la evolución del mercado de
valores pero lo es, más aún, una decisión de rebaja de tipo de interés desde un
órgano de decisión bancario internacional (BCE, por ejemplo), o la
devaluación del yen. Visto desde el ángulo de la acción social, las
contradicciones del capitalismo transfronterizo mueve e impulsa decisiones
políticas, pero las decisiones políticas disponen de mayor margen de maniobra
subjetivo que los que toman decisiones bajo el simple esquema del máximo
beneficio. La estructura económica, en términos althuserianos, es dominante y
determinante. Pero hoy asistimos a la crisis de la razón instrumental, pues ésta,
ha demostrado su incapacidad funcional para resolver los problemas acuciantes
que afectan a grandes masas de seres humanos. Siendo, en cambio, altamente
efectivo para una minoría. El ejercicio de la razón instrumental en el seno de
los procesos de toma de decisiones de las estructuras económicas capitalistas,
ha llevado a que la estructura política quede en evidencia, ya que es el único
espacio de decisión en el que se puede ejercer la crítica respecto de qué tipo de
relaciones sociales queremos. Frente al lenguaje de la política del ciudadano
anónimo, del votante televisivo, sólo por los individuos se puede tomar
autoconciencia social. El individuo es tácticamente más importante que la masa
y estratégicamente más persistente. Su acción social no tiene respuesta por el
sistema, el cual, no ve individuos sino procesos y líneas o tendencias. El
individuo que tenemos, el que hemos llegado a ser, es el individuo masa. Esa
rebelión de las masas que José Ortega y Gassett nos describió, mostraba el
colectivismo ideológico como signo de la falta de vertebración social, y frente
a ello los valores de la racionalidad que cultivan al individuo y la
responsabilidad, como nos recordará en su célebre frase, “yo soy yo y mis
circunstancias”1. Pero en la actualidad, el individuo autoconsciente toma su
posición como instrumento y su consciencia como realización de sujeto
histórico. El conocimiento, que hasta hoy ha sido leído por las indicaciones de
los tecnólogos, tecnócratas y pseudocientíficos del I+D, pero éstos ven como el
principal receptáculo del conocimiento, que el que aporta valor cualitativo, no
son los grandes trust tecnoindustriales, pues éstos sólo tienen dinero. El
principal receptáculo de valor reside en el cerebro de cada uno de los
individuos con inteligencia suficiente para dar significado a la información. En
1 Ortega y Gassett, José: Reflexiones sobre el Quijote, 1912
9
10. definitiva, es la imaginación, la capacidad de soñar despierto, el principal factor
de riqueza. Y eso representa una gran virtud y un gran peligro, porque
acostumbrados a desarrollar enormes capacidades técnico-defensivas, confiar
en sistemas automáticos o semiracionales (computadores complejos, sistemas
de juegos y simulación), hemos puesto en la imaginación de los dirigentes,
como si de un don divino se tratase, toda la capacidad y todo el poder de
decisión y no se ha hecho nada por racionalizar la imaginación del poder. Los
actos protagonizados por individuos aislados suponen un mayor impacto en la
estructura social, e incluso en el sistema social, que la acción decidida desde
grandes organizaciones de masas. Acostumbrados a ver la facilidad con que
son manipuladas las masas, el individuo adquiere un protagonismo táctico y
estratégico. El terrorismo como acto de minorías sectarias, la inmolación de
individuos, la imagen del individuo asesinado, machacado, constituye un
detonante de voluntades mucho mayor que la acción de las masas. Hoy día, no
quedando más identidad que la del individuo aislado, éste se revela como punto
de inflexión. La acción va dirigida al individuo, como sujeto autoconsciente.
La acción política va dirigida a la vida particular, a la intimidad, al dolor
personal, a la vergüenza y, para ello, todos los argumentos colectivistas son
reforzadores de la identidad. El individuo es la brecha del sistema..
o La explicación filosófica. La gran tarea filosófica de nuestro tiempo supone
para Foucault un ejercicio de imaginación. Una imaginación que nos haga ver
lo que queremos y no queremos ser. Los signos de identidad son, en realidad,
un intento de recuperar el destino y el sentido de la vida. (Materiales de
Sociología Crítica: Foucault, Porqué hay que estudiar el Poder: la cuestión
del sujeto, 1986) “Pero el análisis crítico del mundo en el que vivimos
constituye cada vez más la gran tarea filosófica. Sin duda el problema
filosófico más acuciante es el de la época presente, es decir, qué somos en
este momento concreto. Sin duda el objetivo principal hoy no es el de
descubrir, sino el de rechazar lo que somos. Tenemos que imaginar y
construir lo que podríamos ser para desembarazarnos de esta especie de
"doble imposición política" consistentes en la individualización y la
totalización simultáneas de las estructuras del poder moderno”. Vivimos un
tiempo donde la unidimensionalidad que caracterizó Marcuse, ha llegado a su
más evidente plano de expansión. Las sociedades modernas, son sociedades
que sufren retrocesos culturales, precisamente por integradoras, por compartir
el mismo totem monetarias con todas las culturas. Los pobres, venden su arte,
su artesanía, su saber ancestral, a los turistas primero y luego en las calles de
Berlín, Londres, París, Madrid. El feminismo, retrocede para recuperar esta
rémora del atraso social y cultural que viene con la emigración, rescribiendo
lo que se creía asumido o tolerado. El sindicalismo, retrocede ante las
condiciones abusivas en países sin protección social y la sobreexplotación de
la emigración. El proceso de formación de las clases sociales, es alterado por
la repentina presencia de fortunas formadas al calor de las mafias
internacionales. La influencia política de las organizaciones financieras, se
hace determinante, por su influencia en los valores macroeconómicos. Esa
doble imposición a la que se refiere Foucault, consistentes en la
10
11. individualización y la totalización simultáneas de las estructuras del poder
moderno, refleja los procesos dialécticos a los que están sometidas todas las
estructuras sociales. La rebelión de la individualidad es la piedra de toque. La
urgente necesidad de resolver la alienación, que no es más que la separación
entre ser y conciencia, mediante la cosificación del ser y la reducción de la
conciencia a su valor instrumental. El sujeto, convertido en instrumento del
consumismo, sólo tiene conciencia de su protagonismo social mediante su
acción en el mercado, perdiendo, de ese modo, el reconocimiento de su papel
como actor reflexivo y crítico, queda, por tanto, aislado por un procedimiento
de decantación, de química social, necesita enfrentarse a la tarea inmensa de
encontrarse o reencontrarse.
La crítica frakfurtiana nos reclama una crítica de la razón instrumental, la
cosificación y los nuevos procesos de alienación social. La formación de un
nuevo pensamiento social crítico no será sólo construcción refleja del
observador social. La ideología, en cuanto conjunto de ideas y pensamientos
que caracterizan una determinada estructura social, no es el efluvio etéreo de
la estructura material. Ésta ideología, es realidad física y material, vivencia
concreta de las ideas que las valoran y justifican. Así pues, la realidad
ideológica no sólo se construye en el debate de quienes participan en el
discurso intelectual, a modo de espejo reflectante, más o menos opaco, de la
luz que choca con los objetos externos y van a parar a las obras escritas, sino
que sobre todo son vivencias humanas, donde la alienación del individuo se
practica por medio de instituciones que ejercen el dolor mediante la aplicación
de castigos, la salud mediante la discriminación y el aislamiento de quienes se
decide que son enfermos, la soledad, mediante la separación de los que se
decide deben ser aislados por considerarlos perjudiciales para la
mayoría.(Foucault, ob.cit.) “Sin duda es más inteligente no enfocar
globalmente la racionalización de la sociedad o de la cultura, sino más bien
analizar el proceso en distintos dominios, cada uno de los cuales reenvía a
una experiencia fundamental: la locura, la enfermedad, la muerte, el crimen,
la sexualidad, etc. . Pienso que el término "racionalización" es peligroso. Lo
que hay que hacer es analizar racionalidades específicas más que invocar sin
cesar los procesos de la racionalización en general”. La reducción del orden
social a mecanismo de control, o la enfermedad como administración de salud,
son algunos ejemplos del lenguaje reificante y la instrumentalización de la
racionalidad. La resistencia a la deshumanización, a la pérdida de identidad y
a la reificación de la conciencia sólo se puede combatir desde un acto de
conocimiento, pero no es el conocimiento de la educación, ni el conocimiento
científico (en su consideración de conocimiento para la tecnología), es el
conocimiento como cualidad humana, que se puede construir, que se puede
dirigir por la voluntad, que no es específico de los especialistas, sino del
conocimiento como cualidad de reflexión humana. Ese conocimiento de la
imaginación, ese cultivo del poder de crear constituye la herramienta de
combate más efectiva. La identidad resulta ser la autoconciencia del poder de
la imaginación humana. Negarse a aceptar el destino de la reificación, es el
primer acto revolucionario frente a la dominación de la naturaleza humana,
desde las estructuras del poder.
11
12. o La explicación positiva. La explicación positiva impide corregir los
fenómenos regresivos pues su relativismo le impide fijar un eje de referencia
desde donde medir si vamos hacia delante o hacia atrás, ese relativismo
constituye una característica del positivismo pues cuando es necesario tomar
como referencia el momento histórico desde donde observar los cambios, éstos
no obedecen, aparentemente, a ningún criterio, a no ser el propio momento
histórico de la investigación. El sentido de la existencia deviene conservadora,
pues sólo tiene sentido la soledad de la existencia positiva, es decir, la soledad
de lo dado, de la realidad observada o vivida, es, por tanto, un empirismo
monista, una experiencia en solitario, sin explicaciones colectivas, sin
conciencia de pertenencia a una corriente o tradición de pensamiento.
Consagra, por tanto, en el plano de lo social, la posición inmovilista de los que
disfrutan de una existencia privilegiada. El modelo de humanidad que
corresponde a esa existencia privilegiada, no es un hombre con más dinero o
con más mujeres, o con más casas. Se nos propone un modelo de humanidad
superior gracias al progreso positivo de las ciencias. El positivismo quiere que
aceptemos: el ser biónico. Es la imagen del héroe solitario, poseedor de
cualidades más que humanas, dotado de una fuerza biónica, una fusión de
hombre y robot, un proceso de aceptación de la superioridad de la máquina
sobre la realidad física del hombre, al que no se le atribuye mayor poder de
transformación que las emociones, entendidas estas como crisis de emotividad,
que nubla la desafectada y ciega racionalidad proposicional. La emotividad
parece ser la representante misma de la naturaleza humana, naturaleza
distintiva, pero pulsionada desde el inconsciente, donde fluye libremente lo
más atávico del hombre y a la par primitivo y auténtico. Esa perspectiva ha
dado lugar a los supermanes, spiderman, terminator y demás soldados y
héroes galácticos. Un ser que reconoce la superioridad de la tecnología
fundiéndose con ella, no pudiendo concebirse sin ella, no pudiendo
perfeccionarse sin ella y que obedece la voz de sus creadores cuando proponen
un nuevo equilibrio, un pacto con un nuevo "Dios" o una nueva moral. Un
Arca de Noe, en cuyo interior se conservaron todas las especies, mientras el
resto de la naturaleza era destruida. Así la tecnología se propone como la nueva
arca, y, a su vez, una nueva alianza, una nueva relación de poder, que ha de
permitir sobrevivir a los hombres que la siguen, los que se someten a ella. Y
los que no, han de perecer.
Así pues, la imagen de un ser superior gracias a la tecnología, a la mutación de
su naturaleza, plantea una nueva relación de poder. Todos los recursos
económicos que absorben los proyectos de investigación, han ido consolidando
nuevos señores, nuevos amos y nuevos sacerdotes. Cuando el capitalismo
industrial llegó a su esplendor en el siglo XIX, las relaciones de poder eran
marcadas por las relaciones sociales de producción. La búsqueda de la
reducción del capital variable, la sustitución del hombre por la máquina, supuso
un fuerte apoyo a la ciencia, pero ésta se comportaba de manera irregular.
Cuando el capitalismo, de la mano del intervensionismo estatal y de los
conflictos políticos en las guerras mundiales, perfeccionó su relación con la
ciencia, incorporando la producción de conocimiento científico y su derivación
12
13. tecnológica, al sistema de producción, fuertemente apoyado por el poder
financiero, éste abrió las puertas a nuevos actores, en cuyas manos se encuentra
la llave de la riqueza y de la política, incluida la ideología de la racionalidad
instrumental. Los científicos actúan como lo hicieron los antiguos sacerdotes,
en las grandes civilizaciones, sin sus conocimientos no hay progreso y, por
tanto, la identidad misma del hombre, su propia autoconciencia, sólo puede
sobrevivir y perfeccionarse en virtud de dichos conocimientos. Horkheimer:
(Horkheimer, Max: Teoría Crítica, la filosofía de la concentración absoluta,
Barcelona, 1971, pág.89) "Los procesos económicos, merced a las relaciones
sociales, actúan sobre todo el mundo espiritual y, con ello, sobre la condición
misma de la naturaleza humana". El capitalismo superindustrializado2 ha ido
globalizando sus procesos productivos y sus valores culturales, la humanidad
se ve ante el dilema de aceptar esa nueva relación de poder, esa nueva
esclavitud, aceptando la imagen del ser biomecánico, manipulado por la
ciencia3, o resistir y revelarse ante esa nueva moral, o sea, esa nueva relación
de dominación.
o La metodología científica. Adorno y Horkheimer afirman que la ciencia, la
ciencia de la naturaleza, la ciencia que analiza los fenómenos al margen de
su dinámica histórica, la ciencia que habla en porcentajes frecuencias, la
ciencia que canaliza los fenómenos como si los fenómenos no tuvieran una
significación para las personas que los hacen. Esa ciencia, utilizada para
estudiar conceptos como la conciencia en sí, como la persona y la razón
como la diferencia entre espíritu y naturaleza, alma y cuerpo y otras
categorías, reduce a fetiches el significado de las mismas. Porque su
significado procede de un análisis histórico, es decir de un análisis dinámico,
un análisis donde lo que se analiza incluye al analizador no sólo en su
constitución psicológica sino también en su ubicación histórica, en su papel
como productor de pensamiento. La ciencia misma está limitada
históricamente, está limitada por las influencias, aportaciones y las
convenciones que contribuye a dar una cierta estabilidad a los apriorismos
científicos y a la posición de poder que los científicos y los tecnólogos
tienen en la sociedad moderna. Horkheimer, nos advierte, ya en el
planteamiento de la teoría crítica, de la debilidad que para el conocimiento
tiene la aplicación mecánica de los métodos científicos al conocimiento
humanístico.
o El concepto de naturaleza para la crítica del positivismo lógico. El
concepto. La elección del concepto de naturaleza en la teoría crítica, puede
denotar una visión idealista de la teoría crítica, porque "concepto", para el
positivismo, es una categoría vacía a la espera de que el experimento cristalice
su significado y, una función "Y", dependiente de una variabilidad de "X". Por
2 Cuya cualidad principal reside en la negación de la identidad política del individuo y la sobrevaloración de la masa, mass media,
opinión pública, índice de audiencia, etc..
3 Desde la manipulación de la vida (vegetal, animal o humana).
13
14. el contrario, en la teoría crítica, tiene un significado como abstracción lógica,
reflejo de la realidad material, dos caras existentes y sólo separables por medio
de la abstracción intelectual pero inseparables en la realidad material. En
cambio el positivismo sostiene la objetividad del concepto y, por tanto, cosifica
dicha categoría. Dirá Horkheimer, en La crítica de la razón instrumental, ( op.
cit., 1969. pág.57) "En el pragmatismo, por pluralista que pueda parecer, todo
se convierte en mero objeto y por ello en última instancia en una sola y la
misma cosa, en un elemento en la cadena de medios y efectos.". La propia
naturaleza del concepto nos marca las orientaciones metodológicas, es decir,
los modos en que se ha de abordar el objeto de análisis. Ello nos lleva a
plantear las siguientes cuestiones: La ciencia positivista cosifica el
pensamiento, del mismo modo que le concede al pensamiento realidad
objetiva. Para ello, la enajenación del hombre respecto de la naturaleza es
condición necesaria, pues concede a la naturaleza humana una existencia
objetivamente distinta de la del resto de los seres vivos, ello sólo se sostiene
gracias a la concesión que el positivismo hace a la objetividad de los
procedimientos metodológicos de la ciencia, y, por otra parte, concesión a la
teologización, a la divinización, a la superioridad extramaterial de la
explicación científica, como si se tratara de un mero sustituto del mito y no una
explicación veraz y refleja del pensar la realidad. Este conflicto entre el
hombre y la naturaleza es crucial para la crítica del positivismo lógico, pues
ilustra la separación ahistórica que le concede dicha posición filosófica a la
dominación del hombre como fenómeno sensible y distante, a la vez que
distinto, del de la dominación de la naturaleza. Es decir, sostiene que la
explotación de la naturaleza no tiene que ver con la explotación del hombre.
El positivismo, al igual que la cultura preanimista, otorga a la naturaleza una
identidad distinta de la realidad material. Mediante la categorización, la
clasificación y la nomenclatura científica, el científico positivo reproduce lo
que los salvajes hacen con el mundo natural, es decir, concederle
objetividad, existencia real a su propia percepción de la realidad. Del mismo
modo que las culturas animistas creen en la objetividad de los espíritus, la
ciencia cree en la objetividad de su codificación. (Horkheimer, Max: La
dialéctica de la Ilustración, 1969, pág. 70) “No es que el alma sea
introyectada en la naturaleza, como quiere hacer creer el psicologismo; el
maná, el espíritu movente, no es una proyección, sino el eco de la
superioridad real de la naturaleza en las débiles almas de los salvajes. La
separación entre lo animado y lo inanimado, la ocupación de determinados
lugares con demonios y divinidades brota ya de este preanimismo. En él
está ya dada la separación entre sujeto y objeto. Si el árbol no es
considerado ya sólo como árbol, sino como testimonio de otra cosa, como
sede del maná, el lenguaje expresa la contradicción de que una cosa sea
ella misma y a la vez otra distinta de lo que es, idéntica y no idéntica.
Mediante la divinidad el lenguaje se convierte de tautología en lenguaje.”.
La dominación de la naturaleza surge en el mismo instante en que se
reconoce identidad a los objetos mediante la asignación de valores, ello
permite que el conocimiento de esa realidad tenga significado para el
hombre. Por tanto, el concepto supone otorgar identidad a las infinitas
14
15. realidades posibles que comparten algo en común, un significado común, un
sentido común. El concepto se disuelve al contacto con la realidad, su
existencia es efímera y negativa (Horkheimer, ob.cit.) “El concepto, que
suele ser definido como unidad característica de lo que bajo él se halla
comprendido, fue, en cambio, desde el principio el producto del
pensamiento dialéctico, en el que cada cosa sólo es lo que es en la medida
en que se convierte en aquello que no es. Ésta fue la forma originaria de la
determinación objetivamente, en la que concepto y cosa se separaron
recíprocamente; la misma determinación que se encuentra ya muy extendida
en la epopeya homérica y que se invierte en la ciencia moderna positiva”.
Con la cosificación del concepto se acaba con su poder negativo, su
desdoblamiento instrumental se transforma en instrumento del
desdoblamiento, es decir, la identidad del objeto mediante la asignación de
un lugar significativo para el sujeto, sustituye al valor subjetivo del objeto,
como dotado de valor intrínseco. La relación dialéctica entre la realidad y la
valoración de esa misma realidad, implica un conocimiento reflexivo sobre
la realidad y, por tanto, una permanente rectificación, un perfeccionamiento
del pensamiento que piensa esa realidad. En el positivismo lógico esta
relación es invertida, pues los valores surgidos de ese pensar, adquieren
categoría de objetos, como si los objetos no pudieran ser otra cosa ni
cumplir otra función que no fuera aquella para la que fueron pensados en su
momento. Así la naturaleza, en el positivismo lógico es esclava de los
procedimientos con los que es analizada, pues dichos procedimientos
otorgan un valor científico, a modo de tautología, de ley universal. O lo que
es lo mismo, la naturaleza se convierte en objetos clasificados, cuyo orden
natural es sustituido por el orden acabado de la cuadrícula que utiliza el
investigador para clasificarlo.
La iluminación de la razón, la luz que despejaría las sombras de la
ignorancia, no logra resolver el pánico del hombre ante el poder de las
fuerzas a las que está sometido. Los ilustrados, los científicos, no logran
apaciguar las fuerzas de la naturaleza, sólo consiguen que la luz artificial, la
luz del conocimiento científico, se manifieste como otra forma de poder, y,
por tanto, otra forma de terror. “Pero esta dialéctica sigue siendo impotente
en la medida en que se desarrolla a partir del grito de terror, que es la
duplicación, la tautología del terror mismo. Los dioses no pueden quitar al
hombre el terror del cual sus nombres son el eco petrificado. El hombre cree
estar libre del terror cuando ya no existe nada desconocido. Lo cual
determina el curso de la desmitologización, de la Ilustración, que identifica
lo viviente con lo no viviente, del mismo modo que el mito identifica lo no
viviente con lo viviente”. El emplazamiento de la solución científica a un
instrumento, la sustitución de la fuerza de trabajo por la máquina, la
reducción del trabajo intelectual a número de datos recopilados, el desprecio
a la filosofía y al pensamiento social, son formas de manifestar el miedo a la
oscuridad, la búsqueda a ciegas del interruptor en una habitación a oscuras,
el desplazamiento de nuestros miedos hacia el exterior. “La Ilustración es el
temor mítico hecho radical. La pura inmanencia del positivismo, su último
producto, no es más que un tabú en cierto modo universal. Nada
15
16. absolutamente debe existir fuera, pues la sola idea del exterior es la genuina
fuente del miedo.”
o Las matemáticas. La identificación del mundo enteramente pensado,
matematizado, con la verdad, identifica el pensamiento con las matemáticas.
Con ello quedan éstas, elevadas a instancia absoluta. En la matematización
galileana de la Naturaleza es esta naturaleza misma la que pasa a ser idealizada
bajo la dirección de la nueva matemática. El pensamiento se reifica en un
proceso automático que se desarrolla por cuenta propia, compitiendo con la
máquina que él mismo produce para que finalmente lo pueda sustituir. La
Ilustración ha desechado la exigencia clásica de pensar el pensamiento, porque
tal exigencia distrae del imperativo de regir la praxis. Pese a la autolimitación
axiomática, dicho procedimiento se instaura como necesario y objetivo:
transforma el pensamiento en cosa, en instrumento, como él mismo lo
denomina. La dinámica de sistemas, mediante procedimientos matemáticos,
simula la evolución de procesos complejos. El sentido de comprender la
complejidad no es la compresión en sí, sino la manipulación unificada de todas
las variables y, por tanto, una forma de ejercitar el automatismo irreflexivo.
o Predicciones. A lo que en última instancia aspiran las ciencias de la
naturaleza, como toda ciencia en general, es justamente a lograr predicciones.
Las predicciones, en el sentido de la previsión, son leyes y como tales tienen
siempre una forma condicional. Dicen que siempre que se den en la realidad
determinadas condiciones, deben sobrevenir determinados eventos. Pero la
predicción no puede aplicarse por igual a la naturaleza como a la sociedad
porque la naturaleza del objeto, su propia evolución histórica, define esa
misma naturaleza y, por tanto, necesita ser tenida en cuenta a la hora de
estudiar sus cambios y evoluciones. (Horkheimer, Max: Teoría Crítica, Buenos
Aires, pág. 49, 1968) “así, pues, la posibilidad de la predicción no depende
exclusivamente del refinamiento de los métodos y de la sagacidad de los
teólogos; depende también del desarrollo de su objeto: de las modificaciones
estructurales de la sociedad misma”. El fantasma que recorre las ciencias
sociales es el fantasma de la intocabilidad de la sociedad. La sociedad no sólo
no permite la aplicación de la prueba del método científico, la prueba ha de
cumplir con una serie de requisitos metodológicos, de validez y fiabilidad para
que sus predicciones y conclusiones sean susceptibles de ser valoradas como
científicas, es decir, que sus conclusiones tengan la contundencia de una
conclusión científico-natural. ¿Cuál es entonces el valor de una predicción
social, de qué depende? Cuando hacemos depender dichas predicciones de la
naturaleza alienada, extraña al hombre mismo, solemos ver al hombre como
ajeno a su propia naturaleza, pero cuando le hacemos depender de su libertad,
apelamos a su responsabilidad como constructor de su realidad y, por tanto,
tomando conciencia de que la dominación de la naturaleza es la misma que la
dominación del hombre podremos reclamar de dicha responsabilidad una
decisión racional. (Horkheimer, ob. cit.) “Muy lejos de que la predicción sea
posible y necesariamente más fácil en el dominio de la naturaleza extra
humana que en el de la sociedad, ella se vuelve tanto más fácil cuanto menos
16
17. está subordinado a su objeto y a la mera naturaleza y más lo está a la libertad
humana. Pues la verdadera libertad humana no se puede comparar con lo
absoluto y condicionado ni con el mero capricho, sino que es idéntica con el
dominio sobre la naturaleza, en nosotros y fuera de nosotros, merced a la
decisión racional. Conseguir que este estado llegase a lo característico de la
sociedad es la tarea, no sólo del sociólogo, sino de todos fuerzas progresistas
de la humanidad. Y así el esfuerzo del sociólogo por llegar a una predicción
más exacta se trueca en la lucha política hacia la realización de una sociedad
racional." La manipulación de la naturaleza humana, en las sociedades
avanzadas, se caracteriza, entre otras cosas, por la manipulación y saturación
del lenguaje (marketing, publicidad subliminal, el lenguaje propagandístico de
las campañas electorales, el microlenguaje de los móviles), con ello se busca la
manipulación de los apetitos y los deseos, pero todo eso no nos convierte en
autómatas, en meros receptores vivos de una manipulación social consentida,
sólo la no-aceptación de nuestra subjetividad, no asumir la responsabilidad que
nos corresponde en los hechos que nos rodean, puede lograrlo.
o El principio de mayoría. El principio de mayoría, al adoptar la forma de
juicios generales sobre todo y todas las cosas, tal como entran en
funcionamiento mediante toda clase de votaciones y de técnicas modernas de
comunicación, se ha convertido en un poder soberano ante el cual el
pensamiento debe inclinarse. El positivismo es tecnocracia filosófica. Para el
positivismo, si se quiere ingresar como miembro en los gremios de la sociedad,
es condición previa profesar una fe exclusiva en la matemática. Se le concede a
la valoración cuantitativa la capacidad cognitiva de explicar, por sí mismos,
por su significación estadística, conceptos y categorías abstractas, para obtener
un conocimiento veraz. Un anécdota ejemplifica lo que representa estos
métodos de investigación social. Un antiguo alumno de C. Wright Mills y de
Paul F. Lazarsfeld dijo una vez lo siguiente: “Una de mis fantasías favoritas es
un diálogo entre Mills y Lazarsfeld en el que el primero lee al segundo el
primer párrafo de la Imaginación Sociológica: “Hoy en día los hombres
advierten con frecuencia que sus vidas privadas son una serie de trampas”. A
lo que Lazarsfeld replica inmediatamente: “Cuántos hombres, qué clase de
hombres, desde cuándo se siente así..”” (citado por el propio Lazarsfeld en su
último libro Qualitative Research, 1972)
La escuela de Frankfurt, es critica precisamente con el positivismo,
heredero del empirismo, el cual impregna todos los estudios de Sociología y
Política, áreas donde la cualificación de las categorías viene dada por su lugar
en la opinión pública, y, por tanto, deviene de la concepción que valora dicha
opinión como la fuente de la verdad. El empirismo, cuya crítica
fenomenológica fue analizada por Adorno en sus estudios sobre Husserl, nos
permite recuperar la crítica que contiene, consistente en la incapacidad
intrínseca del conocimiento empírico, pues éste se somete sólo a la evidencia, y
no admite una racionalización mediática de lo observado, sólo una descripción
pormenorizada de hechos, limitados por el momento de la experiencia del
observador, Husserl “Sobre algunos errores fundamentales del empirismo”
(Husserl, Edumnd: Investigaciones Lógicas, Revista de Occidente. Madrid.
17
18. 1976) "El empirismo extremo, como teoría del conocimiento, no es menos
absurdo que el escepticismo extremo. Anula la posibilidad de una justificación
racional del conocimiento mediato; y por ende anula su propia posibilidad
como teoría científicamente fundada.". La sobrevaloración del conocimiento
popular, tiene connotaciones más profundas. La simplificación de los
problemas no dejan tras de sí una mayor compresión de la realidad, y el hecho
de que sea un tipo de conocimiento ampliamente compartido no le atribuye
mayor verdad. Cuando en una ocasión se le comentó a Unamuno el viejo
adagio oriental que decía así: “Si los problemas tienen solución, ¿para qué te
preocupas? y si no tienen solución, ¿para qué te preocupas?” A lo que
Unamuno contestó: “por eso me preocupa”.
Pensamiento verde. Hoy surge, quizá con una novedad dudosa, el pensamiento
verde o la nueva ideología ecologista. Surge como una réplica no sólo al
sobreindustrialismo capitalista, sino también, a la concepción de progreso que
caracterizaba el industrialismo socialista. (Andrew Dobson, El pensamiento Político
Verde, 1997) “una característica básica del ecologismo es, sin duda, el hecho de
que define la "superideología" del industrialismo como la tesis a batir, y ha sido
relativamente fácil para los ideólogos verdes señalar altos niveles de degradación
medioambiental en Europa del Este para hacer ver que hay poco donde escoger”.
Esta nueva ideología surge en el marco de dos procesos sociales previos. Uno,
que podríamos definir como el resurgir de la ley de la selva, de la mano de las
nuevas relaciones sociales de producción, alimentadas por un nuevo liberalismo, y
que incide en la desarticulación de las estructuras comunales o sociales extensas, (la
movilidad de la población, el desarraigo de familias, la emigración) favoreciendo el
enfrentamiento del individuo aislado en el conjunto de la masificación urbana. Y
dos, la reificación de funciones humanas, productivas y no productivas, por medio
del avance tecnológico y la sustitución del trabajo por el capital, o lo que podríamos
llamar, nuevos procesos de alienación. Como hemos señalado más arriba, los
procesos de individualización no son ajenos a los de globalización y las nuevas
ideologías reflejan algunos de los ejes fundamentales de dichos procesos.
o La diferencia histórica. Yo destacaría, entre los movimientos ecologistas
de mayor importancia organizativa y de mayor repercusión social (electoral
y de la formación de la opinión pública), algunos temas que marcan la
diferencia histórica y, por tanto, su significado novedoso. Uno, es el
pretender ser síntesis de la crítica al capitalismo, una concepción verde de
la izquierda. Continuadores, por tanto, de la crítica a la alienación, y
relectores del discurso frankfurtiano consistente en la identidad entre la
dominación de la naturaleza y el hombre. Otro, es el de la sostenibilidad, es
decir, el discurso que no descarta la compatibilidad entre la sustentabilidad y
las relaciones desiguales o de explotación. En ese sentido, Dobson nos
explica (op. Ibid.). “Ciertamente podemos imaginar un mundo, dicen éstos,
donde las poblaciones vivan sustentablemente con respecto al medio
ambiente, pero de forma explotadora en lo tocante a las relaciones sociales
dentro de dichas poblaciones (y viceversa). Las sociedades sustentables
podrían adoptar muchas formas, y no parece haber ninguna razón
necesaria por la que debieran ser menos explotadoras de los seres humanos
18
19. que lo son las sociedades actuales (y viceversa). La importancia de esto es,
sin embargo, que los ecologistas políticos (y sociales) piensan que lo serán,
y por las razones concretas apuntadas antes.” Como podemos observar, el
debate que se suscita en el seno del ecologismo no esta ajeno a las
cuestiones centrales que venimos tratando, ya que la debilidad estratégica
del ecologismo gira entorno a la idea de la existencia de un conflicto entre el
hombre y la naturaleza, idea que se diluye en cuanto admite la sostenibilidad
de las relaciones sociales de explotación, haciendo posible la
compatibilidad de la dominación del hombre y no la de la naturaleza. Eso
lleva, al ecologismo, a una primera gran división ideológica, la del discurso
izquierdista, basado en las relaciones sociales de producción como factor
determinante en la dominación de la naturaleza y el que sostiene la
eficiencia del sistema capitalista de relaciones sociales, como válida y
adaptable a una mejora cualitativa de las mercancías y servicios que se
obtienen de dicho sistema.
En conclusión, el ecologismo se debate en un proceso de maduración, hacia la
consolidación ideológica. En cierta forma, reproduce todos los pasos que el
socialismo utópico realizó, (comunidades aisladas organizadas según los principios
propuestos experimentales, el mensaje dirigido a toda la humanidad, la falta de
definición de su sujeto histórico...). Sus progresivos avances y estancamientos, son
sintomáticos de su desarrollo ideológico. La búsqueda de un sujeto histórico, como
más arriba se ha analizado, constituye el paso siguiente hacia una ideología del
compromiso. La combinación de educación y reivindicación se encuentra, en estos
momentos, vinculada a las características de las sociedades avanzadas. Pero estas
sociedades evolucionan en un contexto de globalización y la incorporación del
discurso ecologista a todas las sociedades, hoy sólo constituye una idea romántica.
Para las fuerzas económicas y políticas del mundo, el ecologismo no representa
alternativa alguna. Por ese motivo, el ecologismo político se ve obligado a
desarrollar las implicaciones culturales, éticas y políticas que conlleva un cambio
ecologista. El universalismo sólo lo puede alcanzar de la mano de una reflexión
crítica sobre el compromiso y sobre la fractura que se ha señalado más arriba, es
decir, el individuo como vehículo de transformación social, la razón imaginativa y
la recuperación de la identidad combatiendo los procesos reificadores de la cultura
del capitalismo tardío.
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