Las Fuerzas Militares de Colombia han mostrado oposición al proceso de paz con las FARC a través de actividades de espionaje ilegal y apoyo al expresidente Uribe. Esto se debe a que los militares temen perder poder e influencia política en un posconflicto y tener que rendir cuentas por violaciones a derechos humanos. Adicionalmente, los militares se oponen a ideales de izquierda que podrían fortalecerse en un posconflicto.
¿Negociando la paz con el enemigo adentro? El poder de perjuicio de los militares en Colombia
1. ¿Negociandolapazconelenemigoadentro?Elpoderdeperjuiciodelos
militaresenColombia
14 Mayo 2014.
Fuente de la imagen: http://www.vanguardia.com
Las "chuzadas" a los negociadores del gobierno en La Habana y al
propio presidente, así como la obsesión de los militares por el fuero
militar y su apoyo cada vez más evidente al uribismo, muestran que
existe dentro de la institución castrense una oposición al gobierno
actual y a su principal bandera, los diálogos de paz con la guerrilla.
Régis Bar
El mes de febrero pasado, las Fuerzas Militares de Colombia fueron
puestas en el ojo del huracán por una serie de revelaciones
relacionadas con prácticas ilícitas. Primero se publicaron los
resultados de una larga investigación periodística sobre
intercepciones presumiblemente ilegales por parte del Ejército, luego
se destapó un aparente tráfico de influencias a través de grabaciones
de audios en posesión de la Comisión de Acusaciones de la Cámara
de Representantes y, finalmente, se descubrió que el correo
electrónico personal del presidente Santos había sido espiado.
Aunque estas noticias fueron objeto de una gran cobertura mediática,
es preciso volver a analizarlas, dada la complejidad de estas
informaciones, el pronto "olvido" en que han caído, y sobre todo su
trascendencia para el futuro del país, en particular del proceso de
paz.
El pasado 3 de febrero, el portal Semana.com reveló la existencia de
una fachada del Ejército en el occidente de Bogotá1
. Este lugar,
llamado "Andrómeda", fue creado un mes antes del anuncio oficial del
establecimiento de los diálogos de paz con las FARC, y estaba bajo la
responsabilidad de un capitán del batallón de Inteligencia Técnica del
Ejército número 1 (BITEC-1). Bajo sus órdenes trabajaban otros
2. cuatro miembros de este batallón, un sargento retirado del Ejército,
así como numerosos hackers civiles. Según uno de los militares que
hacía parte de esta fachada, "lo que allí se hacía era muy sencillo.
Allá no se podía hacer control de voces, pero sí se podía hacer control
de datos, que esencialmente son correos, pines, etc. Los blancos eran
personas relacionadas con las ONG: Piedad, Cepeda, los de siempre.
Pero también, y principalmente, algunos de los plenipotenciarios y
asistentes".
Paralelamente, Semana.com reveló que el 1ero de agosto del año
pasado fue cerrada, por orden de la Fiscalía General, una de las salas
de interceptaciones del Ejército, conocida como la "sala gris"2
. Esta
sala hacía parte del sistema de interceptaciones legales de la Fiscalía,
pero era una de las pocas que no se ubicaba en su edificio, sino en el
de la Central de Inteligencia Militar (CIME). Las investigaciones
comprobaron que de las 440 líneas que tenía autorizadas a
interceptar, 115 no tenían los soportes legales. En otros términos, se
trataba de "chuzadas" ilegales. Cabe anotar que en esta misma sala
se "chuzó" al entonces magistrado de la Corte Suprema que estaba
liderando las investigaciones sobre la parapolítica, Iván Velásquez.
Llama la atención el hecho de que una semana después del cierre de
este lugar, el presidente Santos haya anunciado el cambio de toda la
cúpula de las Fuerzas Militares.
El 16 de febrero los militares volvieron a ser noticia, esta vez por un
escándalo de corrupción. Grabaciones de audio de conversaciones de
militares, obtenidas nuevamente por Semana3
, parecen demostrar la
existencia de una red que se beneficiaba de cobros ilícitos sobre
contratos millonarios de unidades militares y de comisiones sobre el
presupuesto destinado al funcionamiento de guarniciones militares.
Aparecen como beneficiarios altos oficiales, incluidos generales, pero
también militares presos condenados o sindicados por "falsos
positivos", lo que indica que uno de los propósitos de esta red sería el
de "comprar" el silencio de los militares recluidos.
Uno de los personajes clave de esta red resultó ser justamente el
coronel Róbinson González del Río, sindicado por "falsos positivos", y
cuyo nombre salió a la luz en octubre del año pasado cuando se
reveló que había sobornado a un magistrado del Consejo Superior de
la Judicatura para obtener el traslado de su caso de la justicia
ordinaria a la justicia penal militar4
. Los audios revelan que este
coronel salía del Centro de Reclusión Militar cada vez que lo deseaba
y que tenía a su servicio a dos soldados activos. Además, en una
grabación de una conversación que tiene con el futuro comandante
de las Fuerzas Militares, el general Leonardo Barrero, se escucha a
este último decirle: "Hagan una mafia para denunciar fiscales y toda
esa güevonada".
3. Las reacciones del presidente Santos a estas revelaciones, como a las
del espionaje a su correo electrónico personal, han sido
particularmente débiles y bastante extrañas. Sobre el episodio de las
"chuzadas", en un primer momento señaló que hacer inteligencia a
funcionarios del Estado era "totalmente inaceptable" y que había
"fuerzas oscuras tratando de sabotear el proceso de paz". Pero al día
siguiente cambió de tono al afirmar que las fachadas eran
"totalmente lícitas". En cuanto a la denuncia de un "carrusel de
contratos" dentro de las Fuerzas Militares, Santos tuvo que cambiar la
cúpula para bajarle el tono al escándalo, pero señaló que la salida del
comandante Barrero se debía únicamente a "expresiones
irrespetuosas". Luego, con respecto al hecho de que le "chuzaron" su
propio correo electrónico, lo calificó como "insólito".
La actitud de su ministro de defensa, Juan Carlos Pinzón, ha sido aún
más preocupante. Luego del escándalo de corrupción destapado por
Semana, convocó a una rueda de prensa5
donde manifestó su
defensa a ultranza de los militares y trató de minimizar el alcance de
las revelaciones de la revista. Llegó a afirmar, en un tono casi
amenazante: "si alguien tiene la intención de debilitar a nuestro
Ejército, a nuestras instituciones, se equivocan totalmente, esto no lo
vamos a permitir". Pero lo que más llama la atención es una frase
que pronunció después de las revelaciones sobre la existencia de
"Andrómeda": "Yo no estoy dispuesto a tomar decisiones absurdas
como se tomaron en otros tiempos, donde botaban a la gente sin
dejarlos hablar, sin que existieran investigaciones". No hay que ser
muy perspicaz para entender que estos "otros tiempos" corresponden
a los del propio Santos y su actuación como ministro de defensa
cuando estalló el escándalo de los "falsos positivos".
Esta reacción del gobierno parece indicar que no quiere ejercer el
control político que le compete sobre las instituciones militares,
dejándoles a ellas la tarea de investigar sobre las conductas
señaladas como ilegales en su seno. Pero esta postura parece por lo
menos inconsistente en vista del historial de absoluta impunidad que
caracteriza al sistema de justicia interna de las Fuerzas Militares, y
dada la actitud de negación completa de los más altos mandos
militares con respecto a las revelaciones recientes. Esta actitud queda
ilustrada por las palabras del nuevo comandante del Ejército, el
general Jaime Lasprilla, cuando afirma que el Ejército "es una
institución que por su naturaleza no puede tener hechos de
corrupción, no puede estar señalada. Está por encima de cualquier
cosa el honor, la legitimidad de la institución, preservar la imagen de
la institución"6
.
Más allá de esta postura de negación, los mandos militares calificaron
el cambio de cúpula como el resultado de un "complot", que se
4. inscribía en la continuidad de la "persecución" que sufrían las Fuerzas
Militares. Hasta el comandante saliente de las Fuerzas Militares, el
general Barrero, dijo en un discurso7
de despedida casi
exclusivamente dirigido a la institución castrense, cuyos integrantes
son para él los "verdaderos pilares de la democracia", que su retiro
"obedece a una decisión política", a lo que agregó que esperaba que
la institución no fuera "objeto de negociación en escenario alguno,
presente o futuro, y bajo ninguna circunstancia".
Es preciso señalar que esta actitud de desafío de los militares frente a
las revelaciones recientes de prácticas al margen de la ley no es
nueva, puesto que se inscribe en la línea recta del discurso
reivindicativo que tienen desde el principio del mandato del
presidente Santos. Este discurso se ha centrado en particular en la
exigencia del fortalecimiento del fuero militar y se expresó de manera
evidente en una carta8
dirigida a Santos, escrita por el presidente del
Cuerpo de Generales y Almirantes de la Reserva Activa de las Fuerzas
Militares. En esta carta, fechada del 19 de octubre de 2011, se
desarrolla una argumentación bastante asombrosa sobre una
supuesta "batalla jurídica y política" en contra de los militares, que se
encontrarían enfrentados a las "acusaciones y juicios de fiscales y
jueces (...) infiltrados por la ultraizquierda o presionados por
organismos nacionales e internacionales de la misma tendencia, con
claros móviles políticos y económicos". Se advierte además que el no
fortalecimiento del fuero militar llevaría en el interior de la institución
"desilusión y pérdida de confianza en su Comandante Supremo: el
Presidente de la República".
Dada la existencia dentro de las Fuerzas Militares de tal imaginario de
persecución, y dada la decisión de la Corte Constitucional de tumbar
el fuero militar en octubre pasado, no es de extrañar los coqueteos
progresivos que han tenido los militares con Uribe y su nuevo
movimiento político del Centro Democrático. Estos acercamientos se
convirtieron en un apoyo explícito y "descarado" a la campaña de su
candidato presidencial, Oscar Iván Zuluaga, en una reunión que tuvo
lugar el 21 de abril pasado en la sede de la Asociación Colombiana de
Oficiales en Retiro de las Fuerzas Militares (ACORE9
). En la reunión
estaban presentes, entre otros, el excomandante de las Fuerzas
Militares Harold Bedoya, el exjefe del Comando Conjunto de las
Fuerzas Militares que renunció de manera voluntaria cuando ocurrió
el cambio en la cúpula del 18 de febrero, Javier Rey, y también la
recién elegida senadora por el Centro Democrático, Tania Vega de
Plazas, esposa del coronel Plazas Vega, condenado por desaparición
forzada en la retoma del Palacio de Justicia.
Bedoya criticó de manera radical los diálogos de paz con las FARC y le
pidió a Zuluaga "salve usted la Patria". Por su parte, Rey dijo : "No
podemos ser inconscientes del contexto político por el que atraviesa
5. el país y más aún cuando está en juego su futuro, su defensa e
integridad, ante un enemigo interno y también externo que
descarada y soterradamente engaña buscando concesiones para su
propio beneficio o de sus planes narcoterroristas al promulgar una
supuesta paz"10
. También hizo muestra del papel que los militares
pretenden ocupar en la sociedad al afirmar que: "El poder civil y sus
líderes deben aprender a escuchar el asesoramiento sincero que le
proporcionan sus soldados y a creer en ellos, para poder así formular
políticas exitosas no solo en el ámbito militar sino también en el
político".
Las "chuzadas" a los negociadores del gobierno en La Habana y al
propio presidente, así como la obsesión de los militares por el fuero
militar y su apoyo cada vez más evidente al uribismo, muestran que
existe dentro de la institución castrense una oposición al gobierno
actual y a su principal bandera, los diálogos de paz con la guerrilla. Si
bien la mayoría de los análisis acerca de un posible fracaso del
proceso de paz se han enfocado en la sinceridad dudosa de las FARC
o en su cuestionada unidad de mando, es claro que las amenazas
provenientes de las Fuerzas Militares se han subestimado. Tal vez eso
tiene que ver con la dificultad de contemplar la idea que los militares
tendrían mucho que "perder" con una Colombia en paz. Sin embargo,
resulta evidente que a mediano plazo un escenario de postconflicto
les quitaría a las Fuerzas Militares parte de su considerable poder,
tanto en el nivel militar, como en el económico y, tal vez aún más, en
el político. También existe el temor de los mandos militares de tener
que rendir cuentas por el vergonzoso historial de las Fuerzas Militares
en violaciones masivas a los derechos humanos.
Existe también otra inquietud, por parte de los militares, relacionada
con la paz y el postconflicto, esta vez de orden ideológico, que tiene
que ver con su histórica doctrina antisubversiva. En efecto, para
ellos, el final del conflicto armado y la "reintegración" de los
guerrilleros a la vida civil significan también la posibilidad de que
ideales de izquierda, que amenazan su concepción restringida de la
democracia, tengan un nuevo eco y una nueva legitimidad. Pues si
estos ideales ya no pueden asociarse con grupos al margen de la ley,
entonces resulta mucho más difícil diabolizarlos y así asegurarse que
sean minoritarios dentro de la sociedad. Esta inquietud es expresada
de manera muy clara por el presidente de ACORE en una
columna11
publicada recientemente, donde señala que uno de los
riesgos relacionados con el postconflicto es el "crecimiento de las
distintas redes existentes de ONGs nacionales y extranjeras y de
algunos grupos políticos, para asediar a miembros de la fuerza
pública y frenar paulatinamente la acción legítima que les
corresponde en materia de seguridad, defensa nacional y tranquilidad
pública. Tal circunstancia, sin duda alguna, abriría el camino para el
6. fortalecimiento del neo comunismo o socialismo progresista siglo XXI
en busca del poder a través de la vía democrática".
Es preciso entender que las Fuerzas Militares colombianas siguen
profundamente impregnadas por la doctrina anticomunista
característica de la guerra fría, particularmente en América Latina.
Sin embargo, a diferencia de las Fuerzas Militares de los otros países
del continente, las colombianas nunca han pasado por un proceso de
"democratización", puesto que Colombia nunca ha cesado de ser
oficialmente una democracia. En consecuencia, los militares
colombianos conservan hoy en día las mismas representaciones
políticas de la época, que son supremamente antidemocráticas. Es
importante tener en mente que las Fuerzas Militares colombianas
siempre han tenido un poder considerable dentro del Estado y una
fuerte independencia en la conducción de la guerra. Incluso,
podríamos arriesgarnos a pensar que una de las razones que explica
el hecho de que no haya habido una dictadura en Colombia durante la
guerra fría, es simplemente porque los militares no la necesitaron,
pues la guerra sucia antisubversiva se podía hacer sin necesidad de
tumbar las instituciones democráticas del país.
Varios analistas han señalado que la posición del presidente Santos,
con su actitud frente a los escándalos recientes, empezaba a
parecerse a la del antiguo presidente Belisario Betancur. De hecho,
resulta bastante pertinente hacer un paralelo entre los dos contextos.
En efecto, tanto Betancur como Santos sucedieron a presidentes que
llevaron a cabo una política caracterizada por un autoritarismo muy
fuerte y una arremetida militar total, donde los militares gozaron de
una plena libertad. Ambos llegaron al poder con un discurso de
relativa apertura democrática y le apostaron a una salida negociada
del conflicto armado, que provocaron precisamente el descontento de
los militares. La diferencia es que Santos probablemente tendrá otro
mandato para lograr lo que Betancur no pudo conseguir. Pero para
eso tendrá que hacer prueba no solamente de estrategia, sino
también de un auténtico coraje. Este mismo coraje que le hizo falta a
Betancur y a "Santos n°1".
***
1
ver : http://www.semana.com/nacion/articulo/alguien-espio-los-
negociadores-de-la-habana/376076-3
y : http://www.semana.com/nacion/articulo/chuzadas-asi-fue-la-
historia/376548-3
2
http://www.semana.com/nacion/articulo/la-sala-desde-donde-se-
hacian-las-chuzadas-del-ejercito/376079-3
y : http://www.semana.com/nacion/articulo/los-oscuros-
antecedentes-de-la-sala-gris/376080-3
3
ver : http://www.semana.com/nacion/articulo/red-de-corrupcion-
entre-los-militares/377311-3
y : http://www.semana.com/nacion/articulo/corrupcion-en-el-