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Primera parte
LA OBJETIVIDAD Y LOS GRANDES PARADIGMAS
EN LA INVESTIGACION SOCIAL
CAPITULO I
PROBLEMATICA DE LA OBJETIVIDAD EN LAS CIENCIAS SOCIALES
1. Algunas Notas Teóricas Preliminares
Si bien es cierto que en esta primer capítulo trataremos el problema de la
objetividad en la investigación social; consideramos importante entes de iniciar el
desarrollo de los aspectos centrales referente a la temática, establecer algunos
parámetros teóricos que nos permitan —sin pretender abarcar toda la información
existente— un mejor grado de acercamiento conceptual a nuestro objeto de estudio.
En las ciencias naturales y en las ciencias sociales los investigadores están en
la obligación de manejar racional y prácticamente los fundamentos de la teoría y el
método que implica el ejercicio o el trabajo que están realizando o se piensa realizar;
hoy se dice que sin teoría no hay investigación, inclusive los «nuevos» inventores de la
mal llamada “investigación acción” terminan escribiendo sendos tratados teóricos
sobre de cómo llegaron a “refutar” lo que ellos designan sin fundamento alguno
“investigación burocrática”.
Para un científico sea cual sea su posición y su objeto de estudio «haber dominado
el método y la teoría es haber llegado a ser un pensador consciente de sí mismo, un
hombre que trabaja y conoce los supuestos y las complicaciones de lo que está
haciendo» (Wright Mills, 1964:135). La teoría —el cómo interpretar y explicar el
objeto— y el método —cómo hacer o diseñar la investigación para comprobar la teoría
—, son fases de la investigación que deben ser controladas desde sus esencias teóricas o
lógicas; esto significa que quien se decide a entrar como investigador en una
determinada esfera de la realidad, debe estar vigilante y preguntarse a cada instante del
proceso de investigación emprendido: ¿esta teoría formulada me sirve para abordar y
explica lógicamente y epistemológicamente la esencia y el fenómeno correspondiente al
objeto?; ¿el método que estoy empleando se corresponde con el tipo de investigación
formulada desde la teoría?. Es muy común observar que jóvenes investigadores en
ciencias sociales no saben cómo formular teorías y de hecho para qué sirven las teorías;
se separa la teoría de la observación concreta de algo o sobre algo y se aisla la teoría del
hacer (ponerse a realizar la investigación que ya está, en teoría) en la mente del
investigador. Otras veces se pretende establecer una separación entre la teoría y la
realidad social, cuando es bien cierto que la teoría forma parte de la realidad o del tejido
social; la teoría está inmersa en una realidad histórico-social, por lo tanto ella también
es real; esta situación de si la teoría se encuentra inmersa en una realidad social, plantea
la pregunta: ¿dónde la localizamos?. El problema está en que la teoría se objetiviza a
través de constructos, pero no es palpable, no ocupa espacio, como un objeto concreto
cualquiera. La teoría es de, sobre y en; es creada por y para. Las teorías deben explicar y
servir o ser útil. El Dr. J. M. Briceño Guerrero un muy ilustre profesor de la ULA
(Mérida-Venezuela) dice que «la red de meridianos y paralelos en que los cartógrafos
han atrapado la tierra es imaginaria, construida en base a puntos de referencia cómodos;
creerla real resultaría ridículo o poético. ¿Qué actitud tendríamos ante un ama de casa
que pretendiera poner a secar la ropa en un paralelo, o ante un estudiante de la ULA que
afirmara no poder dormir porque el meridiano que pasa por su cuarto lo oprime durante
la noche por estar “prensado” debido a la altura de la ciudad? (1966:58). Decir tales
cosas no le quita pertinencia a las teorías, al contrario la hace más objetiva porque la
subjetividad —la teoría es creada por un sujeto— forma parte de la objetividad. La
única forma de comprobar teóricamente la subjetividad, es reconociendo que uno es tan
objetivo que no tiene problemas en reconocer que se es subjetivo; en fin para que algo
exista subjetivamente es necesario que sea reconocido objetivamente.
Todo plan de investigación contiene o hace referencia a un sistema teórico-
conceptual denominado: marco teórico, modelo teórico o fundamentación teórica; el
diseño en sí de la investigación viene a constituir la comprobación de un modelo
teórico; «el poder de una investigación consiste en que antes de proceder a la
comprobación de una hipótesis, el investigador haya determinado todos los pasos que va
a seguir para obtener su objetivo» (Pardinas, 1976:143), por ello lo teórico-conceptual
no puede ser dejado a un lado por el investigador en cada fase de su trabajo. En verdad
existen un considerable número de acepciones con respecto al concepto de teoría —se
habla de teorías sobre la teoría—, pero se observa una coincidencia entre los
epistemólogos cuando se aborda la función instrumental de la teoría en el campo de la
ciencia; en este caso no se debe asimilar las teorías científicas en general como norma
gnoseológica —sistemas categoriales, postulados de la ciencia, estructuras lógicas—
con las teorías comprendidas en el seno de un sistema, modelo, corriente o paradigma
(p. ej. los principios del positivismo con respecto al desarrollo de la historia, la teoría
del paradigma marxista en referencia a la estructura y evolución de la sociedad, la teoría
de la refutación de Hegel, la de Popper). La teoría científica está constituida por un
conjunto coherente y sistemático de expresiones lingüísticas (nociones, conceptos,
categorías, hipótesis, leyes y símbolos) que permiten a un determinado sujeto
cognoscente, explicar o conocer previamente las formas cómo interpreta los objetos
naturales o conceptuales y los procesos que se dan en su área de estudio; la teoría es una
concepción de y sobre la realidad: “las observaciones y los experimentos se efectúan
para comprobar o aclarar alguna teoría” (Chalmers, 1976:54), así también opinan F.
Kerllinger (1986), K. Popper (1934, 1972). Cuando se afirma que un objeto sometido a
estudio puede ser abordado o explicado tomando en consideración algún factor o
situación específica en relación con su posición en un determinado contexto general y se
señala que dicho factor (explotación, enajenación, dependencia etc.) origina
respectivamente injusticia, separación y atraso; se está intentando crear una teoría sobre
esa realidad. Este teorizar supone que el investigador tiene un concepto de explotación,
enajenación y dependencia y que al construir una teoría sobre la injusticia social, la
enajenación y el atraso o progreso de un pueblo, significa que el sujeto cognoscente está
observando a su realidad e interpretándola con teorías que generarán otra teorías (su
concepción) sobre la realidad; la observación (constatación o testificación de la teoría) y
la praxis comprobarán la validez o pertinencia de la teoría o modelo empleado y los
resultados de la investigación. En todo caso se abrirá un capítulo para analizar la
posición de Kuhn (1962, 1977) y de Popper (1934a, 1934b, 1956a, 1963, 1972) en
relación a este tópico (cif. infra., cap. II y VI).
Lo que se quiere es insistir en que las teorías son históricas, falibles y que
todavía no se ha creado la última teoría; de manera que «las teorías pueden construirse,
remodelarse, reconstruirse lógicamente, aplicarse, destruirse y olvidarse» (Bunge,
1969:486); se olvida o se abandona una teoría cuando ella —sus conceptos o categorías
— no explican o no dan cuenta sobre un problema teórico o práctico que se presenta en
un situación histórica determinada; este proceso de aceptación o rechazo de una teoría
debe situarse en el seno de una crisis de los mismos paradigmas o teorías, cuando la
ciencia normal o paradigma aceptado no está en capacidad de poder explicar satisfacto-
riamente los nuevos fenómenos o nuevas realidades ( Kuhn, 1962: 13-33-51). Un
Paradigma = ciencia normal= modelo teórico aceptado. Es una forma de mirar la
realidad a través de una teoría. Por eso es que las «crisis» de los paradigmas no deben
ser tomadas como una tragedia griega, sino como algo inmerso en el mismo desarrollo
de la teoría del conocimiento. Pero es necesario hacer —a manera de adelanto— otras
puntualizaciones: si bien es cierto que la crisis (jamás negada) de la sociedad capitalista
moderna, no pueden ser confundida con la «crisis» de los paradigmas que legitimaron
su existencia en forma exitosa por más de tres siglos; no es menos cierto que esa «crisis
del racionalismo», «iluminismo» o la «Ilustración» ha sido transformada en una crisis
de toda las teoría, de todos los paradigmas o de toda forma posible de abordar racional,
científica, objetivamente la realidad social. Los intelectuales que se mueven en la
«filosofía crítica» no se cansan de señalar que el Racionalismo o el Iluminismo ha
muerto, ahora —sentencian olímpicamente— la «razón instrumental» es la base de la
nueva sociedad tecnológica y de la cultura como espectáculo; la apología de la pura
razón y el «progreso» es un asunto del pasado; si el Iluminismo murió de agotamiento
racional, entonces las otras teorías —anotan— deben sufrir el contagio habida cuenta
de que ellas también están estructuradas como grandes relatos prometedores del
desarrollo y el progreso de la sociedad. Para ellos la «irracionalidad» de las ciencias
sociales pasa a un primer plano, irracionalidad en el sentido de la imposibilidad de
interpretar objetivamente la realidad social. Sobre esto se hablará más adelante.
Una teoría —si desea ser sistemática— no puede fundarse en «una ciega
acumulación de información» sobre el objeto de estudio, los datos no hablan por sí
mismo (M. Bunge, 1969:486); esa es la diferencia entre el sujeto «bien» informado pero
que no tiene teorías para interpretar esas informaciones; pero hay más, cuando alguien
se da a latarea de construir una determinada teoría está en la obligación de tomar en
cuenta los problemas teóricos y prácticos que esa teoría debe solucionar. En otras
palabras, no se teoriza en el aire y por amor a un espíritu teórico, una conceptualización
teórica se fundamentará —para tener validez— en el nivel alcanzado por los
conocimientos y las técnicas de la época en que se formule; es decir, se teoriza en y para
un momento histórico. Por eso es que el paradigma es un límite. Con esto no estamos
negando que sea imposible elaborar una teoría de la predicción y hacer predicciones, en
otra parte nos ocuparemos de esta cuestión. (cfr. infra., cap. VI).
__________
1 Max Weber en referencia a los estudios metodológicos señala: «En el momento actual
(1913), prevalece en nuestra disciplina algo parecido a una pestilencia metodológica. Es casi imposible
encontar un simple trabajo empírico cuyo autor —en interés de su propia reputación— no crea necesario
plantear algunas consideraciones “metodológicas”. Esto puede ser comparado a un estado de cosas que
nos recuerda el “flagelo de la rana”. Para caminar no es preciso conocer la anatomía de las propias
piernas. La anatomía se convierte an algo realmente importante sólo cuando algo va mal». (Max
Weber, 1903-1908:IX; Apud de José García Blanco, traductor y estudio preliminar de la obra). En esta
obra Max Weber toma posición en torno al debate entre los positivistas e historicistas en los círculos
académicos alemanes en relación al «método» de las ciencias sociales. Weber plantea la necesidad de
un estudio racional específicos de las ciencias sociales.
Hablaremos de los diferentes métodos —teorías sobre los métodos, metodología
— y el manejo de métodos específicos en referencia a un objeto determinado —
métodos— en el campo de las ciencias sociales1
; se ha señalado algunas opiniones
comparativas entre teoría y método; no obstante es conveniente agregar —con el riesgo
de ser muy simple— que el método «es un procedimiento para tratar un conjunto de
problemas. Cada clase de problemas requiere un conjunto de métodos o técnicas
especiales” (M. Bunge, 1969:24); de manera que no existe un método único que pueda
ser aplicado al estudio de todos los fenómenos sociales. Cada tipo de problema ya sea
teórico o práctico debe ser enfocado con un método que se adapte a la esencia y
fenomenología del objeto. En las ciencias sociales —concretamente en la Historia—
no se puede utilizar el método experimental por cuanto que no existe la posibilidad de
experimentar o manipular los fenómenos; es decir, es imposible reproducir las
condiciones objetivas y subjetivas —por ejemplo— de una revolución o de una
catástrofe. El investigador en este caso se conformará con el método de observación
indirecta y formulará sus hipótesis explicativas del fenómeno. «El conocimiento
histórico tiene como objeto diversos sucesos pasados que, como se coincide
universalmente, no podemos observar a causa de nuestra situación en el tiempo, es
decir, en cierto sentido no podemos recuperarlo» (J. Topolsky, 1973:242). Los estudios
sociales e históricos están cargados de valores, categorías asignadas por el investigador
quien al fin de cuenta es quien construye la realidad histórica. No es algo «sospechoso»
que ciertamente el objeto de estudio de las ciencias sociales sea un «sujeto social» que
en los instantes más definidos de su existencia: su nacimiento y su muerte, se
singulariza: nace uno y se muere uno, no otro; ese hombre como «ser bípedo implume»
o «animal político» según Aristóteles, ser «simbólico» según E. Cassirer, «histórico»
como apunta Marx, un ser social, como se designa hoy en día; tiene conciencia de su
existencia histórica, social, política, económica e individual. Este ser que en los albores
del proceso de la creación de sus primeros modos de vida, se conformó con mantener
«viva» un pequeña y temblorosa llama; hoy puede darse el lujo de no estar de acuerdo
con lo que se dice sobre su praxis económica y política y muchas veces desea apagar la
«luz» u obstaculizar el saber que puede generar conocimiento sobre sus actividades. Los
fenómenos naturales no necesitan de la existencia del hombre para manifestarse, antes
de que los homínidos primitivos lograran objetivarse y separarse de la naturaleza, ya
ésta existía, se daba; en cambio, los hechos sociales se revelan desde el momento en que
el hombre actúa sobre la naturaleza y la antropologiza. Ahora bien, si estamos de
acuerdo en que existen diferentes métodos para tratar de construir procesos que hagan
posibles el explicar y conocer ciertos fenómenos concretos; se nos plantea definir la
noción del término metodología: «se indica a menudo actualmente el conjunto de los
procedimientos de comprobación o grupo de disciplinas» (N Abbagnano, 1961:802-803). De
manera que existen diferencias entre método y metodología; el primero se refiere a
«toda investigación u orientación .cp52de una investigación» o «una particular técnica
de investigación»; el segundo (la metodología), es el estudio y análisis filosófico de
todos los métodos; en este sentido se sostiene que como es factible la existencia de
muchos métodos, «la metodología tiende inevitablemente a ser de carácter más general
y en consecuencia (...) no suele suministrar procedimientos específicos a los hombres
que estudian» ( Wright Mills, 1959:75). Una cuestión es discutir sobre la
pertinencia o no de un método específico en relación a un objeto de estudio; otra
teorizar sobre la cantidad de métodos con que se pudiera abordar el problema. El
método se refiere a cómo hacer o cómo desarrollar un proceso para conocer la esencia
de un problema determinado; la metodología consiste en teorizar sobre los posibles
métodos que pudieran ser manejados por un investigador para abordar el objeto de
estudio.
Las diferencias anotadas entre método y metodología, no deben implicar una
separación de carácter mecánico o contradictorio; ya que la metodología viene a ser la
teoría de los métodos y el dominio de la teoría conlleva a establecer diferencias
específicas entre los diferentes métodos y en todo método existe una teoría; es decir, no
hay teoría sin método ni método sin teoría; así como también no se hubiese desarrollado
la metodología sin una teoría general acerca de los diferentes métodos. Estas
definiciones deben ser pensadas como nociones que encierran una práctica científica en
dos terrenos específicos: el natural y el social. En las ciencias naturales no existen tantos
problemas referidos a lo teórico, lo metodológico y lo metódico; existen problemas con
los paradigmas pero no con la intensidad y extensión de los que existen en las ciencias
sociales. Hablar de teorías y métodos en las ciencias sociales, encierra un problema de
legitimación de los discursos científicos en torno a lo específicamente epistemológico,
el poder político y el sexo. la teoría y el método científico, es un orden y una gramática
del discurso fundamentales como criterios normativos para la creación del saber y el
ejercicio del poder en las sociedades modernas y postmodernas.
2. Clasificación de las Ciencias (Siglos: XVIII y XIX)
Si en el presente siglo XX ya es un lugar común hablar de ciencias naturales y de
ciencias sociales, este no siempre había sido el criterio aceptado por los distintos pensa-
dores cuando hacían importantes intentos teóricos para elaborar una clasificación de las
ciencias.
En la primera mitad del siglo XVIII las ciencias naturales adoptan una posición
conservadora. En esa época se admitía que la historia de la humanidad se desarrollaba
en un tiempo y en un espacio geográfico; pero cuando se estudiaban los fenómenos
naturales se les abordaba desde un punto de vista estático. A la naturaleza sólo se le
asignaba un desarrollo en el espacio, mas no en el tiempo. «se negaba a la naturaleza
todo lo que fuese cambio y desarrollo» (F Engels, 1925:7). En consecuencia, existía
un estancamiento —si tomamos en cuenta el pensamiento que se poseía en la
antigüedad griega sobre la naturaleza— en cuanto a la manera de conceptualizar al
mundo natural los griegos tenían conciencia de que la naturaleza estaba sujeta a
constantes movimientos. Inmanuel Kant (1724-1804) en 1755 formuló la hipótesis de
la nebulosa, según la cual el sistema solar y la Tierra se habían originado a partir de una
masa de tipo gaseoso; es decir «la Tierra y todo el sistema solar aparecían como algo
que había ido transformándose en el transcurso del tiempo» (F Engels, 1925:8). Esta
teoría de Kant —desconocida al principio— fue el basamento para un posterior
desarrollo de una ciencia fundamental en el estudio de la tierra: la Geología. La
investigaciones realizadas por los geólogos demostraron que la tierra, las plantas y los
animales que en ella vivían tenían una historia, habían aparecido en un tiempo
determinado.
A fines del siglo XVIII se plantea la necesidad de «resumir enciclopédicamente
todas las ciencias naturales de la vieja escuela de Newton y Linneo, y esta tarea se entre-
garon St. Simon y Hegel»” (F. Engels, 1925:212-213). En la primera mitad del siglo
XIX, Augusto Comte (1798-1857) elabora una clasificación de las ciencia tomando en
cuenta el acelerado desarrollo sostenido que para esa época tenían las ciencias naturales;
de aquí que habla de la existencia de dos especies de ciencias naturales: las ciencias
abstractas (teóricas o generales) y las ciencias concretas (particulares o descriptivas).
Las primeras (las abstractas) tienen por objeto el descubrimiento de las leyes de la
naturaleza; las segundas (las concretas) consiste en la aplicación de las leyes o teorías
generales a los objetos o seres existentes. La clasificación de A Comte es lineal en el
sentido de que va de lo general decreciente a la complejidad creciente; la secuencia
sería: matemática (la base del sistema), mecánica (o astronomía), física, química,
biología (o fisiología) y física social (sociología). Obsérvese que Comte no incluye en
su clasificación de las ciencias a la psicología ni a la lógica; la psicología era
considerada por Comte como una rama cuyo objeto estaba entre la biología (o
fisiología) y la física social (o sociología); la lógica no era aceptada por Comte como
una ciencia aparte. A Comte argumenta que la base de su clasificación de las ciencias
naturales es la siguiente: «La filosofía positiva está dividida en cinco ciencias
fundamentales, cuya sucesión viene determinada por una subordinación necesaria e
invariable, basada, independientemente de toda opinión hipotética, en la simple
comparación de los fenómenos correspondientes; éstas son: la astronomía, la física, la
química, la fisiología y la física social2
. a primera, considera los fenómenos más
2
No son cinco ciencias sino seis, ya que hay que añadir matemáticas, Comte la
añade al final de esta lección. más adelante aún añadirá una séptima ciencia, la
moral. A su muerte, preparaba dos volúmenes sobre la Moral Positiva ( A. Comte,
1973:100; Apud, de José M Revuelta, traductor de la obra).
Generales , más simples, más abstractos y más alejados de la humanidad. Los
fenómenos considerados por la última son, por el contrario, los más particulares, los
más complicados, los más concretos y los más directos para el hombre. (A Comte,
1973:100-101).
Engels sostiene que Comte “no pudo ser el autor de su clasificación enciclopédica
de las ciencias naturales” ya que se la había copiado de St. Simon; al decir de Engels,
Comte sólo tiene como objetivo en dicha clasificación “ordenar” los medios y los
planes de enseñanza”; esto último es cierto y el mismo Comte lo reconoce como algo
necesario e indispensable: «veo la enseñanza como algo incapaz de realizar los
resultados generales más esenciales... si estas distintas partes de la filosofía natural, no
son estudiadas» (A Comte, 1973:107). El problema de Comte está en que no toma en
cuenta el desarrollo real de los fenómenos naturales y pretendió asimilar lo social a lo
natural.
Dilthey en su Introducción a las ciencias del espíritu (1883) «adoptó,
once años antes de Windelband, la posición de que la historia maneja individualidades
concretas y las ciencias naturales generalizaciones abstractas» ( R. G. Collingwood,
1946:170). Las ciencias naturales —para Dilthey— se valen de un método
explicativo para conocer la realidad; mientras que las ciencias del espíritu (la Historia,
en este caso) utilizan el método comprensivo. Posteriormente Windelband y Rickert
hablaron de ciencias naturales y ciencia sociales.
H Rickert (1863-1936) en su obra Ciencia natural y ciencia cultural (1899)
considera que «la distinción entre ciencia natural y ciencia cultural parece propia para
sustituir la división corriente de ciencia de la naturaleza y ciencia del espíritu»
(1899:44). Rickert —siguiendo la misma línea de Windelband quien ya había
establecido la separación entre las «ciencias ideográficas» y las «ciencias nomotéticas».
— habla de una distinción entre el método naturalista y el método histórico; Las
ciencias naturales buscan establecer leyes generales y conceptos universales, por esto se
identifica el método naturalista como método generalizador; mientras que las ciencias
culturales históricas —según el mismo Rickert- no se preocupan, en formar conceptos
universales, sólo buscan explicar lo singular, particular o individual; por lo tanto, el
método histórico es individualizador. El mismo Rickert señala: «He intentado formular
el problema lógico fundamental de una clasificación de las ciencias por su método, de la
siguiente manera: la realidad se hace naturaleza cuando la consideramos con referencia
a lo universal; se hace historia cuando lo consideramos con referencia a lo particular e
individual. Y, en consecuencia con ello quiero oponer al proceder generalizador de la
ciencia natural al proceder individualizador de la historia. (Rickert, 1899:98-99). Lo
dado, lo externo, la realidad «empírica» puede ser analizado y valorizado como
«naturaleza» o como «historia»; el problema es de «consideración» valorativa o
conceptual: la realidad natural es universal, que se hace historia cuando buscamos el
valor particular e individual, el papel del investigador —para Rickert— sería entonces
es «reconocer» la existencia de los valores de los hechos particulares o individuales; en
este caso esos valores tienen una existencia «objetiva» y «universal», el historiador
reconoce y reconstruye tales valores. En otras palabras, la teoría del conocimiento de
Rickert establece una diferencia entre las «ciencias culturales» y las «ciencias de la
naturaleza», el problema no es de objeto, sino de método: las ciencias naturales tienen
un método generalizador y universal, las culturales deben ser estudiadas con un método
individualizador. Max Weber en su obra El problema de la irracionalidad en las ciencias
sociales (1903/1908) desarrolla en cierta forma —y supera— el pensamiento de Rickert
en relación a los «métodos» para comprender tanto el mundo natural como el
histórico/cultural. Mientras que Rickert —como ya se señaló— había fijado su criterio
sobre la posibilidad de tener acceso a la realidad a través de los conceptos o valores;
M. Weber teorizaba sobre las categorías o los conceptos con los que se pudiera abordar
y constituir un conocimiento empírico sobre tal realidad. De manera que M. Weber se
mete en la polémica que existe en los círculos intelectuales alemanes de la época en
torno a los fundamentos teóricos y metodológicos para abordar el estudio de la realidad
natural y la realidad histórica; para Max Weber «El conocimiento empírico, tanto en el
campo de la realidad “espiritual” como en el de la “naturaleza externa”, tanto en el
campo de los procesos “internos” como en el de los “externos” a nosotros, está siempre
vinculado al instrumento de la “elaboración conceptual”, y la esencia de un “concepto”
es lógicamente la misma en ambos “campos”» (1903/1908:150-151).
F Engels (1820-1859) toma parte activa en la problemática de la clasificación
de las ciencias con dos obras fundamentales: Anti-Dühring (1878) y Dialéctica de la
naturaleza, cuya primera edición apareció en Moscú, en 1925. Tenemos conciencia de
que desde la publicación del Anti- Dühring han transcurrido 100 años; y 53 después de
salir a la luz pública Dialéctica de la Naturaleza. Ciertamente ha pasado el tiempo; no
obstante —si tomamos en consideración de que «Al interesarse por el desarrollo
científico, el historiador parece tener dos tareas principales. Por una parte, debe
determinar por qué hombre y en qué momento fue descubierto o inventado cada hecho,
ley o teoría científica contemporánea. Por otra, debe describir y explicar el conjunto de
errores, mitos y supersticiones que impidieron una acumulación más rápida de los
componentes del caudal científico moderno» (T. Kuhn, 1962:20); se pudiera decir que la
clasificación elaborada por F Engels tiene su importancia —es menos subjetiva que las
diseñadas por Comte y Rickert, según los principios del positivismo— porque se
fundamenta en los parámetros siguientes: (1) El movimiento constante de la materia:
«cada uno de los cambios y procesos que se operan en el universo, desde el simple
desplazamiento de lugar hasta el pensamiento» (F Engels, 1925:47); (2) En que ese
movimiento —atributo de la materia— no sólo se produce sino que existe
independientemente de nuestra voluntad. El mismo Engels sostiene, además, que una
clasificación de las ciencias implica, entre otras cosas, reconocer o señalar el objeto de
estudio de las mismas; porque cada ciencia analiza «una forma específica de
movimiento», en tanto que ningún objeto permanece estático; también, ordenar la
sucesión histórica en que se han manifestado en el tiempo y en el espacio esas «mismas
formas de movimiento», es decir los objetos, los hechos, el pensamiento. Ahora bien,
esas formas específicas de movimiento se objetivizan en la naturaleza, la sociedad y el
pensamiento; por eso Engels habla de ciencias naturales, ciencias sociales y las
ciencias que se encargan de investigar las leyes del pensamiento (ciencias filosóficas).
Las ciencias naturales se dan a la tarea de estudiar la naturaleza orgánica e inorgánica;
las ciencias sociales o históricas, estudian las condiciones esenciales de los seres
humanos en el seno de la sociedad, sus teorías jurídicas referidas a la organización del
Estado, las formas de conciencia social: ideales filosóficos, religiosos, artísticos, en su
evolución histórica y en situación actual (F. Engels, 1874:78); las ciencias filosóficas
tienen como objeto las leyes del pensamiento y las diferentes concepciones que los
hombres se formulan con respecto al origen del mundo o del universo.
Engels reconoce que si bien es posible estudiar científicamente la realidad
social —porque en éstas (según él) existen leyes que el investigador puede llegar a
conocer—, hay algunos elementos que dificultan tal tarea. El científico social ve
limitado su objeto de estudio (en la Historia, por ejemplo) porque en la sociedad los
hechos históricos no se repiten —salvo casos excepcionales— y si se repiten no
«tienen lugar nunca en las mismas condiciones»; todo lo contrario sucede en el mundo
natural, en éste «las especies orgánicas siguen siendo a grandes rasgos las mismas que
en tiempo de Aristóteles» (F. Engels, 1874:78). Esto explica, en parte, el atraso de las
ciencias sociales con respecto a las ciencias naturales. En todo caso se sigue en la línea
de que lo natural, lo social y el pensamiento no son la misma cosa y deben ser
estudiados con teorías y métodos específicos. El positivismo y el empirismo van a ser
la excepción. En otro lugar ampliaremos esta información.
Las ciencias naturales se desarrollaron primero que las ciencias sociales
—cuestión lógica desde el punto de vista histórico— y por esa razón, algunos
pensadores intentaron (los positivistas y los empiristas fundamentalmente) aplicar los
modelos de investigación de las ciencias naturales en el estudio de la realidad social; si
en la naturaleza se producen «cambios» con la finalidad de una mejor adaptación de
todos los objetos que la conforman y siempre se vuelve al equilibrio original y
permanente; también tal regularidad es observada en la realidad social. El mundo social
es interpretado como una realidad semejante a un organismo o como «cosa» o «hechos»
que pueden ser registrados «objetivamente» sin la intervención de la «pasión», la
«razón» se impone o debe predominar en el estudio de la realidad social; en este sentido
es necesario señalar que en las ciencias sociales se producía una confrontación teórica,
los positivistas deseaban producir un estancamiento de las ciencias sociales; durante
cierto tiempo se produjo un relativo estancamiento de las ciencias sociales por utilizar
teorías y métodos ajenos a su mundo fenoménico; situación que se hace paradójica si —
como ya lo anotamos— la historia o la evolución en el tiempo penetra o se le reconoce
su existencia en el mundo natural (tómese en consideración los trabajos de Kant; del
fundador de la Geología Lyell; Darwin, etc.).
Detrás de esta aparentemente clasificación «neutra» de las ciencias, se
constata un dominio del discurso de la Ilustración o Iluminismo centrado en hacer llegar
la crítica y la guía de la razón a todos los campos de la experiencia humana; el
empirismo esta consustanciado con el Iluminismo, la física de Newton es tomada como
un paradigma para todas las actividades científicas de los Iluministas. Toda verdad debe
y puede ser puesta a prueba; todo deber ser medido, pesado. Tiempo histórico en que
una clase demostró ser capaz de construir en forma brillante —¿por qué no decirlo?—
una teoría emancipadora, una idea de progreso y felicidad propia (para sí) a nombre del
género humano. Ahora el destino de la humanidad ya no estaba escrito en el «Libro
Sagrado» y si seguía escrito con un guión donde un Señor Dios Todo Poderoso ya había
calculado el destino de todos y cada uno de los mortales que les había tocado vivir por
una «gracia divina» y que su Hijo había sido sacrificado para pagar los «pecados
cometidos» por dos audaces que pretendieron saber tanto como El Señor; entonces ya
no se leía ese «guión». Y a pesar de que el hombre estaba en capacidad de hacer su
historia y marchar hacia el progreso ya diseñado y limitado por la burguesía (los nuevos
señores); no obstante el haber terminado con la fatalidad histórica impuesta por la
religión cristiana y haberse marchado Dios y su Hijo de este mundo; algunos
paradigmas trataban de limitar el conocimiento de la realidad social e histórica. 171
años aproximadamente de dominio (si se toma como referencia la Revolución Francesa
de 1789 y 1960 cuando se empieza a hablar de la postmodernidad), serían más años —
tres siglos— si se toma como punto de partida el dominio de los paradigmas científicos
de Descartes y Newton, siglo y medio de dominio —repetimos— sobre todos los
objetos, hechos y condiciones de la vida natural y social (fundamentalmente el poder
político y económico) tiene que producir algún desgaste del paradigma. Nietzsche y
Marx van a ser los teóricos que viviendo en la modernidad ilustrada o de la razón ilumi-
nista, se constituyen en los portadores de un sentido o significación del análisis y crítica
de la modernidad. Todos los paradigmas nacieron o tienen mucho que ver con la
modernidad vivida bajo el signo de la Ilustración y el dominio del sistema capitalista
como modo de vida.
3. Clasificación Actual de las Ciencias
En la clasificación actual de las ciencias se debe tomar las interrelaciones y la
transición entre las ciencias naturales, las ciencias sociales y las ciencias formales
(lógica y matemáticas). El progreso de la ciencia y de la tecnología han hecho posible
una mayor transición o entronque entre ramas del saber que permanecían aisladas; las
ciencias técnicas (tecnología) en tanto que conocimiento científico empleado para
«controlar, transformar o crear cosas o procesos, naturales o sociales» (M Bunge,
1980:206) constituyen el principal nexo entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias
sociales (B Kedrov, 1974:73). Además hoy se establece una diferencia muy notable
entre las ciencias sociales específicas y las llamadas ciencias humanas o del hombre
(Jean Piaget y Lévi-Strauss); en este sentido algunos teóricos ( Kedrov) sostienen que
las ciencias sociales y la filosofía forman esas ciencias humanas.
Mario Bunge ubicándose en la línea teórica del neopositivista Rudolf Carnap y
tomando como base las diferencias entre los objetos concretos (cosas) y los objetos
conceptuales (constructos), habla de ciencias fácticas y ciencias de lo conceptual
(ciencias formales); en fin, la ciencia formal y la ciencia factual se encargarán de
estudiar modos de existencia radicalmente distinto: el conceptual y el físico. M. Bunge
dice que la diferencia fundamental entre las ciencias es la que se observa entre las
formales (las que estudian «ideas») y las factuales (que estudian «hechos»); la lógica y
las matemáticas serían ciencias formales porque estudian «objetos» o constructos que
no ocupan lugar y espacio, están fuera de la realidad tangible y por lo tanto no pueden
ser percibidos —hasta tanto no hayan sido creado, por ej. los números— por los
órganos de los sentidos; la física y la psicología tienen como objetos de estudio hechos
o situaciones que ocurren en un espacio-tiempo en este mundo; la observación y la
experimentación —en algunos casos— de una praxis o sobre una situación pudiera ser
los factores centrales para contrastar las teorías elaboradas en relación a la forma de
producirse y relacionarse lo estudiado en un caso concreto. (M. Bunge, 1969:38).
Aunque Mario Bunge en relación a esta clasificación (Ver cuadro 1) hace
una invitación para que se proceda a «reordenarlas y a rellenar las numerosas lagunas»;
en verdad el problema de esta clasificación no radica en lo que se debe «reordenar» y
«rellenar» sino en que M Bunge habla en pleno siglo XX de una ciencia factual natural
y cultural; y en lugar de reconocer a la psicología como una ciencia de transición entre
las ciencias naturales y sociales, la divide. Otro aspecto muy significativo lo constituye
lo referente a lo señalado en referencia a la historia material e historia de las ideas; en
este caso asistimos a la vieja división entre cultura material y cultura espiritual; en esta
ocasión M Bunge no toma en cuenta los avances teórico y metodológicos de las ciencias
CUADRO 1
Clasificación de las ciencias
Según Mario Bunge
___________________________________________________________
FUENTE: Mario Bunge (1969), La investigación científica (Su estrategia y su filosofía), 4
a
ed.,
trad. castellana de Manuel Sacristán, Barcelona (España), Ariel, 1975, p. 41.
en su su conjunto. La clasificación de las ciencias tecnológicas de M. Bunge3
es ---no
obstante sus limitaciones que posteriormente señalaremos--- teóricamente aceptable y
avanzada (Ver cuadro 2) por cuanto que abarca a la mayoría de “todas las actividades
orientadas a la práctica” donde se aplica un determinado conocimiento y método
científico (M. Bunge, 1970:207). Este autor establece de una manera clara la
importancia de las ciencias matrices (por ejemplo: las ciencias biológicas como
generadoras de la tecnología agronómica, médica y la bioingeniería), lo cual permite
establecer objetivamente los vínculor rales y necesarios entre las ciencias naturales,
sociales y las ciencias tecnológicas. Las limitaciones de esta clasificación radica en que
no hace referencia al problema de la bi o trifrontalidad de algunas disciplinas científicas
y de las ciencias tecnológicas; situación que se está presentando desde el final del siglo
XIX y que es ya una realidad común en el siglo XX. Es decir, el avance científico y
tecnológico “!conducen al nacimiento de una multitud de ciencias y disciplinas nuevas
en el entroque de la ramas del saber que antes permanecían aisladas” (M.B. Kedrov,
1974:69). Por esta razón, la cibernética una ciencia que se ha desarrollado entre las
fronteras de las ciencias naturales, las ciencias tecnológicas y las formales (lógica y las
matemáticas), “han surgido sobre la base de la solución de los problemas de la
automatización de los procesos de la técnica y la producción” (M.B. Kédrov y A
Spirkin, 1967:125). Además, la cibernética es una ciencia ligada a La conquista del
espacio exterior. La cibernética se desarrolla en los países verdaderamente
postmodernos, naciones que han hecho reformas educativas donde la enseñanza de las
ciencias naturales, tecnológicas, formales y sociales se hace en forma armoniosa; la
formación de un científico especializado en cibernética implica que esa persona debe
3
Acerca de las investigaciones actualizadas hechas por M Bunge sobre Epistemología —
concretamente en referencia a la clasificación de las ciencias tecnológicas— cfr. M. Bunge,
1980:205-232.
CUADRO 2
Clasificación de las ciencias tecnológicas
Según Mario Bunge
FUENTE: Mario Bunge, Epistemología (Curso de actualización), Barcelona (España), Ariel, 1980.
p. 207.
debe recibir una educación en el campo de la biofisicoquímica, cosmología, filosofía,
matemática, historia, antropología. computación y zoología. Las naciones que tienen
escuela para formar cibernéticos, deben tener la capacidad de utilizar grandes recursos
económicos, científicos y tecnológicos, y desarrollar políticas que garantizan de una
manera voluntaria y consiente la participación de toda la población en la tarea de
conquistar el «espacio exterior». Llama la atención el hecho de que haya sido primero la
ex-Unión Soviética y luego los EEUU de Norteamérica las únicas naciones que estén
viviendo realmente la Era Espacial.
Los científicos rusos M. B. Kédrov y A. Spirkin en su obra La Ciencia (1967)
intentan desarrollar en el siglo XX una clasificación de las ciencias tomando en
consideración los aportes hechos por C. Marx y F. Engels, en el siglo XIX; una
clasificación de las ciencias —según opinión de estos científicos— debe estar basada
en: (1) Las interrelaciones (los diversos nexos) entre tres grandes sectores del saber
científico: las ciencias naturales, las ciencias sociales y la filosofía; (2) Los principios
de la objetividad y del desarrollo, la sucesión histórica en la aparición de cada ciencia;
(3) La interconexión con las fases del desarrollo del mundo natural, social y del
pensamiento; y (4) La interdependencia entre las leyes más generales (dialéctica) y las
más particulares. (Kédrov y Spirkin, 1967:115-117).; basándose en estos principios
Kédrov y Spirkin construyen la siguiente clasificación de las ciencias:
CUADRO 3
Clasificación de las ciencias de M. B. Kédrov y A. Spirkin
______________
FUENTE: M. B. Kedrov y A. Spirkin (1967), La ciencia, trad. de José María Bravo, México,
Grijalbo, 1967, p. 118
Kédrov-Spirkin (1967) establecen otras ordenaciones —que amplían o
puntualizan la clasificación señalada en el cuadro 3—, en este sentido consideran: las
ciencias humanísticas o ciencias históricas (ciencias sociales), las ciencias naturales y
técnicas; sus opiniones con respecto a la clasificación de las ciencias históricas, es muy
pobre desde el punto de vista conceptual, pero la clasificación que hace con respecto a
las ciencias naturales y técnicas y de gran importancia para nuestro estudio (ver cuadro
4), por cuanto que establecen en forma extensa y profunda los cambios muy radicales
que se han producido en este siglo XX en relación al siglo XIX; Kedrov y Spirkin
además sostienen que en el siglo XX «ha surgido una ciencia totalmente nueva en
cuanto a sus principios: la física subatómica (mecánica cuántica, física electrónica y
nuclear), que ha transformado radicalmente la relación entre la física y la mecánica, la
física y la química», pero lo central es que «en el siglo XX toda ciencia de la naturaleza
se ha convertido en un sistema de ciencias entrelazadas e interconexionadas
mutuamente» (1967:123).
Estas clasificaciones de las ciencias tanto las del siglo XVIII-XIX como las de
este siglo XX, tiene una importancia fundamental para la planificación y desarrollo de
las actividades prácticas relacionadas con la educación a todos los niveles —haciendo
énfasis en el pregrado, postgrado y centros de investigaciones— la pedagogía, la
economía y la política de un país determinado. Al
CUADRO 4
Clasificación de las ciencia naturales y técnicas
Según M.B. Kédrov y A. Spirkin
----------------------------------------------------------
FUENTE: M. B. Kedrov y A. Spirkin (1967), La ciencia, trad. de José María Bravo, México,
Grijalbo, 1967, p. 124.
y centros de investigaciones— la pedagogía, la economía y la política de un país
determinado. Al hacer un estudio crítico y comparativo de las diversas clasificaciones
de las ciencias, se constata el nivel de desarrollo del saber científico alcanzado por la
sociedad y la tendencia central o el énfasis que se tiene sobre determinadas ramas del
saber; es muy significativo el hecho de que en las primeras décadas del siglo XIX —
según clasificaciones elaboradas de acuerdo al paradigma positivista o marxista— sea
tomada una determinada disciplina como modelo; la física —por ejemplo— se
consideró como modelo de las ciencias naturales, la economía sería el paradigma de las
ciencias sociales. Independientemente de que tal postura haya sido correcta o incorrecta,
denota que en esa etapa histórica se le da mucha importancia al estudio de la naturaleza
y a los hechos económicos, a fenómenos que pueden ser observados y constatados; a tal
punto que se trató de reducirlo todo la realidad tanto la natural como social a «hechos» y
no hubo espacio o situación —en lo social— donde el factor económico si no era
tomado como fundamento, por lo menos tenía algo que ver con los hechos estudiados.
Ya es un lugar común decir que estamos viviendo en una era en que los procesos
de creación, almacenamiento y difusión del saber, se constituyen en un todo que cambia
el estatuto de uso y valor de ese saber. Cuando M. Bunge, Kédrov y otros incluyen entre
las ciencias tecnológicas a la informática o computer sciences, la cibernética, teoría de
autómatas, teoría de la información etc. lo hacen partiendo de una base real y objetiva
del estado actual de las ciencias y de la importancia que tiene para la sociedad
contemporánea todo lo referido a la informática o a la ciencia de la computación. Por
otra parte y ya en la onda de la «crisis» de los paradigmas. el hecho de que se plantee
sobre bases objetivas y como una necesidad epistemológica el considerar en las
clasificaciones de las ciencias (en esta caso las sociales), los nuevas disciplinas y
tendencias derivadas de una mayor profundidad de las investigaciones lingüísticas, la
vida sentida y vivida por uno y no otro en la comunidad/cotidianidad, es un indicador de
que el saber puede ser construido a partir de otras realidades muy diferentes a las que
son objeto de una observación y medición con instrumentos «garantes» de una
objetividad. En otra palabras, el desarrollo de los estudios de la realidad social sobre las
bases de fuentes no exclusivamente documentales escritas u oficiales, y donde la
palabra y la vida cotidiana de los sujetos —que siguen siendo seres humanos que
pertenecen a un grupo, clase o categoría— pasa a ser tomada en su justo valor e
importancia para la interpretación de lo social como una realidad que definitivamente es
muy diferente a lo natural.
Una determinada clasificación de las ciencias es el «fundamento teórico» o el
paradigma normativo de «las cuestiones relacionadas con la organización y estructura
de los centros científicos (...) la planificación de los trabajos de investigación científica»
(M. B. Kédrov y A Spirkin, 1967:126). El fundamento teórico, filosófico, el contenido y
significación de la producción literaria, científica y tecnológica de una nación, son los
indicadores del nivel alcanzado por esa sociedad en cuanto al saber y su utilización; las
clasificaciones de las ciencias traducen los dominios teóricos y materiales alcanzados
por una sociedad sobre los objetos y conceptos. El dominio de éste saber permite o
ayuda a elaborar una política académica y de hecho establecer los diseños curriculares a
nivel de la educación superior (pregrado y postgrado) que tengan conexión con las
necesidades económicas, sociales, políticas del país. Los planificadores y diseñadores
de los proyectos educativos a todos los niveles, hacen su trabajo basándose en los conte-
nidos y tendencias observadas en las clasificaciones de las ciencias. Además la
organización de los centros de información y documentación (Bibliotecas) deben estar
fundados sobre el «saber pasar» de la clasificación lineal (por ej. la de Comte), a la no
lineal (ej. la de Kédrov-Spirkin y Piaget), y a las cerradas o circulares (Charles-Eugene
Guye). Así las ciencias de transición tendrán su lugar en esos centros de información y
documentación.
4. Problemática de la Objetividad en las Ciencias Sociales
La problemática de la objetividad en las ciencias sociales plantea una serie de
preguntas colaterales que se relacionan con los mismos elementos que participan o están
inmersos en la investigación de la realidad social. En primer lugar tenemos que el sujeto
cognoscente en tanto que sujeto está sumergido en su objeto de estudio, forma parte de
él. Por otra parte, se presenta ciertas diferencias en relación con la noción «objetividad».
La definición de «objetividad» tiene varias acepciones, puede ser enfocada como «la
ausencia de parcialidad y de coloración emotiva», si el investigador «todavía» está
activo y gozando de todos sus sentidos y deseos, es objetivamente cierto que el cono-
cimiento producido por ese sujeto no puede ser «incoloro ni totalmente imparcial», el
sujeto «no es un aparato registrador pasivo» cuya mente se asemeja a un cubo (cifr.
infra., cap. VI) sino que tiene la facultad de introducir en el conocimiento un factor
subjetivo que está ligado a su condicionamiento de ser histórico y social (A. Schaff,
1971:96). La aportación subjetiva del sujeto en el proceso del conocimiento es
defendida por principio por toda persona más o menos cuerda, es común escuchar decir:
«esa es mi opinión que me he formado después de hacer el análisis de la situación»;
nadie le niega ese derecho al sujeto, siempre y cuando esa opinión o saber no tenga que
ver o se relacione con las estructuras de poder político o económico. La aportación
subjetiva del sujeto explica en cierta medida las diferencias existentes «no sólo en la
valoración e interpretación y percepción (articulación) y descripción de los hechos, sino
también en la percepción (articulación) y descripción de la realidad» (A. Schaff,
1971:96). la objetividad y la subjetividad de un sujeto tiene que ver con problemas
históricos relacionados con los sentidos y con los paradigmas o teorías con los que ese
sujeto toma «posesión» —en cuanto la hace suya— de la realidad; los paradigmas, las
teorías son una forma de mirar y explicar el mundo; «en cierto sentido, la visión es una
acción que lleva una “carga teórica” (...) visión y conocimiento son elementos indispen-
sables del ver» (N. R. Hanson, 1977:238)4. Es cierto que se nace con una estructura
biológica, pero esta estructura para tener algún valor o utilidad en el seno de la
sociedad, debe ser sometida a un proceso educativo en el que la palabra o el lenguaje
juega papel central. El contexto social, la educación sistemática, la teoría, dan o
constituyen los factores fundamentales para realizar el acto de observar y conocer la
realidad. T. Kuhn ha dicho con sobrada razón que
__________
4 Esta cita y las siguientes corresponden al capítulo OBSERVACION, escrito por N. R.
Hanson en Filosofía de la ciencia: teoría y observación, León Olivé y Ana R. Pérez (Comp.), México,
Siglo XXI, 1989 (pp. 216-252); «Observación» constituye el capítulo I del libro Patterns of Discovery.
An Inquiry into the Conceptual Fuoundations of Sciencie, de N. R. Hanson, publicado por la Cambridge
University Press, 1958. Versión castellana de Enrique García Camarero, publicada por Alianza
Editorial, Madrid, 1977, con el título Patrones de descubrimiento.
La objetividad siempre estará afectada por una teoría y un contexto; su carácter
humano la hace ser subjetiva y relativa. Se habla de la objetividad de las computadoras
en la selección —por ejemplo— de adjudicatarios de casas o préstamos; pero esto no
cierto completamente, habida cuenta de que un sujeto es quien programa la
computadora y en este programa deja deslizar la «huella» de la concepción o teoría que
ese sujeto tiene sobre a quiénes se les debe adjudicar una vivienda o préstamo. ¿Cuál es
el problema?. Por qué el ser humano tiene que sentir alguna incomodidad teórica por el
hecho de ser precisamente humano; es decir, por abordar el mundo con teorías
elaboradas o creadas por él mismo; porque «el conocimiento del mundo no es un
montaje de piedras, palos, manchas de color y ruidos, sino un sistema de proposiciones»
( N. R. Hanson, 1977:243-44). Proposiciones significativas que «conocemos» a través
de las formas lingüísticas; el objeto, lo dado, el mundo externo al ser humano, su mundo
interno, sólo pudo ser «fijado» abstractamente, conceptualmente y comunicado, cuando
se creó una forma social de reconstruirlo activamente con apoyo del lenguaje; en el
fondo el lenguaje es una práctica social que permite una comunicación simbólica
(natural o artificial) entre grupos humanos. La verdad de un pensamiento, de una teoría
o paradigma no puede fundarse, objetivarse, si no sale de la esfera misma del
pensamiento; en los albores de la humanidad la formación de un lenguaje exosomático
basado en la emisión de sonidos guturales con sentidos relacionantes con actividades
importantes para el grupo, inició la separación del ser humano del resto de los animales;
tal lenguaje se iría perfeccionando en el transcurso del tiempo hasta llegar a constituirse
en la base de una comunicación natural (idiomas) específica de cada comunidad.
También es posible enfocar la objetividad en relación a la significación
universal que pudiera tener este o aquel conocimiento, en este caso nos encontramos
con que unos conocimientos son considerados más objetivos que otros, y así volvemos a
caer en la relatividad. Ahora bien, si “la objetividad sólo es una propiedad relativa del
conocimiento” como lo sostiene Schaff (1974); entonces, se nos plantea buscar un punto
de referencia para determinar el grado de veracidad que contiene tal conocimiento con
respecto a una realidad. En este sentido los marxistas consideran que sólo la práctica
indica el contenido objetivo o la subjetividad de un pensamiento; mientras que los
empirista señalan al respecto que el criterio de objetividad viene dado por la
concordancia entre la percepción de los sentidos y la realidad. Se trata entonces de
establecer si el conocimiento es puro registro de datos ya estructurados por parte de un
sujeto pasivo o si por el contrario ese sujeto interviene activamente en el conocimiento y
en la organización teórica del objeto. El empirismo analítico y el lógico adoptan una
posición mecanicista en el análisis del proceso del conocimiento: los hechos hablan por
sí mismo, el objetos del conocimiento se refleja sobre el aparato perceptivo del sujeto
(sus sentidos), el producto de ese proceso (el conocimiento) es un reflejo o copia del
objeto. El pensamiento y el conocimiento es la reproducción mecánica de lo real. Este
proceso ha sido denominado por K. Popper «la teoría de la mente como un cubo» (cfr.
infra., cap. VI). Para el empirismo lógico (una de las últimas formas del empirismo) la
exigencia fundamental es que cualquier enunciado, para tener un sentido, debe ser de
alguna manera, comprobado, confirmado o puesto a prueba; lo empiristas lógicos
«llegan a restringir la investigación sólo en el dominio de aquellos significados
lingüísticos», en esta forma se reduce la filosofía al análisis del lenguaje. A todas luces
esta es una posición extremista desde el punto de vista epistemológico.
La posición contraria al empirismo está representada por una forma de idealismo
subjetivista —ahora se pasa al otro extremo— que se mueve entre el escepticismo y el
solipsismo; para los primeros la verdad no existe y en caso de exista, el ser humano es
incapaz de conocerla. Según el solipsismo no se puede salir de la conciencia, toda la
realidad exterior, aún la de los otros «yo», no es para mi más que un hecho de mi
conciencia; no hay más realidad que mi conciencia. El sujeto percibe el objeto como su
propia producción.
La teoría marxista en cuanto a si las formas de conocimiento pertenecen al
sujeto, al objeto o si son debidas a algún tipo de relación entre el sujeto, el objeto y las
formas lingüísticas con que se comunican el conocimiento que se produce como
consecuencia de esa relación, es suficientemente conocida. Para el marxismo tanto el
sujeto como el objeto mantienen una existencia objetiva y real, pero entre ambos se
produce una relación en el marco de una práctica social en la cual el sujeto percibe al
objeto (la realidad) con la finalidad de transformarla; el proceso de conocimiento se
hace en un espacio-tiempo social (contexto) donde está ubicado tanto el sujeto como
los objetos, éstos son las fuentes exterior del conocimiento, es lo dado. Los marxistas
incorporan el factor antropológico a la teoría del conocimiento, el ser humano debe
ajustar la realidad natural a su mundo social, esto lo hace a través del trabajo creador.
Marx habla de una unidad epistemológica de la actividad científica del ser humano: con
el tiempo habrá una sola ciencia que agrupará tanto a lo natural como a lo social: «La
historia misma es una parte real de la Historia natural, de la conversión de la naturaleza
en hombre. Algún día la Ciencias natural se incorporará a la Ciencia del hombre, del
mismo modo que la Ciencia del hombre se incorporará a la Ciencia natural; habrá una
sola Ciencia» Marx, 1844:152-53). La actividad del sujeto cognoscente puede ser
analizada de dos maneras: como una actividad individualista y subjetiva o como un
proceso que responde a una relación social y objetiva. Los que conciben al sujeto
cognoscente como un ente individualista y subjetivo, piensan que quien conoce es un
individuo aislado de la sociedad, este individuo registra, contempla y transforma las
impresiones y los datos del mundo exterior; conocer estaría reducido a observar,
contemplar y analizar en forma individual, el investigador no le debe nada a la sociedad
ni a la cultura, al contrario él es un «sacrificado» y le entrega «su» saber a la sociedad;
esta postura incorrecta ha sido criticada por importantes epistemólogos contemporáneos.
La concepción que considera la actividad del sujeto cognoscente como social y
objetiva, sostiene que si bien el hombre es un ser biológico, lo que lo caracteriza es su
condición de ser histórico-social y la praxis (trabajo) sobre la naturaleza; el hombre es
el único ser que tiene conciencia de su existencia (vida) y su muerte social. El mismo
acto de nacer es algo social para el ser humano, los condicionamientos sociales a través
del lenguaje, la cultura, la forma de mirar y pensar, se constituyen en los ambientes
simbólicos que el nuevo ser debe aceptar y practicar si quiere seguir vivo. El sujeto
cognoscente capta o percibe a la realidad exterior en base a los códigos paradigmáticos
que se fijan en su cerebro a través del lenguaje en que piensa. El conocimiento es una
actividad práctica y social con el objeto de transformar la realidad natural y social; para
los marxistas el conocimiento que tiene el hombres de la naturaleza es un conocimiento
antropologizado, eso es lo que le «trasmite» el «aire» humano a todos los instrumentos
y objetos materiales creados por el hombre los automóviles tienen «ojos» que alumbran,
las casas tienen «ojos» que ven, el túnel tiene «boca», el ser humano antropologiza a la
naturaleza. Hablar del tiempo y espacio social es algo lógico en tanto que «el tiempo es
el espacio del desarrollo del hombre» (Marx), porque existe para «una realidad social de
la naturaleza» y «ésta considerada abstractamente, de por sí, separada del hombre, es
nada para éste» (Marx).
La problemática de la «objetividad» en las ciencias sociales se debe
fundamentalmente a que el sujeto cognoscente es un ser histórico-social y que el
proceso de conocimiento de la realidad social se da en su propio contexto social; el
sujeto conocedor no puede mantenerse el margen de lo que pretende conocer porque
todos los «instrumentos» que utiliza para abordar su objeto se han originado o formado
en su objeto (la sociedad), tal es el caso de su misma estructura corpórea, su condición
de ser homo sapiens y el funcionamiento de los distintos órganos de los sentidos que le
sirven a ese cuerpo para relacionarse con el mundo exterior; el sentido de la vista y el
oído —por nombrar algunos— son históricos y por lo tanto están cargados de
significaciones teóricas que se forman en lo social; para Marx «un individuo aislado no
podría tener lenguaje», éste es un fenómeno social que lleva implícito la existencia de
otras personas y realidades que deben ser comunicadas a través de él. Los paradigmas
o las teorías con que se abordan e interpretan el mundo natural, social y del
pensamiento, han sido creadas por sujetos que están unidos a una comunidad científica
o que viven en un contexto social. Las teorías, los conocimientos o los discursos
científicos forman parte de la realidad social. El conocimiento surge como necesidad
concreta e histórica para solucionar problemas; lo natural está allí, existe sin la
participación del hombre, lo social ha sido creado y tiene su propia «textura», la
objetividad del conocimiento no puede significar o comprender que el sujeto conocedor
se niegue a sí mismo, que deje de ser humano y se convierta en un ser sobrehumano o
humano, porque entonces no existirá lo social y sólo habrá naturaleza bruta.
4.1. El Pensamiento como Producto Histórico
Se dijo que la verdad de un pensamiento se funda sobre una praxis y se fija a
través de un lenguaje. La historicidad es algo inherente a todas las actividades realizadas
por la humanidad. Se afirma que «el pensamiento teórico de toda época, incluyendo por
lo tanto la nuestra, es un producto histórico, que reviste formas muy distintas» (F.
Engels, 1925:23); ese carácter histórico del pensamiento va ligado al problema de las
llamadas verdades eternas. La humanidad jamás ha operado con «verdades eternas» y si
alguna vez se pudiera presentar —supuesto negado— tal situación se «habría llegado
con eso al punto en el cual se habría agotado la infinitud del mundo intelectual» (F.
Engels, 1878:76); esto nos permite inferir que el pensamiento del ser humano es capaz
de darnos o construir ciertas verdades relativas en función de la situación del desarrollo
científico-tecnológico de la época; la verdad absoluta estaría constituida por la suma de
aquellas verdades relativas. Por lo tanto para el paradigma marxista no existe una línea
intransitable entre la verdad relativa y la verdad absoluta, (Lenin, 1909:103). Mas, esto
implica un desarrollo progresivo de la capacidad cognoscitiva de la humanidad que, sin
lugar a dudas, jamás puede ser regresiva porque significaría la muerte — o en todo caso,
hambre y penumbra— para la especie humana. Por ejemplo, la sociedad actual —
independientemente del sistema organizativo de su economía— no puede producir sus
bienes de consumo utilizando los conocimientos y las técnicas que en épocas remotas
desarrollaron la comunidad primitiva y más recientemente, el sistema feudal.
Reconocer la condicionalidad histórica del pensamiento no es caer en el
relativismo puro, sino simplemente asumir una posición objetiva para señalar que los
conocimientos no son estáticos, van perfecionándose —superando los límites de la
época: verdades relativas— para producir nuevas teorías que nos llevan a otras
verdades. Hegel (1807,1812), Bachelard (1938, 1953, 1972) y Kuhn (1962, 1977)
en cada período histórico genera un tipo de pensamiento, sistema categorial y formas de
mirar el mundo; los seres humanos que vivieron en la etapa histórica de la comunidad
primitiva, tuvieron la capacidad de implementar formas de pensamiento que les hicieron
posible —partiendo de la praxis— crear un modo de vida en íntima relación con su
ambiente (espacio social); P. Feyerabend basándose en Horton (1967) considera que
«tanto la ciencia como el mito cubren el sentido común con una superestructura teórica
(...) La construcción de teorías consiste en la disolución de objetos del sentido común y
en reunir los elementos resultantes de forma diferente.» (1975:291) y agrega que «los
pensadores “primitivos” demostraron un conocimiento más profundo de la naturaleza
del conocimiento que sus “ilustrados” rivales filósofos» (1975:293). Sería
perfectamente legítimo pensar que la humanidad existe gracias a la labor de los
pensadores y creadores/inventores de la comunidad primitiva, también las sociedades
del futuro dependerán de los logros que haga la presente en relación a la solución de
problemas centrales. Han pasado tanto tiempo, tantas maneras de interpretar el mundo y
todavía el hombre del presente no quiere aceptar que también su mundo, con sus teorías
y sus formas de vida es transitorio. Cuando se ve un carro de un modelo perteneciente a
otra época (al año de 1954, por ejemplo) es difícil pensar que «precisamente» ese
modelo de automóvil haya estado de moda en ese período, se le ve muy feo, absurdo y
se formula la pregunta «¿cómo es posible que una cosa tan fea haya sido admirada en su
tiempo»; lamentablemente esa no es la posición que se adopta con las teorías científicas
de nuestra época. Algunos teórico han señalado que «el libro» está cerrado y que no se
puede ir más allá, otros más audaces y menos creativos han tenido lo osadía de hablar
del «fin» de la Historia o el «último» hombre. El siglo XX no tendrá museo, dicen. El
modelo de organización social capitalista (neoliberal) será eterno, eso dijeron los
apologistas del Imperio Chino y se dedicaron a construir una muralla, la muralla todavía
existe, ellos desaperecieron.
Una vez que se descompone o desaparece la sociedad primitiva y aparece un
nuevo tipo de sociedad basada en la división de clases, se hacen sentir algunos factores
que antes no existían en el desarrollo del pensamiento y del conocimiento; ahora hay
formas diferentes de pensar, el conocimiento no es homogéneo porque los intereses de
los distintos grupos sociales interfieren en su creación y aplicación; se combinan fuerza
y saber, la realidad y mitología, el artista-mago-hechicero coloca el saber en manos
grupales, porque ese artista-mago-hechicero ve cosas que otros no ven, esto la hace
diferente y lo acerca al reconocimiento del poder sobre el grupo; pero ese
«pensamiento» mágico del artista-mago-hechicero estaba conectado con las exigencias
del grupo y constituía el «paradigma» utilizado por ellos para abordar la realidad y
darle sentido a la vida comunal.
El pensamiento teórico de una persona está condicionado por la época histórica
en que vive, por la posición económico-social del grupo al que pertenece y por el
paradigma utilizado para abordar y explicar la realidad: se teoriza y se crea
conocimientos en el seno de una sociedad, no fuera de ella, se teoriza sobre la realidad
concreta y la realidad conceptual con teorías creadas para tal fin o con las ya existentes.
El proceso del conocimiento es infinito. La participación activa de un sujeto
cognoscente, ubicado en un determinado contexto histórico y socio-económico, no
invalida el carácter objetivo del conocimiento. Reconocer la existencia de un sujeto que
conoce, no es subjetividad; es todo lo contrario, es tomar en cuenta una derivación
correlativa entre ese sujeto, el objeto y la práctica que implica el conocer (aplicación
del conocimiento para solucionar un problema teórico o práctico). Otra cuestión es
señalar que el sujeto cognoscente es el punto de partida, en este caso no se supera el
relativismo. Todo conocimiento se alberga en el cerebro de un ser humano que vive en
un tiempo histórico; no obstante si ese conocer no partió de la praxis (la necesidad de
solucionar un problema concreto) o no se verifica en esa praxis, entonces tal
conocimiento no cumple con las exigencias científicas, no sería objetivo; y equivaldría a
pensar sobre un logaritmo amarillo: ¡es estéril!.
4.2. El Objeto del Conocimiento Histórico
En el seno de las ciencias naturales y las ciencias sociales existen diferentes
disciplinas que se encargan de estudiar determinadas realidades (cfr. supra., pp. 68-74)
cada una de estas ramas o disciplinas tienen su objeto de estudio, un cuerpo teórico-
conceptual y metodológico, hacen uso de un lenguaje natural y artificial tendente a
facilitar el dominio teórico-práctico de la parte de la naturaleza, la sociedad o el
pensamiento que le corresponde estudiar. No se tiene el propósito de hablar sobre los
diferentes objetos que estudian esas disciplinas, el enfoque se limitará a las ciencias
sociales, concretamente al objeto del conocimiento histórico.
¿Cuál es el objeto de estudio del conocimiento histórico?. He aquí una
formulación que encierra —según las teorías y los métodos que se utilicen para estudiar
la Historia— respuestas diferentes, algunas confusiones teóricas y ciertos problemas
metodológicos. Se pudiera señalar a groso modo que el objeto del conocimiento
histórico es una realidad externa creada por la acción de seres humanos en un tiempo-
espacio. Los seres humanos participan en una serie de actividades que se desarrollan en
el marco de un tiempo y espacio social: trabajan, estudian, se divierten y muchas veces
se ven impulsados a luchar política y militarmente en favor o en contra de algo; muchas
veces ese “hacer” social (praxis) se traduce en hechos históricos. Ahora bien: ¿Cuándo
un hecho social se transforma en un hecho histórico?, ¿cómo aborda tales hechos el
investigador de la historia?, ¿el investigador parte de esos hechos y se conforma con
describirlos y ubicarlos en un tiempo-espacio?. Trataremos de poner cierto orden en el
tratamiento de la problemática del “objeto” del conocimiento histórico. El conocimiento
histórico tiene como objeto diversos sucesos pasados que no podemos observar
directamente a causa del tiempo transcurrido, la mayor parte del conocimiento histórico
hasta el presente está basado en la observación indirecta, lo cual no significa que el
historiador esté privado de la posibilidad de hacer una observación directa del pasado y
del presente; las generaciones vivas presentan algunas maneras de vivir (modos de vida)
que existían en el pasado, además las sociedades «primitivas» del presente son especies
de laboratorios en las cuales se puede «observar» «lo pasado vivido-presente» desde el
punto de vista de la antropología cultural. Los objetos, los instrumentos y las palabras
nos permiten «ver» o reconstruir la historia pasada. El conocimiento basado en la
memoria de otros es también de naturaleza individual y solemos combinar esto con
observaciones de la conducta de personas vivientes, este es el método de las historias
de vida. «los hechos históricos son, por supuesto, hechos acerca de individuos, más no
acciones de individuos llevadas a cabo aisladamente, ni tampoco de los motivos reales o
imaginarios, por los que ellos mismos creen haber obrado» (H. Carr, 1961:68). Son
hechos que indican o «traducen» relaciones que se dan entre los diferentes grupos que
integran una sociedad, algunas veces el resultado de esos hechos no eran los deseados
por los protagonistas. En honor a la verdad lo señalado por H. Carr (1961) con
respectos a los hechos históricos, es una opinión de F. Engels5, esto puede ser
comprobado al estudiar la teoría marxista de la historia. La relación entre esta definición
de hecho histórico con el objeto del conocimiento histórico, se pudiera enfocada de la
siguiente manera: 1.- Se piensa por lo general que el historiador empieza su
investigación por los hechos históricos y que éstos constituyen su objeto de estudio y de
su conocimiento, «es falso que el historiador inicie su empresa científica con los hechos;
también es falso que los hechos constituyan el objeto de su empresa» (A. Schaff,
1971:369-370), los que sostienen que el historiador inicia su investigación con los
hechos y que tales hechos son el objeto de su estudio y su conocimiento, se
_________
5 “Los hombres hacen su historia, cualesquiera que sean los rumbos de ésta, al perseguir
cada cual sus fines propios propuestos conscientemente; y la resultante de estas numerosas
voluntades, proyectadas en diversas direcciones, y de su múltiple influencia sobre el mundo
exterior, es precisamente la historia. Importa, pues, lo que quieran los muchos individuos.
La voluntad está determina por la pasión y por la reflexión. pero los resortes que, a su vez,
mueven directamente a éstas, son muy diversos. Unas veces, son objetos exteriores; otras
veces, motivos ideales: ambición, “pasión por la verdad y la justicia”, odio personal, y
también manías individuales de todo género. Pero, por una parte, ya veíamos que las
muchas voluntades individuales que actúan en la historia producen casi siempre resultados
muy distintos de los propuestos —a veces incluso contrarios—(F. Engels, 1886:63).
fundamentan en el modelo de construir la historia desde el punto de vista del
paradigma positivista o del empirismo analítico.
Si el historiador partiera de los hechos que se limita a reunir y exponer
tendríamos una especie de crónica, mas no historia científica. tómese en consideración
lo que hemos dicho acerca de los fenómenos sociales —que no se repiten exactamente
— y se podrá calibrar mejor la formulación de F. Engels, A. Schaff, y H. Carr en
relación a los hechos históricos. En este sentido B. Croce —aunque no está en la misma
línea teórica de los autores anteriormente citados— es muy categórico al afirmar que:
«No ha de ser juzgada una obra histórica por el mayor o menor número y veracidad de
los hechos que contenga, (...) las antologías de información serán crónicas, notas,
memorias, anales, pero no son historias (B. Croce, 1938:8).
El historiador abstrae los hechos de la realidad concreta, ésta por sí sola no dice
cosa alguna, hay que penetrar en ella para construir lo histórico como un concepto o
noción real; el historiador entonces no parte de los hechos sino de las fuentes, materiales
o documentos históricos, con los cuales construye lo que se denomina hechos
históricos; de manera que «los hechos no son un punto de partida, sino un punto
culminante, un resultado» (A. Schaff, 1971:370). El objeto del conocimiento histórico es
el proceso histórico en su totalidad. El historiador si quiere investigar las fuerzas que
están detrás de las causas por las que los seres humanos actúan en la historia, no debe
partir de los intereses de los hombres aislados, sino de la realidad concreta que se
traduce en la participación de los dirigentes o jefes populares que mueven a pueblos
enteros y a las diferentes clases de una nación, con el propósito de acelerar o impedir los
cambios históricos. El historiador por medio de la «abstracción» logra configurar los
elementos esenciales de un «hecho histórico»; en otras palabras, precisa o delimita un
fragmento del suceder histórico, sin perder de vista que esa particularidad está inmersa
en una totalidad.
4.3. El Conocimiento y la Posición Social del Investigador
Para comprender el contenido teórico de la obra de un historiador es necesario
saber cuál es la posición que él ocupa en el seno de la sociedad en que vive; «el
historiador antes de ponerse a escribir la historia, es producto de la historia» ( H. Carr,
1961:52-53). Ahora bien sería conveniente ver hasta qué punto el historiador o pensador
está en capacidad de conocer la realidad desde su posición social; tanto las teorías como
el conocimiento se dan en un contexto social, no es que el investigador se coloque —por
así decirlo— al margen de la sociedad y desde una especie de atalaya se digne ver lo
que ha sucedido o está sucediendo en algo que está fuera de él; no, esto es imposible, el
conocimiento está ligado a algún interés de clase, de grupos económicos, sociales,
artísticos o religiosos.
Cuando la burguesía era una clase en ascenso que luchaba por demoler la
sociedad feudal, asumía una posición atidogmática y se dió a la tarea de fomentar las
ciencias naturales y las técnicas necesarias para impulsar el desarrollo de las fuerzas
productivas de la sociedad. La burguesía era partidaria de buscar nuevos horizontes en
todas las ramas del saber humano. Cuando la sociedad feudal se derrumba y la
burguesía pasa a controlar el aparato del Estado y los principales medios de producción
material y espiritual (la Educación, centros de investigaciones etc) impone un tipo de
discurso científico-técnico e ideológico al resto de la sociedad y modifica su posición
con respecto a la verdad —fundamentalmente en el campo de las ciencias sociales—
ahora, dicen, ya no existe la historia o la evolución de la sociedad; cuando los
economistas señalan que las relaciones económicas existentes en el seno de la sociedad
burguesa son «naturales» dan por entendido que este es un proceso productivo creador
de riquezas y se desarrolla la ciencia y la tecnología «de acuerdo con las leyes de la
naturaleza. por consiguiente, estas relaciones son en sí leyes naturales,
independientemente de la influencia del tiempo. Son leyes eternas que deben regir
siempre la sociedad. De modo que hasta ahora ha habido historia, pero ya no la hay. (C.
Marx, 1859:95). C. Marx produce o crea un conocimiento, una teoría sobre la manera
en que otros investigadores (economistas como él, pero ubicados en otra posición
teórica) conciben el tipo de relaciones y la duración del sistema productivo capitalista;
si se pregunta por qué entre C. Marx y esos «economistas» se dan divergencias teóricas
en torno a la interpretación de un mismo objeto o hecho histórico, se pudiera responder
que la diferencia no se debe a la situación histórica en que viven Marx y los
«economistas» ya que ambos pertenecen o viven en el contexto capitalista, tampoco a
problemas religiosos o de tipo moral; hay un hecho evidente, existen dos posiciones
teóricas para abordar la misma realidad histórica, una legitima y le asigna un desarrollo
natural y duración eterna a dicha realidad; la otra (la de Marx) insiste en la
transitoriedad o el carácter histórico y transitoria del modo de producción capitalista;
cuando se constata las dos posiciones teóricas con la realidad de lo que había sido y será
el desarrollo de la historia de todas las sociedades de la Tierra, se comprueba o constata
en forma indirecta que efectivamente las sociedades dividas en clases han cambiado:
existió una comunidad primitiva, un mundo antiguo, una sociedad feudal o Edad Media
y de ésta se pasó a la sociedad moderna. La teoría de Marx responde al desarrollo real
de la sociedad y está basada sobre el paradigma del desarrollo progresivo de los modos
de producción de la sociedad, después de la división de clases; la otra teoría responde a
un paradigma positivista que consiste en señalar que la humanidad ya llegó a su etapa
positiva y de desarrollo industrial que garantiza el progreso para todos los miembros de
la sociedad. las diferencias teóricas o paradigmáticas hacen posible o explican los
puntos de vistas diferentes en torno a la interpretación o explicación de la realidad
natural y social.
5. Las Ciencias Sociales en el Siglo XX
Habermas (1985) tomando como referencia a Hegel considera que la
modernidad, el nuevo mundo, el mundo moderno, comienza a fines del siglo XVIII y
principios del siglo XIX, la Ilustración y la Revolución Francesa (1789) como
realidades teórica y prácticas le darán significación a todo ese largo período histórico
que constituye la modernidad. Hauser sostiene que el siglo XIX no comenzó hasta
alrededor de 1830, lo mismo que el siglo XX comienza en los años veinte después de la
Primera Guerra mundial. (1961:III-273). La Revolución Francesa de 1789 es la
culminación de la emancipación de la burguesía que se había iniciado con la Ilustración.
La Revolución Francesa cierra y abre un período histórico de gran importancia para el
mundo occidental.
Se había señalado (cfr. supra., pp. 58-64-69-73) que el dominio de la burguesía
en todos los terrenos —les faltaba el control político y eso lo hacen en 1789 con la
Revolución Francesa) se prolonga por casi tres siglos si se toma como punto de partida
la potestad intelectual de los paradigmas científicos de Descartes (Discurso del método,
1637) y Newton (Principios matemáticos de la filosofía natural, 1687). El cubrir todos
esos escenarios donde concurren y actúan tantos factores contradictorios, tiene que
producir algún desgaste del paradigma o las teorías que habían sido tomadas como
factores legitimadores del sistema. F. Nietzsche (1844-1900) y C.Marx (1818-1883) van
a ser los teóricos que viviendo en la modernidad ilustrada o de la razón iluminista, se
constituyen en los portadores de un sentido o significación del análisis y crítica de esa
época. Marx busca una salida a la crisis de la modernidad por medio de la liberación o
«emancipación» de la clase obrera que liberará al resto de la sociedad, Nietzsche
después de anunciar la muerte del Dios de los cristianos y las teorías que garantizaban la
felicidad a «los pobres de espíritu», piensa que la salida a «época de profunda
decadencia y confusión interior» es la constitución de una sociedad donde existan
sujetos con voluntad de poder. Todos los paradigmas tanto de las ciencias naturales
como las sociales, nacieron o tienen mucho que ver con la modernidad vivida bajo el
signo de la Ilustración o una época cuyo modo de vida está signado por el movimiento
«enfermizo» en los espacios urbanos y en la naturaleza.
El siglo XX se caracteriza desde el punto de vista epistemológico por una
confrontación teórica en las diferentes ramas del saber entre el racionalismo e
irracionalismo. En el anti-prólogo que escribe Miguel Ron Pedrique a la obra de R.
Lanz El pensamiento social, hoy (1992:9-21), este respetable poeta metido a filósofo
—basándose en la teoría de que ahora «todo vale»— recomienda «revisar el campo de
batalla» para localizar los sobrevivientes en momentos como el presente de
«extraordinaria confusión» —según él— porque los paradigmas de las ciencia sociales
se habían convertido —por su imposibilidad de separar libre de todo duda, los juicios
de hecho de los juicios de valor— en versiones del mundo; después de la revisión del
campo de batalla se observan muchos «muertos» y pocos «sobrevivientes», entre los
«muertos» se cuentan —según el poeta Ron Pedrique— «el progreso», la «integración»
y la «racionalidad»; hay una herida: la «cientificidad», pero inmediatamente Ron
Pedrique pregunta «no sé si con ello Lanz se refiere a la causalidad misma que cae
también en el campo de batalla herida de muerte» (R. Lanz, 1992:11); y todo ello
acompañado de varios «hundimientos» y «derrumbes».
Si se sigue con la cronología establecida por A. Hauser en el sentido de que el
siglo XX se inicia en 1920, es bastante cuesta arriba «digerir» teóricamente que «Al
final de este grisáceo Siglo XX la postmodernidad también decreta el fin de la ética, es
decir, “todo vale”. Las ciencias sociales se han quedado sin historia, sin progreso, sin
sujetos, sin sentido, sin razón, sin ciencia y sin un sistema de valores que permitiera,
cuando menos, la puerta de escape de una apelación metafísica» (R. Lanz, 1992:45). El
texto —como toda la producción teórica de R. Lanz— constituye una muestra de la
concepción «irracionalista» más radical tan de moda en el seno de los círculos
intelectuales burgueses del mundo occidental; «la muerte de la teoría», «la fatiga de la
Razón Ilustrada», «el cansancio y el pesimismo», «la muerte de la idea de progreso»,
«la muerte de la cultura», son la carta de presentación utilizada por los teóricos que de
alguna u otra forma han confundido la crisis de las llamadas sociedades postmodernas
del mundo occidental con la crisis de los paradigmas de las ciencias sociales. El hecho
de que en las sociedades posmodernas (dominadas por las compañías trasnacionales que
a su vez controlan los mercados mundiales y nacionales) ciertamente exista una crisis de
identidad de los grupos sociales en tanto que el desarrollo científico-tecnológico no ha
significado progreso material y bienestar espiritual para todos y cada uno de los que
integran esos grupos, una espantosa soledad espiritual en medio de un ruidoso
espectáculo organizado, controlado y explotado por los dueños del espacio-tiempo
urbano posmoderno, no puede ser tomado como base o punto de referencia para indicar
que la teoría y las ciencias sociales «han muerto» y no tiene sentido o significación
reflexionar sobre la crisis del capitalismo tardío o la sociedad postmoderna. Es cierto en
la sociedad contemporánea (posmoderna) se siente y se «percibe» en el ambiente la
«deshumanización», desarraigo nacional y un desvanecimiento del sujeto o la
personalidad individual, hay un «miedo» morboso hacia la creación individual no
producto del dominio de una tecnología, no obstante pensar que esta situación ha sido
creada por las ciencias sociales, es algo absurdo. Es una realidad que debe ser abordada
y estudiada precisamente por muchas disciplinas que están en las ciencias sociales. La
burguesía postmoderna tiene interés en fragmentar el sentido del ser humano, quitarle su
esencia y sumirlo en una realidad donde aparentemente no hay un espacio y un tiempo
de referencia, es decir no hay pasado, no hay historia. En los EEUU de Norteamérica en
la época del setenta se presentó un importante debate en torno al significado de la
modernidad, muchos intelectuales se sumergieron en el mundo de la teoria es-
tructuralista con el propósito de dejar a un lado la problemática de la modernidad y la
existencia del ser social y su evolución histórica, se dijo que el tiempo no existía o que
era igual a cero; otros se hicieron miembros de la cofradía mística y muy diletante de la
postmodernidad que «se esfuerza por cultivar la ignorancia de la historia y la cultura
moderna, y habla como si todos los sentimientos, la expresividad, el juego, la
sexualidad y la comunidad humano [sic] acabaran de ser inventados —por los
postmodernistas— y fueran desconocidos, e incluso inconcebibles una semanas antes»
(M. Berman, 1982:23) (negritas añadidas), de manera que no hay pasado, el
modernismo sería un presente sin pasado, «el deseo de borrar cualquier cosa anterior».
Esto es lo que explica la unidad temática y contradictoria entre el movimiento
romántico del siglo XVIII y la modernidad del Siglo XIX, el romanticismo representaba
por una parte «la continuación y la cumbre de la emancipación de la burguesía iniciada
con la Ilustración (...) y por la otra, era la reacción de estas mismas clases contra el
racionalismo “corruptor” y las tendencias reformadoras de la Ilustración» (A Hauser,
1961:II-273). El movimiento romántico se convierte en una lucha «contra el mismo
principio de tradición, de autoridad y contra toda regla» (II-334), por ello «el roman-
ticismo es el primero en tomar al burgués por medida natural del hombre» (II-363);
cuando se entra al Siglo XX el tiempo se mueve tanto y tan rápido que está presente en
todo y no se puede ubicar, la historia o el «tiempo pasado» se olvida y «no deben dejar
adormecer la creencia de que lo nuevo es siempre lo mejor» si realmente se desea
aprovechar las conquista de la ciencia y de la técnica.
«Las ciencias sociales nacieron bajo el mito del “progreso”, han funcionado
siempre para legitimar una cierta teleología de “bienestar social”, han estado
permanentemente en el centro de las disputas sobre los modelos de “justicia social” que
se ventilan a partir del Siglo XVIII» (R. Lanz, 1992:44). Aceptar estas opiniones sin
algunas puntualizaciones, pudieran llevar a considerar que las ciencias sociales han
debido de nacer en medio de una «neutralidad» no observada ni siquiera en las ciencias
naturales, la historia del desarrollo de las ciencias sociales —en las naturales con menor
intensidad— deja abierto un amplio espacio o escenario donde se suscitan importantes
confrontaciones referidas no sólo a la cuestión de la validez del conocimiento derivado
de las investigaciones hechas en el campo social, sino también a la validez gnoseológica
de los juicios de valor y demás constructos o conceptos utilizados por los investigadores
de la realidad histórica-social. Por otra parte se nfiere que R. Lanz cree que A. Comte
y sus seguidores son los creadores de las ciencias sociales; en cuyo caso C. Marx deja
de ser el teórico con quien las ciencias sociales se hacen verdaderamente científicas; en
todo caso aceptado o no que el creador de la ciencia social haya sido Comte o Marx, el
hecho cierto es que el nacimiento, desarrollo y legitimación epistemológica del
conocimiento social de carácter científico, no está excepto de confrontaciones en torno a
las ideas de «progreso», «bienestar social» y «justicia social»; de manera que señalar
que «Las ciencias sociales nacieron bajo el mito del “progreso”» es dejar a un lado con
una segunda intención no confesada, las confrontaciones teóricas y metodológicas que
suscitaron y suscitan la investigación en el campo de las ciencias sociales. También se
observa un «olvido» deliberado del desarrollo histórico antes de la Edad Moderna y el
pequeño detalle de que también la burguesía como clase se planteó —en todo caso
legítimamente desde el punto de vista histórico y sociológico— y logró la conquista del
«progreso», el «bienestar y justicia social» para ella, a nombre de toda la sociedad. Es
esto lo que está en crisis: el discurso construido y difundido desde el siglo XVIII,
llevado a la práctica en las dos últimas décadas de ese mismo siglo (la Revolución
Francesa de 1789), perfeccionado en el XIX con la racionalización del proceso
productivo (racionalismo utilitario de Weber) centrado en la utilidad económica y en el
«olvido de lo humano» y consolidado en el siglo XX a través de las prédicas principios
irracionalistas para «legitimar» la imposibilidad de conocer racionalmente,
objetivamente el porqué el mundo contemporáneo (posmoderno) con todo su desarrollo
científico y tecnológico sólo ha hecho progresar y tener bienestar y justicia a un
número muy reducido de naciones y grupos sociales que generalmente están
identificados con el control de los medios de producción de bienes económicos, el saber
y la información. El hombre burgués de la postmodernidad tiene mayor dominio
racional que los de la modernidad, a tal punto que ha «transferido», ha logrado
confundir y camuflar la crisis de su sistema a/en las ciencias sociales y al sentido de la
vida.
Se había dicho que el Racionalismo, el Iluminismo y el Empirismo se pudieran
agrupar en una sóla tendencia o paradigma que identifica el nacimiento, triunfo y
desarrollo de la Edad Moderna o modernidad; en el siglo XIX desde el «interior» del
sistema capitalista se construyen análisis sobre el desarrollo real alcanzado por esa
sociedad, se presentan dos tendencias críticas a nivel filosófico e histórico: la de Marx y
la de Nietzsche; Marx señalaba que «las clases gobernantes empiezan a darse cuenta
vagamente de que la sociedad actual —la de 1867, MG— no es algo pétreo e
inconmovible, sino un organismo susceptible de cambios y sujeto a un proceso
constante de transformación (1867-I:XV), Marx opone al discurso del «progreso
cerrado en el presente» del burgués y su razón ilustrada, el nuevo concepto de
«progreso abierto en el futuro» y que no podrá cerrarse jamás. Con la entrada de
Nietzsche en el discurso de la modernidad, al decir de Habermas «cambia de raíz la
argumentación», con Nietzsche «la modernidad pierde su posición de privilegio; sólo
constituye ya una última época en la historia de una racionalización que viene de muy
lejos y que se inició con la disolución de la vida arcaica y la destrucción del mito»
(Habermas, 1985:112-13).
En el siglo XX se plantea una revisión crítica del racionalismo de la Ilustración o
el Iluminismo. La evolución de la sociedad moderna (capitalismo inicial) hacia la
consolidación de una nueva sociedad fundada en el desarrollo científico-tecnológico y
una economía mundial controlada por las compañías trasnacionales (Posmodernidad),
cambió las condiciones en las que venían aplicándose los paradigmas creados sobre la
base del racionalismo del Siglo XVII-XVIII y XIX; las ideas de Descartes, Newton,
Kant y Hegel basadas en una concepción racional del mundo, del ser y el pensamiento,
están agotadas. La nueva sociedad ha fragmentado el sentido de la vida y el tiempo se
mueve en todas las direcciones. Se plantean nuevos discurso para dar una explicación a
esa «crisis de la racionalidad» o la «crisis» de los paradigmas que hasta entonces habían
explicado y legitimado la realidad del mundo moderno. Las «nuevas teorías» que se
abocan a la revisión de la crisis de la concepción racionalista del mundo, son las
siguientes: (1) La revisión tecnocrático-positivista (R. Aron, N Luhmann); (2) La
subjetivista-irracionalista (E. Husserl, M. Heidegger); (3) El racionalismo crítico (K.
Popper, I. Lakatos, W. Bartley, H. Albert); (4) La dirección social-crítica, filosofía
crítica o Escuela de Francforct (Th. Adorno, M. Horkheimer, J. Habermas, H.
Marcuse, E. From); (5) Las tendencias intuitivas con sus dos variantes: a. El «retorno a
la tierra» y b. La «la divinización y mistificación» de la razón humana. Las dos primeras
tendencias se dejarán a un lado; la tercera (racionalismo crítico) no se interesa por el
análisis de cómo se origina el saber o cómo se conoce, sino sobre el conocimiento en sí
y su aplicación, rechaza la posibilidad de un conocimiento científico de la realidad
social y en consecuencia considera que es imposible hacer predicciones sobre el
desarrollo de la sociedad (cfr., infra., cap. VI). La dirección social-crítica, filosofía
crítica o Escuela de Francforct es la tendencia donde se inscribe R. Lanz y sus
seguidores «nosotros asumimos hasta las últimas consecuencias los aportes
epistemológicos más radicales hechos por los intelectuales comúnmente designados
bajo la etiqueta de la “Escuela de Frankfurt”» (R. Lanz, 1988:235). Los análisis se
hacen sobre la base del «agotamiento», «destrucción» «muerte» de la Ilustración o el
Iluminismo. Los partidarios de esta tendencia abordan el estudio de lo social a partir de
lo que ellos denominan «racionalidad técnica», «razón instrumental», «racionalidad de
la acción», «racionalización social», «industria cultural»; además manejan una
terminología o nociones «marxistas», muchas veces plantean «reconstruir» el
marxismo (Habermas) o «explicar» mejor lo que —según ellos— el marxismo no pudo
hacer con su «racionalismo de tipo Iluminista», es decir meten el marxismo en la crisis.;
estos «radicales» no teorizan sobre la liberación de una clase social concreta e histórica,
sino sobre una «emancipación» de un tal «sujeto» que no se sabe dónde está, pero que
se «sospecha» que pudiera estar viviendo en una sociedad donde se ha impuesto el
«modo de producción de sentidos» o una «lógica de la dominación». ¿De qué se trata?,
se trata —dicen los directivos de la filosofía crítica a través de su representante en
Venezuela— de hacer posible la creación de una lógica de «impugnación estética y
ética» y de una crítica cuestionadora de ese sistema de dominación; en fin, un proyecto
de «emancipación total» que haga posible la destrucción del modo de «producción de
sentido». (R. Lanz, 1988: 280-81-82).
Hoy más que ayer la burguesía se plantea —y en cierta forma ha logrado un
mediano éxito con los teóricos de la filosofía crítica o la Escuela de Francfort— la
necesidad de «decretar» y «sepultar» todo saber científico social que signifique o tenga
como objetivo analizar, explicar y comprender la realidad social contemporánea o eso
que se ha llamado sociedad postmoderna o capitalismo tardío. Para la cofradía
intelectual que integra la Escuela de Francfort no hay «clases» sociales con una praxis
política o social concreta sino «actores» sociales, no existe el hombre sino «el sujeto»;
no se hace un análisis sobre la sociedad capitalista, se efectúa una «lectura» sobre un
«contexto social» o «mapa» donde existe una «gramática» que permite buscar o darle
sentido a una «lógica de dominación»; ahora hablar de la liberación de la clase obrera es
algo los que han explotado el filón de la posmodernidad, se vuelven iracundos y atacan
o señalan que se ha caído en un «falso debate» entre el progreso y el atraso; lo correcto
es elaborar un discurso sobre la «emancipación de los sujetos». Se abordará esta
temática en otra parte de este trabajo (cfr., infra., cap. IX). De antemano se informa que
R. Lanz en su obra El discurso posmoderno: crítica de la razón escéptica (1993), el la
cual se incluye algo parecido a un «recetario» (57-81) de cocina para dejar que los otros
«actores y comentaristas» de oficio de la posmodernidad tenga la ocasión de «mostrar
los pliegues intertextuales donde se anidan las colonias de representación» [¡¡¡!!!] (R.
Lanz, 1993:57).

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Part 1

  • 1. Primera parte LA OBJETIVIDAD Y LOS GRANDES PARADIGMAS EN LA INVESTIGACION SOCIAL
  • 2. CAPITULO I PROBLEMATICA DE LA OBJETIVIDAD EN LAS CIENCIAS SOCIALES 1. Algunas Notas Teóricas Preliminares Si bien es cierto que en esta primer capítulo trataremos el problema de la objetividad en la investigación social; consideramos importante entes de iniciar el desarrollo de los aspectos centrales referente a la temática, establecer algunos parámetros teóricos que nos permitan —sin pretender abarcar toda la información existente— un mejor grado de acercamiento conceptual a nuestro objeto de estudio. En las ciencias naturales y en las ciencias sociales los investigadores están en la obligación de manejar racional y prácticamente los fundamentos de la teoría y el método que implica el ejercicio o el trabajo que están realizando o se piensa realizar; hoy se dice que sin teoría no hay investigación, inclusive los «nuevos» inventores de la mal llamada “investigación acción” terminan escribiendo sendos tratados teóricos sobre de cómo llegaron a “refutar” lo que ellos designan sin fundamento alguno “investigación burocrática”.
  • 3. Para un científico sea cual sea su posición y su objeto de estudio «haber dominado el método y la teoría es haber llegado a ser un pensador consciente de sí mismo, un hombre que trabaja y conoce los supuestos y las complicaciones de lo que está haciendo» (Wright Mills, 1964:135). La teoría —el cómo interpretar y explicar el objeto— y el método —cómo hacer o diseñar la investigación para comprobar la teoría —, son fases de la investigación que deben ser controladas desde sus esencias teóricas o lógicas; esto significa que quien se decide a entrar como investigador en una determinada esfera de la realidad, debe estar vigilante y preguntarse a cada instante del proceso de investigación emprendido: ¿esta teoría formulada me sirve para abordar y explica lógicamente y epistemológicamente la esencia y el fenómeno correspondiente al objeto?; ¿el método que estoy empleando se corresponde con el tipo de investigación formulada desde la teoría?. Es muy común observar que jóvenes investigadores en ciencias sociales no saben cómo formular teorías y de hecho para qué sirven las teorías; se separa la teoría de la observación concreta de algo o sobre algo y se aisla la teoría del hacer (ponerse a realizar la investigación que ya está, en teoría) en la mente del investigador. Otras veces se pretende establecer una separación entre la teoría y la realidad social, cuando es bien cierto que la teoría forma parte de la realidad o del tejido social; la teoría está inmersa en una realidad histórico-social, por lo tanto ella también es real; esta situación de si la teoría se encuentra inmersa en una realidad social, plantea la pregunta: ¿dónde la localizamos?. El problema está en que la teoría se objetiviza a través de constructos, pero no es palpable, no ocupa espacio, como un objeto concreto cualquiera. La teoría es de, sobre y en; es creada por y para. Las teorías deben explicar y servir o ser útil. El Dr. J. M. Briceño Guerrero un muy ilustre profesor de la ULA (Mérida-Venezuela) dice que «la red de meridianos y paralelos en que los cartógrafos
  • 4. han atrapado la tierra es imaginaria, construida en base a puntos de referencia cómodos; creerla real resultaría ridículo o poético. ¿Qué actitud tendríamos ante un ama de casa que pretendiera poner a secar la ropa en un paralelo, o ante un estudiante de la ULA que afirmara no poder dormir porque el meridiano que pasa por su cuarto lo oprime durante la noche por estar “prensado” debido a la altura de la ciudad? (1966:58). Decir tales cosas no le quita pertinencia a las teorías, al contrario la hace más objetiva porque la subjetividad —la teoría es creada por un sujeto— forma parte de la objetividad. La única forma de comprobar teóricamente la subjetividad, es reconociendo que uno es tan objetivo que no tiene problemas en reconocer que se es subjetivo; en fin para que algo exista subjetivamente es necesario que sea reconocido objetivamente. Todo plan de investigación contiene o hace referencia a un sistema teórico- conceptual denominado: marco teórico, modelo teórico o fundamentación teórica; el diseño en sí de la investigación viene a constituir la comprobación de un modelo teórico; «el poder de una investigación consiste en que antes de proceder a la comprobación de una hipótesis, el investigador haya determinado todos los pasos que va a seguir para obtener su objetivo» (Pardinas, 1976:143), por ello lo teórico-conceptual no puede ser dejado a un lado por el investigador en cada fase de su trabajo. En verdad existen un considerable número de acepciones con respecto al concepto de teoría —se habla de teorías sobre la teoría—, pero se observa una coincidencia entre los epistemólogos cuando se aborda la función instrumental de la teoría en el campo de la ciencia; en este caso no se debe asimilar las teorías científicas en general como norma gnoseológica —sistemas categoriales, postulados de la ciencia, estructuras lógicas— con las teorías comprendidas en el seno de un sistema, modelo, corriente o paradigma (p. ej. los principios del positivismo con respecto al desarrollo de la historia, la teoría
  • 5. del paradigma marxista en referencia a la estructura y evolución de la sociedad, la teoría de la refutación de Hegel, la de Popper). La teoría científica está constituida por un conjunto coherente y sistemático de expresiones lingüísticas (nociones, conceptos, categorías, hipótesis, leyes y símbolos) que permiten a un determinado sujeto cognoscente, explicar o conocer previamente las formas cómo interpreta los objetos naturales o conceptuales y los procesos que se dan en su área de estudio; la teoría es una concepción de y sobre la realidad: “las observaciones y los experimentos se efectúan para comprobar o aclarar alguna teoría” (Chalmers, 1976:54), así también opinan F. Kerllinger (1986), K. Popper (1934, 1972). Cuando se afirma que un objeto sometido a estudio puede ser abordado o explicado tomando en consideración algún factor o situación específica en relación con su posición en un determinado contexto general y se señala que dicho factor (explotación, enajenación, dependencia etc.) origina respectivamente injusticia, separación y atraso; se está intentando crear una teoría sobre esa realidad. Este teorizar supone que el investigador tiene un concepto de explotación, enajenación y dependencia y que al construir una teoría sobre la injusticia social, la enajenación y el atraso o progreso de un pueblo, significa que el sujeto cognoscente está observando a su realidad e interpretándola con teorías que generarán otra teorías (su concepción) sobre la realidad; la observación (constatación o testificación de la teoría) y la praxis comprobarán la validez o pertinencia de la teoría o modelo empleado y los resultados de la investigación. En todo caso se abrirá un capítulo para analizar la posición de Kuhn (1962, 1977) y de Popper (1934a, 1934b, 1956a, 1963, 1972) en relación a este tópico (cif. infra., cap. II y VI). Lo que se quiere es insistir en que las teorías son históricas, falibles y que todavía no se ha creado la última teoría; de manera que «las teorías pueden construirse,
  • 6. remodelarse, reconstruirse lógicamente, aplicarse, destruirse y olvidarse» (Bunge, 1969:486); se olvida o se abandona una teoría cuando ella —sus conceptos o categorías — no explican o no dan cuenta sobre un problema teórico o práctico que se presenta en un situación histórica determinada; este proceso de aceptación o rechazo de una teoría debe situarse en el seno de una crisis de los mismos paradigmas o teorías, cuando la ciencia normal o paradigma aceptado no está en capacidad de poder explicar satisfacto- riamente los nuevos fenómenos o nuevas realidades ( Kuhn, 1962: 13-33-51). Un Paradigma = ciencia normal= modelo teórico aceptado. Es una forma de mirar la realidad a través de una teoría. Por eso es que las «crisis» de los paradigmas no deben ser tomadas como una tragedia griega, sino como algo inmerso en el mismo desarrollo de la teoría del conocimiento. Pero es necesario hacer —a manera de adelanto— otras puntualizaciones: si bien es cierto que la crisis (jamás negada) de la sociedad capitalista moderna, no pueden ser confundida con la «crisis» de los paradigmas que legitimaron su existencia en forma exitosa por más de tres siglos; no es menos cierto que esa «crisis del racionalismo», «iluminismo» o la «Ilustración» ha sido transformada en una crisis de toda las teoría, de todos los paradigmas o de toda forma posible de abordar racional, científica, objetivamente la realidad social. Los intelectuales que se mueven en la «filosofía crítica» no se cansan de señalar que el Racionalismo o el Iluminismo ha muerto, ahora —sentencian olímpicamente— la «razón instrumental» es la base de la nueva sociedad tecnológica y de la cultura como espectáculo; la apología de la pura razón y el «progreso» es un asunto del pasado; si el Iluminismo murió de agotamiento racional, entonces las otras teorías —anotan— deben sufrir el contagio habida cuenta de que ellas también están estructuradas como grandes relatos prometedores del desarrollo y el progreso de la sociedad. Para ellos la «irracionalidad» de las ciencias
  • 7. sociales pasa a un primer plano, irracionalidad en el sentido de la imposibilidad de interpretar objetivamente la realidad social. Sobre esto se hablará más adelante. Una teoría —si desea ser sistemática— no puede fundarse en «una ciega acumulación de información» sobre el objeto de estudio, los datos no hablan por sí mismo (M. Bunge, 1969:486); esa es la diferencia entre el sujeto «bien» informado pero que no tiene teorías para interpretar esas informaciones; pero hay más, cuando alguien se da a latarea de construir una determinada teoría está en la obligación de tomar en cuenta los problemas teóricos y prácticos que esa teoría debe solucionar. En otras palabras, no se teoriza en el aire y por amor a un espíritu teórico, una conceptualización teórica se fundamentará —para tener validez— en el nivel alcanzado por los conocimientos y las técnicas de la época en que se formule; es decir, se teoriza en y para un momento histórico. Por eso es que el paradigma es un límite. Con esto no estamos negando que sea imposible elaborar una teoría de la predicción y hacer predicciones, en otra parte nos ocuparemos de esta cuestión. (cfr. infra., cap. VI). __________ 1 Max Weber en referencia a los estudios metodológicos señala: «En el momento actual (1913), prevalece en nuestra disciplina algo parecido a una pestilencia metodológica. Es casi imposible encontar un simple trabajo empírico cuyo autor —en interés de su propia reputación— no crea necesario plantear algunas consideraciones “metodológicas”. Esto puede ser comparado a un estado de cosas que nos recuerda el “flagelo de la rana”. Para caminar no es preciso conocer la anatomía de las propias piernas. La anatomía se convierte an algo realmente importante sólo cuando algo va mal». (Max Weber, 1903-1908:IX; Apud de José García Blanco, traductor y estudio preliminar de la obra). En esta obra Max Weber toma posición en torno al debate entre los positivistas e historicistas en los círculos académicos alemanes en relación al «método» de las ciencias sociales. Weber plantea la necesidad de un estudio racional específicos de las ciencias sociales.
  • 8. Hablaremos de los diferentes métodos —teorías sobre los métodos, metodología — y el manejo de métodos específicos en referencia a un objeto determinado — métodos— en el campo de las ciencias sociales1 ; se ha señalado algunas opiniones comparativas entre teoría y método; no obstante es conveniente agregar —con el riesgo de ser muy simple— que el método «es un procedimiento para tratar un conjunto de problemas. Cada clase de problemas requiere un conjunto de métodos o técnicas especiales” (M. Bunge, 1969:24); de manera que no existe un método único que pueda ser aplicado al estudio de todos los fenómenos sociales. Cada tipo de problema ya sea teórico o práctico debe ser enfocado con un método que se adapte a la esencia y fenomenología del objeto. En las ciencias sociales —concretamente en la Historia— no se puede utilizar el método experimental por cuanto que no existe la posibilidad de experimentar o manipular los fenómenos; es decir, es imposible reproducir las condiciones objetivas y subjetivas —por ejemplo— de una revolución o de una catástrofe. El investigador en este caso se conformará con el método de observación indirecta y formulará sus hipótesis explicativas del fenómeno. «El conocimiento histórico tiene como objeto diversos sucesos pasados que, como se coincide universalmente, no podemos observar a causa de nuestra situación en el tiempo, es decir, en cierto sentido no podemos recuperarlo» (J. Topolsky, 1973:242). Los estudios sociales e históricos están cargados de valores, categorías asignadas por el investigador quien al fin de cuenta es quien construye la realidad histórica. No es algo «sospechoso» que ciertamente el objeto de estudio de las ciencias sociales sea un «sujeto social» que en los instantes más definidos de su existencia: su nacimiento y su muerte, se singulariza: nace uno y se muere uno, no otro; ese hombre como «ser bípedo implume» o «animal político» según Aristóteles, ser «simbólico» según E. Cassirer, «histórico»
  • 9. como apunta Marx, un ser social, como se designa hoy en día; tiene conciencia de su existencia histórica, social, política, económica e individual. Este ser que en los albores del proceso de la creación de sus primeros modos de vida, se conformó con mantener «viva» un pequeña y temblorosa llama; hoy puede darse el lujo de no estar de acuerdo con lo que se dice sobre su praxis económica y política y muchas veces desea apagar la «luz» u obstaculizar el saber que puede generar conocimiento sobre sus actividades. Los fenómenos naturales no necesitan de la existencia del hombre para manifestarse, antes de que los homínidos primitivos lograran objetivarse y separarse de la naturaleza, ya ésta existía, se daba; en cambio, los hechos sociales se revelan desde el momento en que el hombre actúa sobre la naturaleza y la antropologiza. Ahora bien, si estamos de acuerdo en que existen diferentes métodos para tratar de construir procesos que hagan posibles el explicar y conocer ciertos fenómenos concretos; se nos plantea definir la noción del término metodología: «se indica a menudo actualmente el conjunto de los procedimientos de comprobación o grupo de disciplinas» (N Abbagnano, 1961:802-803). De manera que existen diferencias entre método y metodología; el primero se refiere a «toda investigación u orientación .cp52de una investigación» o «una particular técnica de investigación»; el segundo (la metodología), es el estudio y análisis filosófico de todos los métodos; en este sentido se sostiene que como es factible la existencia de muchos métodos, «la metodología tiende inevitablemente a ser de carácter más general y en consecuencia (...) no suele suministrar procedimientos específicos a los hombres que estudian» ( Wright Mills, 1959:75). Una cuestión es discutir sobre la pertinencia o no de un método específico en relación a un objeto de estudio; otra teorizar sobre la cantidad de métodos con que se pudiera abordar el problema. El método se refiere a cómo hacer o cómo desarrollar un proceso para conocer la esencia de un problema determinado; la metodología consiste en teorizar sobre los posibles
  • 10. métodos que pudieran ser manejados por un investigador para abordar el objeto de estudio. Las diferencias anotadas entre método y metodología, no deben implicar una separación de carácter mecánico o contradictorio; ya que la metodología viene a ser la teoría de los métodos y el dominio de la teoría conlleva a establecer diferencias específicas entre los diferentes métodos y en todo método existe una teoría; es decir, no hay teoría sin método ni método sin teoría; así como también no se hubiese desarrollado la metodología sin una teoría general acerca de los diferentes métodos. Estas definiciones deben ser pensadas como nociones que encierran una práctica científica en dos terrenos específicos: el natural y el social. En las ciencias naturales no existen tantos problemas referidos a lo teórico, lo metodológico y lo metódico; existen problemas con los paradigmas pero no con la intensidad y extensión de los que existen en las ciencias sociales. Hablar de teorías y métodos en las ciencias sociales, encierra un problema de legitimación de los discursos científicos en torno a lo específicamente epistemológico, el poder político y el sexo. la teoría y el método científico, es un orden y una gramática del discurso fundamentales como criterios normativos para la creación del saber y el ejercicio del poder en las sociedades modernas y postmodernas.
  • 11. 2. Clasificación de las Ciencias (Siglos: XVIII y XIX) Si en el presente siglo XX ya es un lugar común hablar de ciencias naturales y de ciencias sociales, este no siempre había sido el criterio aceptado por los distintos pensa- dores cuando hacían importantes intentos teóricos para elaborar una clasificación de las ciencias. En la primera mitad del siglo XVIII las ciencias naturales adoptan una posición conservadora. En esa época se admitía que la historia de la humanidad se desarrollaba en un tiempo y en un espacio geográfico; pero cuando se estudiaban los fenómenos naturales se les abordaba desde un punto de vista estático. A la naturaleza sólo se le asignaba un desarrollo en el espacio, mas no en el tiempo. «se negaba a la naturaleza todo lo que fuese cambio y desarrollo» (F Engels, 1925:7). En consecuencia, existía un estancamiento —si tomamos en cuenta el pensamiento que se poseía en la antigüedad griega sobre la naturaleza— en cuanto a la manera de conceptualizar al mundo natural los griegos tenían conciencia de que la naturaleza estaba sujeta a constantes movimientos. Inmanuel Kant (1724-1804) en 1755 formuló la hipótesis de la nebulosa, según la cual el sistema solar y la Tierra se habían originado a partir de una masa de tipo gaseoso; es decir «la Tierra y todo el sistema solar aparecían como algo que había ido transformándose en el transcurso del tiempo» (F Engels, 1925:8). Esta teoría de Kant —desconocida al principio— fue el basamento para un posterior desarrollo de una ciencia fundamental en el estudio de la tierra: la Geología. La investigaciones realizadas por los geólogos demostraron que la tierra, las plantas y los animales que en ella vivían tenían una historia, habían aparecido en un tiempo determinado.
  • 12. A fines del siglo XVIII se plantea la necesidad de «resumir enciclopédicamente todas las ciencias naturales de la vieja escuela de Newton y Linneo, y esta tarea se entre- garon St. Simon y Hegel»” (F. Engels, 1925:212-213). En la primera mitad del siglo XIX, Augusto Comte (1798-1857) elabora una clasificación de las ciencia tomando en cuenta el acelerado desarrollo sostenido que para esa época tenían las ciencias naturales; de aquí que habla de la existencia de dos especies de ciencias naturales: las ciencias abstractas (teóricas o generales) y las ciencias concretas (particulares o descriptivas). Las primeras (las abstractas) tienen por objeto el descubrimiento de las leyes de la naturaleza; las segundas (las concretas) consiste en la aplicación de las leyes o teorías generales a los objetos o seres existentes. La clasificación de A Comte es lineal en el sentido de que va de lo general decreciente a la complejidad creciente; la secuencia sería: matemática (la base del sistema), mecánica (o astronomía), física, química, biología (o fisiología) y física social (sociología). Obsérvese que Comte no incluye en su clasificación de las ciencias a la psicología ni a la lógica; la psicología era considerada por Comte como una rama cuyo objeto estaba entre la biología (o fisiología) y la física social (o sociología); la lógica no era aceptada por Comte como una ciencia aparte. A Comte argumenta que la base de su clasificación de las ciencias naturales es la siguiente: «La filosofía positiva está dividida en cinco ciencias fundamentales, cuya sucesión viene determinada por una subordinación necesaria e invariable, basada, independientemente de toda opinión hipotética, en la simple comparación de los fenómenos correspondientes; éstas son: la astronomía, la física, la química, la fisiología y la física social2 . a primera, considera los fenómenos más 2 No son cinco ciencias sino seis, ya que hay que añadir matemáticas, Comte la añade al final de esta lección. más adelante aún añadirá una séptima ciencia, la moral. A su muerte, preparaba dos volúmenes sobre la Moral Positiva ( A. Comte, 1973:100; Apud, de José M Revuelta, traductor de la obra).
  • 13. Generales , más simples, más abstractos y más alejados de la humanidad. Los fenómenos considerados por la última son, por el contrario, los más particulares, los más complicados, los más concretos y los más directos para el hombre. (A Comte, 1973:100-101). Engels sostiene que Comte “no pudo ser el autor de su clasificación enciclopédica de las ciencias naturales” ya que se la había copiado de St. Simon; al decir de Engels, Comte sólo tiene como objetivo en dicha clasificación “ordenar” los medios y los planes de enseñanza”; esto último es cierto y el mismo Comte lo reconoce como algo necesario e indispensable: «veo la enseñanza como algo incapaz de realizar los resultados generales más esenciales... si estas distintas partes de la filosofía natural, no son estudiadas» (A Comte, 1973:107). El problema de Comte está en que no toma en cuenta el desarrollo real de los fenómenos naturales y pretendió asimilar lo social a lo natural. Dilthey en su Introducción a las ciencias del espíritu (1883) «adoptó, once años antes de Windelband, la posición de que la historia maneja individualidades concretas y las ciencias naturales generalizaciones abstractas» ( R. G. Collingwood, 1946:170). Las ciencias naturales —para Dilthey— se valen de un método explicativo para conocer la realidad; mientras que las ciencias del espíritu (la Historia, en este caso) utilizan el método comprensivo. Posteriormente Windelband y Rickert hablaron de ciencias naturales y ciencia sociales. H Rickert (1863-1936) en su obra Ciencia natural y ciencia cultural (1899) considera que «la distinción entre ciencia natural y ciencia cultural parece propia para
  • 14. sustituir la división corriente de ciencia de la naturaleza y ciencia del espíritu» (1899:44). Rickert —siguiendo la misma línea de Windelband quien ya había establecido la separación entre las «ciencias ideográficas» y las «ciencias nomotéticas». — habla de una distinción entre el método naturalista y el método histórico; Las ciencias naturales buscan establecer leyes generales y conceptos universales, por esto se identifica el método naturalista como método generalizador; mientras que las ciencias culturales históricas —según el mismo Rickert- no se preocupan, en formar conceptos universales, sólo buscan explicar lo singular, particular o individual; por lo tanto, el método histórico es individualizador. El mismo Rickert señala: «He intentado formular el problema lógico fundamental de una clasificación de las ciencias por su método, de la siguiente manera: la realidad se hace naturaleza cuando la consideramos con referencia a lo universal; se hace historia cuando lo consideramos con referencia a lo particular e individual. Y, en consecuencia con ello quiero oponer al proceder generalizador de la ciencia natural al proceder individualizador de la historia. (Rickert, 1899:98-99). Lo dado, lo externo, la realidad «empírica» puede ser analizado y valorizado como «naturaleza» o como «historia»; el problema es de «consideración» valorativa o conceptual: la realidad natural es universal, que se hace historia cuando buscamos el valor particular e individual, el papel del investigador —para Rickert— sería entonces es «reconocer» la existencia de los valores de los hechos particulares o individuales; en este caso esos valores tienen una existencia «objetiva» y «universal», el historiador reconoce y reconstruye tales valores. En otras palabras, la teoría del conocimiento de Rickert establece una diferencia entre las «ciencias culturales» y las «ciencias de la naturaleza», el problema no es de objeto, sino de método: las ciencias naturales tienen un método generalizador y universal, las culturales deben ser estudiadas con un método individualizador. Max Weber en su obra El problema de la irracionalidad en las ciencias
  • 15. sociales (1903/1908) desarrolla en cierta forma —y supera— el pensamiento de Rickert en relación a los «métodos» para comprender tanto el mundo natural como el histórico/cultural. Mientras que Rickert —como ya se señaló— había fijado su criterio sobre la posibilidad de tener acceso a la realidad a través de los conceptos o valores; M. Weber teorizaba sobre las categorías o los conceptos con los que se pudiera abordar y constituir un conocimiento empírico sobre tal realidad. De manera que M. Weber se mete en la polémica que existe en los círculos intelectuales alemanes de la época en torno a los fundamentos teóricos y metodológicos para abordar el estudio de la realidad natural y la realidad histórica; para Max Weber «El conocimiento empírico, tanto en el campo de la realidad “espiritual” como en el de la “naturaleza externa”, tanto en el campo de los procesos “internos” como en el de los “externos” a nosotros, está siempre vinculado al instrumento de la “elaboración conceptual”, y la esencia de un “concepto” es lógicamente la misma en ambos “campos”» (1903/1908:150-151). F Engels (1820-1859) toma parte activa en la problemática de la clasificación de las ciencias con dos obras fundamentales: Anti-Dühring (1878) y Dialéctica de la naturaleza, cuya primera edición apareció en Moscú, en 1925. Tenemos conciencia de que desde la publicación del Anti- Dühring han transcurrido 100 años; y 53 después de salir a la luz pública Dialéctica de la Naturaleza. Ciertamente ha pasado el tiempo; no obstante —si tomamos en consideración de que «Al interesarse por el desarrollo científico, el historiador parece tener dos tareas principales. Por una parte, debe determinar por qué hombre y en qué momento fue descubierto o inventado cada hecho, ley o teoría científica contemporánea. Por otra, debe describir y explicar el conjunto de errores, mitos y supersticiones que impidieron una acumulación más rápida de los componentes del caudal científico moderno» (T. Kuhn, 1962:20); se pudiera decir que la
  • 16. clasificación elaborada por F Engels tiene su importancia —es menos subjetiva que las diseñadas por Comte y Rickert, según los principios del positivismo— porque se fundamenta en los parámetros siguientes: (1) El movimiento constante de la materia: «cada uno de los cambios y procesos que se operan en el universo, desde el simple desplazamiento de lugar hasta el pensamiento» (F Engels, 1925:47); (2) En que ese movimiento —atributo de la materia— no sólo se produce sino que existe independientemente de nuestra voluntad. El mismo Engels sostiene, además, que una clasificación de las ciencias implica, entre otras cosas, reconocer o señalar el objeto de estudio de las mismas; porque cada ciencia analiza «una forma específica de movimiento», en tanto que ningún objeto permanece estático; también, ordenar la sucesión histórica en que se han manifestado en el tiempo y en el espacio esas «mismas formas de movimiento», es decir los objetos, los hechos, el pensamiento. Ahora bien, esas formas específicas de movimiento se objetivizan en la naturaleza, la sociedad y el pensamiento; por eso Engels habla de ciencias naturales, ciencias sociales y las ciencias que se encargan de investigar las leyes del pensamiento (ciencias filosóficas). Las ciencias naturales se dan a la tarea de estudiar la naturaleza orgánica e inorgánica; las ciencias sociales o históricas, estudian las condiciones esenciales de los seres humanos en el seno de la sociedad, sus teorías jurídicas referidas a la organización del Estado, las formas de conciencia social: ideales filosóficos, religiosos, artísticos, en su evolución histórica y en situación actual (F. Engels, 1874:78); las ciencias filosóficas tienen como objeto las leyes del pensamiento y las diferentes concepciones que los hombres se formulan con respecto al origen del mundo o del universo. Engels reconoce que si bien es posible estudiar científicamente la realidad social —porque en éstas (según él) existen leyes que el investigador puede llegar a
  • 17. conocer—, hay algunos elementos que dificultan tal tarea. El científico social ve limitado su objeto de estudio (en la Historia, por ejemplo) porque en la sociedad los hechos históricos no se repiten —salvo casos excepcionales— y si se repiten no «tienen lugar nunca en las mismas condiciones»; todo lo contrario sucede en el mundo natural, en éste «las especies orgánicas siguen siendo a grandes rasgos las mismas que en tiempo de Aristóteles» (F. Engels, 1874:78). Esto explica, en parte, el atraso de las ciencias sociales con respecto a las ciencias naturales. En todo caso se sigue en la línea de que lo natural, lo social y el pensamiento no son la misma cosa y deben ser estudiados con teorías y métodos específicos. El positivismo y el empirismo van a ser la excepción. En otro lugar ampliaremos esta información. Las ciencias naturales se desarrollaron primero que las ciencias sociales —cuestión lógica desde el punto de vista histórico— y por esa razón, algunos pensadores intentaron (los positivistas y los empiristas fundamentalmente) aplicar los modelos de investigación de las ciencias naturales en el estudio de la realidad social; si en la naturaleza se producen «cambios» con la finalidad de una mejor adaptación de todos los objetos que la conforman y siempre se vuelve al equilibrio original y permanente; también tal regularidad es observada en la realidad social. El mundo social es interpretado como una realidad semejante a un organismo o como «cosa» o «hechos» que pueden ser registrados «objetivamente» sin la intervención de la «pasión», la «razón» se impone o debe predominar en el estudio de la realidad social; en este sentido es necesario señalar que en las ciencias sociales se producía una confrontación teórica, los positivistas deseaban producir un estancamiento de las ciencias sociales; durante cierto tiempo se produjo un relativo estancamiento de las ciencias sociales por utilizar teorías y métodos ajenos a su mundo fenoménico; situación que se hace paradójica si —
  • 18. como ya lo anotamos— la historia o la evolución en el tiempo penetra o se le reconoce su existencia en el mundo natural (tómese en consideración los trabajos de Kant; del fundador de la Geología Lyell; Darwin, etc.). Detrás de esta aparentemente clasificación «neutra» de las ciencias, se constata un dominio del discurso de la Ilustración o Iluminismo centrado en hacer llegar la crítica y la guía de la razón a todos los campos de la experiencia humana; el empirismo esta consustanciado con el Iluminismo, la física de Newton es tomada como un paradigma para todas las actividades científicas de los Iluministas. Toda verdad debe y puede ser puesta a prueba; todo deber ser medido, pesado. Tiempo histórico en que una clase demostró ser capaz de construir en forma brillante —¿por qué no decirlo?— una teoría emancipadora, una idea de progreso y felicidad propia (para sí) a nombre del género humano. Ahora el destino de la humanidad ya no estaba escrito en el «Libro Sagrado» y si seguía escrito con un guión donde un Señor Dios Todo Poderoso ya había calculado el destino de todos y cada uno de los mortales que les había tocado vivir por una «gracia divina» y que su Hijo había sido sacrificado para pagar los «pecados cometidos» por dos audaces que pretendieron saber tanto como El Señor; entonces ya no se leía ese «guión». Y a pesar de que el hombre estaba en capacidad de hacer su historia y marchar hacia el progreso ya diseñado y limitado por la burguesía (los nuevos señores); no obstante el haber terminado con la fatalidad histórica impuesta por la religión cristiana y haberse marchado Dios y su Hijo de este mundo; algunos paradigmas trataban de limitar el conocimiento de la realidad social e histórica. 171 años aproximadamente de dominio (si se toma como referencia la Revolución Francesa de 1789 y 1960 cuando se empieza a hablar de la postmodernidad), serían más años — tres siglos— si se toma como punto de partida el dominio de los paradigmas científicos
  • 19. de Descartes y Newton, siglo y medio de dominio —repetimos— sobre todos los objetos, hechos y condiciones de la vida natural y social (fundamentalmente el poder político y económico) tiene que producir algún desgaste del paradigma. Nietzsche y Marx van a ser los teóricos que viviendo en la modernidad ilustrada o de la razón ilumi- nista, se constituyen en los portadores de un sentido o significación del análisis y crítica de la modernidad. Todos los paradigmas nacieron o tienen mucho que ver con la modernidad vivida bajo el signo de la Ilustración y el dominio del sistema capitalista como modo de vida. 3. Clasificación Actual de las Ciencias En la clasificación actual de las ciencias se debe tomar las interrelaciones y la transición entre las ciencias naturales, las ciencias sociales y las ciencias formales (lógica y matemáticas). El progreso de la ciencia y de la tecnología han hecho posible una mayor transición o entronque entre ramas del saber que permanecían aisladas; las ciencias técnicas (tecnología) en tanto que conocimiento científico empleado para «controlar, transformar o crear cosas o procesos, naturales o sociales» (M Bunge, 1980:206) constituyen el principal nexo entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias sociales (B Kedrov, 1974:73). Además hoy se establece una diferencia muy notable entre las ciencias sociales específicas y las llamadas ciencias humanas o del hombre (Jean Piaget y Lévi-Strauss); en este sentido algunos teóricos ( Kedrov) sostienen que las ciencias sociales y la filosofía forman esas ciencias humanas. Mario Bunge ubicándose en la línea teórica del neopositivista Rudolf Carnap y tomando como base las diferencias entre los objetos concretos (cosas) y los objetos conceptuales (constructos), habla de ciencias fácticas y ciencias de lo conceptual
  • 20. (ciencias formales); en fin, la ciencia formal y la ciencia factual se encargarán de estudiar modos de existencia radicalmente distinto: el conceptual y el físico. M. Bunge dice que la diferencia fundamental entre las ciencias es la que se observa entre las formales (las que estudian «ideas») y las factuales (que estudian «hechos»); la lógica y las matemáticas serían ciencias formales porque estudian «objetos» o constructos que no ocupan lugar y espacio, están fuera de la realidad tangible y por lo tanto no pueden ser percibidos —hasta tanto no hayan sido creado, por ej. los números— por los órganos de los sentidos; la física y la psicología tienen como objetos de estudio hechos o situaciones que ocurren en un espacio-tiempo en este mundo; la observación y la experimentación —en algunos casos— de una praxis o sobre una situación pudiera ser los factores centrales para contrastar las teorías elaboradas en relación a la forma de producirse y relacionarse lo estudiado en un caso concreto. (M. Bunge, 1969:38). Aunque Mario Bunge en relación a esta clasificación (Ver cuadro 1) hace una invitación para que se proceda a «reordenarlas y a rellenar las numerosas lagunas»; en verdad el problema de esta clasificación no radica en lo que se debe «reordenar» y «rellenar» sino en que M Bunge habla en pleno siglo XX de una ciencia factual natural y cultural; y en lugar de reconocer a la psicología como una ciencia de transición entre las ciencias naturales y sociales, la divide. Otro aspecto muy significativo lo constituye lo referente a lo señalado en referencia a la historia material e historia de las ideas; en este caso asistimos a la vieja división entre cultura material y cultura espiritual; en esta ocasión M Bunge no toma en cuenta los avances teórico y metodológicos de las ciencias CUADRO 1
  • 21. Clasificación de las ciencias Según Mario Bunge ___________________________________________________________ FUENTE: Mario Bunge (1969), La investigación científica (Su estrategia y su filosofía), 4 a ed., trad. castellana de Manuel Sacristán, Barcelona (España), Ariel, 1975, p. 41.
  • 22. en su su conjunto. La clasificación de las ciencias tecnológicas de M. Bunge3 es ---no obstante sus limitaciones que posteriormente señalaremos--- teóricamente aceptable y avanzada (Ver cuadro 2) por cuanto que abarca a la mayoría de “todas las actividades orientadas a la práctica” donde se aplica un determinado conocimiento y método científico (M. Bunge, 1970:207). Este autor establece de una manera clara la importancia de las ciencias matrices (por ejemplo: las ciencias biológicas como generadoras de la tecnología agronómica, médica y la bioingeniería), lo cual permite establecer objetivamente los vínculor rales y necesarios entre las ciencias naturales, sociales y las ciencias tecnológicas. Las limitaciones de esta clasificación radica en que no hace referencia al problema de la bi o trifrontalidad de algunas disciplinas científicas y de las ciencias tecnológicas; situación que se está presentando desde el final del siglo XIX y que es ya una realidad común en el siglo XX. Es decir, el avance científico y tecnológico “!conducen al nacimiento de una multitud de ciencias y disciplinas nuevas en el entroque de la ramas del saber que antes permanecían aisladas” (M.B. Kedrov, 1974:69). Por esta razón, la cibernética una ciencia que se ha desarrollado entre las fronteras de las ciencias naturales, las ciencias tecnológicas y las formales (lógica y las matemáticas), “han surgido sobre la base de la solución de los problemas de la automatización de los procesos de la técnica y la producción” (M.B. Kédrov y A Spirkin, 1967:125). Además, la cibernética es una ciencia ligada a La conquista del espacio exterior. La cibernética se desarrolla en los países verdaderamente postmodernos, naciones que han hecho reformas educativas donde la enseñanza de las ciencias naturales, tecnológicas, formales y sociales se hace en forma armoniosa; la formación de un científico especializado en cibernética implica que esa persona debe 3 Acerca de las investigaciones actualizadas hechas por M Bunge sobre Epistemología — concretamente en referencia a la clasificación de las ciencias tecnológicas— cfr. M. Bunge, 1980:205-232.
  • 23. CUADRO 2 Clasificación de las ciencias tecnológicas Según Mario Bunge FUENTE: Mario Bunge, Epistemología (Curso de actualización), Barcelona (España), Ariel, 1980. p. 207.
  • 24. debe recibir una educación en el campo de la biofisicoquímica, cosmología, filosofía, matemática, historia, antropología. computación y zoología. Las naciones que tienen escuela para formar cibernéticos, deben tener la capacidad de utilizar grandes recursos económicos, científicos y tecnológicos, y desarrollar políticas que garantizan de una manera voluntaria y consiente la participación de toda la población en la tarea de conquistar el «espacio exterior». Llama la atención el hecho de que haya sido primero la ex-Unión Soviética y luego los EEUU de Norteamérica las únicas naciones que estén viviendo realmente la Era Espacial. Los científicos rusos M. B. Kédrov y A. Spirkin en su obra La Ciencia (1967) intentan desarrollar en el siglo XX una clasificación de las ciencias tomando en consideración los aportes hechos por C. Marx y F. Engels, en el siglo XIX; una clasificación de las ciencias —según opinión de estos científicos— debe estar basada en: (1) Las interrelaciones (los diversos nexos) entre tres grandes sectores del saber científico: las ciencias naturales, las ciencias sociales y la filosofía; (2) Los principios de la objetividad y del desarrollo, la sucesión histórica en la aparición de cada ciencia; (3) La interconexión con las fases del desarrollo del mundo natural, social y del pensamiento; y (4) La interdependencia entre las leyes más generales (dialéctica) y las más particulares. (Kédrov y Spirkin, 1967:115-117).; basándose en estos principios Kédrov y Spirkin construyen la siguiente clasificación de las ciencias:
  • 25. CUADRO 3 Clasificación de las ciencias de M. B. Kédrov y A. Spirkin ______________
  • 26. FUENTE: M. B. Kedrov y A. Spirkin (1967), La ciencia, trad. de José María Bravo, México, Grijalbo, 1967, p. 118 Kédrov-Spirkin (1967) establecen otras ordenaciones —que amplían o puntualizan la clasificación señalada en el cuadro 3—, en este sentido consideran: las ciencias humanísticas o ciencias históricas (ciencias sociales), las ciencias naturales y técnicas; sus opiniones con respecto a la clasificación de las ciencias históricas, es muy pobre desde el punto de vista conceptual, pero la clasificación que hace con respecto a las ciencias naturales y técnicas y de gran importancia para nuestro estudio (ver cuadro 4), por cuanto que establecen en forma extensa y profunda los cambios muy radicales que se han producido en este siglo XX en relación al siglo XIX; Kedrov y Spirkin además sostienen que en el siglo XX «ha surgido una ciencia totalmente nueva en cuanto a sus principios: la física subatómica (mecánica cuántica, física electrónica y nuclear), que ha transformado radicalmente la relación entre la física y la mecánica, la física y la química», pero lo central es que «en el siglo XX toda ciencia de la naturaleza se ha convertido en un sistema de ciencias entrelazadas e interconexionadas mutuamente» (1967:123). Estas clasificaciones de las ciencias tanto las del siglo XVIII-XIX como las de este siglo XX, tiene una importancia fundamental para la planificación y desarrollo de las actividades prácticas relacionadas con la educación a todos los niveles —haciendo énfasis en el pregrado, postgrado y centros de investigaciones— la pedagogía, la economía y la política de un país determinado. Al
  • 27. CUADRO 4 Clasificación de las ciencia naturales y técnicas Según M.B. Kédrov y A. Spirkin ----------------------------------------------------------
  • 28. FUENTE: M. B. Kedrov y A. Spirkin (1967), La ciencia, trad. de José María Bravo, México, Grijalbo, 1967, p. 124. y centros de investigaciones— la pedagogía, la economía y la política de un país determinado. Al hacer un estudio crítico y comparativo de las diversas clasificaciones de las ciencias, se constata el nivel de desarrollo del saber científico alcanzado por la sociedad y la tendencia central o el énfasis que se tiene sobre determinadas ramas del saber; es muy significativo el hecho de que en las primeras décadas del siglo XIX — según clasificaciones elaboradas de acuerdo al paradigma positivista o marxista— sea tomada una determinada disciplina como modelo; la física —por ejemplo— se consideró como modelo de las ciencias naturales, la economía sería el paradigma de las ciencias sociales. Independientemente de que tal postura haya sido correcta o incorrecta, denota que en esa etapa histórica se le da mucha importancia al estudio de la naturaleza y a los hechos económicos, a fenómenos que pueden ser observados y constatados; a tal punto que se trató de reducirlo todo la realidad tanto la natural como social a «hechos» y no hubo espacio o situación —en lo social— donde el factor económico si no era tomado como fundamento, por lo menos tenía algo que ver con los hechos estudiados. Ya es un lugar común decir que estamos viviendo en una era en que los procesos de creación, almacenamiento y difusión del saber, se constituyen en un todo que cambia el estatuto de uso y valor de ese saber. Cuando M. Bunge, Kédrov y otros incluyen entre las ciencias tecnológicas a la informática o computer sciences, la cibernética, teoría de autómatas, teoría de la información etc. lo hacen partiendo de una base real y objetiva del estado actual de las ciencias y de la importancia que tiene para la sociedad contemporánea todo lo referido a la informática o a la ciencia de la computación. Por otra parte y ya en la onda de la «crisis» de los paradigmas. el hecho de que se plantee sobre bases objetivas y como una necesidad epistemológica el considerar en las
  • 29. clasificaciones de las ciencias (en esta caso las sociales), los nuevas disciplinas y tendencias derivadas de una mayor profundidad de las investigaciones lingüísticas, la vida sentida y vivida por uno y no otro en la comunidad/cotidianidad, es un indicador de que el saber puede ser construido a partir de otras realidades muy diferentes a las que son objeto de una observación y medición con instrumentos «garantes» de una objetividad. En otra palabras, el desarrollo de los estudios de la realidad social sobre las bases de fuentes no exclusivamente documentales escritas u oficiales, y donde la palabra y la vida cotidiana de los sujetos —que siguen siendo seres humanos que pertenecen a un grupo, clase o categoría— pasa a ser tomada en su justo valor e importancia para la interpretación de lo social como una realidad que definitivamente es muy diferente a lo natural. Una determinada clasificación de las ciencias es el «fundamento teórico» o el paradigma normativo de «las cuestiones relacionadas con la organización y estructura de los centros científicos (...) la planificación de los trabajos de investigación científica» (M. B. Kédrov y A Spirkin, 1967:126). El fundamento teórico, filosófico, el contenido y significación de la producción literaria, científica y tecnológica de una nación, son los indicadores del nivel alcanzado por esa sociedad en cuanto al saber y su utilización; las clasificaciones de las ciencias traducen los dominios teóricos y materiales alcanzados por una sociedad sobre los objetos y conceptos. El dominio de éste saber permite o ayuda a elaborar una política académica y de hecho establecer los diseños curriculares a nivel de la educación superior (pregrado y postgrado) que tengan conexión con las necesidades económicas, sociales, políticas del país. Los planificadores y diseñadores de los proyectos educativos a todos los niveles, hacen su trabajo basándose en los conte- nidos y tendencias observadas en las clasificaciones de las ciencias. Además la organización de los centros de información y documentación (Bibliotecas) deben estar
  • 30. fundados sobre el «saber pasar» de la clasificación lineal (por ej. la de Comte), a la no lineal (ej. la de Kédrov-Spirkin y Piaget), y a las cerradas o circulares (Charles-Eugene Guye). Así las ciencias de transición tendrán su lugar en esos centros de información y documentación. 4. Problemática de la Objetividad en las Ciencias Sociales La problemática de la objetividad en las ciencias sociales plantea una serie de preguntas colaterales que se relacionan con los mismos elementos que participan o están inmersos en la investigación de la realidad social. En primer lugar tenemos que el sujeto cognoscente en tanto que sujeto está sumergido en su objeto de estudio, forma parte de él. Por otra parte, se presenta ciertas diferencias en relación con la noción «objetividad». La definición de «objetividad» tiene varias acepciones, puede ser enfocada como «la ausencia de parcialidad y de coloración emotiva», si el investigador «todavía» está activo y gozando de todos sus sentidos y deseos, es objetivamente cierto que el cono- cimiento producido por ese sujeto no puede ser «incoloro ni totalmente imparcial», el sujeto «no es un aparato registrador pasivo» cuya mente se asemeja a un cubo (cifr. infra., cap. VI) sino que tiene la facultad de introducir en el conocimiento un factor subjetivo que está ligado a su condicionamiento de ser histórico y social (A. Schaff, 1971:96). La aportación subjetiva del sujeto en el proceso del conocimiento es defendida por principio por toda persona más o menos cuerda, es común escuchar decir: «esa es mi opinión que me he formado después de hacer el análisis de la situación»; nadie le niega ese derecho al sujeto, siempre y cuando esa opinión o saber no tenga que ver o se relacione con las estructuras de poder político o económico. La aportación subjetiva del sujeto explica en cierta medida las diferencias existentes «no sólo en la valoración e interpretación y percepción (articulación) y descripción de los hechos, sino
  • 31. también en la percepción (articulación) y descripción de la realidad» (A. Schaff, 1971:96). la objetividad y la subjetividad de un sujeto tiene que ver con problemas históricos relacionados con los sentidos y con los paradigmas o teorías con los que ese sujeto toma «posesión» —en cuanto la hace suya— de la realidad; los paradigmas, las teorías son una forma de mirar y explicar el mundo; «en cierto sentido, la visión es una acción que lleva una “carga teórica” (...) visión y conocimiento son elementos indispen- sables del ver» (N. R. Hanson, 1977:238)4. Es cierto que se nace con una estructura biológica, pero esta estructura para tener algún valor o utilidad en el seno de la sociedad, debe ser sometida a un proceso educativo en el que la palabra o el lenguaje juega papel central. El contexto social, la educación sistemática, la teoría, dan o constituyen los factores fundamentales para realizar el acto de observar y conocer la realidad. T. Kuhn ha dicho con sobrada razón que __________ 4 Esta cita y las siguientes corresponden al capítulo OBSERVACION, escrito por N. R. Hanson en Filosofía de la ciencia: teoría y observación, León Olivé y Ana R. Pérez (Comp.), México, Siglo XXI, 1989 (pp. 216-252); «Observación» constituye el capítulo I del libro Patterns of Discovery. An Inquiry into the Conceptual Fuoundations of Sciencie, de N. R. Hanson, publicado por la Cambridge University Press, 1958. Versión castellana de Enrique García Camarero, publicada por Alianza Editorial, Madrid, 1977, con el título Patrones de descubrimiento. La objetividad siempre estará afectada por una teoría y un contexto; su carácter humano la hace ser subjetiva y relativa. Se habla de la objetividad de las computadoras en la selección —por ejemplo— de adjudicatarios de casas o préstamos; pero esto no cierto completamente, habida cuenta de que un sujeto es quien programa la computadora y en este programa deja deslizar la «huella» de la concepción o teoría que ese sujeto tiene sobre a quiénes se les debe adjudicar una vivienda o préstamo. ¿Cuál es el problema?. Por qué el ser humano tiene que sentir alguna incomodidad teórica por el
  • 32. hecho de ser precisamente humano; es decir, por abordar el mundo con teorías elaboradas o creadas por él mismo; porque «el conocimiento del mundo no es un montaje de piedras, palos, manchas de color y ruidos, sino un sistema de proposiciones» ( N. R. Hanson, 1977:243-44). Proposiciones significativas que «conocemos» a través de las formas lingüísticas; el objeto, lo dado, el mundo externo al ser humano, su mundo interno, sólo pudo ser «fijado» abstractamente, conceptualmente y comunicado, cuando se creó una forma social de reconstruirlo activamente con apoyo del lenguaje; en el fondo el lenguaje es una práctica social que permite una comunicación simbólica (natural o artificial) entre grupos humanos. La verdad de un pensamiento, de una teoría o paradigma no puede fundarse, objetivarse, si no sale de la esfera misma del pensamiento; en los albores de la humanidad la formación de un lenguaje exosomático basado en la emisión de sonidos guturales con sentidos relacionantes con actividades importantes para el grupo, inició la separación del ser humano del resto de los animales; tal lenguaje se iría perfeccionando en el transcurso del tiempo hasta llegar a constituirse en la base de una comunicación natural (idiomas) específica de cada comunidad. También es posible enfocar la objetividad en relación a la significación universal que pudiera tener este o aquel conocimiento, en este caso nos encontramos con que unos conocimientos son considerados más objetivos que otros, y así volvemos a caer en la relatividad. Ahora bien, si “la objetividad sólo es una propiedad relativa del conocimiento” como lo sostiene Schaff (1974); entonces, se nos plantea buscar un punto de referencia para determinar el grado de veracidad que contiene tal conocimiento con respecto a una realidad. En este sentido los marxistas consideran que sólo la práctica indica el contenido objetivo o la subjetividad de un pensamiento; mientras que los empirista señalan al respecto que el criterio de objetividad viene dado por la concordancia entre la percepción de los sentidos y la realidad. Se trata entonces de
  • 33. establecer si el conocimiento es puro registro de datos ya estructurados por parte de un sujeto pasivo o si por el contrario ese sujeto interviene activamente en el conocimiento y en la organización teórica del objeto. El empirismo analítico y el lógico adoptan una posición mecanicista en el análisis del proceso del conocimiento: los hechos hablan por sí mismo, el objetos del conocimiento se refleja sobre el aparato perceptivo del sujeto (sus sentidos), el producto de ese proceso (el conocimiento) es un reflejo o copia del objeto. El pensamiento y el conocimiento es la reproducción mecánica de lo real. Este proceso ha sido denominado por K. Popper «la teoría de la mente como un cubo» (cfr. infra., cap. VI). Para el empirismo lógico (una de las últimas formas del empirismo) la exigencia fundamental es que cualquier enunciado, para tener un sentido, debe ser de alguna manera, comprobado, confirmado o puesto a prueba; lo empiristas lógicos «llegan a restringir la investigación sólo en el dominio de aquellos significados lingüísticos», en esta forma se reduce la filosofía al análisis del lenguaje. A todas luces esta es una posición extremista desde el punto de vista epistemológico. La posición contraria al empirismo está representada por una forma de idealismo subjetivista —ahora se pasa al otro extremo— que se mueve entre el escepticismo y el solipsismo; para los primeros la verdad no existe y en caso de exista, el ser humano es incapaz de conocerla. Según el solipsismo no se puede salir de la conciencia, toda la realidad exterior, aún la de los otros «yo», no es para mi más que un hecho de mi conciencia; no hay más realidad que mi conciencia. El sujeto percibe el objeto como su propia producción. La teoría marxista en cuanto a si las formas de conocimiento pertenecen al sujeto, al objeto o si son debidas a algún tipo de relación entre el sujeto, el objeto y las formas lingüísticas con que se comunican el conocimiento que se produce como
  • 34. consecuencia de esa relación, es suficientemente conocida. Para el marxismo tanto el sujeto como el objeto mantienen una existencia objetiva y real, pero entre ambos se produce una relación en el marco de una práctica social en la cual el sujeto percibe al objeto (la realidad) con la finalidad de transformarla; el proceso de conocimiento se hace en un espacio-tiempo social (contexto) donde está ubicado tanto el sujeto como los objetos, éstos son las fuentes exterior del conocimiento, es lo dado. Los marxistas incorporan el factor antropológico a la teoría del conocimiento, el ser humano debe ajustar la realidad natural a su mundo social, esto lo hace a través del trabajo creador. Marx habla de una unidad epistemológica de la actividad científica del ser humano: con el tiempo habrá una sola ciencia que agrupará tanto a lo natural como a lo social: «La historia misma es una parte real de la Historia natural, de la conversión de la naturaleza en hombre. Algún día la Ciencias natural se incorporará a la Ciencia del hombre, del mismo modo que la Ciencia del hombre se incorporará a la Ciencia natural; habrá una sola Ciencia» Marx, 1844:152-53). La actividad del sujeto cognoscente puede ser analizada de dos maneras: como una actividad individualista y subjetiva o como un proceso que responde a una relación social y objetiva. Los que conciben al sujeto cognoscente como un ente individualista y subjetivo, piensan que quien conoce es un individuo aislado de la sociedad, este individuo registra, contempla y transforma las impresiones y los datos del mundo exterior; conocer estaría reducido a observar, contemplar y analizar en forma individual, el investigador no le debe nada a la sociedad ni a la cultura, al contrario él es un «sacrificado» y le entrega «su» saber a la sociedad; esta postura incorrecta ha sido criticada por importantes epistemólogos contemporáneos. La concepción que considera la actividad del sujeto cognoscente como social y objetiva, sostiene que si bien el hombre es un ser biológico, lo que lo caracteriza es su condición de ser histórico-social y la praxis (trabajo) sobre la naturaleza; el hombre es
  • 35. el único ser que tiene conciencia de su existencia (vida) y su muerte social. El mismo acto de nacer es algo social para el ser humano, los condicionamientos sociales a través del lenguaje, la cultura, la forma de mirar y pensar, se constituyen en los ambientes simbólicos que el nuevo ser debe aceptar y practicar si quiere seguir vivo. El sujeto cognoscente capta o percibe a la realidad exterior en base a los códigos paradigmáticos que se fijan en su cerebro a través del lenguaje en que piensa. El conocimiento es una actividad práctica y social con el objeto de transformar la realidad natural y social; para los marxistas el conocimiento que tiene el hombres de la naturaleza es un conocimiento antropologizado, eso es lo que le «trasmite» el «aire» humano a todos los instrumentos y objetos materiales creados por el hombre los automóviles tienen «ojos» que alumbran, las casas tienen «ojos» que ven, el túnel tiene «boca», el ser humano antropologiza a la naturaleza. Hablar del tiempo y espacio social es algo lógico en tanto que «el tiempo es el espacio del desarrollo del hombre» (Marx), porque existe para «una realidad social de la naturaleza» y «ésta considerada abstractamente, de por sí, separada del hombre, es nada para éste» (Marx). La problemática de la «objetividad» en las ciencias sociales se debe fundamentalmente a que el sujeto cognoscente es un ser histórico-social y que el proceso de conocimiento de la realidad social se da en su propio contexto social; el sujeto conocedor no puede mantenerse el margen de lo que pretende conocer porque todos los «instrumentos» que utiliza para abordar su objeto se han originado o formado en su objeto (la sociedad), tal es el caso de su misma estructura corpórea, su condición de ser homo sapiens y el funcionamiento de los distintos órganos de los sentidos que le sirven a ese cuerpo para relacionarse con el mundo exterior; el sentido de la vista y el oído —por nombrar algunos— son históricos y por lo tanto están cargados de significaciones teóricas que se forman en lo social; para Marx «un individuo aislado no
  • 36. podría tener lenguaje», éste es un fenómeno social que lleva implícito la existencia de otras personas y realidades que deben ser comunicadas a través de él. Los paradigmas o las teorías con que se abordan e interpretan el mundo natural, social y del pensamiento, han sido creadas por sujetos que están unidos a una comunidad científica o que viven en un contexto social. Las teorías, los conocimientos o los discursos científicos forman parte de la realidad social. El conocimiento surge como necesidad concreta e histórica para solucionar problemas; lo natural está allí, existe sin la participación del hombre, lo social ha sido creado y tiene su propia «textura», la objetividad del conocimiento no puede significar o comprender que el sujeto conocedor se niegue a sí mismo, que deje de ser humano y se convierta en un ser sobrehumano o humano, porque entonces no existirá lo social y sólo habrá naturaleza bruta. 4.1. El Pensamiento como Producto Histórico Se dijo que la verdad de un pensamiento se funda sobre una praxis y se fija a través de un lenguaje. La historicidad es algo inherente a todas las actividades realizadas por la humanidad. Se afirma que «el pensamiento teórico de toda época, incluyendo por lo tanto la nuestra, es un producto histórico, que reviste formas muy distintas» (F. Engels, 1925:23); ese carácter histórico del pensamiento va ligado al problema de las llamadas verdades eternas. La humanidad jamás ha operado con «verdades eternas» y si alguna vez se pudiera presentar —supuesto negado— tal situación se «habría llegado con eso al punto en el cual se habría agotado la infinitud del mundo intelectual» (F. Engels, 1878:76); esto nos permite inferir que el pensamiento del ser humano es capaz de darnos o construir ciertas verdades relativas en función de la situación del desarrollo científico-tecnológico de la época; la verdad absoluta estaría constituida por la suma de
  • 37. aquellas verdades relativas. Por lo tanto para el paradigma marxista no existe una línea intransitable entre la verdad relativa y la verdad absoluta, (Lenin, 1909:103). Mas, esto implica un desarrollo progresivo de la capacidad cognoscitiva de la humanidad que, sin lugar a dudas, jamás puede ser regresiva porque significaría la muerte — o en todo caso, hambre y penumbra— para la especie humana. Por ejemplo, la sociedad actual — independientemente del sistema organizativo de su economía— no puede producir sus bienes de consumo utilizando los conocimientos y las técnicas que en épocas remotas desarrollaron la comunidad primitiva y más recientemente, el sistema feudal. Reconocer la condicionalidad histórica del pensamiento no es caer en el relativismo puro, sino simplemente asumir una posición objetiva para señalar que los conocimientos no son estáticos, van perfecionándose —superando los límites de la época: verdades relativas— para producir nuevas teorías que nos llevan a otras verdades. Hegel (1807,1812), Bachelard (1938, 1953, 1972) y Kuhn (1962, 1977) en cada período histórico genera un tipo de pensamiento, sistema categorial y formas de mirar el mundo; los seres humanos que vivieron en la etapa histórica de la comunidad primitiva, tuvieron la capacidad de implementar formas de pensamiento que les hicieron posible —partiendo de la praxis— crear un modo de vida en íntima relación con su ambiente (espacio social); P. Feyerabend basándose en Horton (1967) considera que «tanto la ciencia como el mito cubren el sentido común con una superestructura teórica (...) La construcción de teorías consiste en la disolución de objetos del sentido común y en reunir los elementos resultantes de forma diferente.» (1975:291) y agrega que «los pensadores “primitivos” demostraron un conocimiento más profundo de la naturaleza del conocimiento que sus “ilustrados” rivales filósofos» (1975:293). Sería perfectamente legítimo pensar que la humanidad existe gracias a la labor de los
  • 38. pensadores y creadores/inventores de la comunidad primitiva, también las sociedades del futuro dependerán de los logros que haga la presente en relación a la solución de problemas centrales. Han pasado tanto tiempo, tantas maneras de interpretar el mundo y todavía el hombre del presente no quiere aceptar que también su mundo, con sus teorías y sus formas de vida es transitorio. Cuando se ve un carro de un modelo perteneciente a otra época (al año de 1954, por ejemplo) es difícil pensar que «precisamente» ese modelo de automóvil haya estado de moda en ese período, se le ve muy feo, absurdo y se formula la pregunta «¿cómo es posible que una cosa tan fea haya sido admirada en su tiempo»; lamentablemente esa no es la posición que se adopta con las teorías científicas de nuestra época. Algunos teórico han señalado que «el libro» está cerrado y que no se puede ir más allá, otros más audaces y menos creativos han tenido lo osadía de hablar del «fin» de la Historia o el «último» hombre. El siglo XX no tendrá museo, dicen. El modelo de organización social capitalista (neoliberal) será eterno, eso dijeron los apologistas del Imperio Chino y se dedicaron a construir una muralla, la muralla todavía existe, ellos desaperecieron. Una vez que se descompone o desaparece la sociedad primitiva y aparece un nuevo tipo de sociedad basada en la división de clases, se hacen sentir algunos factores que antes no existían en el desarrollo del pensamiento y del conocimiento; ahora hay formas diferentes de pensar, el conocimiento no es homogéneo porque los intereses de los distintos grupos sociales interfieren en su creación y aplicación; se combinan fuerza y saber, la realidad y mitología, el artista-mago-hechicero coloca el saber en manos grupales, porque ese artista-mago-hechicero ve cosas que otros no ven, esto la hace diferente y lo acerca al reconocimiento del poder sobre el grupo; pero ese «pensamiento» mágico del artista-mago-hechicero estaba conectado con las exigencias
  • 39. del grupo y constituía el «paradigma» utilizado por ellos para abordar la realidad y darle sentido a la vida comunal. El pensamiento teórico de una persona está condicionado por la época histórica en que vive, por la posición económico-social del grupo al que pertenece y por el paradigma utilizado para abordar y explicar la realidad: se teoriza y se crea conocimientos en el seno de una sociedad, no fuera de ella, se teoriza sobre la realidad concreta y la realidad conceptual con teorías creadas para tal fin o con las ya existentes. El proceso del conocimiento es infinito. La participación activa de un sujeto cognoscente, ubicado en un determinado contexto histórico y socio-económico, no invalida el carácter objetivo del conocimiento. Reconocer la existencia de un sujeto que conoce, no es subjetividad; es todo lo contrario, es tomar en cuenta una derivación correlativa entre ese sujeto, el objeto y la práctica que implica el conocer (aplicación del conocimiento para solucionar un problema teórico o práctico). Otra cuestión es señalar que el sujeto cognoscente es el punto de partida, en este caso no se supera el relativismo. Todo conocimiento se alberga en el cerebro de un ser humano que vive en un tiempo histórico; no obstante si ese conocer no partió de la praxis (la necesidad de solucionar un problema concreto) o no se verifica en esa praxis, entonces tal conocimiento no cumple con las exigencias científicas, no sería objetivo; y equivaldría a pensar sobre un logaritmo amarillo: ¡es estéril!. 4.2. El Objeto del Conocimiento Histórico
  • 40. En el seno de las ciencias naturales y las ciencias sociales existen diferentes disciplinas que se encargan de estudiar determinadas realidades (cfr. supra., pp. 68-74) cada una de estas ramas o disciplinas tienen su objeto de estudio, un cuerpo teórico- conceptual y metodológico, hacen uso de un lenguaje natural y artificial tendente a facilitar el dominio teórico-práctico de la parte de la naturaleza, la sociedad o el pensamiento que le corresponde estudiar. No se tiene el propósito de hablar sobre los diferentes objetos que estudian esas disciplinas, el enfoque se limitará a las ciencias sociales, concretamente al objeto del conocimiento histórico. ¿Cuál es el objeto de estudio del conocimiento histórico?. He aquí una formulación que encierra —según las teorías y los métodos que se utilicen para estudiar la Historia— respuestas diferentes, algunas confusiones teóricas y ciertos problemas metodológicos. Se pudiera señalar a groso modo que el objeto del conocimiento histórico es una realidad externa creada por la acción de seres humanos en un tiempo- espacio. Los seres humanos participan en una serie de actividades que se desarrollan en el marco de un tiempo y espacio social: trabajan, estudian, se divierten y muchas veces se ven impulsados a luchar política y militarmente en favor o en contra de algo; muchas veces ese “hacer” social (praxis) se traduce en hechos históricos. Ahora bien: ¿Cuándo un hecho social se transforma en un hecho histórico?, ¿cómo aborda tales hechos el investigador de la historia?, ¿el investigador parte de esos hechos y se conforma con describirlos y ubicarlos en un tiempo-espacio?. Trataremos de poner cierto orden en el tratamiento de la problemática del “objeto” del conocimiento histórico. El conocimiento histórico tiene como objeto diversos sucesos pasados que no podemos observar directamente a causa del tiempo transcurrido, la mayor parte del conocimiento histórico hasta el presente está basado en la observación indirecta, lo cual no significa que el
  • 41. historiador esté privado de la posibilidad de hacer una observación directa del pasado y del presente; las generaciones vivas presentan algunas maneras de vivir (modos de vida) que existían en el pasado, además las sociedades «primitivas» del presente son especies de laboratorios en las cuales se puede «observar» «lo pasado vivido-presente» desde el punto de vista de la antropología cultural. Los objetos, los instrumentos y las palabras nos permiten «ver» o reconstruir la historia pasada. El conocimiento basado en la memoria de otros es también de naturaleza individual y solemos combinar esto con observaciones de la conducta de personas vivientes, este es el método de las historias de vida. «los hechos históricos son, por supuesto, hechos acerca de individuos, más no acciones de individuos llevadas a cabo aisladamente, ni tampoco de los motivos reales o imaginarios, por los que ellos mismos creen haber obrado» (H. Carr, 1961:68). Son hechos que indican o «traducen» relaciones que se dan entre los diferentes grupos que integran una sociedad, algunas veces el resultado de esos hechos no eran los deseados por los protagonistas. En honor a la verdad lo señalado por H. Carr (1961) con respectos a los hechos históricos, es una opinión de F. Engels5, esto puede ser comprobado al estudiar la teoría marxista de la historia. La relación entre esta definición de hecho histórico con el objeto del conocimiento histórico, se pudiera enfocada de la siguiente manera: 1.- Se piensa por lo general que el historiador empieza su investigación por los hechos históricos y que éstos constituyen su objeto de estudio y de su conocimiento, «es falso que el historiador inicie su empresa científica con los hechos; también es falso que los hechos constituyan el objeto de su empresa» (A. Schaff, 1971:369-370), los que sostienen que el historiador inicia su investigación con los hechos y que tales hechos son el objeto de su estudio y su conocimiento, se _________
  • 42. 5 “Los hombres hacen su historia, cualesquiera que sean los rumbos de ésta, al perseguir cada cual sus fines propios propuestos conscientemente; y la resultante de estas numerosas voluntades, proyectadas en diversas direcciones, y de su múltiple influencia sobre el mundo exterior, es precisamente la historia. Importa, pues, lo que quieran los muchos individuos. La voluntad está determina por la pasión y por la reflexión. pero los resortes que, a su vez, mueven directamente a éstas, son muy diversos. Unas veces, son objetos exteriores; otras veces, motivos ideales: ambición, “pasión por la verdad y la justicia”, odio personal, y también manías individuales de todo género. Pero, por una parte, ya veíamos que las muchas voluntades individuales que actúan en la historia producen casi siempre resultados muy distintos de los propuestos —a veces incluso contrarios—(F. Engels, 1886:63). fundamentan en el modelo de construir la historia desde el punto de vista del paradigma positivista o del empirismo analítico. Si el historiador partiera de los hechos que se limita a reunir y exponer tendríamos una especie de crónica, mas no historia científica. tómese en consideración lo que hemos dicho acerca de los fenómenos sociales —que no se repiten exactamente — y se podrá calibrar mejor la formulación de F. Engels, A. Schaff, y H. Carr en relación a los hechos históricos. En este sentido B. Croce —aunque no está en la misma línea teórica de los autores anteriormente citados— es muy categórico al afirmar que: «No ha de ser juzgada una obra histórica por el mayor o menor número y veracidad de los hechos que contenga, (...) las antologías de información serán crónicas, notas, memorias, anales, pero no son historias (B. Croce, 1938:8). El historiador abstrae los hechos de la realidad concreta, ésta por sí sola no dice cosa alguna, hay que penetrar en ella para construir lo histórico como un concepto o noción real; el historiador entonces no parte de los hechos sino de las fuentes, materiales o documentos históricos, con los cuales construye lo que se denomina hechos históricos; de manera que «los hechos no son un punto de partida, sino un punto culminante, un resultado» (A. Schaff, 1971:370). El objeto del conocimiento histórico es el proceso histórico en su totalidad. El historiador si quiere investigar las fuerzas que
  • 43. están detrás de las causas por las que los seres humanos actúan en la historia, no debe partir de los intereses de los hombres aislados, sino de la realidad concreta que se traduce en la participación de los dirigentes o jefes populares que mueven a pueblos enteros y a las diferentes clases de una nación, con el propósito de acelerar o impedir los cambios históricos. El historiador por medio de la «abstracción» logra configurar los elementos esenciales de un «hecho histórico»; en otras palabras, precisa o delimita un fragmento del suceder histórico, sin perder de vista que esa particularidad está inmersa en una totalidad. 4.3. El Conocimiento y la Posición Social del Investigador Para comprender el contenido teórico de la obra de un historiador es necesario saber cuál es la posición que él ocupa en el seno de la sociedad en que vive; «el historiador antes de ponerse a escribir la historia, es producto de la historia» ( H. Carr, 1961:52-53). Ahora bien sería conveniente ver hasta qué punto el historiador o pensador está en capacidad de conocer la realidad desde su posición social; tanto las teorías como el conocimiento se dan en un contexto social, no es que el investigador se coloque —por así decirlo— al margen de la sociedad y desde una especie de atalaya se digne ver lo que ha sucedido o está sucediendo en algo que está fuera de él; no, esto es imposible, el conocimiento está ligado a algún interés de clase, de grupos económicos, sociales, artísticos o religiosos.
  • 44. Cuando la burguesía era una clase en ascenso que luchaba por demoler la sociedad feudal, asumía una posición atidogmática y se dió a la tarea de fomentar las ciencias naturales y las técnicas necesarias para impulsar el desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad. La burguesía era partidaria de buscar nuevos horizontes en todas las ramas del saber humano. Cuando la sociedad feudal se derrumba y la burguesía pasa a controlar el aparato del Estado y los principales medios de producción material y espiritual (la Educación, centros de investigaciones etc) impone un tipo de discurso científico-técnico e ideológico al resto de la sociedad y modifica su posición con respecto a la verdad —fundamentalmente en el campo de las ciencias sociales— ahora, dicen, ya no existe la historia o la evolución de la sociedad; cuando los economistas señalan que las relaciones económicas existentes en el seno de la sociedad burguesa son «naturales» dan por entendido que este es un proceso productivo creador de riquezas y se desarrolla la ciencia y la tecnología «de acuerdo con las leyes de la naturaleza. por consiguiente, estas relaciones son en sí leyes naturales, independientemente de la influencia del tiempo. Son leyes eternas que deben regir siempre la sociedad. De modo que hasta ahora ha habido historia, pero ya no la hay. (C. Marx, 1859:95). C. Marx produce o crea un conocimiento, una teoría sobre la manera en que otros investigadores (economistas como él, pero ubicados en otra posición teórica) conciben el tipo de relaciones y la duración del sistema productivo capitalista; si se pregunta por qué entre C. Marx y esos «economistas» se dan divergencias teóricas en torno a la interpretación de un mismo objeto o hecho histórico, se pudiera responder que la diferencia no se debe a la situación histórica en que viven Marx y los «economistas» ya que ambos pertenecen o viven en el contexto capitalista, tampoco a problemas religiosos o de tipo moral; hay un hecho evidente, existen dos posiciones teóricas para abordar la misma realidad histórica, una legitima y le asigna un desarrollo
  • 45. natural y duración eterna a dicha realidad; la otra (la de Marx) insiste en la transitoriedad o el carácter histórico y transitoria del modo de producción capitalista; cuando se constata las dos posiciones teóricas con la realidad de lo que había sido y será el desarrollo de la historia de todas las sociedades de la Tierra, se comprueba o constata en forma indirecta que efectivamente las sociedades dividas en clases han cambiado: existió una comunidad primitiva, un mundo antiguo, una sociedad feudal o Edad Media y de ésta se pasó a la sociedad moderna. La teoría de Marx responde al desarrollo real de la sociedad y está basada sobre el paradigma del desarrollo progresivo de los modos de producción de la sociedad, después de la división de clases; la otra teoría responde a un paradigma positivista que consiste en señalar que la humanidad ya llegó a su etapa positiva y de desarrollo industrial que garantiza el progreso para todos los miembros de la sociedad. las diferencias teóricas o paradigmáticas hacen posible o explican los puntos de vistas diferentes en torno a la interpretación o explicación de la realidad natural y social. 5. Las Ciencias Sociales en el Siglo XX Habermas (1985) tomando como referencia a Hegel considera que la modernidad, el nuevo mundo, el mundo moderno, comienza a fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX, la Ilustración y la Revolución Francesa (1789) como realidades teórica y prácticas le darán significación a todo ese largo período histórico que constituye la modernidad. Hauser sostiene que el siglo XIX no comenzó hasta alrededor de 1830, lo mismo que el siglo XX comienza en los años veinte después de la Primera Guerra mundial. (1961:III-273). La Revolución Francesa de 1789 es la culminación de la emancipación de la burguesía que se había iniciado con la Ilustración.
  • 46. La Revolución Francesa cierra y abre un período histórico de gran importancia para el mundo occidental. Se había señalado (cfr. supra., pp. 58-64-69-73) que el dominio de la burguesía en todos los terrenos —les faltaba el control político y eso lo hacen en 1789 con la Revolución Francesa) se prolonga por casi tres siglos si se toma como punto de partida la potestad intelectual de los paradigmas científicos de Descartes (Discurso del método, 1637) y Newton (Principios matemáticos de la filosofía natural, 1687). El cubrir todos esos escenarios donde concurren y actúan tantos factores contradictorios, tiene que producir algún desgaste del paradigma o las teorías que habían sido tomadas como factores legitimadores del sistema. F. Nietzsche (1844-1900) y C.Marx (1818-1883) van a ser los teóricos que viviendo en la modernidad ilustrada o de la razón iluminista, se constituyen en los portadores de un sentido o significación del análisis y crítica de esa época. Marx busca una salida a la crisis de la modernidad por medio de la liberación o «emancipación» de la clase obrera que liberará al resto de la sociedad, Nietzsche después de anunciar la muerte del Dios de los cristianos y las teorías que garantizaban la felicidad a «los pobres de espíritu», piensa que la salida a «época de profunda decadencia y confusión interior» es la constitución de una sociedad donde existan sujetos con voluntad de poder. Todos los paradigmas tanto de las ciencias naturales como las sociales, nacieron o tienen mucho que ver con la modernidad vivida bajo el signo de la Ilustración o una época cuyo modo de vida está signado por el movimiento «enfermizo» en los espacios urbanos y en la naturaleza. El siglo XX se caracteriza desde el punto de vista epistemológico por una confrontación teórica en las diferentes ramas del saber entre el racionalismo e
  • 47. irracionalismo. En el anti-prólogo que escribe Miguel Ron Pedrique a la obra de R. Lanz El pensamiento social, hoy (1992:9-21), este respetable poeta metido a filósofo —basándose en la teoría de que ahora «todo vale»— recomienda «revisar el campo de batalla» para localizar los sobrevivientes en momentos como el presente de «extraordinaria confusión» —según él— porque los paradigmas de las ciencia sociales se habían convertido —por su imposibilidad de separar libre de todo duda, los juicios de hecho de los juicios de valor— en versiones del mundo; después de la revisión del campo de batalla se observan muchos «muertos» y pocos «sobrevivientes», entre los «muertos» se cuentan —según el poeta Ron Pedrique— «el progreso», la «integración» y la «racionalidad»; hay una herida: la «cientificidad», pero inmediatamente Ron Pedrique pregunta «no sé si con ello Lanz se refiere a la causalidad misma que cae también en el campo de batalla herida de muerte» (R. Lanz, 1992:11); y todo ello acompañado de varios «hundimientos» y «derrumbes». Si se sigue con la cronología establecida por A. Hauser en el sentido de que el siglo XX se inicia en 1920, es bastante cuesta arriba «digerir» teóricamente que «Al final de este grisáceo Siglo XX la postmodernidad también decreta el fin de la ética, es decir, “todo vale”. Las ciencias sociales se han quedado sin historia, sin progreso, sin sujetos, sin sentido, sin razón, sin ciencia y sin un sistema de valores que permitiera, cuando menos, la puerta de escape de una apelación metafísica» (R. Lanz, 1992:45). El texto —como toda la producción teórica de R. Lanz— constituye una muestra de la concepción «irracionalista» más radical tan de moda en el seno de los círculos intelectuales burgueses del mundo occidental; «la muerte de la teoría», «la fatiga de la Razón Ilustrada», «el cansancio y el pesimismo», «la muerte de la idea de progreso», «la muerte de la cultura», son la carta de presentación utilizada por los teóricos que de
  • 48. alguna u otra forma han confundido la crisis de las llamadas sociedades postmodernas del mundo occidental con la crisis de los paradigmas de las ciencias sociales. El hecho de que en las sociedades posmodernas (dominadas por las compañías trasnacionales que a su vez controlan los mercados mundiales y nacionales) ciertamente exista una crisis de identidad de los grupos sociales en tanto que el desarrollo científico-tecnológico no ha significado progreso material y bienestar espiritual para todos y cada uno de los que integran esos grupos, una espantosa soledad espiritual en medio de un ruidoso espectáculo organizado, controlado y explotado por los dueños del espacio-tiempo urbano posmoderno, no puede ser tomado como base o punto de referencia para indicar que la teoría y las ciencias sociales «han muerto» y no tiene sentido o significación reflexionar sobre la crisis del capitalismo tardío o la sociedad postmoderna. Es cierto en la sociedad contemporánea (posmoderna) se siente y se «percibe» en el ambiente la «deshumanización», desarraigo nacional y un desvanecimiento del sujeto o la personalidad individual, hay un «miedo» morboso hacia la creación individual no producto del dominio de una tecnología, no obstante pensar que esta situación ha sido creada por las ciencias sociales, es algo absurdo. Es una realidad que debe ser abordada y estudiada precisamente por muchas disciplinas que están en las ciencias sociales. La burguesía postmoderna tiene interés en fragmentar el sentido del ser humano, quitarle su esencia y sumirlo en una realidad donde aparentemente no hay un espacio y un tiempo de referencia, es decir no hay pasado, no hay historia. En los EEUU de Norteamérica en la época del setenta se presentó un importante debate en torno al significado de la modernidad, muchos intelectuales se sumergieron en el mundo de la teoria es- tructuralista con el propósito de dejar a un lado la problemática de la modernidad y la existencia del ser social y su evolución histórica, se dijo que el tiempo no existía o que era igual a cero; otros se hicieron miembros de la cofradía mística y muy diletante de la
  • 49. postmodernidad que «se esfuerza por cultivar la ignorancia de la historia y la cultura moderna, y habla como si todos los sentimientos, la expresividad, el juego, la sexualidad y la comunidad humano [sic] acabaran de ser inventados —por los postmodernistas— y fueran desconocidos, e incluso inconcebibles una semanas antes» (M. Berman, 1982:23) (negritas añadidas), de manera que no hay pasado, el modernismo sería un presente sin pasado, «el deseo de borrar cualquier cosa anterior». Esto es lo que explica la unidad temática y contradictoria entre el movimiento romántico del siglo XVIII y la modernidad del Siglo XIX, el romanticismo representaba por una parte «la continuación y la cumbre de la emancipación de la burguesía iniciada con la Ilustración (...) y por la otra, era la reacción de estas mismas clases contra el racionalismo “corruptor” y las tendencias reformadoras de la Ilustración» (A Hauser, 1961:II-273). El movimiento romántico se convierte en una lucha «contra el mismo principio de tradición, de autoridad y contra toda regla» (II-334), por ello «el roman- ticismo es el primero en tomar al burgués por medida natural del hombre» (II-363); cuando se entra al Siglo XX el tiempo se mueve tanto y tan rápido que está presente en todo y no se puede ubicar, la historia o el «tiempo pasado» se olvida y «no deben dejar adormecer la creencia de que lo nuevo es siempre lo mejor» si realmente se desea aprovechar las conquista de la ciencia y de la técnica. «Las ciencias sociales nacieron bajo el mito del “progreso”, han funcionado siempre para legitimar una cierta teleología de “bienestar social”, han estado permanentemente en el centro de las disputas sobre los modelos de “justicia social” que se ventilan a partir del Siglo XVIII» (R. Lanz, 1992:44). Aceptar estas opiniones sin algunas puntualizaciones, pudieran llevar a considerar que las ciencias sociales han debido de nacer en medio de una «neutralidad» no observada ni siquiera en las ciencias
  • 50. naturales, la historia del desarrollo de las ciencias sociales —en las naturales con menor intensidad— deja abierto un amplio espacio o escenario donde se suscitan importantes confrontaciones referidas no sólo a la cuestión de la validez del conocimiento derivado de las investigaciones hechas en el campo social, sino también a la validez gnoseológica de los juicios de valor y demás constructos o conceptos utilizados por los investigadores de la realidad histórica-social. Por otra parte se nfiere que R. Lanz cree que A. Comte y sus seguidores son los creadores de las ciencias sociales; en cuyo caso C. Marx deja de ser el teórico con quien las ciencias sociales se hacen verdaderamente científicas; en todo caso aceptado o no que el creador de la ciencia social haya sido Comte o Marx, el hecho cierto es que el nacimiento, desarrollo y legitimación epistemológica del conocimiento social de carácter científico, no está excepto de confrontaciones en torno a las ideas de «progreso», «bienestar social» y «justicia social»; de manera que señalar que «Las ciencias sociales nacieron bajo el mito del “progreso”» es dejar a un lado con una segunda intención no confesada, las confrontaciones teóricas y metodológicas que suscitaron y suscitan la investigación en el campo de las ciencias sociales. También se observa un «olvido» deliberado del desarrollo histórico antes de la Edad Moderna y el pequeño detalle de que también la burguesía como clase se planteó —en todo caso legítimamente desde el punto de vista histórico y sociológico— y logró la conquista del «progreso», el «bienestar y justicia social» para ella, a nombre de toda la sociedad. Es esto lo que está en crisis: el discurso construido y difundido desde el siglo XVIII, llevado a la práctica en las dos últimas décadas de ese mismo siglo (la Revolución Francesa de 1789), perfeccionado en el XIX con la racionalización del proceso productivo (racionalismo utilitario de Weber) centrado en la utilidad económica y en el «olvido de lo humano» y consolidado en el siglo XX a través de las prédicas principios irracionalistas para «legitimar» la imposibilidad de conocer racionalmente,
  • 51. objetivamente el porqué el mundo contemporáneo (posmoderno) con todo su desarrollo científico y tecnológico sólo ha hecho progresar y tener bienestar y justicia a un número muy reducido de naciones y grupos sociales que generalmente están identificados con el control de los medios de producción de bienes económicos, el saber y la información. El hombre burgués de la postmodernidad tiene mayor dominio racional que los de la modernidad, a tal punto que ha «transferido», ha logrado confundir y camuflar la crisis de su sistema a/en las ciencias sociales y al sentido de la vida. Se había dicho que el Racionalismo, el Iluminismo y el Empirismo se pudieran agrupar en una sóla tendencia o paradigma que identifica el nacimiento, triunfo y desarrollo de la Edad Moderna o modernidad; en el siglo XIX desde el «interior» del sistema capitalista se construyen análisis sobre el desarrollo real alcanzado por esa sociedad, se presentan dos tendencias críticas a nivel filosófico e histórico: la de Marx y la de Nietzsche; Marx señalaba que «las clases gobernantes empiezan a darse cuenta vagamente de que la sociedad actual —la de 1867, MG— no es algo pétreo e inconmovible, sino un organismo susceptible de cambios y sujeto a un proceso constante de transformación (1867-I:XV), Marx opone al discurso del «progreso cerrado en el presente» del burgués y su razón ilustrada, el nuevo concepto de «progreso abierto en el futuro» y que no podrá cerrarse jamás. Con la entrada de Nietzsche en el discurso de la modernidad, al decir de Habermas «cambia de raíz la argumentación», con Nietzsche «la modernidad pierde su posición de privilegio; sólo constituye ya una última época en la historia de una racionalización que viene de muy lejos y que se inició con la disolución de la vida arcaica y la destrucción del mito» (Habermas, 1985:112-13).
  • 52. En el siglo XX se plantea una revisión crítica del racionalismo de la Ilustración o el Iluminismo. La evolución de la sociedad moderna (capitalismo inicial) hacia la consolidación de una nueva sociedad fundada en el desarrollo científico-tecnológico y una economía mundial controlada por las compañías trasnacionales (Posmodernidad), cambió las condiciones en las que venían aplicándose los paradigmas creados sobre la base del racionalismo del Siglo XVII-XVIII y XIX; las ideas de Descartes, Newton, Kant y Hegel basadas en una concepción racional del mundo, del ser y el pensamiento, están agotadas. La nueva sociedad ha fragmentado el sentido de la vida y el tiempo se mueve en todas las direcciones. Se plantean nuevos discurso para dar una explicación a esa «crisis de la racionalidad» o la «crisis» de los paradigmas que hasta entonces habían explicado y legitimado la realidad del mundo moderno. Las «nuevas teorías» que se abocan a la revisión de la crisis de la concepción racionalista del mundo, son las siguientes: (1) La revisión tecnocrático-positivista (R. Aron, N Luhmann); (2) La subjetivista-irracionalista (E. Husserl, M. Heidegger); (3) El racionalismo crítico (K. Popper, I. Lakatos, W. Bartley, H. Albert); (4) La dirección social-crítica, filosofía crítica o Escuela de Francforct (Th. Adorno, M. Horkheimer, J. Habermas, H. Marcuse, E. From); (5) Las tendencias intuitivas con sus dos variantes: a. El «retorno a la tierra» y b. La «la divinización y mistificación» de la razón humana. Las dos primeras tendencias se dejarán a un lado; la tercera (racionalismo crítico) no se interesa por el análisis de cómo se origina el saber o cómo se conoce, sino sobre el conocimiento en sí y su aplicación, rechaza la posibilidad de un conocimiento científico de la realidad social y en consecuencia considera que es imposible hacer predicciones sobre el desarrollo de la sociedad (cfr., infra., cap. VI). La dirección social-crítica, filosofía crítica o Escuela de Francforct es la tendencia donde se inscribe R. Lanz y sus
  • 53. seguidores «nosotros asumimos hasta las últimas consecuencias los aportes epistemológicos más radicales hechos por los intelectuales comúnmente designados bajo la etiqueta de la “Escuela de Frankfurt”» (R. Lanz, 1988:235). Los análisis se hacen sobre la base del «agotamiento», «destrucción» «muerte» de la Ilustración o el Iluminismo. Los partidarios de esta tendencia abordan el estudio de lo social a partir de lo que ellos denominan «racionalidad técnica», «razón instrumental», «racionalidad de la acción», «racionalización social», «industria cultural»; además manejan una terminología o nociones «marxistas», muchas veces plantean «reconstruir» el marxismo (Habermas) o «explicar» mejor lo que —según ellos— el marxismo no pudo hacer con su «racionalismo de tipo Iluminista», es decir meten el marxismo en la crisis.; estos «radicales» no teorizan sobre la liberación de una clase social concreta e histórica, sino sobre una «emancipación» de un tal «sujeto» que no se sabe dónde está, pero que se «sospecha» que pudiera estar viviendo en una sociedad donde se ha impuesto el «modo de producción de sentidos» o una «lógica de la dominación». ¿De qué se trata?, se trata —dicen los directivos de la filosofía crítica a través de su representante en Venezuela— de hacer posible la creación de una lógica de «impugnación estética y ética» y de una crítica cuestionadora de ese sistema de dominación; en fin, un proyecto de «emancipación total» que haga posible la destrucción del modo de «producción de sentido». (R. Lanz, 1988: 280-81-82). Hoy más que ayer la burguesía se plantea —y en cierta forma ha logrado un mediano éxito con los teóricos de la filosofía crítica o la Escuela de Francfort— la necesidad de «decretar» y «sepultar» todo saber científico social que signifique o tenga como objetivo analizar, explicar y comprender la realidad social contemporánea o eso que se ha llamado sociedad postmoderna o capitalismo tardío. Para la cofradía
  • 54. intelectual que integra la Escuela de Francfort no hay «clases» sociales con una praxis política o social concreta sino «actores» sociales, no existe el hombre sino «el sujeto»; no se hace un análisis sobre la sociedad capitalista, se efectúa una «lectura» sobre un «contexto social» o «mapa» donde existe una «gramática» que permite buscar o darle sentido a una «lógica de dominación»; ahora hablar de la liberación de la clase obrera es algo los que han explotado el filón de la posmodernidad, se vuelven iracundos y atacan o señalan que se ha caído en un «falso debate» entre el progreso y el atraso; lo correcto es elaborar un discurso sobre la «emancipación de los sujetos». Se abordará esta temática en otra parte de este trabajo (cfr., infra., cap. IX). De antemano se informa que R. Lanz en su obra El discurso posmoderno: crítica de la razón escéptica (1993), el la cual se incluye algo parecido a un «recetario» (57-81) de cocina para dejar que los otros «actores y comentaristas» de oficio de la posmodernidad tenga la ocasión de «mostrar los pliegues intertextuales donde se anidan las colonias de representación» [¡¡¡!!!] (R. Lanz, 1993:57).