Santa Catalina escuchó la voz de la Virgen María, quien se le apareció vestida de blanco con un velo y pies sobre un globo blanco aplastando una serpiente. La Virgen le dijo que los rayos que salían de sus dedos simbolizaban las gracias que derramaba sobre quienes se los pedían y le indicó que hiciera acuñar una medalla con su imagen. Muchos que llevaban la Medalla Milagrosa recibieron grandes gracias.