1. 2 Corintios 1:3-11
Introducción
Todos pasamos por adversidades bastante
terribles. Todos nos hemos encontrado en
situaciones tan angustiantes, que perdemos toda
esperanza de hallar consuelo. Nos deprimimos,
nos volvemos pesimistas, estamos como
cansados, y todo pierde sentido.
2. • ¿Quién no se ha encontrado así alguna vez? Todo ser
humano pasa por esto. ¡Y los cristianos no somos la
excepción! Sin embargo, a diferencia de la gente del
mundo, nosotros tenemos un consuelo inamovible, firme y
fuerte. Porque nuestro consuelo está en Dios mismo, más
firme que una montaña y más fuerte que las rocas más
pesadas.
• Es por eso que, hoy hablaremos sobre cómo encontrar el
consuelo que Dios nos da en su Palabra. El apóstol Pablo
apunta a que este consuelo lo encontramos en Dios.
3. • Desarrollo
• I. Nuestro consuelo está en Dios (vers. 3-4).
• a. Pablo bendice a Dios.
• El apóstol Pablo comienza este pasaje bendiciendo a
Dios. Eso es porque reconoce que el Padre de nuestro
Señor Jesucristo es bueno. Y en todo momento cuida
de los suyos, a pesar de que estos tengan que sufrir
diferentes pruebas. El apóstol Pablo no puede más que
empezar la carta que alabando a Dios con gozo y amor.
Y en breve, veremos por qué.
4. • b. Dios es Padre de misericordia.
• En primer lugar, Pablo dice que Dios es un Padre de
misericordia. Es decir, Dios no es un Dios malo y cruel. Dios es
un Dios que mira con compasión a sus hijos. ¿Cuántos no
hemos pensado mal de Dios, cuando pasamos por alguna
tribulación? Decimos: ¿Por qué si Dios es bueno y me ama
permite que yo viva estas cosas?
• Sin embargo, aun en los malos momentos que atravesemos,
esta sigue siendo verdad. Dios es siempre misericordioso,
porque nunca cambia. Así que, aun en las aflicciones Dios
sigue mostrándonos su misericordia. Es más, esas aflicciones
son una muestra del amor Paterno de Dios hacia nosotros. Al
que Dios ama, disciplina (Hebreos 12:6).
5. • c. Dios es Padre de toda consolación.
• Dios es un Dios de toda consolación. Eso significa que Dios
tiene la capacidad de consolarnos en toda situación. No existe
ninguna situación para la cual Dios no tenga algún remedio, o
un ungüento para nuestras heridas.
• Es por eso que es errado pensar que Dios nuestra situación es
tan grande y tan única que escapa del consuelo de Dios. Eso es
incredulidad y contrario a esto. Dios tiene un consuelo para
cualquier tribulación que vivamos (verss. 4). Este consuelo lo
encontramos en su Palabra.
6. • II. Nuestro consuelo en las aflicciones (verss. 4-7).
• a. Pablo fue atribulado para el bien de otros.
• En estos versículos, el apóstol Pablo explica por qué Dios permitió
que atravesara estas tribulaciones. Él le dice a los corintios que él y
sus compañeros fueron atribulados para consolar a los corintios.
• Es decir, Pablo fue consolado para poder ayudar a otros mediante
el consuelo que él mismo había recibido de Dios.
• b. La enfermedad y la cura siempre son las mismas.
• Esto parte del hecho de que todos vivimos en esencia las mismas
aflicciones. ¿Cómo puede consolarme alguien que no está
viviendo exactamente lo mismo que yo? Bueno, es que un sentido
estricto todas nuestras aflicciones ya han sido vividas por otras
personas.
7. • No hay nada nuevo debajo del sol. Todos los hermanos en el
mundo y a través de los tiempos han sido tentados y
atribulados de las mismas maneras (1 Pedro 5:9). Las
condiciones externas pueden cambiar. Pero en esencia son las
mismas que las nuestras.
• Lo cual significa que la cura, entonces, sigue siendo la misma
que otros hermanos más maduros, u otros santos en el
pasado, han recibido.
8. • c. Somos atribulados para crecer y ayudar a otros.
• Es por eso que no debemos creer que somos especiales, o que
nuestra situación no tiene remedio. Otros hermanos maduros pueden
ayudarnos, cuando enfrentamos diversas situaciones. Porque muy
posiblemente ya hayan vivido lo mismo, y Dios les haya dado la fuerza
y sabiduría para enfrentarlas.
• Además, debemos ver que sufrimos y somos consolados, para ayudar
a otros, cuando pasen las mismas situaciones. ¿Cuántas veces
pensamos en esto mientras sufrimos? ¿Que Dios nos hace madurar
con nuestras adversidades, para después ayudar a los más débiles?
9. • III. Nuestro consuelo cuando no hay fuerzas (verss. 5-11).
• a. El consuelo sobre pasa el sufrimiento.
• Ahora, hay que prestar atención a lo que Dios dice en el
versículo 5. Que, así como abundan el sufrimiento, también
abunda el consuelo en Cristo Jesús. Es decir, nuestros
sufrimientos pueden ser muy grandes y agonizantes. Eso
es un hecho.
• Pero el consuelo que Dios puede darnos es igual de
abundante. El consuelo de Dios se ajusta a lo que vivimos.
De modo que, si el sufrimiento es grande, así de grande es
el consuelo de Dios para ayudarnos a soportarlo.
• Es decir, no hay situación que vivamos en el cual Dios no
pueda ayudarnos y consolarnos.
10. • b. Pablo experimentó la abundancia del sufrimiento, pero también del
consuelo.
• Y Pablo aprendió esta verdad por su propia experiencia. Según el
versículo 8, mientras que estuvo en Asia, vivieron una situación
terrible. Una situación abrumadora que sobrepasó sus fuerzas, y
perdieron la esperanza de vivir. Pablo vivió en esencia lo que vivimos
nosotros en situaciones fuertes. Pablo y sus compañeros creían que
iban a morir.
• Pero el versículo 9 presenta el meollo del asunto. Dios permitió que
Pablo y sus compañeros sufrieran para que aprendieran a no confiar
en sus fuerzas. Sino en Dios, que es en tan poderoso, que incluso,
puede resucitar a los muertos. Este Omnipotente de Dios los libró de
la situación mortal que estaban viviendo. No hay situación tan grande
que pueda vencer a nuestro Omnipotente Dios.
11. • Y tú, ¿qué situaciones estás viviendo? ¿Qué tan
abrumadoras son? ¿Estás confiando en ti mismo, o en
el Dios que resucita a los muertos? ¿Estás conscientes
de la suficiencia del consuelo de Dios para tu
situación?
12. Conclusión
•Por tanto, hoy hemos aprendido una verdad
importante sobre el sufrimiento y el consuelo. El
sufrimiento siempre está controlado por Dios. Dios
siempre es misericordioso, y permite ese consuelo
para que crezcamos y ayudemos a otros.
13. Referencias
• Aflicciones de Pablo
• 3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de
misericordias y Dios de toda consolación, 4 el cual nos consuela en todas
nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los
que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que
nosotros somos consolados por Dios. 5 Porque de la manera que abundan
en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo
Cristo nuestra consolación. 6 Pero si somos atribulados, es para vuestra
consolación y salvación; o si somos consolados, es para vuestra
consolación y salvación, la cual se opera en el sufrir las mismas
aflicciones que nosotros también padecemos. 7 Y nuestra esperanza
respecto de vosotros es firme, pues sabemos que así como sois
compañeros en las aflicciones, también lo sois en la consolación.
• 8 Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra
tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados
sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos
la esperanza de conservar la vida. 9 Pero tuvimos en nosotros mismos
sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino
en Dios que resucita a los muertos; 10 el cual nos libró, y nos libra, y en
quien esperamos que aún nos librará, de tan gran muerte; 11 cooperando
también vosotros a favor nuestro con la oración, para que por muchas
personas sean dadas gracias a favor nuestro por el don concedido a
nosotros por medio de muchos.
14. • 3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
Padre de misericordias y Dios de toda consolación,
• 4 el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para
que podamos también nosotros consolar a los que están en
cualquier tribulación, por medio de la consolación con que
nosotros somos consolados por Dios.
15. Hebreos 12:6
6 Porque el Señor al que ama, disciplina,
Y azota a todo el que recibe por hijo.
16. Verso 4-7
• 4 el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que
podamos también nosotros consolar a los que están en
cualquier tribulación, por medio de la consolación con que
nosotros somos consolados por Dios. 5 Porque de la manera
que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda
también por el mismo Cristo nuestra consolación. 6 Pero si
somos atribulados, es para vuestra consolación y salvación; o
si somos consolados, es para vuestra consolación y salvación,
la cual se opera en el sufrir las mismas aflicciones que nosotros
también padecemos. 7 Y nuestra esperanza respecto de
vosotros es firme, pues sabemos que así como sois
compañeros en las aflicciones, también lo sois en la
consolación.
17. 1 pedro 5:9
•9 al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los
mismos padecimientos se van cumpliendo en
vuestros hermanos en todo el mundo.
18. • 5 Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de
Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra
consolación.
• 6 Pero si somos atribulados, es para vuestra consolación y
salvación; o si somos consolados, es para vuestra consolación y
salvación, la cual se opera en el sufrir las mismas aflicciones que
nosotros también padecemos.
• 7 Y nuestra esperanza respecto de vosotros es firme, pues sabemos
que así como sois compañeros en las aflicciones, también lo sois en
la consolación.
• 8 Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra
tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados
sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun
perdimos la esperanza de conservar la vida.
• 9 Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que
no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los
muertos;
• 10 el cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos
librará, de tan gran muerte;
• 11 cooperando también vosotros a favor nuestro con la oración, para
que por muchas personas sean dadas gracias a favor nuestro por el
19. • 5 Porque de la manera que abundan en nosotros las
aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo
Cristo nuestra consolación.
20. 8 Porque hermanos, no queremos que
ignoréis acerca de nuestra tribulación
que nos sobrevino en Asia; pues
fuimos abrumados sobremanera más
allá de nuestras fuerzas, de tal modo
que aun perdimos la esperanza de
conservar la vida.
21. 9 Pero tuvimos en nosotros mismos
sentencia de muerte, para que no
confiásemos en nosotros mismos, sino en
Dios que resucita a los muertos;